Allí donde hay gobiernos conservadores (Francia, Grecia, Italia...), los sindicatos de raíz reformista y socialdemócrata están convocando grandes movilizaciones contra la crisis económica. Sin embargo, esa misma realidad del capitalismo no es vista igual en países donde los gobiernos se autodefinen como progresista, léase el Reino Unido o el Reino Borbónico, donde los sindicatos aparecen como aliados fundamentales del ejecutivo. De todos modos, es obvio que cualquier manifestación contra un personaje tan siniestro como Berlusconi es importante.
Centenares de miles de trabajadores se manifestaron hoy en Roma, convocados por el mayor sindicato italiano, el CGIL (antiguo comunista y hoy sólo progresista envuelto en mil luchas internas), en contra las medidas contra la crisis del gobierno del primer ministro, Silvio Berlusconi.
Fuentes de la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL) dijeron que la cifra de manifestantes fue de 2.700.000, mientras que la policía los cifró en 200.000.
A primera hora de hoy eran ya 200.000 manifestantes, según fuentes del sindicato, en una marcha que partió de cinco puntos diferentes de la ciudad y terminó en el círculo máximo, una gran plaza en el centro de la capital italiana.
La protesta, en la que abundaron banderas rojas y actuaciones musicales, contó con la participación de varios líderes de la izquierda, como el secretario general del Partido Democrático (PD), Dario Franceschini, o su predecesor en el cargo, Walter Veltroni.
El secretario general del partido, Guglielmo Epifani, atacó las políticas económicas de Berlusconi, pidió que no haya recortes para la educación y exigió mejores políticas de inmigración.
A su juicio, "a una crisis excepcional se responde con una política excepcional".
En la manifestación estuvieron presentes los representantes de los principales partidos de oposición, como Dario Franceschini (del Partido Democrático), Grazia Francescato (del partido Verde) y Fausto Bertinotti y Paolo Ferrero (de Refundación Comunista).
Miles de personas marcharon al margen del sindicato con consignas anticapitalistas que no encontraron eco en los afiliados al CGIL.
Los organizadores informaron que 40 trenes, dos barcos y casi cinco mil autobuses trasladaron a Roma desde todo el país a miles de manifestantes. La Cgil cuenta con cinco millones de afiliados en Italia.
Por su parte, el ministro de Economía, Giulio Tremonti, pidió al sindicato que se deje de protestas y haga más propuestas.
El sindicato reivindicó salarios más altos para los trabajadores, más cobertura social para los ancianos, más estabilidad para los empleados precarios y una "política de verdad contra la crisis".
Franceschini afirmó que es su deber "estar al lado de los trabajadores", que piden respeto para sus derechos y tienen "miedo de perder su puesto de trabajo".
"Donde hay un trabajador, un pobre o un desempleado, ahí debe haber un progresista: y por lo tanto me manifestaré", anunció Franceschini.
A la protesta se unieron otros grandes nombres del centro izquierda italiano, como el ex primer ministro Massimo D'Alema o el ex ministro Pier Luigi Bersani.
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