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Pronostican estallido de la nueva burbuja |
En la última década se ha visto la formación de una serie de burbujas de activos que pasado un tiempo estallaron, con inevitables consecuencias: la de las acciones tecnológicas, la inmobiliaria, la del crédito y la de los commodities. Ahora podría ser el turno de los bonos de los Estados Unidos (de América).
La oferta de estos títulos viene creciendo a niveles récord para que el gobierno de ese país pueda pagar el voluminoso rescate de su economía, sostenida por una fuerte demanda, producto de la denominada “fuga a la calidad” de los inversores (“fly to quality”), que impactó negativamente en los rendimientos de los mismos.
Según Mauro Gini, de FDI (Financial Design Internacional), “los mercados internacionales ven cada vez con más preocupación el futuro de los bonos del Tesoro de Estados Unidos pues de existir algún problema sería absolutamente traumático”.
Los inversores institucionales domésticos y los extranjeros, entre ellos los bancos centrales de Asia, ya tienen miles de millones de dólares (estadounidenses) en deuda del gobierno de Estados Unidos y podrían sufrir enormes pérdidas de capital, llevándolos a vender ante el primer indicio de inconvenientes.
En su última edición, la revista especializada Barron's ha lanzado un contundente “Get out now!” ("¡Salgan ya!") a sus lectores, advirtiendo de notables pérdidas en sus posiciones, en caso de permanecer invertidos en renta fija soberana.
Si los bancos centrales extranjeros e individuos, que tienen más de la mitad de la deuda del gobierno estadounidense por u$s 5.8 billones, de acuerdo con los datos del Tesoro de Estados Unidos, repatriaran los fondos, el dólar (estadounidense) se derrumbaría.
Esta situación incrementaría aún más el riesgo de tener en cartera títulos estadounidenses, pues los inversores pierden cualquier beneficio cuando se pasan a sus propias monedas.
El miércoles de la última semana surgieron señales de una menor demanda de la deuda del gobierno estadounidense, cuando las cuentas extranjeras compraron menos de lo habitual en una colocación récord de u$s 30.000 millones en notas a tres años.
Nadie quiere comenzar una fuga y ver luego cómo sus tenencias pierden valor, pero también es cierto que nadie quiere ser el último en vender y sufrir las mayores pérdidas.
En este contexto, los inversores empiezan a preocuparse de que los precios de los títulos hayan subido muy rápido y las tasas hayan caído en forma abrupta en las últimas semanas (cabe recordar que cuando la demanda desborda a la oferta las adquisiciones impulsan sus precios y disminuyen la rentabilidad que se obtiene).
Si a este fenómeno se suma la amenaza deflacionaria que se cierne sobre la economía mundial, el resultado es esta fiebre por lo aparentemente seguro que amenaza ahora con mostrar su cara más oscura.
Pese a esta evidencia, muchos inversores aún no se han dado cuenta, pero el 2009 viene marcado en el calendario financiero internacional como el Año del Bono.
¿Porqué puede ser una burbuja?
“Es una burbuja porque, en el largo plazo, estos rendimientos bajos son insostenibles. En algún momento la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed, banco central) abandonará sus programas de liquidez de emergencia, y no hay forma de que estas tasas de interés sean sustentables”, opinó Dominic Konstam, jefe de Estrategia con Tasas de Interés de Credit Suisse.
"Tenemos una situación extraordinaria en la que un préstamo a 30 años para el gobierno de EUA paga un 3% y uno para el estado de Ohio paga el 5% libre de impuestos", dijo David Kotok, presidente de dinero Asesores de empresa de gestión de Cumberland en Vineland, New Jersey.
John Hussman, articulista de Barnon’s, concluyó que "con la rentabilidad del bono a 30 años por debajo del 2,5% y del 10 años cerca del 2%, es difícil de creer que los tenedores de los bonos no tengan en mente poder venderlos a un tercero antes de que los precios caigan".
Esta afirmación no es más que un eufemismo para describir una burbuja que podría conducir a pérdidas del 10% en el bono de 10 años y por encima del 20% en el de 30 años en un periodo muy corto de tiempo".
“Gente que ha perdido dinero en acciones, ahora le está prestando al gobierno de EUA a 30 años a un rendimiento de 3%. Estamos empezando a ver niveles muy bajos de rendimientos que, en última instancia, podrían perjudicar a los inversores”, comentó Rick Klingman, director gerente del BNP Paribas.
Esta visión es compartida por Byron Wien, antiguo estratega de Morgan Stanley, para quien las pérdidas podrían ser mucho mayores si se cumple una de sus 10 predicciones para el 2009: al cierre del año, la tasa del bono rondará el 4 por ciento.
Jim Rogers, uno de los ocho economistas a los cuales recurrió la revista (estadounidense) "Fortune" para sus "ocho predicciones realmente espantosas", también alertó sobre la formación "de la última burbuja que puedo identificar en Estados Unidos: los bonos del Tesoro".
David Rosenberg, economista en jefe para América del Norte de Merrill Lynch, que es desde hace mucho un optimista con respecto a los bonos, señaló que, “aunque el mercado ha ingresado en territorio sobrevaluado, es probable que esta condición persista ya que la Fed y los inversores individuales e institucionales emergen como compradores a gran escala, mientras los bancos centrales extranjeros se retiran”.
Según Rosenberg, “la demanda de bonos del Tesoro alcanza ya la fase de burbuja, como las acciones de las firmas tecnológicas en 2000 y los bienes raíces en 2006”.
Las causas y los efectos
Ben Bernanke, el presidente de la Fed está impulsando una política no convencional que los economistas académicos llaman "inconsistente en el tiempo", de mantener las tasas de interés en niveles extremadamente bajos por un período de tiempo largo.
El problema es que si la política monetaria funciona y la economía repunta, la Fed enfrentará presiones para "normalizar" las tasas y reducir la liquidez excesiva a fin de evitar una aceleración de la inflación.
El ajuste que se produciría sobre el mercado de crédito provocaría pérdidas masivas para cualquiera que haya comprado bonos a las tasas de hoy, muy bajas, de 2,25 por ciento.
Distintos analistas encuentran toda una larga serie de razones que hacen que se hace prácticamente imposible no creer que se vaya a tratar de una profecía de inevitable cumplimiento.
Yendo de lo genérico a lo específico, bastaría con que mejorara la propensión al riesgo de los inversores, lo que les llevaría a deshacer el camino andado y sustituir estos activos gubernamentales por otros menos seguros.
Si la economía de EUA recupera parte de su actividad a lo largo del ejercicio, modificando las expectativas sobre inflación y tasas de interés, las ventas podrían llegar en cascada al mercado de bonos.
Si, por el contrario, el entorno continuara siendo débil, “sería el exceso de oferta de papeles para financiar los planes públicos de ayuda los que se llevarían por delante los precios y harían subir las rentabilidades”, afirmó S. McCoy desde el medio español "Cotizalia".
Eso por no hablar de la necesidad de retornos más atractivos para captar dinero en un entorno de competencia por los recursos escasos (el ejemplo más contunden es el fracaso de la subasta del último miércoles en Alemania, desierta en una tercera parte ante la baja tasa ofertada)
El tema es analizado por el "Financial Times" (de Londres, Inglaterra, Reino Unido) la última semana, cuando considera que si el dólar (estadounidense) empieza a ser castigado ante el riesgo de cesación de pagos por parte de Estados Unidos, la amenaza de pérdida de valor de lo invertido traería inevitablemente de la mano una fuerte liquidación de posiciones.
Un espiral por demás peligroso
Sólo para este año se anticipa una emisión de deuda de u$s 2 billones. Cualquier éxodo que se produzca actualmente podría detonar ventas generalizadas.
"No importa quien venda primero, si son extranjeros o locales", dijo Andrew Busch, estratega cambiario global de BMO Capital Markets en Chicago. "Cuando uno venda, el dólar (estadounidense) bajará".
"Existe un riesgo significativo de una rápida pérdida de confianza en la deuda del gobierno de Estados Unidos, y que entonces todo el mundo salga corriendo a la puerta al mismo tiempo", dijo Sacha Tihanyi, estratega de cambios de Scotia Capital en Toronto (Canadá).
Hasta ahora, la compra de deuda estadounidense de parte de extranjeros ha sido considerada positiva para el dólar (estadounidense), dado que ayuda a financiar el déficit comercial estadounidense.
Los últimos datos del Tesoro, a octubre pasado, mostraron que los extranjeros adquirieron u$s 34.670 millones en bonos del Tesoro, un alza desde los u$s 20.740 millones en septiembre.
China y Japón, los dos mayores tenedores de valores del Tesoro de Estados Unidos, con u$s 652.900 millones y u$s 585.500 millones respectivamente, incrementaron sus tenencias en octubre.
Como los inversores primero tienen que comprar la moneda estadounidense para pagar los bonos, esas adquisiciones ayudaron a impulsar a la misma con una ganancia anual de 4.3% contra el euro en el 2008. Se trató del primer incremento desde el 2005, y puso fin a siete años de amplios declives del dólar estadounidense.
Posiblemente sea la próxima, seguramente no será la última
“Como el aprendiz de hechicero, el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, y su predecesor Alan Greenspan han desatado una serie de burbujas financieras cada vez mayores que no pueden controlar, explicó el articulista John Kemp.
La última reducción de tasas dispuesta por la Fed, junto con la promesa de mantenerlas así por un período extenso, y la amenaza de realizar masivas operaciones con bonos del Tesoro de largo plazo, generan el riesgo de producir la mayor burbuja de todas, esta vez, en la deuda pública de Estados Unidos.
Liderados por Bernanke y Greenspan, los funcionarios han sostenido que es muy difícil y subjetivo identificar las burbujas, y que no es el trabajo de la Fed adivinar las decisiones de asignación de activos de los inversores profesionales.
Incluso si las burbujas pudieran ser identificadas, sostienen, desinflarlas requeriría fuertes alzas de tasas que infligirían un daño generalizado en el resto de la economía.
Al convencer a los inversores de que las tasas de interés seguirán extremadamente bajas por un período largo, la Fed ha hecho que estén más dispuestos a prestar al Gobierno estadounidense por hasta 10 años, por un retorno muy pobre.
Pero hay dos riesgos. Primero, la masiva subida de precios de los bonos y la casi destrucción de los rendimientos se ha producido en el mercado secundario.
El mayor riesgo sería que la Fed esté engañando a los inversores, llevándolos a la mayor burbuja de todos los tiempos.
Rubén Ramallo

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Y es que el aumento de la salida de capitales y el progresivo deterioro de las reservas de divisas ha debilitado considerablemente el balance de su deuda. De hecho, las reservas se han desplomado 210.000 millones de dólares desde los máximos marcados a finales de julio de 2008, hasta los 386.500 millones de dólares.
Por otro lado, el anuncio que hizo el Banco Central de Rusia (CBR) el pasado 23 de enero, sobre que el periodo de devaluación controlada de la moneda se había terminado, podría reducir el atractivo de vender rublos y comprar divisa extranjera, explica Fitch. Sin embargo, para la agencia de calificación, la salida de capitales puede continuar si “las autoridades siguen adelante con sus políticas macroeconómicas inconsistentes y si permanece la falta de confianza en las previsiones financieras y en las instituciones del país”.
Además, “Fitch ha notado que la “dolarización” del sistema bancario sigue aumentando mientras que el rublo ha caído más después de que el CBR haya asegurado que de momento no iba a seguir dejando caer más su moneda.
Con ello, al regulador se le presenta todo un reto por delante: o seguir utilizando divisa extranjera para soportar el rublo -lo que debilitaría aún más su deuda soberana-, endurecer la liquidez doméstica -que afectaría a los bancos- o revisar su política monetaria -que incidiría negativamente a su credibilidad-.
Una de estas alternativas es acudir al debilitado mercado de deuda para conseguir refinanciación y ganar algo de tiempo tiempo. Este cambio de tendencia se debe a que la ley de bancarrota protege a las compañías con el fin de facilitar reorganización. Sin embargo, el profundo credit crunch que vive el sistema ha provocado un aumento abrupto del miedo al riesgo, con lo que encontrar financiación para llevar a cabo una restructuración de la compañía se hace demasiado cuesta arriba.
Como consecuencia, muchos empresarios se han lanzado a la caza desesperada de liquidez en vez de pensar en cambios estructurales para salir del atolladero.
Concretamente, las empresas estadounidenses buscan refinanciar 500.000 millones en bonos y más de 1 billón en préstamos bancarios.
Ante esta situación, S&P espera que “las recuperaciones post-impago sean muchas menos que si se hubiera llevado a cabo una reorganización” del negocio. Además, “a medida que aumentan los defaults, las recuperaciones se situarán por debajo de los patrones históricos”, concretamente, habrá un 10% menos de compañías que salgan adelante en comparación con crisis anteriores como la de 2000-2003 o la de 1990-1992.
Por otro lado, la agencia de calificación ha incidido en que nos encontramos ante la peor situación económica de los últimos 60 años.
De hecho, S&P ha registrado el mayor número de compañías con rating B de la historia.
800 empresas que suponen un tercio de todas las calificaciones corporativas. A esto hay que sumar que “actualmente tenemos más de 180 compañías con rating B-, o incluso por perspectiva negativa”, explica en su informe la firma.
Una situación que en Europa no es mucho mejor.
Según un estudio publicado por Moody´s el mes pasado, el número empresas que no puedan asumir sus deudas crecerá un 15,1% en 2009 –un 50% más que en 2008-, con lo que una de cada seis compañías incurrirá en impagos a lo largo de este año.
En cuanto a los sectores más calientes según S&P, destacan los medios de comunicación, entretenimiento y editoriales, entre los que más de 80 compañías vieron rebajados sus ratings en EEUU. Les siguen el sector hotelero y del ocio, transportes y minoristas y restaurantes.
Los bancos de todo el mundo han recortado de forma drástica las compensaciones tras las provisiones por valor de 1.000 millones de dólares (776 millones de euros) de créditos incobrables y activos tóxicos por parte de la industria –cerca de un tercio de las cuales están vinculadas a instituciones europeas–.
También se enfrentan a una populista reacción violenta contra una oleada de rescates estatales en el sector financiero de varios miles de millones de dólares que ha afectado incluso a compañías, como Deutsche y Barclays, que no han accedido al dinero del gobierno.
Sus rivales de EEUU redujeron los bonus una media del 44% el año pasado, según las estimaciones del estado de Nueva York. Goldman Sachs, el mayor banco de inversión, recortó su fondo para pagos un 46% y Morgan Stanley un 26%.
Pero no hay indicios de que el control político amaine. El presidente Barack Obama declaró la semana pasada que era “vergonzoso” que los ejecutivos de la banca reclamasen miles de millones de dólares en bonus cuando varios consejeros delegados de Wall Street van a ser interrogados la semana que viene por un comité del congreso.
“Nadie está contento con sus primas, pero no supone una gran sorpresa”, aseguró Harper. Con decenas de miles de empleados de banca ya en paro, no quedaban muchos empleos a los que la gente pudiera optar para efectuar un cambio, y los bancos podían actuar de forma más agresiva con respecto al grado de reducción que aplicasen sobre las compensaciones, explicó.
Deutsche declinó confirmar los informes que aseguraban que los bonus para los banqueros de inversión caerían un 60%. Fuentes familiarizadas con el banco señalaron que el dato “no era un indicativo preciso” pero reconocieron que las primas se reducirían de forma significativa.
La compensación total acumulada hasta finales de septiembre, incluidos salarios y bonus, era un 38% inferior a la de 2007 para la plantilla de los negocios de banca de inversión de Deutsche, y el más bajo desde, al menos, 2003.
El personal de mayor rango del banco, incluido Josef Ackermann, el consejero delegado, y Anshu Jain, responsable de mercados globales, fueron de los primeros banqueros en anunciar el año pasado que renunciarían a cualquier pago de bonus en 2008.
Deutsche ya ha revelado pérdidas por valor de 4.800 millones de euros en el último trimestre de 2008, y unas pérdidas netas anuales de 3.900 millones de euros. Se espera que anuncie sus resultados para todo el año el jueves.
Credit Suisse comunicó en diciembre que los bonus se reducirían sensiblemente. Las expectativas apuntan a cerca de un 50%. Su rival suizo, UBS, reveló que recortaría las primas un 80% después de las presiones recibidas por parte del gobierno del país, que ayudó a UBS a lidiar con los activos tóxicos en sus balances. Se espera que los dos bancos anuncien beneficios la próxima semana.
Los banqueros de inversión de Dresdner Kleinworth también han sido avisados de que Commerzbank, que adquirió Dresdner Bank en enero, está revisando su promesa de un bonus de al menos 400 millones de euros. Éste se había reservado el pasado mes de agosto como una recompensa para la plantilla de Dresdner Kleinworth por sus rendimientos y permanencia, ante las especulaciones sobre la próxima venta del banco.
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