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Ante la farsa democrática |
Es insufrible para una cabeza más o menos en su sitio, para una inteligencia más o menos común, para una persona con dignidad, ver de qué modo se ataca a los votantes que deciden abstenerse en las elecciones del 9-M. Los motivos por los que unos opten por votar a un candidato o no votar a candidato alguno es irrelevante. Cada cual puede apoyar a quien quiera, ahí radica su libertad individual, ¡faltaría más! Pero esa libertad no lo es del todo, pues he visto que muchas personas de buena fe creen que sólo se presentan a las elecciones dos candidatos. Los más avispados creen que se presentan cuatro o cinco más. Y si alguno cree que está fuera de este elenco de electores haga repaso mental de cuántos se presentan para ser elegidos como presidentes del
Gobierno de España. Si somos sinceros aceptaremos que no sabemos más de 10 nombres. ¿Lo vemos, verdad?, y nos quejamos del bipartidismo, del tripartidismo, del pentapartidismo…, da igual, queda limitado a unos cuantos. ¿Quién ha de ser el Presidente del Gobierno? En un sistema parlamentario lo será quien tenga más apoyos en el Parlamento, no el que tenga más votos en las urnas, pues de ese modo estaríamos ante un sistema mayoritario y presidencialista. Pero tampoco esta cuestión es importante, al menos para mí.
La cuestión es: ¿por qué hay una cruzada contra el abstencionista? Los progres y los medio-progres, la derecha y la ultraderecha, los cafres y los necios, todos manifiestan un repudio extremo contra los abstencionistas. ¿Por qué ese odio, esa repugnancia? Pues tiene su explicación en algo muy elemental: quienes votan dan su sangre por un sujeto del que no saben si los va a traicionar a las primeras de cambio. Qué ridículo, dios, darle el voto a un Zapatero que negocia con ETA. Y ahí se le escaparon miles de votos al PSOE. Qué asco darle el voto a Llamazares-Herrera, para que luego se porten como socialdemócratas y que no sean capaces de reivindicar la memoria de los asesinados por el franquismo. Qué asco, darle el voto a Zaplana, para que se pase otros cuatro años más entre rabizas y colipoterras. Pero salvo esos críticos cítricos, salvo los que miran por el ojo de la cerradura lo que han hecho con su voto, la mayoría becerril vota al mismo partido, aunque los aspen. Él vota a los suyos, sin saber que los suyos son individuos con ojos y con cara que amparan la tortura de personas con “cara y con ojos” (Rajoy) y liquidan la democracia y el pluralismo. Y cuando les dices que te abstienes de votar a semejante fauna, ellos te miran como si fueras un canalla y un antidemócrata.
Ya el colmo en esta convocatoria es que los abstencionistas estamos metidos entre todos los demonios. ETA ha llamado a que se abstengan los ciudadanos el 9-M; por otro lado, el PP, a través de uno de sus apesebrados, ha declarado a un periódico inglés que quieren que se abstengan los que votan a Zapatero. Desde luego esto es de locos. Es lógico que una organización armada no tenga en lo que se presenta hoy día ningún referente político (ya es mala cosa esa por sí misma, pues no hay duda de que habrá de tenerla para dejar las armas en silencio), y que el PP pida que no voten los que apoyan a Zapatero, y creo que no se apenaría de que una peste bubónica se llevara por delante a dos o tres millones de votantes del PSOE. Pero aún así los que no iremos a votar ni con fórceps somos peligrosos ciudadanos que estamos o bien con ETA o bien con el PP. Y ahí aparece Llamazares comparando mi opción abstencionista con uno de los dos. Y desde aquí tengo que decirle a Llamazares que en lo que toca a mi voto no debe ni pronunciarse, pero como ya lo ha hecho, yo tengo ese mismo derecho a decirle que “es un perfecto majadero”.
Votad tal como mandan los cánones. Sois personas de bien, es decir, personas a las que yo no os daría un préstamo, pues temo que no me devolveríais ni el principal.
Saldrá uno de los ganadores que la “clase” ha diseñado y preparado. La clase dominante tiene siempre repuesto, para entretener de este modo al mediocre y al necio, mientras ellos siguen haciendo el negocio, el gran negocio, y obteniendo las plusvalías. Otro gallo cantaría si de pronto millones de personas decidieran abstenerse, no apoyar a candidato alguno, producir millones de votos nulos, pues su farsa democrática se les caería al suelo y no sabrían cómo interpretar el suceso.
La inutilidad del voto se demuestra en el fatalismo de que nadie puede impedir que sea presidente del Gobierno Zapatero o Rajoy. He ahí la inutilidad.
Manuel F. Trillo

Etiquetas: conocimiento, medios, mentiras, multitud, politica, sabiduria.
Porque la gente "de bien", es tan sumisa ante su vida, que se esconde ante ideas que aunque razonadas son cobardes, porque este país donde vivimos forma parte de una comunidad controlada por el poder del dinero. Entonces, hay que sacar de las casillas a la gente, pero no con insultos ni violencia (pues eso indica una inteligencia nula), sino explicando los derechos reales de la gente, viendo que se pueden movilizar, quejándose utilizando todos los medios disponibles.
No hay que olvidarse que la mayoría de gente se olvida de la política en el momento en el que tiene un sueldo estable por encima del trabajador medio y los fines de semana para emborracharse como única triste y mediocre solución transitoria a sus problemas.
Hay que ser valiente y luchar, pero no desde la abstención o la violencia, sino con inteligencia, organización, derechos, y libertad, para saber arrastrar a la gran mayoría de gente que "pasa" de la política y hacerles conscientes de su precaria y lamentable situación personal.
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