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G20 informa: crisis capitalista sin salida |
Los medios insignias del sionismo financiero con sede en Wall Street y en Londres, ya anticiparon el fracaso de las potencias centrales y de los países capitalistas "emergentes" para imponer en la cumbre del G20 una reforma y desplazar a EEUU de la hegemonía de las decisiones sobre el sistema financiero internacional.
EEUU ya ganó la guerra por el "modelo" de economía global.
Vale una aclaración previa:
Las corporaciones transnacionales que controlan los procesos productivos, el mercado interno y el comercio exterior en los distintos rubros de la economía de EEUU, son las mismas que lo hacen en Europa y en las llamadas economías del G-20 (países ricos + países emergentes), de las potencias centrales y de los países "emergentes" con China la cabeza.
El Grupo de los 20, o G-20, es un grupo líder de países (del modelo globalizado de economía capitalista) formado en 1999 por los ocho países más industrializados (G-8), los once países con las principales economías emergentes de todas las regiones del mundo, y la Unión Europea como bloque.
Al G-8 (formado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia), se le agregaron estos once países: Arabia Saudí, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, México, República de Corea, Sudáfrica y Turquía, así como el representante de la presidencia de turno de la Unión Europea.
Junto, el G-20 representa más del 75% del PBI mundial y concentra el nivel de decisión sobre todas las líneas de importación y exportación del comercio mundial, lo que lo convierte en la columna vertebral del sistema económico capitalista globalizado.
Asociados por una red de vasos comunicantes a escala global, una primera línea de 100 bancos y corporaciones capitalistas transnacionales que lideran las cotizaciones del Dow Jones en Wall Street, del Nike en Japón, y de los índices que componen las distintas plazas financieras del euro, actúan simultáneamente como polos hegemónicos del desarrollo económico dentro de los países que integran el G-8.
Esta realidad operativa de la economía capitalista "trasnacionalizada" transforma a los países del G-20 (tanto centrales, como emergentes o subdesarrollados) en gerencias de enclave de los bancos y corporaciones privadas que actúan a escala planetaria, y convierte a sus bancos centrales en reguladores de la crisis financiera recesiva que azota y se expande por el planeta.
Pero el G-20 no es un bloque unido por objetivos comunes, sino que actúa como una corporación central del sistema dominante internacional marcada por profundas contradicciones de luchas intercapitalistas por el control hegemónico, hoy en manos de EEUU, que se define como potencia locomotora, y con su divisa (el dólar) que cumple el rol de moneda patrón de las transacciones y reservas internacionales.
En julio de 1944, en la localidad norteamericana de Bretton Woods, New Hampshire, los representantes de 44 países habían acordado las bases de una nueva "institucionalidad internacional" con el imperio USA y su moneda (el dólar) como potencia regente, y las naciones centrales del viejo imperio europeo acopladas como vagones del "nuevo orden internacional".
Con la caída de la URSS, a principios de los 90, el eje USA-Europa institucionalizó su rol dominante con la creación del G-8 (los ocho países más ricos), al que luego se acoplaron los 11 países emergentes, principales ganadores del "modelo capitalista globalizado", con el boom agroexportador e importador por un lado, y la "burbuja financiera" por el otro.
El colapso financiero (con ruptura del modelo) que tuvo como epicentro a EEUU y Europa (el bloque capitalista central) sirvió como argumento principal para que, tanto los países emergentes como las potencias del euro, plantearan en el G-20 sus diferencias con Washington en la resolución de la crisis y exigieran una "reforma del sistema financiero internacional" hegemonizado por el dólar USA.
Como reacción al colapso financiero en EEUU, países y gobiernos "emergentes" y europeos (los propios socios de USA) comenzaron a cuestionar el liderazgo económico de EEUU y a proponer políticas alternativas al "modelo estadounidense" y a su divisa monetaria.
Según el Banco Mundial y el FMI, más de un 70% de las reservas mundiales están en dólares, frente a un 25% en euros de la Unión Europea, que también utiliza el dólar. China, la tercera economía mundial, después de EEUU y la UE, tiene sus reservas en dólares.
Un 80% de las transacciones internacionales, un 70% de las importaciones mundiales y la casi totalidad del comercio petrolero se realizan en dólares, según el Banco Mundial y el departamento de Comercio estadounidense, lo que marca claramente la base económica de la hegemonía imperial de EEUU.
La nueva cumbre del G-20 convocada para este miércoles 1 de abril, en Londres, representa otro paso de las potencias centrales del euro y de los países capitalistas "emergentes" liderados por China para desplazar (o al menos quitarle manejo) a EEUU de la hegemonía del control de las reglas del juego del sistema capitalista a escala global.
Pero nada indica que esta vez las potencias "vagones" van a tener suerte en su nuevo intento de desplazar a Washington y al dólar de las decisiones hegemónicas.
La nave insignia periodística del capitalismo financiero sionista USA, The Wall Street Journal, señaló el martes que "Cuando las mayores potencias económicas del mundo se reúnan en la cumbre del Grupo de los 20 esta semana en Londres, los resultados probablemente serán muy inferiores a la amplia reestructuración del sistema financiero global que el primer ministro británico, Gordon Brown, imaginó inicialmente".
El Journal recuerda que hace seis meses, Brown hizo un llamado por "un nuevo Bretton Woods, una nueva arquitectura financiera para los años venideros", en referencia a los acuerdos alcanzados en New Hampshire en 1944, en los que Estados Unidos, Gran Bretaña y sus aliados trazaron el nuevo orden económico post-Segunda Guerra Mundial.
"Durante el fin de semana, la Casa Blanca trató de distanciarse de sus otrora ambiciosos objetivos, restando importancia a las metas de estímulo fiscal que le exigían a Alemania y otros países europeos hace unas semanas y, en cambio, concentrándose en metas más modestas, como nuevas reglas para los paraísos fiscales y una mayor coordinación internacional para la regulación financiera", subraya el Journal.
En esa misma línea, el Financial Times de Londres reveló el martes el borrador de la declaración final de la cumbre donde se anticipa el fracaso de las potencias europeas, con Francia a la cabeza, para imponer una reforma al sistema financiero regente.
En líneas generales -según el texto del borrador del G-20- se impone la posición de Washington de "no innovar" en la estructura del sistema financiero internacional y avanzar en cambio en los sistemas de regulación e incentivos fiscales y monetarios para solucionar la crisis financiera internacional
A fin de sostener los "beneficios de la globalización y los mercados abiertos" (sin regulación como quiere EEUU), el texto reafirma "el compromiso asumido en Washington de no levantar nuevas barreras a las inversiones o al comercio de bienes y servicios, (…) de no imponer nuevas restricciones comerciales y de no crear nuevos subsidios a las exportaciones".
El borrador compromete a los líderes a "notificar prontamente a los gobiernos y a otras instituciones relevantes de cualquier medida que tenga el potencial de causar distorsiones comerciales directas o indirectas" y que los gobiernos "no se replegarán en un proteccionismo financiero".
De acuerdo con el Financial Times, el lenguaje del texto, de nuevo, es suficientemente vago en materia de regulación, lo que prácticamente no significa nada. El proyecto habla de "regulación" y de "un marco supervisor y regulatorio más fuerte para el futuro", pero no menciona ninguna reforma al sistema imperante en forma explicita.
La anterior cumbre del G-20 en Washington se declaró en noviembre contra el "proteccionismo". Pero desde entonces el Banco Mundial contabilizó 73 instancias de proteccionismo por parte de los miembros del grupo.
Para el diario londinense, nave insignia del capitalismo financiero europeo, a juzgar por el borrador de la declaración final de la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) países industrializados y emergentes, que se realizará este jueves en Londres, el resultado más factible será la convocatoria de otra cumbre para este mismo año.
O sea, en términos futbolísticos, Washington ya habría conseguido "patear la pelota afuera" postergando cualquier tratamiento de reforma al statu quo imperante, y, en consecuencia, boicoteando y haciendo fracasar un acuerdo global intercapitalista para enfrentar la crisis financiera y recesiva global.
Mientras tanto, proyecciones de organismos oficiales y de entidades privadas, así como los diagnósticos de reputados especialistas coinciden en que la economía mundial ya ingresó en un proceso de recesión mundial que se va a agudizar durante los años 2009 y 2010, sobre todo en EEUU y en la Unión Europea (principalmente en los países del Este), expandiéndose por Asia, África y América Latina con un pronóstico que todavía no aparece claro.
De acuerdo con el último vaticinio del Banco Mundial, la economía global se contraerá este año por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.
Según el organismo internacional, a mediados de este año la producción industrial se reducirá un 15% en comparación con 2008, mientras que el flujo del comercio exhibirá su mayor declinación en 80 años.
De acuerdo a Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional "La contracción en la demanda "puede exceder cualquier cosa vista desde la Gran Depresión de los años 30".
Paralelamente, se contagia la recesión a escala global y sube la demanda del dólar en plena agudización de la crisis financiera, mientras el euro (promocionado como su "sepulturero") se desploma, en una clara señal de que los países y potencias capitalistas (pese su doble discurso en los foros internacionales) lo consideran como la única moneda segura.
En tanto EEUU ya se ha convertido en el epicentro del "peligro recesivo" a escala global, paradojalmente su moneda, el dólar, ha experimentado una suba vertiginosa desde el estallido de la crisis con quiebras bancarias, convirtiéndose en un "refugio seguro" para los capitales que huyen de la crisis financiera.
Mientras en la potencia regente se derrumban los bancos y estallan en rojo todos los indicadores de la economía real, la escalada del dólar es la mejor prueba de que la moneda imperial continúa siendo el único activo creíble para refugiarse en tiempos de crisis.
Esta situación y este escenario internacional es lo que explica porque EEUU, con su economía colapsada, con su imagen imperial en crisis, sigue imponiendo sus intereses por sobre las contradicciones intercapitalistas del G-20.
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El Fondo Monetario Internacional (FMI) dispondrá de 750.000 millones más de dólares para financiar a países en crisis. Los gobiernos ayudarán con 250.000 millones de dólares el comercio internacional. Y otros cien mil millones de dólares contribuirán al desarrollo de los países más pobres.
Ese incremento de recursos responde a una petición de Estados Unidos por una colaboración global para combatir la recesión. A cambio, Washington ha cedido a la pretensión de Alemania y Francia de endurecer la regulación financiera, con normas para controlar la remuneración de los bancos, la actividad de los hedge funds y los paraísos fiscales.
Gordon Brown, primer ministro británico, ha dicho que los compromisos alcanzados hoy se suman a los 5 billones de dólares comprometidos por los países para inyectar sus economías a través de planes de expansión fiscal.
En su intervención, el mandatario declaró hoy es "el día que el mundo se unió contra la recesión, no con palabras, sino con un plan de recuperación y un claro calendario", pese a la división con la que había arrancado esta misma mañana debido a las diferencias entre el eje franco-alemán, que denunciaba la falta de compromisos concretos para incrementar la supervisión financiera, y las demandas de Estados Unidos de aprobar nuevos planes de estímulo.
En este sentido, finalmente ha triunfado la tesis de la mayoría de los países europeos, que abogaban por la contención del gasto si bien, como recordó Brown, los paquetes aprobados hasta ahora por la mayoría de los países han dejado como resultado "una expansión fiscal sin precedentes" que supondrá un importe total de cinco billones de dólares a final del próximo año y que, según dijo, se materializará en la creación de 20 millones de puestos de trabajo. "Las cuestiones que la gente pensaba que nos dividía no eran tal", aseguró.
Pese a las diferencias de criterio entre el incremento de gasto público reclamadas por Barack Obama, quien ayer mismo advirtió de que Estados Unidos no puede ser el único "motor" para la recuperación del crecimiento, Brown subrayó que en la negociación de hoy "había un sustancial acuerdo en hacer lo que sea necesario para salir de esto".
Nueva cumbre
Con todo, el anfitrión de este G-20 anunció la celebración de la próxima cumbre para antes de que acabe este año, con el objetivo de revisar el impacto de las medidas aprobadas, que verán cómo el billón de dólares que suman en total los acuerdos de este 2 de abril se reparten entre los 500.000 millones que se destinarán a triplicar los fondos del FMI y 250.000 millones en los conocidos como Derechos Especiales de Giro.
Además, a través de las instituciones internacionales y los bancos regionales de desarrollo se canalizarán otros 250.000 millones de dólares para estimular el comercio, una de las claves de la recuperación, según Brown, quien expresó su confianza en la reactivación de las negociaciones de la Ronda de Doha. "Éste es un ejemplo de cómo trabajamos juntos, con estímulos y nuevas inversiones para evitar que la recesión vaya a más", reivindicó.
El mandatario británico, quien en esta cita tenía en juego uno de los últimos recursos ante las elecciones que deberá convocar el próximo año, aseguró que los miembros del G-20 "harán lo necesario para salir de estos tiempos difíciles" y adoptar las decisiones para "permitir a las economías avanzar más rápido, hacer frente a los problemas y reconstruir la confianaza en el sistema financiero.
Una cuestión relacionada con una de las grandes apuestas de la jornada, como es la revisión del modelo financiero a partir de la reforma del sistema bancario, se aborda, según Brown, por primera vez de forma integral, con el objetivo de que "el secretismo llegue a su fin". Para ello, se acotará terreno a los 'hedge funds', se implementarán las agencias de calificación de riesgos y se creará una junta de estabilidad financiera que "asegurará la cooperación entre fronteras" y evitará los riesgos de la economía a partir de mecanismos de alerta temprana.
El FMI, el gran supervisor del sistema
Al respecto, Brown descargó en el FMI la función de "monitorizar" el correcto funcionamiento del sistema, con el objetivo de detectar fallos y garantizar que no se vuelve a producir una crisis como la actual. Asimismo, hubo consenso en la necesidad de acabar con los paraísos fiscales que no comulgan con los principios establecidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo en Europa (OCDE): "Es el principio del fin de los paraísos fiscales, porque cada vez más los países se suman a los criterios que imperan en el ámbito internacional".
De igual modo, el G-20 se ha comprometido a tratar de limpiar los activos tóxicos de la banca y garantizar un esquema regulador en el sistema bancario que ponga límite a los polémicos 'bonus' y a la cultura de "la recompensa por el fracaso", si bien no especificó la fórmula bajo la que operará este sistema. Además, los socios se comprometieron a evitar el proteccionismo, advirtiendo a los países que recurran a barreras al comercio aprovechando la crisis.
"Nuestro objetivo es dar a la gente más confianza en el sistema bancario y asegurar que tiene mayores probabilidades de continuar sin grandes perjuicios frente a este huracán que nos ha afectado a todos", explicó, si bien concluyó: "No hay solución rápida, pero sí la deteminación hacer lo que esté en nuestra mano superar la crisis, inyectar recursos en la economía, crear empleo y garantizar que los negocios se expandan".
Sarkozy: "Se ha ido más allá de lo que hubiéramos imaginado"
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, se mostró "verdaderamente feliz" del resultado de la cumbre del G-20 y destacó que era "emotivo" ver a los diferentes países ponerse de acuerdo sobre "medidas tan precisas" para hacer frente a la crisis.
"Va más allá de lo que hubiéramos imaginado", admitió el mandatario galo, que en vísperas de la reunión había amenazado con levantarse de la silla si no se acordaban medidas concretas para regular el sistema financiero internacional. Sarkozy ha logrado uno de sus principales objetivos: la elaboración de una lista de paraísos fiscales.
En la rueda de prensa celebrada al término de la cumbre, subrayó, en primer lugar, que los Jefes de Estado y de Gobierno han decidido reformar "en profundidad" la organización financiera internacional, algo que "no se había hecho jamás hasta este punto desde los acuerdos de Bretton Woods en 1945".
"Nos hemos puesto de acuerdo en una estrategia de salida de la crisis económica mundial, la más grave de los últimos setenta años", continuó Sarkozy, quien no ocultó que hubo "tensiones" hasta "hace media hora".
El presidente francés rindió homenaje a la labor "honesta" del primer ministro británico y a la postura del presidente norteamericano, Barack Obama, que le ayudó, dijo, a convencer a China para acordar la elaboración de una lista de paraísos fiscales, un asunto que fue objeto de un debate "fuerte", en palabras de Sarkozy.
Por otro lado, anunció que ha propuesto que se celebre una tercera reunión del G-20 coincidiendo con la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, iniciativa que ha sido aceptada, para evaluar el resultado de las medida operativas acordadas hoy.
Zapatero cree que el acuerdo del G20 hará que la recesión toque fondo en 2009
El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, mostró hoy su satisfacción por el acuerdo alcanzado en el G-20 para fijar las bases de un nuevo orden financiero y estimó que la cumbre generará la confianza necesaria para que la recesión "toque fondo" en el segundo semestre del año.
En la rueda de prensa con la que cerró su participación en la reunión de las potencias económicas y de los principales países emergentes, Zapatero anunció que España contribuirá con alrededor de 4.000 millones de euros a los nuevos recursos con los que se dotará al Fondo Monetario Internacional para ayudar a los países en desarrollo que necesiten financiación.
Zapatero consideró que España, después de las cumbres de Washington y de Londres, ha consolidado su posición en el G-20 como "una potencia en el ámbito internacional" y se mostró convencido de que el país volverá a ser invitado a la próxima reunión, anunciada para otoño en Estados Unidos.
"Medvédev declaró que Rusia apoya el aumento de los recursos de las instituciones financieras y mencionó la cifra de un billón de dólares", manifestó Dvorkóvich a periodistas.
"El presidente ruso, además, destacó la necesidad de condicionar la asignación de esos medios a los compromisos de reformar el Fondo Monetario Internacional (FMI) y otras instituciones internacionales", comunicó el asesor del presidente ruso.
"Rusia no participa en ese paquete ni asumió compromisos al respecto", dijo Kudrin.
Explicó que Moscú ya presta importante ayuda a los países vecinos y participa en la creación del fondo anticrisis de la Comunidad Económica Eurasiática (CEEA) con un capital estatutario de $10.000 millones.
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