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Línea divisoria entre el Nuevo Tíbet y el viejo |
El 28 de marzo de 1959 no fue sino un corto día para la historia; pero para el Tíbet, fue la línea divisoria entre la nueva sociedad y la vieja.
Aquel día, en la meseta nevada se inició una reforma democrática y se desintegró desde entonces el sistema de siervos con unificación del Estado y la iglesia en tanto que el millón de siervos se liberaron y llegaron a ser dueños de su destino y del Estado.
Hoy, cincuenta años después, la Asamblea Popular del Tíbet estableció el “Día Conmemorativo de la Liberación del Millón de Siervos”, lo que no sólo clava este acontecimiento histórico de la “Reforma Democrática” en la mente de la gente, sino que, al mismo tiempo, revela desde un ángulo la esencia del supuesto “problema del Tíbet”.
El Tíbet antes de la Reforma Democrática estuvo durante largo tiempo en una sociedad feudal de siervos, una unificación del Estado y la iglesia y una dictadura de los altos bonzos y aristócratas. El inglés Charles Bell, denominado como experto en el problema del Tíbet, escribe en su libro “Biografía del Dalai Lama XIII”: “Cuando uno venga de Europa y América, será llevado hasta centenares de años atrás y verá un lugar aún hallado en la época feudal.”
Más de 500 años después de la despedida a la Edad Media en Europa, se prolongaba aún el sistema feudal de siervos del Tíbet, más tenebroso que la Europa de la Edad Media. Yendo diametralmente contraria a la corriente del desarrollo de la historia, fue el origen de la pobreza y el atraso del Tíbet y el obstáculo para ir hacia la civilización y el progreso.
Aún en estas circunstancias, en vista de lo complejo que era el problema étnico y religioso del Tíbet, tras la fundación de la Nueva China, el “Acuerdo sobre los Métodos de Liberación Pacífica del Tíbet” firmado por el Gobierno Popular Central y el entonces gobierno local del Tíbet establece que “el Gobierno Central no cambiará el sistema político vigente en el Tíbet” y demanda al mismo tiempo que “el Gobierno Local del Tíbet realice reformas por cuenta propia”.
Para realizar una reforma democrática pacífica en el Tíbet, el Gobierno Central se esforzó y esperó durante ocho años; el millón de siervos pensaron y anhelaron durante ocho años. Sin embargo, algunas personas de la capa superior de la entonces camarilla gobernante del Tíbet intentaban, en cambio, mantener para siempre el sistema de siervos y sus intereses creados, de modo que montaron en 1959 una rebelión armada. El 28 de marzo de 1959, el Gobierno Central anunció la disolución del entonces gobierno local y dirigió al pueblo tibetano de diversas etnias en el aplastamiento de la rebelión al mismo tiempo de la realización de la Reforma Democrática y, como resultado, se abolió el sistema feudal de siervos sumamente injusta, indemocrática y no liberal; los mendigos de las calles de Lhasa, los herreros de la Calle Bakuo, los esclavos domésticos y siervos de las cuencas de los tres ríos y los pastores pobres de la pradera de Qiangtang llegaron a ser dueños de su propio destino.
De la oscuridad a la luz, de la pobreza a la comodidad, de la dictadura a la democracia y del aislamiento a la apertura, la Reforma Democrática cambió profundamente el destino del millón de siervos y llegó a ser la línea divisoria entre el Nuevo Tíbet y el viejo. A un otro de esta línea, los propietarios de siervos como los funcionarios, aristócratas y altos bonzos de los monasterios, que representaban menos del 5% de la población tibetana, poseían la totalidad de las tierras cultivables, pastizales, bosques, montañas y ríos en tanto que el millón de siervos eran propiedades privadas de los propietarios de siervos y eran vendidos o comprados a gusto de los propietarios o ultrajados a voluntad por éstos. A este lado de la línea divisoria, los siervos liberados de sus yugos obtuvieron una liberación sin precedentes y su edad promedio se elevó de los 35,5 años en los años 50 del siglo pasado hasta los 67 años en la actualidad; los antiguos siervos se libraron definitivamente de las relaciones de dependencia de los tres grupos de propietarios de siervos y llegaron a gozar de todos los derechos otorgados por la ley.
Víctor Hugo decía: “La realización de una actividad conmemorativa parece encender una antorcha.” El significado de los días conmemorativos reside en llamar la atención y, al igual que una antorcha, ilumina el pasado y el futuro. Cuando damos una mirada retrospectiva, a través del “Día Conmemorativo de la Liberación del Millón de Siervos”, a la historia del Nuevo Tíbet y el viejo, comprendemos más profundamente el gran significado de la Reforma Democrática para el Tíbet y para China; también podemos ver con mayor claridad que aquellas personas que “exhortan” a preocuparse por los derechos humanos y el desarrollo del Tíbet son precisamente aquellas personas que en otros tiempos se negaron a dar al millón de siervos los derechos humanos y la igualdad y declararon que “no se puede cambiar nada”.
“Todo tipo de liberación significa devolver el mundo del hombre y las relaciones humanas” al mismo hombre. El Tíbet, con los enormes cambios de “salto de mil años en sólo 50 años”, y el millón de siervos, con su experiencia de “retornar al mundo del hombre”, testimonian cómo la liberación traída por la Reforma Democrática ha cambiado profundamente la historia y el futuro del Tíbet y ha demarcado una línea divisoria en el techo del mundo entre lo salvaje y lo civilizado y entre el atraso y el progreso.
(Pueblo en Línea)
La longitud de la carretera en Tíbet pasó del cero a los 48.600 kilómetros abiertos al tráfico en la actualidad.
El volumen global de producción llegó a los 39.200 millones de yuanes en 2008.
Estos 50 años han cambiado en sumo grado la fisonomía de pobreza y atraso del Tíbet, y han sentado una base sólida para su modernización.
Es innegable que Tíbet aún está enmarcado entre zonas subdesarrolladas del país, como consecuencia de sus malas condiciones naturales hallándose en el techo del mundo, y también porque procede de las entrañas de una sociedad atrasada y feudal de esclavitud viéndose limitada por las condiciones históricas.
Pero si enfocamos las cosas con juicios sanos y objetivos, descubrimos que el PIB per cápita del Tíbet es superior a 12.000 yuanes (unos 1700 dólares USA), frente a los 400 dólares en Nepal, los 965 en India, y los 1450 en Bután.
Tíbet es la región que ha logrado el mayor desarrollo económico en las estribaciones de Himalaya, y Lhasa es una de las ciudades más modernas en la gran región de esta cordillera.
La modernización es la ley de la corriente de la historia mundial y del desarrollo social de la humanidad. La moderanización es el tema común para todos los países y regiones del mundo en la época moderna.
Es también una necesidad intrínseca del desarrollo social del Tíbet y un deseo vehemente del pueblo tibetano.
En aquellos años, frente a la pobreza y atraso de Tíbet, el XIII Dalai Lama dio orden para aplicar una "Nueva Política" de modernización con la esperanza de llevar a Tíbet al camino de desarrollo.
Pero esta política nueva terminó en fracaso por el sabotaje imperialista y la pertubación del sistema de integración entre el poder político y el religioso.
Fue la emancipación pacífica de 1951 que inició el proceso histórico de la modernización tibetana, y fue la reforma democrática de 1959 que impulsó el avance de la misma.
La "Declaración de Derecho de Desarrollo", adoptada por la ONU, señala en términos claros que "el derecho de desarrollo es un derecho inalienable de la humanidad".
Todo el mundo reconoce que el desarrollo es la modernización.
Mucha gente se interesa en la continuidad de la civilización tibetana.
Pero a juzgar por los intereses fundamentales del pueblo tibetano y su derecho de desarrollo, esta continuidad debe concordar con el progreso de la civilización moderna, y conforme al desarrollo, el progreso, la unidad y la felicidad de toda la nación tibetana.
La continuidad de la civilización tibetana es posible sólo cuando se lleva a cabo un desarrollo económico y una elevación de las condiciones de vida de su pueblo. Y no se debe permitir la decadencia de una nación bajo la bandera de mantener la identidad nacional y de proteger la civilización regligiosa.
Carece de sentido común, si no es con intención de alcanzar fines ocultos, calificar el proceso de modernización tibetana como "suprimer la identidad nacional del Tíbet", y atacar el rápido desarrollo económico del Tíbet como "destruir el ambiente tibetano", y enaltecer la tradición cultural tibetan como "terminar con la cultura tibetana".
Los hechos se han encargado a demostrar que son precisamente la democratización y la modernización de la cultura tibetana las que han cambiado el sistema del monopolio de unos pocos esclavistas feudales en lo cultural y económico, de manera que la cultura tibetana pueda mantener su continuidad y gozar de una eficaz protección.
El idioma tibetano es el primer idioma de los idiomas de las minorías nacionales de China que ya cuenta con estandares inteernacionales.
La escolaridad de los niños tibetanos ha ascendido del 2% en el viejo Tíbet a 98,2% en la actualidad.
Todo esto no sólo promueve la protección y el desarrollo de la cultura tibetana, sino que infunde una fuerza inagotable en el futuro del Tíbet.
Desde el inicio de la reforma democrática, el llamado "problema del Tíbet" siempre aflora a la superficie en todos los momentos sensibles.
Conforme al desarrollo del poderío de China, la gente está más interesada en los asuntos del Tíbet.
Los hechos demostrarán que nadie puede impedir el progreso y el desarrollo del Tíbet, y su camino de modernización es más expedito conforme a su avance. Esta es la respuesta más persuasiva para las inculpaciones y dudas infundadas.
(Pueblo en línea)
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