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Chikilicuatre fiel servidor del capital |
Durante la pasada legislatura, el Gobierno del PSOE procuró acentuar el pretendido acento “neutral” del Estado, permitiéndose incluso aplicar algunas pinceladas de progresismo que, desde luego, le ha proporcionado pingües beneficios en las últimas elecciones. No obstante, en épocas de crisis como la que ya nos atenaza, la naturaleza de clase del Estado queda al desnudo hasta para el más cándido; más aún cuando, al ser la correlación de fuerzas entre las clases sociales tan desfavorable para el proletariado como es hoy, no se trata de presentarse como “árbitro” del conflicto entre clase obrera y burguesía, sino de aplicar disciplinadamente las medidas que salven a la oligarquía del marasmo en que ella misma nos ha envuelto, a costa de sumir en la desesperación a miles de trabajadores.
Es así como los gurúes del neoliberalismo olvidan bien pronto sus recetas sobre el Estado «no intervencionista» y se lanzan a saquear las migajas que, en los años de “bonanza”, cedieron graciosamente al Estado, en previsión del futuro.
Naturalmente, el nuevo Gobierno de Zapatero, de profundo perfil neoliberal, ha entendido a la perfección su papel histórico y se ha aprestado a ponerse al servicio de sus amos oligarcas, escudándose en la “legitimidad” que le aportan los casi 11 millones de votos conseguidos el 9 de marzo: a ellos ha dedicado, cínicamente, la promesa de «trabajar para los más desfavorecidos».
Así, más allá de la demagógica «paga de los 400 euros», la parte importante del famoso paquete de medidas aportado por el Gobierno seguirá garantizando el negocio de las principales constructoras a través de la inversión del Estado: obra pública (¿más autovías?), VPO de construcción privada (cuando ya están por las nubes y después de elevar el precio del m2 en enero) o la conversión de las viviendas libres no vendidas en una especie de vivienda protegida más cara. Y eso, por no hablar de la eliminación del impuesto de Patrimonio, que beneficiará a los que lo tengan, naturalmente. Por su parte, la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) se ha comprometido con las inmobiliarias pertenecientes al grupo de las 14 mayores promotoras (el G-14) a que los ayuntamientos pongan suelo en el mercado para la construcción de unos 200.000 pisos de protección oficial anuales. El Estado atiende, así, las demandas de patronales como la catalana APCE o la valenciana Cierval, quien no duda en reclamar ayudas oficiales para renovar establecimientos hoteleros, recolocando parte de la mano de obra de la construcción.
En el campo de las infraestructuras, se observa una gran preocupación de las burguesías regionales y nacionales por conseguir parcelas de gestión económica. Un ejemplo es la reiterada petición que ha hecho el Consell valenciano por que le sea transferido el servicio de Renfe Cercanías: una forma de asegurarse liquidez desde el Estado central, o bien de repartir servicios, una vez privatizados, a un sector del capital bien tocado por la crisis inmobiliaria (Astroc, Llanera).
Lo mismo vale, por supuesto, para Catalunya, donde tal reclamación se presenta como «derecho a decidir» para ganar apoyos populares.
En cuanto a la banca, y a pesar de los cuantiosos beneficios acumulados en los últimos tiempos (un 39% más que el año pasado, en el caso del BSCH), el Gobierno se ha sentido obligado a asegurar la buena marcha de los negocios financieros: así, el Estado garantizará a la banca los créditos prestados para compra de VPO; y, ya en el colmo del cinismo, ha anunciado la ampliación «gratuita» del plazo de las hipotecas, medida sobre la cual la banca se ha manifestado «dispuesta a asumir el sacrificio» cuando, en realidad, ello le reportará un aumento de los enormes intereses que ya le proporcionan estos préstamos.
Pero hay otros frentes en los que el Gobierno del PSOE seguirá los dictados del gran capital para hacer recaer el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. Uno de ellos, y no el menos importante por su repercusión en las condiciones de vida del conjunto de las clases populares, es el campo. El Ministerio de Ciencia e Innovación pasa a estar dirigido por Cristina Garmendia, ex presidenta del grupo Genetrix (dedicado a los cultivos transgénicos) y de la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO). Esto va a significar, en el campo, un impulso a las grandes empresas agrícolas y la ruina de miles de pequeños productores, ya golpeados por el aumento de los costes y expropiados por las grandes distribuidoras de la alimentación. Como ejemplo de la situación existente en el ámbito ganadero, baste citar el cierre de unas 10.000 granjas de cerdo el pasado año y la eliminación de 200.000 animales, lo cual ha significado un descenso de la producción de carne de 100.000 toneladas en los últimos años. Pero estas medidas no sirven para solucionar el problema, que se encuentra en los monopolios de la distribución. Conscientes de ello, los pequeños productores tienen la ilusión de conseguir «una Ley de Márgenes Comerciales que regule las ganancias de las grandes superficies y distribuidores» y que garantice ese mundo de competencia perfecta con el que han soñado los pequeños productores desde los tiempos de la aparición de la gran empresa capitalista. ¿A alguien se le ocurre que el Gobierno de Zapatero tenga una medida semejante encima de la mesa? Seguramente estos ganaderos no recuerdan que, a raíz de las medidas arancelarias que la UE tomó contra el textil chino en 2005, fueron precisamente las multinacionales de la distribución quienes se pudieron beneficiar de una moratoria para no ver afectadas las importaciones que ya tenían contratadas.
Al hilo de esto, cabe recordar que el sector del calzado acaba de pedir un nuevo “procedimiento antidumping” a la UE contra las importaciones chinas, ya que «se siguen vulnerando las reglas del comercio».
¡Como si la economía capitalista no fuera la responsable del tremendo caos económico!
Vemos, en fin, que el Estado (ese Estado-nación cuya importancia algunos niegan, pero que aún es real) se ha puesto manos a la obra para reforzar el dominio económico de las clases más pudientes, ante la crisis inmobiliaria, la falta de liquidez financiera, el encarecimiento de los alimentos, etc. Que la burguesía, ante las dificultades y como siempre, reclama del Estado la intervención que le niega cuando amasa beneficios. Y, por último, que este acuerdo entre la burguesía y los que gestionan su Estado desemboca en paro, carestía, endeudamiento insoportable e inflación para la clase obrera y otros sectores populares. En lo político, esta situación se plasma en un acercamiento PP-PSOE, en la profesión de fe monárquica y en la represión de la izquierda, mientras se alienta a los grupos fascistas para que siembren el temor entre la juventud, uno de los sectores más golpeados por la situación actual. A partir de estas premisas, no cabe sino hacer comprender a las masas la vinculación del problema económico-social a la lucha por el poder político, para reforzar la lucha contra el Estado monárquico, el de la oligarquía, y por la conquista de la República para avanzar hacia el Socialismo.
Etiquetas: conocimiento, mentiras, monopolios, multitud, politica.
Rajoy, por su parte, consideró que "cuando un presidente se equivoca tanto o no dice la verdad o genera incertidumbre", y añadió que Zapatero "no sabe lo que se trae entre manos" cuando habla de la buena salud de las cuentas públicas un día después de que el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, anunciase el "fin del superávit".
Ocaña auguró el martes, al presentar los datos de Ejecución Presupuestaria, que las cuentas del Estado terminarán el año "en equilibrio", mientras que la Seguridad Social, "con enorme probabilidad", acabará 2008 con superávit, mientras que la suma de ambos terminará con saldo positivo.
En la sesión de control, Zapatero insistió en que España está mejor preparada que en otras ocasiones y más que la mayoría de los países, por lo que puede afrontar un "ajuste" en el crecimiento que está causado, insistió, por la coyuntura internacional.
La "buena salud" de los bancos
El presidente del Gobierno habló de la "buena salud" de los bancos españoles y de las cuentas públicas, lo que permite, dijo, garantizar el cumplimiento de los compromisos de gasto social del Gobierno, como el aumento de las pensiones, de las becas, la "máxima" cobertura para el desempleo o la prometida reducción de impuestos.
Además aseguró que el Ejecutivo va a "preparar" la economía para que España pueda recuperar su potencial y vuelva a crecer en el entorno del 3%. Zapatero también rechazó tomar "medidas equivocadas" en respuesta a la alusión de Rajoy al paquete de actuaciones económicas que los populares presentaron para hacer frente a la desaceleración y que el Gobierno optó, según el líder de la oposición, por "dejar de lado".
Rajoy recordó al presidente muchas de sus afirmaciones en materia económica, como cuando auguró una moderación de los precios a finales del año pasado o consideró que los tipos de interés habían tocado techo, y lamentó que no se hayan cumplido "ninguna" de las previsiones de Zapatero.
Tras recordar que los españoles "ven con preocupación" la destrucción de empleo, las subidas de precios o el encarecimiento de las hipotecas, Rajoy reprochó a Zapatero que no tome "ninguna medida" para atajar estos problemas, y le advirtió de que, con su actuación, "no genera credibilidad" y "está causando un grave perjuicio al bienestar de los españoles".
El presidente del Gobierno y el líder de la oposición también discreparon en su análisis sobre el crecimiento económico español, que en términos interanuales sigue estando por encima de la media de la zona euro aunque en términos intertrimestrales fue menor en el primer trimestre de este año.
Así, la economía española creció un 0,3 por ciento intertrimestral y un 2,7 interanual, mientras que el aumento del Producto Interior Bruto en la zona euro fue de un 2,3 por ciento de media en doce meses y del 0,7 por ciento en los tres primeros meses.
Mientras Rajoy advirtió de que el aumento intertrimestral del PIB español estuvo muy por debajo del francés (0,6%) o el alemán (1,5%), el jefe del Ejecutivo le replicó que para la mayoría de los economistas es "mucho más correcto" utilizar los datos interanuales.
El desempleo como problema de la sociedad española ha subido casi seis puntos respecto al barómetro de marzo y al situarse en el 52 por ciento aparece como la cifra más alta no sólo del presente año, sino también de todo el año pasado. Habría que remontarse a abril de 2006 para encontrar un porcentaje superior, ya que entonces un 52,4 por ciento de los ciudadanos manifestó que el desempleo era el principal problema en España.
La preocupación por los problemas de índole económica, además, sigue incrementándose notablemente desde finales del año pasado: en noviembre de 2007 lo consideraban el mayor problema de la sociedad el 29,4 por ciento de los españoles y ahora piensan de esta forma el 48,4 por ciento. El pesimismo sobre el presente y el futuro de la situación económica también aumenta, según consta en el muestreo del CIS, ya que el 46,1 por ciento de los consultados la ven "mala" o "muy mala" y el 10,6 por ciento, "buena" o "muy buena".
Además, un 44,5 por ciento manifiesta que la situación irá a "peor", frente al 10,6 que se muestra más optimista. En ambos casos, los porcentajes de pesimismo son los más altos de los últimos tres años. Preguntados por cuál es el problema que a los ciudadanos afecta personalmente en mayor medida, los ciudadanos nuevamente sitúan la economía en cabeza, toda vez que un 46,9 por ciento precisa que es esta cuestión la que más les preocupa, seguida del desempleo (24,2 por ciento) y de la vivienda (21,6).
Igualmente ha empeorado la percepción de la situación política que tienen los ciudadanos, ya que si en el anterior barómetro del CIS la veían "buena" o "muy buena" el 22,6 por ciento, un mes después opina de la misma forma el 20,5 por ciento de los encuestados. Así, del 26,8 por ciento de los ciudadanos que en marzo tenían una "mala" o "muy mala" consideración de la política, el barómetro de abril ha pasado al 29,8 por ciento. En este contexto, un 15,9 de los ciudadanos consultados opina que la política española mejorará dentro de un año, en tanto que el 20,1 estima que irá a peor.
Expuso que en breve llamará a la patronal, Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y a los sindicatos Unión General de Trabajadores (UGT) y Comisiones Obreras (CCOO) para firmar una nueva declaración de diálogo social.
Rodríguez Zapatero expuso que después de las vacaciones de verano se trabajará para renovar el Pacto de Toledo, que es el que aborda el sistema de seguridad social y política laboral en España, y que para ello quiere contar con el PP, principal opositor.
"Tengo la voluntad de llegar a acuerdos con el Partido Popular. Con el resto de partidos creo que tengo la capacidad de hacerlo, pero también quiero contar en esto con el PP", expresó al asegurar que se debe dejar en el pasado la anterior legislatura.
El mandatario abundó que otros acuerdos a los que en este año quiere llegar con el PP son los relacionados con la lucha antiterrorista y la política exterior de cara a la Presidencia Española de la Unión Europea (UE) en 2010.
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha reiterado hoy su disposición a llegar a acuerdos de Estado con el PP y a olvidarse de los cuatro años anteriores y, por ello, ha lanzado un mensaje al partido que lidera Mariano Rajoy: 'Para mí no pesa en nada la legislatura pasada'.
Zapatero ha expresado su voluntad de alcanzar acuerdos con el principal partido de la oposición, porque, según ha argumentado, con el resto de fuerzas políticas ya ha demostrado su capacidad de diálogo.
'Quiero llegar a acuerdos con el PP y para mí no pesa en nada la legislatura pasada', ha insistido el jefe del Ejecutivo, convencido de que la 'gran virtud' de la democracia es que los ciudadanos votan cada cuatro años para hablar del futuro y no para dirimir lo que pasó en el pasado.
Si se consiguen concretar compromisos políticos con el PP, 'la legislatura tendrá otro color', ha incidido Zapatero, convencido de que existe un 'deseo inmensamente mayoritario' por parte de la ciudadanía de que eso sea así.
Zapatero ha enumerado también esos pactos y la prioridad con la que le gustaría llevarlos a cabo, y ha comenzado por la lucha antiterrorista.
Un acuerdo para el que actualmente existe 'otro clima favorable', del que se ha congratulado, antes de recordar al PP que todos los partidos son 'muy importantes' en la lucha contra ETA.
Así las cosas, a Zapatero le gustaría que, en este clima, el PP también tuviera esa convicción, en el sentido de que lo mejor es alcanzar un entendimiento razonable con todos los grupos parlamentarios, y no sólo entre los dos principales partidos.
El jefe del Ejecutivo se ha referido además a la modernización de la Justicia y a la renovación de los órganos constitucionales, como el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional.
Zapatero espera asimismo llegar a acuerdos con el PP en política exterior y en cuanto al Pacto de Toledo y el futuro de las pensiones.
Con todas esas pretensiones, ha confiado en que se mantenga la tensión por la 'sana contienda democrática' en el terreno de las ideas y ha esperado que no predomine en ese debate intentar volver con preguntas 'de temas de ayer más que de hoy', que sólo pueden provocar 'factores emocionales y de tensión que tienen que ver con aspectos identitarios'.
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