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Petróleo: de 150 a 35 dólares |
El mercado petrolero vivió en 2008 un drama en dos actos, marcado primero por la escalada meteórica de los precios, hasta casi 150 dólares el barril, antes de una caída brutal y sin precedentes, por debajo de los 35 dólares, que puede prefigurar graves problemas de suministro.
El 2008 ha sido "uno de los años más difíciles y volátiles jamás vividos" en el mercado del crudo, resume Peter Beutel, del gabinete estadounidense Cameron Hanover.
El 2 de enero, el barril franqueba el techo emblemático de 100 dólares. Le siguen seis meses de récords casi diarios, que culminan el 11 de julio, a 147,50 dólares el barril.
Pero la apoteosis deja paso al descalabro. Los precios se hunden todavía más rápido de lo que han escalado, y el viernes el barril de West Texas Intermediate (la variedad negociada en Nueva York) llegó a cotizarse en 33,44 dólares, su nivel más bajo desde el 2 de abril de 2004.
"Hemos vivido un año cortado en dos", sostiene Simon Wardell, del gabinete IHS Global Insight.
En el primer semestre, un conjunto de factores revientan los precios, empezando por las tensiones geopolíticas, desde Irán a Nigeria pasando por Pakistán, hasta un precario equilibrio entre una oferta que toca techo y una demanda que estira en los países emergentes, con China a la cabeza.
Más que nunca, se toma conciencia de que las reservas son limitadas y cada vez de más difícil acceso.
A todo ello, se suma una bulimia de los fondos de inversiones por las materias primas.
Para muchos analistas, el último ingrediente especulativo domina el cóctel explosivo. "Confirmamos que el mercado de petróleo se había convertido en un puro mercado financiero", juzga Frederic Lasserre, de Societé Generale, puesto que "no había ninguna razón de fundamento para justificar" una escalada semejante de los precios.
De hecho, los fondos utilizan en ese momento el petróleo como un valor antiinflación, engrasando un círculo vicioso: pese a temer el alza de los precios, la potencian invirtiendo en crudo, principal componente de la inflación.
Con la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, en septiembre, y el estallido de la crisis financiera, esta lógica se invierte. Huyendo ahora de la deflación, los inversores dan la espalda al petróleo, además dominados por una necesidad urgente de liquidez.
Paralelamente, el consumo de carburantes empieza a caer en los países industrializados, y los estadounidenses, principales consumidores de oro negro del mundo, dejan sus vehículos de potentes cilindradas en el garaje.
Un pronóstico recaba de todas formas el consenso: el petróleo volverá a ser un producto caro, puesto que los precios actuales, inferiores a los costos de producción, disuaden a los productores a invertir.
"La parálisis que amenaza las inversiones en la industria petrolera evidencia el riesgo de un repunte vigoroso de los precios, cuando la demanda se estabilice a medio plazo", según Goldman Sachs.
Así pues, 2009 será quizás el último año de petróleo barato.

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica.
► miércoles, 24 diciembre, 2008
La OPEP no parece escapar a ese fenómeno. A pesar de la vasta experiencia acumulada desde su fundación en 1960 la Organización no ha sido capaz de interpretar en toda su dimensión el proceso de cambios trascendentales que han tenido lugar hacia esferas mucho más complejas, no sólo en el mercado energético global sino también en la economía mundial.La incorporación vigorosa al libre mercado de China e India fue produciendo a partir de principios de esta década una dinámica no habitual con impactos en la demanda del petróleo y otros recursos energéticos, así como de los productos primarios. Como resultado de esta inusual situación los precios del petróleo fueron subiendo sostenidamente a partir del 2003 hasta llegar a la franja de los setenta dólares en sólo cuatro años. La lógica del mercado suponía la utilización de una parte importante de los excedentes económicos petroleros en oportunas y suficientes inversiones energéticas particularmente en petróleo, con la finalidad de mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda y así garantizar la estabilidad del mercado.
Sin embargo, ello no fue así. En su lugar, se dio una coyuntura en la cual confluyeron los intereses de la mayoría de los países productores-exportadores de petróleo OPEP y no-OPEP, las grandes compañías petroleras transnacionales, los bancos de inversión de las principales bolsas del mundo y los especuladores, entre otros, con la finalidad de acumular la mayor cantidad posible de ganancias sin importarles el inclemente impacto de esa dinámica perversa en los pobres del mundo.
Ante la inacción de la OPEP frente a esa “locura” petrolera desatada a partir del último trimestre del 2007 con todos los riesgos que significaba para la estabilidad no sólo económica sino también política del mundo, Arabia Saudita, al margen de la OPEP reunió en Jedda el 22 de junio del 2008 a los principales actores involucrados en la cuestión energética con la finalidad de devolver el mercado petrolero a la racionalidad. En efecto, esa reunión marcó un punto de inflexión en materia de precios del crudo, los cuales han venido bajando desde entonces sin encontrar todavía un piso debido no sólo a la recesión en Estados Unidos, la Eurozona y Japón sino también a la pronunciada desaceleración de las economías emergentes, particularmente China e India.
En la actualidad la OPEP se encuentra frente a la necesidad, primero de detener la estrepitosa caída de los precios para luego recuperarlos a niveles justos o razonables, estables y previsibles, tal y como lo desea la inmensa mayoría de los países productores y consumidores. En esta tarea, importantes desafíos convierten ese deseo en un cometido difícil de alcanzar.
Entre otros, la OPEP tiene por delante los siguientes desafíos a superar. Primero: ¿Cómo recuperar tanto terreno cedido al mercado durante los últimos seis años? Segundo: ¿Cómo lograr en medio de tanta incertidumbre el consenso necesario para los recortes de producción? Tercero: ¿Cómo garantizar la transparencia en el cumplimiento de los recortes por parte de los países miembros? Cuarto: ¿Cómo hacer para que los países productores-exportadores no-OPEP como Rusia, Noruega, México, Omán y Azerbaijan, entre otros, contribuyan a los recortes de la Organización?
Sin embargo, el principal desafío de la OPEP sigue siendo el cumplimiento con su misión que reclama la contribución al equilibrio del mercado petrolero y por ende a la estabilidad de la economía mundial. En ese orden de ideas, China e india, entre otros países emergentes, en su vigorosa incorporación al desarrollo económico para tratar de sustraer a sus pueblos de la pobreza, perciben que la OPEP, entre otros factores energéticos, obstaculiza sus planes económicos y sociales cuando, en lugar de cumplir con su misión, permite por acción o por omisión de sus países miembros, situaciones como la presentada entre mediados del 2007 y mediados del 2008.
En la justificación de la formación de la renta los países productores-exportadores de petróleo han esgrimido siempre el desarrollo económico de sus pueblos como el destino de dicha renta, frente al bienestar de los pueblos de los países consumidores desarrollados. Ahora en el caso de China e India los fundamentos éticos de la maximización de la renta parecen perder legitimidad ya que la mayoría de los 1300 millones de chinos viven todavía en la escasez y la pobreza, mientras que la mayoría de los 1000 millones de habitantes de la India todavía viven en la miseria. Se trata de más del 35% de la población mundial que cuestionaría la vigencia de la argumentación de la maximización de la renta.
En la actualidad la Organización de Países Exportadores de Petróleo se encuentra en un estado de perplejidad ante la complejidad que exhibe el mundo de hoy, ante la demanda creciente de energía y petróleo por parte de países emergentes repletos de pobres, ante las exigencias ecológicas que presionan cada día más por un uso menos contaminante de los combustibles, ante el rechazo de la mayoría de la población mundial al uso del petróleo como arma política y geopolítica y por último, ante el riesgo de que vuelva a ocurrir otro penoso acontecimiento similar a la iniciativa de un destacado miembro como Arabia Saudita cuando este país pasó por encima de la Organización al asignarle el triste papel de un invitado más, tal y como ocurrió en la reunión de Jedda. Todo esto obliga a la OPEP a actualizarse para adaptarse a las nuevas realidades políticas, geopolíticas, económicas y sociales del mundo.
En definitiva, la OPEP tiene que resetearse a menos que se conforme con un papel secundario en el nuevo orden energético global cuya estructuración ya está en pleno desarrollo.
Este es el punto central que ilustra el papel central del petróleo (y consecuentemente de las materias primas) sobre el proceso recesivo mundial que devino como consecuencia de la crisis financiera con epicentro en EEUU y la Unión Europea.
Como efecto inmediato: El derrumbe de los precios del crudo ya está produciendo un descalabro en las economías de los países productores, principalmente en Irán, Rusia y Venezuela, cuyos ingresos se articulan a partir del petróleo y la energía.
Pero el oro negro no está solo en su caída:
EEUU está en recesión, Europa está en recesión, Asia está en recesión, América Latina está en recesión, no hay ningún número macroeconómico a nivel global que no esté en rojo.
Las primeras diez economías del mundo (un 85% del PBI mundial) están en crisis, y hay deflación mundial y caída de ventas en el comercio exportador e importador.
La crisis financiera ya devino en crisis estructural: Desapareció el crédito, se extingue el consumo, y en un conjunto de países ya hay estanflación (suba de precios con baja de producción y ventas).
Tanto en los países centrales como en los periféricos y emergentes hay una oleada generalizada y latente (todavía contenida) de despidos masivos que cuando explote va a paralizar los países con huelgas y estallidos sociales.
Desde las finanzas, los servicios, las tecnológicas, la publicidad, los medios de comunicación hasta la industria automotriz, pasando por la informática, ningún sector parece quedar a salvo del proceso recesivo que sobreviene como consecuencia de la crisis recesiva-financiera importada de los países centrales.
A ese cuadro de pesadilla ahora se suma un proceso de deflación mundial impulsado por el derrumbe de los precios del petróleo y de la materias primas que repercute en una caída de las ventas en el mercado internacional.
El planeta (globalizado y nivelado por el sistema capitalista "único") ya está aquejado de los mismos síntomas: Derrumbe de los precios del petróleo y de las materias primas (deflación de los precios internacionales), devaluación de las monedas y revaluación imparable del dólar, colapso financiero con quiebra de bancos, crisis crediticia con achicamiento del consumo, suba de precios de los alimentos y la energía y primeras oleadas de despidos masivos en EEUU y las potencias centrales.
A este situación se suma la debacle de los países productores de petróleo agrupados en la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
Con el petróleo cotizando por debajo de los US$ 40, este miércoles los países miembros de la OPEP, se reúnen en Orán, Argelia, para tratar de acordar un nuevo recorte de la producción orientado a subir el precio, mientras la entidad financiera estadounidense Goldman Sachs, proyectaba en un informe que el barril de petróleo podría caer por debajo los US$ 30.
El martes, el barril de crudo de Texas se depreció un 2,3 por ciento y finalizó a US$ 38,98 en Nueva York después de confirmarse la contracción de la economía de EEUU en el tercer trimestre del año.
Este miércoles, el petróleo bajaba y se acercaba a los US$ 38 por barril, ante la expectativa de que una recesión mundial que se agrava reduzca aún más la demanda por energía.
Según The Wall Street Journal, muchos ejecutivos de la industria y corredores anticipan una caída más pronunciada que dejaría los precios en torno a los US$ 30 el barril, antes de que los recortes en el suministro vuelvan a impulsar los precios, quizás bien entrado el próximo año.
Los analistas de Merrill Lynch, por su parte, anticiparon en noviembre que el precio del petróleo puede caer por debajo de los US$ 25 por barril si la recesión que está golpeando la demanda de crudo en todo el mundo se extiende también a China.
Los grandes países productores de petróleo están sumamente preocupados porque la crisis de crédito global y la caída en los precios del petróleo comienzan a obligar a sus gobiernos a reducir los presupuestos y a retrasar proyectos.
El mercado petrolero fue marcado en 2008 primero por la escalada meteórica de los precios, hasta casi US$ 150 del barril, antes de una caída brutal y sin precedentes, por debajo de los US$35, la semana pasada.
Con la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers, en septiembre, y el estallido de la crisis financiera, esta lógica se invierte. Huyendo ahora de la deflación, los inversores dan la espalda al petróleo, además dominados por una necesidad urgente de liquidez.
La caída en la demanda de petróleo en EEUU y Europa este año ha sido un factor significativo en la reducción de los precios en más de 50% frente a su auge de mediados del año.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) sostuvo que "se extiende la debilidad de la demanda en la mayoría de los países de la OCDE", la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, que incluye entre sus miembros a los 30 países más industrializados.
Paralelamente, el consumo de carburantes empieza a caer en los países industrializados, y los estadounidenses, principales consumidores de oro negro del mundo, dejan sus vehículos de potentes cilindradas en el garaje.
Los temores a que los días de abundancia estén por terminar son más fuertes en Rusia, Irán y Venezuela, cuyos gobiernos han caído en una dependencia de los ingresos del petróleo para fortalecer sus economías, que sin ese aporte serían inestables.
Los ministros de la OPEP, en la reunión en Argelia del miércoles, intentan un mayor recorte de la producción hasta el momento, en un intento por controlar el colapso de los precios del petróleo.
Miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Rusia y otros productores quieren frenar un derrumbe de más de un 70 por ciento de los precios del petróleo desde julio, ahora cuando el crudo estadounidense opera a poco menos de US$ 40 por barril.
La implosión del mercado de petróleo reduce las ganancias de los exportadores y provoca grandes déficits de presupuesto.
En este contexto, los principales países exportadores de gas, entre ellos Rusia, Irán y Venezuela ( que lo son a su vez de petróleo), finalizaron la creación de una nueva organización con el objetivo de coordinar sus políticas.
Su sede permanente estará en Qatar, señalaron los asistentes al Foro para los Países Exportadores de Gas (FPEG) que se está llevando a cabo en Moscú con representantes de 16 países.
La FPEG era hasta ahora un grupo informal pero la adopción de estatutos, anunciada este martes, hizo que algunos analistas volvieran a expresar su preocupación de que lo que se esté creando sea una especie de OPEP del gas., según el corresponsal de la BBC, James Rodgers.
El nuevo grupo surge en momentos en que el poder de la OPEP parece declinar. La semana pasada, la organización realizó su recorte de producción más grande de la historia: 2,2 millones de barriles diarios. Aun así, la medida no logró detener la caída del precio del crudo.
Las comparaciones que se trazan entre el foro gasífero y la OPEP llegan cuando Europa ya se encuentra nerviosa por su dependencia de Rusia.
Esas preocupaciones se reforzaron esta semana cuando Gazprom amenazó con cortar los envíos de gas a Ucrania debido a una deuda pendiente, y les advirtió a los clientes europeos que la disputa también podría poner en peligro sus entregas, la mayoría de las cuales pasan por Ucrania.
La advertencia trajo recuerdos de enero de 2006, cuando Gazprom le cerró la llave de paso a Ucrania, afectando la provisión de gas a Europa occidental.
Los ministros de Energía que asistieron a la reunión en Moscú afirmaron que su objetivo era estabilizar los precios y monitorear el mercado del gas.
Algunos países que consumen gas temen que el grupo busque darse a sí mismo un formato similar al de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), y que como ésta, intentaría manipular los precios imponiendo cuotas de producción.
Los temores por la caída en los precios del gas y la débil demanda afloraron rápidamente y representantes de los países dijeron que Rusia debería haber sacrificado parte de su propia producción de petróleo para apoyar la promesa de su presidente, Dimitry Medvedev, de apoyar las reducciones de suministro de la OPEP.
Los críticos del Kremlin señalaron que una importante forma de ayudar a los precios del gas es levantar el valor del petróleo.
“Necesitamos corregir la situación del mercado de petróleo y así reparar la situación del mercado de gas”, indicó a los ministros el más alto funcionario de petróleo libio, Shokri Ghanem.
Por su parte, Rusia, que también es el segundo exportador mundial de crudo, ha dicho que está considerando todas las opciones, incluyendo unirse a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), para defender sus intereses nacionales.
Pero el colapso de los precios del crudo no solamente ya actúa como un detonante central de la crisis recesiva global, sino que además produce una diáspora divisionista en el seno de la OPEP.
Con la probable incorporación de Rusia se estaría configurando una "OPEP paralela" definida por el eje Rusia-Irán-Venezuela, que actualizaría, en el actual contexto, la "guerra fría" por el control de la energía entre Washington y Moscú. Esta disputa va a adquirir relevancia estratégica fundamental en el marco de la crisis recesiva global en el 2009.
En resumen, el colapso de los precios del crudo no solamente ya actúa como un detonante central de crisis recesiva global, sino que además produce una diáspora divisionista en el seno de la OPEP.
A su vez, la "OPEP paralela" impulsada por el eje Rusia-Irán-Venezuela, reconfigura la "guerra fría" por el control de la energía entre Washington y Moscú que va a adquirir relevancia estratégica fundamental en el marco de la crisis recesiva global en el 2009.
En suma, el colapso del oro negro (junto con sus conflictos conexos) y la desocupación masiva (producto de la recesión) ya se han convertido en los detonantes centrales de la crisis social cuyo desenlace asoma en el calendario del 2009.
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