El movimiento popular libanés preparó un recibimiento triunfal a los cuatro secuestrados libaneses y un palestino, y a los 200 ataúdes de combatientes antisionistas varios de ellos palestinos.
Nada más pisar tierra libanesa, Samir al-Qantar, miembro del FLP que llevaba casi 30 años en mazmorras sionistas, y los militantes de Hezbollah Jodr Zaidane, Maher Qourani, Mohammad Sorour y Hussein Sleiman -todos ellos secuestrados en 2006- fueron recibidos con honores por Hezbollah. «Es una liberación gracias a la resistencia, a la sangre y al martirio», proclamó el jefe de la oficina política de Hezbollah, Ibrahim Amin el-Sayyed.
Los cinco ex presos políticos subieron a un helicóptero que les condujo al aeropuerto de Beirut, donde les esperaban sus familiares y destacadas autoridades libanesas, entre las que destacaba el presidente de la República, Michel Sleimane; el primer ministro, Fouad Siniora; y el presidente del Parlamento, Nabih Berri. Nadie se quería perder la oportunidad de aparecer en la foto.
Pero el verdadero recibimiento de su pueblo fue en la fiesta popular que se celebró en un barrio del sur de Beirut, donde apareció el líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, que abrazó a los presos recién liberados ante una enfervorecida multitud.
Miles de partidarios de Hezbollah que vestían gorras amarillas, el color de esta formación, llegaron a primera hora de la mañana a Naqoura, en el sur de Líbano, para esperar la llegada de los secuestrados y los cadáveres de los combatientes.
Maniobras de última hora
Israel, en otra maniobra típica de este régimen, decidió suspender durante varias horas la liberación de los secuestrados, supuestamente hasta hasta que se confirmara el resultado de las pruebas de ADN que demostraran que los dos cadáveres entregados por Hezbollah por la mañana correspondían a los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev, detenidos por la organización popular en julio de 2006.
Se especula con que el sector más derechista del régimen, apoyado por sus financiadores en EE.UU., intentaban que el régimen no cumpliera su parte del acuerdo, alegando que Israel es un "estado de derecho" y no tiene porqué ceder ante "terroristas". Pero el sentido común de los militares, azuzado por la experiencia de la humillante derrota sufrida en 2006, bastó para no dar un paso tan arriesgado.
Ante las críticas de la práctica totalidad de los medios y las figuras políticas del régimen, el jefe del Estado Mayor, el general Gaby Ashkenazy, justificó el operativo de intercambio, señalando que «soy el comandante de todos los militares israelíes, muertos o vivos, y mi deber es traerlos a casa».
Todos los comentaristas políticos del régimen insistieron, como casi único argumento, en «la inhumana» actuación de Hezbollah, por no confirmar la muerte de los dos soldados «hasta el último momento», a pesar de que el movimiento popular libanés reveló hace meses que murieron al ser capturados, en la lucha que se produjo cuando su unidad se internó en territorio libanés.
Hezbollah denominó la operación de intercambio de prisioneros al-Raduan, uno de los seudónimos de su dirigente Imad Mougniyeh, muerto en un atentado del sanguinario servicio secreto del régimen, el Mossad israelí.
«Líbano llora con lágrimas de alegría, Israel llora con lágrimas de dolor», rezaba una pancarta colocada cerca de la frontera. Mientras, las consignas a favor del líder de Hezbollah, Hassan Nasrallah, eran las que dominaban la escena.
Los palestinos siguen esperando a sus hijos en casa
Samir al-Qantar era el secuestrado más antiguo en las cárceles israelíes, ya que fue detenido en 1979. Fue "condenado" a cinco cadenas perpetuas y a 47 años adicionales por los tribunales del régimen.
Cada vez que oye hablar de un nuevo intercambio de prisioneros, Naama Audallah saca las fotos de sus dos hijos, de los que no tiene noticias desde 1998. Adel y Emad, combatientes palestinos alineados con el movimiento islamista Hamas, no volvieron tras un enfrentamiento con invasores israelíes cerca de Hebrón, en Cisjordania.
«Quiero ver sus cuerpos para, al menos, saber si están vivos o muertos», explica mientras acaricia las fotos, ya amarillentas de sus hijos, llegados a la treintena en el momento de su desaparición.
Preguntada por enésima vez por el paradero de los hijos de Naama, un portavoz del Ejército del régimen israelí respondió por enésima vez que debía efectuar «las verificaciones necesarias» y que no podía responder de inmediato.
Intercambios anteriores
11-IX-1991
Hezbollah entrega el cadáver de un sargento druso y confirma la muerte de un soldado. El régimen de Israel libera a 51 libaneses que fueron secuestrados por su aliado, el Ejército del Sur de Líbano (ALS) y nueve cuerpos.
21-VII-1996
Hezbollah entrega los restos de dos soldados muertos diez años antes. El régimen de Israel entrega los cadáveres de 123 combatientes antisionistas.
25-VI-1998
A cambio de la liberación de 60 secuestrados libaneses y de la devolución de 40 cadáveres de combatientes antisionistas, el régimen de Israel recibe el cuerpo del soldado Itamar Ilaya.
26-XII-1999
El régimen de Israel libera a cinco islamistas libaneses secuestrados, en un intento de congraciarse con Hezbollah que se produce tras el inicio de las conversaciones entre Israel y Siria después de un bloqueo de cuatro años.
15-X-2007
El régimen de Israel envía a Hezbollah a un secuestrado y los cadáveres de dos combatientes muertos durante la invasión de 2006 y recibe el cuerpo de un soldado del régimen.
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