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¡Socorro! ¡Estatícennos! |
El gobierno de Brown no tuvo el menor escrúpulo en expropiar a los accionistas de los bancos desfondados, aun a pesar de las múltiples demandas judiciales a las que se verá enfrentado.
Los británicos han abierto camino. En la patria del capitalismo, en la tierra originaria del “liberalismo manchesteriano”, uno tras otro, los bancos han ido cayendo bajo control del Estado. Y no se adivina el final; la onda de la crisis crediticia sigue su curso de propagación. Precisamente un banco estatizado, el Northern Rock, con el que comenzó la danza en otoño de 2007, ha sido ahora el primero en volver a abrir la espita del crédito. La estatización, salvación del sistema bancario: ésa es la cuenta que parece echar el gobierno británico.
De lo bueno, lo mejor
Llegó tarde el cambio para Norhern Rock. La institución cayó ya en dificultades en septiembre de 2007. La primera gran carrera de depositantes desesperados por recuperar sus ahorros de un banco saltó a la primera plana de la prensa mundial. Sólo tras vacilar durante meses, se avilantó el gobierno de Brown a estatalizar el quinto mayor banco hipotecario del país. El siguiente, en septiembre de 2008, fue Bradford & Bingley. La renombrada caja de ahorros inmobiliaria, con 2,7 millones de clientes, poseía hipotecas de alto riesgo –tranquilamente depreciables— por valor de 35 mil millones de libas esterlinas. Incluso procediendo a subastas forzosas, sólo podía salvarse una parte. De aquí que, desde comienzos de 2008, el banco perdiera el 93% de su valor bursátil, lo que obligó al Estado británico tomara el control del negocio hipotecario de Bradford&Bingley por 70 mil millones de libras esterlinas. La sección de ahorro del banco (20 mil millones de libras en 200 filiales) pasó por le ridículo precio de 600 millones de libras al gran banco español Santander, uno de los pocos que hasta ahora han salido ganando con la crisis.
A comienzos de 2009, el Estado tuvo que echar otra mano y tomar el control del grueso del otrora segundo banco de Gran Bretaña, el Royal Bank of Scottland. En buena forma de esta suerte, se puso entonces proa a la fusión forzosa de otros dos perdedores: el Lloyds TSB y el HBOS. El Estado acabó como propietario del 40%.
A comienzos de esta semana se hizo público el último plan de rescate del gabinete Brown. Ochos casas financieras –Abbey, Barclays, HBOS, HSBC, Lloyds TSB, Nationwide Building Society, Royal Bank of Scottland y Standard Chartered; de lo bueno, lo mejor– van a ser parcialmente estatalizadas, recibiendo un total de 50 mil millones de libras esterlinas en concepto de recapitalización. Huelga decir que una ayuda estatal forzosa de estas dimensiones, con miles de millones del sufrido contribuyente, favorecerá la aceleración artificial de un proceso normal en toda crisis financiera: la concentración del capital bancario.
Bancos hipotecarios como el Northern Rock y B & B han contribuido ciertamente a hinchar desapoderadamente la burbuja inmobiliaria, pero sólo discretamente se han involucrado en la especulación internacional con “productos financieros estructurados”. A diferencia de los bancos sólo dedicados a la inversión, pueden sentirse felices de disponer de millones de clientes y de miles de millones en depósitos de ahorro. Aun a costa de un terremoto financiero, el gobierno de los EEUU puede dejar caer a un banco de inversión como Lehman Brothers, pero en el caso de un banco comercial o hipotecario normal la cosa es muy distinta, sobre todo en un país como Gran Bretaña, en donde la mayoría de la gente es propietaria de vivienda.
La expropiación ineludible
Naturalmente, el Estado británico tiene que expropiar a los accionistas de los bancos cuyo control se dispone a tomar. En los hechos, eso no significa sino obligar a pagar a los propietarios de acciones, en vez de permitirles mantener los títulos y esperar a tiempos mejores. Los accionistas que pleiteen para conseguir del Estado una reparación de mayor cuantía para unos títulos que han perdido valor de mercado lo tienen difícil. Tendrán que hacer creíble ante tribunales que sus acciones podrían llegar a “valer” en el futuro mucho más de lo que valen hoy. Dicho de otro modo: tendrán que pleitear para que el Estado les pague por futuribles ganancias en cursos venideros de los mercados de valores.
La “pérdida de ganancias” es, ciertamente, un fundamento de demanda viable en el derecho civil, el cual, antes como ahora, reconoce al buen burgués un derecho humano a la ganancia especulativa, sean cualesquiera las circunstancias. En vez de hacer pagar a los accionistas, también se puede proceder a recortar sus derechos, por ejemplo, mediante una emisión masiva de las acciones preferenciales que compra el Estado (y eventualmente, vende). Tampoco le ha temblado la mano al gobierno de Brown ante esta maniobra, que, simplemente, queda la mar bien cuando se estataliza en masa a los bancos al tiempo que se proclama que se trata sólo de una “solución transitoria de emergencia”. Pero no lo es. Como enseña el caso de Northern Rock, el Estado británico se sirve ahora de su enorme influencia en el sector bancario para hacer que vuelva a fluir el crédito. Si esto funciona, ¿por qué debería soltar los bancos estatizados, esa excelente palanca para una política económica expansiva?
¿Y qué pasa con las plantas superiores del negocio? Si los bancos son estatalizados, los banqueros se convierten en empleados públicos. Su nuevo empleador no tiene, pues, que preocuparse de lidiar con los males de las bonificaciones y las exorbitantes remuneraciones. En los gloriosos tiempos de la especulación, los bancos de inversión fueron las estrellas pop de la Gran Bretaña, o los “amos del universo”, como se decía en los EEUU. Toda esa gloria dispensada a vulgares delincuentes se terminó. Para millones de pequeños propietarios de viviendas hipotecadas la estatización de los bancos viene, en cambio, como un destello de esperanza: porque el Estado británico, y particularmente el gobierno laborista, no puede permitirse un aldabonazo en la puerta de centenares de miles de hogares británicos para presentar una orden de ejecución hipotecaria.
Michael R. Krätke
Miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO, es profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
En un principio, los mandatarios de la City hacían lo posible para intentar salvar la relación. Según las encuestas, no por amor, sino por los costes que suponía el divorcio. Sin embargo, ahora la reducción de los beneficios se ha visto como una oportunidad para volver a negociar las condiciones de manutención de los hijos y la ex.
Desde que comenzó la crisis, las solicitudes para revisar los términosdel acuerdo de separación se han duplicado. Sandra Davis, una de las socias del gabinete Mishcon de Reya, que en la década de los 90 representó a la princesa Diana de Gales, entre otras célebres, asegura a Cotizalia que, aunque con la crisis se esperaba una avalancha de nuevas demandas, los tribunales están más saturados con las peticiones de revisiones de acuerdos antiguos.
Reclamaciones de las ex esposas
"Muchos han pagado durante años a sus ex esposas unas cantidades de dinero a las que ahora no pueden hacer frente debido a su nueva condición financiera. El nivel de vida al que ambos estaban acostumbrados ha cambiado y tienen que ser conscientes de que ha llegado la hora de apretarse el cinturón”, matiza.
Gran parte de este papeleo atañe a las solicitudes de revisión de condiciones de los divorcios que tuvieron lugar en 2007, año en el que más del 70% de los trabajadores de las entidades financieras percibió unos bonus que se ajustaban o incluso excedían sus previsiones.
Mark Harper, experto en derecho de familia de la respetada firma de abogados Withers, asegura que muchos de los litigios se sitúan ahora en este ámbito. Según el letrado, muchos banqueros divorciados con sueldos que se situaron en las 150.000 libras gracias a estas primas están tratando de modificar las condiciones antes de que el acuerdo se formalice mediante una orden judicial.
Julian Lipson, otro socio de Withers, explica que, con las orejas vistas al lobo, muchos trabajadores de la City encuentran ahora pocos motivos para trabajar duro, ya que con la reducción de las primas han encontrado una vía abierta para renegociar las dietas que tienen que pasar mensualmente a sus ex. En otras palabras, que son muy pocos los felizmente casados que no ven un aumento del bonus como una carga.
Aunque en 2007, las sonadas rupturas del multimillonario John Charman, apodado el “rey de los mercados de seguros de Londres”, o Alan Millerno vencieron la batalla legal para reducir la retribución acordada con sus mujeres, según las prestigiosas firmas de abogados de la City, ahora los magistrados tienen muy en cuenta la recesión de los mercados.
El primer caso donde se podrá comprobar si efectivamente hay un cambiode criterio será el de Bryan Myerson. El conocido inversor de la Milla Cuadrada ha recurrido a los tribunales para no pagar a su ex esposa el dinero estipulado en el acuerdo de divorcio firmado en febrero de2008.
En aquel momento, Myerson se comprometió a pagar a su compañera 9,5millones de libras a cambio de quedarse con la mayoría de las acciones del fondo de inversiones del que es propietario, Principle Capital Holding. A pesar de que los letrados recomendaron entonces a su cliente que ésta era la mejor opción, en sólo un año las acciones han pasado de valer 2,95 libras a sólo 27,5 peniques. Los abogados de su esposa han señalado que cuando se firmó el acuerdo la crisis era “totalmente previsible”.
La decisión del Tribunal se hará pública la semana que viene. Los analistas, brokers y gestores de fondos de la City londinense seguirán muy de cerca el fallo para saber si ellos también pueden renegociar sus condiciones o por el contrario les toca seguir pagando. Así es la cara menos romántica del credit crunch.
Este plan de reestructuración laboral planteado por RBS tendrá su mayor impacto en las oficinas que el banco mantiene en el Reino Unido. Además, el recorte planteado supondría la supresión del 20% de los trabajadores en plantilla que tiene el grupo en todo el mundo, que a finales de 2008 alcanzaba los 45.000 empleados.
El Consejero Delegado de la entidad británica, Stephem Hester, considera que esta medida servirá para "restaurar la fortaleza del banco lo antes posible". Para ello, el ejecutivo asume que "es necesario que recortemos costes, aunque el lo conlleve tomar decisiones difíciles en cuanto a la reducción de puestos de trabajo".
Sin embargo, los sindicatos ven los despidos como una medida "devastadora" y han criticado que miles de trabajadores vayan a pagar ahora por los errores cometidos "desde las altas esferas de la entidad".
A comienzos de año, RBS anunció que despediría a unos 2.700 trabajadores para 2009, pero en la última junta de accionistas celebrada el pasado viernes, el presidente del grupo bancario, Phillip Hampton, ya dejó caer que la cifra podría aumentar, como así ha sido al final.
El Estado aumenta su participación
Por otra parte, la entidad bancaria ha confirmado que el Estado británico ha elevado su participación en la entidad hasta el 70,3%, después de que los inversores hayan adquirido sólo el 0,7 por ciento de la última ampliación de capital con fondos del Estado efectuada.
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