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El imperio insostenible |
EE.UU. ha acudido al evento militar sistemáticamente como parte de su política exterior y el efecto ha sido que el Pentágono ya no apuntala el dólar. Al contrario, lo hunde. La cifra que nos da el Premio Nobel de Economía José Stiglitz es que la guerra en Iraq ha costado de tres a cinco billones, y consecuentemente contribuye a una hecatombe de corte financiero extraordinariamente grave, porque hay que entender que la hegemonía de los EE.UU. se sustenta en dos pilares: el dólar y el Pentágono.
El Pentágono ha sido sustento para el dólar, y ya no lo es. Ese es el conflicto central, reflejado en el hecho de que EE.UU. es una nación que ha sido concebida, sobre todo después de la Ley de la Reserva Federal de 1913, bajo el principio del endeudamiento. Bajo esa Ley el Congreso capituló a la Banca privada la emisión monetaria. Consecuentemente, la emisión monetaria se produjo a base de endeudamiento, que se ha venido transmitiendo por 96 años al resto del planeta por la vía de la maquinita de impresión. Esto es lo que se está acabando, ni más ni menos.
El Pentágono juega un papel central en esta situación por el enorme peso del gasto militar en el proceso de endeudamiento. En 2008, el endeudamiento, el servicio de la deuda en EE.UU., era de 500 000 millones de dólares. Este año, el endeudamiento es inusitado: un billón de dólares más. El peso total del endeudamiento de EE.UU., es decir el individual, familiar, empresarial y de todos los sectores del gobierno, es de 70 billones de dólares. Para 2010, el costo del servicio de la deuda para los EE.UU. será aproximadamente de tres billones de dólares, por eso cuando entra el nuevo gobierno, lo primero que hace es mandar a la señora Clinton a China, a decirles a los chinos, textualmente:
"Nuestro gobierno cuenta con que China va a seguir financiándonos".
El problema central es que es insostenible, y que, inevitablemente, como lo dijo el segundo a bordo en Alemania recientemente, después de esta crisis los EE.UU. dejan de ser superpotencia financiera. Ahora bien, esto afecta lo militar por dos razones. Primero, porque llega EE.UU. a una crisis sin precedentes, de una magnitud mayor que la de 1930, y además, simultáneamente llega con un enorme fracaso y hundimiento militar en Iraq, donde hay 1 300 000 muertos. Hay un hundimiento que tiene efectos muy graves, quizá más que lo que pasó en Vietnam. Allí ocurrió un hundimiento táctico, en el Oriente Medio ocurre uno estratégico porque está involucrado nada menos que el 60 % de la reserva de petróleo del planeta.
Siempre que EE.UU. tiene estos problemas, regresa a la América Latina para hacer una recomposición. Usar las palabras "patio trasero" para las relaciones de EE.UU. con América Latina pierde el sentido de lo vital que es la situación. América Latina por 200 años ha sido usada por EE.UU. como su reserva estratégica, su reserva mineral, su reserva de recursos y su reserva de mano de obra. Consecuentemente, en una situación de la magnitud actual, EE.UU. vuelve los ojos hacia el hemisferio Occidental lanzando los instrumentos militares.
Antes de entrar en este asunto quiero terminar de analizar el escenario global, que es sumamente complejo. Rusia tiene la capacidad para destruir a EE.UU. de una vez, es decir, sigue el empate nuclear. EE.UU. sufre un hundimiento serio en Iraq y aparentemente va a seguir en Afganistán. Hay una crisis que afecta uno de los ejes centrales para la proyección de poder militar y hegemónico de EE.UU.: la Organización del Tratado del Atlántico Norte. No habrá suficiente dinero para mantener la OTAN en funcionamiento. Esta quiere funcionar fuera de Europa, pero hay países europeos que se están hundiendo, como Polonia, Yugoslavia y otros muchos del Báltico. Simultáneamente, la gente está saliendo a las calles, las últimas manifestaciones en París no eran poca cosa, ni las de Grecia. De tal manera que no podrán usar a la OTAN para salir a flote cuando existe la posibilidad de que tenga que ser usada dentro de Europa para contener los efectos de esta crisis sobre la población. Tenemos entonces un potencial debilitamiento de la principal alianza de EE.UU., un empantanamiento en Afganistán e Iraq, y una situación financiera calamitosa. Eso hace un escenario sumamente interesante de deterioro hegemónico. Lo que salga de esta crisis será una ecuación internacional de poder muy distinta de la anterior.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica, violencia.
Es decir, íntimamente relacionados con los problemas de la emancipación y de la vida, lo cual amplía la problemática a que nos enfrentamos quienes hemos considerado que el modo de dominación y de acumulación capitalista produce efectos relacionados con la explotación de los trabajadores, de los pueblos.
Si bien este planteamiento original sigue siendo válido en medio de un proceso de luchas de clases y de luchas por la independencia, por la liberación cada vez más complicada debido a una serie de mediaciones, no hay duda de que la posibilidad de que desaparezca la vida en la tierra constituye un elemento más a considerar.
Este elemento no solo afecta a la inmensa mayoría de la humanidad sino a toda la humanidad, incluso a quienes se benefician de los privilegios que significa su dominio sobre el mundo actual y el tipo de acumulación que están buscando, al cual se refieren los economistas —como varias veces han hecho aquí (se refiere al XI Encuentro Internacional de Economistas Globalización y Problemas del Desarrollo, en el cual intervino con estas palabras)— al decir que la economía como ciencia tiene por objeto lograr la eficiencia de las empresas en la optimización, maximización de utilidades y en la disminución de riesgos.
Efectivamente, nos encontramos en una etapa histórica del capitalismo organizado que no conocían los clásicos, ni nuestros predecesores partidarios de reformas o revoluciones.
Un desarrollo tecnocientífico y de las llamadas ciencias de la complejidad, íntimamente vinculado a los problemas que la cibernética planteó a mediados del siglo XX y que se fueron desarrollando como sistemas autorregulados, adaptativos y complejos, capaces de adaptar sus objetivos y de corregir sus rumbos cuando estuvieran fallando.
Pero estas técnicas muy ligadas a la informática y a las ciencias de la comunicación y la información, se encuentran con límites que no pueden ser ignorados y de una manera u otra se llegan a hermanar con otro tipo de investigaciones que vienen más bien de la cosmología y de las ciencias biológicas, geológicas, en que aparecen sistemas sumamente complejos en el sentido de sus relaciones interactivas, en las que unos sectores interfieren en el desarrollo de otros.
Aquí, reaparecen los problemas de la historicidad, del nacimiento y la muerte de los sistemas, no solo en la historia del ser humano, sino en la historia de la vida y de la materia.
Lo paradójico y dramático de este extraordinario desarrollo de la inteligencia humana es que su aplicación tecnocientífica lo coloca en una irracionalidad sin precedentes, capaz de lograr muchos objetivos que tienen efectos secundarios no apreciados, como la posibilidad de una guerra.
Esta guerra fue prevista como una forma de la guerra fría para intimidar a la entonces potencia mundial que constituía la URSS, pero en realidad se convirtió en una situación que se sabe fuera de control y en la que otra vez aparecen lo irracional y lo absurdo, por ejemplo, cuando se ve que habiendo ya armas para destruir varias veces a la humanidad, se sigue invirtiendo en armamento.
El hecho es muy grave porque con la utilidad se invierte en armamento bajo la lógica de una política defensiva y actualmente se hace por razones de obsolescencia, porque se declaran obsoletas las armas anteriores cuando cada una de ellas, de por sí, es varias veces inferior a cada una de las que destruyeron Hiroshima y Nagasaki, y cuando en el mundo hay no una, sino varias potencias que disponen de armas atómicas que circulan por toda la Tierra y por todos los lugares, en formas que hacen difícil predecir o disminuir los riesgos.
Actualmente, se estudian las fases de transición al caos y, sin abusar de la metáfora, podemos decir que hay tendencias que anuncian, por ejemplo, la disminución de la gobernanza, —empleo términos de las ciencias políticas hegemónicas—, síntomas de que puede venir una situación equivalente a la caótica como es la sustitución de los estados nación por mafias sumamente poderosas y muy bien organizadas.
Este criterio no es resultado de una ideología ni de un estado de ánimo catastrofista.
Yo, por ejemplo, hice un estudio de mis propias predicciones y de los errores que había cometido en varios trabajos de simulación del futuro, y descubrí que tengo la tendencia a equivocarme más cuando soy optimista que cuando soy pesimista. Entonces, la idea no es hacer catarsis sin esperanza, al contrario, hay mucha esperanza y la tengo fundada en que podemos aún controlar este problema, antes que otros lo controlen para siempre.
No creo que se desconozcan las ventajas que la paz puede traer a la especie humana; pero muchos quieren mantener a toda costa la economía de mercado por las megaempresas y por un complejo organismo en el que se han articulado complejos militares, empresariales y políticos.
Hoy, tenemos algo inédito: un Presidente de origen afro en EE.UU. Siento que está rodeado por fuerzas que van a hacer muy difícil que logre los objetivos que se propone, aunque de todos modos pienso que hay ciertos elementos que podrían al menos atenuar la política que estuvo llevando esa nación a la locura.
En todo caso, la situación es muy fuerte.
Para saber qué pasa en el mundo, aparte de las revistas de pensamiento crítico, me gusta leer el Financial Time y el World Street Journal, muy conservadores, y en ellos he advertido una fuerte polémica entre los neoliberales que quieren conservar su fundamentalismo antiestatal y los keynesianos que quieren implantar en EE.UU. políticas parecidas a las keynesianas.
El problema es que todos están contra todos y de una manera muy enfática. Por ejemplo, recientemente, The New York Times publicó un artículo firmado por varios economistas en el que se alertaba al Presidente de no intervenir en las soluciones a la crisis, sino que los dejara a ellos resolver los problemas.
Economistas de muchas universidades firmaron.
Todas las críticas que se hacen unos a otros están signadas por la sinrazón.
Muchos de ellos se engañan por la presión que existe sobre la vida científica y cultural, porque es obvio que hay un conocimiento prohibido. Lucha de clases es una frase que hoy es para muchos prohibida.
Hay autoengaños sobre lo que pasa en el mundo, sobre lo que será, sobre las causas que lo determinarán, sobre las medidas a tomar, los efectos directos e indirectos… Hay la imposibilidad de que dentro de un sistema dominado por el afán de lucro y la acumulación de capitales, donde han aumentado las desigualdades hasta un grado sin precedentes, se resuelvan los problemas de la civilización, del progreso y del desarrollo.
El problema más serio de todos es que cuando el presidente Obama dice que va a mejorar las cosas, habla de la clase media, de los EE.UU… pero no puede hablar de los pobres de la Tierra, de los condenados, que son la inmensa mayoría de la humanidad, sobre los cuales pesa la amenaza no solo de seguir siendo pobres, sino de ser desechables y eliminables.
Si no se ha desatado una guerra internacional, sí parece existir lo que algunos llaman “la Cuarta Guerra Mundial contra los pobres de la Tierra”: la forma en que los despojan de sus alimentos, de sus pocos bienes, son cosas a las que estamos asistiendo como espectadores.
La obligación de cualquier hombre —no solo de izquierda, socialista o comunista— es decirse o preguntarse si esto es la verdad y si realmente tiene ganas de estudiarla, para saber si es posible el desarrollo de la humanidad mientras el capitalismo subsista.
Pablo González Casanova
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