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Obama desde una perspectiva realista |
Cuando digo una perspectiva realista no me refiero al significado coloquial del término. En este caso se trata del realismo científico desarrollado por Roy Bhaskar y otros. No voy a dar detalles del realismo científico en esta oportunidad. Por ahora sólo diré que desde la perspectiva realista se asume que la realidad existe independientemente de nosotros y de nuestro conocimiento de ella, que debajo de los eventos existe una estructura subyacente.
El realismo científico es una alternativa al positivismo y a las corrientes feomenolólogicas de moda. El realismo nos obliga a ir más allá de los eventos, de lo fenomenológico, para buscar la estructura subyacente.
Veremos que significa esto para el caso de Obama.
Para los analistas de derecha, los idelistas, los ingenuos y los desorientados, el triunfo electoral de Obama es una esperanza de cambio, tal como él mismo lo ofrecía, en la política estadounidense. Muchos hacian referencia al color de la piel de Obama como garantía de que hará un gobierno diferente al de Bush. Que carrizo tiene que ver el color de la piel con el capitalismo. Al capitalismo le da igual que el presidente sea negro, blanco, marillo, ciego, mujer, hombre, homosexual, etc. eso le importa un comino. Porque eso no es relevante. Lo impotante es la propiedad de los medios de producción que permitan la explotacin de millones de seres humanos sin importar el color de su piel, su religión, su preferencia sexual, etc. Para el capitalismo todos los trabajadores son iguales, lo que importa es apropiarse de su trabajo. Todo lo demás es cuento.
Esas posturas teóricas llevan a interpretaciones erradas de la política internacional. Tal es el caso de la masacre cometida por el estado terrorista de Israel en contra de laa población civil palestina. Según los ingenuos los israelies lanzaron sus viles ataques en contra de la población civil palestina aprovechando los últimos dias del gobierno de Bush, aprovechndo el apoyo de éste. Por otro lado se retiraron de Gaza justo antes de la juramentación de Obama como nuevo presidente de los Estados Unidos por no estar seguros de su apoyo. Este análisis puede calificarse por lo menos de infantil. Primero, el funcionamiento del imperialismo no depende de la voluntad de un hombre o de una mujer que asuma la presidencia de Estados Unidos, mucho menos el capitalismo. El sistema capitalista funciona independientemente de la voluntad de los politicos, más bien, estos últimos están al servicio del capitalismo. Segundo, durante toda la operación de exterminio llevada adelante por el ejército israelí en Gaza, Obama guardó un silencio cómplice, no podía ser de otra manera.
El otro cuento chino es el del afrodescendiente. Según muchos analistas, la llegada de una persona de piel oscura, a quien llaman afrodescendiente, a la Casa Blanca es un signo de que cambiará la polítiica de los Estados Unidos hacia su propia población y hacia el resto del mundo. Y contamos con numerosos contraejemplos de esa postura, basta mencionar a los archiconocidos Arthur Powell y Condoleeza Rice. Además, no sólo las personas negras son desendientes de africanos. Por ejemplo, los egipcios y los libios son africanos. Y por si fuera poco, los resultados de investigaciones arquelogicas establecen que toda la humanidad entera tiene su origen en lo que hoy denominamos África. Es decir, todos somos afrodescendientes, la afrodescendencia no tiene nada que ver con el color de la piel.
Estas elecciones estadounidenses fueron una gran operación de mercadeo. Los Estados Unidos buscan mejorar su aperiencia ante el mundo. La operación de intensificacion de la explotación de las grandes mayorías es acompañada de un gran campaña publicitaria. Nos quieren hacer creer que el capitalismo se puede humanizar. Nos están montando una gran trampa, comparable a la Perestroika en la extinta Unión Sovietica. La diferencia es que está última se llevó a cabo para desmantelar a la Unión Soviética, mientras que la primer se realiza para facilitar las operaciones de mantenimiento del imperiaismo estadounidense. El capitalismo se nos presenta con un nuevo rostro, eso es todo, pero sigue siendo lo mismo en el fondo.
Como señale antes, el realismo nos obliga a ir más allá de lo superficial, de los eventos que experimentamos, de las apariencias. Tenemos que indagar para encontrar las estructuras subyacentes a esos fenómenos. Desde esta perspectiva el triunfo de Obama es visto de una manera totalmente diferente y nos ayudaría a comprenderlo correctamente. De lo contrario nos quedaremos en la superficie, y en superficialidades.
Julio Mosquera

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, medios, memoria, multitud, politica.
El sistema se ha hecho tan pragmático que no importa el color de la piel.
Se ha dado cuenta de que son irrelevantes el género y el color; lo que importa es que lo verdaderamente importante no cambie en absoluto, por eso los grandes lobbies de Washington apoyan a un Obama rodeado de artistas multimillonarios que se proclaman progresistas desde su mansión con vigilancia privada.
El capitalismo –entendido como la convivencia legal de personas ricas hasta el absurdo con otras personas pobres hasta lo inhumano- no sólo no está en crisis sino que ha llegado a un momento de superación y fortaleza extraordinarias.
Los que ya estaban arriba, en medio de un reajuste económico planetario y una convulsión monumental de los mercados por su propia codicia, han sido capaces de dar una vuelta de tuerca más al potro de los pobres y las clases medias y han arrancado más dinero todavía para sus bancos y sus grandes empresas deficitarias.
El Estado y nuestros impuestos, a sus pies.
Barack Obama representa la obra cumbre de ese modelo. Se trata de decir y de aparentar lo que haga falta con tal de engordar los mercados. Obama, el pacifista, acude avalado por algunas empresas que forman parte del lobbie militar.
Para un ciudadano no estadounidense es difícil comprender la importancia de la industria militar en aquel país, el único del mundo que tiene una producción estratégica de armas más importante que la del propio automóvil.
En Estados Unidos se han tendido vías de ferrocarril exclusivas para mover maquinaria de una factoría militar a otra.
La mayoría de las grandes compañías de producción industrial –entre ellas, los fabricantes de aviones- tienen una división militar que es la que tira, subvencionada, del carro de las otras divisiones productivas que así compiten con ventaja en el mercado mundial.
La guerra es en sí misma una subvención con dinero y vidas públicas que benefician a estas empresas y a las que participan en el resto del saqueo a terceros países.
El Obama progresista –que no tiene reparos en robar y borrar el apellido de su esposa Michelle- es el mismo que en la ceremonia de posesión se pliega ante un predicador que es famoso por su homofobia y que bendice el principal acto de Estado en aquel país.
El lobbie gay también es un importante consumidor y será tenido en cuenta; no pasa nada. Obama es el que abre la puerta a la investigación con células madre y el que, a la vez, se hace con una panoplia de colaboradores que dan miedo, entre ellos un alto cargo de Economía que entiende que las mujeres son genéticamente inferiores a los hombres en el campo científico y en su capacidad de trabajo fuera del hogar.
El nuevo presidente ha conformado el tándem ideal con Bush. El tejano arrasa medio mundo –en el sentido militar y financiero- para enriquecer a los dueños del sistema y cuando la situación es insoportable aparece Obama para poner la cara amable y disculpar todos los delitos de su antecesor.
Es como si yo le abofeteo y le robo a usted, lector, y le doy el dinero a mi hermano.
Luego, y tras quedarse con el dinero, mi hermano le dirá que hay que olvidar y dejar así las cosas, que no sea rencoroso, carajo.
Aquí no ha pasado nada.
Se ha llegado al extremo de asumir la práctica de la tortura como un asunto electoral, no como una cuestión esencial de derechos humanos. Obama reconoce que se tortura por sistema en su país, que él se opone pero que esto no deja de ser una opción electoral como la opinión sobre financiar las bibliotecas públicas o un carril para bicicletas.
El mundo se ha vuelto loco: el presidente de la nación que dice ser la primera democracia del planeta nos dice que su país torturaba con normalidad y le aplaudimos. Algo tendrán que decir los que han apoyado a ese Gobierno hasta ayer, empezando por el propio Obama.
La propia existencia de la base de Guantánamo es una aberración muy poco explicada a la opinión pública mundial: tras la guerra hispano-estadounidense de 1898, Cuba (1) fue obligada a ceder un pedazo de su isla indefinidamente para no ser invadida por el ejército yanqui (Enmienda Platt). Si Gibraltar es de España, Guantánamo es de Cuba.
Lo importante, decía, es desprenderse de lo superfluo para robustecer lo importante, por eso la derecha de Obama puede ser más peligrosa que la ultraderecha clásica, pues esta se atasca en cuestiones ‘menores’ de tipo racista, homófobo, religioso, nacionalista o machista.
Los nuevos capitalistas no tienen frenos de este tipo donde hay negocio. Esto, de hecho, también sucede en la parte más extrema de la derecha española, que es poco pragmática porque todavía se impone y trata de seguir unos principios morales ajenos al capitalismo, que pueden ser discutibles pero son sus principios.
El ejemplo de la investigación con células madre, una decisión no obstante acertada, es un ejemplo de manual: si es una vía de negocio, qué principios ni qué pamplinas.
En un ‘Occidente’ en el que la izquierda real está totalmente desaparecida –por sus propios complejos, por su transfuguismo y porque es silenciada- ya sólo prevalecen dos opciones de derecha económica: una con códigos reaccionarios y decimonónicos nada prácticos –pero unos códigos morales al fin y al cabo- y otra derecha más ‘progre’ que no tiene reparos morales en aparentar cualquier rostro para acabar manteniendo el negocio a pleno rendimiento para los cuatro de siempre.
Nota
(1) Habría que decir, no sin cierta ironía, que Cuba y Estados Unidos tienen ciertas semejanzas que se escapan a primera vista. Primero, ambos tienen un sistema electoral aparentemente antagónico pero similar, pues ambos modelos han renunciado al sistema de partidos con ideologías dispares y por encima de ellos está el sistema político que debe mantenerse. En Cuba lo decidió un referéndum popular que aprobó un sistema electoral de base comunista y en Estados Unidos lo decidieron los lobbies económicos que obligan a los candidatos a presentar un programa del agrado de las grandes empresas. Otra de las similitudes es la intervención estatal: el gobierno socialista de la isla decide y controla la política militar, comercial, de precios o sanitaria en el país. El Ejecutivo estadounidense hace lo mismo pero incluyendo a la ONU y a todos los países del mundo.
Manuel de Castro García
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