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La parábola del ratón y el león

El show de los "gusanos"

¿Quién le enseña estrategia a Chávez?

"Para que un proyecto de poder sea grande, hay que enfrentarse a un enemigo que sea grande", rezan los manuales básicos de la acción política y militar.

Parece que a Chávez se le perdió alguna hoja por el camino.

En la guerra -según los principios desde Sun Tzu a Clausewitz- el primer paso es la elección y la identificación del enemigo.

La estatura del enemigo, define al contrincante: Si peleo con un ratón, estoy a su altura, y si combato con un león también estoy a su altura.

Definir un perfil de enemigo, identificar sus estrategias, sus fortalezas y debilidades, potencia los propios movimientos de ataque y defensa y permite valorar la propia fortaleza.

"Si conozco a mi enemigo soy fuerte, y si elijo a un enemigo grande, mi triunfo será grande", es el axioma probado por la historia.

Cuando el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se peleaba con el presidente de EEUU, George W Bush, peleaba contra el león imperial.

Cuando Chávez definía el perfil de Bush llamándolo "borracho asesino", "Mister Danger", "demonio", o lo definía como un muerto con "olor a azufre", el líder bolivariano estaba precisando en la figura del presidente USA los puntos débiles de un Imperio en decadencia.

Cuando Chávez definía (casi como una consigna) al "Imperio yanqui" y al "capitalismo inhumano" como el principal enemigo a derrotar, fijaba (auque sólo fuera a escala mediática) un proyecto y un liderazgo internacional con identidad propia diferenciado del sistema dominante.

La imagen internacional de Chávez crecía, se potenciaba, polarizaba, sorprendía, ganaba adeptos, juntaba a sus enemigos, entretenía a las masas como un showman, cosechaba el más alto rating y el más alto centimetraje de prensa mundial, y lograba lo que ningún líder consiguió: Lanzar contrainformación masiva contra el Imperio capitalista desde la propia estructura mediática del sistema capitalista.

El ciclo se completó cuándo Chávez denunció los genocidios de Israel en Líbano y Gaza, y se ganó la voluntad y la admiración de las mayorías del mundo árabe e islámico.

Desde el punto de vista de la comunicación estratégica, Chávez era grande (polarizaba por si o por no) porque su enemigo identificado era grande.

Desde el punto de vista de la guerra comunicacional contra el Imperio (la Guerra de Cuarta Generación) no importaba si Chávez estaba haciendo o no una revolución en tiempo real en Venezuela.

Chávez -por su correcta definición del enemigo- simbolizaba el verbo, el mensaje revolucionario, contra un enemigo y un proyecto (el Imperio capitalista) identificado a escala global.

Se podía discutir si Chávez era un "teórico" o un "hacedor" de revolución, pero no se podía discutir la precisión conceptual del punto de partida de su estrategia de combate: La correcta identificación del enemigo.

Aunque sólo fuera por el tiempo que duraran las exposiciones de Chávez en las grandes cadenas mediáticas, las mayorías mundiales (adormecidas por las tácticas psicológicas de dominio con el "mundo único") accedían a un "contramensaje" y descubrían la posibilidad de "otro mundo fuera del capitalismo".

El mensaje antiimperialista y anticapitalista de Chávez sacaba la contrainformación revolucionaria del espacio acotado de los medios alternativos de Internet y la depositaba -aunque sólo fuese por unos minutos- en el cerebro de las mayorías alienadas por la manipulación del capitalismo consumista impuesto a escala mundial.

Chávez -desde la comunicación revolucionaria estratégica- era grande porque peleaba contra un enemigo grande.

Hasta que un día, como a Sansón, a Chávez le cortaron (o se cortó) el pelo y comenzó a perder la fuerza.

Sorpresivamente, en la Cumbre de Río, en marzo de 2008, Chávez le dio la mano y "selló la paz" con el presidente de Colombia, el "cachorro" Álvaro Uribe, el símbolo de presidente sumiso al imperio norteamericano más emblemático de América Latina.

Posteriormente el presidente de Venezuela sorprendió al mundo y "dejó sin aire" a sus militantes y a sus seguidores planetarios cuando pidió a las FARC que liberaran a los secuestrados y que abandonaran la lucha armada a cambio de nada.

Finalmente, y a modo de factor desencadenante, la imagen antiimperialista y revolucionaria de Chávez se terminó de desmoronar cuando, en abril de este año, en la Cumbre de las Américas, estrechó la mano del nuevo presidente imperial, Barack Obama, y depositó su confianza en el "cambio democrático" de EEUU.

De esta manera (y posiblemente argumentando una "actitud pragmática"), Chávez, desde el punto de vista de la guerra contrainformacional, se quedó sin enemigo estratégico.

Los iconos de las imágenes que surcaron el planeta fueron demoledores: Chávez, sin ningún combate, le dio la mano al enemigo, declaró una paz unilateral, y se quedó (a nivel de la comunicación estratégica) sin identidad ni proyecto propio.

El presidente de Venezuela, pareció olvidar un principio axiomático de la guerra: Con el enemigo se lucha, se negocia acuerdos transitorios como táctica de supervivencia o de fortalecimiento, pero nunca se hace la paz y se abandona el campo de batalla a cambio de nada.

Eso fue lo que quiso decir el Comandante Fidel Castro cuando criticó (en soledad) las concesiones y los excesivos elogios a cambio de nada prodigados al presidente imperial durante la Cumbre de las Américas.

Por otra parte, y como ya está documentado en la información internacional, en sus casi cuatro meses de gestión la administración de Barack Obama ha demostrado ser -en todas las áreas- una fiel continuidad de las políticas imperiales de George W. Bush.

De pronto, y sin la precisión de un enemigo estratégico claro y aglutinador (el Imperio y su presidente de turno), los mensajes de Chávez fueron perdiendo contundencia y efectividad masiva.

Su figura y su voz perdieron la potencia de otrora, y el presidente (sin el control del centro estratégico de la batalla) comenzó gradualmente a perderse en "escaramuzas de orden menor" con sus enemigos internos de la oposición y de los medios de comunicación venezolanos.

En otras palabras, Chávez (desde que hizo la "paz" con Obama) ya no pelea una guerra estratégica contra el Imperio, sino que pelea batallas acotadas contra los empleados del Imperio. Chávez, que antes peleaba con leones, ahora desgasta y devalúa su imagen internacional peleando con ratones.

Un ejemplo claro es su polémica con el escritor gusano y provocador mediático enviado por Washington, Mario Vargas Llosa, al que Chávez confirió identidad de "enemigo estratégico" al invitarlo a un "debate" y luego desistir argumentado su investidura de "presidente y de militar".

Rápidas de reflejo, las usinas mediáticas imperialistas, desde Nueva York a Miami, proclamaron la "gran victoria" de Vargas Llosa sobre Chávez en una clara operación psicológica para nivelar al escritor gusano de novelas con el presidente de Venezuela.

"Cuándo un león confiere identidad de enemigo a un ratón, se convierte él mismo en un ratón", es el principio que rige la estrategia de nivelación hacia abajo que las cadenas mediáticas internacionales practicaron con Chávez en su polémica con Vargas Llosa.

Y algo que el presidente venezolano y sus asesores deberían registrar: Cuando los ratones se pelean el león duerme la siesta.

Y "Mister Danger", jubilado, debe estar sonriendo en paz.

Manuel Freytas

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La Gran Guerra del Imperio

La primera gran derrota del proyecto imperial de los EEUU


Mision Accomplished

Desde Reagan a Bush, pasando por Clinton


“Se consagra en las relaciones internacionales la existencia de un mundo económicamente estratificado y radicalmente desigualitario. Los países pobres y periféricos son mirados con desconfianza y sometidos a estrictas prohibiciones. El modelo es el de un superestado en el que el mundo occidental –en realidad los Estados Unidos- se reservan el monopolio de la violencia. El brutal sistema se racionaliza con la presentación de un mundo modélico y triunfante, que se dice amenazado, y un submundo amenazante y fracasado. La sociedad global de la globalización capitalista recurre a los mecanismos de las sociedades estamentales y a una ideología descaradamente colonial”.

Este texto analiza la implantación, vía militar cuando sea preciso, del Gran Siglo Norteamericano, un parto del matrimonio entre el Consejo de Seguridad Nacional y el Pentágono, que asumen como verdadera constitución de los EEUU los partidos republicano y demócrata y los sucesivos presidentes. Es el verdadero test de la presidencia Obama, hasta el momento muy sumisa a este proyecto de dirección y explotación global.


I. La gran victoria

El día 1 de mayo de 2003, George Bush, presidente de los Estados Unidos, embarcado en uno de los navíos más poderosos de la flota imperial, -el portaviones USS Lincoln-, desde un estrado colocado sobre la cubierta de vuelo del buque que probablemente había lanzado más misiones de combate y más bombas y misiles contra Iraq, declaraba al mundo la victoria de los EEUU en la guerra de Mesopotamia.

“Mision Accomplished” rezaba el lema que parecía coronar la cabeza del presidente en las fotografías que divulgó inmediatamente el Pentágono [1].

En realidad Bush estaba proclamando cuatro grandes triunfos estratégicos que confirmaban el camino victorioso y franco hacia el nacimiento y consolidación del Imperio.

Era la realización del histórico “Destino manifiesto” –una especie de “mandato divino” para gobernar el mundo-, durante lo que es ahora una eternidad temporal: la del Gran Siglo Norteamericano (GSNA). El Reich de los Mil Años de Hitler en versión adaptada a los nuevos tiempos.

Los cuatro grandes triunfos se pueden sintetizar brevemente de la siguiente manera:

- Control del petróleo, saqueo del patrimonio público y establecimiento de una gran economía colonial en Iraq –según el modelo del capitalismo neoliberal dependiente- que se extendería inmediatamente, como “zona de libre comercio” restringido a la metrópoli y sus aliados, al Gran Oriente Medio.

- Ocupación militar permanente de un escenario de gran valor económico, estratégico y político. Iraq –con el despliegue de un ejército no menor de 130.000 a 170.00 hombres, dotado de armamento táctico y estratégico, y un gigantesco sistema de apoyo militar y logístico en los países y mares adyacentes- se había convertido en el centro geográfico de una enorme red de bases militares para la conquista y el control del mundo [2].

- Establecimiento definitivo de una “soberanía imperial” indiscutible, no sometida a ninguna ley, tratado, convenio o norma de derecho internacional. Suponía la reestructuración completa del sistema mundial –sólo formalmente internacional- bajo el poder militar, económico, político y jurídico de los EEUU. La voluntad de los EEUU [3] se convertía en norma suprema del nuevo orden internacional: “lo que no responde a esa voluntad es irrelevante” decía constantemente Bush con referencia a las posibles resoluciones de la ONU que no respondiesen con exactitud a los deseos de Washington.

- Confirmación absoluta para el Pentágono, y demostración ante el mundo, de una superioridad militar aplastante que permitía consolidar un instrumento militar, un componente industrial vinculado a él, y un modelo definitivo de guerra: Guerra de Destrucción Masiva Unilateral, para ser lanzada en cualquier lugar, contra cualquier país [4] y en cualquier momento.

Veamos todo esto con algún detalle:

I.A. El petróleo y el Gran Oriente Medio

I.A.1. El oro negro

El primer triunfo –el más evidente, pero no el mayor ni el único [5] pese a su enorme importancia económica en tanto suponía el control parcial de una de las materias primas esenciales-; era el haber conseguido el dominio absoluto sobre las segundas reservas petroleras del mundo.

No podemos olvidar que el asalto a Iraq, acelerado durante los primeros meses de 2003, se produce después del fracaso de los dos intentos, casi sucesivos, de golpe de estado en Venezuela.

El 11 de abril de 2002, un golpe “mediático-militar” de características claramente fascistas desaloja durante dos días al presidente Hugo Chávez del poder. Sería repuesto por una sublevación popular y militar que puso en fuga al presidente de facto, Pedro Carmona, que habían nombrado los golpistas derrocando todos los poderes y cargos democráticos del país.

Meses más tarde la oligarquía venezolana vuelve a la carga de nuevo con el apoyo expreso de los EEUU. Un lock out empresarial y un sabotaje petrolero –con una agitación permanente que llama al golpismo en las Fuerzas Armadas desde una tribuna alzada en la Plaza de Altamira de Caracas-; mantienen, entre diciembre de 2002 y enero del año siguiente, el segundo intento fracasado de derribar al presidente democrático de Venezuela.

Los fracasos sucesivos en Venezuela aumentarían la urgencia por garantizar los “intereses de los EEUU” en otros escenarios geográficos. Tales intereses son reconocidos como fuente del “internacionalismo” norteamericano en el documento fundacional del Imperio: La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, publicado precisamente el 20 de septiembre de 2002:

“La estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos se basará en un internacionalismo inconfundiblemente norteamericano que refleje la unión de nuestros valores y nuestros intereses nacionales”.

La ocupación de los pozos iraquíes, la apropiación de los fondos derivados del programa “petróleo por alimentos”, y el control inmediato de la explotación y comercialización del petróleo iraquí suponía el saqueo de una de las riquezas más importantes del país.

Después de cuatro años de resistencia, en febrero de 2007, el gobierno títere de Iraq aprobó una nueva Ley Petrolera que consolida el poder de las transnacionales avaladas por los EEUU. El petróleo ya no es del pueblo iraquí –tal como reza la “constitución” de 2005- sino del Consejo Iraquí de Petróleo y Gas (CIPG). Lo importante, no obstante, no es la definición jurídica del derecho patrimonial, sino los modos de gestión, la naturaleza de las concesiones, y el tipo y la cuantía de la regalías que pagan las empresas extractoras y comercializadoras. Para entender quién manda en asunto tan delicado como el petróleo podemos observar que la “principales compañías relacionadas con el petróleo” forman parte del Consejo.

La Ley petrolera otorga al Consejo de Ministros la autoridad formal en relación con la política petrolera pero es el CIPG el que propone, aplica, reforma o supervisa esa política, definiendo las condiciones de explotación, los criterios de las concesiones de extracción, transporte y comercialización.

Con la presencia de las “compañías petroleras” extranjeras en la gestión del petróleo –que estaban excluidas durante el gobierno de Sadam Hussein-, podemos imaginar cuál será el resultado.

Es un sistema de contratos a largo plazo –veinte años- con las compañías internacionales, que invertirán en la infraestructura y en la operación de los pozos y se llevarán una alta proporción de los ingresos, manteniendo un control total sobre decisiones de la producción y ampliación.

Con su habitual razón imperialista, el vicepresidente Cheney afirmó que la nueva ley petrolera había conseguido un “gran avance en el camino de la estabilidad democrática” de Iraq.

I.A.2. El centro colonial modelo

Otra razón económica fundamental -que complementaba el éxito anterior- era la posibilidad abierta de organizar, desde el país árabe más rico y mejor organizado de la zona, una economía colonial modelo que debería centralizar y coordinar –en beneficio de los EEUU y sus multinacionales- el enorme escenario económico que más tarde se definiría como el “Gran Oriente Medio”. (Iniciativa para el Gran Oriente Medio, documento revelado en febrero de 2004).

Las declaraciones y actividades de Paul Brener demostraron la planificación y la determinación de establecer inmediatamente el modelo colonial [6].

El día 21 de septiembre de 2003 el ministro de Finanzas iraquí, Kamil Mubdir al Gailani informó sobre un decreto de Paul Brener promulgado dos días antes. En él se detallaba el plan económico para Iraq del gobierno de los EEUU. Se autorizaba que la propiedad extranjera podía alcanzar el 100% en todos los sectores económicos con excepción del petróleo en donde la participación no había sido definida.

La Orden 39 de la "autoridad de ocupación" ponía en marcha la privatización de empresas estatales, el acceso sin limitaciones de las empresas extranjeras y la autorización para que éstas saquen de Irak la totalidad de los beneficios que obtengan, todo ello bajo la autoridad política de los invasores.

Las siguientes resoluciones del plan Brener reafirman la aplicación de un “derecho de Conquista”. Los aranceles y los impuestos se reducían al mínimo, y se anunciaba que el sistema bancario nacional, -rápidamente arruinado y parcialmente sustituido a través de concesiones a consorcios extranjeros- sería totalmente privatizado y desnacionalizado.

El saqueo escandaloso apenas se esconde en "eufemismos" que proclaman derechos para todos:

"Los inversores extranjeros tienen que recibir igual trato que los del país", "los inversionistas tienen garantizada la repatriación inmediata y completa de los beneficios".


I.A.3. Matanzas y Destrucciones S.A.

La resistencia del pueblo iraquí complicó inmediatamente el proyecto económico de los EEUU.

Según informó la periodista Naomi Klein, el 5 de agosto de 2004 el presidente Bush, tras el evidente fracaso en Iraq de los primeros intentos para establecer una organización eficaz en el expolio y la explotación del país, y para paliar el desastre económico y organizativo de la ocupación creó una “Oficina del Coordinador para la Reconstrucción y Estabilización”.

Para dirigirla nombró a un funcionario llamado Carlos Pascual que había sido embajador en Ucrania. La oficina se encargaría de la planificación y el control de la reconstrucción en situaciones similares a la de Iraq. Su misión se definía como la de trabajar en la planificación detallada de “períodos post conflicto”.

Lo más significativo del proyecto –y lo más brutal- es que el “trabajo de campo” de esta institución de nombre y destino tan humanitario, es la reconstrucción de países que no han sido destruidos… todavía.

Se informaba que Mr. Pascual había iniciado ya el trabajo detallado de planificación para 25 países, la mayoría de ellos sin conflicto alguno e ignorantes de la “tarea” que se realizaba sobre ellos.

El día 17 de mayo de 2005 Bush afirmaba que los EEUU crearían un Cuerpo de Respuesta Activa Civil para reconstruir la economía y las instituciones de los países en “transición a la democracia” (washingtoniana, por supuesto).

Cuando aquel nuevo ejército estuviese listo y disponible para ocupar su puesto de batalla, las unidades de las Fuerzas Armadas estadounidenses arrasarían países sin restricciones, confiados en que inmediatamente después serían reconstruidos.

Era la integración completa de la guerra, la “intervención humanitaria” y los negocios, que tan bien representaba el “internacionalismo inconfundiblemente norteamericano” al que se refería la Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

La amplitud de los trabajos del Coordinador era explicado por el propio Carlos Pascual. El Cuerpo de Respuesta Activa Civil estaría formado por “especialistas en emergencias, economía, sanidad, enseñanza, tribunales y orden público, instituciones democráticas y sistemas fiscales”. La relación de países reconstruibles y estabilizables se situarían en una “lista de vigilancia” lo cual permitiría establecer equipos de trabajo que estarían integrados por “empresas privadas, ONG,s y miembros de Think Tanks”.

Cabe pensar que la planificación detallada de la reconstrucción tendrá que hacerse sobre los resultados estimados de una destrucción que, en consecuencia, también será planificada.

“La oficina será capaz de coordinar tres operaciones totales de reconstrucción de países realizadas al mismo tiempo y con duraciones aproximadas de cinco a siete años”.

Así pues, comisiones formadas por empresarios y funcionarios determinarán la intensidad del Apocalipsis que arrasará países con el objetivo –según declaró Pascual en el Center for Strategic and Internacional Studies- de “cambiar el entramado social de una nación”, “no para reconstruir viejos estados sino para construir otros nuevos democráticos y orientados hacia el mercado”.

La información facilitada por Naomi Klein permite la plena comprensión de la agresividad criminal que esconde en declaraciones como ésta:

“Las grandes luchas del siglo XX entre la libertad y el totalitarismo terminaron... en un solo modelo sostenible de éxito nacional: libertad, democracia y libre empresa. En el siglo XXI, solamente aquellas naciones que comparten el compromiso... de garantizar la libertad política y económica podrán desatar el potencial de sus pueblos y asegurar su prosperidad futura... Hoy, la humanidad tiene en sus manos la oportunidad para hacer que la libertad triunfe sobre todos estos enemigos. Estados Unidos acoge con beneplácito nuestra responsabilidad de encabezar esta gran misión” [7].

Como ha afirmado con extremo rigor, Naomi Klein:

“Como es debido, un gobierno fiel a la destrucción preventiva perpetua ahora tiene una oficina estable para la reconstrucción preventiva” [8].

El asunto de la reconstrucción funciona, más o menos, de la siguiente manera:

Primero. Identificación de “intereses vitales” tales como el control de fuentes de energía, mercados potenciales de gran importancia, materias primas.

Segundo. Análisis de la disponibilidad de los gobiernos locales para satisfacer esas necesidades vitales de los EEUU.

Tercero. Planificación y activación de crisis cuando esos “intereses vitales” no se consideran asegurados.

Cuarto. Planificación de la destrucción y la reconstrucción según planes elaborados conjuntamente por el Pentágono y la Oficina de Reconstrucción y Estabilización.

Quinto. Guerra. Destrucción de la economía y de los servicios públicos, y de la estructura económica y social.

Sexto. Reconstrucción que irá acompañada de una privatización plena, de la creación de un mercado protegido monopolístico (contratos de reconstrucción) para las multinacionales norteamericanas, y de una transferencia intensa de propiedad” [9].

La estructura que diseña Bush no es en realidad nueva. Sus elementos fundamentales aparecen en un documento muy anterior: la Ley Helms Burton que organiza la reconstrucción de una Cuba sometida a Washington. El Comité para la Asistencia a una Cuba Libre plantea también, al detalle, la “destrucción del entramado social”, la “destrucción de lo viejo”, y la “orientación hacia el mercado”.

I.A.4. La destrucción creativa y la Conferencia de ladrones

El proceso de destrucción-reconstrucción proporcionaría, -en principio-, enormes beneficios a las multinacionales que, como botín de guerra, se apropiarían también de todo el patrimonio público y gran parte del privado del país vencido.

El expolio inicial fue gigantesco y continuó después con la destrucción sistemática de ciudades, la matanza generalizada, los desplazamientos masivos de población y el exilio.

Las migajas -para premiar a los aliados y recibir la pleitesía de los menos cooperantes- se repartirían en una reunión bautizada como Conferencia de Donantes que se reunió en Madrid en octubre de 2003.

La Conferencia de Donantes fue realmente un acto más político que económico (los grandes contratos los habían asignado antes e inmediatamente después de la “victoria”, el Pentágono y la Autoridad provisional de la Coalición) de reafirmación internacional del derecho al expolio. También fue una especie de premio menor a uno de los aliados militares de ínfima cuantía, pero políticamente muy activo.

España fue el país al que –para su vergüenza-, se le “concedió” la sede de aquél acto propagandístico de “legitimación” y reagrupación de aliados después de las disidencias de países como Francia y Alemania. España la presidió, compartiendo su historia particular de la infamia con el entonces Secretario General de la ONU, Kofi Annan.

I.B. EEUU única superpotencia mundial

El establecimiento del Imperio
[10]

I.B.1. La violación del orden internacional y la ocupación de Iraq

Durante la preparación y la realización de la guerra y ocupación de Iraq, los EEUU alcanzaron otros dos éxitos estratégicos de mucha mayor entidad que la propia apropiación del petróleo iraquí por cuanto implicaban y consolidaban esa apropiación.

En primer lugar, los EEUU habían ganado una gran batalla para definir y determinar, para siempre, ante todo el mundo y de manera indiscutible, que su voluntad era a partir de aquel momento la norma fundamental y exclusiva del derecho internacional.

En segundo lugar las ocupaciones sucesivas de Afganistán y de Iraq consolidaban la estructura militar del Imperio cuyas nuevas “posiciones” en Oriente Medio y el centro de Asia permitían enlazar y centralizar la enorme fuerza militar en el “gran escenario de intervención” que se había definido en la Cumbre Atlántica de Washington de 1999 en plena ejecución de la guerra contra Yugoslavia. La OTAN estableció el nuevo marco de "seguridad", la zona geográfica en la que quería imponer su voluntad a partir de entonces, el llamado espacio “euroatlántico”: una enorme superficie que incluye el territorio de los 19 miembros de la Alianza pero también el de 25 países ajenos a ella, desde Alaska a Vladivostok.

La gigantesca red de bases militares de todo tipo –incluidas las flotas y los escenarios marítimos dominados- permitían orientar la amenaza armada contra nuevos objetivos (Irán) e iniciar el cerco en torno a los posibles futuros antagonistas del Imperio (Rusia y China).

I.B.2. Los precedentes

Los EEUU habían realizado ya intervenciones militares sin la aprobación alguna, o burlando las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Recordemos alguna de ellas.

- El día 25 de octubre de 1983, Ronald Reagan ordenó la invasión de la isla de Granada –Operación Furia Urgente- alegando la inestabilidad política, la amenaza para EEUU de un aeropuerto que se estaba construyendo con ayuda cubana, y la necesidad de proteger a algunos centenares de estudiantes de medicina estadounidenses que cursaban su carrera en la isla. 7000 soldados apoyados por fuego naval y helicópteros artillados vencieron la resistencia de las pequeñas fuerzas granadinas y la de los cubanos que participaban en la construcción de aeropuerto. La invasión vino precedida de una preparación mediática cuyos ecos todavía orientan “inocentes” informaciones como la de Wikipedia:

“La invasión mostró problemas con el ‘aparato informativo’ del gobierno de los EEUU, que Time describió como estando aún ‘algo desordenado’ tres semanas después de la invasión. Por ejemplo, el Departamento de Estado de EEUU afirmó falsamente que había sido descubierta una gran tumba que contenía 100 cuerpos de isleños que habían sido matados por fuerzas comunistas”.

- El día 20 de diciembre de 1989 con el propósito declarado de derrocar y capturar al General Manuel Antonio Noriega, Comandante en Jefe de las Fuerzas de Defensa, los EEUU invadieron Panamá. Noriega era reclamado por la justicia estadounidense acusado del delito de narcotráfico. La operación fue denominada Operación Causa Justa por el imaginativo comando militar estadounidense.

La invasión –que contó con una fuerza operativa de 26.000 soldados- se realizó con ataques nocturnos de aviones furtivos F-117 y helicópteros artillados que arrasaron algunos barrios populares como El Chorrillo. El estado mayor estadounidense aseguró con una enorme fuerza militar la victoria inmediata, sin reparar en absoluto en la extensión de la guerra con sus terribles consecuencias a los civiles panameños. De hecho el ataque fue realizado incluyendo como elemento fundamental el terror que el infierno nocturno de fuego causaba en esa población civil y en los resistentes.

El número de muertos civiles nunca fue calculado con exactitud pero alcanzó como mínimo a varios centenares, tal vez miles, de personas. Collin Powell –que perfilaba y ponía a prueba, por entonces, sus teorías sobre las futuras guerras imperiales- fue el comandante supremo de las fuerzas de EEUU.

- Después de la guerra de 1991, Irak fue sometido a un bloqueo económico que actuó paralelamente a un proceso de desarme e inspección.

Este bloqueo, que no parecía tener más objetivo que el de la venganza y la destrucción del país, provocó un verdadero desastre humano cuyas imágenes y lamentos quedaron –por obra y gracia de la actitud subordinada de Falsimedia- fuera del “campo visible” en el que se informan e ilustran los ciudadanos de occidente.

El largo bloqueo, acompañado de la proclamación de dos “zonas de exclusión” y de la realización de vuelos casi semanales de castigo, fue en realidad una segunda guerra contra Iraq que sólo finalizaría con la invasión y ocupación del país en 2003.

Según fuentes de las organizaciones humanitarias de la propia ONU la hambruna causó la muerte de cerca de un millón doscientas mil personas, la mitad niños, y el deterioro de la salud, irreversible en muchos casos, de un tercio de la población infantil del país.

Después de la primera guerra contra Iraq, el país es sometido durante más de 10 años a un proceso de inspección continua e ilimitada, que realiza una organización creada para ese fin, la UNSCOM (más tarde la UNMOVIC), formada por casi dos centenares de técnicos. Alrededor de ciento veinte de ellos trabajaron sobre el terreno, es decir, en el propio territorio irakí, equipados con helicópteros para un desplazamiento rápido, en cualquier dirección, a largas distancias y sin obstáculo físico alguno.

Es indudable que el sistema contó con toda la cobertura de la red de vigilancia aérea y satélite que pueden proporcionar los EEUU.

En el año 1996, cuando bien poco quedaría por revisar, surgieron las primeras dificultades derivadas, al parecer, de la exigencia de acceso a lugares que las autoridades locales consideraban como “recintos sensibles”: cuarteles de la Guardia Republicana y de los servicios de seguridad. Las dificultades fueron solventadas y el acceso facilitado.

Dos años más tarde, una vez realizadas centenares de inspecciones, aparece un nuevo problema en torno al acceso a los llamados “lugares o palacios presidenciales”. Se trataba de los lugares más vinculados con el propio gobierno: lugares de trabajo y residencia de los equipos ministeriales, las autoridades más importantes del régimen de Bagdad, incluido, desde luego, Sadam Husein.

A principios de enero de 1999 saltó un grave escándalo rápidamente minimizado por los medios. Scott Ritler, uno de los mandos norteamericanos del Unscom, que había sido relevado cuando salió a la luz que compartía la información de ese organismo nada menos que con Israel, publicó un libro que había salvado los intentos de censura del Pentágono.

Ritler se despachó a gusto. Afirmaba que desde el principio de su actuación hasta su definitiva expulsión de Irak, el Unscom había sido ocupado por los servicios secretos de los EEUU y usado para sus propios fines, que incluían operaciones militares clandestinas y tenían como objetivo fundamental la vigilancia de los líderes iraquíes para conseguir el derrocamiento de Sadam Husein.

Se estaba apretando sobre Iraq una tenaza con la intención de situar y mantener al país al borde mismo de una situación de colapso económico y de desabastecimiento catastrófico.

A mediados de diciembre de 1998, Bill Clinton ordenaba el lanzamiento de la operación “Zorro del desierto”, un bombardeo masivo sobre Iraq que castigó fundamentalmente a Bagdad, la capital, y produjo unos mil muertos según cálculos de los propios agresores.

- La ruptura del orden internacional por Estados Unidos y sus aliados fue más evidente todavía con el ataque a Yugoslavia que se realizó entre el 24 de marzo y el 10 de junio de 1999.

Ante el conflicto de Kosovo, los EEUU rompieron deliberadamente los acuerdos casi culminados de Rambouillet, al introducir en el texto negociado una cláusula según la cual los ejércitos de la OTAN podrían entrar y circular, sin limitaciones, por todo el territorio de Yugoslavia. Eso, obviamente, era totalmente inadmisible para cualquier gobierno soberano.

La guerra contra Yugoslavia fue una guerra precursora y modélica desde muchos puntos de vista. Fue, por ejemplo, la primera vez que la OTAN abandonó su muy establecida posición disuasoria y se empeñó en una espectacular operación guerrera.

Hacía ya tiempo que la Alianza buscaba una doctrina y la disuasión resultaba muy poco creíble en nuestro tiempo. La vieja estrategia se tambaleaba como justificación para el mantenimiento de la propia organización armada, y se mostraba inútil y desasosegante frente al vacío que ocupaba el lugar en donde antes había estado el enemigo.

La disuasión tampoco se adaptaba bien a las operaciones militares de castigo, cada vez más frecuentes, por lo que los EEUU llevaban algún tiempo presionando para que los aliados aceptasen una urgente reconversión de la doctrina y la práctica de la organización armada.

En esa primera vez que la OTAN, como tal, atacaba, lo hacía fuera del tiesto pues el apocalipsis bélico se llevó más allá del marco geográfico de la Alianza. Por si fueran pocas las novedades, el ataque a Yugoslavia se hacía incumpliendo al mismo tiempo las normas internacionales y las de la propia organización. Claro que estas últimas fueron modificadas varias semanas después de iniciados los bombardeos para ajustar la doctrina y las cláusulas del Tratado a lo ya hecho en Yugoslavia.

También fueron modificadas con una intención menos coyuntural: hacer aceptable el desajuste entre la voluntad de la OTAN y la legalidad internacional, afirmando la prioridad de la voluntad de la organización –es decir, la de los EEUU- dándole así la puntilla a la Organización de las Naciones Unidas.

La guerra de Yugoslavia ha tenido otro actor mucho más importante que el protagonista mediático, Milosevic, y ha resuelto otro negocio de mucha mayor magnitud que la propia guerra, con un escenario mucho más amplio que el de los Balcanes. Un actor, la OTAN, cuya importancia se deriva, además de su poderosa fuerza política, militar y económica, del hecho cierto de que repetirá protagonismo en otros conflictos y en otras tragedias humanas en los próximos años. De manera explícita como en Afganistán, encubierta como en el Líbano. Y lo hará apelando a una potente “exigencia moral” que deriva de una particular “religión atlántica”, llevada a la práctica en Yugoslavia y definida en la Cumbre de Washington. Esa exigencia se va a satisfacer con las autodenominadas “intervenciones humanitarias” [11].

Lo esencial de todo esto es que la OTAN estuvo anticipando con la guerra contra Yugoslavia un escandaloso modelo de intervención que después de un mes de bombardeos legitimó formalmente en la Cumbre de Washington.

Mientras bombardeaba en Europa, la OTAN definió en Washington el nuevo futuro para todos.

En primer lugar el nuevo marco de "seguridad", el llamado espacio “euroatlántico”: una enorme zona que incluye el territorio de los 19 miembros de la Alianza pero también el de 25 países ajenos a ella, desde Alaska a Vladivostok.

En segundo lugar la nueva estrategia y los objetivos de la Organización o, dicho de otra manera, la determinación en exclusiva de la legalidad e ilegalidad internacional y la catalogación como “países delincuentes” –una importación en la OTAN de un criterio norteamericano- de los que se consideren enemigos de la Alianza Atlántica, en la práctica de los Estados Unidos de Norteamérica.

En tercer lugar la no aceptación de limitaciones en el “derecho” a la intervención La OTAN declara unilateralmente su voluntad de actuar fuera de su territorio, en cualquier lugar del mundo, en persecución de unos delitos que, por otra parte, constituyen el comportamiento habitual de algunos miembros de la propia organización, y sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. Algunos miembros de la OTAN insistieron en que esa declaración fuese matizada con la apelación genérica e hipócrita de que las intervenciones “se ajustasen a los principios de las Naciones Unidas”.


De los Tribunales especiales a Abu Ghraib y Guantánamo


"La ONU legitima por unanimidad la fuerza multinacional de Irak" y "La ONU legitima la ocupación de Irak", decía El País del día 17 de octubre de 2003 con alborozo mal disimulado. El periódico, uno de los órganos de Falsimedia considerado como "progresista" en el departamento de matices de la factoría del "pensamiento único", cumplía cabalmente su función sistémica, en este caso inducir la vuelta a la normalidad de las masas alborotadas por la guerra. En su editorial, titulado significativamente, "Un rayo de luz", puntualizaba con mucha mayor precisión su concepción de la legalidad internacional cuando se refería a la aprobación del texto sobre Irak: "primera buena noticia desde el punto de vista de la legalidad internacional". Según Falsimedia la legitimidad internacional, nada menos, se establece por la fuerza, la coacción y los hechos consumados.


I.B.3. La Ley del Fomento del genocidio

Los crímenes de guerra y los crímenes contra la Humanidad

Los EEUU barrieron, con una actuación sistemática apoyada por sus aliados de la OTAN, no sólo la Carta de las Naciones Unidas sino todo el derecho internacional incluido el derecho de guerra (convenios de Ginebra), y el derecho humanitario, especialmente el del TPI (CPI).

También aquí gran parte del camino lo había andado Clinton con su negativa a aprobar el Tratado de Roma hasta que su segundo período presidencial había prácticamente concluido.

En el verano de 2003, el Congreso de los EEUU promovió un proyecto legislativo llamado “Ley de invasión de La Haya” que fue aprobado por los republicanos con una parte de los legisladores demócratas.

La ley pretende coaccionar a terceros países para que no ratifiquen el acuerdo de Roma sobre el Tribunal Penal Internacional, y colocar a los funcionarios de los EEUU y de países aliados fuera de su jurisdicción.

El primer objetivo de los EEUU fue el de cargarse al TPI. En principio, los EEUU, que no firmaron el tratado de Roma hasta que lo hizo Clinton en un inútil, hipócrita y vacío gesto de despedida, pero que permanecieron como observadores para controlar su evolución e intentar bloquear su desarrollo, intentan evitar que se produzca el número de ratificaciones necesarias para que el Tribunal Penal Internacional que juzgará los delitos de genocidio, crímenes contra la Humanidad y crímenes de guerra, se ponga en marcha.

El instrumento para conseguir el máximo objetivo de destruir el Tribunal antes de que nazca, es la pura y brutal coacción. La “Ley de invasión de La Haya” prohibe la “ayuda militar” de EEUU a aquellos países que ratifiquen el tratado de creación del tribunal. Tal tipo de prohibición expresa funciona como un eufemismo. Cláusulas similares en otras leyes suelen implicar la amenaza implícita del cese de acuerdos económicos o comerciales “favorables”, la liquidación de posibles ayudas al desarrollo, y, sobre todo, el manejo de las grandes instituciones financieras internacionales para el bloqueo de créditos blandos, la negación de las moratorias en los pagos de la deuda, y la negativa para la financiación de proyectos estructurales.

El segundo objetivo era el de asegurar la impunidad genocida para los EEUU.
Los EEUU –afirma el texto- no participarán en las misiones de paz, se entiende que las organizadas por la ONU, que no “garanticen expresamente la inmunidad de sus militares”. “Carta blanca” para los delitos que pretende perseguir el TPI: bombardeo de civiles, asesinatos masivos, uso de armas prohibidas o genocidas, violaciones, y atrocidades por el estilo.

La ley autoriza al Presidente a utilizar la fuerza para liberar a cualquier estadounidense o ciudadano de un país aliado detenido por el Tribunal Penal Internacional.

Tenemos que recordar que las autoridades estadounidenses no pretenden amparar a sus políticos o altos funcionarios vinculados a los grandes crímenes del pasado. El acuerdo de Roma excluye expresamente de su jurisdicción los delitos cometidos antes de que el TPI nazca realmente, es decir, cuando sea debidamente ratificado por un número determinado de países. Los EEUU pretenden la impunidad para la realización de esos delitos horrendos en el futuro.

Los EEUU anuncian su disposición a proteger a genocidas, criminales de guerra y criminales contra la Humanidad, incluso cuando no son ciudadanos norteamericanos y cuando los gobiernos de sus propios países aceptan la jurisdicción del tribunal.

El proyecto de justicia internacional de Washington se basaba en la creación de Tribunales Penales Internacionales especiales como el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia, en los que los EEUU fijaban las normas de procedimiento, aseguraban la financiación, e imponían la designación de jueces favorables a sus operaciones judiciales de castigo. El tribunal mencionado sería el que bajo la dirección de Carla del Ponte juzgaría –de manera extremadamente parcial- a Slobodan Milosevic.

Milosevic no pudo presentar adecuadamente sus videos por fallos técnicos. Del Ponte utilizó como prueba de cargo una antigua película de Emperos’clothes, “Judgment”, en la que el “periodista” Penny Marshall coloca las cámaras dentro de un recinto alambrado para filmar a los musulmanes bosnios, que están fuera, y “plantar” así una imagen que recordaba los campos de exterminio nazis. Las fotos que demuestran la trampa son conocidas desde hace mucho tiempo.

Pero Del Ponte debe creer que son una creación del Diablo.

En los últimos años, los Estados Unidos apostaron claramente por los tribunales especiales mientras bloqueaban las iniciativas multilaterales. Las razones eran evidentes.

En primer lugar, al referirse su jurisdicción a una zona geográfica determinada, el método de creación del tribunal permitía la selección de los delincuentes –estados, organizaciones o individuos- y la identificación previa de los delitos. Una campaña de propaganda y desinformación en los medios de comunicación aseguraba la coincidencia entre los reclamos de la “opinión pública” y los intereses punitivos de los Estados Unidos.

La “necesidad de justicia” era valorada por los EEUU, único país capaz de unificar –por “solidaridad otánica” de parte de los miembros y por ser sujetos fáciles de coacción y de chantaje los restantes- la postura del Consejo de Seguridad.

Uno de los agentes fundamentales de las guerras yugoslavas, la OTAN, se ha negado -según afirmó Jamie Shea, su portavoz en aquellos momentos- a someter su actuación a la jurisdicción del tribunal.

Collon, gran descubridor de las trampas mediáticas, y de las campañas de propaganda de los países de “occidente” en relación con Yugoslavia, define al TPIY como un “tribunal de intimidación”.

I.B.4. Modelo judicial para las guerras del imperio

La discusión sobre el carácter internacional y sobre la imparcialidad del Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia se ha zanjado después del 11 de septiembre.

Los EEUU han puesto en marcha, de manera estrictamente unilateral y expeditiva, otros tribunales de similar obediencia a la del TPIY pero de perfiles mucho más claros. Son las cortes militares encargadas de juzgar a los “combatientes enemigos” enjaulados en Guantánamo.

La “Ley contra la invasión de La Haya” recogía la postura de un grupo amplio de políticos, máximos responsables de la política exterior durante las presidencias de Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush y Clinton, manifestada en una carta enviada al Congreso en el año 2000.

La firmaban los ex secretarios de Estado Henry Kissinger, Lawrence Eagleburger, George Shultz y James Baker; los ex secretarios de Defensa Gaspar Weinberger y Donald Rumsfeld; los ex asesores de Seguridad Nacional Brent Scowcroft, Zbigniew Brzezinski y Richard V. Allen; los ex directores de la CIA, R. James Woolsey y Robert M. Gates, y la ex embajadora Jeane Kirkpatrick.

Decían lo siguiente:

El Tribunal Penal Internacional es "una amenaza a la soberanía estadounidense y la libertad internacional de acción", "como ex altos funcionarios del gobierno de Estados Unidos... creemos que es igualmente importante que el presidente, sus secretarios de gabinete y otros hacedores de política de seguridad nacional no deban tener la fiscalización criminal internacional al realizar sus tareas".

"El riesgo de fiscalización criminal internacional seguramente enfriará la toma de decisiones dentro de nuestro gobierno, y podría limitar la voluntad de nuestro liderazgo nacional de responder con fuerza ante actos de terrorismo, agresión y otras amenazas contra los intereses estadounidenses".

"Creemos que el liderazgo estadounidense en el mundo sería la primera baja del Tribunal Penal Internacional. En el clima actual, lo último que necesitan los líderes de Estados Unidos es una razón más para no responder cuando los intereses de nuestra nación son amenazados".

Bush completó la impunidad con acuerdos locales (UE, América latina, etc) en las zonas y con los aliados con los que pensaba librar la “gran guerra antiterrorista” que previamente había definido como universal y permanente. Tales países y organizaciones regionales se comprometían a no perseguir en sus territorios los posibles delitos cometidos por los militares o funcionarios civiles de los EEUU.

I.B.5. El indigno Consejo de Seguridad

Inmediatamente después de la proclama de Bush desde la cubierta de vuelo de una de sus gigantescas máquinas de batalla, la ONU había adoptado un acuerdo urgente “recordando” a los EEUU sus “obligaciones como país ocupante”, es decir, legitimando una guerra y una invasión que se había producido después de un largo forcejeo en contra de las resoluciones y de los principios de las Naciones Unidas.

"La ONU legitima por unanimidad la fuerza multinacional de Irak" y "La ONU legitima la ocupación de Irak", decía El País del día 17 de octubre de 2003 con alborozo mal disimulado.

El periódico, uno de los órganos de Falsimedia considerado como "progresista" en el departamento de matices de la factoría del "pensamiento único", cumplía cabalmente su función sistémica, en este caso inducir la vuelta a la normalidad de las masas alborotadas por la guerra.

El País anunciaba así, desde sus cabeceras y titulares, la aprobación de la resolución 1.511 del Consejo de Seguridad. En su editorial, titulado significativamente, "Un rayo de luz", puntualizaba con mucha mayor precisión su concepción de la legalidad internacional cuando se refería a la aprobación del texto sobre Irak: "primera buena noticia desde el punto de vista de la legalidad internacional". Según Falsimedia la legitimidad internacional, nada menos, se establece por la fuerza, la coacción y los hechos consumados.

El texto de la mencionada resolución 1.511 constituye toda una victoria de los Estados Unidos. "Éxito diplomático" dicen los lacayos de Falsimedia para obviar las complicidades, las brutales presiones y las rendiciones incondicionales de los "gobiernos resistentes" de Europa.

Vuelta a la barbarie

La resolución establece un terrible precedente y es en sí misma una tremenda conclusión. Aprueba la más flagrante y pública violación de la Carta de las Naciones Unidas, y de las normas fundamentales del derecho internacional, al autorizar la perpetuación de la ocupación militar del territorio de uno de sus miembros por un contingente internacional bajo mando del país agresor, los EEUU. Concluye que la fuerza, marginando al derecho, rige en estos momentos, sin limitación alguna y por "consenso de los pueblos civilizados", las relaciones internacionales.

No le costó mucho a los Estados Unidos promover el consenso unánime del Consejo de Seguridad, ni tampoco restañar las heridas en las conciencias de los políticos, intelectuales y periodistas, que se atrevieron a poner reparos a una guerra tan tecnológica y tan avanzada.

La resistencia, firme y empecinada de Francia, Alemania y Rusia -según aseguraban los medios- se disolvió sin dejar rastro.

I.B.6. La impostura de Europa

- Tres meses antes de ese acto de sumisión, el gran socio político, la UE, daba por terminada “la crisis” que había precedido a la guerra y declaraba su decisión de colaborar en la próxima “estabilización y democratización” de Iraq que “iniciarían inmediatamente” los EEUU.

La “Cumbre Constitucional” de Europa, celebrada en Salónica, fue en realidad una completa impostura y un acto de vasallaje. Sería la precursora que haría posible la indigna resolución 1.511 de las Naciones Unidas que trataría de conciliar cínicamente la ocupación con la soberanía de Iraq.

Los jefes de estado y de gobierno entregaban silenciosamente la política exterior y de seguridad común (PESC) al “amigo americano”.

El momento formal de esa infidelidad a la idea de una Europa reunificada e independiente ha sido la aprobación unánime del documento denominado: “Una Europa segura en un mundo mejor”. Fue presentado por Solana, uno de los indiscutibles agentes de Washington en una UE completamente devaluada y avasallada por los Estados Unidos.

Pese a que su contenido parece muy general y a la vacuidad retórica de buena parte de sus párrafos, este texto doctrinal no es un discurso vacío sino tramposo. La trampa fundamental es precisamente su proclamado “carácter” europeo.

Se trata principalmente de la aclamación de las prácticas internacionales de los EEUU inmediatamente después de la terrible guerra de destrucción y conquista de Irak que ha violado todos los tratados y normas internacionales.

En Salónica se proclamó y codificó una alianza incondicional con esos Estados Unidos militaristas y despóticos que culminan con Bush una concepción imperialista del mundo. En la barbarie que supone la disposición de Washington para imponerse por la fuerza en una guerra de conquista y sujeción que proclaman interminable, la Unión Europea dice incorporar su “vieja sabiduría”.

En Salónica ha triunfado plenamente, sobre la cultura humanitaria y liberadora de Europa, la tradición colonial, racista y violenta. Además de vasallaje e impostura, la Cumbre de Salónica significa el retorno a la barbarie.

Modelo estamental, ideología colonial

La nueva doctrina europea para la estructuración de las “relaciones internacionales” comienza institucionalizando el mundo de los desiguales. Europa asume la implantación inmediata y violenta de un sistema dual que distribuye por separado derechos y deberes internacionales.

Se consagra en las relaciones internacionales la existencia de un mundo económicamente estratificado y radicalmente desigualitario. Los países pobres y periféricos son mirados con desconfianza y sometidos a estrictas prohibiciones. El modelo es el de un superestado en el que el mundo occidental –en realidad los Estados Unidos- se reservan el monopolio de la violencia.

El brutal sistema se racionaliza con la presentación de un mundo modélico y triunfante, que se dice amenazado, y un submundo amenazante y fracasado. La sociedad global de la globalización capitalista recurre a los mecanismos de las sociedades estamentales y a una ideología descaradamente colonial.

El documento sobre la Estrategia de Seguridad común para Europa consagra la preeminencia absoluta de una “comunidad internacional” reducida, tal como fue definida en la guerra de Yugoslavia y en la contemporánea Cumbre de la OTAN de Washington.

La legitimidad indiscutible de la globalización capitalista

El modelo socioeconómico de la “Europa segura” y el “Mundo mejor” se establece sin contemplaciones, manu militari si es preciso.

Esta tajante determinación presoberana que los pueblos deben aceptar si no quieren convertirse en enemigos y blancos para los bombardeos del Imperio, acabará denominándose “cláusula Democracia” o “cláusula Libertad” dentro del léxico deformado de las grandes instituciones internacionales controladas por los Estados Unidos.

El documento reproduce la desconfianza de las élites de los EEUU y Europa ante la pobreza: “varios países y regiones corren el riesgo de resultar atrapados en una espiral de conflicto, inseguridad y pobreza”.

Los bárbaros y la defensa de las fronteras

En ese mundo tan amenazante para los opulentos la política internacional de Europa es entendida como seguridad. El mundo exterior es interpretado como amenaza.

“Con las nuevas amenazas la primera línea de defensa estará a menudo en el extranjero”.

La definición de una guerra global contra los pobres bajo camuflaje de “guerra antiterrorista” es una importación directa de la primigenia “Nueva Estrategia de Seguridad de los Estados Unidos”.

Lo más escandaloso de esa asimilación total es la proclamación –bajo doble eufemismo- de la necesidad de la guerra “preventiva”. El primer eufemismo es puramente verbal. Solana, consciente de que la resistencia contra la guerra de Irak se estructuró contra una guerra sin motivo, prefiere enmascarar y habla de “acción preventiva” o de “compromiso preventivo”.

El segundo es mucho más de fondo. En realidad las exigencias de prevención son tan enormes que las guerras son puras guerras de agresión. No hay nada que prevenir como en el caso de Irak. Por eso el documento se refiere a “amenazas dinámicas que si no se atajan serán aún más peligrosas” y proclama que:

“Debemos estar preparados para actuar antes de que se produzca una crisis”.

Es, punto por punto, la doctrina Rumsfeld.


Elogio del humanicidio

Más allá del texto del documento “Una Europa segura en un mundo mejor”, la propia Cumbre de Salónica ha trabajado intensamente para “normalizar” las relaciones con los EEUU y para “superar” las tensiones derivadas de la guerra de Irak.

En primer lugar la justificación de la guerra a plena satisfacción de los Estados Unidos:

“la caída de Sadam Husein ha allanado el camino para que el pueblo irakí disfrute de un futuro pacífico, seguro y próspero”.

Nada menos. Un verdadero elogio del humanicidio iraquí que va mucho más allá de las consignas habituales que recomendaban la necesidad de “pasar la página” o de “mirar el futuro”, y que suponían ya una verdadera “cláusula de impunidad” para las criminales acciones de los Estados Unidos.

“Unidos (con los EEUU) seremos considerados por el resto del mundo como los intérpretes de una visión cargada de sabiduría”.


I.B.7. El sistema represivo

Abu Ghraib y Guantánamo

Informaciones publicadas en The New York Times el día 10 de marzo de 2003 en relación con las condiciones de detención e interrogatorios de Jalid Sheik Mohamed –supuesto dirigente de Al Qaeda detenido en Pakistán el 1 de marzo y puesto a disposición de los Estados Unidos unos días más tarde- señalaban cuáles son los métodos generales aplicados a los encarcelados en el desarrollo de la “campaña antiterrorista”:

“EEUU asegura que no torturará físicamente... pero sí le privará de horas de sueño, luz natural, agua, alimentos y asistencia médica... esas técnicas se han utilizado recientemente para interrogar a Abu Zubaida... A Zubaida que recibió varios disparos durante su captura, se le negaron medicamentos para aliviar su dolor”.

“Las técnicas utilizadas habitualmente en los interrogatorios, según el New York Times, incluyen cubrir la cabeza de los presos con capuchas negras y obligarles a permanecer de pie o en posturas incómodas durante horas, sometidos a frío y calor extremos”. “Los interrogatorios tienen lugar en terceros países, fuera de la jurisdicción estadounidense para evitar problemas legales”.

Hay que recordar que el marco para las acciones policiales y judiciales de la “guerra universal antiterrorista” fue establecido con la implantación de una jurisdicción militar que depende directamente del Presidente de los Estados Unidos. Las condiciones del procedimiento penal fueron establecidas por el Secretario de Defensa, Donald Rumsfeld [i].

Los tribunales militares para juzgar a los “terroristas internacionales” son puestos en marcha por el presidente de los EEUU. Las características de esos tribunales-modelo, son la mejor expresión del nuevo orden jurídico del Imperio.

Los jueces son militares de alto rango sometidos a la autoridad directa del presidente de los EEUU, comandante supremo de las Fuerzas Armadas.

Las condiciones del procedimiento penal son fijadas por el Secretario de Defensa, jefe político del Pentágono y de los ejércitos de Estados Unidos. Entre esas condiciones está la eliminación de toda la estructura de garantías del hábeas corpus.

Observemos los resultados: las detenciones son secretas, los cargos también lo son, las detenciones no tienen límite de tiempo, no precisan cargo alguno, los interrogatorios son también ilimitados. Cuando los cargos se formalizan no se permiten comunicaciones directas y no intervenidas entre los abogados defensores y los detenidos.

Los juicios son secretos. Las condiciones que deben tener las pruebas son fijadas también por la Secretaría de Defensa de los EEUU. Las pruebas pueden calificarse también como secretas. En ese caso sólo son conocidas por los miembros del tribunal.

Los juicios serán realizados en buques o en unidades militares, lejos del alcance de cualquier observador imparcial.

La justicia internacional que han impuesto los EEUU no soporta las vistas públicas.

Los procesados y juzgados por esta maquinaria que pulveriza todas los derechos individuales y todas las garantías procesales pueden ser ejecutados.

Siguiendo rigurosamente este procedimiento “especial” una persona puede ser capturada secretamente, procesada también en secreto en lugar desconocido y ejecutada sin más complicaciones. Las sentencias no tienen apelación.

Los presuntos criminales son cazados, en cualquier lugar del mundo, por los servicios especiales o por el ejército de los EEUU. Los países que se nieguen a una detención en su territorio o a una extradición inmediata serán considerados como enemigos de los Estados Unidos.

Mención especial en tanto explica que tipo de “poder benefactor” extendían los EEUU por el mundo merece el sistema represivo puesto inmediatamente en marcha, en instalaciones locales como Abu Ghraib, o en bases estadounidenses situadas en territorio extranjero, como el de la base de Guantánamo en Cuba.

Todo el sistema de garantías judiciales –también las establecidas para tiempo de guerra- es postergado y violado bajo el eufemismo de “combatientes enemigos” aplicado a seres humanos que son capturados, aislados, encarcelados sin cargos por tiempo indefinido, y torturados sistemáticamente. Todas las técnicas de “secuestro”, “desaparición”, “tortura” y, probablemente asesinato, ensayadas durante las dictaduras militares del Cono Sur latinoamericano, son aplicadas ahora a los supuestos enemigos de los EEUU sin intermediarios locales.

I.B.8. La definición pública del Imperio

A partir de la victoria en Iraq -que sucedía a la ocupación de Afganistán-, celebrada inmediatamente por una parte de la “comunidad internacional” (la que se definió como tal durante la guerra de Yugoslavia), el Pentágono y el Consejo de Seguridad Nacional podrían definir en la práctica, aplicándola, la doctrina que orientaría la estrategia internacional de los EEUU para el establecimiento inmediato del Imperio.

El documento fundacional del Imperio con la definición detallada de la doctrina militar, se había proclamado -con los ejércitos sobre el campo de batalla- bajo el título de “Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU” el día 20 de septiembre de 2002.

Meses más tarde de esa declaración constitucional, sobre la cubierta del portaviones Lincoln, George Bush se veía a sí mismo y era visto por el establisment mundial como uno de los “grandes presidentes históricos de los Estados Unidos”.

La victoria, trabajada ya intensamente durante la presidencia de William Clinton, parecía en aquellos momentos colosal.

Implicaba, nada menos que lo siguiente:

- Nuevo “orden legal internacional” establecido bajo la soberanía exclusiva de los EEUU. Washington podía definir, cambiar o suprimir las normas que regulaban las relaciones entre estados, así como establecer privilegios y obligaciones de carácter exclusivo. Conceptos como rogue states (estados delincuentes), "estados frustrados”, “terrorismo internacional” o “proliferación de armas de destrucción masiva” eran utilizados para señalar, uno por uno, a los enemigos de la nueva “comunidad internacional civilizada” y para definir las acciones consideradas punibles cuando eran realizadas por países que declaraban su no sumisión a los Estados Unidos.

- Subordinación total de las Naciones Unidas. Conversión de la ONU en un instrumento de Washington. Los Estados Unidos habían aplicado contra la ONU los instrumentos posibles de marginación y desobediencia, según dos modalidades distintas

Modalidad Clinton

Clinton y sus aliados de la OTAN habían aplicado la modalidad: “hecho sin autorización del Consejo de Seguridad pero de acuerdo con los principios de las Naciones Unidas”, para justificar la guerra contra Yugoslavia.

El principio había sido enunciado para respaldar los terribles bombardeos sobre Yugoslavia y había sido codificado –con las bendiciones de todos los aliados- en la Asamblea de la OTAN que había tenido lugar en Washington poco antes de terminar aquella guerra de agresión.

Modalidad Bush

Bush había avanzado notablemente la coerción contra la organización internacional definiendo el concepto de “actuación relevante”. Las decisiones de las Naciones Unidas –particularmente las del Consejo de Seguridad- sólo serían “relevantes” si se ajustaban exactamente a la voluntad de los EEUU. En caso contrario –afirmaba una y otra vez Bush durante la etapa de preparación de la guerra contra Iraq- no tendrían efecto alguno.

La realización de la guerra contra Iraq sin resolución de apoyo de la ONU, había establecido vía militar el concepto de “relevancia”, confirmado después por la actitud de la organización internacional posterior a la “finalización de la guerra”.


Un test internacional para Obama


“Mención especial dentro de la “guerra permanente” merece la “guerra mediática”. El único ejército activo, movilizable instantáneamente, que tiene centenares de miles de bases operativas en el mundo y millones de mercenarios altamente cualificados; y cuya intensidad de ataque puede multiplicarse por mil en un instante y orientarse contra uno o varios objetivos, es Falsimedia. Además su coste se convierte en puro beneficio empresarial. No sin razón, acumulando decenios de experiencia, y con absoluta precisión, los intelectuales de izquierda en América Latina han calificado como “terrorismo mediático” la actividad que realizan los medios de comunicación del sistema(…)”. Obama debe hacer pública la eliminación de toda la doctrina contenida en el documento “La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU”, especialmente las partes referidas al uso de la fuerza y el recurso a la guerra, rompiendo por completo con el proyecto de construcción del Imperio que ha constituido la guía de actuación de los últimos presidentes de los Estados Unidos. Obama debe abandonar toda concepción de un “destino manifiesto” sobre el gobierno del mundo por parte de los EEUU. Tal concepción pretende la humillación del resto de los países y de los pueblos (…)”.


I.C. La Guerra de Destrucción Masiva Unilateral

I.C.1. El poder impune

Además de esas tres victorias estratégicas de valor incalculable y magnífica proyección para los intereses del capitalismo estadounidense globalizado: el control del petróleo convertido en botín de guerra por la potencia ocupante (con el complemento del establecimiento en uno de los países más ricos y organizados de Oriente Medio de una economía modelo siguiendo los dogmas neoliberales vigentes en EEUU); el establecimiento de un orden internacional basado en la voluntad política de los Estados Unidos; y la ocupación permanente de un país de alto valor estratégico, Washington había adquirido la certeza absoluta de poseer el instrumento adecuado para imponer su voluntad a un coste mínimo, casi nulo, a todos y cada uno de los países del mundo. Era la cuarta victoria estratégica [1].

Tal instrumento era el enorme poder militar de los Estados Unidos –considerado como irresistible- y la posibilidad de utilizar un tipo de guerra muy peculiar: la Guerra de Destrucción Masiva Unilateral, una guerra insoportable para cualquier enemigo de Washington y al mismo tiempo una “no guerra” para los Estados Unidos.

Con referencia a la guerra contra Yugoslavia escribí hace algunos años:

“Esos aspectos técnicos se refieren a la posibilidad de guerrear desde el aire, mar o tierra, enviando sobre el enemigo un infierno de intensidad variable y ajustable, desde mucho más allá de los lugares a dónde alcanza su capacidad de respuesta”.

La OTAN ataca con una garantía total contra las bajas propias. Podría decirse, para intentar medir la barbarie, que los ejércitos otánicos, o los de EE UU -por si solos o acompañados-, gozan de impunidad absoluta para destruir sistemática y planificadamente -como lo han hecho en Yugoslavia- un país entero, reduciendo a polvo su aparato productivo y sus infraestructuras básicas: industriales, de transporte, comunicaciones, sanitarias y de servicios, dejando en paro a la población y aterrorizándola con “daños colaterales” cada vez más frecuentes.

La guerra se hace a un lado fácil y, al otro, intolerable.

A partir de ahora, la guerra va a actuar como un poderoso mecanismo antidisuasorio, casi estimulante. La guerra se ofrece a “occidente” como un servicio sin más coste que el económico, no sujeto además a condicionante democrático alguno pues no se somete a decisión popular en ninguno de los países de la Alianza –los Gobiernos funcionan “en tiempo real” con una especie de “solidaridad autocrática” con la única superpotencia; como una alternativa estandarizada que integra equipos militares, soldados, transporte y avituallamiento, lista para uso rápido e integrada sin rupturas en una diplomacia de nuevo estilo.

En lo que se refiere a las “dificultades” de la guerra, el futuro parece llevarnos a situaciones similares a las de las antiguas guerras de conquista colonial. La destrucción masiva y la matanza – más o menos limitada en los bombardeos, pavorosa en los bloqueos de larga duración como el de Irak- sustituye al combate. Y todo ello, como antaño, en nombre de una tarea civilizatoria.

La guerra fácil abrirá el camino a otros aspectos, menos públicos, de la guerra. El más importante de ellos es el de la “guerra negocio”. Estamos ante conflictos armados de corta duración, escenario limitado, momento elegido y altísimo consumo. El equipo militar necesario puede escogerse y fraccionarse para adaptar el castigo a los objetivos deseados ya que el riesgo de ser derrotado y destruido ha desaparecido. La guerra, desde el punto de vista del complejo militar-industrial, es un acto de consumo.

La guerra ha desarrollado el modelo militar de Guerra de Destrucción Masiva Unilateral, que parte de la premisa de que todo nivel de matanza y destrucción es aceptable para hacer mínimos los costes propios, humanos y materiales, de la guerra. La guerra sin bajas propias es el ideal del Pentágono.

Para alcanzar ese objetivo, la desigualdad militar tiene que ser gigantesca, y la destrucción masiva y regulable. También son ajustables los daños colaterales, verdadero instrumento para socavar el nivel de resistencia de las poblaciones y provocar la rendición de los gobiernos. El terror se convierte en un instrumento estratégico fundamental.

Los llamados daños colaterales funcionan realmente como un instrumento estratégico para la rendición. Nada lo explica mejor que el nombre operativo de los bombardeos masivos sobre Bagdad: "Conmoción y Pavor".

La Guerra de Destrucción Masiva Unilateral, obra progresiva del Pentágono pasará a la historia de la infamia con el nombre de “doctrina Powell”. Efectivamente fue la paloma del primer gobierno Bush el que generalizó su concepto. Los EEUU no deberían entrar en guerra a no ser que dispusiesen de una superioridad militar aplastante que tendrían que colocar en el combate desde el primer momento para asegurar la destrucción del enemigo y evitar las bajas propias. Powell puso en práctica su doctrina en el ataque a Panamá y posteriormente en la primera guerra contra Iraq. Bajo su mando el general Barry McCaffrey destrozó a una columna blindada iraquí que se retiraba rendida, dos días después de la tregua que marcó el final de la guerra.

I.C.2. De la guerra preventiva a la “guerra en cualquier momento”

La guerra permanente

La “guerra en cualquier momento” no sólo es el resultado de la combinación de los conceptos de rogue states, estados fallidos, estados colaboradores con el terrorismo, o grupos terroristas, con el de “guerra preventiva”. El enemigo bien definido y la anticipación como norma conducen a ese estado de guerra permanente.

Los conceptos de “guerra en cualquier momento” y “guerra permanente” se aplican, combinados con los de “guerra de baja intensidad” para doblegar a estados como Venezuela, Bolivia, Ecuador y, desde luego, Cuba.

Son las guerras de baja intensidad que han cambiado y multiplicado los modelos de golpe de estado. En Venezuela a un golpe “mediático-militar” le sucedió un golpe que integraba por un lock out empresarial y un sabotaje petrolero.

Mención especial dentro de la “guerra permanente” merece la “guerra mediática”. El único ejército activo, movilizable instantáneamente, que tiene centenares de miles de bases operativas en el mundo y millones de mercenarios altamente cualificados; y cuya intensidad de ataque puede multiplicarse por mil en un instante y orientarse contra uno o varios objetivos, es Falsimedia. Además su coste se convierte en puro beneficio empresarial.

No sin razón, acumulando decenios de experiencia, y con absoluta precisión, los intelectuales de izquierda en América Latina han calificado como “terrorismo mediático” la actividad que realizan los medios de comunicación del sistema.

II. Consolidando las victorias

La gran doctrina

El proyecto hegemónico de los Estados Unidos está definido en muchos documentos.

El principal de ellos –autentica Constitución del Imperio- es la “Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU”. En este texto encontramos las justificaciones, la doctrina, el proyecto de poder, y los métodos que han sido desarrollados en la práctica durante el mandato de los últimos presidentes de los EEUU.

El documento, que debería ser consultado por todos aquellos que pretenden anticipar o comprender el comportamiento de los EEUU, explica cuál es la visión del mundo, cómo define Washington a sus enemigos, cuál es la idea que manejan los EEUU sobre la guerra y su utilidad, y cuáles son los “principios de derecho” que enuncian para uso de toda la comunidad internacional.

Algunos fragmentos bastarán para recoger el bárbaro, desigualitario y despótico concepto del mundo, que tiene la oligarquía que gobierna el mundo con mano de hierro.

II.A. Concepto del mundo. Los ricos al mismo lado

El poder y el “destino manifiesto” de los EEUU

Hoy, la humanidad tiene en sus manos la oportunidad para hacer que la libertad triunfe sobre todos estos enemigos. Estados Unidos acoge con beneplácito nuestra responsabilidad de encabezar esta gran misión.

Hoy, las grandes potencias del mundo nos encontramos en el mismo lado - unidos por los peligros comunes de la violencia y el caos terroristas. Estados Unidos se basará en estos intereses comunes para promover la seguridad mundial...

II.B. Los valores

El capitalismo es el principio moral

El concepto del "libre comercio" surgió como un principio moral aún antes de convertirse en un pilar de la ciencia económica. Si uno puede hacer algo que otros valoran, uno debe poder vendérselo a ellos. Si otros hacen algo que uno valora, uno debe poder comprarlo. Esta es la verdadera libertad, la libertad de una persona -o una nación- de ganarse la vida.

II.C. El papel de los EEUU

El imperio gendarme y la propiedad privada

Estados Unidos posee en el mundo poder e influencia sin precedentes - y sin igual... Se debe usar la gran fuerza de esta nación para promover un equilibrio de poder que favorezca la libertad.

Estados Unidos debe defender firmemente las demandas no negociables de la dignidad humana: el imperio de la ley; límites del poder absoluto del estado; libertad de expresión; libertad de culto; justicia igualitaria; respeto a la mujer; tolerancia religiosa y étnica; y respeto a la propiedad privada...

Estados Unidos debe partir de estas convicciones esenciales y mirar hacia el exterior en busca de posibilidades de expandir la libertad.

II.D. La “competencia prohibida”

La acción militar, la guerra preventiva, y el poder supremo de los EEUU

Y, como una cuestión de sentido común y de autodefensa, Estados Unidos actuará contra esas amenazas en surgimiento antes de que éstas terminen de formarse... En el nuevo mundo en que hemos entrado, el único camino hacia la paz y la seguridad es el de la acción.

Debemos estar preparados para frenar a los estados al margen de la ley y a sus clientes terroristas antes de que puedan amenazar o utilizar las armas de destrucción en masa contra Estados Unidos y sus aliados y amigos.

Es hora de reafirmar la función esencial del poderío militar norteamericano. Debemos construir y mantener nuestras defensas hasta ponerlas por encima de cualquier reto. La prioridad más alta de nuestras fuerzas armadas es defender Estados Unidos. Para hacerlo con efectividad, nuestras fuerzas armadas deben... disuadir de la futura competencia militar...

"El presidente no tiene ninguna intención de permitir que algún poder extranjero alcance la enorme delantera que Estados Unidos ha logrado desde la caída de la Unión Soviética hace más de una década... Nuestras fuerzas serán lo suficientemente fuertes para disuadir a potenciales adversarios de promover una acumulación militar con la esperanza de superar, o igualar, el poder de Estados Unidos".

(Este párrafo fue suprimido de la versión definitiva porque se consideraba demasiado claro en relación con el poder supremo, no sometido a equilibrio algunos, que pretenden ostentar los EEUU)


II.E. La definición y la determinación unilateral de los enemigos

¡Cuidado con los pobres!

Las ideas militantes de clase... que prometieron una utopía y resultaron en miseria han sido derrotadas y refutadas. Estados Unidos se ve ahora amenazado ahora no tanto por estados conquistadores como por estados fallidos. Nos amenazan menos las flotas y los ejércitos que las tecnologías catastróficas en manos de unos pocos amargados. Debemos eliminar estas amenazas...

La pobreza no hace que los pobres se conviertan en terroristas y asesinos. Pero la pobreza, las instituciones débiles y la corrupción pueden hacer que los estados débiles sean vulnerables a las redes de terroristas y a los cárteles narcotraficantes dentro de sus fronteras.

II.F. El Imperio sin derecho.

Si bien Estados Unidos tratará constantemente de obtener el apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos en actuar solos, en caso necesario, para ejercer nuestro legítimo derecho a la defensa propia, con medidas preventivas contra esos terroristas...

Emprenderemos las acciones necesarias para asegurar que nuestros esfuerzos para cumplir con nuestros compromisos de seguridad mundiales y proteger a los norteamericanos no se vean perjudicados por el potencial de investigaciones, pesquisas o enjuiciamiento por parte del Tribunal Penal Internacional (TPI), cuya jurisdicción, que no aceptamos, no se extiende a los norteamericanos. Colaboraremos con otras naciones para evitar complicaciones en nuestras operaciones y cooperación militares, mediante mecanismos tales como los acuerdos multilaterales y bilaterales que protegerán del TPI a los nacionales de Estados Unidos. Aplicaremos a plenitud la Ley de Protección a los Miembros de las Fuerzas Armadas Norteamericanas, cuyas cláusulas tienen el propósito de asegurar y mejorar la protección del personal y los funcionarios estadounidenses.

III. Algunos otros campos de batalla

III.A. El “patio trasero”

La intervención en América Latina está en los genes de los Estados Unidos.

La amenaza se ha hecho evidente en dos versiones interrelacionadas. La primera de ellas se llama IV Flota.

Nunca se ha visto nada parecido (afirmaba con razón Fidel, hace unos meses) porque hablamos de una gigantesca base militar -en gran parte invisible, móvil y ultrarrápida-, de asentamiento concentrado o disperso en todos los mares de América Latina, con la mayor potencia de fuego táctico o estratégico que jamás se haya visto. Aguas internacionales, jurisdiccionales y fluviales (las llamadas aguas dulces).

La que se está definiendo como la mayor flota permanente de combate de todos los tiempos sirve también de plataforma de ataque, transporte, avituallamiento táctico y estratégico, y aprovisionamiento, para todo el poder militar asentado en el territorio propio de los Estados Unidos.

También tiene capacidad para dirigir y coordinar las operaciones de las pequeñas bases de control, inteligencia y dirección de combate especializado de pequeñas unidades móviles, distribuidas por diversas colonias y estados subordinados en el Caribe y América Latina. La operación de ataque al campamento negociador de la FARC en Ecuador fue un ejemplo de estas operaciones, realizado desde Colombia.

La IV Flota tiene un terrible poder de amenaza, de coacción y de “represalía genocida”.

La segunda versión de esa amenaza imperial es la “intervención militar mercenaria” llevada a cabo por el ejército colombiano, sus paramilitares, y las “compañías de servicios militares” –los contratistas civiles que encubre Falsimedia- reclutadas por el Pentágono.

Sin embargo, las guerras de finales del siglo pasado y principios de éste -finalizadas, en curso o planeadas- de Yugoslavia, Iraq, Palestina, Líbano, Irán- han servido de enseñanza para todos. También para los resistentes empezando -honor obliga- por Cuba.

Lo nuevo de la barbarie desatada por el capitalismo es que se ha convertido en una auténtica locura.

Por eso ha fomentado una poderosísima necesidad de lucha contra el dictado imperial de Washington. Los pueblos han creado modelos de lucha popular y de “lucha de todo el pueblo”. Y eso –como han demostrado a costa de un sufrimiento terrible- es totalmente invencible.

Los EEUU han empezado a perder su gran guerra del siglo XXI.

IV. La primera gran derrota del proyecto imperial de los EEUU

Desde aquel “Mision Accomplished” en la cubierta del USS Lincoln, la resistencia iraquí ha combatido durante más de cinco años a la máquina de guerra más poderosa del mundo y ha roto las victorias estratégicas de los Estados Unidos. Aunque el incremento de las tropas, la utilización de tácticas de separación física de las comunidades iraquíes, la extensión de la guerra sucia y el acuartelamiento del ejército invasor han disminuido el ritmo de los combates y las acciones de la resistencia, es obvio que Washington no va a poder cumplir nunca su sueño imperial en el Gran Oriente Medio.

Algo similar ha ocurrido en Afganistán en dónde la incorporación de la OTAN no ha servido para evitar lo que aparece ya como un muy probable desastre militar.

A la derrota militar le ha acompañado un efecto totalmente imprevisto, catastrófico para la potencia ocupante. Los gigantescos gastos militares provocados por la guerra: “guerra de los dos billones” le han llamado los economistas Joseph Stiglitz, profesor de la Universidad de Columbia y premio Nobel de economía, y Linda Bilmes, de la Universidad de Harvard, son una de las causas más importantes de los desequilibrios económicos (presupuestario y de la balanza comercial) y de la gran recesión que están sufriendo los Estados Unidos.

La derrora militar, política, económica y de prestigio internacional ha introducido elementos nuevos que ponen en cuestión la propia construcción del Imperio.

V. Un test internacional para Obama

El fracaso del proyecto para el Gran Siglo Norteamericano, plantea un test internacional para el nuevo presidente Barack Obama.

Lo podemos deducir del análisis que hemos hecho hasta ahora.

Obama debe hacer pública la eliminación de toda la doctrina contenida en el documento “La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los EEUU”, especialmente las partes referidas al uso de la fuerza y el recurso a la guerra, rompiendo por completo con el proyecto de construcción del Imperio que ha constituido la guía de actuación de los últimos presidentes de los Estados Unidos.

Obama debe abandonar toda concepción de un “destino manifiesto” sobre el gobierno del mundo por parte de los EEUU. Tal concepción pretende la humillación del resto de los países y de los pueblos. El nuevo presidente de los Estados Unidos debe iniciar una política de desarme, especialmente nuclear, que libere al mundo de los enormes riesgos de una proliferación que encabezan –a años luz de los demás- los propios Estados Unidos.

Obama debe abandonar Iraq y Afganistán como primera prueba de las nuevas intenciones de los EEUU.

Obama debe asumir un papel igualitario frente a los demás países del mundo, restablecer el respeto de Washington por todos los pueblos del planeta. Obama debe renunciar expresamente a la “guerra preventiva” y declarar que los EEUU asumen el compromiso de respetar y cumplir la Carta de las Naciones Unidas.

Obama debe asumir la jurisdicción del TPI, asegurando la no participación de su país en la realización de genocidios, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. El cierre de Guantánamo tiene que ser inmediato, no puede tolerar dos años más esa barbarie.

Ante América Latina

Ante América Latina los EEUU deben asumir una política franca de “buen vecino”, finalizando en primer lugar con el bloqueo a Cuba y excarcelando a esos luchadores antiterroristas que son Los Cinco, héroes del pueblo cubano.

Washington debe abandonar la práctica ingerencista permanente que trata de condicionar los procesos políticos en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, y, en general, en todos los países que no ajustan su política a los intereses imperiales de los Estados Unidos y que ponen trabas a la acción depredadora de las multinacionales norteamericanas.

Los Estados Unidos deben olvidar la política de intervención contínua en todas sus versiones históricas: la doctrina Monroe, El gran garrote, El patio trasero, Nuestros hijos de puta, La Alianza para el Progreso, el intervencionismo a través de la OEA, la Doctrina de la Seguridad Hemisférica transformada por las Juntas militares en Doctrinas de la Seguridad Nacional, y la intervención a través de golpes militares como los de Pinochet contra Allende, los que establecieron las terribles Juntas Militares en Uruguay y Argentina, y los que han intentado acabar con el gobierno democrático de Chávez en Venezuela.



Notas:

[1] Una semana después de la victoria de Obama en las elecciones presidenciales, Bush, dirigiéndose sin duda a los grandes hacedores de la estrategia internacional de los EEUU en ambos partidos, en el Congreso; y, sobre todo, en el Consejo de Seguridad Nacional y en el Pentágono, lamentaba aquella jornada triunfalista en el portaviones Abraham Lincoln, bajo una enorme pancarta con el lema “Missión Accomplished”. El equipo militar de Bush había demostrado una absoluta incompetencia. La guerra, como sabríamos en seguida no estaba ganada; y, como sabemos ahora estaría perdida poco tiempo después.

[2] EEUU tienen unas 1000 bases militares en el mundo, distribuidas en 130 países.

[3] Según el concepto clásico de soberanía de Bodino, como poder no sujeto a ley alguna.

[4] Estado, grupo terrorista, “estado frustrado” o “rogue state”, según la terminología estratégica que divulgó Madeleine Albricht, la Secretaria de Estado de Clinton.

[5] Como veremos en seguida, la invasión de Iraq es un capítulo fundamental en el establecimiento del Imperio, que va mucho más allá del mero control del petróleo.

[6] Durante los cinco meses iniciales de la administración del virrey Brener más de 200 empresas estatales fueron privatizadas. Nestor Suleiman. Mundo Árabe.

[7] Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos.

[8] Ver: Matanzas y destrucciones S.A. y La guerra instrumental

[9] Matanzas y Destrucciones S.A.

[10] Utilizo el término Imperio como estructura política, jurídica y militar. Se trata naturalmente de la estructuración del mundo al servicio de las élites capitalistas en el proceso de globalización.

[11] En la guerra de Afganistán la OTAN finalizaría siendo el gran aliado de los EEUU. Para vincular una lejana autorización de las Naciones Unidas al papel de la Alianza se mantendría una doble implicación: los Estados Unidos desempeñarían la Operación Libertad Duradera; y a la OTAN se le reservaría el papel correspondiente a la “estabilización” que había sido autorizada por la organización supranacional.



Nota de redacción de inSurGente

“Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.

Rodolfo Walsh, ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), 1976


Antonio Maira

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Brevísima introducción sobre la creación y utilización del “terrorismo islámico”

La vinculación de las agencias de inteligencia del eje -EEUU, Israel,UK- con el "terrorismo islámico" no es ninguna novedad. Existe desde antes de 1979, cuando Jimmy Carter decidió mandar a la CIA a operar en Afganistán.

La invasión militar de la URSS, en 1979, se produjo en respuesta a las operaciones encubiertas que la CIA venía realizando con grupos fundamentalistas para derrocar al régimen pro soviético en ese país.

La estrategia de la Agencia se encuadraba en la disputa por áreas de influencia que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron durante toda la Guerra Fría.

En 1985 la administración Reagan-Bush incrementó la ayuda encubierta y el suministro de armas a los mujaidines de la resistencia afgana.

La CIA infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente.

Bush padre, por entonces vicepresidente, mantenía una decisiva influencia sobre la CIA (en ese momento comandada por William Casey) de la cual fue director durante el gobierno de Nixon.

Investigaciones realizadas por el FBI y el organismo antilavado Financial Crimes Enforcement Network, determinaron las conexiones del clan Bush con Salem Bin Laden (el padre de Bin Laden), el empresario James R. Bath, y el Bank of Credit & Commerce (BBCI).

La investigación había revelado que los sauditas estaban utilizando a Bath y al BCCI para realizar lavado de dinero, tráfico de armas, y canalización de los fondos para las operaciones encubiertas de la CIA en Asia y Centroamérica.

Además de manejar los sobornos a gobiernos y de administrar los fondos de varios grupos terroristas islámicos.

En 1991, la revista Time describió a Bath como un lobbista cuyas vinculaciones iban desde la Agencia Central de Inteligencia (CIA), hasta contactos con Bush y la administración republicana de Reagan. Salem Bin Laden era socio de los Bush en la compañía petrolera Arbusto Energy. Sociedad que, después de la muerte misteriosa de su padre en 1988, continuó con Bin Laden y su familia.

La cruzada anticomunista de Reagan en el Asia Central se vertebró a partir de operaciones clandestinas de la cual participaron otros servicios de inteligencia como el británico y el Mossad israelí, que actuaban de enlace con el Medio Oriente.

Su objetivo estaba centralizado en el control de las mayores reservas del petróleo asiático existentes en la región.

Los megaconsorcios petroleros anglo-estadounidenses querían avanzar sobre los recursos petroleros y los corredores de los oleoductos que salen de la cuenca del Mar Caspio.

Para lo cual el asentamiento militar y político en Afganistán resultaba clave.

Con el mismo equipo que había diseñado y ejecutado el Irangate (contrabando de armas desde Irán destinado a los contras que combatían a la revolución sandinista) el padre del actual presidente norteamericano intentaba hacer lo mismo en el país afgano.

La CIA y la IIS (Inteligencia Inter Servicios) de Pakistán querían convertir la jihad afgana en una guerra de todos los estados musulmanes contra la Unión Soviética.

Unos 35 mil extremistas musulmanes, provenientes de 40 países islámicos, se sumaron a la lucha de Afganistán entre 1982 y 1992.

La CIA infiltró las redes islámicas operando indirectamente a través de la inteligencia paquistaní. La mayoría de los combatientes -salvo sus comandantes mayores- no conocían los objetivos encubiertos que se montaban detrás de su causa religiosa.

La inteligencia paquistaní desarrolló una estructura paralela que mediatizaba el contacto con la CIA y con las estructuras militares estadounidenses.

Pakistán y Arabia Saudita fueron utilizados como centros operativos de financiación y bases de entrenamiento para los musulmanes radicalizados de Medio Oriente y de Asia que habían emprendido la guerra santa contra los soviéticos en Afganistán.

Bin Laden, que en 1985 había fundado Al Qaeda (La Base –de datos-), integraba la red en carácter de reclutador principal de los grupos radicalizados islámicos que arribaban a Pakistán.

Sus ideas pasaban por la refundación de un gran Estado islámico bajo la consigna de que sus sagrados principios estaban amenazados por el ateísmo soviético implantado en los países musulmanes.

Por distintas razones el millonario saudí coincidía con la CIA y EE.UU. en un mismo objetivo: derrotar y expulsar a los regímenes controlados por Moscú en los territorios islámicos.

Con la caída de la Unión Soviética esa lógica entró en contradicción. Una parte de la jihad (caso del eje Talibán-Al Qaeda-Chechenia) intentó construir poder propio al margen de los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos.

Y obligó a la CIA a operar sobre las divisiones de las redes islámicas con la finalidad de seguir controlándolas.

El eje -Al Qaeda-Talibán-Pakistán emprendió la resistencia armada contra el ejército rojo desde las montañas, y sus integrantes -irónicamente- fueron presentados como "luchadores al servicio de la libertad" por las usinas mediáticas de la CIA.

Lo posterior, toda clase de atentados y peligros "que hacen peligrar a la civilización occidental" estaría determinado por la acción de esta "Jihad" inventada, entrenada y financiada por la CIA.

“Terrorismo” y auto-atentados

Los argentinos podemos aportar lo nuestro al respecto, ya que tuvimos el "privilegio" de ser tal vez el primer escenario mundial donde se ensayó a pleno lo que se convertiría con los años en la principal herramienta táctica del Imperio para el logro de sus estrategias: el eufemísticamente llamado: "terrorismo internacional". (J.PETROSINO)

Que es "terrorismo" y es "internacional", pero que su ejecutor y beneficiario no es el "Islam" precisamente, sino que éste es una de las víctimas.

Al "método" lo "desarrollaron" originariamente los sionistas israelíes (el Mossad), para emplearlo contra su enemigo Irán y la primer embrionaria "prueba" fue en Lockerbie (la voladura de un avión de la PanAm sobre esa aldea escocesa en diciembre de 1988).

Las pistas falsas plantadas ahí estuvieron orientadas originalmente a culpar a Irán y Siria y al grupo del "terrorista" palestino "refugiado" en esta última de Ahmed Jibril, el FPLP-CG (Frente Para la Liberación de Palestina - Comando General).

Pero al año siguiente implosionó la URSS, lo cual alteró todo el equilibrio del Medio Oriente y Asia Central, y los yankis decidieron instalarse con tropa propia allí, para lo cual desataron la 1era. Guerra del Golfo. En esas condiciones Irán y Siria pasaron a ser "aliados" necesarios, y los sionistas tuvieron que resignar "sus culpables"(donde manda capitán no manda marinero).

En 1991 la CIA sacó de la galera una acusación a 2 libios y en el 2000 mediante un juicio parodia la "justicia escocesa" condenó a uno de ellos, un agente de inteligencia menor, Al Megrahi, como el único responsable.

Están revisando esa condena firme y Al Megrahi resultará absuelto, porque "las pruebas" con que se lo condenó eran truchas. Con lo cual la prestigiosa, hasta ahí, justicia escocesa, limpiará esa mancha negra. Pero por supuesto jamás "se sabrá" quien fue.

Lo siguió en 1992 la auto-voladura de la embajada sionista en nuestro Buenos Aires. Y ahí si quedó como "culpable" Hezbollah, junto con Irán, el principal enemigo de aquellos.

En 1993 en un join-venture entre el Mossad y el FBI ejecutaron el 1er. ataque a las Torres Gemelas. El FBI/Mossad infiltraron a un grupo de musulmanes seguidores de un jeque ciego egipcio "exiliado" en Nueva York, a los que le achacaron el ataque. Todavía Bin Laden era "oficialmente" un hombre de la CIA.

A fines de 1993, Josef Bodansky, jefe de la task-force de contraterrorismo y guerras no convencionales del bloque republicano del senado yanki y un agente de la inteligencia del ejército de Israel destacado en USA desde los `80, muy cercano al grupo zionconeocon de Richard Perle, que con el "bebé" Bush tomaron luego el poder en el Imperio, publicó un libro: "Target America", el cual permite comprender con claridad como se gestó el engendro al que luego se llamó: "el terrorismo internacional".

En "Target America"(Blanco los Estados Unidos"), Bodansky describe ("inventa") una red global de células dormidas de fundamentalistas musulmanes que estarían instaladas en Estados Unidos y países aliados listas para realizar atentados terroristas suicidas.

A esta altura los lectores pensaran que Bodansky se refería a la remanida "Al Qaeda". ¡Para nada! "Al Qaeda" no "existía" todavía y Bin Laden fungía de "aliado" de los yankis.

La red global de células dormidas terroristas que tan minuciosamente describió Bodansky en su libro, estaban constituidas, según él, por milicianos de Hezbollah y sostenidas por Irán!!! Incluso estos se habían entrenado para conducir aviones civilies (da el nombre de la base aérea iraní donde lo habrían hecho) para realizar atentados suicidas con ellos.

Bodansky es por lo tanto el "inventor" o primer exegeta, de esta modalidad terrorista que 8 años después la CIA utilizó en los auto-ataques del 11/9. Y que según Condy Rice juraba y perjuraba después de estos: "ellos(Bush y secuaces) jamás habían imaginado que se pudieran hacer atentados terroristas de esa manera".

Bodansky es además un viejo conocido de nosotros los argentinos. Menos de 3 semanas después del "atentado" a la AMIA entró al expediente un "informe" de éste, donde describía en pelos y señales la forma que se había ejecutado el atentado, quienes lo habían hecho y hasta el Nº de zapato del conductor suicida del coche-bomba, pero sin aportar ninguna evidencia verificable que lo soportara. Por supuesto, éste era un miembro de Hezbollah y los instigadores habían sido "los iraníes"... y "los sirios". Como para que no quedara nadie afuera.

No terminó ahí su participación en el encubrimiento AMIA. A principios de 2000, cuando ido Menem del gobierno el aburrido de la Rúa daba la impresión de querer cambiar el rumbo de la "investigación", apareció de incógnito en Buenos Aires y se reunió con los miembros de la Comisión Bicameral AMIA (integrada a la sazón por nuestra actual presidenta), a los que "alertó" que podría ocurrir un 3er. atentado, "mucho más cruento que el de la AMIA y en un blanco no judío esta vez". Lo cual conmocionó fuertemente a los legisladores, según un art. del diario Río Negro, único medio que reportó la "extraña" visita.

Volviendo a la serie de los "atentados" del "terrorismo internacional": En 1994 reiteraron el ataque en la Argentina. Raro "privilegio" el nuestro: los primeros y 2 veces!!!

Evidentemente el primero de 1992 en la embajada de Israel no había producido los resultados deseados por los "terroristas internacionales" (en este caso los sionistas israelíes).

Las excelentes históricas relaciones entre la Argentina y su enemigo Irán no se vieron afectadas por éste en lo más mínimo a pesar de las instantáneas falsas acusaciones y de las pistas falsas plantadas para sustentarlas. Por el contrario a partir de 1992 aumentó el intercambio comercial que ya era alto y la venta de armas, especialmente los embarques clandestinos que fueron a parar a los musulmanes bosnios y que eran compradas y pagadas por Irán. Esto se convirtió luego, al descubrirse, en el mistongo affaire llamado: "el contrabando de armas a Ecuador y Croacia".

Hizo falta el más alevoso "atentado" a la AMIA para que esa situación se revirtiera, y finalmente Irán perdiera (en parte) uno de los pocos países "amigos"/aliados que tenía en el mundo. Aunque luego de 14 años yankis y sionistas no han logrado a pesar de todas las mentiras difundidas y empeños puestos, romper totalmente con esa relación.

En 1996 los sionistas israelíes hicieron su último atentado en el que los "culpable" eran Irán/Hezbollah: el de las Torres Khobar, un albergue de tropas yankis en Arabia Saudita.

A partir de ahí y ya con la URSS desmoronándose los yankis le "roban" el "método" a los sionistas y lo empiezan a usar ellos exclusivamente. Nunca más los "culpables" serán Irán o Hezbollah, y en 1988 lo hacen debutar a su pollo "Bin Laden", al que ya venían preparando de años, en las auto-voladuras de sus embajadas en Kenia y Tanzania.

Peculiares "atentados anti-norteamericanos" estos donde murieron 260 africanos (muchos musulmanes) y sólo 8 yankis: 4 negros de la guardia y 4 viejitos jubilados turistas. ¡Tienen muy mala puntería estos "terroristas internacionales", o son muy pero muy malvados!!!

En el 2000 ocurrió el incidente del acorazado US Cole, atribuido a Bin Laden, que tal vez haya sido un accidente convertido en "atentado del terrorismo internacional" y en septiembre de 2001 (11-S) fue el gran "acto" en USA, que fue seguido por otros atentados "de mantenimiento" oportunamente elegidos: Bali(2002), Turquía(2003), 11M español(2004), 7J británico(2005), entre los más importantes.

Carlos Dilitio

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