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Fusiones privadas con dinero público |
Almuerzo en la planta noble de la sede de Prisa, edificio de la cadena SER, Gran Vía 32.
Jesús Polanco y su alter ego, Juan Luis Cebrián, han invitado al aspirante socialista a la presidencia del Gobierno, un tipo simpático con fama de peso pluma, un tal Rodríguez Zapatero del que ni el más optimista piensa que pueda llegar un día a la Moncloa. El gran patrón quiere conocerle de cerca, porque nunca se sabe.
Lo mismo decíamos de Aznar y ahí lo tienes, con mayoría absoluta. Cebrián lleva la voz cantante, y el ambiente se caldea porque el aspirante hace gala de tal indesmayable optimismo que el periodista termina por perder los nervios, y tanto se calienta Cebrián que, en un determinado momento, le dice casi a voz en grito lo que años después le diría, de manera mucho más educada, eso sí, el presidente francés Sarkozy.
Dicen que Zapatero no olvidará nunca esa afrenta.
Sobre todo no olvidará que, con la puerta del comedor abierta, las secretarias del pool pudieran oír con claridad los improperios del de Prisa.
El 27 de noviembre de 2005, veinte meses después de que el nuevo Gobierno socialista llegara al Poder, Zapatero puso en marcha la gran operación mediática que iba a marcar su Presidencia, con el objetivo puesto en amarrar el Poder por mucho tiempo.
A él no le pasaría nunca lo de Aznar, quien, tras 8 años en Moncloa y mucho incordiar, dejó el panorama mediático convertido en un erial para la derecha española.
Él va a crear su propio grupo audiovisual.
El grupo de sus amigos.
Del dinero ya se verá.
Y otorga un nuevo canal de televisión en abierto cuando ya hay fecha fija para el llamado “apagón analógico”, el 3 de abril de 2010, es decir, de aquí a once meses.
Nace así contra toda lógica La Sexta, la televisión de sus amigos Roures, Contreras & Cía.
Unos meses antes y en plena desbandada veraniega (30 de julio), el Ejecutivo, violando letra y espíritu de la Ley, había autorizado la conversión de un canal de pago (Canal Plus) en otro en abierto (La Cuatro), logrando así cerrar la boca del poderoso grupo mediático del señor Polanco.
Fue la vicepresidenta del Gobierno, señora De la Vega, mandatada por Zapatero, quien cerró el pacto con los dueños de los grupos multimedia.
El escándalo implícito se viste y amortigua con el lenguaje falsario de las grandes ocasiones: la concesión de nuevas licencias se hace en aras de “aumentar el pluralismo e incrementar la oferta”, porque, además, hay “espectro de sobra”, y los nuevos canales “caben en el mercado publicitario”, un mercado que a la sazón atravesaba un boom que en 2007 hizo ganar 353 millones de euros netos a Telecinco, y más de 200 a Antena 3.
De la Vega consigue calmar a Alechu-Vasile (Telecinco) y a Lara-Carlotti (Antena 3), haciendo que se traguen el sapo de dos nuevos competidores sin rechistar.
Cierra también la boca a Ramírez (Unidad Editorial) asegurándole que el 3 de abril de 2010 su non nato Veo TV tendrá los mismos canales que Telecinco y Antena 3 (un multiplex de cuatro), y otro tanto ocurre con el Grupo Vocento y su Net TV.
Tutti contenti.
Tres años después de aquel episodio, con el mismo Gobierno in office, la situación es diametralmente contraria a la esperada.
En realidad es desesperada para la totalidad de los grupos, a cuenta del cambio de tendencia del mercado publicitario y del nivel de endeudamiento asumido por los protagonistas del sector, gustosas víctimas voluntarias de la borrachera del dinero fácil que presidió la burbuja española.
Y ahora el Gobierno Zapatero tiene que salir al rescate de sus amigos de Mediapro, porque es seguro que si antes de verano no encuentran un pagano dispuesto a correr con los gastos de la fiesta, La Sexta tendrá que suspender pagos.
Y como ZP no puede ayudar solo a sus amigos, porque se notaría mucho, ha decidido ayudar al resto, eso sí, con cargo al contribuyente.
Y tutti contenti again.
Un escándalo que Felipe González no hubiera osado perpetrar.
Ahora resulta que no hay cartas para tantos jugadores.
La tarta publicitaria no da para todos.
Ahora hay que fusionarse a toda velocidad: toca juntar meriendas ya mismo, empezando por las aparentemente irreconciliables Sexta y Cuatro (el pobre Javier Díez Polanco estaba obsesionado con llevar el pulso con La Sexta hasta el borde mismo del precipicio -“a ver quién frena antes”-, pero, cuando apenas quedaban cien metros para el abismo, Cebrián se lo ha cepillado sin piedad).
Pero, señor Zapatero, ¿no decía usted que se trataba de “aumentar el pluralismo”? ¿Por qué no dio una sola licencia? Y, más importante aún, ¿por qué no retira usted las licencias que no puedan cumplir el pliego de condiciones? Existe jurisprudencia al respecto: el caso de Quiero TV, una concesión con 14 canales de TDT de pago cuya licencia le fue retirada a la concesionaria por incumplimiento de contrato después de que los socios (en particular AUNA) se dejaran en la juerga 1.000 millones de euros, canales que el Gobierno repartió entre los privados en noviembre de 2005.
¿No será que no retira usted la licencia a La Sexta porque los dueños son sus amigos…?
Gracias a De la Vega, la tele pública será de pago
El sector se iba a regular mediante una gran Ley General Audiovisual, un proyecto que ha quedado aparcado sine die porque a Zapatero le da la risa floja cuando alguien habla de Ley y de medios de comunicación. Muy español.
A cambio, el Ejecutivo ha decidido ir parcheando mediante Decretos puntuales.
Zapatero nos está vendiendo el escándalo por fascículos.
Primero fue el aprobado el 5 de febrero pasado, mediante el cual se eliminó el tope del 5% para inversores que participen en más de una cadena, estableciendo la nueva barrera en el 27% de audiencia media para las participaciones simultáneas entre cadenas.
Ya no hay, pues, limitaciones legales: ya se pueden ustedes fusionar a gusto.
Con el habitual desparpajo socialista a la hora de retorcer la ley, De la Vega aseguró que el nuevo Decreto venía a “avanzar en la liberalización del sector y garantizar la transparencia y el pluralismo…!”.
Pero esta era solo la mitad de la historia.
La otra mitad vio la luz este viernes: no solo es imprescindible que ustedes se fusionen, sino que, además, les vamos a dar la pasta de TVE para que puedan hacerlo con garantías.
Vamos a abrir la caja de la televisión pública y a repartir su contenido entre unos cuantos. No sin ciertas dosis de sorna, el atraco ha sido bautizado oficialmente como “Anteproyecto de ley de financiación de TVE”.
Al no emitir anuncios, la TVE dejará de tener ingresos derivados de la publicidad, unos 500 millones de euros que, en teoría (porque esa mimética traslación no se está produciendo en Francia, por ejemplo) pasará a engrosar la cuenta de resultados de las privadas.
En suma, Zapatero y De la Vega abren en canal RTVE y las privadas se apoderan del botín.
Para favorecer a sus amigos y, de paso, tener bien embridados al resto de propietarios de las cadenas, que tan fundamental papel juegan a la hora de ganar elecciones, el Gobierno se mete en la selva de un intervencionismo atroz, al obligar a las propias cadenas a aportar un 3% de sus ingresos para financiar RTVE, porcentaje que es del 0,9% para los operadores de telefonía.
¿Razones de tan curiosa iniciativa?
Según De la Vega, que las telecos ganan “miles de millones de pesetas” (sic). Ello sin olvidar que la parte del león de la financiación del ente público seguirá corriendo a cargo de los PGE.
¿Damnificados?
Los españoles en general, porque serán los contribuyentes quienes paguen las copas de esta nueva fiesta, que ya se encargará Telefónica y compañía de repercutir ese nuevo coste en el usuario del servicio, como un irritado César Alierta advirtió a De la Vega el miércoles pasado, cuando intentó in extremis abortar el Proyecto de Ley aprobado el viernes.
No lo consiguió.
Lo peor para Alierta, con todo, es que quiso ver a Zapatero.
No le recibió.
Y el “lobby de la ceja” que no sufra
El tándem Zapatero-Vega ha puesto buen cuidado, eso sí, en seguir regalando el hocico del llamado “lobby de la ceja”: las cadenas privadas tendrán que seguir apechugando con el 5% de sus ingresos para financiar la producción de cine español, carga que han pretendido sacudirse por tierra, mar y aire.
No lo han conseguido.
Así de poderoso es el lobby de marras.
El cabreo es general en la sede de RTVE, pero, con Luis Fernández –con Javier Pons, la mejor pareja de gestores que ha pasado por el ente- totalmente maniatado (cosas de la TVE “independiente” que dice De la Vega), ya verán cómo no habrá ningún Informe Semanal que denuncie el atropello.
Quienes, a pesar de los pesares, están encantados son los privados.
“Una medida de estímulo que termina con la doble financiación” (El País de ayer).
“Estamos muy contentos por las cosas que el Gobierno está haciendo por nosotros” (Alechu Echevarría, presidente de la patronal Uteca).
De los casi incontables abusos cometidos por los Gobiernos de turno a lo largo de la historia de una democracia sin demócratas como la nuestra, pocos como éste donde se ponga tan zafiamente en evidencia el carácter discrecional de un Ejecutivo dispuesto a saltarse la Ley a la torera y utilizarla en beneficio de unos pocos, generalmente sus amigos, a llevar el intervencionismo administrativo hasta niveles de náusea, a abrir la puerta a nuevos episodios de corrupción en cadena y a enfangar, en suma, cualquier principio democrático que se precie.
Lo ocurrido y lo que está por venir (tal que la romería de esas 1.290 licencias de TDT que tendremos cuando las CC.AA terminen de hacer sus subastas digitales, de las cuales morirán enseguida no menos de mil, y las que sobrevivan lo harán chupando del bote de los presupuestos autonómicos).
Más corrupción.
A esto precisamente me refiero, se refieren tantos españoles, cuando hablan de la paupérrima calidad de nuestra democracia.
Parodiando la frase pronunciada por Jeanne Manon Philipon –fiel seguidora de Rousseau y musa de la causa girondina-, camino del patíbulo:
¡Oh Democracia, cuántos abusos se cometen en tu nombre!
(continue)
Jesús Cacho

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
“Todos los ministerios tienen sus clientelas”, explicaban a El Confidencial fuentes conocedoras del cónclave para explicar las reticencias que mostraron algunos departamentos.
Es más, fuentes de toda solvencia aseguran que el anteproyecto ni siquiera está redactado en todos sus términos y que se terminará de perfilar hoy sábado entre los diferentes ministerios afectados.
“Por eso antes del Consejo se planteó la posibilidad de abordar el tema pero dejarlo pendiente de resolución”, explican fuentes del sector.
Y es que, por ejemplo, finalmente será el ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien tenga que lidiar en el día a día con las empresas de telecomunicaciones, las más afectadas por la nueva regulación en tanto en cuanto tendrán que abonar una tasa del 0,9% de sus ingresos para financiar parte de la eliminación de la publicidad en la televisión pública.
Claro que, igual que las empresas se enteraron de que el nuevo modelo les afectaba por los periódicos, lo mismo le pasó al titular de Industria, quien ya vio cómo De la Vega le llamaba al orden por la aprobación de la TDT de pago.
Fuentes del sector aseguran que el Ministerio, hace apenas diez días, perjuraba a las compañías que no tenía ninguna lógica la aplicación de una tasa a las empresas de telecomunicaciones para financiar la televisión pública.
“Lo que poco podíamos imaginar es que el ministro, el secretario de Estado de Telecomunicaciones y la propia Comisión del Mercado de Telecomunicaciones (CMT) también se iban a enterar del nuevo modelo por la prensa. No ha habido secretismo sólo con el sector privado”, explican.
Además del caso de Industria, existía inquietud general en el Consejo por la impopularidad que supondrá una subida del precio del teléfono e Internet en cuanto las telecos trasladen el canon a las tarifas.
No se olvidó De la Vega del cine español, al elevar en un 20% la obligación de TVE de invertir en películas nacionales. Además, no se toca el 5% que las televisiones privadas deben destinar de sus beneficios a las producciones europeas, algo con lo que hasta última hora contaban las privadas.
De hecho, aunque desde Uteca se aplaudió a rabiar la eliminación de la publicidad en TVE, se incidió en que las televisiones "ya soportan muchas cargas", en relación a la obligación de financiar el cine europeo (5%) y los derechos de propiedad intelectual (6%). No consta que Ángeles González-Sinde abriera la boca en el Consejo.
Miles de millones de beneficio
Ayer la vicepresidenta fue tajante para explicar la tasa a la telecos, aduciendo dos argumentos más que polémicos.
En primer lugar, dijo que las de telecomunicaciones “en general tienen unos beneficios muy importantes, de miles de millones".
No parece razón suficiente para gravar un sector que ya acumula hasta una decena de tasas, y en el que no todos parecen ganar.
“¿Miles de millones? De los más de cien operadores que hay en España, ganan dinero dos: Telefónica y Vodafone”, se argumenta desde una de las empresas.
Ono, sin ir más lejos, aseguró a la vicepresidenta en la reunión que mantuvo con Redtel el miércoles que tendrá que acometer más despidos ante el nuevo escenario.
"Es verdad que hay alguna que tiene situación de dificultad, y el Gobierno lo contemplará", se limitó a apuntar la vice.
En segundo término, De la Vega consideró razonable que las telecos financien en parte la televisión pública, ya que se benefician del espacio radioeléctrico y de los contenidos audiovisuales y televisivos.
Aquí obvió que la cifra de negocio por este concepto es residual. “Se ha hecho en otros países”, dijo refiriéndose a Francia.
De acuerdo con ese modelo, además del 0,9% a las telecos, las televisiones privadas contribuirán con el 3% de sus ingresos.
En el caso español, se fija una limitación del 10% del presupuesto anual de compras para los eventos deportivos.
Ni la visita el pasado miércoles in extremis del presidente de Telefónica, César Alierta, logró que De la Vega modificara un ápice su posición.
¿Subidas en las tarifas?
A ella plim.
“El Gobierno siempre velará por los ciudadanos y usuarios. Lo hacemos así y lo hacemos también cuando las empresas se benefician de rebajas impositivas”, puntualizó.
Fuentes del sector no están nada convencidos y especulan sobre los conflictos en el Ejecutivo.
“No parece que alguien como Sebastián pueda replicar a la vicepresidenta primera en un Consejo de Ministros. Pero ahora hay una nueva vicepresidenta que sí ha podido incidir en los contras de la medida, sobre todo en términos de popularidad”, apuntan más como una esperanza.
Lo cierto es que el aluvión de halagos que está recibiendo De la Vega por parte de las televisiones privadas empieza a ser, como mínimo, empalagoso.
Ayer el secretario general de Uteca, Jorge del Corral, aplaudió la disposición del Ejecutivo, pero quiso hacer una mención especial al presidente Rodríguez Zapatero y a la propia vicepresidenta.
Un planteamiento no demasiado lejano del que hizo recientemente el presidente de la asociación, Alejandro Echevarría, cuando aseguró:
“Estamos muy contentos por las cosas que el Gobierno está haciendo por nosotros. Y sobre todo por lo que está haciendo una persona honesta, que cuando dice sí es sí y cuando dice no es no. Y esa persona es María Teresa Fernández de la Vega. Gracias a ella se ha conseguido un diálogo muy fructífero”.
Daniel Toledo
Ambas compañías estarían de acuerdo con que el presidente ejecutivo de la nueva sociedad fuera designación de Prisa y el consejero delegado de Mediapro.
“Eso sí, con competencias bien definidas en ambos casos”, aseguran a El Confidencial fuentes próximas a las conversaciones. Y hasta se manejan nombres.
Según confirman fuentes internas de Prisa, Manuel Polanco se perfila como la cabeza visible de la nueva sociedad.
Como adelantó ayer este periódico, las conversaciones entre ambos grupos para integrar sus áreas audiovisuales, con Cuatro y La Sexta como las claves últimas de la fusión, pasarían porque la compañía de los Polanco tuviera un 60% de la nueva sociedad.
“Prisa intentó forzar un escenario de 70%-30%, pero parece que al final todos quedarán conformes con el 60%-40%”, aseguraban fuentes conocedoras de la negociación.
En todo caso, los derechos políticos serían iguales para ambas partes, dentro de un modelo de cogestión.
Manuel Polanco es un valor cada vez más emergente en Prisa cuando apenas han pasado 100 días desde que volviera de Portugal y fuera nombrado director general en Madrid.
“Lo que está claro es que la llegada de Manuel supone una mayor implicación de la familia en la gestión”, interpretaban entonces fuentes del sector, conscientes de que el hijo pródigo estaba llamado a metas mayores.
Desde Prisa se admite que “su nombramiento y el de Ignacio Santillana como directores generales no sólo reforzó el área ejecutiva y de toma de decisiones del grupo, sino que encaminó el relevo generacional a corto y medio plazo en la compañía”.
Y es que todos los implicados en el tour de force que está afrontando Prisa para buscar soluciones a su asfixiante deuda dan por seguro que la exposición de Juan Luis Cebrián en esta negociación tiene que ver con su inminente partida del grupo una vez se cierre el acuerdo con Mediapro y quede al menos encarrilada la reestructuración de los más de 5.000 millones que debe la compañía.
“Estará como mucho seis meses más una vez se culmine todo”, aseguran fuentes internas de la compañía para explicar el protagonismo que ha asumido en estos contactos el todopoderoso consejero delegado.
Por el momento, Cebrián ha demostrado que aún tiene mando en plaza con la salida de Javier Díez Polanco, hasta hace apenas una semana responsable del área audiovisual de Prisa y consejero delegado de Sogecable.
Su marcha, provocada por su mala relación con el mundo del fútbol, habría facilitado los contactos con el grupo de Jaume Roures, con el que también estaba enfrentado.
“Su salida ha sido perfecta para culparle de todo, de cosas de las que era responsable y de otras que no”, explicaban estas fuentes.
Su partida deja a Manuel Polanco como responsable del ámbito audiovisual en el grupo, un área que no le resulta ajena en tanto había sido consejero delegado de la filial portuguesa Media Capital desde 2005.
La acción, de 0,95 a 3 euros
La evolución de las negociaciones con los principales accionistas de La Sexta y la apreciación de los títulos de la compañía desde los mínimos de marzo han hecho que en la cúpula de Prisa se hayan empezado, por primera vez en meses, a esbozar algunas sonrisas.
Ven alguna luz al final del túnel.
Y es que los directivos son conscientes de que, primero, no se negocia igual una integración con la acción a 3 euros que a 0,95.
Y segundo, de que el imprescindible aumento de capital que necesita la empresa es más factible con la acción en ese precio y con tendencia a subir.
Analistas de Renta 4 recomendaban ayer comprar a corto plazo, en tanto el valor “no presenta dificultades dignas de mención hasta la zona de los 3,9 y 4 euros”.
Prisa necesita todavía el visto bueno de BNP y Natixis para cerrar un waiver al crédito de 1.950 millones contraído por la opa de Sogecable y que vencía el 31 de marzo.
Tiene hasta el próximo jueves para presentar un plan de viabilidad que convenza a las entidades financieras.
Ayudará el acercamiento a La Sexta y pignorar Santilla como garantía, que es lo que pretenden los bancos.
Solventado ese escollo a corto plazo, Prisa trabaja con un plan en tres fases de aquí a septiembre: renegociar la deuda total de 5.000 millones, obtener una inyección de capital de entre 300 y 500 millones -algo que también han pedido los bancos- y resolver la situación de Digital Plus, el activo con el que Prisa más fácilmente podría hacer caja y que podría ser el instrumento para permitir la entrada de Telefónica en la operación con Mediapro.
El otro plano en el que los bancos han pedido ajustes a Prisa es en el laboral, y aquí las cosas tampoco van a estar fáciles, con los nervios recorriendo las redacciones del grupo.
Como muestra, un botón.
Ayer el comité de empresa de Cinco Días planteó una ronda de contactos por secciones para informar a los trabajadores de la situación de la empresa.
La mera convocatoria hizo saltar todas las alarmas, ya que esta habría sido la forma en que muchos se enteraron de sus despidos en el año 2004.
El comité tuvo que desmentir cualquier planteamiento de este tipo en un nota a los trabajadores.
La oferta que mantiene en pie la compañía hasta el 20 de mayo es 43 días por año trabajado con un límite de 42 mensualidades para bajas voluntarias, al tiempo que plantea una reducción lineal del salario del 15%.
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