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El Imperio sigue su ruta |
Obama tira todas sus promesas para atrás
La realidad pulveriza el marketing
La realidad, marcada por las verdaderas necesidades del Imperio USA, pulveriza aceleradamente el marketing discursivo de Obama y muestra con crudeza que su administración -a la hora de ejecutar- es una continuidad en todos los campos de las políticas desarrolladas por la presidencia de Bush.
La decisión de continuar la guerra contra el "terrorismo", la escalada militar y las masacres de civiles en Pakistán y Afganistán, la vuelta atrás en la investigación de las torturas de la CIA, la aplicación de las mismas políticas de Bush con Irán, en el Cáucaso y en Medio Oriente, y la restauración de los juicios militares a "terroristas", señalan con claridad el verdadero rumbo de la nueva administración en la Casa Blanca.
Mientras la derecha "civilizada", la izquierda "democrática" y los sectores sionistas de ideología "socialdemócrata" que controlan la prensa internacional alentaban falsas expectativas sobre el "fenómeno Obama" (poniéndolo como una "alternativa democrática" a Bush), IAR Noticias -en plena campaña presidencial USA- sostenía que se trataba de una continuidad de lo mismo, vestido con ropaje y discurso diferente.
Con análisis fundamentados, señalamos oportunamente -y contra la opinión de la mayoría- que Obama era sólo la construcción de un marketing electoral para demostrar que el Imperio norteamericano, después de la política militarista invasora de Bush, podía reciclarse en un león herbívoro y convertirse democráticamente en un país "igual a todos". (Ver: Obama, del "sueño americano" a los cheques (sin fondo) del Imperio)
La ridícula teoría de un EEUU "democrático y multilateral" sedujo a los ignorantes del poder imperial que compraron el "fenómeno Obama" en la creencia de que EEUU se maneja con el discurso de los presidentes, y no por lo que determina los intereses económicos que controlan la Casa Blanca. (Ver ¿Alguien se preguntó porqué EEUU domina el mundo?)
Obviando la realidad estratégica del dominio hegemónico geopolítico-militar-nuclear de EEUU (cuya dinámica se nutre y retroalimenta con la conquista militar permanente de países y la depredación de recursos estratégicos a escala global) la prensa mundial y sus analistas edificaron en la figura y en los discursos de Obama una "nueva alternativa mundial" con EEUU renunciando a su status de potencia imperial dominante.
Con el acceso de Barack Obama a la presidencia de EEUU, se desarrolló una campaña mediática destinada a hacer creer a las mayorías mundiales que la primera potencia capitalista imperial, empantanada en Irak y Afganistán, con su sistema financiero pulverizado por la crisis y por una recesión económica de efectos imprevisibles, se puede recrear a sí misma generando nuevas expectativas y cambios "democráticos" de política a nivel mundial.
Como sostiene Henry Kissinger, Barack Obama proclamó desde su discurso "una especie de orden mundial sin una potencia dominante en el que la potencia que puede dominar dirige a través de la automoderación".
Con la sola excepción de James Petras, esta farsa -montada sobre el doble discurso de Obama- fue recreada por los analistas de la izquierda "democrática" y gubernamental (con Chávez a la cabeza) que, sin ningún análisis estructural del poder imperial, presentaron al presidente "negro" como la contracara de las políticas de Bush.
Durante la farsesca Cumbre de las Américas, en abril pasado, Hugo Chávez se abrazó con Obama y manifestó su confianza en que Obama "sea el Presidente de un nuevo EEUU" y destacó que ésta es la esperanza de quienes aspiran se ponga fin a la era del imperio de ese país. (Ver: Obama, Chávez, y el "doble discurso" en América Latina)
Las cámaras de la televisión internacional registraban insistentemente los gestos de servidumbre y de sumisión que expresaban los presidentes latinoamericanos (gerentes de enclave de las trasnacionales capitalistas) ante la presencia del jefe imperial sentado y participando como "uno más" del grupo.
El tiempo, como siempre, nos dio la razón: Obama, a más de tres meses de instalado en la Casa Blanca, ya ha demostrado ser una continuidad de Bush en los temas que revisten mayor importancia interna y externa para los intereses estratégicos de EEUU.
Desde el punto de vista de la realidad estratégica imperial, el nuevo orden mundial "multilateral" proclamado por Obama sólo se trata de ilusionismo fabricado para incautos.
La construcción conceptual y discursiva de un EEUU "automoderado" que rompe con la "unilateralidad militarista" de la era Bush, ya choca con la realidad de la gestión de Obama en la Casa Blanca.
"Asombrados", sus apologistas y creyentes de la izquierda, ven ahora como Obama ordena -sin miramientos- masacres militares en Afganistán y Pakistán, retoma las políticas de masacre israelí en Gaza, reanuda las amenazas y las sanciones contra Irán, reafirma la "guerra contraterrorista" como base fundante de la política exterior de EEUU, reanuda (por medio de las provocaciones de la OTAN) la guerra energética con Rusia en Eurasia, y vuelve para atrás sus promesas de terminar con los juicios militares a "terroristas" en Guantánamo, o de juzgar a los "torturadores" de la CIA, su mayor bandera de seducción para captar a los sectores "progresistas".
Durante sus primeros 90 días de gobierno, y mientras reafirmaba en sus discursos la "renuncia de EEUU a su rol de potencia imperial dominante", Barack Obama decidió profundizar la ocupación militar enviando más tropas a Afganistán, elevar el presupuesto militar estadounidense a niveles récord, e imponer (a través del G-20 y el FMI) un nuevo plan de endeudamiento para hacer pagar la crisis financiera imperial a los pueblos de Asia, África y América Latina.
Después de un bombardeo norteamericano que asesinó a 147 civiles en Afganistán, Barack Obama se reunió el miércoles de la semana pasada con los presidentes títeres de Pakistán, Asif Ali Zardari, y de Afganistán, Hamid Karzai, para coordinar de forma tripartita lo que definieron como "la lucha contra Al Qaeda y sus aliados extremistas".
De acuerdo con lo que muchos ya llaman la "nueva doctrina Obama" (que en realidad es la vieja doctrina Bush) Washington impulsa como principal objetivo que Afganistán y Pakistán se unan en la guerra contra Al Qaeda y los talibanes y que lo mejor es ayudarlos a que "cooperen entre ellos".
"La confianza que se necesita para que esta relación (entre Pakistán y Afganistán) se transforme en una cooperación tangible ha comenzado a progresar", dijo el jueves de la semana pasada la secretaria de Estado Hillary Clinton. "Y creo que las reuniones de hoy serán un nuevo paso en ese camino.
Al asumir, Obama anunció la prohibición total de la tortura, prometiendo perseguir judicialmente a los responsables de autorizarla y practicarla desde el 11-S, la clausura de las prisiones utilizadas por la CIA en el extranjero, el cierre de la prisión de Guantánamo y la suspensión por tres meses de los juicios militares.
La realidad fue otra.
En la tercera semana de abril, Obama señaló que aquellos que utilizaron la tortura como "método de interrogatorio" durante los años de gobierno de George W. Bush no serán juzgados ni perseguidos por la justicia, al cerrar lo que consideró "un oscuro y doloroso capítulo" de la historia norteamericana.
"Es hora de reflexionar y no de castigar", señaló el presidente en un comunicado y en una carta enviada a los agentes de la CIA, en la que aseguraba que la nación debía proteger sus identidades "tanto como ellos protegen nuestra seguridad".
El Departamento de Defensa de Obama, pelearía poco después en los tribunales para impedir que la Asociación Americana por las Libertades Civiles (ACLU) lograra la desclasificación de decenas de fotografías sobre abusos y torturas a prisioneros en Afganistán e Irak por parte de militares y agentes estadounidenses.
En abril pasado el propio Pentágono anunciaba que aceptaba el fallo y que el 28 de mayo haría públicas las fotografías. El malestar creció -no sólo en las filas republicanas sino ttambién en el seno de las Fuerzas Armadas-, y las diferencias se reflejaron en el propio gabinete.
Finalmente, el flamante presidente dio marcha atrás y este miércoles se anunciaba que había dado instrucciones para recurrir la decisión judicial e intentar evitar la revelación de esas imágenes, por temor a que afectara a la seguridad de sus soldados en los países ocupados.
A esta realidad se agrega otro dato: El reciente nombramiento del teniente general Stanley McChrystal como comandante en jefe de las tropas de EEUU y de la OTAN. Durante su jefatura del Comando Conjunto de las Fuerzas Especiales (JSOC), se protagonizaron los mayores escándalos de torturas en Irak y Afganistán, mereciendo los elogios de Rumsfeld, Bush y Cheney.
De la misma manera, la realidad del Imperio (más allá de sus eventuales administradores) desmontó las promesas de Obama de terminar con Guantánamo y el juicio militar a sospechados de "terrorismo".
Según informa la CNN este viernes 15, el presidente de EEUU, Barack Obama, anunciará la vuelta de los juicios en tribunales militares especiales para sospechosos de "terrorismo" a cambio de mejorar sus garantías legales.
Estos tribunales, llamados también 'comisiones militares', se establecieron durante la administración Bush para juzgar a los sospechosos detenidos en la base de Guantánamo.
Según lo reveló el senador republicano Lindsey Graham, Barack Obama está estudiando la posibilidad de mantener en prisión de forma indefinida y sin juicio previo a sospechosos de "terrorismo" en suelo americano como parte de un plan para revisar y actualizar los comisiones militares creadas por la Administración Bush para los prisioneros de la base naval de Guantánamo (Cuba).
En cuanto al cierre de la prisión en un año, el tema se complica ante la resistencia tenaz del Partido Republicano -el senador Kit Bond, de Misuri, dijo quee "los estadounidenses no quieren a esos terroristas en nuestros barrios"- y el rechazo de la mayoría de los estados a que sean trasladados a prisiones de EEUU.
Lindsey Graham, quien tras reunirse esta semana con uno de los asesores legales del presidente Obama, el consejero de la Casa Blanca Greg Craig, explicó que entre las propuestas que están encima de la mesa se baraja la posibilidad de autorizar detenciones con carácter indefinido con el consentimiento de un nuevo tribunal de seguridad nacional.
Las decisiones de Obama en sus primeros tres meses de gobierno (contradiciendo sus promesas) es la mejor prueba de que las políticas estratégicas de supervivencia imperial del Estado USA están por encima de la voluntad personal (o del discurso electoral) del eventual gerente que ocupe la Casa Blanca.
Como ya está probado en forma histórica y estadística: En EEUU, la potencia locomotora del capitalismo sionista a escala global, no gobiernan los presidentes o los partidos, sino la élite económica-financiera (el poder real) que controla la Reserva Federal, el Tesoro, Wall Street, el Complejo Militar Industrial y Silicon Valley.
Terminada las luces artificiales de la campaña electoral, demócratas y republicanos dejan de agredirse y se complementan en un diseño de política estratégica de Estado en defensa de los intereses de las grandes corporaciones económicas que marcan el accionar de las políticas internas y de la conquista de mercados encubierta en las "guerras preventivas" contra el "terrorismo".
Y en la práctica, esas políticas imperiales (y su continuidad en el tiempo) no tienen nada que ver con el discurso y los nuevos preceptos "doctrinarios" expresados por el gerente de turno en la Casa Blanca.
Una realidad estadística y verificable que se cumple acabadamente con Obama.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, multitud, politica, violencia.
"El presidente cree firmemente que la difusión de estas fotos, particularmente ahora, sólo cumpliría el propósito de inflamar el escenario de guerra, poniendo en peligro a las fuerzas de EEUU, y dificultando más nuestro trabajo en lugares como Irak o Afganistán", dijo el responsable.
El mandatario estadounidense podría instar al Congreso de su país, que creó las comisiones en 2006, a limitar el uso de las declaraciones juradas, prohibir los testimonios coercitivos y autorizar a los sospechosos a elegir sus defensores, dijo la fuente.
El cambio afectaría, entre otros, a 5 detenidos acusados de haber desempeñado papeles clave en los atentados terroristas del 11 de septiembre 2001, incluso al cerebro autoproclamado, Khalid Sheikh Mohammed.
Los republicanos habían atacado duramente la orden de Obama de cerrar el centro de detención de Guantánamo, Cuba, de aquí al 22 de abril de 2010.
Los demócratas, por su parte, rechazaron la solicitud de financiamiento de la Casa Blanca para cerrar la prisión.
Y paradójicamente ha sido mejor comprendida y aplaudida por sectores que apoyaban la política del presidente George W. Bush.
Para la organización de defensa de derechos humanos Human Rights Watch (HRW), la decisión de revivir las comisiones militares "prolongará la injusticia de Guantánamo" al impartir una justicia que consideran que estará "por debajo de los estándares" estadounidenses.
Asegura que Washington "puede esperar enfrentarse a la creciente condena internacional por restringir derechos básicos del proceso legal".
"El sistema de comisiones militares es errado más allá de cualquier posible reparación. Reviviendo esta fallida idea del gobierno de George Bush, el presidente Obama está retrocediendo peligrosamente en su agenda de reforma", dijo el director de HRW, Kenneth Roth.
HRW cuestiona el argumento presentado en un comunicado del presidente Obama en el sentido de que el sistema de comisiones militares tiene raíces en la tradición legal estadounidense y es apropiado "siempre que estén bien estructuradas y bien administradas".
Falla de origen
Obama se ganó el aplauso de las organizaciones que hoy le critican cuando apenas llegado al poder dejó en suspenso los tribunales militares y ordenó el desmantelamiento de la prisión de Guantánamo "en el lapso de un año".
Aunque ahora el presidente propone modificarlas para hacerlas más justas, los grupos de derechos humanos aseguran que todavía no se cumplen las garantías consagradas en las leyes y la Constitución.
También aseguran que el sistema tiene una falla de origen, porque al ser todos los factores que intervienen en él parte de las fuerzas armadas, una organización fuertemente jerarquizada, no está garantizada la independencia de éstos en el proceso legal.
Entre los cambios que el gobierno planteará al Congreso sobre el trabajo de las comisiones, está el limitar la evidencia basada en rumores o en fuentes no confirmadas, así como desechar la inteligencia obtenida por tratamiento cruel, inhumano o degradante, es decir, la definición de tortura.
Además los detenidos tendrán ahora posibilidades de elegir sus propios asesores legales.
Los juicios militares no se reanudarán inmediatamente. Las 20 comisiones que se han activado volverán dentro de cuatro meses, mientras la Casa Blanca trabaja con el Congreso para dotar de un nuevo marco legal a los tribunales especiales.
Trabajo para las cortes
En general, los activistas humanitarios consideran que las cortes federales tienen la experiencia, la capacidad y ofrecen todas las garantías para procesar a los detenidos en Guantánamo.
Para HRW la ineficacia del sistema de Comisiones Militares se evidencia en que en 7 años de trabajo sólo tres sospechosos han sido procesados, mientras que en ese mismo tiempo las cortes federales han procesado unos 145 casos de terrorismo.
"No hay un detenido en Guantánamo que no pueda ser procesado y no deba ser procesado en el sistema regular de cortes federales", aseguró Jonathan Hafetz, de la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU por sus siglas en inglés).
"Es desilusionante que Obama esté buscando revivir, en vez de terminar, este experimento fallido", aseguró Hafetz, para quien incluso con las correcciones y garantías procesales que promete el gobierno las comisiones no tendrían "legitimidad".
Hasta grupos políticamente cercanos a Obama cuestionan la decisión.
"No pienso que las comisiones militares sean la mejor manera de proceder", dijo a BBC Mundo Mundo Ken Gude, director de Derechos y Responsabilidad Internacional del Centro para el Progreso Estadounidense, un grupo de estudios políticos de tendencia liberal basado en Washington.
"Eso sería cierto si estuviéramos partiendo de cero en 2009, pero claro que no es el caso porque tenemos la experiencia de siete años del gobierno de Bush durante los cuales las comisiones fueron ampliamente percibidas como profundamente equivocadas e injustas", aseguró Gude.
"En los últimos 25 años el país ha tenido un historial exitoso de traer sospechosos de terrorismo a los EE.UU. para su enjuiciamiento y encarcelamiento. Más de una docena de los terroristas más peligrosos del mundo han sido capturados fuera y traídos acá para sus juicios", afirmó Gude al rechazar el argumento sobre la supuesta inconvenciencia de tener a los extremistas en suelo estaounidense.
Semana difícil
Es el segundo choque que tiene la Casa Blanca con grupos de derechos humanos en una semana.
El miércoles Obama generó un gran revuelo al revirtir su decisión de entregar fotografías sobre el tratamiento de prisioneros por parte de militares estadounidenses en Irak y Afganistán.
Con estas decisiones Obama se ha buscado problemas con sus simpatizantes y generado cumplidos políticamente "tóxicos" de sus opositores conservadores.
El senador republicano Lindsey Graham, del Comité de las Fuerzas Armadas, elogió la decisión del gobierno de reestablecer las comisiones militares como "un paso para fortalecer" la seguridad nacional.
"Sigo creyendo que está en el interés de nuestra seguridad nacional distanciarnos de los pasados problemas de Guantánamo (...) Es tiempo de empezar de nuevo y apuntalar nuestras políticas de detención", afirmó Graham.
En sus años como senador y durante su campaña electoral, Obama, cuya profesión es abogado, fustigó las comisiones militares por considerarlas violatorias de las leyes estadounidenses, incluso votó contra su formación en 2006 cuando el Congreso creó el sistema.
En esa ocasión Obama votó en contra de la ley que creaba los tribunales militares y dijo que era "descuidada" y que no era "la manera como un gobierno serio debería aproximarse al problema del terrorismo".
Extremistas fuera
En Guantánamo hay unos 240 reclusos, 20 de ellos tienen un procedimiento abierto en las comisiones militares y 13 en tribunales federales, según la información oficial.
El resto está en un limbo jurídico, amparados por la Convención de Ginebra para el Tratamiento de Prisioneros de Guerra, pero sin posibilidades de ser llevados a juicio o de ser liberados.
Al limitar el uso de evidencia obtenida por técnicas de interrogatorios "duras" se amplían las posibilidades de que, si son enjuiciados, los cargos contra muchos prisioneros sean desechados en los tribunales.
Pero el gobierno tiene el problema adicional de no saber qué hacer, incluso con aquellos que pueden ser liberados, algunos de los cuales no son aceptados de regreso por sus países de origen.
Como Guantánamo debe ser cerrada muchos empiezan a temer que los prisioneros, a los que califican de "extremadamente peligrosos", sean traídos a cárceles en territorio estadounidense.
Incluso un grupo de congresistas presentó un proyecto de ley que impediría al gobierno trasladar a los presos de Guantánamo a los EE.UU.
Según el diario 'The Wall Street Journal', la idea de crear un nuevo tipo de tribunal de estas características ya ha sido discutida en amplios círculos legales, entre ellos el que fuera fiscal general durante la Administración Bush, Michael Mukasey, y el profesor de derecho de la Universidad de Georgetown Neal Katyal, que en la actualidad trabaja en el Departamento de Justicia.
Lo cierto es que las deliberaciones internas sobre qué hacer con los prisioneros que todavía permanecen en Guantánamo continúan en el Ala Oeste de la Casa Blanca, donde los asesores del presidente siguen trabajando para encontrar la forma de poder cumplir con la promesa que hizo Obama de cerrar la polémica cárcel, durante toda la campaña electoral y después de su victoria del 4 de noviembre.
Dificultades legales
El senador Graham se ha mostrado dispuesto a trabajar con la Casa Blanca para aprobar un proyecto de ley en el Congreso para aumentar la supervisión judicial de las comisiones militares, aunque reconoce las dificultades legales que se plantearán en el camino. "¿Cómo mantienes a alguien en prisión de forma indefinida y sin juicio?", se pregunta.
Las diferentes propuestas que se están compartiendo con algunos miembros del Congreso demuestran que Obama todavía no ha fijado una posición clara sobre la lucha contra el terrorismo, según el citado diario, que añade que en la Casa Blanca se están teniendo en cuenta los riesgos que pueden tener para la seguridad nacional su plan inicial de acabar con las polémicas prácticas del anterior gobierno.
En este contexto se enmarca la decisión de Obama de ordenar ayer bloquear la publicación de cientos de fotografías de abusos a personas detenidas en bases militares estadounidenses en Irak y Afganistán entre 2001 y 2006, a pesar de que el Departamento de Justicia había aceptado que vieran la luz tras perder dos casos en los tribunales patrocinados por la Unión de Libertades Civiles Americana.
El presidente celebró la semana pasada una reunión en la Casa Blanca con sus asesores en la que mostró su preocupación por la aparición de esas fotografías ya que pondría en riesgo a las tropas estadounidenses en el exterior, por lo que pidió tiempo para que el tribunal que tomó la decisión pueda conocer "todas las implicaciones" que tendría para la seguridad nacional una decisión así.
Europa Press. Nueva York (EEUU)
Las nuevas comisiones militares estarán dotadas de mejores garantías legales, según Obama, y por ejemplo no podrán admitir rumores o pruebas obtenidas mediante interrogatorios "crueles, inhumanos o degradantes".
También tendrán más facilidades para elegir a su abogado defensor y se darán protecciones básicas a quienes se nieguen a testificar, agregó el presidente en un comunicado distribuido hoy por la Casa Blanca.
Los jueces de las nuevas comisiones militares también podrán establecer la jurisdicción de sus propios tribunales, explicó.
Según Obama, las reformas "comenzarán a restablecer las comisiones como un foro legítimo para el enjuiciamiento, al tiempo que las adaptan al Estado de Derecho".
El presidente prometió también colaborar con el Congreso para reformas adicionales, que permitan que estas comisiones "enjuicien de manera efectiva a los terroristas y sean un camino, junto a los juicios en tribunales federales, para la administración de la Justicia".
"Este es el mejor camino para proteger nuestro país al tiempo que respetamos nuestros valores más queridos", destacó Obama.
Dos días después de jurar su cargo, en enero, Obama había firmado una serie de órdenes ejecutivas en las que exigía el cierre de la prisión de Guantánamo en el plazo de un año y suspendía las comisiones militares.
Entonces, el presidente estadounidense alegó que el sistema de comisiones militares no funcionaba, pero no descartó que se pudiera retomar en el futuro tras introducirle reformas.
Las nuevas comisiones no juzgarán a todos los presos actualmente retenidos en Guantánamo, en la actualidad 241, sino a algunos de los sospechosos de pertenecer a la red terrorista Al Qaeda, más destacados.
Entre ellos se encuentran cinco acusados de haber participado en la trama para los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra EU, como el supuesto "cerebro" de la operación, Jalid Sheij Mohamed.
Además, las comisiones podrían juzgar a otros presos sospechosos de terrorismo que se capturen en el futuro.
El anuncio de la vuelta de las comisiones militares, que Obama describió durante su campaña electoral como "un tremendo fracaso", causó consternación entre los grupos pro derechos humanos.
La organización Amnistía Internacional afirmó hoy que "no se puede reformar un sistema que es básicamente injusto".
"Estados Unidos cuenta con un sistema de justicia penal civil que está acostumbrado a enfrentarse a casos complejos. Este es el sistema que el Gobierno de EU debería emplear para cada preso de Guantánamo que quiera llevar a los tribunales", indicó la organización.
(Con información de EFE/MVC)
Su Departamento de Defensa, sin embargo, pelearía poco después en los tribunales para impedir que la Asociación Americana por las Libertades Civiles (ACLU) lograra la desclasificación de decenas de fotografías sobre abusos y torturas a prisioneros en Afganistán e Irak por parte de militares y agentes estadounidenses... y perdió.
Boicot a una investigación independiente
En abril pasado el propio Pentágono anunciaba aceptaba el fallo y que el 28 de mayo haría públicas las fotografías. El malestar creció -no sólo en las filas republicanas sino también en el seno de las Fuerzas Armadas-, y las diferencias se reflejaron en el propio Gabinete. Finalmente, el flamante presidente dio marcha atrás y este miércoles se anunciaba que había dado instrucciones para recurrir la decisión judicial e intentar evitar la revelación de esas imágenes, por temor a que afectara a la seguridad de sus soldados en esos dos países.
El Gobierno boicotea también los intentos de la izquierda demócrata y organizaciones defensoras de los derechos civiles para que se abra una investigación independiente y se persiga a los responsables de las torturas.
El reciente nombramiento del teniente general Stanley McChrystal como comandante en jefe de las tropas de EEUU y de la OTAN para Afganistán tampoco parece que pueda mejorar la imagen de su país en la zona. Durante su jefatura del Comando Conjunto de las Fuerzas Especiales (JSOC), éstas protagonizaron los mayores escándalos de torturas en Irak y Afganistán, mereciendo los elogios de Rumsfeld, Bush y Cheney.
Los afganos tampoco pueden ver las virtudes de la "nueva estrategia" en ese país, tras sufrir en los últimos meses los letales efectos de nuevos "daños colaterales" entre la población civil provocados por los masivos bombardeos. En relación a Guantánamo tampoco ha hecho grandes avances la Administración Obama.
Regreso de los 'juicios' militares
Las filtraciones de los últimos días sugieren que la semana que viene el presidente podría anunciar el reinicio de los ahora congelados juicios militares ('military commissions') a los prisioneros, con escasas variaciones sobre el sistema utilizado desde 2002. Y en cuanto al cierre de la prisión en un año, el tema se complica ante la resistencia tenaz del Partido Republicano -el senador Kit Bond, de Misuri, dijo que "los estadounidenses no quieren a esos terroristas en nuestros barrios"- y el rechazo de la mayoría de los estados a que sean trasladados a prisiones de EEUU.
Obama intenta solucionar el problema fuera de sus fronteras. Ha logrado entregar a algunos de los prisioneros a sus países de origen, pero en muchos otros casos no lo puede hacer por la falta de garantía total sobre sus vidas. Algunos países europeos han aceptado a regañadientes acoger un número muy limitado de esos presos, pero prevalece el rechazo a tener que solucionar un tema creado por los propios EEUU.
Obama ya tiene un problema, y serio. Después de encandilar al mundo -o a una parte de él, al menos- con su nuevo talante y sus audaces medidas, empieza a dar marcha atrás precisamente en cambios importantes anunciados a bombo y platillo sobre algunos de los aspectos más siniestros de la Administración Bush: su concepción de la "guerra contra el terror", su vulneración sistemática de los derechos civiles y de los derechos humanos.
Roberto Montoya
El Mundo, España
Pero ahora las versiones llegan de las propias autoridades de Afganistán, país ocupado por tropas occidentales, comandadas por los Estados Unidos. Por lo menos 150 personas -en su gran mayoría mujeres y niños, síntoma claro de que se trata de población civil- fueron víctimas de bombardeos de tropas de la OTAN. Nada para esconder, ni para dudar.
¿Qué actitud tomará el nuevo presidente de EEUU? ¿Considerará esas muertes "efectos colaterales no deseados"? O como ¿"riesgos de todo conflicto bélico"? O como ¿"civiles que protegían a los terroristas"? O ¿"abrirá una investigación para deslindar responsabilidades"? O ¿pedirá "disculpas a los afganos por ese error imperdonable"? O ¿"enviará ayuda a las víctimas involuntarias de una guerra"?
Nada servirá como pretexto para Obama. Las masacres son y serán componente inevitable de la continuidad de la guerra de ocupación de Afganistán. Victorioso dentro del partido Demócrata con una plataforma en general progresista, Obama pasó a enfrentar al opositor republicano, que lo acusaba de "blando" poco preparado para asumir lo que consideraba los intereses de los EEUU en el mundo - sinónimo de las "guerras infinitas" desatadas por el gobierno de Bush contra toda la legalidad internacional.
Para intentar librarse de esa acusación, manteniendo su promesa de una salida de las tropas norteamericanas de Irak, Obama montó la ecuación, según la cual los EEUU tendrían que sacar las tropas de Irak y transferirlas a Afganistán.
Extraño razonamiento. ¿Qué diferencia puede ser hecha entre los dos epicentros de las "guerras infinitas? Salvo que en el caso afgano, cuando todavía persistía el impacto de los atentados a las torres, los EEUU consiguieron el aval del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para la invasión. ¿Pero se trata de algo diferente, en los dos casos, de una invasión y sometimiento de dos pueblos a tropas países extranjeros? ¿Se trata de gobiernos elegidos libremente por los pueblos de esos dos países o de autoridades de ocupación impuestas, en ambos casos, por la fuerza de las armas?
Si faltaba algún elemento de semejanza, esta primera masacre del gobierno de Obama vino para confirmar la absoluta similitud de los dos casos.
El carácter de una persona o de un gobierno está dado, sobretodo, por sus actos. Conocemos tantos casos de personas materialmente comprometidas con la tortura, que siguen siendo buenos padres de familia. ¿Se puede considerarlos como personas de buen carácter? ¿Las eventuales virtudes privadas pueden perdonar los vicios públicos?
Para los que se dejan llevar por la sonrisa cautivante de Obama y por la elegancia de Michelle, esta primera masacre debe servir como un test de su carácter, público y privado. El gobierno de Obama no será el mismo después de aceptar la brutalidad de lo que las tropas de su país, y bajo su comando, están haciendo en Afganistán e Irak. Ningún gobierno es el mismo, si pasa a convivir con masacres como esa, de la que es directamente responsable.
Los familiares de los afganos muertos -mujeres, niños, ancianos, sus familiares, el pueblo afgano- esperan y merecen una palabra de Obama. Esas muertes no remiten a cuando él era un niño. Sino a su gobierno y a su decisión de intensificar, en lugar de poner fin, a la brutal ocupación de Afganistán.
Emir Sader
Revista Sin Permiso
De allí que en Europa haya quienes ya comienzan a referirse a él como un "Bush light".
Obama garantizó de facto que los agentes de la CIA involucrados en casos de torturas a prisioneros durante los últimos ocho años, así como sus superiores en la cadena de mando, no van a ser enjuiciados ni castigados.
Según cuatro memorandos de la Oficina de Consejo Legal de la época de Bush, desclasificados ahora por el Departamento de Justicia, las "técnicas severas de interrogatorio" contra sospechosos de terrorismo incluían el "submarino" (waterboarding o asfixia simulada por agua), palizas, puñetazos y patadas.
También abarcaban la desnudez forzosa para hacer consciente en un prisionero su miserable estado de indefensión mientras se le golpea en todo el cuerpo, privación del sueño, amenazas contra miembros de la familia y varias prácticas más que violan el derecho internacional y las propias leyes estadounidenses.
Los memorandos autorizan lo que el Comité Internacional de la Cruz Roja denominó en un informe filtrado "trato y técnicas de interrogatorio (¿?) equiparables a la tortura".
Como antecedente, el artículo 17 de la Convención de Ginebra Relativa al Tratamiento de Prisioneros de Guerra, de 1949, señala que "no se podrá infligir a los prisioneros de guerra tortura física o moral ni presión alguna para obtener datos de la índole que fueren".
"Los prisioneros que se nieguen a responder no podrán ser amenazados ni insultados ni expuestos a molestias o desventajas de ningún género", añade la Convención.
Sin embargo, según un mensaje enviado a los miembros de la CIA por su actual director, León Panetta, se recibieron "seguridades escritas" del Departamento de Justicia de que esas "prácticas de interrogación" (Obama dixit) fueron aplicadas en consonancia con las leyes y obligaciones legales de Estados Unidos, ya que respondían a órdenes ejecutivas de Bush, instruidas a sus subordinados por los directivos del Consejo de Seguridad Nacional.
Y no sólo eso. Panetta garantizó a sus subordinados que el gobierno de Estados Unidos representará y defenderá a los torturadores de la CIA que tuvieran que enfrentarse a una investigación del Congreso, a un juicio civil por parte de las víctimas o a acciones legales bajo el derecho internacional en el marco de la Convención Internacional contra la Tortura.
Añadió que también el gobierno pagará cualquier sentencia condenatoria contra agentes de la CIA que implique indemnización por daños.
Después de los primeros 100 días de Obama en la Casa Blanca, queda claro que ha disculpado la tortura, se ha opuesto al habeas corpus y ha exigido más gobierno secreto.
Su discurso exhibe la típica demagogia, las mentiras e hipocresías necesarias para garantizar la inexorable continuidad de la hegemonía imperial al servicio de un régimen plutocrático, bajo la fachada de un sistema de partido único bicéfalo, que se reproduce y mantiene casi sin fisuras.
En ese contexto es importante llamar a las cosas por sus nombres. Utilizar eufemismos tales como "técnicas severas de interrogatorio", "interrogatorios coercitivos", "extremos" o "realzados" para describir el paquete de técnicas de torturas institucionalizadas y justificadas por la administración Bush para eludir la ley, no logra encubrir que la tortura es un crimen.
Ahora que Obama ha rebautizado la "guerra global contra el terror" por las sutilmente llamadas "operaciones de contingencia en ultramar", cabría preguntar si realmente se desmanteló el complejo de cárceles secretas de la CIA.
Ellas han tenido como los puntos más visibles a la isla Diego García y a Bagram, cerca de Kabul, donde estaban recluidos 17 mil sospechosos de terrorismo, y cabe preguntarse si es verdad que no se sigue torturando a los prisioneros del campo de concentración de Guantánamo, mantenido hasta ahora como un limbo legal.
La tácita amnistía de Obama, quien describe a los torturadores de la CIA como agentes que confiaron "de buena fe" que no serían sometidos a juicio, avala en los hechos la "obediencia debida" como salida exculpatoria, pero se olvida o finge ignorar que el Tribunal de Nurenberg rechazó que los criminales nazis pudieran acogerse a la misma.
En los hechos, la Casa Blanca está dando inmunidad total a un grupo indeterminado de criminales de guerra a cambio de nada.
Pero lo que es más grave, está sancionando una actividad criminal a través del Estado. Con un agregado: eso supone otorgar carta blanca para que los aparatos militar y de inteligencia sigan utilizando métodos ilegales propios del terrorismo de Estado..
Carlos Fazio
Prensa Latina
En segundo lugar, lo que cambia es el estilo de actuación y lo invariable es la tradición diplomática. El gobierno estadounidense no ha renunciado definitivamente al núcleo de la tradición diplomática estadounidense como la búsqueda de fuerza dura y la seguridad tradicional, sino que ha puesto énfasis en las formas y habilidades para poner en práctica estas tradiciones y apoyarse en mayor grado en el empleo de “fuerza hábil” para satisfacer las necesidades de intereses de los Estados Unidos. Mantener a Cuba y otros países en la lista de “apoyo al terrrorismo” conserva el contenido de la tradición diplomática estadounidense y, al mismo tiempo, integra la “presión moral” y el relajamiento en las sanciones, con miras a utilizar esta fuerza integrada para alcanzar su objetivo. La “lucha antiterrorista” siegue siendo un énfasis de la diplomática estadounidense; al subrayar la cooperación internacional y el traslado estratégico, EEUU procura más bien el compartimiento del costo antiterrorista por otros países y la elevación de la eficiencia antiterrorista, y no significa que Estados Unidos se vea obligado a pasar a la defensiva en el problema antiterrorista por la presión de la crisis financiera interna. En esta lista de “apoyo al terrorismo”, algunos países no tienen muchos vínculos con los principales campos de batalla de Estados Unidos en la lucha antiterrorista, pues mantenerlos en la lista refleja desde un lado el inento estadounidense de continuar predominando en el derecho de palabra en la arena internacional.
En tercer lugar, lo que cambia es la idea administrativa del gobierno estadounidense y lo invariable es el procedimiento complejo de toma de decisiones diplomáticas y la prueba de fuerza por intereses. Aunque el reajuste diplomático ha sido objeto de muchos elogios, ha hatraído también dentro del país crítica de los conservadores y ataque de las fuerzas duras. Ciertos grupos poderosos estadounidenses no tienen buena gana de aceptar conciliación y negociaciones. Ellos recurren al Congreso y los medios de comunicación para ejercer presión, haciendo que la Casa Blanca preste atención a sus reclamos. En cierto sentido, la política dura hacia los “países de apoyo al terrorismo” es producto de la prueba de fuerza entre las fuerzas de diversas tendencias en los Estados Unidos.
Con respecto al objetivo tradicional decidido por los intereses nacionales, la fuerza y las ideas diplomáticas, los dos partidos estadounidenses son siempre idénticos en lo fundamental y diferentes en detalles, de modo que el invaraible núcleo de la dipolmacia estadounidense tal vez no pueda ser afectado por el reajuste táctico.
(Pueblo en Línea)
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