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Holbrooke en Afganistán |
El emisario estadounidense para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, discutía ayer en Kabul con altos responsables del gobierno afgano los medios para intensificar la lucha contra la creciente insurgencia de los talibán y contra Al Qaida. La visita tiene lugar dos días después de una espectacular serie de atentados coordinados de los talibán, que dejaron 26 muertos en pleno centro de Kabul.
Dennis Blair, nuevo Director de Inteligencia Nacional (DNI) estadounidense, reconoció el jueves por la noche ante el Congreso que la insurrección de los combatientes islamistas gana peligrosamente terreno en Afganistán, a pesar de la presencia de cerca de 70.000 soldados extranjeros.
Varios observadores consideran que los sofisticados atentados del miércoles en Kabul, perpetrados por suicidas en edificios de varios ministerios, tenían como objetivo eclipsar la visita de Holbrooke y demostrar que los talibán pueden atentar donde quieran y cuando quieran.
El emisario del presidente estadounidense Barack Obama llegó a Kabul el jueves por la noche, procedente de Islamabad, rodeado de un impresionante dispositivo de seguridad y su programa no se hizo público.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
“La preocupación primaria de seguridad en el corto plazo para Estados Unidos es la crisis económica global y sus implicaciones geopolíticas”, afirma Blair.
En su presentación escrita ante el Congreso, en nuevo jefe de inteligencia del gobierno de Barack Obama declaró que la crisis provocada por el sector financiero ha minado la promoción de “libre mercado”, ya que la crisis “ha incrementado el cuestionamiento de la gerencia estadunidense de la economía global y de la estructura financiera internacional”.
“La crisis representa muchos desafíos para el país. Empezó en Estados Unidos y rápidamente se difundió a otras economías industriales y después, más recientemente, a mercados emergentes. La amplia percepción de que los excesos en mercados financieros estadunidenses y la regulación inadecuada aquí son responsables, ha incrementado las críticas sobre las políticas de libre mercado, lo cual podría dificultar alcanzar objetivos que durante mucho tiempo ha tenido Estados Unidos, como la apertura de mercados nacionales de capital e incrementar la demanda en Asia”.
Así, por primera vez desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, el informe anual sobre las amenazas que enfrenta Estados Unidos no coloca a Al Qaeda como la más inmediata.
De hecho, quizá desde hace décadas, la principal amenaza identificada no proviene de algún enemigo externo, sea el bloque comunista, el narco, las armas de destrucción masiva, el radicalismo musulmán o el “terrorismo”, sino que la principal amenaza a la nación nace dentro de este país.
Al señalar que nadie puede pronosticar los alcances de esta crisis, y que algunos creen que podría llegar a tener las dimensiones de la Gran Depresión, Blair recuerda las “dramáticas consecuencias políticas forjadas por los problemas económicos de los años 20 y 30 en Europa, la inestabilidad y altos niveles de extremismo violento”.
Agregó que aunque “aún no conocemos su escala eventual, ya se perfila como la crisis global económica y financiera más seria en décadas”.
De hecho, advirtió que una cuarta parte de los países del mundo ya han enfrentado problemas políticos, incluso cambio de régimen, como consecuencia de la crisis económica, y que ésta perdura, por lo que se espera mayor inestabilidad política en el mundo.
Según los modelos estadísticos, explicó, “las crisis económicas incrementan el riesgo de inestabilidad al nivel de amenaza a un régimen si persisten por uno o dos años”.
Blair, jefe máximo de la llamada “comunidad de inteligencia” (o sea, las múltiples agencias encargadas de inteligencia y seguridad nacional del gobierno), advirtió que “es probable que la crisis financiera y la recesión global provoquen una ola de crisis económicas en naciones de mercados emergentes durante el próximo año, llevando a más países a solicitar apoyo del FMI...”
Subrayó que en torno a la crisis “el tiempo es probablemente nuestra mayor amenaza. Lo más que tarda el inicio de la recuperación, más la probabilidad de daño serio a los intereses estratégicos de Estados Unidos. Aproximadamente un cuarto de los países del mundo ya han experimentado inestabilidad de bajo nivel, como cambios de gobierno debido al desaceleramiento actual. Europa y la ex Unión Soviética han experimentado una ola de protestas”.
“Aunque dos tercios de los países del mundo cuentan con suficientes recursos financieros u otros para limitar el impacto por el momento, gran parte de América Latina, los estados de la ex Unión Soviética y la África subsahariana carecen de reservas de efectivo suficientes, acceso a la asistencia o crédito internacional”, entre otros mecanismos.
“Además de un creciente nacionalismo económico, las consecuencias políticas más probables para los intereses estadunidenses involucrarán a aliados y amigos que no lograrán cumplir plenamente con sus obligaciones de defensa y humanitarias. Flujos de refugiados potenciales desde el Caribe también podrían impactar la seguridad interna”, agregó.
Blair concluye este bloque al afirmar que “la coordinación y cooperación global en muchos frentes será requerida para reconstruir la confianza en el sistema financiero global y asegurar que las crisis económica y financiera no se vuelvan un espiral hacia tensiones geopolíticas más amplias”.
Las otras amenazas
En segundo rango, el informe –el cual es una evaluación que expresa un consenso de la comunidad de inteligencia estadunidense– regresa a territorio más esperado:
“Los grupos con la mayor capacidad de amenazar son los musulmanes extremistas”, afirmó.
Al subrayar avances contra Al Qaeda y otras agrupaciones, Blair informa que permanecen como “enemigos peligrosos” y persiste la amenaza de atentados contra Estados Unidos o países europeos.
En este contexto, afirma que la región desde Medio Oriente hasta el sur de Asia “es el sitio de muchos de los desafíos que enfrenta Estados Unidos en el siglo XXI”.
Sobre todo, Blair identificó como amenaza quizá más inmediata que Al Qaeda, al gobierno cada vez menos efectivo y corrupto de Afganistán.
A la vez, subrayó que no puede haber solución a la inestabilidad en ese país sin que Pakistán fortalezca su propia estabilidad y logre imponer mayor control en las regiones fronterizas con Afganistán.
Por otro lado, reconoció que China e India se están volviendo, en conjunto, “el centro de poder de largo plazo del mundo”, con ambos países recuperando sus posiciones que gozaban en el siglo XVIII, cuando China producía aproximadamente 30 por ciento e India 15 por ciento de la riqueza del mundo.
“Es probable que estos dos países superen el PIB de todas las demás economías, excepto Estados Unidos y Japón, para 2025, aunque la actual crisis financiera podría frenar un poco ese ímpetu”.
Acusa a Rusia de explotar el “antiamericanismo”
El informe agrega que Rusia ha explotado el “antiamericanismo general” provocado por las guerras de Estados Unidos, creando “aperturas para que Rusia construya arreglos alternativos al orden político y económico institucional encabezado por Estados Unidos”, e indica el cultivo de relaciones de Moscú con China, Irán y Venezuela como ejemplo.
Y para acabar, Blair también reportó sobre toda una gama de amenazas que surgen de conflictos por recursos básicos como agua, alimento y energía, las implicaciones del cambio climático y los peligros en el mundo del ciberespacio (hackers, atentados contra sistemas, crimen cibernético).
Pero nuestros medios de comunicación ya no celebran tales hitos históricos, que la actualidad ha convertido en inoportunos; en la prensa, apenas hay alguna alusión a la efemérides, si es que se llega a mencionar.
Responsables relevantes de los gobiernos occidentales y de la OTAN, analistas y periodistas afines a la maquinaria propagandística, se limitan a repetir como un mantra que "en Afganistán nos jugamos mucho".
De la misma forma que no hace tantos años nos jugábamos también "mucho" en Bosnia o en Kosovo.
El término clave es: "jugarse", verbo que denota escaso cálculo real, excesivo peso de las circunstancias azarosas y, en líneas generales, dudosa seriedad en los procedimientos, con la consiguiente mengua en la credibilidad.
Porque, precisamente, lo que está sobre la mesa es, una vez más, la credibilidad: de los líderes políticos, de los medios de comunicación, de instituciones enteras que viven de reformular en clave "políticamente correcta" (léase: "correctamente tergiversada") las meteduras de pata.
El sentido de la presencia occidental en Afganistán ha cambiado totalmente desde 2001, porque han pasado más de siete años y no se han cumplido los objetivos militares y políticos que llevaron a los Estados Unidos, primero, y la OTAN, después, a aquel remoto país.
Militarmente, las fuerzas de la ISAF se enfrentan allí a una catástrofe militar, dando por sentado que la batalla política se ha perdido hace tiempo, al menos tal como se planteó inicialmente.
Por lo tanto, seguir haciendo estrategia de sillón desde las columnas de la prensa es un ejercicio que ya ni siquiera resulta justificable para el mero ejercicio del lucimiento personal de periodistas, políticos y analistas.
La situación en Afganistán es realmente muy grave.
De hecho, el pasado 11 de febrero, hace muy pocos días, se produjo el primer ataque en fuerza de los talibanes en el interior de Kabul; eso podría marcar el comienzo del fin para la iniciativa militar occidental en Afganistán.
Argumentar que "la meta realista (...) no es la victoria, sino la contención" es una trampa capciosa tan ingenua que suena a propaganda de guerra soviética de los años ochenta; o peor aún, a las "retiradas estratégicas" alemanas en los años postreros de la Segunda Guerra Mundial".
Veamos cómo lo formulaba Daniel Korski hace pocos días en "Foreign Policy":
"El triunfo de Occidente no se medirá tanto por cómo hayan cambiado las cosas como por cuánto hayan mejorado; y no dependerá tanto de la derrota de los yihadistas como de conseguir bloquear sus actividades en el país centroasiático".
Éste es un párrafo divertido, que hace de Korski un excelente ejemplo de spin doctor, es decir, un experto en tirar de la sinécdoque y el sofisma.
Pero uno de los apartados en los que se percibe con mayor claridad el salto hacia la estratósfera de la irrealidad desde la moqueta y el sillón, es aquel en el que se argumenta que España no debe retirar sus tropas de Afganistán:
"Grandes partes del sur del país, del este e incluso áreas cercanas a la capital, Kabul, se han vuelto peligrosas. Si Madrid abandonase el oeste –y la inseguridad aumentase por ello–, desencadenando un efecto cascada en Europa, las consecuencias para la misión de la OTAN podrían ser dramáticas".
Una expresiva portada del diario francés "Libération".
Las encuestas en la práctica totalidad de los países participantes en la ISAF, exoresan con rotundidad el deseo mayoritario de retirarse.
En noviembre de 2008, incluso el 68% de los británicos se mostraban partidarios de retirar sus tropas en el límite de un año.
Lo mismo había opinado el 62% de los franceses y el 56% de los australianos dos meses antes.
A continuación, Daniel Korski pretende rematar su arenga con el consabido argumento buenista hasta lo lacrimógeno, y pretendidamente inatacable:
"Abandonar Afganistán a merced de unos fortalecidos talibanes tampoco parece una decisión muy acorde con el empeño del Gobierno socialista español en la defensa de los derechos humanos. Merece la pena recordar cómo era el país hace siete años: un régimen violento y represivo que lapidaba a las mujeres o les arrojaba ácido a la cara, azotaba a los hombres por no rezar suficientes veces al día y prohibía a las chicas asistir a la escuela o al ginecólogo. No se podían volar cometas ni cantar, y se demolieron monumentos que habían resistido el paso de los ejércitos de Gengis Khan y Tamerlán. Afganistán era, con los talibanes, un país destrozado sin esperanzas de progreso. Y podría volver a serlo, si la OTAN se retira. Dejarlo y minar la firmeza y unidad de la coalición sería una extraña manera de promover los derechos humanos".
Rematando la traca argumental, Korski pretende apoyarse en una frase de José Ignacio Torreblanca:
"Hay una delgada y porosa línea que se extiende desde las cámaras de seguridad de la estación de trenes de Atocha en Madrid a nuestras Fuerzas Armadas desplegadas en Afganistán".
Si es así, Dios nos pille confesados; porque tal como están las cosas, el contingente español en Afganistán ni puede contribuir en la aplicación de los derechos humanos, ni es el bastión que nos pinta Korski, por la simple y sencilla razón de que no controla más que una exigua porción del territorio (posiblemente, no superior al 15%) que se le asignó en una de las provincias afganas en la que la presencia taliban es más poderosa.
El lector todavía puede contemplar en la red el monumental video reportaje realizado el pasado verano por el periodista David Beriain.
Es conveniente advertir que el acceso a la página de ADN.es, donde se encuentra toda la colección, puede resultar azaroso, posiblemente por la deficiente organización del material presentado allí.
Pero una vez conseguido, se advierte de que las breves piezas resultan muy adictivas y contienen una notable cantidad de información en bruto.
A efectos de subsanar en la medida de lo posible las dificutlades del acesso a la serie titulada: Perdiendo Afganistán, se ofrece ese enlace principal y otro alternativo, clicando aquí. Aunque todos son muy interesantes, se recomiendan los capítulos incluidos a continuación:
"Guerra de voluntades" ("Españoles: entre la reconstrucción y la guerra abierta con los talibanes")
"Badghis: territorio español, territorio talibán"
Las fuerzas españolas no combaten en Afganistán, si no es en defensa propia.
No contribuyen en operaciones contrainsurgentes ofensivas, como otros contingentes nacionales, y sobreviven en un rincón de sus zonas asignadas gracias a un fragil equilibrio de silencios y, posiblemente, acuerdos bajo cuerda.
Todo ello se justifica en base al argumento (hasta hace meses todavía válido) de que las fuerzas españolas están allí únicamente para ayudar en la reconstrucción de Afganistán.
Pero ese comodín se volverá pronto ineficaz cuando el "amigo americano" exija más presencia de sus aliados en el país y, sobre todo, un nuevo planteamiento estratégico: los paises contribuyentes de la ISAF, entre ellos España, deberán aportar tropas en orden de combate, listas para participar en operaciones ofensivas, como es propio de cualquier guerra. Porque lo que hay en Afganistán es una guerra, y no otra cosa.
Las implicaciones de esa situación que parece imponerse inexorablemente, las sopesa el historiador Henry Kamen en un artículo publicado el pasado 3 de diciembre en "El Mundo" (Mumbai: una oportunidad para España). Aquel mismo día, Daniel Korski, junto con Paddy Ashdown, publicaron otra pieza de opinión sobre el mismo asunto y con el habitual tono argumental, que en esencia reproduce lo apuntado más arriba.
El hecho de que ambas piezas fueran publicadas simultáneamente, potencia el interés de lo escrito por Kamen.
(mas...)
Francisco Veiga
En esta relación, Ivanov citó a politólogos y expertos estadounidenses que declararon sin ambages que uno de los objetivos consiste en establecer el control sobre Asia Central.
"Rusia ha dado su visto bueno porque ello responde a los acuerdos firmados con la OTAN", comentó Lavrov en el programa "Postscriptum" de la televisión rusa.
"Se trata exclusivamente del transporte de cargamentos no militares", subrayó el emisario del presidente ruso.
"También se estudió ofrecer la aviación de transporte militar rusa para transportar los cargamentos que necesita la fuerza internacional en Afganistán", expresó el ministro.
"O sea, Rusia está dispuesta a apoyar con su aviación militar la operación de mantenimiento de paz en Afganistán", apuntó el jefe de la diplomacia rusa.
"Los norteamericanos seguirán aumentando su presencia militar en Afganistán porque es una importante región geopolítica para ellos", dijo Ivashov en declaraciones a RIA Novosti.
"Afganistán, además, es una excelente plaza de armas desde la cual se puede influir en la situación en Pakistán, India o China", manifestó el experto.
En su opinión, EEUU intenta "expandir" el conflicto afgano para desestabilizar la situación en toda la región.
"EEUU quiere hacer dependientes a los Estados vecinos y resolver sus propios problemas desestabilizando la situación como ya lo ha hecho en Irak", señaló Ivashov.
"Washington puso la mira en Afganistán porque ya ha cumplido sus tareas en Irak", afirmó el presidente de la Academia de Problemas Geopolíticos.
La OTAN no se plantea actualmente el objetivo de luchar contra el narcotráfico, se concierta sólo en oponer resistencia al terrorismo en Afganistán, señaló Ivanov.
"Puesto que la OTAN realiza operaciones en Afganistán, debe compartir con el Gobierno afgano las responsabilidades en la lucha contra la amenaza que parte del narcotráfico", dijo.
Ivanov subrayó que Afganistán es el líder absoluto en la producción de heroína. Más del 90% de la heroína que se introduce en Rusia es de origen afgano, señaló él, añadiendo que grandes cantidades de drogas entran en el país también de América Latina, Europa Occidental y China.
El viceministro ruso de Exteriores, Serguei Riabkov, se reunió los días 10 y 11 de febrero con el subsecretario de Estado norteamericano, Patrick Moon, con quien trató la situación en Afganistán.
"Las partes acordaron cooperar a los esfuerzos internacionales por normalizar la situación en Afganistán e intensificar la lucha contra el terrorismo en el marco del Consejo Rusia-OTAN", señala el comunicado.
Patrick Moon también se entrevistó con el vicecanciller ruso Alexei Borodavkin.
Moscú ha mostrado su interés en el éxito de la coalición antiterrrorista en Afganistán y considera que la decisión de Kirguizistán de cerrar la base aérea norteamericana de Manas, emplazada en el territorio kirguís para apoyar la coalición, no afectará las operaciones antiterroristas.
Un reciente informe de las Naciones Unidas afirma que las tres cuartas partes de la heroína del mundo proviene de las provincias de Helmand y Kandahar.
Pero también hay reconocimiento de que la adormidera se cultiva en casi todas las 34 provincias del país.
Los medios de comunicación occidentales sostienen que la mayoría de la producción de drogas ilegales se está haciendo por los talibanes o de que los talibanes brindan protección a los agricultores.
El hecho de que los señores de la droga son bien conocidos en el gobierno del Presidente Hamid Karzai,y que muchos de ellos son miembros del parlamento, es habitualmente ignorado.
Sin embargo, la prensa de Asia lleva a fotos de "narco palacios" en Kabul y se describe la "narcotecture". La población afgana es muy consciente de los estrechos vínculos entre los barones de la droga y el gobierno.
Por supuesto, esto es muy embarazoso para el gobierno de los EE.UU., que puso a Karzai en el cargo y ha creado la actual Constitución Afgana y el sistema de gobierno.
Así pues, Hillary Clinton, nominada para Secretario de Estado, creó un shock cuando se refirió a Afganistán como un "Narco Estado" en su testimonio ante el Senado de los EE.UU..
¿Ha olvidado en todo esto es el papel clave que desempeñó el gobierno de los EE.UU. en el desarrollo y la expansión de la industria de drogas ilegales en Afganistán?
Esto se remonta a la decisión adoptada en julio de 1978 por la administración de Jimmy Carter para dar ayuda y asistencia a los islamistas radicales en su rebelión contra el gobierno izquierdista del Partido Democrático de los Pueblos Afganistán.
La CIA y el narcotráfico afgano
El gobierno de los EE.UU. ha dedicado miles de millones de dólares a la guerra en Afganistán. La mayor parte de estas sumas se canalizan a través de la infame presupuesto negro del Pentágono, fondos secretos para operaciones secretas.
En 1981 este presupuesto se estima en $9 millardos, pero aumentó a $36 millardos en 1990.
La CIA obtuvo dinero para comprar armas y otros equipos que se canaliza a los rebeldes islamistas.
En la operación afgana de la CIA, siempre provee de efectivo al gobierno de Pakistán, principalmente a través de sus cuentas con el Banco de Crédito y Comercio Internacional (BCCI), muy conocido por el lavado de dinero proveniente de las drogas ilegales.
Como señala John Cooley, "La CIA ya tenía un historial de uso de los bancos corruptos o criminales para su operaciones en el extranjero".
En la década de 1980 la CIA y el Pentágono la Agencia de Inteligencia de Defensa estaban utilizando el BCCI para las operaciones encubiertas.
El First Américan Bank, en Washington, DC, fue uno de los bancos de la CIA, de elección, y ha sido adquirida por el BCCI.
BCCI tenía estrechos vínculos con el gobierno de Pakistán. Durante la jihad afgana funcionarios BCCI tomaron el control de la aduana en el puerto de Karachi, desde donde los embarques de armas fueron enviados por la CIA a la Direccion de Inteligencia de Pakistán (ISI).
Ellos hicieron los pagos en efectivo a la ISI, parte de los cuales fueron pagos, pero también grandes sumas necesarias para financiar el transporte de armas a la frontera afgana y más allá.
Como General de Brigada Mohammad Yousaf informes, gran parte de la ayuda de la CIA, llegó en forma de dinero en efectivo.
Esto fue utilizada para la compra de camiones y cientos de miles de caballos, mulas y camellos, además de los materiales necesarios para construir las bases de entrenamiento de combatientes para los mujahideen.
La CIA informaría al gobierno de Pakistán sobre los envíos.
Cuando el armamento y los suministros eran desembarcados en Karachi quedaban bajo el control de la Célula Nacional de Logística del ejército de Pakistán y el ISI.
Ellos transportaban en camiones los materiales hacia el norte, hasta las distintas bases.
De regreso los camiones transportaban embarques de opio y heroína que se exportaban desde Karachi, principalmente hacia los Estados Unidos.
Algunas de las fábricas de heroína estaban directamente bajo el control del ISI, y toda la operación contaba con el apoyo del general pakistní, Fazle Haq, el protector de la industria.
El presidente Muhammad Zia-ul-Haq le había designado como comandante militar de la Provincia de la Frontera Noroeste.
Él también participó directamente en el comercio de heroína y lavado de dinero a través del BCCI.
Los capos islamistas
Muchos de los principales comandantes islamistas y señores de la guerra estuvieron muy involucrados en la industria de drogas ilegales.
Uno de ellos era Yunas Khalis, un comandante brutal que se jactó de la masacre de prisioneros de guerra, así como desertores del gobierno del Partido Democratico Popular de Afghanistán (PDPA).
Basado en la provincia de Helmand, pasó gran parte de su tiempo peleando con otros comandantes sobre el control de los cultivos de adormidera y el control de lascarreteras y vias de acceso desde los campos de adormidera a sus siete laboratorios de heroína en su sede en Ribat-al-Ali.
Como Alexander Cockburn y Jeffrey St. Clair señalan, en este momento alrededor del 60% de la cosecha se produce bajo riego en el valle de Helmand, desarrollado con una donación de la USAID (United States Agency for International Development).
Esto sigue ocurriendo hoy dia.
El mayor productor de heroína fué Gulbuddin Hekmatyar, que es el principal receptor de fondos de la CIA, quien mantiene seis fábricas de heroína en Koh-i-Soltan.
El competía con otro comandante favorito del gobierno de los EE.UU., el Mullah Nassim Akhundzada, por el control de los cultivos de adormidera ubicados en el Valle de Helmand.
El dinero de la venta del opio y la heroína se canalizó a través de cuentas en el BCCI.
En el norte, el cultivo de la adormidera y la producción de heroína estaban principalmente bajo el control de los comandantes Dostum y Abdul Rashid Ahmad Shah Massoud, ambos eran los principales aliados del gobierno de los EE.UU., en particular después de la caída del gobierno marxista en 1992.
Los productos de esta industria fueron exportados a través de las repúblicas de Asia central a través de Kosovo y Albania a Europa.
Se estima que esta fuente representa alrededor del 60% del mercado europeo.
Hasta el día de hoy estos comandantes del Norte, ahora en el gobierno de Karzai y el parlamento, participan en la producción y el comercio de la amapola.
Pero esto es pasado por alto por los medios de comunicación de América del Norte.
Global Research, febrero 25, 2009
No fueron los Islamistas radicales respaldados por USA quienes participaban en el negocio de la droga.
Uno de los personajes clave fué Sayed Ahmed Gaylani perteneciente al moderado Frente Nacional Islámico, cercano al exiliado rey Zahir Shah.
Los soviéticos sostuvieron que Gaylani produjo y exportó más drogas ilegales que Hekmatyar.
Afganistán triplicó la producción de adormidera entre 1979-82, y según las cifras de los EE.UU.
Drug Enforcement Agency, llegó a dominar el mercado de heroína en los Estados Unidos y Europa.
La DEA informó que en 1984 el 51% de la oferta de heroína en los Estados Unidos provenía de las operaciones de los aliados de los EE.UU. en la frontera con Pakistán.
La situación sigue siendo la misma hoy en día.
Se estima que la industria de drogas ilegales actualmente representa alrededor del 50% de Afganistán del producto interno bruto.
Referencias:
Cockburn, Alexander y Jeffrey St. Clair. 1998. Whiteout: La CIA, las drogas y la prensa. Nueva York: Pluto Press.
Coll, Steve. 2004. Ghost Wars: la Historia Secreta de la CIA, Afganistán y Bin Laden, desde la invasión soviética a 10 de septiembre de 2001. Nueva York: Penguin Books.
Cooley, John. 2002. Impía guerras: Afganistán, América Latina y el terrorismo internacional. Londres: Pluto Press.
McCoy, Alfred W. 2003. La política de la heroína: Complicidad CIA en el Servicio Mundial de Medicamentos de Comercio. Chicago: Lawrence Hill Libros.
Potts, Mark, y Robert Nicholas Kochan Whittington. 1992. Dinero sucio: BCCI - Dentro de la Historia Mundial de la Sleaziest Banco. Washington, D.C.: Nacional de Prensa Libros.
Scott, Peter Dale. 2007. El Camino al 9 / 11: La riqueza, el Imperio y el futuro de América. Berkeley: University of California Press.
Yousaf, Mohammad y Mark Adkin. 2004. Afganistán - The Bear Trap: la derrota de una superpotencia. Havertown, Pa.: Casemate.
John W. Warnock
Autor de La creación de un Estado fallido: los EE.UU. y Canadá en Afganistán. Halifax: Fernwood Editorial, 2008.
Traducido por Ramón Martínez
Entre otras causas, la invasión al llamado ’cementerio de los imperios’, Afganistán, y luego a Irak con su empantanamiento militar, fueron una contribución significativa para el fracaso del intento.
Así hoy, en medio de la gran crisis económica capitalista (que la CIA considera mucho mas grave para la Seguridad Nacional, que el terrorismo internacional) la política exterior de Obama está presentándose con un giro hacia la ’multilateralidad’.
Sin embargo, no hay razón alguna para que los objetivos estratégicos históricos de EEUU hayan cambiado en cuanto a prevalecer entre las potencias mundiales líderes.
Es decir, en la administración Obama la componente militar-industrial podrá mostrarse con perfil mas bajo, pero no por eso perderá relevancia.
Como anunciaba cuando era candidato presidencial, Obama sigue siendo coherente al continuar con la doctrina de ’guerra contra el terrorismo internacional’, pergeñada por el gobierno de George W. Bush después del 9/11:
’...Para renovar el liderazgo Americano (de EEUU) en el mundo, debemos forjar una respuesta global más efectiva al terrorismo que llegó a nuestras costas en una escala sin precedentes el 9/11... los terroristas que rechazan la modernidad, se oponen a América, y distorsionan el Islam han asesinado y mutilado a decenas de miles de personas en esta década. Este enemigo opera globalmente, y por eso debe ser combatido globalmente’. (1)
Hace días Obama anunciaba:
’...Con el embajador Holdbrooke y el general Petraeus en Afganistán, vamos a erradicar los santuarios del Talibán y al Qaeda, especialmente en la frontera con Pakistán, que es una región que sirvió para matar a 3000 estadounidenses inocentes y no vamos a permitir que los terroristas sigan conspirando contra nuestro país. En Irak hubo buenas elecciones y ahora vamos a ayudar con mayor diplomacia, esto todavía no puede hacerse en Afganistán’. (2)
La importancia geopolítica de Irak en el contexto continental no se ha modificado para EEUU, de modo que aunque su presidente anuncie el retiro de tropas y se observen movimientos, el Pentágono no se podrá dar el lujo de retirar su presencia militar en forma completa, ni aún en el largo plazo.
Si bien Irak constituyó un revés para EEUU en su jerarquía como líder mundial en fuerza y tecnología militar convencional, el conflicto irregular alcanzó un cierto ’equilibrio’, si bien inestable.
Esto le da oportunidad a Washington para desplazar las operaciones militares principales hacia Afganistán, otro país estratégico necesario para avanzar sobre Rusia y China, en el que ha logrado presencia y está consolidando permanencia militar.
Así Robert M. Gates, Secretario de Defensa de EEUU manifestó recientemente:
’...Va a ser una larga caminata agotadora, y francamente, mi punto de vista es que tenemos que tener mucho cuidado respecto a la naturaleza de los objetivos que nos fijamos en Afganistán’.
En Afganistán la situación militar para los invasores es de alta complejidad, ya que deben combatir en frentes de conflicto muy diferentes según las regiones y enfrentar múltiples clases de actores, no solo lo que denominan terroristas, grupos fundamentalistas, insurgentes y el Talibán, sino también grupos criminales, narcotraficantes, señores de la guerra, tribus locales, e incluso hasta algunas fuerzas de seguridad y del gobierno. Washington saca cierta ventaja incluyendo dentro de los talibanes a grupos que no lo son, como milicias armadas de los señores de la guerra de modo de justificar para sus aliados en la OTAN un aumento en el envío de tropas.
Sin embargo aunque más complejo, Afganistán tiene algunas semejanzas con el ’estancamiento militar’ de Irak, donde en la época de mayor violencia del conflicto (2006), había unas 140.000 tropas estadounidenses de ocupación, pero según la clase de conflicto irregular los modelos matemáticos predecían, que EEUU necesitaría al menos unos 300.000 combatientes para tener probabilidad significativa de resolver el conflicto a su favor.
Aunque algunos analistas militares aseguraban que el número debería ser del orden del millón de soldados.
En Afganistán aún con el aumento de tropas que alcanzarían a unas 100.000, EEUU tiene baja probabilidad de definir claramente el conflicto, según estimaciones del mismo Pentágono se requerirían al menos 600.000 soldados.
El primer ataque que autorizó Obama a tres días de asumir como presidente, fue en Waziristán (área tribal de Pakistán).
Desde vehículos aéreos no tripulados (llamados drones) (3) fueron lanzados misiles asesinando a 22 personas, incluidos al menos 4 niños, al parecer ’militantes’.
A partir de allí se intensificaron los ataques con drones sobre Pakistán en zonas fronterizas con Afganistán, dejando diariamente decenas de muertos civiles.
El Secretario de Defensa, Robert Gates, manifestó que el gobierno pakistaní había sido informado pero que la intención de la administración de Obama es continuar con los ataques, a pesar de sus objeciones.
Actualmente Afganistán e Irak es sobrevolado por mas de 5.000 drones.
Pero las operaciones estadounidenses en la frontera norte de Pakistán con Afganistán y en la cordillera de Hindu Kush, que Obama refiere como necesarias para acabar con los santuarios ’terroristas’ que amenazan a EEUU y al mundo, tienen otras aristas menos difundidas.
Alrededor del 80% de los suministros para las tropas invasoras de Afganistán ingresan por Pakistán, la mitad de los cuales son capturados por diversos grupos del Talibán, otros pakistaníes aliados con la resistencia, o bien robados por bandoleros y ladrones de caminos.
Si bien esta situación por un lado perjudica a Washington, por otro justifica la búsqueda de ’nuevas rutas’ de abastecimiento militar por el norte de Afganistán para sus fuerzas y la OTAN, aunque sin la dependencia rusa o china de pasar por sus territorios.
Sin embargo como se verá, estas rutas estratégicas trascienden al mero abastecimiento de pertrechos.
Le toca a Obama continuar con el problema planteado por los estrategas del Pentágono: establecer una conexión con control militar, de pertrechos y mas tarde para transporte de energía (gaso/oleoductos) que triangule Oriente Medio, Asia Central y el Cáucaso en las regiones de las ex-repúblicas soviéticas limítrofes con Rusia, confrontando directamente su zona de influencia.
El circuito cierra con el programa nacional de defensa antimisil de EEUU (DAM) y la instalación de sus bases misilísticas en Europa Oriental.
En Oriente Medio el primer paso está dado en Irak, y Afganistán pretende ser el siguiente.
Bush intentó avanzar en el Cáucaso con Azerbaiján y con el gobierno colaboracionista de Georgia, y aunque Rusia respondió ’marcando su territorio’ (con la guerra de Osetia del Sur) ambos países siguen siendo candidatos para el ’corredor’.
En Asia Central, Washington intenta continuar el paso hacia Afganistán a través de Uzbekistán y Kazajstán, o por Turkmenistán; la respuesta rusa a estas presiones puede manifestarse en el otro extremo del camino, con un acercamiento a Irán (y la amenaza con venderle los avanzados misiles S 300 y SA 20, que desequilibran las fuerzas ofensivas de Israel).
Semejante corredor hacia Afganistán, con presencia militar y ductos de hidrocarburos del reservorio del Caspio controlados por EEUU en asociación con países fronterizos con Rusia, debilitaría su influencia regional a costa de fortalecer la de Washington, lo que se pondría en evidencia con el avance de la OTAN hacia el Este, y el impacto negativo del liderazgo de Rusia en la Organización del Tratado de Seguridad (CSTO) y la Organización de Cooperación de Shanghai (SCO) (en cuanto a que Kazajstán y Uzbekistán son miembros importantes de ambas organizaciones) (4).
También perjudicaría las relaciones de Rusia con Europa.
La estrategia estadounidense para Asia Central tampoco deja fuera a China y busca explotar las divisiones entre las potencias regionales como India, Pakistán e Irán, intentando evitar cualquier iniciativa común que pueda poner en evidencia su ’guerra contra el terrorismo’ en Afganistán.
Washington viene desarrollando guerras políticas muy intensas sobre los países fronterizos con Rusia, no solo diplomáticas sino en todos sus aspectos.
Por su parte, Rusia debe manejar en dos planos contrapuestos una situación muy delicada de equilibrio regional.
Por un lado, detener la influencia de EEUU y evitar su cerco militar. En este sentido, una de las respuestas rusas ha sido la presión sobre Kirguizistán para cerrar la base aérea estadounidense (Manas), única en la región esencial para la guerra en Afganistán. Además la CSTO con la iniciativa de Rusia, ha tomado la decisión de formar una Fuerza de Reacción Rápida regional colectiva con capacidad operativa equivalente a la OTAN.
Por otro lado, Pakistán y Afganistán representan un nivel de amenaza para Rusia y las regiones fronterizas en Asia Central, ya que sin la contención estadounidense el Talibán avanzaría hacia ellas, de manera que Rusia no puede dejar de cooperar en cierta medida con la guerra de Afganistán.
Por eso, se comprometió con EEUU en una ruta de tránsito de suministros no militares por su territorio hacia Afganistán.
Si bien para Bush, podría ser la guerra la continuación de la política por otros medios, y tal vez para Obama la política la continuación de la guerra por otros medios... son sólo los muertos los que han visto el fin de la guerra...
Notas:
1) Barack Obama, Renewing American Leadership, Foreign Affairs, July/August 2007
2) Conferencia de prensa del presidente Barack Obama en Washington, CNN 9/2/09
3) Vehículos aéreos no tripulados (Unmanned Aerial Vehicle (UAV), llamados comúnmente ’drones’).
Se trata de aeronaves artilladas reutilizables de tamaño menor que una tripulada, que son guiadas remotamente desde bases terrestres móviles situadas hasta algunos cientos de kilómetros.
La administración de George W. Bush se valió intensivamente de esta clase de armas porque fue muy efectiva para suprimir a muy buscados ’terroristas’ difíciles de capturar, que fueron asesinados en el bombardeo junto a otros civiles circunstanciales, en lo que el Pentágono denomina ’daño colateral mínimo’.
4) La Organización del Tratado de Seguridad (CSTO; Collective Security Treaty Organization) tiene antecedentes desde 1992 en que Moscú buscó mantener un diálogo con las ex-repúblicas soviéticas, y se constituyó en 2002 para atender temas comunes de seguridad (incluido el militar).
Actualmente tiene 7 miembros: Rusia, Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizistán, Tajikistán, Bielorrusia y Armenia.
Georgia y Arzebaijan renunciaron en 1999.
Organización de Cooperación de Shanghai (SCO; Shanghai Cooperation Organization).
Sus miembros son Rusia, China, Kazajstán, Uzbekistán, Kirguizistán y Tajikistán.
Afganistán tiene la posición de invitado.
El SCO tiende a contrapesar a la OTAN y las acciones de EEUU en las fronteras de Rusia y China.
El Diario Internacional
(continue)
De esta manera, Washingtn espera solucionar y dejar atrás las resistencias nacionales (de sus aliados) y movilizar un máximo de recursos civiles y militares, al servicio de la OTAN, que ellos controlan y dirigen.
El embajador Richard Holbrooke es un famoso diplomático, ligado a la CIA (servicios secretos de los EEUU) y que se hizo mundialmente conocido creando la Federación de Bosnia-Herzegovina, un estado fantoche bajo la administración y autoridad de un Alto Representante de la Unión Europea, esto durante el bombardeo de Yugoslavia.
Fue también él quien organizó la conferencia de Rambouillet (lugar cerca de París) cuyo único objetivo era culpar por el conflicto del Kosovo a Serbia, conferencia de propaganda porque la intervención militar contra en esa entonces Yugoslavia ya estaba decidida y planificada.
En el transcurso de las diferentes batallas que tuvieron lugar en Yugoslavia, Richard Holbrooke constituyó un « grupo de contacto» lo que permitió de implicar a los Europeos en las opeaciones militares sucesivas.
El Reino Unido (UK) acaba de ampliar los poderes de su embajador en Kabúl y jefe local también del MI6 (servicios secretos británicos), Sir Sherard Cowpwe-Coles; mientras que Francia ha nombrado al diputado Pierre Lellouche para la misma finalidad.
Todos ellos ya han tenido la oportunidad de trabajar en el pasado con Richard Holbrooke durante las guerras en Yugoslavia: Sir Sherard Cowpwe-Coles era el consejero especial encargado del Kosovo para el ministro británico de Relaciones Exteriores Robin Cook durante dicho conflicto.
Pierre Lellouche fue el parlamentario más activo durante los bombardeos de la OTAN sobre Yugoslavia en 1999, bombardeos que tenían como objetivo destruir el potencial económico del país (fábricas, puentes, televisiones, etc)
En cuanto a Alemania, este país a designado al embajador Bernd Mützelburg. Este último es un inminente miembro del BND (servicios secretos alemanes) y que jugó un papel fundamental para el desencadenamiento de la guerra yugoslava organizando el prematuro reconocimiento de las independencias de Croacia y Eslovenia para la implosión de la federación yugoslava en aquella época, cuando él era el principal consejero del ministro alemán de Relaciones Exteriores, es decir de Hans-Dietrich Genscher.
Bernd Mützelburg trabajó en aquellos momentos con Richard Holbrooke sobre la cuestión de refugiados. En 1998-99, Bernd Mützelburg (entonces en puesto oficialmente en Estonia) había sido el consejero en la sombra del canciller Gerhard Schröder para el Kosovo. Sólo se marchó a su puesto una vez el conflicto terminado.
Todo se está organizando cuidadosamente para la extensión de la guerra en Pakistán, tal cual lo anunció el presidente Barack Obama durante su campaña electoral.
En apenas un mes de gestión y bajo lo que él define como “un nuevo orden en Afganistán”, Obama ha decidido enviar 17.000 nuevos elementos de tropa para completar los 60.000 soldados estadounidenses en ese país. Este contingente, más los 32.000 ya posicionados por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), elevarían a casi 100.000 el número de invasores en ese campo de batalla en el que han convertido a Afganistán.
Pero,…¿por qué de nuevo la locura militarista del imperio?¿No aprendieron con Viet Nam o con el propio Iraq?
Obama justifica su decisión argumentando que es necesario evitar que los talibanes dominen el poder en Afganistán y conviertan a ese país en un paraíso de terroristas.
¿Es ésa la razón para mantener 100.000 elementos de tropa en un país que, como Afganistán, solo posee un movimiento que resiste al invasor desde cuevas y en condiciones de precariedad bélica y numérica?
¿Estará el petróleo de nuevo mediando en esta decisión de Obama?
El presidente Barack Obama considera que la energía del planeta esta controlada por dictadores. Él no menciona nombres pero, sin duda, Venezuela estaría en esa lista.
Como es sabido, Estados Unidos importa el 55% del petróleo que consume (23 millones de barriles diarios, la cuarta parte del consumo mundial) pero, si continúa manteniendo su actual rata de crecimiento, para el 2015 deberá importar el 95%.
Ante esta situación, debemos señalar que a partir del 2008, y de acuerdo con un estudio identificado como “El Fenómeno del Global Pick Oil”, la producción petrolera del planeta entró en su fase decreciente, esto es: no habrá más petróleo para las exigencias del consumo planetario (86 millones de barriles diarios) y la mayor parte de las reservas existentes no están bajo control del imperio.
La conclusión es muy sencilla, si Estados Unidos pretende mantener su actual nivel de consumo y crecimiento, deberá utilizar su poder militar para tomar por la fuerza los grandes reservorios petroleros del planeta.
Estos reservorios, al alcance del brazo armado del imperio, son tres: la Sub-Región Andina ( Venezuela, Colombia y Ecuador), Asia Central (Afganistán, Azerbaijan y Turkistán) y la Región del Golfo Pérsico (Arabia Saudita, Kuwait, Barahin, Emiratos Arabes, Siria, Iraq e Irán).
De todos estos países petroleros, sólo cuatro se encuentran fuera del control del imperio: Venezuela, Irán, Siria y Ecuador.
De estos cuatro países, Irán constituye en estos momentos el foco de atención del imperio. Irán, después de Arabia Saudita, posee las mayores reservas de gas y de petróleo liviano del mundo, controla el estrecho de Hormuz, franja por donde pasa el 68% del petróleo que mueve al planeta. Y posee un gobierno considerado por Obama como dictatorial y enemigo de Israel.
Luego de la invasión a Iraq, Estados Unidos ha posicionado su armada y sus bases militares alrededor de Irán y bajo condiciones estratégicas para un inminente ataque al territorio iraní.
Nos preguntamos…¿Cuál podría ser el detonante para este inminente ataque?
Conociendo el papel de Israel en la política exterior de Estados Unidos y su desempeño como brazo armado del imperio en la Región del Golfo Pérsico y tomando en cuenta la participación de connotados sionistas del American Enterprise Institute en la elaboración del “Proyecto para una Nueva Centuria Americana” (proyecto que contempla 7 años de guerra y el posicionamiento de Estados Unidos como imperio dominante para los próximos 100 años), no sería muy difícil vaticinar cuál sería la próxima decisión del presidente Obama, luego de fortalecer sus ejércitos en un país fronterizo a Irán como lo es Afganistán.
¿Pero…por qué Barack Obama presionaría el botón detonante?
Por las siguientes razones:
1.- Las declaraciones de los miembros de la Configuración del Poder Sionista (ZPC en inglés). El ZPC es el movimiento de poderosos sionistas judíos a escala financiera y política que logró incorporar a Barack Obama en su proyecto político. Abner Mikvner, uno de sus miembros más connotados, señaló: “Barack Obama es el primer presidente judío de Los Estados Unidos”.
2.- La imposibilidad de Estados Unidos de mantener su nivel de crecimiento contando con sus fuentes actuales de suministro de energía.
3.- La actual crisis económica y política cuyo desarrollo ha ocasionado la concentración del poder financiero en sectores sionistas vinculados al Proyecto para una Nueva Centuria Americana, proyecto que está manejando la alternativa de la guerra como propósito para la reconfiguración del poder del imperio.
4.- El arribo al poder en Israel de Benjamín Netanyahu quien, en su campaña electoral, además de apoyar el ataque genocida a Palestina, aseguró que si ganaba las elecciones no permitiría que Irán continuara con su programa de energía nuclear.
5.- Lo declarado por Obama en una conferencia de prensa de la NBC, el 7 de diciembre de 2008 cuando dijo: “Necesitamos avanzar en una política firme aunque directa con Irán, dejándoles muy claro que consideramos inaceptable que desarrollen armas nucleares, que su financiación de organizaciones como Hamas y Hezbullah y sus amenazas contra Israel van en contra de todo aquello en lo cual creemos…Quizás tengamos que endurecer esas sanciones…y plantearles una opción muy clara…y tendrán que aceptarla por las buenas o por las malas”.
Si la luz verde de Obama para el ataque israelí a Irán se convierte en el detonante para otra guerra global, ¿podría Estados Unidos respetar los acuerdos de suministro petrolero que actualmente mantiene con Venezuela?¿Qué pasaría con Venezuela si, en opinión de Obama, somos un país con una dictadura controladora de la energía?¿Cercaría Estados Unidos los pozos petroleros venezolanos bajo el pretexto de que podrían ser blanco de ataques terroristas? ¿Tomaría Estados Unidos medidas inmediatas de desembarco e invasión al territorio venezolano?
El talante guerrero demostrado por el heredero de un imperio en el abismo y las posibles respuestas que pueda darle a estas interrogantes, demuestran la necesidad de reflexionar sobre la alta peligrosidad del impacto de sus decisiones, sobre un país que, como Venezuela, ahora emerge con una postura soberana e indoblegable frente a su antiguo y poderoso depredador.
El encuentro de esta semana con el británico Gordon Brown—promotor de un “New Deal mundial”—provocó una pequeña conmoción cuando la Casa Banca decidió reducir la conferencia de prensa que estaba pautada a una simple sesión de preguntas y respuestas en la Oficina Oval, lo cual en ciertos círculos británicos fue visto como un desaire.
Se adujo que el cambio se debía al mal tiempo que cubrió de nieve el Rose Garden, lugar donde tradicionalmente se celebran las conferencias de prensa presidenciales.
Pero quizás no se debiera tanto al exceso de nieve que efectivamente cubría los jardines de la Casa Blanca, sino a una estrategia dirigida a cubrir las crecientes diferencias en las políticas referidas a Afganistán.
La política que impulsa Estados Unidos en Afganistán incluye un incremento pronunciado de soldados—ya iniciado—y bombardeos continuos en Pakistán utilizando aviones teledirigidos.
La intensificación de las muertes civiles es un hecho.
Naciones Unidas estima que más de 2.100 civiles murieron en 2008, lo cual representa un incremento del 40 por ciento con respecto a 2007.
La ocupación de Afganistán ya lleva ocho años y en muchos países de la OTAN concita cada vez menos apoyo.
Joseph Stiglitz, ganador del Premio Nobel de Economía en 2001, me dijo:
“El avance en Afganistán va a costar muy caro. Las cosas no están marchando muy bien… Nuestros socios en la OTAN están cada vez más desencantados con la guerra. He hablado con mucha gente en Europa y ellos sienten que la situación está realmente empantanada, que nos estamos empantanando otra vez”.
Cuarenta y un naciones contribuyen con tropas para conformar la presencia de 56.000 efectivos de la OTAN en Afganistán.
Más de la mitad de estos soldados son estadounidenses.
El Reino Unido tiene 8.300 y Canadá casi 3.000.
Mantener las tropas resulta costoso, pero el costo humano es aún mayor.
Con un total de 108 muertes, Canadá tiene la tasa más alta de muertes per cápita de los ejércitos extranjeros en Afganistán, debido a que sus tropas están destacadas en el sur, en las inmediaciones de Kandahar, donde los talibanes son más fuertes.
El domingo pasado, el Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, declaró en CNN:
“No vamos a ganar esta guerra quedándonos… De hecho, mi opinión personal es que francamente no vamos a derrotar nunca a los insurgentes”.
El Secretario de Defensa Robert Gates escribió hace poco en la revista de política exterior Foreign Affairs:
“La victoria de Estados Unidos no puede lograrse matando o capturando”.
Sin embargo, fue Canadá quien fijó el plazo para el retiro de tropas a fines de 2011.
Estados Unidos, en cambio, habla de escalada.
Anand Gopal, corresponsal en Afganistán del periódico The Christian Science Monitor, describió la situación en el terreno:
“Muchos afganos con los que he hablado en la región del sur, donde se están dando los combates, afirman que traer más tropas resultará en un aumento de las bajas civiles. Traerá más incursiones nocturnas, tan resistidas por la sociedad afgana. Y también está el problema de que cada vez que los soldados estadounidenses entran en una aldea y luego se retiran, atrás vienen los talibanes a atacar la misma aldea”.
La legisladora afgana Shukria Barakzai le dijo a Gopal:
“Envíennos 30.000 universitarios. O 30.000 ingenieros. Pero no nos envíen más tropas, que sólo traerán más violencia”.
Las mujeres de Afganistán cumplen un rol clave en la lucha por la paz. Una fotógrafa me escribió recientemente contándome que:
“El domingo 8 de marzo se realizarán diversas celebraciones en todo Afganistán para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. En Kandahar, cientos de mujeres se reunirán para orar juntas por la paz, un acto que resulta particularmente significativo en esta región tan inestable de Afganistán”.
Al retornar de un encuentro internacional de mujeres celebrado en Moscú, la escritora feminista Gloria Steinem señaló que se habló en particular de la necesidad de que los medios de comunicación contrataran a corresponsales de paz para contrarrestar a los corresponsales de guerra.
De esa manera se amplificarían las voces de la sociedad civil, resaltando a aquellas que luchan por la paz.
En los medios de prensa estadounidenses la tendencia es a equiparar librar una guerra con combatir al terrorismo.
Pero en el terreno, las bajas civiles provocan una enorme hostilidad.
En este sentido, Mary Robinson, ex presidenta de Irlanda, recalcó:
“Me entristece y asombra la virulencia de las reacciones anti-estadounidenses que provocan estas guerras [en Irak y Afganistán]. Son vistas como ocupaciones. … Creo que es vital que aprendamos de los errores en que incurrimos al hacer llamamientos de guerra, en particular, a hacerlo de la manera en que lo hizo Estados Unidos, sin tener en cuenta las preocupaciones que planteaba el resto del mundo …lo que pasó inicialmente con la guerra de Irak… Es cierto que el Reino Unido se sumó, pero había mucha gente dentro del Reino Unido que no apoyó la alianza que abrió el camino a esa guerra. Y los daños han sido muchos. Tenemos que ser capaces nuevamente de construir una estrategia multilateral y una estrategia de apoyo regional para resolver problemas particularmente difíciles. Vimos que eso era posible en el caso de Corea del Norte, donde trabajaron y siguen trabajando juntos seis países, cinco países y Estados Unidos. Necesitamos una alianza similar estructurada en la región, porque está todo muy conectado ahora–Medio Oriente con Afganistán y Pakistán, e incluso con India, luego de los incidentes en Mumbai, y las tensiones que hay ahí. De manera que precisamos una estrategia que se nutra de la fuerza que brinda trabajar con los países vecinos”.
Barack Obama arrasó en las primarias y llegó a la presidencia debido en gran medida a su discurso antibélico.
Sin embargo, mientras mandatarios como Brown y Harper están cediendo ante los crecientes reclamos de sus ciudadanos para poner fin a la guerra, en Estados Unidos apenas si se debate la decisión de aumentar las tropas en Afganistán, o el hecho de que la guerra se expanda hacia Pakistán.
(mas...)
© 2009 Amy Goodman
Traducido por Laura Perez y Democracy Now!
Obama indicó que en Afganistán cada clan actúa a su voluntad, lo cual provoca más dificultades para EE.UU., y destacó que aunque existen oportunidades de negociaciones entre las fuerzas estadounidenses y una parte del Talibán, la situación afgana es muy complicada.
(CRI)
El vicepresidente volverá a escuchar a los aliados de Estados Unidos, que contribuirán así a la gran revisión de la estrategia que Obama ordenó para Afganistán apenas se instaló en la Casa Blanca. Ese país y su vecino Pakistán han acaparado casi toda la actividad diplomática del nuevo gobierno en Washington.
Obama, quien siempre se opuso a la guerra en Irak lanzada por su antecesor, George W. Bush (2001-2009), estima que Estados Unidos se olvidó durante años de un frente esencial: Afganistán. Anunció casi en seguida el envío de 17.000 soldados estadounidenses adicionales a Afganistán de aquí a agosto próximo y la retirada del grueso de las tropas de Irak de aquí a agosto de 2010.
Obama dijo en una entrevista divulgada este sábado que Estados Unidos no está ganando la guerra en Afganistán e insinuó la posibilidad de entablar conversaciones con los talibanes más moderados. El mandatario destacó el éxito de la estrategia estadounidense de atraer a algunos insurgentes suníes en Irak a la mesa de negociaciones y alejarlos de Al Qaeda. Declaró al New York Times que "tal vez existan similares posibilidades en Afganistán y Pakistán".
"Es una muy buena noticia" que Obama "apoye la idea de discusiones con los talibanes que considera moderados", declaró el presidente afgano, Hamid Karzai, durante una concentración en Kabul con motivo del Día Internacional de la Mujer. "Es la posición que desde hace tiempo tiene el gobierno afgano", indicó Karzai, antes de indicar que estaba dispuesto a hablar únicamente con los talibanes que no se adhieren a la red Al Qaeda o a grupos "terroristas". "Solamente son bienvenidos quienes combaten contra su país porque están obligados a hacerlo, porque tienen miedo o por otras razones", dijo el mandatario afgano.
Obama debe decidir además si envía más refuerzos a Afganistán, como se lo pidió su mando militar en el terreno, y para ello se esperan los detalles de su anuncio sobre la nueva estrategia.
Obama indicó el martes pasado que tomaría una decisión antes de la cumbre de la OTAN el 3 y 4 de abril a ambos lados de la frontera francoalemana. Recibió ese día al primer ministro británico, Gordon Brown, después de haber visitado al primer ministro canadiense, Stephen Harper, y se comprometió personalmente con ellos en el esfuerzo diplomático actual.
Oficialmente Obama no presionó a ninguno de sus interlocutores a despachar más soldados a Afganistán pese al recrudecimiento de la violencia que se espera en la primavera boreal y con la elección presidencial que debe efectuarse este año.
"Estoy absolutamente convencido de que no se puede zanjar el problema de Afganistán, los talibanes, de la propagación del extremismo en esa región solamente por medios militares", dijo el mandatario.
Así, Estados Unidos esperaría más de sus socios en contrapartida del redoblamiento de su esfuerzo militar, según el secretario de Defensa, Robert Gates.
"Estados Unidos ve que nuestros aliados no pueden enviar más soldados, pero apreciamos otras formas de asistencia", dijo una alta responsable del Ejecutivo.
Biden va a Bruselas para repetir lo que dijo en Múnich (sur de Alemania) en febrero, a saber que "no basta con criticar el enfoque estadounidense; si no les gusta la política estadounidense (...), queremos oír sus ideas sobre lo que deberíamos hacer en Afganistán, y no solamente críticas".
Si Biden va a Europa detrás de Clinton, es para mostrar "que esta idea de consultar no son palabras en el aire, que verdaderamente es lo que queremos, pero que a cambio esperamos ideas concretas y una asistencia", dijo la reponsable.
Caras afganas, Predators, Reapers, Estrellas terroristas, conquistadores romanos, cementerios imperiales y otras rarezas del siglo estadounidense truncado
A veces lo que importa son las cosas de todos los días, las que pasan desapercibidas.
Lo que sigue, según Bloomberg News, forma parte del reciente testimonio del Secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates sobre la Guerra Afgana ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado.
“Los objetivos de EE.UU. en Afganistán deben ser ‘modestos, realistas’, y ‘sobre todo, debe haber una cara afgana en esta guerra’, dijo Gates. ‘El pueblo afgano debe creer que esta es su guerra y que estamos allí para ayudarle. Si piensa que estamos allí por nuestro propio interés, nos irá como a todos los demás ejércitos extranjeros que han estado en Afganistán’”.
Ahora, en nuestro mundo, una declaración semejante parece tan obvia, tan razonable, como para no requerir comentario alguno. Y sin embargo, esperemos un momento y pensemos sobre esta parte:
“Debe haber una cara afgana en esta guerra”.
Los funcionarios militares y civiles de EE.UU. utilizaron una frase equivalente en 2005-2006 cuando las cosas iban realmente, realmente mal en Iraq.
Entonces era un lugar común –y no menos inadvertido entonces– que sugirieran con urgencia que se pusiera una “cara iraquí” a los eventos en ese país.
La frase es reveladora, evidentemente volvió a estar en moda para una guerra diferente – y es extrañamente directa.
Como en el caso de una imagen, hay realmente una sola manera de comprenderla (lo que no significa que aquí haya alguien que lo haga).
Después de todo, ¿qué significa “poner una cara” a algo que supuestamente ya la tiene?
En este caso, tiene que significar que se ponga una cara afgana a lo que sabemos es la “cara” real de la guerra afgana –la nuestra– una cara extranjera que individuos como Gates reconocen, de modo bastante correcto, no es la que quisiera ver la mayoría de los afganos.
Es poco sorprendente que el Secretario de Defensa escoja una frase semejante, parte del arsenal de palabras e imágenes de todos los días de Washington cuando se trata de geopolítica, poder y guerra. Y sin embargo, sin duda, es habla del Imperio, al estilo estadounidense.
Es el lenguaje –detrás del cual yace una estructura más profunda de argumento y pensamiento– que es esencial para la visión de sí mismo de Washington como Goliat montado sobre el planeta.
Hay que pensar en esa “cara/máscara afgana”, de hecho, como parte de los desechos que borbotean regularmente del inconsciente imperial estadounidense.
Por cierto, las palabras crean realidad incluso si un lenguaje semejante, en toda su peculiaridad, pasa esencialmente desapercibido.
Sin que sea comentado en general, ayuda a normalizar las prácticas estadounidenses en el mundo, protegiéndonos confortablemente de ciertas realidades globales, pero también tiene el potencial de enceguecernos ante esas realidades que, en tiempos arriesgados, pueden ser ciertamente peligrosas.
Así que consideremos algunas entradas en lo que podría ser considerado el Diccionario del Habla Imperial de EE.UU.
Guerra Oculta a Simple Vista: Recientemente se ha informado mucho sobre la eficacia de la decisión del gobierno de Obama de aumentar la intensidad de los ataques con misiles de la CIA desde aviones teledirigidos en lo que Washington, en un neologismo recientemente acuñado que refleja una guerra que se amplía, ahora llama “Af-Pak” – las guerras tribales fronterizas pastunes de Afganistán y Pakistán, e incluso ha habido un cierto debate en este sitio al respecto.
Desde agosto de 2008, se han lanzado más de 30 ataques semejantes con misiles desde el lado paquistaní de la frontera contra presuntos objetivos de al-Qaeda y de los talibanes.
En realidad, el ritmo de los ataques ha aumentado desde que Barack Obama entró al Despacho Oval, así como la cantidad de víctimas de los bombardeos con misiles, y la indignación popular en Pakistán.
Gracias a la senadora Diane Feinstein, también sabemos que, a pesar de fuertes protestas oficiales del gobierno paquistaní, alguien en ese país está haciendo más que mirar para otro lado mientras ocurren los ataques.
Como reveló recientemente la senadora, por lo menos algunos de los vehículos aéreos sin tripulación de la CIA (UAV, por sus siglas en inglés) que cruzan los cielos de Af-Pak están evidentemente estacionados en bases paquistaníes.
Recientemente también se nos dijo que unidades de Operaciones Especiales de EE.UU. ahora realizan regularmente incursiones dentro de Pakistán “primordialmente para obtener inteligencia”; que una unidad de 70 consejeros de las Fuerzas Especiales de EE.UU., “una fuerza de tareas secreta, supervisada por el Comando Central de EE.UU. y el Comando de Operaciones Especiales”, ayudan y entrena a las fuerzas militares el ejército paquistaní y del Cuerpo Fronterizo, de nuevo dentro de Pakistán; y que, a pesar de (o tal vez, en parte debido a) esos esfuerzos estadounidenses, la influencia de los talibanes se está expandiendo realmente, incluso mientras Pakistán amenaza con desintegrarse.
De modo bastante desconcertante, sin embargo, todavía se habla de esta parte paquistaní de la guerra estadounidense en Afganistán en los principales periódicos de EE.UU., como una “guerra clandestina”.
Cuando aparecen las noticias al respecto, uno de los temas por lo que nadie se preocupa por preguntar es de quién está siendo ocultada,
El 20 de febrero, Mark Mazzetti y David E. Sanger del New York Times escribieron de la manera acostumbrada:
“Con dos ataques de misiles durante la semana pasada, el gobierno de Obama ha expandido la guerra oculta dirigida por la Agencia Central de Inteligencia dentro de Pakistán, al atacar una red militante que trata de derrocar el gobierno paquistaní… Bajo la política estándar para operaciones clandestinas, los ataques de la CIA dentro de Pakistán no han sido públicamente reconocidos por el gobierno de Obama o el gobierno de Bush”.
El 25 de febrero Mazzetti y Helene Cooper informaron que el nuevo jefe de la CIA, Leon Panetta, se jactó en esencia ante periodistas de que “la campaña de la agencia contra militantes en las áreas tribales de Pakistán era ‘el arma más efectiva’ que tenía el gobierno de Bush para combatir a la máxima dirigencia de al Qaeda… El señor Panetta no llegó a reconocer directamente los ataques con misiles, pero dijo que ‘los esfuerzos operativos’ que se concentran en líderes de Qaeda han sido exitosos”.
Siobhan Gorman del Wall Street Journal informó el día siguiente que Panetta dijo que los ataques son “probablemente el arma más efectiva que tenemos para tratar de hacer estragos en al Qaeda ahora mismo”.
Agregó que [Panetta] dijo:
“El señor Obama y el Consejero de Seguridad Nacional James Jones han apoyado enérgicamente su uso”.
¡Uf!, ¿guerra oculta? Esos “esfuerzos operacionales” “ocultos” han sido noticias de primera plana en la prensa paquistaní durante meses, formaron parte de los debates de la campaña presidencial de EE.UU., y ciertamente no pueden constituir un secreto para los pastunes en esa áreas fronterizas que deben ver aviones teledirigidos con bastante frecuencia y regularidad, o ver misiles que caen en sus vecindarios.
En EE.UU., “guerra oculta” ha sido desde hace tiempo un término para guerras como la Guerra de la Contra respaldada por EE.UU. contra los sandinistas en Nicaragua, en los años ochenta, que fueron abiertamente discutidas, debatidas, y a menudo elogiadas en este país.
En gran medida, cuando aspectos de esas guerras han sido realmente “ocultos” –es decir, intencionalmente ocultados a alguien– ha sido ante el público estadounidense, no de los enemigos contra los que tienen lugar.
Por lo menos, sin embargo, un lenguaje semejante, por trillado que sea, ofrece a Washington una especie de “negación plausible” cuando se trata de pensar qué clase de “cara estadounidense” presentamos al mundo.
Prácticas de denominación imperiales:
En nuestra prensa, funcionarios anónimos de EE.UU. ahora apuntan orgullosamente a la creciente “precisión” y “exactitud” con la que esos ataques con misiles de los aviones teledirigidos eliminan personalidades talibanes o de al Qaeda sin (supuestamente) eliminar a los miembros de las tribus que viven en las mismas aldeas o complejos habitacionales vecinos.
Artículos semejantes prestan a nuestra guerra una calidad casi estéril.
Tienden a subrayar los esfuerzos extraordinarios hechos por los planificadores para evitar “daño colateral”.
Para muchos estadounidenses, debe parecer extraño, incluso irracional, que paquistaníes perfectamente no-fundamentalistas puedan indignarse tanto por ataques que apuntan a los peores terroristas del mundo.
Por otra parte, consideremos por un momento los nombres de los aviones teledirigidos que ahora vuelan regularmente sobre “Pastunistán”.
Son regularmente publicados en nuestra prensa sin comentario alguno.
El más básico de los aviones sin tripulación armados tiene el nombre de Predator, un mote que perfectamente podría haber llegado directamente de películas de ciencia ficción de pesadilla sobre un extraterrestre que se alimenta de humanos.
Indudablemente, sin embargo, fue utilizado del modo como lo quería decir el coronel Michael Steele de la 101 División Aerotransportada cuando exhortó a su brigada desplegada hacia Iraq (según el nuevo libro “The Gamble de Thomas E. Ricks) a que recuerde:
"Sois el depredador".
El avión radioguiado Predator va armado de “sólo” dos misiles.
El más avanzado, llamado originalmente Predator B, que ahora es desplegado por los aires sobre Af-Pak, ha sido apodado Reaper (segador) – como en “Grim Reaper”.
[Venganza infernal – Reaper = la muerte, la parca]
Ahora bien, hay una sola cosa que podría estar segando un “avión sin tripulación cazador-asesino”, y sabéis exactamente qué es: vidas humanas.
Puede ir armado con hasta 14 misiles (o cuatro misiles y dos bombas de 500 libras), lo que significa que lleva un golpazo mortífero.
Oh, a propósito, esos misiles también tienen nombre. Son misiles Hellfire.
[fuego del infierno]
De modo que si queréis considerar la naturaleza de esta guerra oculta sólo en términos de nombres:
Depredadores y Segadores desencadenan el fuego de algún infierno satánico sobre campesinos, guerrilleros fundamentalistas, y terroristas de las regiones fronterizas de Af-Pak.
En Washington, la Guerra Af-Pak se discute en el lenguaje incruento, burocrático, de la “contrainsurgencia global” o “guerra irregular” (IW), de “poder suave,” “poder duro” y “poder inteligente”.
Pero el vuelo sobre los páramos pastunes es la cara brutal de la depredación y de la muerte, lista a todo instante para lanzar el fuego del infierno sobre los que están abajo.
Argumentos imperiales:
Sigamos un poco más con lo mismo.
Enfrentados al número creciente de víctimas civiles causadas por los ataques aéreos de EE.UU. y de la OTAN en Afganistán y un público afgano cada vez más indignado, los funcionarios estadounidenses tienden a culpar directamente a los talibanes por la mayoría del “daño colateral” desde el aire.
Como explicó rotundamente hace poco el jefe del Estado Mayor Conjunto, Michael Mullen:
“El enemigo se oculta tras civiles”.
Por ello, dice el argumento en habla-imperial, los civiles muertos son en realidad obra de los talibanes.
Portavoces civiles y militares de EE.UU. han culpado desde hace tiempo a los guerrilleros talibanes de utilizar a civiles como “escudos,” o incluso de atraer intencionalmente devastadores ataques aéreos contra fiestas de matrimonio afganas para crear víctimas civiles e inflamar así la sensibilidad del Afganistán rural.
Este vulgar argumento tiene dos características esenciales: la afirmación de que ellos nos llevan a hacerlo (matar civiles) y la implicación de que los combatientes talibanes “se ocultan” entre inocentes aldeanos o participantes en fiestas matrimoniales, que son unos cobardes, que están dispuestos a poner en peligro a sus compatriotas pastunes en lugar de salir y batirse como hombres – y, por supuesto, morir en vista del poder de fuego que enfrentan.
Los medios de EE.UU. registran regularmente este argumento sin reflexionar al respecto.
En este país, de hecho, la maldad de que combatientes “se oculten” entre civiles parece ser tan evidente, especialmente considerando el mal mayor de los talibanes y de al-Qaeda, que nadie piensa dos veces sobre el tema.
Y sin embargo, como tanto en el habla del Imperio, en un planeta unidireccional, este argumento es claramente unidireccional.
Lo que es bueno para el ganso guerrillero, por así decir, es inaplicable a la oca imperial.
Como ilustración, considerad a los “pilotos” estadounidenses que dirigen esos Predator y Reaper sin tripulación.
No sabemos dónde se encuentran todos ellos (salvo que no están en los aviones radiodirigidos), pero es seguro que algunos están en la Base Nellis de la Fuerza Aérea en las afueras de Las Vegas.
En otras palabras, si los guerrilleros talibanes abandonaran la protección de esos civiles y salieran al descubierto, no habría un enemigo que combatir en el sentido usual, ni siquiera en el sentido depredador.
El piloto que dispara ese misil Hellfire contra alguna aldea o complejo fronterizo paquistaní utiliza, después de todo, las cámaras del avión radioguiado, y el próximo año será un nuevo sistema bautizado de modo espeluznante "Gorgon Stare" [Mirada de Gorgona], para ubicar su objetivo y entonces, a través de la consola, como en un vídeo-juego de un solo tirador, dispara el misil, posiblemente desde muchos miles de kilómetros de distancia.
Y, sin embargo, no encontraréis en ninguna parte en nuestro mundo a alguien que argumente que esos pilotos se “ocultan” como si todos fueran cobardes.
Un pensamiento semejante nos parece absurdo, como lo sería si fuera aplicado a los pilotos de F-16 que despegan de portaaviones frente a la costa afgana o los pilotos de B-1 que parten de bases anónimas en Oriente Próximo o de la base en la isla Diego García en el Océano Índico. Y sin embargo, hagan lo que hagan esos pilotos en los cielos afganos, a menos que tengan una avería mecánica, no están en más peligro que si ellos también estuvieran en algún sitio en las afueras de Las Vegas.
En los últimos siete años, unos pocos helicópteros, pero ningún avión, han sido derribados en Afganistán.
Cuando los muyahidín afganos combatieron a los soviéticos en los años ochenta, la CIA les suministró misiles Stinger portátiles, el misil tierra-aire más avanzado del arsenal de EE.UU., y ciertamente comenzaron a derribar helicópteros y aviones soviéticos (lo que resultó ser el comienzo del fin para los rusos).
Los talibanes afganos o paquistaníes o los terroristas de al Qaeda no tienen actualmente una capacidad semejante, lo que significa, si se piensa en el asunto, que lo que aquí imaginamos como una ‘guerra aérea’ no involucra ninguno de los peligros que asociaríamos normalmente con la guerra.
Mirado desde otro ángulo, esos ataques con misiles y bombardeos son realmente actos unilaterales de matanza.
Las tácticas de los talibanes son, claro está, la esencia de la guerra de guerrillas, que siempre involucra una batalla asimétrica contra ejércitos y armamento más poderosos, y que, si tiene éxito, siempre depende de la capacidad de la guerrilla de integrarse al entorno, natural y humano, o, como lo dijo genialmente el líder comunista chino Mao Zedong, “nadar” en el “mar del pueblo.”
Si alguien imagina que sus enemigos simplemente utilizan a los aldeanos como “escudos” o que se “ocultan” como si fueran cobardes, entre ellos, habla el lenguaje del poder imperial pero se está cegando (o al público) ante las verdaderas realidades de la guerra que se está librando.
Chistes imperiales:
En octubre de 2008, Rafael Correa, presidente de Ecuador, se negó a renovar el convenio para el uso de la Base Aérea Manta, una de por lo menos 761 bases en el extranjero, de macro a micro, que ocupa EE.UU. en el mundo.
Según informaciones, Correa dijo:
“Renovaremos la base con una condición: que nos dejen poner una base en Miami – una base ecuatoriana. Si no hay ningún problema en tener soldados extranjeros en suelo patrio, seguramente nos dejarán tener una base ecuatoriana en Estados Unidos”.
Esto satisface las condiciones de un chiste anti-imperial.
El presidente “izquierdista” de Ecuador no hacía otra cosa que pellizcar la nariz de Goliat.
¿Una base ecuatoriana en Miami? Absurdo.
Nadie en el planeta tomaría en serio una sugerencia semejante.
Por otra parte, cuando se trata de que EE.UU. tenga una base importante en Kirguistán, un país de Asia Central del que ni un solo estadounidense en un millón ha oído hablar, no es cosa de risa.
Después de todo, Washington ha estado pagando 20 millones de dólares al año en alquiler directo por el uso de la Base Aérea Manas de ese país (y, como alquiler indirecto, otros 80 millones de dólares para diversos programas kirguistaníes).
Recién en octubre pasado, el Pentágono planificaba invertir otros 100 millones de dólares en construcción en Manas “para expandir áreas de aparcamiento de aviones en la base y proveer un “bloc de carga peligrosa” –un área suficientemente segura para cargar y descargar carga peligrosa y explosiva– ubicada lejos de instalaciones habitadas”.
Eso, sin embargo, fue cuando las cosas comenzaron a ir mal.
Ahora, el parlamento de Kirguistán ha votado por expulsar a EE.UU. de Manas dentro de seis meses, un golpe serio a sus esfuerzos de reaprovisionamiento para la Guerra Afgana.
Más ultrajante aún para Washington es que los kirguistaníes parecen haberlo hecho a pedido del presidente ruso Vladimir Putin, quien tiene el descaro de querer restablecer una esfera de influencia rusa en lo que solían ser las tierras fronterizas de la antigua Unión Soviética.
En resumidas cuentas, a pesar de la situación económica en pleno colapso de EE.UU. y los crecientes costes de la Guerra Afgana, EE.UU. sigue actuando como si viviera en un planeta unidireccional.
¿Un país pide una base en EE.UU.?
Es un chiste o un insulto, mientras que el que EE.UU. gane o pierda potencialmente una base casi en cualquier parte del planeta puede ser un insulto, pero nunca es motivo de risa.
Pensamientos imperiales:
Recientemente, para justificar esos ataques con misiles en Pakistán, funcionarios de EE.UU. han estado filtrando detalles de los “éxitos” del programa a periodistas.
Funcionarios anónimos han brindado “el cálculo posiblemente optimista” de que la “guerra oculta” de la CIA ha llevado a las muertes (o captura) de 11 de los 20 máximos comandantes de al Qaeda, incluido, según un reciente informe del Wall Street Journal "Abu Layth al-Libi, a quien los funcionarios de EE.UU. describieron como ‘estrella ascendente’ en el grupo”.
“Estrella ascendente” es una frase tan estadounidense, que combina, como lo hace, jerarquías del terror con la jerga de los tabloides de celebridades.
En los hechos, un problema del habla imperial, y del pensamiento imperial de modo más general, es la manera como impide que los funcionarios imperiales imaginen un mundo que no sea según su propia imagen.
De modo que no sorprende que, a pesar de todos sus esfuerzos, evoquen regularmente a sus enemigos como una versión distorsionada de ellos mismos – jerárquicos, demasiados dependientes de líderes, y demasiado pesados en la parte de arriba.
En la era de Vietnam, por ejemplo, los funcionarios estadounidenses invirtieron un esfuerzo notable en el envío de soldados para buscar, y bombardear, los refugios fronterizos de Camboya y Laos en una caza estéril de la COSVN (la así llamada Oficina Central para Vietnam del Sur), supuesto centro nervioso del enemigo comunista, alias “el Pentágono de bambú”.
Por cierto, no pudo ser encontrado en ninguna parte, fuera de la imaginación imperial de Washington.
En el “teatro” Af-Pak ", podríamos estar ante un fenómeno similar.
Al programa de aviones radioguiados asesinos de la CIA lo subyace una creencia en el que la clave para combatir a al Qaeda (y posiblemente a los talibanes) es destruir a su dirigencia, uno a uno.
Como han tratado de explicar importantes funcionarios paquistaníes, los ataques con misiles, que ciertamente han matado a algunas personalidades de al Qaeda y del talibán paquistaní (así como a cualquiera que estuviera cerca), son claramente contraproducentes.
Las muertes de esas personalidades de ninguna manera compensan la indignación, la desestabilización, la radicalización que los ataques engendran en la región.
Podrían, en los hechos, estar fortaleciendo funcionalmente a cada uno de esos movimientos.
Lo que le cuesta entender a Washington es lo siguiente: “decapitación”, para utilizar otro término imperial estadounidense, no es una estrategia particularmente efectiva con una guerrilla u organización terrorista descentralizada.
La realidad es que un movimiento guerrillero acéfalo no es ni de cerca tan atontado o impotente cómo sería un Washington acéfalo.
Sólo hace poco, Eric Schmitt y Jane Perlez del New York Times informaron que, mientras funcionarios de EE.UU. exhibían su optimismo sobre la efectividad de los ataques con misiles, funcionarios paquistaníes señalaban “signos de mal agüero de resistencia de al Qaeda” y sugerían “que al Qaeda ha reemplazado a combatientes y dirigentes de mediano nivel muertos con militantes menos experimentados pero más duros, quienes son considerados como más peligrosos porque son menos fieles a tribus locales paquistaníes…
La evaluación de los servicios de inteligencia paquistaníes estableció que al Qaeda se había adaptado a los golpes a su estructura de comando mediante el cambio ‘a la realización de operaciones descentralizadas bajo grupos regionales pequeños pero bien organizados dentro de Pakistán y Afganistán”.
Sueños y pesadillas imperiales: Los estadounidenses han pensado pocas veces en sí mismos como “imperiales,” así que ¿qué pasa con Roma en estos últimos años?
Primero, los neoconservadores, en el sofoco de la aparente victoria de 2002-2003 comenzaron a imaginar que EE.UU. era una “nueva Roma” (o nuevo Imperio Británico), o como escribió Charles Krauthammer ya en febrero de 2001 en la revista Time:
“EE.UU. no es un simple ciudadano internacional. Es la potencia dominante en el mundo, más dominante que ninguna desde Roma”.
Todos los caminos en este planeta, estaban convencidos, conducían ineluctablemente a Washington. Ahora, por cierto, es obvio que no lo hacen, y el alardeo imperial de sobrepasar a los imperios romano o británico se ha evaporado hace tiempo.
Cuando se habla de la Guerra Afgana, en los hechos, esos “caminos” (de reabastecimiento) parecen conducir, de modo bastante embarazoso, a través de Pakistán, Kirguistán, Uzbekistán, Rusia, e Irán.
Pero la comparación con la conquistadora Roma evidentemente sigue presente en los cerebros.
Cuando, por ejemplo, el jefe del Estado Mayor Conjunto, Mike Mullen, escribió recientemente una opinión editorial para el Washington Post, promocionando apoyo para la misión estadounidense en Afganistán, revisada, de la era Obama, simplemente no pudo dejar de comenzar con un inspirador cuento sobre los romanos y una pequeña ciudad-Estado italiana, Locri, que conquistaron.
Según su relato, el gobernante que los romanos instalaron en Locri, un tipo rapaz llamado Pleminio, resultó ser un saqueador y tirano. Y sin embargo, nos asegura Mullen, los locrianos creían tanto en “la reputación de ecuanimidad y justicia que Roma había edificado” que enviaron una delegación al Senado en Roma, sabiendo que se les escucharía, y exigieron restitución; y, por cierto, el tirano fue removido.
Hay que reconocer que parece ser una analogía traída del pelo con EE.UU. en Afganistán (y no confundáis ni por un segundo a Pleminio, ese canalla, con el presidente afgano Hamid Karzai, a pesar de que evidentemente los obamitas creen ahora que es corrupto y reemplazable).
Pero, como lo ve Mullen, el punto es:
“No siempre lo hacemos bien. Pero como los antiguos romanos, terminamos por esforzamos por hacerlo bien. Nos esforzamos por conquistar confianza. Y eso marca toda la diferencia”.
Mullen es, parece, el Esopo del Estado Mayor Conjunto y, en su cerebro ligeramente sobrecalentado, evidentemente seguimos siendo los “antiguos” romanos, conquistadores (pero apenas) – antes, claro está, de que comenzara la podredumbre fatal.
Y luego tenemos a Thomas Ricks, del Washington Post, un periodista de primera quien, en su último libro, da la oportunidad de opinar al Comandante de Centcom, David Petraeus.
Reflexionando sobre Iraq, donde (como el general) cree que todavía podríamos estar combatiendo en “2015,” Ricks comienza un reciente artículo en el Post, como sigue:
“En octubre de 2008, cuando estaba terminando mi último libro sobre la guerra de Iraq, visité el Foro Romano durante una escala en Italia. Me senté en un muro de roca al lado sur del Monte del Capitolio y estudié los dos arcos triunfales a los dos lados del Foro, ambos conmemorativos de guerras romanas en Oriente Próximo… Las estructuras hicieron patente una triste toma de conciencia: Es simplemente poco realista creer que las fuerzas armadas de EE.UU. podrán irse de Oriente Próximo… Fue una semana en las que fuerzas de EE.UU. habían se habían enzarzado en combates en Siria, Iraq, Afganistán y Pakistán –una cadena de países que va del Mar Mediterráneo al Océano Índico– siguiendo los pasos de Alejandro Magno, los romanos y los británicos”.
Con la desaparición del poder británico, sigue diciendo Ricks, “ha sido la hora de EE.UU. de tomar la iniciativa allí”. Y nuestra hora, por casualidad, todavía no pasa.
Evidentemente es, por lo menos, el punto de vista desde nuestra capital imperial y de nuestros virreyes militares en las periferias.
Francamente, a Freud le hubieran encantado estos tipos.
Parecen canalizar el inconsciente imperial.
Tomemos a David Petraeus, por ejemplo.
Es obvio que también en su caso, los deberes y peligros del imperio pesan fuertemente en los cerebros.
Como en el caso de una serie de personajes clave, civiles y militares, que ha comenzado recientemente a hacer advertencias sobre los peligros de Afganistán.
Como informó el Washington Post:
"[Petraeus] sugirió que las probabilidades de éxito son pocas, ya que poderes militares extranjeros han sido históricamente derrotados en Afganistán. ‘Afganistán ha sido conocido durante años como cementerio de imperios,’ dijo. ‘No podemos tomar esa historia a la ligera’”.
Evidentemente se preocupa por el aspecto funeral de esto, pero lo que considero curioso –exactamente porque nadie lo encuentra suficientemente curioso para comentar– es la admisión funcional en el uso de este viejo adagio sobre Afganistán de que pertenecemos a la categoría de imperios, estemos o no a la busca de un cementerio en el cual morir.
Y no está solo al respecto.
El Secretario de Defensa Gates describió el asunto de modo similar recientemente:
“Sin el apoyo del pueblo afgano, dijo Gates, EE.UU. simplemente ‘iría por el camino de todos los demás ejércitos extranjeros que han estado en Afganistán”.
Ceguera imperial:
Hay que pensar en lo anterior como sólo unas pocas entradas en el Diccionario del Habla Imperial Estadounidense que, claro está, nunca será compilado.
Estamos tan acostumbrados a un lenguaje semejante, tan fogueados con él y con los motivos de su origen, tan acostumbrados, en los hechos, a vivir en un planeta unidireccional en el que todos los caminos llevan a y desde Washington, que no parece para nada un lenguaje.
Sólo forma parte del fundamento no examinado de la vida de todos los días en un país que todavía cree que sea normal que tenga sus tropas en todo el planeta, que regularmente libre guerras a mitad de camino hacia el otro lado del globo, a que encuentre triunfo o tragedia en la obtención o pérdida de una base aérea en un país que pocos estadounidenses podrían ubicar en un mapa, y que produzca manuales militares sobre la guerra de contrainsurgencia como si fuera un fabricante de muebles do-it-yourself que incluye instrucciones para construir un gabinete con una caja de componentes.
No consideramos extraño que tengamos 16 agencias de inteligencia, algunas dedicadas a escuchas, y espionaje, en el planeta, o capaz de conducir “guerras encubiertas” en tierras fronterizas tribales a miles de kilómetros de distancia, o de hacer volar aviones teledirigidos sobre esas mismas tierras destruyendo a los que llegan a aparecer en la cámara.
Estamos fogueados con lo extraño de todo esto y del lenguaje (y las pretensiones) que van con ello.
Si el Diccionario de Habla Imperial Estadounidense fuera publicado un día, ¿quién lo compraría en este país?
¿Quién sentiría la necesidad de analizar lo que parece ser el único lenguaje razonable y claro como el agua para describir el mundo?
¿De qué otra manera, después de todo, podríamos operar?
¿De qué otra manera estaría cualquier estadounidense en la posición de parlotear con autoridad en Washington, o Bagdad, o Islamabad, o Roma?
Así les pareció también indudablemente a los romanos. Y sabemos lo que sucedió finalmente con su imperio y el lenguaje que lo acompañaba.
Un tal lenguaje juega su papel en la normalización de la dirección de un imperio.
Permite que los funcionarios (y en nuestro caso también los medios) no vean lo que sería inconveniente para el funcionamiento sin problemas de una empresa tan enorme.
Incrustado en sus palabras y frases está un modo feroz de pensar (incluso si no lo vemos de esa manera), así como la negación plausible. Y en los buenos tiempos, sus aplicaciones son obvias.
Por otra parte, cuando las modalidades normales del imperio dejan de funcionar, el mismo lenguaje puede servir repentinamente para cegar a los custodios imperiales –lo que, después de todo, es lo que es el “equipo” de política exterior de la era de Obama– ante realidades necesarias.
En un momento en el que podría ser importante comprender cómo se ve realmente la “cara estadounidense” en el espejo, no la pueden ver.
Y a veces lo que uno no es capaz de ver, como ahora, lo perjudica.
Tom Engelhardt
Copyright 2009 Tom Engelhardt
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En la rueda de prensa que tuvo lugar al concluir la conferencia otánica, precisó más:
"Si organizamos ese tipo de reunión, es de esperar que se invite a Irán, como vecino que es de Afganistán".
Con estas sencillas palabras mostró al mundo uno de los más importantes cambios en la política exterior de la Casa Blanca.
Algún destacado dirigente de Irán -el núcleo duro del abominable "eje del mal" en la era Bush- estará convocado a reunirse libremente con sus homólogos de EEUU y otros países, si no bajo un gran toldo de reminiscencias beduinas, como sugirió metafóricamente Clinton, sí en algún pulcro salón holandés de conferencias -según se ha filtrado a los medios-, para tratar del que, hoy por hoy, constituye un grave problema que preocupa a EEUU y a sus aliados: hallar el modo de dar fin a la intervención militar en Afganistán.
La invitación tiene también su pequeña trampa, aunque ésta parezca inocente.
En efecto: hace un mes Obama envió al presidente ruso Medvédev una carta secreta, que pronto dejó de serlo porque el mismo Obama aludió a ella la pasada semana.
Le proponía celebrar conversaciones simultáneas sobre el escudo antimisiles de EEUU, cuyo previsto despliegue parcial en Europa molesta a Moscú, y sobre los designios nucleares iraníes.
Obama lo expresó así:
"Es natural que si frenamos las intenciones iraníes de hacerse con armas nucleares, será menor nuestra necesidad de disponer de una defensa antimisiles".
Hay dos aspectos a los que Obama no alude, pero que es necesario tener en cuenta.
El primero es que, muy probablemente, Rusia no es capaz de ejercer suficiente presión sobre Irán como para torcer su rumbo nuclear.
Destacados analistas rusos recuerdan insistentemente que Irán no es un país de orden menor, como Afganistán o Pakistán.
Destacan su milenaria historia, su orgullo nacional y su tradicional rechazo a las presiones exteriores.
No está lejano en la memoria del pueblo iraní el recuerdo de la expulsión del primer ministro Mossadeq, provocada por EEUU y el Reino Unido cuando intentó nacionalizar el petróleo iraní.
Ese fue el origen remoto de la caída del Sah y de la revolución islámica, lo que condujo a la actual situación de enfrentamiento con EEUU.
Por lo general, los analistas políticos europeos, incluidos los rusos, suelen ser más sensibles a las enseñanzas de la Historia que sus homólogos de EEUU.
De ahí que crean que Obama exagera las posibilidades rusas de influir decisivamente sobre Teherán.
El segundo aspecto es que la prevista instalación del escudo antimisiles no obedece tanto a una amenaza real como a los intereses de la industria de defensa de EEUU, que de ello espera sustanciales beneficios. Al fin y al cabo esto no es sino la continuación de una dinámica que arraigó profundamente durante los decenios de la Guerra Fría y que ha sido muy bien estudiada.
Se trata de exagerar una amenaza, inventándola cuando sea preciso, para forzar la necesidad de nuevas armas, siempre más costosas: es el "arsenal barroco" sobre el que ya escribió Mary Kaldor.
Vencer estas inercias será probablemente más difícil para Obama que convencer a Teherán de que modifique su política nuclear.
Por su parte, el embajador iraní ante la Agencia Internacional de la Energía Atómica ha manifestado que su país esta dispuesto a entablar conversaciones con EEUU, Rusia, China y los principales países europeos.
Añadió que si esos países "adoptan maneras civilizadas y comparten la misma mesa de diálogo, podremos romper el punto muerto".
Sin embargo, no es fácil que la reunión se produzca antes de junio, cuando tendrán lugar en Irán las elecciones presidenciales en las que participará Ahmadineyad, cuya furibunda retórica contra EEUU habrá de templarse en cierta medida si resulta reelegido en el cargo y pretende acercar posiciones con el resto del mundo.
Podemos, pues, deducir que la pasada cumbre de la OTAN ha mostrado un avance muy positivo en dos direcciones que la obcecación de la época de Bush había hecho impracticables.
Una es la nueva relación con Rusia, esencial para la estabilidad de Europa, aunque a algunos países del Este europeo les cueste vencer sus recelos históricos y manifiesten disgusto.
La otra se dirige a Teherán como parte interesada en el conflicto de Oriente Medio, aunque en este caso sea en Israel donde se percibe la resistencia.
A EEUU corresponde persuadir a sus reticentes aliados para que apoyen la nueva política.
Otro importante paso en ambas direcciones podrá darse el próximo 2 de abril, cuando en Londres se reúnan Obama y Medvédev en la cumbre del G-20, lo que permitirá saber si Washington y Moscú empiezan a trabajar de modo conjunto, con puntos de vista no muy dispares, en algunos de los principales problemas que aquejan hoy a la humanidad.
Alberto Piris
General de Artillería en la Reserva
Al preguntarle que si las fuerzas que EEUU dirige estaban ganando la guerra en Afganistán, Obama afirmó sin rodeos: “No”. La respuesta era la única que podía darse. La insurgencia armada contra la ocupación estadounidense y de la OTAN se ha expandido inmensamente en los últimos años.
Grandes zonas de las provincias sureñas de Afganistán pobladas por la etnia pastún y las áreas tribales de Pakistán están en efecto controladas por el movimiento islamista talibán u otras fuerzas anti-ocupación, como el movimiento Hebz-e-Islami del señor de la guerra Gulbuddin Hekmatyar.
El índice de víctimas de la ocupación se ha duplicado en lo que va de año comparado con el mismo período en 2008, habiendo muerto hasta ahora 54 soldados estadounidenses y de la OTAN. Los ataques contra las fuerzas de seguridad del gobierno afgano se han triplicado, según la Accountability Office del gobierno estadounidense. Los insurgentes están matando más de cincuenta policías afganos al mes. En muchas zonas del sur de Afganistán, la policía no se atreve a salir de las comisarías.
La resistencia se está viendo impulsada por el resentimiento y hostilidad de una población machacada por la pobreza, que lleva ya más de siete años sufriendo represión e intimidación por parte de las fuerzas que EEUU dirige en Afganistán, y del ejército pakistaní, apoyado también por esas fuerzas, a través de la frontera. Con una situación en la que los islamistas son apreciados como los únicos que combaten contra los intentos estadounidenses por dominar la región, han continuado atrayendo apoyos.
Las células vinculadas con los talibanes parecen estar ahora activas en todas las ciudades importantes en Pakistán, aumentando el peligro de una guerra más amplia. La ruta terrestre de los suministros para las tropas de EEUU y la OTAN a través de ese país es ya muy insegura, lo que está obligando a Washington a buscar alternativas vía Rusia y Uzbekistán. La preocupación en los círculos militares estadounidenses por las líneas de suministros hacia Afganistán les ha llevado incluso a sugerir que se pida ayuda a China e Irán.
Resulta muy significativo que la Secretaria de Estado Hillary Clinton haya invitado a Irán a tomar parte en una cumbre que se celebrará en Afganistán a finales de mes.
La realidad militar en Afganistán es que las fuerzas ocupantes han sido incapaces de suprimir una insurgencia que cuenta con importante apoyo popular. Incluso con los 17.000 soldados más que está enviando Obama, habrá aún menos de 90.000 soldados de EEUU y la OTAN y apenas llegan a 80.000 el personal del gobierno afgano.
Teniendo en cuenta el tamaño, la geografía y la población del país, los analistas militares estiman que sería necesario tener más de 500.000 tropas allí.
En la región tribal de Pakistán, las operaciones en las que se implicaron alrededor de 100.000 soldados pakistaníes no consiguieron romper el control talibán allí, ni cerrar los refugios seguros utilizados por los insurgentes afganos ni contener los movimientos a través de las fronteras.
Dentro de este contexto, la estrategia diseñada por Obama depende de la capacidad de las fuerzas de ocupación para repetir lo que se llamó “Despertar” en Iraq durante los últimos meses de 2006 y 2007.
Coincidiendo con el “incremento” de 30.000 tropas más que aumentaron las fuerzas estadounidenses en Iraq a más de 160.000, se autorizó al comandante General David Petraeus a poner en marcha una política de sobornos hacia los líderes insurgentes y sus combatientes a fin de que cesaran en sus ataques. Los grupos que se buscaron estaban abrumadoramente compuestos de árabes sunníes. Finalmente, unos 100.000 se unieron a las milicias pagadas por EEUU, especialmente en los suburbios de Bagdad y en la provincia occidental de Anbar, ayudando al ejército estadounidense a aplastar a una minoría islámica radical dentro de la insurgencia.
Obama dijo al Times: “Si hablan con el General Petraeus, creo que él defendería que parte del éxito en Iraq se basó en que se implicó a gente que podríamos considerar fundamentalistas islámicos, pero que estaban dispuestos a trabajar con nosotros porque rechazaban totalmente las tácticas de Al Qaida en Iraq”. En Afganistán y Pakistán, dijo, “podrían darse oportunidades parecidas”.
Sin embargo, la perspectiva de un “Despertar” afgano o pakistaní ignora el principal factor implícito en su desarrollo en Iraq. Mientras que en la provincia de Anbar los tradicionales dirigentes tribales sunníes y las facciones aliadas con Al Qaida estaban enfrentadas, los insurgentes sunníes en Bagdad cambiaron de bando porque habían sido derrotados en una viciosa guerra civil sectaria contra los partidos fundamentalistas chiíes dominados por el gobierno apoyado por EEUU.
Miles de sunníes tuvieron que huir de la capital para escapar de las diarias matanzas indiscriminadas. Al poner fin a su resistencia, los insurgentes sunníes buscaban sobre todo conseguir protección militar estadounidense para sus suburbios y comunidades frente a los escuadrones de la muerte chiíes que operaban con impunidad dentro de las fuerzas policiales y militares iraquíes.
Incluso ahora, la situación sigue siendo frágil. La ocupación estadounidense ha creado una división sectaria en Iraq que beneficia sobre todo a la elite chií a expensas del estrato gobernante predominantemente sunní que dominaba el régimen de Saddam Hussein.
A largo plazo, la amargura y frustración entre quienes sentían que no tenían más opción que la de alistarse en el Despertar podría provocar nuevos combates contra las fuerzas estadounidenses y el gobierno de dominio chií.
En Afganistán y en las regiones tribales de Pakistán, no hay ninguna razón obvia para que los talibanes o Hezb-e-Islami se dobleguen ante la ocupación o acepten el gobierno apoyado por EEUU, como ocurrió en Iraq. Aunque han sufrido grandes bajas a manos de las mucho mejor equipadas fuerzas de EEUU y la OTAN, su posición estratégica es mucho más fuerte ahora que antes.
Haroun Mir, un antiguo asesor del señor de la guerra tayico anti-talibán Ahmad Shah Massoud, comentó al británico Guardian:
“La reconciliación fue una gran idea en 2003 o 2004, cuando el gobierno tenía ventaja, pero ahora las cosas están yendo a favor de los talibanes. Están en las afueras de Kabul y no tienen ningún interés en ponerse del lado del gobierno”.
Sebastián Morley, un ex mayor de las fuerzas especiales británicas que dimitió del ejército en protesta por la forma de llevar la guerra, hizo el 6 de marzo una caracterización especialmente tajante de la situación en la provincia clave de Helmand.
Morley dijo al Telegraph:
“Las operaciones que estamos llevando a cabo son anodinas. Controlamos zonas muy pequeñas de territorio en Helmand y estamos haciéndonos ilusiones si pensamos que nuestra influencia llega más allá de 500 metros de nuestras bases de seguridad. Es una temeridad pensar que controlamos esa tierra o que tenemos alguna influencia en lo que sucede más allá de las bases. Salimos para alguna operación, tenemos una pelea con los talibanes y después nos volvemos a la base a tomar el té. No controlamos en absoluto el terreno.
“Los talibanes saben dónde estamos. Saben muy bien cuándo hemos vuelto a la base. No creo que hayamos siquiera arañado la superficie en la medida en que el conflicto continúa. El nivel de desgaste y bajas no va a dejar de aumentar. Este es el equivalente al comienzo del conflicto de Vietnam. Queda mucho más por venir”.
En este punto, el acuerdo político sugerido por Obama sólo podía llevarse a cabo ofreciendo a facciones de los talibanes o de Hezb-e-Islami el control sobre la mayoría de las provincias pastunes o de los ministerios en el gobierno afgano. Sin embargo, esto implicaría dar de lado a sus oponentes pastunes que han colaborado con la ocupación, especialmente todos los que rodean al Presidente Hamid Karzai.
Esa es la política que claramente se está considerando. Las recriminaciones estadounidenses contra la administración de Karzai, sobre su corrupción e incompetencia, han aumentado rápidamente al deteriorarse la situación militar. Se afirma que los partidarios de Karzai han amasado fortunas considerables robando los ingresos estatales y cogiendo sobornos de los traficantes de heroína. Sobre todo Ahmed Ali Karzai, el hermano del presidente, ha sido acusado públicamente por agencias de EEUU de supervisar el tráfico de drogas en la provincia sureña de Kandahar.
La administración Obama ha dejado claro que su prioridad es impedir que el imperialismo estadounidense se vea desalojado de Afganistán. Ha declarado que tiene una valoración “realista” sobre el gobierno que se necesita en Kabul, esto es, ha abandonado la propaganda de Bush de que la ocupación estadounidense trataba de transformar el país en una “floreciente democracia”.
Ya se están dando pasos para debilitar y quitar a Karzai. Su mandato termina el 21 de mayo.
La constitución del país afirma que deben celebrarse elecciones presidenciales entre treinta y sesenta días antes de que termine el mandato presidencial.
Sin embargo, la comisión electoral, apoyada por las potencias de EEUU y la OTAN, ha pedido que las elecciones se celebren el 20 de agosto, pretendiendo que no se pueden llevar a cabo antes de esa fecha por los problemas de seguridad sobre el terreno en gran parte del país.
Karzai ha interpretado legítimamente la decisión como un movimiento hostil. Se enfrenta a las demandas de que se haga a un lado para que se ponga en marcha un gobierno “provisional” después del 21 de mayo.
Su decreto para que la elección tuviera lugar de acuerdo con la constitución fue rechazado por la comisión electoral la semana pasada.
Ahora está insistiendo en que seguirá de presidente hasta las votaciones, pero hay demasiada agitación en el ambiente como para que pueda acabar su mandato según establece el programa.
La oposición más ruidosa a Karzai viene de la Alianza del Norte: de los señores de la guerra de etnia tayica, uzbeca y hazari que combatieron junto a las fuerzas estadounidenses en 2001.
Son la misma gente que la administración Obama tendría que implicar en cualquier acuerdo de reparto del poder con los talibanes.
Los seguidores de la Alianza del Norte dominan también el cuerpo de oficiales del ejército afgano.
Implícitamente, la política de Obama hacia Afganistán se basa en crear un nuevo régimen de señores de la guerra para reemplazar a Karzai.
Siempre que las facciones de los talibanes y otras facciones influyentes pastunes acepten una continuada presencia estadounidense en el país, Obama patrocinaría la división y distribución de esferas de influencia entre ellos y los hombres fuertes de la Alianza del Norte.
Esta sórdida real politik pone de relieve el carácter reaccionario y neo-colonial de la ocupación de Afganistán.
Decenas de miles de afganos y cientos de tropas extrajeras han perdido la vida con el único objetivo de asegurar una base de operaciones para el imperialismo estadounidense mientras trata de extender su dominio sobre las regiones ricas en recursos energéticos de Asia Central y Oriente Medio.
James Cogan
World Socialist Web Site
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El 11 de septiembre proporcionó a Afganistán un enorme protagonismo. Aun así, la obsesión occidental en este país no se ha visto reflejada en una mejora de las condiciones de vida de la población local, y las tendencias hacen temer unas consecuencias tan desastrosas como las que sufrieron en las dos décadas previas a la intervención militar iniciada el 7 de octubre de 2001. Por eso, la pertinencia del despliegue de tropas internacionales en el país, en su formato actual, es cada día más cuestionada.
Desde el Centre d’Estudis per a la Pau J. M. Delàs, de Justícia i Pau, observamos esta situación con preocupación. Pensamos que la intención que existe tras esta intervención no es honesta y sincera, puesto que los discursos sobre todo lo referente a las operaciones militares extranjeras en general y la participación española en particular, no parecen coincidir con las realidades demostradas sobre el terreno. Es por eso que queremos presentar este informe en el que nos proponemos esquematizar 10 argumentos que nos hacen cuestionar la implicación extranjera en Afganistán. Estas dudas nos han hecho creer en la necesidad de la retirada de los soldados españoles y el replanteamiento de la política exterior española en Afganistán.
Esto significa rechazar la participación militarizada española y pedir un compromiso real del Gobierno español para colaborar con la población afgana a través de medios civiles y diplomáticos y de acuerdo con la especificidad e idiosincrasia de este país del Asia central.
Alianza de barbaries. Afganistan 2001-2008
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"La comunidad mundial no pide que Rusia envíe su contingente militar a Afganistán y el país no tiene tales planes", dijo Lavrov en una rueda de prensa conjunta con su homólogo afgano, Rangeen Dadfar Spanta.
Según sus palabras, Rusia quiere que el contingente internacional, emplazado en Afganistán actúe en estrecha cooperación con los dirigentes del país y se centré en combatir el narcotráfico afgano.
El ministro ruso destacó que el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado son óbices principales para el desarrollo pacífico de Afganistán.
"Hoy, los dos países han dado un paso importante para conjurar una de esas amenazas", indicó Lavrov, en referencia al acuerdo de cooperación en la lucha antigroga, firmado este lunes en Kabul por cancilleres de Rusia y Afganistán.
Rusia, señaló el ministro, atribuye mucha importancia a la conferencia internacional sobre Afganistán que se celebrará en Moscú el 27 de marzo y en la que se abordará, entre otros, el tema del narcotráfico.
Destacó que en Afganistán se concentra el 93 por ciento de la superficie mundial de cultivo de amapola y afirmó que el aumento de la producción de narcóticos en ese país está relacionado con la gran concentración de tropas extranjeras. Agregó que los planes de Estados Unidos de multiplicar el número de tropas de la coalición antiterrorista en Afganistán plantean la necesidad de que los países miembros asuman el compromiso de incrementar la lucha contra la producción de narcóticos.
Para Ivanov, “es una vergüenza para la comunidad internacional que el 93% de la heroína se acumule en un país donde está desplegado un contingente de 100 000 hombres".
Actualmente, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afina los detalles de una nueva estrategia civil y militar en Afganistán para debilitar a los talibanes en las provincias del sur, que pasará por enviar cientos de diplomáticos y funcionarios, además de aumentar el número de soldados y policías afganos.
Según recogió ayer The Washington Post, la Casa Blanca busca enviar diplomáticos y funcionarios de ministerios como Agricultura o Justicia para mejorar la gobernabilidad y las políticas de desarrollo y combatir la corrupción y el narcotráfico. Además, Obama quiere mejorar la cooperación entre el resto de gobiernos y las ONG internacionales y reforzar el papel de la ONU.
El diario resalta que Obama persigue ampliar los órganos de seguridad internos hasta un total de más de 400.000 soldados y policías, lo que doblaría su tamaño actual y triplicaría el número que el Pentágono consideró que era suficiente en 2002, cuando George W. Bush dio por derrotados a los talibanes.
De acuerdo con el Times, algunos miembros del equipo de Obama han cuestionado la viabilidad del plan, pues implicaría invertir entre 10.000 y 20.000 millones de dólares en los próximos siete años.
Trascendió que está aprobado el envío este año de 17.000 soldados estadounidenses, lo que elevará a 55.000 el número de tropas de EE.UU. en el país árabe.
"Nosotros apoyamos los esfuerzos de la comunidad internacional y estamos listos a contribuir al respecto para llevar la paz y estabilidad a Afganistán", dijo Lavrov a los periodistas en una conferencia de prensa con su homólogo afgano, Rangin Dadfer Spanta.
Rusia permitirá que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) use su territorio para llevar suministros a sus tropas apostados en el país devastado por la guerra, dijo el canciller.
Los primeros suministros no militares de la OTAN y de Estados Unidos llegaron a Afganistán a través del territorio ruso a principios de marzo.
Lavrov subrayó que Moscú continuará apoyando la guerra contra los terroristas, contra las drogas ilícitas y fortaleciendo la democracia en el estado asiático central posterior al Talibán.
Sin embargo, el máximo diplomático ruso dijo que Moscú no tiene intención de enviar un contingente militar a Afganistán.
"La comunidad internacional no está pidiendo a la Federación Rusa que envíe un contingente militar a Afganistán ni se tiene planeada ninguna acción de ese tipo", dijo.
Esta es la segunda visita de Lavrov a Afganistán por invitación de su homólogo afgano, durante la cual visitará al presidente Hamid Karzai e intercambiará puntos de vista sobre asuntos relacionados con los intereses mutuos, incluida la promoción de las relaciones bilaterales.
Rusia, dijo el Ministerio de Relaciones Exteriores afgano, ha aportado 117 millones de dólares a Afganistán en el pasado par de años.
(Xinhua)
"No veo señales de que EEUU pueda admitirlo... Sospecho que este tema suscitará no pocas polémicas entre los cargos oficiales de ambos países", declaró Pifer en una entrevista con RIA Novosti.
La OTAN, a su juicio, ha de mantener "puertas abiertas" para Georgia y Ucrania, señaló este experto, quien fue embajador estadounidense en Kiev en 1998-2000 y, actualmente, es colaborador del Centro de estudios estratégicos internacionales de Washington y del Instituto Brookings.
Tanto el presidente de EEUU, Barack Obama, como la secretaria de Estado, Hillary Clinton, manifestaron en el pasado su fuerte apoyo a Georgia y Ucrania, por lo cual "no cabe esperar grandes cambios en la política estadounidense con respecto a estos países".
Pifer censuró la decisión de Kirguizistán de cerrar la base aérea de Manas que EEUU y otros miembros de la coalición antiterrorista usaban desde 2001 para las operaciones en Afganistán. La calificó de "juego duro" y la explicó por "la creciente impaciencia y rechazo" por parte de Rusia, ansiosa de que EEUU y la OTAN se dirijan primero a ella y sólo después a los países limítrofes con Afganistán para solicitar el acceso al territorio afgano.
Rusia no quiere que la OTAN pierda en Afganistán "pero tampoco le interesa que gane fácilmente esta campaña" militar, señaló.
Pifer afirmó también que la OTAN debería "desempeñar cierto papel" en la solución de problemas de seguridad energética, tales como "la reciente guerra del gas ruso-ucraniana que dio origen a una situación muy complicada en Bulgaria, Eslovaquia y Rumania", a principios de enero pasado. Al mismo tiempo, el experto precisó que "no debe tratarse de una reacción militar" y que la ayuda por parte de la OTAN ha de ser "paralela a los esfuerzos de la Unión Europea que debe formar un mercado energético común".
"Las partes convinieron en trazar nuevos derroteros de cooperación con el fin de contribuir a los esfuerzos internacionales orientados a la estabilización, la reconstrucción y el desarrollo de Afganistán, entre ello en el contexto regional", dice el documento.
"Estamos de acuerdo en que Al Qaeda y otras organizaciones terroristas y extremistas que actúan en Afganistán y Pakistán presentan amenaza para muchos países, incluidos Rusia y EEUU", se señala en la declaración.
Las partes desarrollarán esfuerzos por elaborar acciones coordinadas a nivel internacional, con el papel clave de la ONU, se subraya.
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