«« | »» |
Inglaterra prevé contracción PIB del 4% |
El panorama económico de Inglaterra no puede ser más negativo. El Banco de Inglaterra acaba de recortar a la baja sus previsiones de crecimiento económico y de inflación. Las últimas previsiones -revisadas a la baja frente a las realizadas en noviembre- apuntan hacia una contracción de la economía del 4% a finales del primer trimestrede 2009, mientras que la inflación se situará en torno al 0,5% a finales del próximo año.
En su informe trimestral sobre la inflación, la autoridad monetaria señala que la inflación caerá previsiblemente "muy por debajo" del 2% a medio y largo plazo, y permanecerá por debajo de este porcentaje durante 2011, en medio de un fuerte deterioro económico.
Respecto a los tipos de interés, en el nivel más bajo de su historia tras el último recorte el 5 de febrero, el Banco de Inglaterra ha dicho que las rebajas realizadas hasta ahora podrían no ser suficientes para estimular la economía, por lo que podría verse obligado a inyectar capital en los mercados para alcanzar sus objetivos inflacionistas. Asimismo, podría recurrir a la compra de deuda estatal y activos de empresas privadas para impulsar el crecimiento económico.
Las previsiones del Banco de Inglaterra se han hecho en base a las expectativas del mercado sobre una rebaja de los tipos de interés del actual 1% al 0,7% en el tercer trimestre.
Inglaterra se enfrenta a la peor recesión entre los países que conforman en Grupo de los Siete, según las previsiones del FMI. El crecimiento económico mundial se ralentizará hasta el 0,5% este año, el peor dato desde la Segunda Guerra Mundial.
Durante la presentación de este informe, el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, reconoció que la economía británica está en una profunda recesión, y que la duración e intensidad de la misma dependen en bastante medida de lo que suceda en el resto del mundo.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
Se zascandileó alegremente con la especulación a escala planetaria con derivados hipotecarios y se entró en la operación de toma de control del banco holandés ABN-Amor.
Las consecuencias no son menos destructivas que las que tuvo que arrostrar Barcalys, otra estrella extinta en el firmamento bancario: sólo en el mes de enero ha perdido cerca del 70% de su valor en bolsa, regresando a los niveles de 1985.
Amarga pero no menos cierta verdad: el grávido paquete de rescate estatal que por valor de 37 mil millones de libras esterlinas se puso por obra el pasado octubre se ha evaporado sin apenas efectos.
El gobierno de Brown suelta ahora 500 mil millones más, Y eso en circunstancias que no pueden ser más desgraciadas: la economía británica viene encogiéndose a un ritmo acelerado desde hace seis meses, el desempleo se dispara, los trabajadores inmigrantes polacos abandonan por millares el país.
Cuando estallan huelgas salvajes –ya sea en una refinería en Lindsey, en la Inglaterra septentrional, o en la central atómica de Sellafield—, se pone proa a los trabajadores inmigrantes de la Europa del Este, de Portugal y de Italia.
Las gentes apuntan expresamente al primer ministro Brown y al slogan que él mismo acuño en el Congreso del Partido Laborista en 2007:
“Puestos de trabajo británicos para trabajadores británicos”.
Precisamente esta consigna es la que aparecía esta semana en las pancartas levantadas en centenares de puestos huelguísticos en la Isla, que no sin razón creen estar librando una batalla social poco menos que a vida o muerte.
Asegurar los títulos tóxicos
En las pasadas décadas, han desaparecido en Gran Bretaña demasiadas industrias, viejas y nuevas, para ser reemplazadas por unos “servicios financieros” que apenas quiere nadie ya.
De manera que un sector financiero sobredimensionado arrastra consigo al país entero al abismo. Para la Isla, es la peor recesión desde 1990, y puede llegar a ser peor.
Único alivio: la inflación pierde mordiente, caen los precios de inmuebles, alimentos, gasolina y gas.
El paquete que han pergeñado ahora Brown y su ministro de finanzas, Darling, se funda en una aseguración.
No se fundará ningún “banco malo” (bad bank) que se limite simplemente a comprar títulos tóxicos y a atesorarlos a costa del contribuyente.
En cambio, el Estado quiere poner en práctica un seguro de morosidad.
Eso significa que, a cambio de unos honorarios no despreciables –pagaderos en efectivo o en acciones—, el Estado británico asegurará un máximo del 90% de las pérdidas.
Quien se acoja a esa ayuda, tendrá que comprometerse a reabrir el grifo del crédito.
Gordon Brown juega aquí con mucho riesgo: el valor de los títulos basura en las carteras de los bancos británicos se estima en más de 200 mil millones de libras esterlinas; el valor real no lo sabe nadie.
Lo que inquieta a los caballeros de la City es la redonda negativa del gobierno a hacer públicos los detalles de su plan de rescate antes de fines de febrero.
Eso tiene en parte motivaciones técnicas, pero también razones políticas. Gordon Brown tiene quiere evitar dar la impresión de entregar bajo mesa dinero a los quebrados.
Esta vez, quiere, tiene que ver contrapartidas de unos bancos que, hasta ahora, y a pesar del continuo apoyo público recibido, no han hecho sino esperar sentados sobre su dinero y sobre sus créditos tóxicos, remisos al mercado de dinero.
De aquí que cada vez se haga oír más, y más articuladamente, la exigencia de que el Estado actúe allí donde los bancos o fracasan o se niegan a colaborar.
Cachivaches ideológicos
Es urgente, dice John McFall, presidente de la comisión presupuestaria de la Cámara Baja: un banco como el Royal Bank of Scottland, en el que el gobierno posee ya participaciones públicas de entre el 58% y el 70%, ha de ser estatalizado completamente, como se hizo con el Lloyds Baring Group, en el que el Estado actúa ya con un 43% de participación.
En tal caso, según McFall, habría posibilidades de proceder a la limpieza del estercolero en que los han convertido, tan arrogante como incompetentemente, los honorables hombres de negocios privados.
Nada nuevo bajo el sol: sin un Estado fuerte, sin un sistema bancario estatalmente organizado y estatalmente controlado, es manifiesto que el buen y viejo orden capitalista no puede funcionar.
A todo eso, los Tories no se cansan de levantar el amedrentante espectro de la bancarrota del Estado y de repetir, al estilo de los “expertos económicos” alemanes el uno por uno del famoso pacto de estabilidad de la Unión Europea.
En efecto, es previsible que el nuevo endeudamiento británico represente a fines de 2009 entre el 8% y el 9% del PIB y que al Estado británico la deuda le salga más cara, porque los intereses de los empréstitos públicos a diez años tendrían que subir del 3,3% al 3,5%.
El diferencial de intereses con, por ejemplo, los empréstitos públicos alemanes crece rápidamente: ya ahora es de más de medio punto porcentual.
Pero la Gran Bretaña no está todavía, ni por mucho, en bancarrota, aun si el ficticio “patrimonio popular” se visto drásticamente reducido gracias a la caída de los precios inmobiliarios y al desplome de los valores en la bolsa.
Mientras que hasta los cruzados neoliberales de la Comisión Europea se han percatado ya, en plena crisis económica planetaria, de que las normas del Tratado de Maastricht son poco más que cachivaches ideológicos, los conservadores de todos los partidos se revelan como auténticos rehenes de sus marchitos dogmas: el endeudamiento público es malo y dañino, independientemente de la forma que cobre y del propósito al que sirva.
La mentira del “lastre para las próximas generaciones” se repite una y otra vez.
Preguntas críticas de la Reina
No ofrece duda: el hiperactivismo del primer ministro británico tiene mucho que ver con la política, y mucho más todavía con el miedo a la cólera del electorado.
Brown era un reconocido neoliberal.
Por activa y por pasiva, durante años, no se ha cansado de repetir que la dinámica cíclica de auge económico y crisis se había acabado, haciendo votos por una “regulación ligera”.
Permitió el crecimiento metastásico de la “industria financiera” y el hundimiento de la industria británica.
Hasta hace dos años, cuando todavía se celebraban en Londres las tasas de crecimiento más elevadas de la Unión Europea, la cosa parecía ir bien..
¿Por qué nadie vio venir el desastre?
...pregunta ahora hasta la Reina.
Gordon Brown, cabizbajo, repone que él no podía ni imaginarse tamaño fracaso de unos mercados financieros continuamente alabados por su extremada eficiencia.
Lo que intenta ahora es reestructurar el otrora loado modelo anglosajón. Y si no queda otro remedio, con medidas aparentemente tan radicales como la estatización de los bancos.
El primer ministro es lo bastante espabilado como para coger el balón que le ha lanzado Obama con su programa de 800 mil millones de dólares para la creación de puestos de trabajo verdes.
Se han pergeñado a toda prisa paquetes de estímulos para la industria británica y se multiplican las inversiones públicas.
Eso costará miles de millones más, pero en Downing Street se espera que aliados y rivales se convencerán en la cumbre del G-20 el próximo abril del sentido de una acción concertada contra las amenazas deflacionarias que se ciernen sobre la economía mundial.
¿Bastará para contentar a los inversores extranjeros?
Algunos observadores dibujan ahora el fantasma de un rescate por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI): maligna amenaza para los británicos, para quienes sería incluso preferible acelerar la entrada en la Eurozona.
Transfondo
Los programas de coyuntura son programas de endeudamiento
Los paquetes nacionales de rescate de los Estados miembros de la UE desbaratan el pacto de estabilidad de la UE.
En 1992, la UE acordó en el Tratado de Maastricht unas normas destinadas a evitar el endeudamiento explosivo: en tiempos normales, había que lograr unos presupuestos públicos más o menos equilibrados; en tiempos de crisis, había que mantener un margen de maniobra para estabilizar la economía mediante un aumento del gasto público.
El valor máximo para el nuevo endeudamiento quedaba fijado en el 3% del PIB, mientras que el límite de la deuda global quedaba fijado en el 60% del PIB.
Mandato de tolerancia
El Comisario de Asuntos Económicos y Monetarios de la UE, Joaquín Almunia, ya ha anunciado la generosa ampliación del margen de endeudamiento.
Pero a partir del 3,5% se activará la vigilancia del déficit: según las últimas estimaciones, al menos nueve Estados miembros de la UE rebasarán ese margen.
Ya este mismo año, el endeudamiento de Irlanda se acercaría al 11% del PIB.
Mandato de sanción
Claramente por encima del margen establecido se hallarían también España (6,2), Francia (5,4), Portugal (4,6) y Alemania (4,0).
Más dramáticas se pondrán las cosas cuando, en 2010, al menos 13 países de la UE podrían rebasar el límite fijado por Almunia.
Normalmente, la Comisión Europea está obligada a intervenir cuando no se cumplen los criterios de déficit.
Tal obligación, dimanante del Tratado de Maastricht, rige también en el caso de que, aun siendo de iure respetados los criterios, la Comisión constatara un peligro de déficit excesivo.
La decisión última de proceder a sanciones contra un Estado miembro de la UE por violar el Tratado y endeudarse por encima de los límites establecidos la tiene el Consejo Europeo, es decir, los jefes de gobierno.
Y a tenor de las circunstancias, los Estados que incumplan el Tratado se arriesgan a penalizaciones dinerarias elevadas.
Traducción Amaranta Süss
Michael R. Krätke
Profesor de política económica y derecho fiscal en la Universidad de Ámsterdam, investigador asociado al Instituto Internacional de Historia Social de esa misma ciudad y catedrático de economía política y director del Instituto de Estudios Superiores de la Universidad de Lancaster en el Reino Unido.
www.sinpermiso.info
La crisis económica y el escalada en los niveles de desocupación están provocando en el Reino Unido manifestaciones contra los trabajadores extranjeros que ya han degenerado en consignas abiertamente xenófobas.
Manifestaciones de este tipo ya se habían producido hace dos semanas y ayer estallaron otra vez en centrales energéticas de Nottinghamshire y Kent, después de que varios sindicatos afirmaran que la empresa francesa Alstom está contratando a cientos de trabajadores del resto de Europa, algo que Alstom niega.
La cifra total de desempleados, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), es de 6,3%, aunque para el gobierno, que los reconoce como desempleados pero no cuenta a quienes no reciben una indemnización por desempleo, se sitúa en 3,8%.
La crisis económica muestra así sus peores efectos, ya que el aumento en tres meses es el mayor desde 2000. Stephen Lewis, economista jefe de Monument Securities, dijo que los datos no son tan malos como se esperaban porque no se han difundido los de enero, "cuando hubo muchos más despidos".
Aún así, la tasa de desempleo se sitúa todavía en el 3,8% porque el Reino Unido partía, al comienzo de la crisis, con tasas bajísimas que rozaban el pleno empleo. Y porque en las estadísticas sólo se cuenta a quienes reciben alguna compensación tras haber sido despedidos.
Las previsiones, tanto del gobierno británico como de la OIT, estiman que a finales de 2010 el Reino Unido podría alcanzar los 3,3 millones de desempleados, dejando la tasa por encima del 10%.
La OIT, que cuenta a toda aquella persona que no tiene empleo -cobre o no indemnización por haberlo perdido- considera que en el Reino Unido ya hay un 6,3% de desempleo tras un aumento en el último cuatrimestre de 146.000 desempleados, lo que daría una tasa de 1,97 millones de personas sin trabajo.
Según el Banco de Inglaterra -que ayer difundió los datos de inflación y que asegura que la economía británica se contrajo un 1,5% en el último cuatrimestre de 2008- los riesgos para la economía británica son graves y el país está entrando en una "profunda recesión". Mervyn King, gobernador del banco emisor británico, advirtió que la economía podría caer hasta un 4 por ciento durante 2009.
Las protestas por los contratos a trabajadores extranjeros reaparecieron ayer en Gran Bretaña.
Varios cientos de trabajadores iniciaron un paro ilegal en la central eléctrica de Staythorpe, propiedad del grupo alemán RWE en Nottinghmshire, al norte de Inglaterra.
En el sur, otro centenar de operarios realizó un plante similar en la central de la Isle of Grain, de la empresa alemana E.ON.
Los conflictos, en la línea de lo ocurrido la semana pasada en la refinería de Lindsey, reabren el debate sobre la tentación proteccionista y el peligro de la preferencia nacional, cuando el Reino Unido está a punto de alcanzar los dos millones de parados.
Si en Lindsey los cuestionados eran trabajadores portugueses e italianos, en Staythorpe son españoles, subcontratados por la firma francesa Alston, para construir una turbina.
Los principales sindicatos del sector hablan de 850 puestos de trabajo en juego y piden que se repartan con los británicos.
"Claramente, no tienen intención de contratar a nadie. Han hecho los contratos fuera, con empleados que no son británicos, pero creemos que hay mano de obra local disponible", declaró a la BBC el representante del sindicato Unite, Steve Syson. "Queremos transparencia y ver cuánto han pagado a los contratados extranjeros", añadió.
Crispación
La situación se crispó cuando Alston amenazó con sanciones a 40 trabajadores del acero que se unían a los huelguistas de la construcción.
La empresa niega ningún tipo de discriminación.
Asegura que todos los trabajadores británicos o de otros lugares de Europa tienen las mismas condiciones laborales y las firmas subcontratadas tienen el derecho a elegir a sus empleados.
En la Isle of Grain, en la región de Kent, los subcontratados son polacos.
"En las obras de Staythorpe y Grain habrá, de principio a fin, dos tercios de obreros británicos. La acusación de que les discriminamos simplemente es mentira", señaló un portavoz de Alstom.
Visita a Brown
Una representación sindical se acercó a Downing Street, la residencia oficial del primer ministro para volver a pedir a Gordon Brown el acceso del personal nacional a los puestos de ingeniería y a los proyectos de construcción en el Reino Unido.
El conflicto choca frontalmente con el principio de libre circulación de los trabajadores de la Unión Europea y es un auténtico quebradero de cabeza político.
El primer ministro, Gordon Brown, ha condenado cualquier tentación proteccionista, pero el contencioso de la refinería de Lindsey, propiedad de Total, se zanjó con la concesión de una cuota para los británicos.
Los sindicatos lograron que les fueran reservados el 50% de los empleos disponibles.
Nuevamente ayer, los huelguistas negaron cualquier rasgo de xenofobia o racismo en sus demandas.
"No nos oponemos a que los extranjeros vengan a trabajar aquí, pero se nos debe dar una oportunidad justa", señalaba uno de los miembros del piquete de Staythorpe, en el centro de Inglaterra. "En lugar de eso, traen a su propia gente en un paquete, sin trato alguno", añadió el trabajador.
King también advirtió que reparar los daños causados por el colapso del sistema crediticio "no será fácil" y que "tomará tiempo" el recuperar la confianza perdida en el aparato financiero. El director del banco central británico apuntó también que la rebaja de los tipos de interés como instrumento para combatir la crisis "ha sido un poco desvirtuada" durante la actual crisis financiera.
(DPA/er)
El anuncio motivó que las acciones del grupo cayeran un 32,45% en el cierre de la Bolsa de Londres.
Tras conocerse las cuentas del grupo bancario, el ministro británico de Economía, Alistair Darling, ha dicho que lo principal ahora es identificar los activos tóxicos que aún poseen este banco y otras entidades financieras del país para "sacarlas al sistema" y lograr que se reanude el nivel crediticio normal en los mercados.
Desde Roma, donde estuvo en la reunión de ministros de Economía del G-7, Darling ha sido entrevistado por la BBC, donde le preguntaron en dos ocasiones si el Gobierno pensaba en una nacionalización completa. En ninguna de las dos respuestas lo ha descartado.
"Dije en enero (después de que el Gobierno autorizara la fusión de Lloyds y HBOS y contribuyera a la operación con 17.000 millones de libras) que había un abanico de opciones que desarrollaríamos (...) para ayudar a los bancos, porque dejamos muy, muy claro que la integridad de los bancos es muy, muy importante", dijo Darling en respuesta a la primera pregunta sobre una eventual nacionalización.
Al reiterársele la pregunta, ha contestado:
"en lo que nos estamos centrando en este momento es en asegurar que podemos identificar los activos tóxicos y, después, en hacer frente al problema. Esa es la prioridad en este momento, no sólo aquí sino en todo el mundo".
Las pérdidas de HBOS
Las grandes pérdidas de HBOS anunciadas el viernes fueron consecuencia en gran medida de los malos resultados de su división corporativa, muy expuesta a la mala evolución del sector comercial y de la vivienda en el Reino Unido, que contabilizó 7.000 de los 10.000 millones de libras de pérdidas de la entidad bancaria.
Los resultados ofrecieron nuevos datos sobre la mala gestión del Halifax Bank of Scotland (HBOS), a cuyo rescate, junto al de otros bancos, tuvo que salir el Gobierno de Gordon Brown en octubre pasado con un paquete de ayuda de unos 44.000 millones de euros.
Darling ha defendido esa intervención y la posterior autorización de la fusión entre Lloyds y HBOS, argumentando que no haber hecho nada habría conducido al colapso del conjunto del sistema bancario.
"Tuvimos que intervenir en cuestión de días, primero, y de horas, después. Tuvimos que hacerlo muy deprisa. No disponíamos de meses o de semanas para hacerlo", se ha justificado el ministro. Sin aquel plan de rescate "hoy tendríamos una conversación muy diferente, porque todo el sistema bancario se hubiera venido abajo, arrastrando tras de sí a millones de familias y a millones de negocios".
«« | Inicio | »» |