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Israel y el síndrome de la ratonera

La aritmética es simple: Si Israel no termina rápidamente con Hamás y sus cohetes que ya aterrorizan a los pueblos y ciudades fronterizas israelíes, la estrategia que guía la masacre comenzará a desintegrarse (como en Líbano 2006) y su supremacía de potencia militar de primera línea en Medio Oriente ingresará a otro proceso de desgaste y de pérdida de credibilidad internacional.

Proporcionalmente, y ante la falta de resultados políticos
del exterminio militar que ya lleva ocho días, se agiganta el prestigio de Hamás en el mundo árabe-islámico (como sucedió en Líbano con Hezbolá).

La cúpula judía gastó mucha pólvora verbal para anunciar públicamente el exterminio de raíz del "terrorismo" de Hamás y la falta de resultados la convierte en víctima de sus propias palabras. El holocausto palestino sólo sirvió hasta ahora para demostrar a un mundo indiferente la brutalidad militar de la potencia imperial sionista que hizo del Holocausto la leyenda de su propia victimización histórica.

La demolición de Gaza (como ayer sucedió con Líbano) sólo sirvió hasta ahora para regar con la sangre, la muerte y la mutilación de miles de palestinos, otra aventura genocida judía por el control político y militar de la Franja. Con un agravante: El poder israelí está en elecciones (se eligen nuevas autoridades en febrero) y esa situación potencia el fracaso militar con la crisis y las divisiones internas.

EEUU y las potencias aliadas vienen intentando -hasta ahora sin resultados- "sacarle las papas del fuego" al Estado madre del sionismo mundial con un cese del fuego disfrazado de "tregua humanitaria" que un sector del gabinete, incluido el propio Olmert, viene rechazando mientras se refuerza la "opción militar".

Israel -murmuran entre dientes analistas de EEUU y Europa- ya se metió en otra ratonera de difícil salida. La llamada operación "Plomo Sólido" claramente ya empezó derretirse en Gaza, y conforme pasan las horas los misiles judíos demoledores comienzan (como en Líbano 2006) a producir efectos múltiples.

Hacia adentro de Israel, ya se vive una diáspora donde la percepción social y política del fracaso produce enfrentamientos y un estado de pánico y de confusión crecientes en los pueblos y ciudades, incluida la capital Tel Aviv.

Hacia el exterior, en un mundo globalizado y nivelado por la indiferencia y el individualismo, la masacre israelí serial en Gaza deja una vaga sensación de "judíos asesinos" que comienza lentamente a horadar la psicología del hombre-masa no obstante que las cadenas mediáticas sionistas esconden puntillosamente los cadáveres y los testimonios de la víctimas.

Hacia adentro del mundo islámico, la "ira creciente" va acompañada de un convencimiento cada vez más acentuado de que "juntos somos más" para derrotar a la catedral universal del sionismo enclavada en Medio Oriente.

Napoleón decía que las bayonetas sirven para cualquier cosa, menos para sentarse encima de ellas. Israel claramente, y después de agotar sin éxito diversas estrategias para dividir y derrotar a Hamás, optó por sentarse encima de los misiles quebrando todas las lógicas políticas de la acción militar.

En Gaza se combinan y retroalimentan dos factores: El fracaso de Israel para destruir (en ocho días consecutivos de bombardeo) la infraestructura operacional de Hamás es directamente proporcional a la fortificación del mando político militar de la organización islámica que opera en la clandestinidad.

Israel comienza a padecer una lógica inexorable de la acción militar: Si una guerra se extiende, el tiempo termina favoreciendo al más débil.

De nuevo, como en Líbano la extensión de los bombardeos comienza a desgastar y a dividir al mando judío y a generar oleadas de críticas internas, tanto en la sociedad como en los sectores del poder político israelí. EEUU y las potencias sionistas (como el Chapulín Colorado) van al rescate de la madre patria sionista y buscan contra-reloj la brújula que parece haber perdido Israel: El "cese" el fuego que justifique un repliegue "honroso" antes de que el pantano de Gaza se trague lo que queda de la supremacía militar del ejército israelí. Salvando tiempo y distancia, la dinámica de los acontecimientos parece calcada de Líbano 2006.

El próximo lunes, el principal operador sionista de la Unión Europea, el judío Nicolás Sarkozy, va a aterrizar en la madre patria con un Plan B impulsado por Francia, EEUU y Gran Bretaña, y con la bendición de Turquía y los "socios" árabes para detener la ya fracasada operación militar israelí disfrazándola de "tregua humanitaria".

Lograda esa instancia (y como ya pasó en Líbano) el eje sionista USA-UE intentará nuevas "fórmulas diplomáticas" para aislar y "desarmar" a Hamás en el Consejo de Seguridad. Opciones en danza: Reinstalar a Abbas en Gaza, mediante un "acuerdo de unidad con Hamás", instalar una fuerza de seguridad internacional para "pacificar" la región, explotar la debilidad económica y militar de Hamás (cuya infraestructura administrativa y cuarteles militares fueron demolidos por los bombardeos) tentando a sus jefes con propuestas económicas a cambio del compromiso del desmantelamiento de las plataformas de lanzamientos de misiles.

La estrategia y los objetivos militares que guiaron la operación "Plomo Fundido" están dando manotazos de ahogado, y hay que sustituirlos inmediatamente por un Plan B diplomático que salve a Israel de la hoguera y recomience un nuevo proceso "por otras vías".

Una operación diplomática que -como en el Líbano con Hezbolá- sustituya a la ya fracasada masacre del Plan A militar. El lunes, con Sarkozy en Israel, comienza la hora cero del plan diplomático. Como diría Clausewitz: La guerra sionista para someter a Hamás continúa por otras vías.

(continue)

Publicado por Pause Editar entrada contiene 2 comentarios.
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  Anónimo

sábado, 03 enero, 2009  

  Anónimo

sábado, 03 enero, 2009  

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