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Cómo se cocina una subida de tipos

Visto el debate que se ha originado a nivel europeo acerca de la idoneidad de que el Banco Central Europeo suba, o no, los tipos de interés, creo que resulta oportuno conocer, de la mano del principal halcón, o partidario de las alzas dentro de la institución, el presidente del Bundesbank, Axel Weber, cuáles son los criterios que, a su juicio, deben determinar la actuación de la institución en política monetaria. Y lo hago recorriendo un documento recién salido del horno: la conferencia pronunciada por el susodicho -que se manifiesta, pese a la aspereza de la cuestión, como un ponente claro y hasta ameno en ocasiones- en la Universidad de Nueva York el pasado 10 de junio. Para muchos de ustedes no dejará de ser un compendio de obviedades ya sabidas, espero que no, pero estoy convencido de que a otros muchos les ayudará a entrar en las tripas de quien tiene la várita mágica del precio del dinero en la zona euro. Sólo por eso habrá merecido la pena.

Fin de la política monetaria. Mantener el nivel de precios bajo de forma sostenida en el tiempo como mejor vehículo para ayudar a la estabilidad y prosperidad económica y a la creación de empleo. En este sentido las expectativas de inflación se han convertido, con el paso del tiempo, en el elemento fundamental que determina la política monetaria de los bancos centrales (esta generalización no es, ni mucho menos, tan evidente, especialmente en Estados Unidos). Su ejecución es preventiva y el BCE no debería esperar a que los riesgos inflacionarios se materialicen para actuar. En política monetaria no vale con mirar por el retrovisor, ni siquiera por la ventanilla, ya que sobre la situación actual apenas se puede hacer nada (otro punto de discrepancia con la FED): hay que anticipar por dónde irán el crecimiento y los precios en el futuro.

Cuantificación. El IPC armonizado de la zona euro debe mantenerse por debajo del 2%. Dado que existe un retraso entre las decisiones de política monetaria y su impacto sobre los agentes económicos, se trata de un objetivo de medio plazo. En su evaluación de los riesgos que pueden afectar a la estabilidad de precios, el BCE utiliza una doble perspectiva, conocida como “los dos pilares”: análisis económico, que hace referencia a la actividad real y las condiciones financieras de la economía a corto y medio plazo (donde entraría el estudio de los shocks de precios externos como los derivados del petróleo o las materias primas); análisis monetario que, por el contrario, se centra en las relaciones entre liquidez y precios a largo plazo. El BCE presta especial atención a los agregados monetarios. Weber concluye con Milton Friedman que la inflación “es siempre y en cualquier parte, al final, un problema monetario” (curiosa la paradoja actual donde la liquidez existe pero no circula como consecuencia del deterioro del balance del mecanismo fundamental de transmisión, la banca privada. Su resolución será objeto de estudio en el futuro).

Trasparencia. Muy interesante dada la discrepancia de algunos gobernantes acerca de la conveniencia o no de determinadas declaraciones por parte de Trichet (este es un tema sobre el que volveremos en el apartado siguiente ya que juega un papel fundamental a la hora de dotar de sesgo real a las decisiones y proyecciones del BCE). Cito literalmente: “hay una relación directa entre transparencia y eficacia de la política monetaria. A través de la primera, los participantes en el mercado pueden entender mejor el objetivo y la estrategia del banco central y anticiparse a la misma”. Y más adelante, “pese a las críticas provenientes fundamentalmente del mundo anglosajón, que achaca al BCE la emisión de mensajes contradictorios, la predictibilidad de la entidad es muy alta tanto a corto, ausencia de sorpresas, como a largo, cumplimiento de su finalidad última”.

Macroeconomía y política monetaria. Esta parte es especialmente interesante ya que Weber trata de desligar el modo de actuación del BCE del de otros bancos centrales como el Banco de Inglaterra. Para ello: discute la validez de las proyecciones macro en términos cuantitativos, basándose en la subjetividad y alcance limitado de cualquier modelo; defiende, no obstante, su validez dentro de unas “bandas de incertidumbre”, que pueden ser usadas como referencia y cuya asimetría, sesgo al alza o la baja, viene determinada por la orientación que el Gobernador del BCE da a sus discursos; critica a quienes, anclando sus pautas de actuación a dichas proyecciones, “no dudan en cambiar el rumbo de su política monetaria sin atender a las mismas, sorprendiendo al mercado”; y, por último, defiende el mecanismo de doble análisis, económico y monetario, al que hemos hecho referencia, como “herramienta robusta de política monetaria que reduce el riesgo de los errores que se derivarían del exceso de dependencia de un solo indicador, predicción o modelo”.

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