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Escuela autogestionada y antiautoritaria

A lo largo de la historia, la religión ha estado presente en el sistema educativo en mayor o menor medida. Pudiera parecer que actualmente en el estado español no tuviera esa vigencia, salvo en las escuelas privadas religiosas.

Pareciera que en la actualidad la religión no tuviera cabida en la escuela pública, pero no lo considero exactamente así. Varios siglos de control de las religiones sobre la educación en la península ibérica, han dejado huella sobre los sistemas educativos. Consideremos cómo la Iglesia “ha ido evolucionando”; más bien se ha ido adaptando a las diferentes características de las sociedades, para intentar no perder la influencia que puede ejercerse desde esa atalaya de poder que supone tener influencia sobre la educación de la población. Al igual que el Estado, las religiones han llegado a comprender que es más efectivo generar miedo en las personas para que se “autocensuren”, para que las personas ejerzan indirectamente entre sí un respeto hacia las normas establecidas; que ejercer la fuerza de forma externa. Es más eficaz introyectar determinados valores a la persona que ejercer la violencia sobre ella, para conseguir determinadas conductas y actitudes.

Tradicionalmente la mayoría de las religiones consideran que la vida es una etapa de tránsito hacia la verdadera existencia, que transcurrirá cuando la persona haya muerto. Durante ese tránsito la persona debe resignarse a vivir “sufriendo”, a asumir “el pecado original”. Esa sumisión conlleva múltiples y nefastas consecuencias:

· Esa sumisión al Poder, conlleva mantener un orden social que perpetúa un sistema que provoca y se sostiene gracias a las desigualdades sociales.

· Esta dependencia hacia la Autoridad, no cuestiona, dentro del ámbito educativo, los contenidos que presenta ni los que oculta. Por ejemplo, en temas relacionados con la homosexualidad, el origen de la especie humana, la igualdad de derechos de las mujeres, la sexualidad, las verdades absolutas… presentar una realidad cercenada, sin ninguna base científica, sin margen a la autocrítica… provoca una dependencia hacia la figura docente, ya que en ningún momento se busca la autonomía de la persona; por descontado, que se reprime cualquier atisbo de capacidad crítica o creatividad. Esta falta de conocimiento acarrea la formación de personalidades manipulables, ya que no tienen la capacidad para reflexionar sobre los aprendizajes, para interpretar la realidad, no poseen la información sobre otros puntos de vista respecto a los distintos temas… en definitiva no tienen la capacidad para poder intervenir sobre la realidad que está presente a su alrededor. Es más, las verdades dogmáticas e inamovibles que presentan las religiones no se comprenden, porque muchas de ellas no pueden ser entendidas; ya que únicamente pueden asumirse como “acto de Fe”. Esta carencia de la capacidad para lograr alcanzar el significado de determinadas ideas, genera y refuerza la figura de Autoridad. Recordemos que esto no ocurre exclusivamente en las escuelas privadas religiosas, ya que en los centros públicos la asignatura de religión puede presentar este tipo de valores, y ello financiado con fondos públicos.

El Estado ha reconocido, a imitación de las religiones, las ventajas que se derivan de generar personalidades sumisas, para mantener su orden social. El Estado ha comprobado como niñas y niños sumisos, “domesticados”, se convertirán en trabajadoras y trabajadores dependientes y alienados; que facilitarán a las grandes empresas aumentar enormemente los beneficios, teniendo la certeza de que estos trabajadores y trabajadoras no cuestionarán su situación, no defenderán sus derechos laborales (en la mayoría de los casos, porque directamente se desconocen). Para llegar a “crear” personas que se incorporen al mercado de trabajo con los valores que el capitalismo proclama (competencia, individualismo, violencia…), la escuela es un instrumento esencial para lograr ese objetivo. Desde las primeras edades, el sistema educativo se encarga de que las niñas y los niños asuman unos determinados valores y actitudes “socialmente consentidas”. Por ejemplo, las maestras y los maestros se encargan de que a los seis años las alumnas y los alumnos “aprendan” a permanecer cinco horas seguidas sentadas y sentados: sumisión al poder que emana de la Autoridad, y beneficia al sistema capitalista, gracias al miedo al castigo; no entro a reflexionar sobre lo antinatural que considero cortar la vitalidad que caracteriza esa edad; pero por otra parte, las y los docentes no prestan apenas atención, por ejemplo, a que el alumnado no tenga conductas que provoquen exclusión hacia sus compañeras y compañeros, ya que fomentar la solidaridad, la igualdad, la libertad… son valores que no benefician ni al Estado, ni a las empresas. Estas intervenciones docentes, en la mayoría de los casos, no son conscientes, sino que “simplemente” reproducen los aprendizajes vividos por los y las profesoras, sin ni siquiera conocer las repercusiones que conllevan.

Interesante añadir que esta visión de la educación, no produce una innovación en los sistemas educativos, ya que no beneficia a los intereses estatales ni empresariales. Ello se ve reflejado en el hecho de que actualmente haya más conocimiento e investigación sobre armas que sobre infancia, por ejemplo.

Reseñar también que parte del profesorado es consciente de esta realidad, y dedica su labor profesional a intentar transformar esta situación. Loable trabajo, pero con escasa capacidad para incidir realmente sobre estos condicionantes; ya que este colectivo educador, se encuentra con una problemática escolar que se sustenta en unos valores sociales y en una violencia estructural.

Lo comentado anteriormente tiene un correlato directo en el quehacer cotidiano de las escuelas, se materializa en intervenciones fácilmente identificables:

· Para conseguir sumisión en el alumnado, lo primero que debe hacerse es acabar con la curiosidad innata de la infancia. De esta forma, se reduce la capacidad creativa, se asume la figura de Autoridad como la que “gestiona externamente” la propia dinámica vital y se reconoce el contexto escolar como espacio en el que no hay lugar para el placer, sino para la resignación de tener que dedicar una gran cantidad de tiempo y esfuerzo en trabajos que se consideran impuestos. Con los años, esto se convertirá en sometimiento a la figura de poder: jefe, marido, juez, policía, cura… además de servir como ensayo para un trabajo rutinario y alienante.

· Por otra parte, siguiendo la tradición religiosa de “asumir sin comprender”, la escuela crea dos realidades que no tienen ningún punto de unión: la realidad escolar y la realidad más allá de los muros de la escuela. El alumnado es incapaz de encontrar funcionalidad en los aprendizajes, no logra aplicar en su vida diaria los conocimientos adquiridos en el colegio. De esta manera, nuevamente se fomenta la figura de Autoridad, ya que es la responsable de administrar los conocimientos; mas aún, es la encargada de calificar y permitir o no la promoción dentro del sistema educativo. Subrayando las palabras de Delval: “Aprender cosas ininteligibles que nunca nos hemos planteado y que no nos interesan. Tener que hacerlo de memoria mediante unas actividades rutinarias, no puede resultar placentero. Tampoco sería placentero tener que aprenderse las reglas de los juegos y no poder jugar con ellos”.

· El currículum oficial del Estado, recoge los contenidos actitudinales que deben trabajarse en el contexto escolar, pero estos son sistemáticamente obviados por las maestras y los maestros. Es más, no es suficiente con presentar información, con estudiar qué es el respeto, la solidaridad… para trabajar actitudes, hay que vivenciar esos aprendizajes y trabajar sobre las actitudes directamente. Un ejemplo evidente de lo que aquí expongo, podría ser el elevado número de embarazos no deseados entre adolescentes, en una sociedad en la que la información al respecto, es la más amplia de la que nunca han disfrutado las jóvenes generaciones. Pero retomo la idea principal: es más lucrativo a los intereses de los poderes establecidos, adoctrinar soterradamente (inconscientemente incluso) sobre ciertos valores, a trabajar explícitamente valores esenciales del ser humano, como la libertad, el apoyo mutuo…

· Se arrincona la actividad del alumnado en la apropiación de los aprendizajes, para pasar a una posición pasiva y reproductora de los conocimientos presentados, se abandona realizar aportación alguna propia en la elaboración de ese saber adquirido. La actividad, la comprensión, la estructuración razonada de los conocimientos es sustituida por los aprendizajes memorísticos, por la acumulación de datos inconexos entre sí, que serán luego la referencia para calificar al alumnado, para comprobar la capacidad de almacenar esos datos, sin necesidad de demostrar la capacidad de poder relacionar diversos saberes, de poder aplicarlos, de conocer su utilidad, su función, de tener la capacidad crítica para interpretarlos… un ejemplo muy representativo de la idea aquí presentada, puede observarse en áreas como el arte o la literatura, donde el alumnado debe memorizar (desatendiendo a la relación entre memoria y comprensión) datos tales como fechas y lugares de nacimiento, sin exigírsele apreciar, disfrutar y relacionar esos datos. Considero mucho más enriquecedor saber que una escritora redactó sus mejores obras durante una determinada etapa histórica (por ejemplo durante un período revolucionario), a conocer la fecha exacta de su nacimiento; ya que tomar conciencia de la realidad en la que se desenvolvió esa mujer, ayudará a comprender con mayor profundidad su obra. Pero eso requiere tener que relacionar contenidos de diferentes áreas, y el sistema educativo está planteado de tal forma que para el profesorado que esté realmente interesado en realizar ese trabajo, suponga un complicado esfuerzo. Por otra parte, al Poder le supondría asumir la existencia de personas que son capaces de comprender diferentes momentos históricos, y por tanto que puedan interesarse por superar los errores cometidos o las situaciones que considere inadecuadas.

De las ideas aquí presentadas obtengo una conclusión, apoyándome en la obra de Delval: la educación estatal y privada se aleja mucho de la idea de generar “un individuo que sea capaz de construir representaciones adecuadas del ambiente, reflexionar sobre los fenómenos naturales y sociales y sobre su propia conducta, podrá ser un hombre más libre”. Buscar la identidad propia y grupal, desde una perspectiva crítica y no dogmática, y con unos determinados valores que intenten alcanzar la libertad, la igualdad y el apoyo mutuo, conllevaría a la actividad, a intentar transformar la realidad que rodea a la persona. Pero al Estado, la Iglesia y el Capitalismo no les interesa que existan personas que cuestionen y combatan sus privilegios, y se vale de los medios a su alcance para conseguirlo. Uno estos instrumentos es la institución escolar.

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