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El montaje impecable de Uribe |
Todo fue cuidado hasta en los ínfimos detalles y los actores desempeñaron su papel a la perfección. La obra Una operación impecable, estrenada en Bogotá y producida por Uribe y Asociados, trata del golpe oligárquico-castrense-mediático más contundente contra los narco Terroristas (con T mayúscula, como reiteran ahora los también liberados agentes del FBI). El script desarrolla la lucha eterna del bien de los poderosos contra el mal de los guerrilleros que sufren del agravante de ser pueblo.
La escenografía, magnífica: una base militar, al fondo un avión de la heroica fuerza aérea colombiana, los personajes castrenses de la más alta oficialidad de toda las armas mostrando sus distinciones ganadas a pulso en su lucha contra los subversivos, con la ayuda, claro, de sus mentores estadunidenses que los entrenaron bien en la contrainsurgencia y los interrogatorios profundos. Todos con sonrisas desplegadas, eufóricos, regocijados, congratulándose, y entre ellos, a un lado del ministro de Defensa, la actriz principal, que aun en su debut artístico mostró un extraordinario manejo del escenario, seguida por la cámara de CNN hasta en sus menores movimientos, ataviada con chaleco y gorra militares, cuidadosamente peinada y sorprendentemente repuesta (lo cual muestra su versatilidad histriónica), consciente del impacto de sus palabras en las derechas del mundo entero y en las víctimas de la credulidad que otorgan los medios; abrazando y besando efusiva y familiarmente al jefe del Ejército, general Mario Montoya (de abultado currículum represivo), saludando marcialmente a otros mandos castrenses de alta graduación. La madre compungida, como tratando de olvidar sus declaraciones en Caracas sobre su oposición a un rescate militar, que finalmente se realizó. Un sacerdote o capellán no podía faltar a la cita, quien a indicación del apuntador bendijo la misión del ejército ciento por ciento colombiana.
Los actores menores, soldados y policías prisioneros de los insurgentes, declamaron sus parlamentos con cierta convicción, aunque con libreto limitado. Dieron gracias al gran presidente Uribe, al supremo Ejército, a la gloriosa policía nacional, algunos al punto de las lágrimas para mayor dramatismo de la trama. Llegó el turno en el uso de los micrófonos a Ingrid de Arco: en su largo monologo agradeció a Dios, a la Virgen, mostrando su fervor profundo, a sus fuerzas armadas, a su presidente Uribe, bendiciendo su relección, a su “familia” que la cuidó durante el cautiverio, es decir, a los soldados y policías que la protegieron de los otros soldados, los maléficos de la insurgencia. Habla con convicción, con buena dicción en español y francés, claro está, pues fue bien educadita en el Liceo. Reparte y comparte saludos, se posesiona del estrado. Deja abierta la posibilidad –discretamente– de ser nuevamente candidata a la presidencia, mientras los milicos se regodean con sus elogios sobre lo inteligente de su inteligencia. Dicta cátedra sobre relaciones internacionales y advierte a Chávez y Correa que sus esfuerzos por la liberación de otros rehenes (los cuales no menciona ni mucho menos les agradece) son bienvenidos, eso sí, siempre y cuando “respeten la democracia colombiana”, que es como su rescate, “impecable”. Nada sobre el estorboso acuerdo humanitario. Nada sobre los centenares de invisibles prisioneros de las FARC y el ELN torturados y vejados en las mazmorras de Uribe, al cabo ellos no son “secuestrados”, son sólo “presos” del orden constituido, acusados de delitos comunes y narcotráfico; esto es, son nadie…, bueno, algunos, quizás los dirigentes, extraditables a Estados Unidos, donde se pudrirán felizmente hasta el fin de sus días.
La obra merece el aplauso casi unánime del respetable, aun de algunos espectadores de la izquierda políticamente correcta. Bachelet, “la de Chile”, también muy cercana a los militares, distinguida en el ejercicio de su presidencia por la persecución merecida contra los revoltosos estudiantes de secundaria y contra los siempre rebeldes mapuches, recomendará a Ingrid para el Nobel de la Paz. En Francia es recibida como jefa de Estado y su segundo presidente le impone la Orden de la Legión de Honor. Su rostro aparece en todos los periódicos y revistas del mundo y no hay día, desde el operativo liberador, que no haga una declaración –cada vez más decantada y cuidadosa– con fines de autopromoción y acumulación de capital político para lo que venga, ¡que vendrá!
La moraleja de la obra es clara: la solución militar es el único camino viable y efectivo para tratar a los Terroristas; a las FARC sólo les queda su rendición incondicional. Álvaro Uribe garantiza la vida, la integridad física y la reinserción adecuada de todos los integrantes de la guerrilla a la vida civil, como ocurrió, recordemos, con los miembros de la Unión Patriótica, que en su vocación al martirologio sólo tuvieron poco más cuatro mil bajas cuando intentaron hacer política sin armas en ese ejemplo de juego democrático que es Colombia.
Por lo pronto, la tercera relección de Uribe está garantizada con un envidiable porcentaje de aceptación de 91 por ciento después del histórico rescate. Ingrid, por su parte, no regresará pronto a su segunda patria colombiana: teme por su vida en ese oasis de libertad que afortunadamente no es Cuba ni Venezuela, ni mucho menos Ecuador o Bolivia. Ella, como “un soldado más” (frase que repite sin cesar), esperará para una segunda parte de la obra, cuyo título La paz impecable está en proceso de producción en los estudios Uribe y Asociados y que, de acuerdo con una filtración de fuente anónima, por ello confiable, versará sobre la propuesta de desarme de las propias FARC y la entrega voluntaria en masa de su secretariado y, en todo caso, el exterminio de quienes atenten contra el estado de derecho en versión Uribe. No se pierda el siguiente episodio.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, mentiras, multitud, politica, violencia.
Station chief (jefe de estación) de la CIA: Señor presidente: le informo que mi gobierno, París y Tel Aviv han convenido en rescatar a la señora Ingrid Betancourt.
Álvaro Uribe Vélez (AUV): Un momentico ¿y Chávez?
CIA: Sarkozy queda a cargo. Ya sabe usted cómo le caen los mulaticos al buen Nick, ho, ho!... beg your pardon. Los rehenes serán entregados a Caracas, ho! ho! sorry, sorry todo salir mucho perfecto. I promise you.
AUV: Cuidado ¡Chávez es más desconfiado que las FARC!
CIA: Yes, indeed. Pero como jefe de Estado no puede dudar del presidente de Francia. Con las FARC, no problem. Los agentes de París y Ginebra se entrevistaron con el comandante Alfonso Cano y aseguran que las FARC quieren salir ya del embrollo.
AUV: ¿Y los medios? Mire que voy por la relección...
CIA: El equipo de comunicación Rendon Group (you know el de las “armas de destrucción masiva” en Irak) tiene todo bajo control. Y en México, Televisa y otros medios están puestos. La revista Letras Libres acaba de enviarnos la portada de su edición de julio. Incluye un magnífico informe de Bertrand de la Grange, nuestro fiel corresponsal todo terreno.
AUV: ¿Mis hombres participarán en el rescate?
CIA: Fue arduo convencer a Mario (Montoya, jefe del Ejército). El general se puso mal cuando supo que esta vez no correrá la sangre.
AUV: ¿Washington apoyará mi relección?
CIA: Nuestras encuestadoras le garantizan a usted la gloria, y a Sarkozy la popularidad perdida por culpa de Carla Bruni. El otro asunto consúltelo con Juan Manuel (Santos, ministro de Defensa). En los próximos días recibirá usted la visita del candidato John McCain, quien a nombre del presidente Bush le informará de los pormenores.
El diálogo (probable) tuvo lugar a mediados de junio en la base Colombia, la más grande del Pentágono en América Latina. Al norte, la base vigila el canal de Panamá, al sur la cordillera andina (espina dorsal de siete países sudamericanos), al sureste la Amazonia (pulmón florestal del planeta), y al noreste la ubérrima cuenca petrolera del lago Maracaibo.
La base opera en una sociedad donde 80 por ciento de sus 45 millones de habitantes padece los rigores de un Estado neocolonial. Desde 1946, sus jefes militares han sido tolerantes: “juego de la democracia”, siempre y cuando sea esto, un juego. Pero nada que contradiga la inversión de 6.8 por ciento del PIB en gastos militares (Estados Unidos, 4.1; OTAN, 2.2, y toda Sudamérica 1.5 a 2 por ciento), y a un ejército con medio millón de soldados.
La operación, perfecta, causó la envidia de Hollywood. Pero al ver a Ingrid tan rolliza y saludable junto con los demás rehenes (atléticos, musculosos), me pregunté si a más de computadoras indestructibles, las FARC cuentan con gimnasios y SPA portátiles en sus campamentos. ¿Quién le habrá tomado aquella fotografía con look Auschwitz y que ilustra la portada del libro de sus cartas, prologadas por el ultrasionista Elie Wiesel?
Evoqué entonces a los cinco cubanos que llevan 10 años en las prisiones del imperio, y a otros por los que nadie pide: los guerrilleros colombianos Simón Trinidad y Sonia, y el general panameño Manuel Antonio Noriega, que por allá están secuestrados también. Y pensé en la señora Suu Kyls, premio Nobel de la Paz recluida en su domicilio por la tiranía militar de Myanmar.
Pensé, asimismo, en los presos políticos de Uribe Vélez que, según el presidente Hugo Chávez, estarían “mejor” que en la jungla porque “reciben visitas”. ¿Le consta? Pero bueno, el método “coyunturalista dialéctico” le permite a Chávez calificar a Uribe de “peón del imperio”, y al día siguiente de “hermano”.
Entre los comentarios que trataron el caso colombiano llama la atención la última reflexión de Fidel Castro. Refiriéndose al “hermético sectarismo” de las FARC, destacó la “inteligencia natural y dotes de dirigente” de Manuel Marulanda, el fallecido jefe de las FARC. Observó: “no tuvo, en cambio, oportunidades de estudio cuando era adolescente” (“La paz romana”, La Jornada, 05/7/08).
¿Lo uno se infiere de lo otro? ¿No será que el sectarismo de las FARC obedece dialécticamente a las categorías ideológicas prefabricadas de la izquierda liberal? ¿Cuántos doctores en asuntos revolucionarios no acabaron al servicio de lo peor?
Marulanda, en efecto, no tenía “formación” y dicen que jamás conoció Bogotá. Sólo luchó 60 años en el monte, y murió como revolucionario al frente del movimiento insurgente más importante de la historia latinoamericana.
Que Washington se esté volcando militarmente sobre América Latina nos obliga a recordar que la liberación de Ingrid y la violación de la soberanía de Ecuador, en marzo pasado, fueron actos de guerra. No de paz.
Con o sin FARC, los yanquis no aflojarán un solo tornillo de la parafernalia militar montada en Colombia. La espada de Bolívar se siente en América Latina. Y el caballo de Troya que liberó a Ingrid Betancourt acelera el paso.
Subestima su fortaleza y sobre todo su potencialidad. Eso en el desarrollo de la guerra anima a quienes consideramos que la presencia, existencia y accionar de la lucha armada en Colombia, continúa siendo un ingrediente integral en el ámbito del campo opositor. Que la presencia de la lucha armada garantizará el encauzamiento de una negociación política; bajo la certeza que medio siglo de lucha armada revolucionaria no podrán ser desconocidos por la dictadura mediática. Tampoco es de recibo que el Establecimiento colombiano tenga la sartén por el mango.
Tanta brasa ardiente quema. El comunicado de las FARC-EP demuestra el conocimiento y momento político colombiano; en momentos en que bajo el bombo de un ambiente triunfalista le aguó su contenido al cipayo gobernante colombiano, en la preparatoria de su asistencia a la ansiada invitación del Presidente Chávez, en desarrollo de explicable y cualificado comportamiento de un gobernante en cuanto que los gobiernos vecinos, así sean sátrapas, ilegítimos y manchados con sangre popular, deben ser atendidos en el concierto de las naciones, mientras las condiciones de la madurez de sus responsabilidades le llamen a responder por ello.
No corresponde detenerse en los motivos que tenga el gobierno bolivariano en restaurar las relaciones con el gobierno encabezado por el narco para presidente de al lado. Ellos tienen la responsabilidad de la conducción de la revolución bolivariana. El trasiego de la revolución colombiana continúa.
Nuevamente el mundo comprende que ante la dictadura hegemónica de la derecha Terrorista de Estado en Colombia, el único interlocutor internacional es la Insurgencia. Los cuadros de la oposición política colombiana han de resguardarse como la niña de los ojos ante la intensidad de la guerra que cada día toma más auge en Colombia. Es inocultable el recuento de asesinatos selectivos que se registra en el país de la inseguridad a todos los niveles, en Colombia. Alarma el asesinato selectivo de miembros del magisterio colombiano afiliados al sindicato de educadores en el Norte de Santander. Continúan con saña encarnizada contra tan consecuente sector social al servicio de las causas populares Conmociona el recuento de acciones sanguinarias reseñadas a las fuerzas oligárquicas del estado colombiano. Sigue siendo el objetivo de su accionar contrainsurgente el pueblo, indígena y campesino. Por ello la denuncia pública no declina y la imperiosa búsqueda de la solución política no descansa.
El uso contrainsurgente de la lumpen burguesía
El mesías salvador de los intereses oligárquicos y del Imperio en Colombia se jacta del crecimiento económico resultado de la inversión económica del capital privado. Resulta característico que ningún Premio Nobel de Economía profundice en el intríngulis del fenómeno económico subterráneo colombiano. Pasan desapercibido la lotería de millones repartidos u ofrecidos; con largas colas de incautos recibiendo astronómicos intereses a ciencia y paciencia de la legalización del lavado de activos; el que "carros fantasmas" lancen al aire miles de millones de pesos en momentos de la desbandada de los capos narco paramilitares, bajo la lógica de que "es mejor botarlos; que enterrarlos…". No existe empresario ni inversionista de cualquier índole en Colombia que se respete y no haya sido tocado por esos "capitales basura". En eso se fundamenta el imperio mafioso de la élite feudal del narco paramilitarismo en Colombia.
Es más, les gusta que les llamen oligarcas de provincia o locales! El suceso de esos fenómenos económicos pesa demasiado. La desmedida ganancia de la ola privatizadora por la hegemónica fuerza de la derecha terrorista impuesta en Colombia, esta fundada en "capitales basura". A diferencia de los llamados capitales golondrina, son de permanencia: afianzados a un presente, pero sin futuro.
Acaso al capital financiero especulador le estimulan los halagos. No. El camino de guerra prolongada de la revolución colombiana, lo han asimilado. Saben del desenlace que vendrá; más confían en que no será el apocalíptico que no deje piedra sobre piedra. Se ajusta a la concepción que los revolucionarios de izquierda compartimos de la salida negociada al conflicto bélico: en eso hay que ser claros…Es por ello que afirmamos que los intereses oligárquicos y del Imperio solo cuentan es con el presente. El futuro es nuestro y me detengo en esto para explicar con alborozo el contenido del ultimo mensaje del Secretariado de las FARC-EP, que indiscutiblemente asimilará la opinión popular colombiana en cuanto a que el futuro nos corresponde!
Así que a la aplicación de la apátrida y genuflexa extradición de colombianos, como instrumento político contrainsurgente, utilizado por el Miniführer, corresponde añadir la calculada danza de ofrecimiento de los millones de dólares botados al torrente de lavados de activos, por parte de la política de ofertas o recompensas practicada sin escrúpulo. Todo ello propio de la mentalidad lumpen burguesa (la fotografía del General del ejercito colombiano, entregando el fajo de billetes al sapo encapuchado, que refleja más el ansia en retenérselo, rapárselo, ha circulado el mundo entero con infinidad de mofas afirmadoras).
Ese mensaje aleccionador, educador, vuelve a repetirse en el desenlace –no de la fuga diría yo- de la ex rehén Ingrid B. junto a los efectivos de las fuerzas armadas y la frustrante salida, por la impunidad coronada, de los tres agentes de la C.I.A. Una concepción mafiosa y de adquisición del dinero fácil, como la del gobernante colombiano, es el arma estrella que esgrime para golpear el lado flaqueante del sujeto humano a nivel de degradación moral. Es el uso del dinero que toca la conciencia al sujeto paria. Mediando la alevosía y el engaño, el negocio de la guerra continúa enriqueciendo al Generalato colombiano.
En Brasil, el fatídico ex general Álvaro Valencia Tovar hablando a nombre del generalato en Colombia reafirmó, que siendo asesor activo en inteligencia de sus pupilos Comandantes del ejército y de las fuerzas armadas en Colombia, el Secretariado de las FARC-EP estaba infiltrado. Ahora cuando el mentís de la intercepción a las comunicaciones directas del Secretariado es otro falso positivo del ejército genocida colombiano, queda al descubierto que la casta del Generalato y toda la nomina de retirados del ejercito colombiano están en actividad en el escenario de la guerra civil colombiana, en estrecha colaboración con la CIA y amamantando la permanencia de mas de tres mil soldados norteamericanos operando en territorio colombiano.
Las campanas a vuelo el próximo 20 de julio
Nuevamente los Medios de Alienación Masiva, a nivel nacional e internacional lanzan las campanas a vuelo para legitimar al gobierno ilegitimo y narco terrorista colombiano. La jornada "contra el secuestro" se convertirá en otra oportunidad perdida para la consecución de la salida efectiva al conflicto colombiano. Será una jornada más de odio y frustración de los colombianos. Exigir unilateralmente la liberación de lo prisioneros de guerra, como la Insurgencia califica a los retenidos en las selvas colombianas, es propio de desquiciados.
Olvidar la tragedia de la familia colombiana con presos en ambos bandos, solo beneficia el incremento de la guerra. Tanto los presos políticos y guerrilleros, como los prisioneros de guerra existentes en las selvas colombianas, pagan por una misma condición: perdieron su libertad! Se impone a las acciones de masas en Colombia y en el Mundo es la consigna por el Acuerdo Humanitario. De no darse esto, me duele pasar la hoja con la consecuente tragedia que avecina de más presos políticos abarrotando las cárceles del Estado Terrorista colombiano y más prisioneros de guerra pasando las penurias de las selvas colombianas.
Precisamente, estas facetas no reveladas por el sólo hecho de su ocultamiento constituyen un problema mayor, quizás tan grave como el de la existencia del terrorismo o el narcotráfico. Al estar un grupo reducido de autoridades involucrado en las negociaciones, que por lo demás varían en sus objetivos, y sobretodo por el ocultamiento, la liberación y el proceso político que la acompaña, ven amenazada su legitimidad.
En este sentido, para Colombia y la región como hecho político, la liberación no pasa de ser otro momento coyuntural más porque la situación de base no cambia. En el largo plazo, para el Presidente Uribe lo que aparece como triunfo político es un espejismo. De acuerdo a las características de la política colombiana, las diferencias que han llevado a la existencia de las FARC seguirán existiendo con un rasgo fundamental que aún tiene sustento: la masa crítica de pensamiento y acción operacional de la izquierda que se fue a la montaña 60 años atrás, se continua reproduciendo y el cauce convencional de la política colombiana no deja espacio para la disidencia más radical. Colombia es un Estado que funciona con las características del autoritarismo militarista, utilizando el pedigrí de una derecha que siempre fue violenta al extremo.
Así como a las FARC por estar con las armas en formato de guerrilla no se les incorpora en la matriz política, a los liberales y conservadores no se les incorporaba en la matriz bélica por el solo hecho de estar en el poder y en la política formal con una pátina de civilidad pacifica. Históricamente, conservadores y liberales disfrazaron muy bien una violencia interna que es estructural. No es que hayan desaparecido liberales y conservadores y con ellos su clientelismo político. Sólo se abrieron las cartas en forma más frontal, y están representados mayoritariamente en Alvaro Uribe.
La liberación, no obstante, es el primer avance en la política exterior de los Estados Unidos en la región, sobretodo por la publicidad que ha tenido el hecho a nivel mundial. No podía ser de otra forma. El mensaje es el de la consigna dura contra la insurgencia y la descomposición del Estado.
Pasan los días y comienzan a aparecer informaciones de que la operación era suficientemente conocida con antelación por una serie de agencias internacionales y jefes de Estado. El hecho de ocultar una realidad y crear otra, delata una vez más la mano de la administración republicana de los EEUU, confirmando un linaje de actividades encubiertas que en su última generación derivan del caso Watergate de 1974, siguiendo con la operación Irán- Contra de los años 80, y hasta el reciente fraude de información en Irak en 2003. A través de los medios se respira la atmósfera de la Guerra Fría, al concederle un crédito de alta eficacia y una buena dosis de moral por el logro del objetivo a la operación encubierta y a la mentira como sistema de trabajo.
Lo grave es que estas prácticas de operaciones encubiertas se expanden y cautivan a muchos sectores. La pregunta es hasta cuándo y hasta cuánto la opinión pública va a estar sometida a una estructura del falso mensaje creado por medios y autoridades, con una complicidad que se hace peligrosa a la hora de evaluar lo que es legítimo. En la práctica es el Estado el que se vuelve más vulnerable, para después lamentar el terrorismo. A estas alturas no se sabe quiénes son, y donde están todos los terroristas.
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