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Ocho conclusiones sobre el G-20 |
Acabo de leer el texto de las conclusiones del G-20, que reúne todos los ingredientes para sumirnos en un prudente escepticismo a la espera de que se sepa cómo se ejecutarán tantas promesas y de qué forma se distribuirá el dinero.
1. La máquina del dinero público seguirá funcionando durante un tiempo para llevar a cabo mayor expansión fiscal, salvar a los países con problemas y ayudar a los pobres del mundo. La decisión de aumentar la capacidad financiera del FMI en 1,1 billones de dólares responde a los deseos -mucho más tímidos-que otros directores gerentes del organismo pedían desde hace años. La cifra es espectacular, pero al mismo tiempo nos deja entrever que lo peor está por venir. Atención a las crisis (¿quiebras?) de países en los próximos meses.
2. Las conlusiones desprenden un peligroso tufo a autobombo, felicitándose por las políticas fiscales y monetarias desarrolladas hasta ahora, que minimizan las importantes diferencias entre los países.
3. El punto 12 me preocupa. "We will refrain from competitive devaluation of our currencies and promote a stable and well-functioning international monetary system." ¿Entente entre China, a quien se le pide precisamente que revalúe. y Estados Unidos? Me gustaría saber si en algún momento se llegó a plantear "fusión" de divisas.
4. Habrá más regulación, a través del FMI -que, al parecer, no hizo bien los deberes avisando de lo que ocurría- y otras entidades, una de ellas creada a propósito: el FSB. En sus manos tendrán algo tan complicado como ser policías económicos y financieros del mundo. Vigilarán que las puertas del campo no se abran nunca y, en teoría, deberán ser capaces de avisar de cuándo viene el lobo. Me preocupa también cómo se concretarán las limitaciones al riesgo, que se indica en el punto 14. En cualquier caso, se han dado un margen de meses para estabecer las nuevas reglas.
5. El interesante punto 15 expresa que uno de estos organismos (FSF) se dedicará a vigilar y regular los esquemas de compensación de las empresas. Perdón, pero me parece una estupidez. Que unos señores, entre los que se sentaba más de un sátrapa, tengan el valor de escribir esto, roza la tomadura de pelo.
6. ¿Fin a los paraísos fiscales y al secreto bancario? Me encantaría, pero todos sabemos que ni en sueños. Como en el punto interior. Me gustaría que algunos de los señores sentados en esas sillas mañana mismo descubrieran dónde tienen sus depósitos, cómo se financian y cómo se usan.
7. Sobre la ayuda a los países pobres. Totalmente de acuerdo en la solidaridad internacional. Pero debe estar perfectamente auditada y controlada. Acabemos de una vez con el mal uso de las ayudas internacionales al Tercer Mundo, que sólo sirven para seguir enriqueciendo los bolsillos de sus gobernantes, en vez de invertir en sanidad, educación e infraestructuras.
8. Totalmente de acuerdo con eliminar barreras proteccionistas. Que cunda el ejemplo y los miembros del G-20 abandonen las políticas proteccionistas en algunos productos que han levantado desde noviembre.
No quiero ser sólo negativo.
La conferencia ha generado un poco más de confianza. Ahora llega el momento de trabajar en dos direcciones: repartir dinero y regular más.
Pero, también, hay que empezar dando ejemplo. Y qué quieren que les diga: no las tengo todas conmigo.
Martí Saballs

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
El fino analista que es Federico Steinberg comentaba en estas páginas hace unos días que el intento, a la vez, de resolver la crisis económica, reformar la regulación financiera internacional y reequilibrar, con el fin de dar más peso a los emergentes (el G-20 menos el G-8) en el Fondo Monetario, el Banco Mundial y demás organismos que nacieron con Bretton Woods, “corre el riesgo de ser inefectivo en todos los frentes”. Yo diría que el reto es surrealista. Lo que me intriga es el spin.
Analizando esta absurdamente ambiciosa agenda, un comentarista del Spectator, el semanario liberal-conservador británico que suele estar muy bien y agudamente escrito, decía que lo que les esperaba a los jefes de gobierno convocados a Londres le recordaba a un concurso que se inventó la esperpéntica tropa de Monty Python.
Este particular numerito consistía en pedir a los participantes un resumen en quince segundos de “En busca del tiempo perdido” de Marcel Proust (siete volúmenes, más de 3.200 páginas y unos 2.000 personajes). A ustedes y a mí nos hubiera dado el tiempo justo de decir antes de la campanilla: “Una muy larga historia que recuerda bizcochos y otras cosas olvidadas, que todo el mundo conoce y que hoy prácticamente nadie se molesta en leer”.
Pues eso. El G-20 más invitados tendrán el tiempo justo para intercambiar preocupaciones y deseos. ¿Qué conoceremos de la cumbre al margen de la consabida foto familiar tomada después de que los congregados hayan tomado las pastas y el five o’clock tea? Aquí es donde entra en juego el ejercicio del spin. No se preocupen.
El spin se encargará de vendernos grandilocuentes acuerdos en torno a la agenda que apuntó Steinberg. Y también algunos más como guerra total a los paraísos fiscales, por ejemplo, y muerte cívica a todo el que gane un bonus. Supongo que se incluirá algo sobre el capitalismo tutelado con cara humana y solidaria.
Circunloquios
Spin es una preciada herramienta de trabajo en el mundo de la comunicación anglo-sajona. Literalmente quiere decir “hacer girar” y coloquialmente su significado es “contar trolas”.
Los portavoces y asesores de Tony Blair la utilizaron con éxito durante un tiempo y los de su sucesor, el lúgubre Gordon Brown, son manifiestamente menos duchos en su empleo, posiblemente porque la materia prima no da para más. Spin es la técnica que emplean quienes lanzan la pelota en el cricket, ese complicadísimo y lento juego veraniego que inventaron los ingleses y que practican de maravilla sus antiguas colonias.
Con ella intentan que la pelota, al estar girando, bote de una manera que confunda al bateador. Es un truco conseguido con la muñeca y que requiere articular bien los dedos como saben muy bien los toreros cuando le dan la salida al toro en un pase de muleta.
En ambos casos de lo que se trata es de engañar. Y esto es lo que, poniendo mucho spin, desarrollando narrativas aparentemente convincentes, harán los portavoces en Londres en un briefing tras otro. Los comunicadores en mi ciudad natal son expertos exponentes de la técnica del spin. Contarán al personal que la cumbre ha sido un armonioso y productivo éxito.
¿Soy cínico en exceso?
No lo creo.
Cuando los de la foto de londinense esta semana se reunieron para retratarse por primera vez en Washington el pasado noviembre, prometieron solemnemente rechazar todo atisbo de proteccionismo e impulsar con denodado empeño las interminables negociaciones de la Ronda de Doha sobre el comercio libre para asegurar el intercambio de bienes en condiciones de igualdad planetaria antes de acabar 2008.
Lo que las economías emergentes requieren es trade en lugar de aid y a estas alturas deberíamos saber que mucha ayuda humanitaria consiste en los pobres de los países ricos dando dinero a los ricos de los países pobres. Sin embargo 2008 expiró hace tres meses sin comercio libre a la vista. Y de proteccionismo –british jobs for british workers, los coches franceses se fabrican en Francia, America first, compre español– mejor no hablar. De la cumbre solo espero spin.
Tom Burns Marañón
'Wall Street Journal' hace un repaso al "grandilocuente" comunicado emitido tras la cumbre del G-20 en el que se destacan, entre otros objetivos, la estabilidad de precios. Este es un asunto polémico porque tanto las medidas en Europa, y especialmente en EEUU, podrían desembocar en un espiral inflacionista si los bancos centrales no reaccionan a tiempo.
En cuanto a evitar el gran peligro del proteccionismo, el rotativo reclama que ni siquiera se ha constituido una comisión que se encargue de acuerdos concretos en este tema y no se ha establecido un calendario para recuperar la Ronda De Doha.
El balance que hace de la cumbre 'Financial Times' es más positivo, ya que los retos de la crisis difícilmente se solventarán en una cita. Pero también echa en falta algunos acuerdos concretos en cómo se van a limpiar los balances de los bancos o qué medidas de estímulo fiscal se van a tomar en el futuro.
Por otro lado, la dotación al FMI es importante para prevenir que las crisis locales se conviertan en crisis regionales, con especial mención a la situación de Europa del Este, que podría reflejarse en los bancos europeos. No obstante, parte de ese billón de dólares que recibirá el FMI es una suma de dinero que ya se ha traspasado, aunque es importante la medida desde el punto de vista de la importancia que los líderes del G-20 confieren a la institución.
Si bien la pareja Obama acaparó el foco de atención durante su primera visita a Europa, el presidente chino Hu Jintao no se quedó atrás y encontró un espacio en la Cumbre realizada en Londres. El 'Financial Times Deutschland' dedica parte de su editorial al gigante asiático. Mientras los países ricos debatían sobre nuevas fórmulas para regular los mercados financieros, China reclama su liderazgo como potencia económica y política.
Pero según el diario alemán, la situación política y económica de China no es tan sólida como para liderar al resto de los países. Para los inversores, el yuan está lejos de ser una alternativa al dólar. Al mundo occidental lo que le interesa es el potencial del mercado chino, por lo que el país está aún lejos de ganarse un pase al club de los países ricos.
En otro orden de cosas, destaca el editorial de la revista 'The Economist' que se detiene en las consecuencias sociales que surgen de la crisis. Según la publicación, han aumentado los resentimientos hacia los ricos y los políticos, una dinámica muy peligrosa.
La percepción que domina en la sociedad es que los ricos, favorecidos por unas normas, han especulado con el dinero de la gente y que los Gobiernos no han dudado ni un instante en darles el dinero de los contribuyentes para salir del paso.
Pero 'The Economist' apela a la grandeza del capitalismo, que consiste en que una gran parte de los excesos se corrigen por sí mismos, como está ocurriendo en estos momentos. Así, las diferencias económicas entre la población disminuirán y los bancos serán más cautos en el manejo del dinero, aplacando este descontento social.
La revista reclama que el cambio en la curva de bienestar que provoca este resentimiento social es uno de los efectos colaterales de las regulaciones para que el capitalismo funcione mejor. Estas medidas no son revolucionaras pero darán más beneficios a todo el mundo que ir a la caza de los ricos, que son un objetivo fácil, pero que cuando alguien intenta golpearlos, se golpea a si mismo.
Los líderes del G20 han llegado a un acuerdo para superar la crisis global entre la regulación y la fiscalidad, según ha anunciado hoy el primer ministro británico, Gordon Brown.
Brown dijo que "el consenso de Washington está superado" y que ha llegado "un nuevo consenso", en el que el comercio mundial debe convertirse "en un motor del crecimiento".
El mandatario británico ha reconocido que "las decisiones de hoy no resolverán inmediatamente la crisis", pero matiza que "hemos puesto en marcha el proceso para su solución". Los jefes de Estado y de Gobierno han acordado una reforma del sistema financiero global, incluidos los hedge funds, una mayor regulación de las agencias de calificación de riesgo y el establecimiento de un sistema internacional contable más claro.
Las revelaciones del 'borrador filtrado'
Las diversas versiones del documento que han circulado en las últimas horas en los medios británicos coinciden en que también habrá una regulación más estricta del funcionamiento de los bancos y de los bonos que perciben los directivos de las entidades.
La declaración final que van a suscribir hoy los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 incluye un acuerdo sobre el incremento de los recursos del FMI, la identificación de los países que realizan prácticas proteccionistas y el combate de los paraísos fiscales, según el borrador del texto.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) recibirá 500.000 millones de dólares (unos 373.000 millones de euros), que se suman a los 250.000 millones de dólares (187.000 millones de euros) ya comprometidos por los países del G-20, recursos que irán destinados a rescatar a naciones en emergencia financiera como los de la Europa del Este. Fuentes oficiales del Gobierno británico han confirmado que hay consenso en "al menos duplicar" los recursos de los que dispondrá el Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a los países emergentes, responsables del 70% del crecimiento mundial.
En lo que se refiere a los paraísos fiscales, el G-20 se dispone a acordar sanciones para los países que no suscriban las normas de transparencia de la OCDE destinadas a luchar contra el lavado de dinero y la evasión fiscal, aunque está por determinar si habrá una "lista negra" de países que no cumplen con la normativa.
El secretario de Estado del Tesoro británico, Stephen Timms, dijo a la prensa que durante la primera sesión plenaria hubo un "animado" debate sobre la publicación de esa lista. "Espero sanciones para los que no se adhieran" a las nuevas normas y "en su debido tiempo habrá una lista", dijo Timms en una comparecencia ante los medios de comunicación en Excel, el recinto ferial en el este de Londres, donde se está celebrando la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-20.
"Todos están de acuerdo en que hay que mantener la presión sobre los paraísos fiscales", dijo el secretario de Estado, que aseguró que "la era del secreto bancario ha terminado". La recuperación del comercio internacional también recibirá un fuerte impulso en la cumbre de Londres con la aprobación de un paquete de unos 250.000 millones de dólares, según adelantó el ministro británico de Economía, Alistair Darling.
Como estaba previsto ya desde hace semanas, y dejaron de manifiesto las diferencias de enfoque expresadas por EEUU y los países europeos -especialmente Francia y Alemania-, no se acordarán nuevos estímulos fiscales para impulsar la economía, como proponían Washington y Londres, y rechazaban París y Berlín.
Referencia general:
"Hacer todo lo que sea necesario"
Este capítulo se quedará con una referencia general a "hacer todo lo que sea necesario", en la línea de la reunión preparatoria que celebraron el pasado 14 de marzo los ministros de Economía y Finanzas del grupo, para que cada país decida cuáles son las mejores medidas para insuflar aire en sus debilitadas economías.
La declaración final, según la versión de la BBC, incluirá una referencia a que ya se han invertido 2 billones de dólares (alrededor de un billón y medio de euros) por partes de los diversos países para combatir la recesión. Novedosa puede ser la iniciativa para señalar públicamente a los países que incurren en prácticas proteccionistas.
Los jefes de Estado y de Gobierno debatieron la posibilidad de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) tenga un mayor papel y pueda convertirse en una suerte de foro independiente internacional que controle eventuales medidas proteccionistas.
"La OMC tiene que tener un mayor papel para que si ocurre algo en este sentido (políticas proteccionistas) haya un foro independiente internacional donde se puedan adoptar medidas", dijo Darling en medio de los debates.
El ministro confió en que los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 alcancen un compromiso en el que "se considere de manera muy seria que cuando se adoptan medidas para proteger las economías hay que atenerse a las consecuencias". "Todos los países son conscientes de que si repetimos los errores de los años 30, cuando se pusieron barreras al comercio, la recesión se prolongará años. No podemos permitir que eso vuelva a pasar. Tenemos que estar preparados para pasar a la acción donde veamos que hay proteccionismo", añadió el ministro británico.
Sobre la regulación del sistema financiero, aseguró que hay un amplio consenso en que "el sistema de regulación y de supervisión debe ser más amplio, incluyendo los hedge funds (fondos de alto riesgo) y las agencias de calificación de riesgo", y en que las normas de control "han de ser más estrechas y tener un carácter más intrusivo".
La declaración final se dará a conocer a partir de las 14.30 horas GMT, para cuando está prevista una conferencia de prensa del primer ministro británico y anfitrión de la cumbre, Gordon Brown, que pondrá fin a la reunión del G-20.
El Fondo Monetario Internacional recibirá unos 500.000 millones de dólares, que se suman a los 250.000 millones ya comprometidos por los países del G-20, recursos que irán destinados a rescatar a naciones en emergencia financiera como los de la Europa del Este.
Fuentes oficiales del Gobierno de Londres confirmaron que hay un consenso en "al menos duplicar" los recursos de los que dispondrá el Fondo Monetario Internacional (FMI) para ayudar a los países emergentes, responsables del 70 por ciento del crecimiento mundial.
En lo que se refiere a los paraísos fiscales, el G-20 se dispone a acordar sanciones para los países que no suscriban las normas de transparencia de la OCDE destinadas a luchar contra el lavado de dinero y la evasión fiscal, aunque está por determinar si habrá una "lista negra" de países que no cumplen con la normativa. El secretario de Estado del Tesoro británico, Stephen Timms, dijo a la prensa que durante la primera sesión plenaria hubo un "animado" debate sobre la publicación de esa lista. "Espero sanciones para los que no se adhieran" a las nuevas normas y "en su debido tiempo habrá una lista", dijo Timms en una comparecencia ante los medios de comunicación en Excel, el recinto ferial en el este de Londres, donde se está celebrando la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-20. "Todos están de acuerdo en que hay que mantener la presión sobre los paraísos fiscales", dijo el secretario de Estado, que aseguró que "la era del secreto bancario ha terminado".
La recuperación del comercio internacional también recibirá un fuerte impulso en la cumbre de Londres con la aprobación de un paquete de unos 250.000 millones de dólares, según adelantó el ministro británico de Economía Alistair Darling.
Según el borrador, no se acordarán finalmente nuevos estímulos fiscales para impulsar la economía, como proponían Washington y Londres, y rechazaban París y Berlín.
Este capítulo se quedará con una referencia general a "hacer todo lo que sea necesario", en la línea de la reunión preparatoria que celebraron el 14 de marzo los ministros de Economía y Finanzas del grupo, para que cada país decida cuáles son las mejores medidas para insuflar aire en sus debilitadas economías. La declaración final, según algunas versiones, incluirá una referencia a que ya se han invertido 2 billones de dólares por parte de los diversos países para hacer frente a la recesión.
Novedosa puede ser la iniciativa para señalar públicamente a los países que incurren en prácticas proteccionistas. Los jefes de Estado y de Gobierno debatieron la posibilidad de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) tenga un mayor papel y pueda convertirse en una suerte de foro independiente internacional que controle eventuales medidas proteccionistas.
"La OMC tiene que tener un mayor papel para que si ocurre algo en este sentido (políticas proteccionistas) haya un foro independiente internacional donde se puedan adoptar medidas", dijo el ministro británico de Economía, Alistair Darling, en medio de los debates. El ministro expresó su confianza en que los jefes de Estado y de Gobierno del G-20 alcancen un compromiso en el que "se considere de manera muy seria que cuando se adoptan medidas para proteger las economías hay que atenerse a las consecuencias".
"Todos los países son conscientes de que si repetimos los errores de los años 30, cuando se pusieron barreras al comercio, la recesión se prolongará años. No podemos permitir que eso vuelva a pasar. Tenemos que estar preparados para pasar a la acción donde veamos que hay proteccionismo", añadió el ministro británico.
Sobre la regulación del sistema financiero, aseguró que hay un amplio consenso en que "el sistema de regulación y de supervisión debe ser más amplio, incluyendo los hedge funds y las agencias de calificación de riesgo", y en que las normas de control "han de ser más estrechas y tener un carácter más intrusivo".
La declaración final se dará a conocer a partir de las 14.30 horas GMT, para cuando está prevista una conferencia de prensa del primer ministro británico y anfitrión de la cumbre, Gordon Brown, que pondrá fin a la reunión del G-20.
En las últimas semanas se había discutido mucho la creciente tendencia proteccionista observada en varios países. Los fantasmas de Willis C. Hawley y Reed Smoot parecían acechar la economía mundial. Pero a pesar de que el volumen de comercio mundial ha caído en picado en los últimos meses (en especial en Asia), estas tendencias proteccionistas poco han tenido que ver con el desmembramiento de la aldea global.
Ayer por la noche conversaba con el director de finanzas de una las mayores empresas asiáticas dedicadas a la intermediación del comercio mundial. Me confirmaba que uno de los factores más importantes para entender el reciente declive en el flujo de comercio entre países es el hecho de que la financiación al comercio internacional se ha encarecido extremadamente. Vivimos en un mundo mucho más conexo que el mundo en el que vivieron los pioneros del comercio global.
Sin embargo, una de las máximas del comercio mundial sigue siendo tan relevante hoy como hace mil años: existe un importante lapso de tiempo entre el momento en que el vendedor envía la mercancía y el momento en que el comprador la recibe y examina. ¿En qué momento debe efectuarse el pago? El problema es evidente: si el pago ocurre demasiado pronto, el comprador se expone a que el vendedor no le mande la mercancía (o le mande una mercancía de baja calidad), mientras que si el pago se demora, el vendedor se expone a la posibilidad de que el comprador no le pague (quizás alegando que la mercancía es defectuosa). En la práctica, multitud de bancos ofrecen financiación al comercio y éste constituye el aceite que lubrifica el comercio internacional.
Sin embargo, la crisis financiera ha disminuido significativamente la cantidad de lubricante circulando en el sistema. Esto se debe a la interacción de varios factores. En primer lugar, la crisis financiera ha disminuido marcadamente el valor de los activos de los principales ofertantes de financiación al comercio, con lo cual su capacidad de financiación se ha visto severamente disminuida.
En segundo lugar, el comienzo de implementación del Nuevo Acuerdo de Capital de Basilea (o Basilea II) viene asociado con un aumento en los requisitos mínimos de capital y estos aumentos afectan especialmente a préstamos de muy corto plazo, como generalmente es el caso de la financiación al comercio internacional. En tercer lugar, la crisis mundial ha erosionado la confianza entre los diferentes productores esparcidos por el mundo.
Como consecuencia de ello, los contratos de financiación requieren ahora la inclusión de más garantías y naturalmente ello encarece estas transacciones, en especial en un momento como el actual en el que los aprietos económicos (e incluso desaparición) de algunos de los principales actores en estos mercados han dejado un espacio difícil de rellenar tanto en liquidez como en disponibilidad de garantías.
En este marco, la provisión de 250.000 millones de dólares para reforzar la financiación al comercio internacional es muy bienvenida. De igual manera, la explícita petición de mayor flexibilidad en materia de requisitos mínimos de capital en la financiación del comercio es alentadora. Sólo me cabe desear que estas medidas se complementen con una lucha más activa contra el tentador uso de medidas proteccionistas y con un compromiso más detallado para el desarrollo y conclusión de la Ronda de Doha.
Los políticos suelen responder a las crisis como los toros en una corrida: ven el capote y cargan de manera alocada. Esto es debido, en parte, a que las democracias occidentales están sesgadas hacia la acción. Aquel gobernante que se sienta a analizar los acontecimientos, o simplemente a pensar las cosas con más mesura, es inmediatamente tachado de ineficaz o incluso peor, de despegado de la realidad. Una y otra vez, decisiones insensatas pero que, o bien complacen los instintos populistas más desenfrenados del público (jaleado mucha vez por grupos de interés) o poco meditadas, son aprobadas con una sorprendente falta de oposición porque parecen satisfacer esa imperante necesidad de actuación.
En el comunicado final del G20 podemos ver la huella de tres fantasmas que nos aterran. El primero es el proteccionismo. Desde nuestro ministro de industria alentando a que nos vayamos a esquiar a Sierra Nevada en vez de los Alpes a la decisión del Congreso de EE.UU. de seguir limitando la entrada de camiones mejicanos, tirios y troyanos se han lanzado con gusto a descomponer la delicada madeja del comercio internacional.
En sólo cuatro meses tras la anterior reunión del G20 el 15 de Noviembre del 2008, al final de la cual a todos los dirigentes se les llenaba la boca de declaraciones piadosas en apoyo del comercio internacional, 17 de los 20 países miembros han aprobado 47 medidas proteccionistas. China, por ejemplo, ha decido trabar la entrada de productos lacteos Españoles, lo que dificultará que encontremos leche condensada La Lechera en nuestro próximo viaje al reino del centro. EE.UU. ha decido fijar aranceles prohibitivos al queso Roquefort (pero no al Brie), a los hígados grasos de patos y gansos (que es como parece decirse en estos casos foie gras) y otras docenas de los alimentos Europeos que hacen la vida de los exiliados en América ligeramente civilizada. Pero todas estas trabas, tan fáciles de poner y tan difíciles de quitar, limitan el crecimiento y el bienestar de todos. En un país como España, en el que nos hartamos de proteccionismo durante décadas con magros resultados, recordar este punto debería ser innecesario. Lamentablemente, no lo es.
El segundo fantasma es el de una re-regulación financiera masiva. Hoy en día se ha convertido tan en dogma de fe en editoriales, blogs y o reuniones como las del G20 el pedir una nueva regulación financiera, que el expresar escepticismo es prueba prima facie de ser mente maquiavélica o perversa. Pero, a riesgo de grave pecado mortal de pensamiento, palabra, obra, y omisión, los argumentos a favor de una regulación minuciosa del sistema financiero nos convencen poco. Básicamente, porque las dos partes del sistema bancario que se han pulverizado, los bancos y (en EE.UU.) los prestamistas hipotecarios, eran las partes más reguladas del sistema. Basilea II ha resultado ser un fracaso y la supervisión de Fannie y Freddie incompetente.
Y en vez de cuestionarnos si tal maraña de regulaciones y órganos interventores tiene sentido y no sería más lógico intentar cambiar los incentivos, la opinión más respetada parece decidida a doblar la dosis. Es más, queremos regular los hedge funds, que esta vez poco han tenido que ver con nuestras penurias actuales y si algo, han sido de las únicas instituciones que han pompeado liquidez a los mercados. Una regulación alocada del sistema financiero solo disminuirá la capacidad de nuestras economías de asignar capital donde es necesario y reducir la innovación empresarial sin que necesariamente se reduzca el número de crisis financieras. Una supervisión que impide Enron o Lehman también es un sistema que impide Microsoft o Dell.
El tercer fantasma es una política fiscal más propia de Felipe II que de países modernos. Básicamente se he extendido la idea de que vamos a salir de la crisis a golpe de talonario público y, mejor si se puede, de todos a la vez. Como dice el comunicado final del G20, “Estamos realizando una expansión fiscal sin precedentes y coordinada que salvará o creará millones de puestos de trabajo” y que además “acelerará la transición hacia una economía verde.” En otra ocasión tendremos más tiempo de elaborar nuestros razonamientos con detalle, pero ni vemos la evidencia empírica muy clara ni nos impresionan los argumentos teóricos acerca de la efectividad de la política fiscal (o de los positivos efectos medioambientales de subvencionar a General Motors).
Es más, incluso si aceptásemos la eficacia de la política fiscal, los incrementos de gasto pueden llegar muy tarde, en varios trimestres, cuando la economía ya se encuentre en caminos de recuperación y con el asociado riesgo de inflación. De nuevo, la nefanda experiencia Española de mucho tiempo de uso del presupuesto del estado como instrumento de negación de la realidad debería de bastarnos para ser cuidadosos. Pero, parece que, en un ejercicio de amnesia colectiva, el recuerdo de la crisis de los 70 o del desembridamiento del gasto público tras la huelga general del 14-D, ha pasado a dormir el sueño de los justos.
Los políticos reunidos en el G20 deberían de recordar que el futuro dura mucho tiempo, pero que las recesiones no. En el comunicado final, el lenguaje tecnocrático al uso en estas ocasiones intenta convencernos que todo está bajo control: que el comercio internacional no peligra, que la nueva regulación financiera será como aguas de mayo y que la política fiscal de expansión colectiva del gasto es la propia de un buen pater familias. Una pena que nos les creamos. Dormiríamos más tranquilos.
Jesús Fernández-Villaverde y Juan F. Rubio
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