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Obama vs Gorbachov |
Las ideas tienen consecuencias. Unas veces porque dictan lo que un político quiere hacer, otras porque determinan la forma de ver y entender el mundo y la agenda política.
Mijaíl Gorbachov llegó al poder en 1985 después de que el Soviet Supremo hubiera intentado todo para sostener el régimen comunista, convencido de que para que la URSS sobreviviera debía cambiarla.
Sus reformas escaparon a su control y la URSS cayó presa de sus contradicciones, insuperables en la antesala de la globalización. Aunque no lo deseaba, Gorbachov ha pasado a la Historia como el líder que desmanteló el régimen soviético. También el que privó a Rusia del estatus de superpotencia.
A Barack Obama podría sucederle algo parecido con EEUU. Habiendo disfrutado de una situación hegemónica y dominante en el mundo desde la desaparición de la URSS, está convencido de que para que los Estados Unidos puedan seguir disfrutando de lo que son económica y culturalmente, deben convertirse en un país como otro cualquiera.
Sin veleidades hegemónicas y sin capacidades militares con las que imponerse. Con una defensa razonable, esto es, minimalista, y su apertura al diálogo permanente le es más que suficiente. En última instancia, Obama cree que si EEUU está menos activa en el mundo será mejor comprendida y más amada.
Por amigos y enemigos. Gorbachov se equivocó al estimar la capacidad de autoreforma del sistema soviético, en verdad irreformable. Y Obama se equivoca al pensar que Norteamérica puede renunciar a su liderazgo universal.
Por una sencilla razón: si Estados Unidos pierde su posición dominante voluntariamente, no porque sea incapaz materialmente de garantizarla, nadie va a surgir para reemplazarla. Y la experiencia nos enseña que los sistemas internacionales multipolares tienden a ser más proclives a la inestabilidad y a la fricción. Aún peor, los enemigos de EEUU y de Occidente en general interpretarán su renuncia como una victoria y se crecerán.
Se volverán más ambiciosos, a la vez que atrevidos. Lo hemos visto recientemente con Al Qaeda, envalentonada en esta década a causa de la inacción de Clinton en la década anterior.
Estados Unidos puede ser una nación “normal”, como otra cualquiera. No casa con su historia ni con su filosofía. Es más, no cuadra con los imperativos estratégicos del mundo en el que vivimos. Si pierde su hegemonía, pasará a ser una nación acosada y en inferioridad. Hasta que se crezca de nuevo.
El problema es que en ese ínterin, el daño que el retraimiento americano, disfrazado de normalización, puede causar a la estabilidad y la paz mundial puede ser incalculable.
Tanto como para poner fin al orden occidental que tan buenos resultados ha dado al mundo, desde sus orígenes. Gorbachov privó al mundo de una de las dos superpotencias; Obama puede, sin quererlo, acabar con la que nos quedaba. Pero eso es tanto como privarnos de la potencia que, con todos sus defectos, ha estado en la cuna de nuestra prosperidad y seguridad.
Rafael L. Bardají

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
Ambos diarios enumeraron las declaraciones más importantes del presidente y destacaron resultados concretos, añadiendo comparaciones con lo que lograron hacer otros presidentes anteriores en el mismo plazo...
En general da la impresión que para el 30 de abril, cuando se cumpla el día 100 de su mandato, sobre Obama no quedará nada por decir y sin embargo, continúan lloviendo los comentarios.
Todo esto es un síntoma de la desperada impaciencia que vive la sociedad estadounidense y europea muy concientes de la profundidad de la actual crisis, y la imperiosa necesidad de que se produzcan cambios.
El evidente interés que ha mostrado Obama por imponer esos cambios acrecienta la impaciencia de la población. Recordemos que lo mismo ocurrió en la Unión Soviética con el arribo de Mijail Gorbachov al poder en 1985.
Al principio, los soviéticos captaban cada matiz en los discursos de Gorbachov, y después cuando empezaron a producirse los cambios, la impaciencia popular creció de forma incontenible sobrepasando la dinámica de los mismos cambios, y finalmente, esa impaciencia arrasó de la senda política al propio Gorbachov.
No olvidemos que en ese entonces en la URSS existía otra parte de la población que también quería y esperaba cambios, pero no precisamente los que desarrolló Gorbachov, y como nadie los contó, nunca se supo si esa parte de la población fue o no la mayoría.
En cambio, los estadounidenses, a quienes por ahora no se les ha ocurrido comparar a Obama con Gorbachov, lo cuentan todo, y saben muy bien que es lo que ocurre en su sociedad.
Y lo que pasa en la sociedad estadounidense es lo siguiente: que llegó a su fin la profunda división de esta sociedad durante al menos una década separada en dos mitades casi iguales, la mitad demócrata y la mitad republicana.
En este sentido vale la pena recordar que en las elecciones del presidente George W. Bush (hubo dos) en ambos casos no hubo triunfo por mayoría, y la situación llegó a tal punto, que se tuvo que hacer un conteo manual de los votos en la Florida, donde se decidió el destino del país por otros cuatro años.
Esos cuatro años y sus resultados catastróficos finalmente desviaron el vector de la opinión pública a favor de los demócratas, pero la división de la sociedad estadounidense persiste en muchos asuntos tanto internos con de política exterior.
A juzgar por la prensa de EEUU, la acción más brillante de Obama fue publicar documentos secretos de la administración Bush sobre las torturas a los sospechosos de terrorismo.
Según sondeos efectuados por el Washington Post y el canal de televisión ABC, el 53 % de los encuestados apoyaron la iniciativa de Obama y el 44% la reprobó.
Esto supone un serio contraste con el 70% de apoyo a la labor desarrollada por Obama en sus primeros cien días de mandato. La mayoría de las encuestas muestran un apoyo que supera el 70 % sin llegar al 80 %, que para EEUU es mucho.
Las encuestas arrojaron otros datos interesantes, el 55 % de los entrevistados que votan a favor los demócratas apoyan las torturas, y la misma opinión tiene el 61 % de los que apoyan el partido republicano.
El 69 % de los republicanos consideran que en algunos casos las torturas son justificables y el 65 % de los demócratas opinan que las torturas no se pueden tolerar desde ningún punto de vista.
La división de la sociedad estadounidense (como la de cualquier otro país) es un fenómeno perjudicial y peligroso incluso para Obama. Aunque el asunto no son sólo las torturas. La sociedad estadounidense todavía debe expresar su opinión en relación a la política exterior de Obama.
Lo que pasa es que la política exterior supone el logro de determinados objetivos fuera del EEUU, y a juzgar por los comentarios que salen en la prensa, "las dos mitades" de la sociedad estadounidense plantean al presidente dos paquetes diferentes de objetivos, y muy pronto ambos bandos exigirán a Obama que actúe de acuerdo a los planteamientos de cada bando.
La mitad republicana de EEUU de forma instintiva quiere que Rusia se sume a los esfuerzos de la Casa Blanca para cambiar a Irán, que la Unión Europea envíe a sus soldados a Afganistán y que Georgia ingrese en la OTAN con métodos diferentes a los que utilizó la administración Bush, en otras palabras, con más cautela.
Hasta el momento, esta parte del electorado le cuesta creer que Obama no sólo podrá cambiar el tono de conversación con sus socios extranjeros, sino también corregir algunos de los objetivos de la política exterior.
Aunque en general, se puede afirmar que EEUU no tiene preparada ninguna política exterior nueva.
Hasta ahora, el equipo diplomático de Obama (el vicepresidente Biden, la secretaria de estado Clinton y otros) sólo han demostrado disposición de comenzar el diálogo (a partir de una hoja en blanco) con los europeos, iraníes, norcoreanos, cubanos, rusos y palestinos.
Hay intenciones de cambiar el tono del dialogo, comenzar a escuchar al interlocutor, pero por ahora, nadie ha dicho claramente que el objetivo de esas conversaciones será diferente a los objetivos planteados por Bush.
Los posibles cambios se producirán más adelante, porque cada vez que comienza un dialogo normal irremediablemente se pueden llegan a situaciones inesperadas.
Hay que tener presente que el mandato de Obama, no sólo preocupa a los estadounidenses sino también de los europeos.
Porque durante la administración de Bush la asociación de EEUU y Europa tuvo muchos tropiezos y problemas.
Los europeos han sido y seguirán siendo aliados de los demócratas, y no de los republicanos estadounidenses y ahora, ya saben exactamente: los republicanos condujeron el futuro de Europa a un callejón sin salida, y semejante aliado estratégico supone un notable peligro.
El interrogante es cual debe ser la política de EEUU que necesitan los europeos y si la Casa Blanca estará dispuesta a ponerla en marcha.
Por el momento, la mayoría de los comentarios destacan que Obama ha demostrado talento al momento en designar sus colaboradores y que ha logrado que su aparato trabaje con eficacia (lo que nunca pudo lograr el ex presidente Bill Clinton).
Obama ha hecho declaraciones sobre un nuevo tipo de dialogo en una cantidad tan amplia de asuntos que su realización será suficiente para al menos diez mandatos de presidentes estadounidenses y esto es otra señal de que Obama quiere cambios.
Además, en la lucha contra la crisis económica Obama adoptó una decisión muy importante al rehusar repartir centenares de millardos de dólares a los bancos estadounidenses.
En su estrategia anticrisis, el presidente estadounidense fijo con exactitud dos prioridades, la educación y la salud pública. Los economistas opinan que en este caso la economía estadounidense tras la crisis se fortalecerá, y como antes, el país será un socio económico y comercial muy atractivo.
En resumen, un resultado bastante bueno para un político que en medio de condiciones extremas, apenas acaba de cumplir sus primeros cien días de mandato o 144.000 minutos.
Dmitri Kosirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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