««   »»
  

ANTROPOLOGIA, IMPERIALISMO Y OBEDIENCIA

Por “desmaterialización del lenguaje político” debemos entender el vaciamiento de su carga radical, la desaparición de su método dialéctico y su reducción a la nada conceptual que puede ser rellenada por cualquier moda intelectual de consumo fugaz. Llenar de nuevo el lenguaje político con “teoría crítica” exige volver a los conceptos fuertes, los que se anclan en el interior de las contradicciones sociales, en su dialéctica, creciendo y concretándose con sus transformaciones. Es por esto que debemos volver a lo poco que hemos dicho arriba sobre la hominización, ontogenia y filogenia de la especie animal humana. Nos hemos referido a la autogénesis humana dentro de la larga evolución animal porque, en lo relacionado ahora con la obediencia, existe un debate sobre la dialéctica de la continuidad y discontinuidad entre los sistemas de orden en algunas especie animales y la especie humana.

Sin entrar en la etología barata y reaccionaria, otros estudios más serios han mostrado cierta continuidad siempre relativa entre algunas especies gregarias:

“Esta estructura social es ideal para la domesticación, porque en realidad los humanos asumen la jerarquía de dominación. Los caballos domésticos de una recua siguen al líder humano como seguirían normalmente a la yegua que ocupa el primer lugar. Las manadas o rebaños de ovejas, cabras, vacas y perros ancestrales (lobos) tienen una jerarquía semejante (…) estos animales sociales se prestan a ir en manada. Dado que son tolerantes con los otros miembros del grupo, pueden ir agrupados; dado que instintivamente siguen a un líder dominante y toman a los humanos por líderes, pueden ser conducidos fácilmente por un pastor o un perro pastor. Los animales gregarios se comportan bien cuando están encerrados en condiciones de hacinamiento, porque están acostumbrados a vivir en grupos densamente atestados en la naturaleza”.

El autor al que recurrimos, J. Diamond, continúa explicando cómo y por qué otras muchas especies no se dejan domesticar por los humanos y se resisten desesperadamente a obedecerlos, con lo que niega toda posibilidad de generalización abusiva. Además, todos los estudios realizados en zoológicos demuestran que los animales no obedientes, no domesticables, privados de su libertad tienden a desestructurar sus comportamientos básicos, desarrollando toda clase de “anormalidades”. Pero, volviendo al grupo de los animales gregarios, existen muchos indicios que avalan la hipótesis de que el orden y la obediencia social humana fue creciendo, además de otras razones, también gracias a las técnicas de domesticación aprendidas por los grupos sociales que por diversas circunstancias tenían más posibilidades de poseer rebaños domesticados que el resto de humanos. No existe diferencia cualitativa alguna entre la observación de la vida de las manadas gregarias salvajes durante su domesticación y algunas técnicas de control social aprendidas por la antropología burguesa y puestas a disposición del colonialismo y del imperialismo capitalista. A este respecto D. Rushkoff ha escrito que:

“El fundamento histórico de la comunicación de masas se encuentra en siglos de coerción cultural imperialista. Financiados principalmente por sus gobiernos, antropólogos bien intencionados -y unos cuantos no tan bienintencionados—desarrollaron métodos de análisis y dirección mientras estudiaban pueblos primitivos con culturas extrañas. Conscientes o no de las intenciones de sus patrocinadores, estos antropólogos prepararon el terreno a las posteriores invasiones militares (…) Invariablemente, el proceso de dominación cultural seguía los tres mismos pasos que hoy utilizan los especialistas en relaciones públicas: primero, descubrir los mitos dominantes de la población y, durante el proceso, conseguir su confianza; segundo, encontrar supersticiones o lagunas en sus creencias; y tercero, reemplazar la supersticiones o incrementarlas con hechos que modifiquen las percepciones o lealtad del grupo”. D. Rushkoff hace mucha insistencia en el papel de los misioneros cristianos como predecesores de las invasiones posteriores, como predecesores de la antropología burguesa. Y el autor añade más adelante:

“En la década de los ochenta, todas estas técnicas de guerra psicológica fueron reunidas en un volumen de la CIA bajo el nombre de Counter Intelligence Study Manual, utilizado principalmente en los conflictos de América Central (…) Para reunir información sobre una determinada población, los agentes se mezclan entre la gente y asisten a “actividades pastorales, fiestas, cumpleaños e incluso velatorios y entierros” con el fin de estudiar sus creencias y aspiraciones. También organizan grupos de discusión para medir el apoyo local a las acciones planeadas. El proceso de manipulación se pone en marcha y los agentes identifican y reclutan a “ciudadanos bien situados” para que sirvan como modelo de cooperación, ofreciéndoles trabajos inocuos aparentemente importantes. A continuación, transmiten conceptos difíciles o irracionales a través de eslóganes simples (…) En los casos en que los intereses de la CIA se oponen de modo irreconciliable a los de la población, el manual sugiere la creación de una organización que actúe como tapadera, con una serie de objetivos muy diferentes a sus verdaderas intenciones. Finalmente, todos los esfuerzos por garantizar la conversión deben adaptarse a las tendencias preexistentes de la población seleccionada: “Debemos inculcar a la gente toda esta información de forma sutil, para que esos sentimientos parezcan haber nacido por sí mismos, espontáneamente”.

La táctica de la CIA de escoger a los llamados líderes o “ciudadanos bien situados”, es decir, a las personas ricas pertenecientes a las jefaturas, cazicazgos, castas y clases dominantes, no es nada nueva. Existe una abundante experiencia histórica al respecto que aparece ya en los primeros textos escritos, y que ha sido sistemáticamente empleada como doctrina básica de manipulación indirecta de las masas psicológicamente dependientes del líder al que siguen, de los “ciudadanos bien situados”. Salvando todas las distancias e insistiendo en la naturaleza social de nuestra especie, debemos preguntarnos sobre qué conexión remota puede tener este método con el de “ganarse la confianza” de la yegua de la manada de caballos a la que siguen todos sus miembros. De hecho, recordemos cómo la enciclopedia de Salvat-El País a la que hemos recurrido al comienzo no duda en referir al origen de la domesticación animal a usar una acepción de la entrada “obediencia”, como hemos visto. Aun así, con esta interrogante sólo queremos sugerir la profundidad sociohistórica de las artes del control y manipulación, huyendo por tanto de toda superficialidad según la cual únicamente tras la aparición de la prensa moderna, capitalista, se puede hablar de tal cosa.

Un ejemplo de superficialidad lo tenemos en el resumen ofrecido por el diario Expansión sobre la jornada Los consumidores del siglo XXI: Cómo innovar desde el cliente, celebrada en Madrid muy recientemente. La noticia dice: “vamos a un consumo menos racional y más emocional” basado en que las “nuevas clases medias” pueden beneficiarse de la “democratización de la sociedad”, del aumento de la libertad que ofrece Internet, para empezar a consumir lujo y a realizar el llamado “consumo ético”, el que se preocupa por el medio ambiente, el proceso de producción de los bienes que se compran, etc., consumo emocional y ético especialmente desarrollado por la juventud. Como se aprecia, estamos ante un doble mensaje claramente político oculto tras la aparente “ciencia del marketing” ya que, por un lado, niega de raíz todo lo que estamos analizando sobre la crisis de las clases medias provocada por el tránsito del fordismo al posfordismo, negando por tanto los efectos desestabilizadores consiguientes y que tanto repercuten sobre la reactivación de la “reserva reaccionaria” que late en el inconsciente; y por otro lado, busca reforzar el mensaje reaccionario de que el libre consumo asegura la “democratización de la sociedad”. Luego volveremos sobre estas cuestiones decisivas porque ahora debemos su tesis central: el avance del consumo emocional frente al racional.

Quien haya leído algo sobre las técnicas de marketing sabe que la manipulación psicológica de lo emocional es tan vieja como el intento de manipulación de la racionalidad del presunto comprador. Sabe que romper las defensas de lo racional para entrar al mundo de las emociones es la clave para, desde esas profundidades, dirigir la obediencia básica e informe del presunto comprador hacia las formas concretas de obediencia específica necesaria para comprar el producto que el vendedor quiere. Conoce la rapidez con la que la ciencia de la manipulación psicológica comprendió las posibilidades que ofrecían ciertas interpretaciones de las tesis freudianas no sólo en la mejora del marketing, de las ventas y de la potenciación del consumismo, sino además en la propagación de éste como un medio decisivo para extender la “ilusión de la libertad”, ocultando que debajo de la libertad de derecho existe la esclavitud de hecho, como hemos visto arriba en la denuncia Honrubia Hurtado. Más aún, una persona con inquietudes sobre los avances en el telecontrol puede estar fácilmente al tanto de los nuevos desarrollos en la manipulación de masas y de sectores radicales mediante los descubrimientos en la guerra psicológica y en la psicotecnología que se está experimentando en los EEUU con cuantiosas subvenciones militares:

“Los estrategas norteamericanos han desafiado el concepto de precisión dimensional completa, a partir de la consideración de la vulnerabilidad de las fuerzas armadas estadounidenses a las asimetrías y como forma de justificar el desarrollo de armamentos más sofisticados, de mayor precisión física (al impactar los blancos) y sicológica. La precisión física se deriva del perfeccionamiento de los sistemas llamados inteligentes y de la habilidad de ajustar 0 graduar los efectos de un armamento particular. La precisión sicológica es más compleja, pues se trata de conseguir que, en una operación militar, el enemigo y la opinión pública internacional tengan opiniones y conductas que se avengan a los intereses de los Estados Unidos (…) La sicotecnología es la ciencia que desarrolla armamentos no letales de alta precisión sicológica dirigidos a manipular el pensamiento y la conducta del ser humano. En estos momentos, se está creando una tecnología que ofrezca la posibilidad de alterar las percepciones de la audiencia blanco mediante el incremento del miedo, de una total tranquilidad o de cualquier reacción requerida para lograr sus objetivos”.

No podemos dudar sobre que la precisión psicológica es un objetivo codiciado además de por su efectividad militar tanto en lo bélico como en lo propagandístico, también por los beneficios económicos que la industria de la manipulación puede obtener con tales avances. De hecho, es sólo el nombre puesto a la obsesión permanente por lograr la máxima efectividad posible en la obtención de sus objetivos. Como ejemplo de lo que estamos diciendo tenemos el texto “viejo” de P. Sauermann que adelantaba las bases de las cosas que analizamos: el consumo emocional y la precisión psicológica. Este investigador ya había estudiado con exhaustividad todo lo que se anuncia ahora como gran novedad llegando incluso a debatir si “la era del consumidor consciente” que investiga los detalles vistos antes de realizar la compra, se inició a principios de 1962 a raíz de una intervención en el Congreso norteamericano del entonces presidente Kennedy sobre los intereses del consumidor. P. Sauermann desarrolla con mucha más profundidad y extensión los tópicos comunes de los que se hace eco Expansión.

Más todavía, en lo que concierne a la interacción entre lo emocional y lo racional en el proceso de decisión de la compra, P. Sauermann advierte desde el principio de su investigación que uno de los objetivos básicos de la psicología del mercado es el de lograr que en el último momento del proceso, en el lugar físico de la realización de la compra, ahí mismo: “hay que eliminar los últimos factores que puedan impedirla y llevar al cliente a la convicción de que ha decidido acertadamente”. Es decir, el proceso de manipulación psicológica del comprador debe ir perfeccionándose en la medida en que éste pierde sus defensas racionales hundiéndose en sus deseos emocionales, de manera que al llegar al punto crítico, la compra, el escenario físico, material y espacial, ha de estar preparado de tal guisa que por fin terminen desplomándose las últimas defensas racionales para imponerse la emotividad y la inconsciencia del comprador. Lograr la máxima perfección posible es lograr la “precisión psicológica” buscada por las investigaciones militares yanquis con su psicotecnología. Queremos decir que aunque cambian externamente factores secundarios relativamente importantes para cada empresa de la manipulación, lo esencial sigue inamovible y además está siendo desarrollado por especialistas militares y civiles.

Publicado por Pause Editar entrada contiene 0 comentarios.

Publicar un comentario

Wonder News

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.

«« Inicio »»