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La crisis acorrala a los Gobiernos |
La crisis que azota sin tregua la economía mundial está alentando protestas sociales en toda Europa, desde Reikiavik hasta Sofía. Y los políticos empiezan a temblar. Las turbulencias financieras ya se han llevado por delante a los Gobiernos de Bélgica e Islandia, y empiezan a pasar la factura de la inestabilidad a otros países europeos, como Francia y Reino Unido, y especialmente al antiguo bloque comunista, donde se han visto algunas de las mayores movilizaciones de los últimos 20 años.
El desastre económico, que provoca una constante subida del paro y un deterioro de las condiciones de trabajo; la frustración de parte de la opinión pública, y la pérdida de confianza en los políticos alimentan las protestas, según los expertos. "La situación es preocupante y puede empeorar en los próximos meses", ha advertido el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. La crisis amenaza con provocar protestas "casi en todas partes", ha añadido. Entre los países más vulnerables, dos de la UE: Letonia y Hungría.
Las economías de Europa occidental no están al margen.
Se han registrado manifestaciones en Francia, con una huelga general la semana pasada, y protestas en Reino Unido, donde trabajadores de una veintena de plantas energéticas han exigido que no se contrate a extranjeros. Otros países como España, con el récord de paro de la Unión, e Irlanda, con las cuentas públicas destrozadas que pueden llevar el déficit al 13%, se enfrentan a serios desafíos políticos. Alemania, la mayor economía europea, sufre la peor recesión desde la II Guerra Mundial.
Hungría, Bulgaria, Grecia, Letonia, Lituania... han registrado protestas más o menos violentas. Los analistas explican que se trata de problemas internos que se agravan con la crisis económica internacional. "Cada país afronta una situación nacional diferente y no veo en el horizonte una gran catástrofe en términos políticos en Europa", afirma Jacek Kucharczyk, subdirector del Instituto de Asuntos Públicos de Varsovia. Pero si algo ha quedado claro en la reunión del Foro Económico Mundial, que ayer se clausuró en Davos (Suiza), es que la crisis amenaza con generar reacciones sociales violentas en todo el mundo y un resurgimiento del proteccionismo y el nacionalismo.
Evitar que se extienda el clima de revueltas populares y manifestaciones de protesta será uno de los principales objetivos de la cumbre de jefes de Estado o de Gobierno de la UE que se celebrará en marzo. "Lo que hemos hecho hasta ahora no es suficiente para recuperar la estabilidad del sistema financiero", señala una fuente comunitaria. "Los bancos siguen sin querer dar información y aún no sabemos los activos tóxicos que tienen", añade. En su opinión, "lo que está en juego no es una recesión del 2%, sino del 15% o 20%". "Los economistas no se atreven a decir hasta dónde llegará el caos", apostilla.
La mayor angustia deriva de la incesante cadena de anuncios de cierres patronales y expedientes de regulación de empleo que han elevado el número de parados en la UE hasta los 17,4 millones, 1,6 millones más que hace un año. Poul Nyrup Rasmussen, presidente del Partido de los Socialistas Europeos, ha manifestado: "Europa debería tomar nuevas y excepcionales medidas para evitar la pérdida de 3,5 millones de empleos previstos para este año". "La UE", añadió, "no puede permanecer pasiva y aceptar que el desempleo aumenta año tras año". La Organización Internacional del Trabajo ha pronosticado la pérdida de 51 millones de empleos en todo el mundo.
Las turbulencias económicas han dejado ya víctimas. El primer ministro belga, Yves Leterme, fue el primero en caer a consecuencia de la crisis de Fortis, el principal banco de su país. Su dimisión, el pasado 19 de diciembre, no se relacionó tanto con la crisis financiera, sino con la propia inestabilidad que ha marcado la vida política del país por la falta de entendimiento entre flamencos y valones. Pero Leterme tuvo que tirar la toalla ante las acusaciones de que su equipo había presionado a los jueces para que no paralizaran la venta de Fortis al grupo francés BNP, como pedían los pequeños accionistas.
El otro caído de la crisis ha sido el Gobierno islandés del conservador Geir H. Haarde, que no pudo resistir la presión ciudadana por el hundimiento de los bancos y la economía de su país, que este año caerá el 9,7%. Haarde presentó su dimisión hace una semana, acorralado por las protestas, algunas con lanzamientos de huevos. La resaca de la crisis podría llevar al país a ingresar a la Unión Europea. La incorporación podría producirse en 2011.
Reino Unido es, sin embargo, el más golpeado por la crisis, con unas previsiones de reducción de la actividad para este año del 2,8%, de las peores de la Unión. El primer ministro, Gordon Brown, que había recuperado popularidad el pasado otoño al haber liderado las medidas para salvar la banca de su país y la europea, ha vuelto a caer en desgracia al descubrirse nuevos descalabros bancarios. El sondeo de YouGov, publicado por Daily Telegraph, le daba siete puntos por debajo del líder conservador, David Cameron, en materia de competencia económica, cuando en otoño contaba con siete puntos de ventaja.
Las últimas medidas del Gobierno británico para salvar la industria del automóvil, especialmente la garantía de préstamos por valor de 2.500 millones de euros, han sido acogidas con absoluta frialdad por los ciudadanos. En general, las masivas ayudas a la banca con dinero público han creado un creciente malestar entre la población al comprobar que ni se recuperaba la economía ni el empleo, sino que se daba el dinero a los banqueros, los auténticos culpables de la crisis.
Francia vivió el pasado jueves una jornada con importantes manifestaciones, en las que participaron 2,5 millones de trabajadores, según los sindicatos, que la policía rebajó a un millón. La huelga general sólo tuvo un seguimiento significativo en el sector público y los transportes cumplieron los servicios mínimos. Aunque la impresión general es que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, aguantó este primer tirón, también es cierto que la masiva protesta ha paralizado por el momento las reformas previstas por el Gobierno que rechazaban los trabajadores. Sarkozy dio a entender que había captado el mensaje y ofreció abrir conversaciones con sindicatos y empresarios.
Pero donde se han registrado las protestas más virulentas y las movilizaciones más masivas desde diciembre ha sido en Grecia. Un país, que aunque este año crecerá ligeramente, sufre una sangría endémica de sus recursos económicos y una gran desigualdad. Los 80 armadores más ricos poseen un patrimonio equivalente a todo el producto interior bruto del país. Desde hace casi dos semanas, Grecia sufre una amplia protesta de los agricultores, que mantienen bloqueadas las autopistas y pasos fronterizos con Bulgaria. El Gobierno se encuentra entre la espada y la pared.
"Lo que estamos viendo en Grecia no está lejos desgraciadamente de lo que puede ocurrir en Francia", ha advertido el ex primer ministro socialista francés Laurent Fabius. En Francia y en cualquier otro país. El drama de la crisis griega es que no es un asunto coyuntural, sino que afecta a la estructura productiva y desigual distribución de la riqueza. Las protestas son un toque de alarma para toda Europa.
En Europa central y del este, el peligro de revueltas es potencialmente mayor. En Letonia, una manifestación con más de 10.000 personas -una de las más concurridas desde finales de los años ochenta- desembocó en fuertes disturbios en el centro de Riga. Ese día, una protesta de 7.000 personas en Lituania acabó también con cargas policiales. Hubo 20 heridos. Manifestaciones más pequeñas han surgido también en Bulgaria, República Checa y Hungría. "No hay un perfil homogéneo de los que protestan, aunque les une su negativa a ser politizados", dice Vessela Tcherneva, analista del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores en la oficina de Sofía. "En Bulgaria, por ejemplo, los ciudadanos no tienen confianza en los políticos y la situación es muy tensa", añade.
En muchos de estos países, que siguen luchando por combatir sus elevados déficit públicos y sus abultadas deudas externas, no hay gran margen para elevar el gasto o las inversiones y contrarrestar los efectos de la crisis. En estas circunstancias, algunos Gobiernos toman medidas impopulares, lo que genera más malestar entre los ciudadanos.
Además, se trata de Gobiernos más débiles e inestables en jóvenes democracias que surgieron tras la caída del comunismo. Y en algunos, como Rumania y Bulgaria, está muy presente la corrupción. "Estos países son más vulnerables, porque están menos desarrollados que los más occidentales. En general, tienen menos confianza en la capacidad de las élites políticas para resolver las crisis. Sus economías dependen fuertemente de la inversión extranjera, que está desplomándose", explica Jiri Pehe, director de la Universidad de Nueva York en Praga.
Incluso en países como República Checa, que parece sortear mejor que sus vecinos la crisis, puede haber cambios. "La situación política es muy inestable y el Gobierno checo es bastante débil. En caso de una gran crisis, probablemente se convocarían elecciones anticipadas", afirma Petr Drulak, director del Instituto de Relaciones Internacionales de Praga.
En Letonia, la situación parece al límite. El índice de aprobación del Gobierno es del 10%, el peor de la UE y de la historia poscomunista de la república ex soviética. De momento aguanta, pero la incertidumbre política se extiende por Europa central y del este. Los recién elegidos equipos de Gobierno de Rumania y Lituania puede que se salven, pero el Ejecutivo húngaro se enfrenta a unos comicios generales en 2010.
"Hungría no ha tenido el fuerte crecimiento de otros países de la zona y arrastra un elevado déficit público; el Gobierno es muy impopular, pero no creo que las protestas vayan a más", afirma Sandor Richter, experto del Instituto de Estudios Económicos Internacionales de Viena. Desde la capital búlgara, Vessela Tcherneva añade: "No creo que haya un cambio de Gobierno, porque la gente piensa que da igual".
Puntos calientes
- Francia. Cientos de miles de manifestantes salieron a la calle la semana pasada para protestar contra la gestión del Gobierno de la crisis. Hubo una huelga general.
- Reino Unido. Protestas de miles de trabajadores de refinerías del país para exigir que no se emplee mano de obra extranjera.
- Grecia. Tras los fuertes disturbios registrados en diciembre, los agricultores realizaron en enero cortes de carreteras contra la bajada de precios de sus productos.
- Bulgaria. Manifestaciones el mes pasado para pedir al Gobierno reformas económicas y sociales. A principios de enero también hubo disturbios durante unas protestas contra la corrupción.
- Letonia. Manifestación a la que asistieron 10.000 personas el 16 de enero contra la política económica del Gobierno (prevé recortes de salarios), una de las mayores movilizaciones en 20 años. La jornada acabó con violentos disturbios.
- Lituania. También el 16 de enero, la policía se enfrentó a un grupo de manifestantes que lanzó piedras contra el Parlamento para protestar por la decisión del Gobierno de recortar el gasto social. Hubo 20 heridos y 80 detenidos, según la policía.
NOTA: Esta seudo-noticia es de ElPais.com por lo que es la vision reaccionaria del problema social, como si el protestar por la situacion laboral fuese un problema en vez de ser la perdida del empleo y por tanto del medio de subsistencia el verdadero problema, es por tanto la vision fascista capitalista del sistema, en concreto, la de los sociatas que lo rigen en estos momentos.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
En Letonia, cerca de 20.000 personas se manifestaron el 16 de enero contra los recortes de salarios previstos en las medidas económicas del gobierno, una de las mayores movilizaciones en 20 años que acabó con violentos disturbios. Ese mismo día en Lituania la policía cargó contra los manifestantes que lanzaban piedras contra el Parlamento por el recorte d el gasto social, hiriendo a 20 personas y deteniendo a 80.
Por todas partes empieza a aflorar un grave descontento ante la situación real y la certeza de la incapacidad de los gobiernos para dar otra solución que no sea trasvasar dinero público a las grandes corporaciones bancarias. A medida que se agudice la crisis, se producirán más protestas.
Pero lo que resulta significativo es que los capitalistas y sus empleados políticos se preocupen de los “disturbios”, y no de las condiciones de miseria, paro y sobreexplotación que están en su origen. Para ellos el problema no es que haya hambre, sino que los hambrientos se rebelen.
Cierto que no todas las protestas tienen un sentido progresivo. Azuzados por la competencia entre asalariados (tal y como preveía certeramente Marx), en el Reino Unido miles de trabajadores de refinerías han protestado para exigir que no se emplee mano de obra extranjera. Cuando no ven a sus verdaderos enemigos, los obreros van a enfrentarse a otros obreros en una espiral que sólo conviene a los patronos y a la reacción.
Pero los “disturbios” que sí que temen los capitalistas son aquellos que puedan desbordar su “democrático” sistema de contención. Los que tengan posibilidad de pasar de la revuelta a trastocar todo el sistema de propiedad. Para evitar ese “problema” (es decir, esa solución a la crisis capitalista), refuerzan su política de represión y criminalización de la disidencia y azuzan aún más su política de dominación desde los grandes medios de comunicación de masas.
Para los comunistas el “problema”, especialmente en economías coloniales dependientes, muchísimo más zarandeadas aún por la depresión económica, radica en que cada vez más familias de trabajadores se encuentran en una situación desesperada. Que en muchos casos sólo se pueda hacer una comida al día. Que se esté incrementando el número de niños que van al colegio sin desayunar. O que se intente echar la culpa de todo eso a la miseria de dinero público para atender a un puñado de niños inmigrantes pobres.
El “problema” no es que haya disturbios. El verdadero problema es que hace falta una revolución.
Teodoro Santana
"Si no se toman decisiones de esta naturaleza, con la gravedad de la crisis que se encuentra delante de nosotros, la gente se sublevará y tendrá razón", advirtió el mandatario galo durante una entrevista televisada para responder a las inquietudes de los franceses frente a la crisis.
Asimismo, se planteó la necesidad de revisar el sistema de hedge funds, la remuneración de los directivos en las instituciones financieras y los paraísos fiscales.
"Queremos resultados", añadió tras avisar de que habrá que "plantear una serie de cuestiones" a países como Andorra, Mónaco y Luxemburgo.
"Una voluntad de cambio"
También confió en que el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, manifieste una "voluntad de cambio" y lidere el cambio. "EEUU son la primera potencia del mundo, pero con los problemas de hoy no van a venir a decirnos que todo va a continuar como antes. No es posible. La gravedad de la crisis debe llevarnos a cambiar profundamente nuestro comportamiento y nuestros métodos de acción", sentenció el presidente francés.
De paso, anunció que Obama visitará Francia a principios de abril pero no aclaró si será en el marco de los actos del 60 Aniversario de la Alianza Atlántica que tendrán lugar en Estrasburgo o si también visitará París.
El mandatario galo volvió a arremeter contra el sistema europeo que requiere la unanimidad para rebajar el IVA. "El sistema europeo no es el bueno", dijo, y reclamó un IVA reducido para los productos ecológicos, ámbito en el que dijo contar con el apoyo del ministro de Finanzas alemán.
Nuevas medidas en Francia
Sarkozy anunció también que en 2010 se suprimirá la tasa profesional para evitar deslocalizaciones y mantener la industria en Francia. El jefe del Estado galo admitió que es "normal" que los franceses estén preocupados porque la actual crisis es la peor vivida en un siglo y golpea "a todos los países a la vez y sin excepción".
No obstante, defendió la ayuda que el Estado ha destinado a salvar a los bancos porque no le ha costado "un céntimo de euro" a los contribuyentes y los intereses de los préstamos que volverán a las arcas del Estado, que evaluó en 1.400 millones de euros, se invertirán en medidas sociales.
Como en otras ocasiones, Sarkozy advirtió de que se continuará adelante con las reformas porque es la única manera de que Francia salga "más reforzada" de la crisis.
Una huelga general
La intervención de Sarkozy se produce justo una semana después de la gran movilización sindical que llevó a las calles francesas a más de un millón de personas para protestar por la gestión gubernamental de la crisis económica desatada hace ahora cuatro meses, una manifestación que fue bien vista por casi siete de cada diez franceses.
Sarkozy consideró entonces "legítimas" las preocupaciones expresadas por los ciudadanos pero dejó claro que no alteraría el ritmo de las reformas, por lo que su presencia en las pantallas televisivas se interpreta más como un ejercicio de pedagogía sobre las medidas adoptadas hasta ahora para hacer frente a la crisis que como una cesión a la presión sindical.
Baja su popularidad
El presidente galo sufre igualmente un duro castigo en su nivel de popularidad, que ha caído entre cinco y seis puntos en el último mes, especialmente entre los sectores más castigados por el deterioro de la economía. Más de la mitad de sus conciudadanos, el 55%, dice no confiar en él para afrontar los problemas del país.
En un contexto internacional muy degradado y con una situación nacional que se deteriora paulatinamente, muchos analistas dudan que los efectos del plan de relanzamiento económico por valor de 26.000 millones de euros se noten este año. Las últimas cifras del paro (217.000 desempleados más en 2008 que un año antes) y la continua revisión a la baja de las previsiones de crecimiento no hacen sino alimentar las hipótesis más pesimistas.
Nota de Kaos. Laboral y Economía
Existe una creciente preocupación en los medios del capital y sus representantes políticos sobre la posible respuesta social que pueda generar la aguda crisis del capitalismo en que estamos sumidos.
En Francia, el país europeo donde los niveles de movilización y organización de la clase trabajadora muestran un nivel superior, crece la impopularidad de Sarkozy y su política.
La reciente huelga general francesa aparece como premonitoria de lo que puede llegar a suceder a una escala más amplia a medida que la depresión se profundice y sus consecuencias alcancen con toda su virulencia a la clase trabajadora, mientras los gobiernos intentan relanzar la economía –entiéndase la tasa de ganancia del capital- con medidas al gusto del capital (subvenciones multimillonarias a bancas y multinacionales con endeudamiento público masivo, despidos masivos, aumento de la precariedad laboral y social, recortes de derechos sociales y laborales…).
Esa y no otra política es la que se resolverán en la reunión del G-20. Y es que el corsé de la “izquierda” cómplice, ya sea sindical o política, puede no ser suficiente para impedir que el descontento social se generalice.
No en vano, en palabras del propio presidente francés, “la actual crisis es la peor vivida en un siglo y golpea a todos los países a la vez y sin excepción”.
"No oculto el temor de que a partir de las dificultades actuales muchos países pierdan la voluntad democrática y tomen el camino tentador y fácil del capitalismo autoritario: crecimiento sin libertad. El modelo es seductor pero es falso", alertó.
Este sistema ya fue conocido en América Latina durante la Guerra fría (1945-1990) con duras facturas sociales, dijo.
"El desarrollo fue ficticio, la fachada perecedera y la libertad postergada", advirtió el autor de "La Silla del Águila" (2003).
El Premio Cervantes de Literatura 1987 consideró que es momento para que el mundo demuestre que puede sortear esta crisis sin inmolar una democracia ganada a pulso con la voluntad y a veces el sacrificio de muchos ciudadanos.
El autor de una vasta obra que incluye novela, cuento, teatro y ensayo, recordó que la crisis presenta a todos una carta de obligaciones y derechos basada en la realidad.
"La crisis es global, nadie se escapa de ella, requiere cooperación internacional, pero también y sobre todo precisa acción interna", destacó desde la tribuna parlamentaria.
Al respecto, el ex diplomático mexicano afirmó que su país necesita de un nuevo contrato social "que no se diluya en proyectos parciales, sino que mire al conjunto", un proyecto que comprometa a todos.
Recordó que con la crisis internacional fueron vulnerados tres capítulos del ingreso de México petróleo, turismo y remesas.
"Nos vemos obligados a renovar prioridades y a fortalecer propósitos en México. Hacerlo ahora dentro del marco de la democracia", agregó.
Sin embargo, pidió rechazar un escenario fatal de un desempleo sin salida destinado a esconderse en las callejuelas del crimen y la violencia.
"Destapemos de una vez el boom creativo de un proyecto de empleo, que atiende los terribles retrasos de nuestro país, a partir de dos extremos: por un lado apoyo a las Pymes y, por el otro, a comunidades indígenas", enfatizó.
Propuso que el centro de dicho programa debe ser la renovación de la infraestructura, caminos, carreteras, presas, urbanismos, puertos, energía eléctrica, salud, educación, es decir, subrayó, "romper la fatalidad que en medio de los progresos alcanzados siempre condenan a muchísimos mexicanos a vivir en la pobreza".
Posteriormente, en rueda de prensa Carlos Fuentes se mostró despreocupado por no obtener el Premio Nobel de Literatura, del que muchas veces ha sido mencionado como posible ganador, pues recordó que tampoco lo recibieron los escritores rusos León Tolstoy y Antón Chéjov, ni al checo Franz Kafka.
Si ellos no lo recibieron "por qué me lo iban a dar a mi", manifestó.
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