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Brevísima introducción sobre la creación y utilización del “terrorismo islámico” |
La vinculación de las agencias de inteligencia del eje -EEUU, Israel,UK- con el "terrorismo islámico" no es ninguna novedad. Existe desde antes de 1979, cuando Jimmy Carter decidió mandar a la CIA a operar en Afganistán.
La invasión militar de la URSS, en 1979, se produjo en respuesta a las operaciones encubiertas que la CIA venía realizando con grupos fundamentalistas para derrocar al régimen pro soviético en ese país.
La estrategia de la Agencia se encuadraba en la disputa por áreas de influencia que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron durante toda la Guerra Fría.
En 1985 la administración Reagan-Bush incrementó la ayuda encubierta y el suministro de armas a los mujaidines de la resistencia afgana.
La CIA infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente.
Bush padre, por entonces vicepresidente, mantenía una decisiva influencia sobre la CIA (en ese momento comandada por William Casey) de la cual fue director durante el gobierno de Nixon.
Investigaciones realizadas por el FBI y el organismo antilavado Financial Crimes Enforcement Network, determinaron las conexiones del clan Bush con Salem Bin Laden (el padre de Bin Laden), el empresario James R. Bath, y el Bank of Credit & Commerce (BBCI).
La investigación había revelado que los sauditas estaban utilizando a Bath y al BCCI para realizar lavado de dinero, tráfico de armas, y canalización de los fondos para las operaciones encubiertas de la CIA en Asia y Centroamérica.
Además de manejar los sobornos a gobiernos y de administrar los fondos de varios grupos terroristas islámicos.
En 1991, la revista Time describió a Bath como un lobbista cuyas vinculaciones iban desde la Agencia Central de Inteligencia (CIA), hasta contactos con Bush y la administración republicana de Reagan. Salem Bin Laden era socio de los Bush en la compañía petrolera Arbusto Energy. Sociedad que, después de la muerte misteriosa de su padre en 1988, continuó con Bin Laden y su familia.
La cruzada anticomunista de Reagan en el Asia Central se vertebró a partir de operaciones clandestinas de la cual participaron otros servicios de inteligencia como el británico y el Mossad israelí, que actuaban de enlace con el Medio Oriente.
Su objetivo estaba centralizado en el control de las mayores reservas del petróleo asiático existentes en la región.
Los megaconsorcios petroleros anglo-estadounidenses querían avanzar sobre los recursos petroleros y los corredores de los oleoductos que salen de la cuenca del Mar Caspio.
Para lo cual el asentamiento militar y político en Afganistán resultaba clave.
Con el mismo equipo que había diseñado y ejecutado el Irangate (contrabando de armas desde Irán destinado a los contras que combatían a la revolución sandinista) el padre del actual presidente norteamericano intentaba hacer lo mismo en el país afgano.
La CIA y la IIS (Inteligencia Inter Servicios) de Pakistán querían convertir la jihad afgana en una guerra de todos los estados musulmanes contra la Unión Soviética.
Unos 35 mil extremistas musulmanes, provenientes de 40 países islámicos, se sumaron a la lucha de Afganistán entre 1982 y 1992.
La CIA infiltró las redes islámicas operando indirectamente a través de la inteligencia paquistaní. La mayoría de los combatientes -salvo sus comandantes mayores- no conocían los objetivos encubiertos que se montaban detrás de su causa religiosa.
La inteligencia paquistaní desarrolló una estructura paralela que mediatizaba el contacto con la CIA y con las estructuras militares estadounidenses.
Pakistán y Arabia Saudita fueron utilizados como centros operativos de financiación y bases de entrenamiento para los musulmanes radicalizados de Medio Oriente y de Asia que habían emprendido la guerra santa contra los soviéticos en Afganistán.
Bin Laden, que en 1985 había fundado Al Qaeda (La Base –de datos-), integraba la red en carácter de reclutador principal de los grupos radicalizados islámicos que arribaban a Pakistán.
Sus ideas pasaban por la refundación de un gran Estado islámico bajo la consigna de que sus sagrados principios estaban amenazados por el ateísmo soviético implantado en los países musulmanes.
Por distintas razones el millonario saudí coincidía con la CIA y EE.UU. en un mismo objetivo: derrotar y expulsar a los regímenes controlados por Moscú en los territorios islámicos.
Con la caída de la Unión Soviética esa lógica entró en contradicción. Una parte de la jihad (caso del eje Talibán-Al Qaeda-Chechenia) intentó construir poder propio al margen de los intereses económicos y geopolíticos de Estados Unidos.
Y obligó a la CIA a operar sobre las divisiones de las redes islámicas con la finalidad de seguir controlándolas.
El eje -Al Qaeda-Talibán-Pakistán emprendió la resistencia armada contra el ejército rojo desde las montañas, y sus integrantes -irónicamente- fueron presentados como "luchadores al servicio de la libertad" por las usinas mediáticas de la CIA.
Lo posterior, toda clase de atentados y peligros "que hacen peligrar a la civilización occidental" estaría determinado por la acción de esta "Jihad" inventada, entrenada y financiada por la CIA.
“Terrorismo” y auto-atentados
Los argentinos podemos aportar lo nuestro al respecto, ya que tuvimos el "privilegio" de ser tal vez el primer escenario mundial donde se ensayó a pleno lo que se convertiría con los años en la principal herramienta táctica del Imperio para el logro de sus estrategias: el eufemísticamente llamado: "terrorismo internacional". (J.PETROSINO)
Que es "terrorismo" y es "internacional", pero que su ejecutor y beneficiario no es el "Islam" precisamente, sino que éste es una de las víctimas.
Al "método" lo "desarrollaron" originariamente los sionistas israelíes (el Mossad), para emplearlo contra su enemigo Irán y la primer embrionaria "prueba" fue en Lockerbie (la voladura de un avión de la PanAm sobre esa aldea escocesa en diciembre de 1988).
Las pistas falsas plantadas ahí estuvieron orientadas originalmente a culpar a Irán y Siria y al grupo del "terrorista" palestino "refugiado" en esta última de Ahmed Jibril, el FPLP-CG (Frente Para la Liberación de Palestina - Comando General).
Pero al año siguiente implosionó la URSS, lo cual alteró todo el equilibrio del Medio Oriente y Asia Central, y los yankis decidieron instalarse con tropa propia allí, para lo cual desataron la 1era. Guerra del Golfo. En esas condiciones Irán y Siria pasaron a ser "aliados" necesarios, y los sionistas tuvieron que resignar "sus culpables"(donde manda capitán no manda marinero).
En 1991 la CIA sacó de la galera una acusación a 2 libios y en el 2000 mediante un juicio parodia la "justicia escocesa" condenó a uno de ellos, un agente de inteligencia menor, Al Megrahi, como el único responsable.
Están revisando esa condena firme y Al Megrahi resultará absuelto, porque "las pruebas" con que se lo condenó eran truchas. Con lo cual la prestigiosa, hasta ahí, justicia escocesa, limpiará esa mancha negra. Pero por supuesto jamás "se sabrá" quien fue.
Lo siguió en 1992 la auto-voladura de la embajada sionista en nuestro Buenos Aires. Y ahí si quedó como "culpable" Hezbollah, junto con Irán, el principal enemigo de aquellos.
En 1993 en un join-venture entre el Mossad y el FBI ejecutaron el 1er. ataque a las Torres Gemelas. El FBI/Mossad infiltraron a un grupo de musulmanes seguidores de un jeque ciego egipcio "exiliado" en Nueva York, a los que le achacaron el ataque. Todavía Bin Laden era "oficialmente" un hombre de la CIA.
A fines de 1993, Josef Bodansky, jefe de la task-force de contraterrorismo y guerras no convencionales del bloque republicano del senado yanki y un agente de la inteligencia del ejército de Israel destacado en USA desde los `80, muy cercano al grupo zionconeocon de Richard Perle, que con el "bebé" Bush tomaron luego el poder en el Imperio, publicó un libro: "Target America", el cual permite comprender con claridad como se gestó el engendro al que luego se llamó: "el terrorismo internacional".
En "Target America"(Blanco los Estados Unidos"), Bodansky describe ("inventa") una red global de células dormidas de fundamentalistas musulmanes que estarían instaladas en Estados Unidos y países aliados listas para realizar atentados terroristas suicidas.
A esta altura los lectores pensaran que Bodansky se refería a la remanida "Al Qaeda". ¡Para nada! "Al Qaeda" no "existía" todavía y Bin Laden fungía de "aliado" de los yankis.
La red global de células dormidas terroristas que tan minuciosamente describió Bodansky en su libro, estaban constituidas, según él, por milicianos de Hezbollah y sostenidas por Irán!!! Incluso estos se habían entrenado para conducir aviones civilies (da el nombre de la base aérea iraní donde lo habrían hecho) para realizar atentados suicidas con ellos.
Bodansky es por lo tanto el "inventor" o primer exegeta, de esta modalidad terrorista que 8 años después la CIA utilizó en los auto-ataques del 11/9. Y que según Condy Rice juraba y perjuraba después de estos: "ellos(Bush y secuaces) jamás habían imaginado que se pudieran hacer atentados terroristas de esa manera".
Bodansky es además un viejo conocido de nosotros los argentinos. Menos de 3 semanas después del "atentado" a la AMIA entró al expediente un "informe" de éste, donde describía en pelos y señales la forma que se había ejecutado el atentado, quienes lo habían hecho y hasta el Nº de zapato del conductor suicida del coche-bomba, pero sin aportar ninguna evidencia verificable que lo soportara. Por supuesto, éste era un miembro de Hezbollah y los instigadores habían sido "los iraníes"... y "los sirios". Como para que no quedara nadie afuera.
No terminó ahí su participación en el encubrimiento AMIA. A principios de 2000, cuando ido Menem del gobierno el aburrido de la Rúa daba la impresión de querer cambiar el rumbo de la "investigación", apareció de incógnito en Buenos Aires y se reunió con los miembros de la Comisión Bicameral AMIA (integrada a la sazón por nuestra actual presidenta), a los que "alertó" que podría ocurrir un 3er. atentado, "mucho más cruento que el de la AMIA y en un blanco no judío esta vez". Lo cual conmocionó fuertemente a los legisladores, según un art. del diario Río Negro, único medio que reportó la "extraña" visita.
Volviendo a la serie de los "atentados" del "terrorismo internacional": En 1994 reiteraron el ataque en la Argentina. Raro "privilegio" el nuestro: los primeros y 2 veces!!!
Evidentemente el primero de 1992 en la embajada de Israel no había producido los resultados deseados por los "terroristas internacionales" (en este caso los sionistas israelíes).
Las excelentes históricas relaciones entre la Argentina y su enemigo Irán no se vieron afectadas por éste en lo más mínimo a pesar de las instantáneas falsas acusaciones y de las pistas falsas plantadas para sustentarlas. Por el contrario a partir de 1992 aumentó el intercambio comercial que ya era alto y la venta de armas, especialmente los embarques clandestinos que fueron a parar a los musulmanes bosnios y que eran compradas y pagadas por Irán. Esto se convirtió luego, al descubrirse, en el mistongo affaire llamado: "el contrabando de armas a Ecuador y Croacia".
Hizo falta el más alevoso "atentado" a la AMIA para que esa situación se revirtiera, y finalmente Irán perdiera (en parte) uno de los pocos países "amigos"/aliados que tenía en el mundo. Aunque luego de 14 años yankis y sionistas no han logrado a pesar de todas las mentiras difundidas y empeños puestos, romper totalmente con esa relación.
En 1996 los sionistas israelíes hicieron su último atentado en el que los "culpable" eran Irán/Hezbollah: el de las Torres Khobar, un albergue de tropas yankis en Arabia Saudita.
A partir de ahí y ya con la URSS desmoronándose los yankis le "roban" el "método" a los sionistas y lo empiezan a usar ellos exclusivamente. Nunca más los "culpables" serán Irán o Hezbollah, y en 1988 lo hacen debutar a su pollo "Bin Laden", al que ya venían preparando de años, en las auto-voladuras de sus embajadas en Kenia y Tanzania.
Peculiares "atentados anti-norteamericanos" estos donde murieron 260 africanos (muchos musulmanes) y sólo 8 yankis: 4 negros de la guardia y 4 viejitos jubilados turistas. ¡Tienen muy mala puntería estos "terroristas internacionales", o son muy pero muy malvados!!!
En el 2000 ocurrió el incidente del acorazado US Cole, atribuido a Bin Laden, que tal vez haya sido un accidente convertido en "atentado del terrorismo internacional" y en septiembre de 2001 (11-S) fue el gran "acto" en USA, que fue seguido por otros atentados "de mantenimiento" oportunamente elegidos: Bali(2002), Turquía(2003), 11M español(2004), 7J británico(2005), entre los más importantes.
Carlos Dilitio
No obstante, este segundo jurado consideró que dos de ellos, Ali y Shakil, son culpables de otra de las imputaciones por las que se les juzgaba, relacionada con su estancia en un campo de entrenamiento en Pakistán. Ambos hombres conocerán mañana la sentencia.
Por su parte, el tercero, Sadir Salim, reiteró a la salida del tribunal en un comunicado leído por su abogado que no tiene "nada que ver" con la matanza. "Soy totalmente inocente y, aunque siempre habrá alguien que me relacione, en mi opinión este proceso nunca debió haber ocurrido", declaró.
La detención se produjo en 2007, tras las más amplia investigación criminal acometida por las fuerzas de seguridad de Reino Unido, que, con todo, no ha concluido. Así, la Policía cree que todavía hay personas que manejan datos que podrían ayudar a la investigación y el propio Ministerio Fiscal (Crown Prosecution Service) declaró hoy, tras conocerse el veredicto, que había suficientes pruebas para el juicio contra Alí, Salim y Shakil.
Relaciones
Los tres hombres, naturales de la ciudad inglesa de Leeds, admitieron que conocían a los suicidas, pero en todos los casos negaron haberles prestado ayuda para localizar los objetivos para el ataque en cadena que acabó con la vida de 52 personas en la capital británica.
Así, el argumento de la Fiscalía en los dos procesos se había centrado en el viaje que realizaron a Londres acompañados por los que perpetraron el atentado y en el que visitaron algunos de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Además, todos habían pasado un tiempo en campos de entrenamiento de Pakistán debido a su interés en apoyar a los musulmanes en lucha para liberar las tierras islámicas.
Sin embargo, los acusados aseguraron que había ido por una visita familiar y para "hacer algo de turismo" y negaron también las imputaciones según las cuales no sólo conocían las intenciones de sus compañeros sino que compartían los mismos objetivos. Así, se confesaron ideológicamente opuestos a la perpetración de atentados suicidas y dijeron haberse quedado impactados por el ataque.
Fecha Original:29/04/2009
Para lo cual el asentamiento militar y político en Afganistán resultaba clave.
La estrategia de la CIA y de la inteligencia militar se encuadraba formalmente en la disputa por áreas de influencia que Estados Unidos y la Unión Soviética mantuvieron durante toda la Guerra Fría.
Con la administración Reagan-Bush, a principios de los 80, se incrementó la ayuda encubierta y el suministro de armas a los mujaidines de la resistencia afgana que quería expulsar a los soviéticos de su territorio.
Dentro de ese objetivo EEUU realizó un acuerdo secreto con el servicio de inteligencia paquistaní (ISI) y con el de Arabia Saudita (Istajbarat), conducido desde Riad por el príncipe Turki Al Faysal, viejo amigo de la familia Laden.
La relación de la CIA con grupos radicalizados de la jihad islámica se estableció principalmente durante la gestión de Bush padre al frente de la CIA durante las administraciones de Nixon y de Ford.
Bush padre, por entonces vicepresidente de Reagan, mantenía una decisiva influencia sobre la CIA (en ese momento comandada por William Casey) y había sido el gestor principal de la entrega de armas a Komeini a cambio de drogas y de prisioneros norteamericanos durante el Irangate.
La CIA infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente, principalmente la red Al Qaeda.
La entrada militar de la URSS en Afganistán, en 1979, se produjo en respuesta a las operaciones encubiertas que la CIA venía realizando con grupos fundamentalistas para derrocar al régimen pro soviético en ese país.
La CIA, por intermedio del servicio secreto de Pakistán intentaba convertir la jihad afgana en una guerra de todos los estados musulmanes contra la Unión Soviética.
En esta cruzada anticomunista de Reagan-Bush en el Asia Central también participaron de las operaciones clandestinas otros servicios de inteligencia como el británico y el Mossad israelí, que actuaban de enlace con el Medio Oriente.
Investigaciones realizadas por el FBI y el organismo antilavado Financial Crimes Enforcement Network por orden del propio Congreso norteamericano, determinaron las conexiones de esas operaciones con Salem Bin Laden (el padre de Bin Laden), el empresario James R. Bath, y el Bank of Credit & Commerce (BBCI).
La investigación había revelado que los sauditas estaban utilizando a Bath y al BCCI para realizar lavado de dinero, tráfico de armas, y canalización de los fondos para las operaciones encubiertas de la CIA en Asia y Centroamérica.
Además de manejar los sobornos a gobiernos y de administrar los fondos de varios grupos terroristas islámicos.
En 1991, la revista Time describió a Bath como un lobbista cuyas vinculaciones iban desde la Agencia Central de Inteligencia (CIA), hasta contactos con Bush y la administración republicana de Reagan.
Salem Bin Laden era socio de los Bush en la compañía petrolera Arbusto Energy. Sociedad que, después de la muerte misteriosa de su padre, continuó con Bin Laden hijo y su familia.
Durante la presencia soviética de Afganistán, la CIA, bajo la dirección de William Casey canalizó 6.000 millones de dólares para financiar y entrenar a los rebeldes afganos.
Casey convenció al Congreso norteamericano que proporcionara a los afganos los misiles antiaéreos Stinger, que sirvieron para derribar los aviones y helicópteros soviéticos, y luego, en la guerra de Afganistán del 2001, fueron empleados por los talibanes contra los aviones y helicópteros norteamericanos.
La administración Reagan-Bush calificó de "combatientes de la libertad" a las fuerzas islámicas que le servían de peones en el tablero del enfrentamiento global con la URSS.
Bin Laden hijo se introdujo en el escenario afgano de la mano de los servicios secretos de Arabia Saudita (el Istajbarat), de Pakistán (el ISI) y de Estados Unidos (la CIA
EL USO MEDIATICO DE BIN LADEN POR LA CIA
En la agenda de la inteligencia militar estadounidense Bin Laden obedece a dos tipos de construcciones.
Una verdadera, asociada con las redes secretas del terrorismo, y otra fabricada para consumo mediático.
En la primera, se indica que su formación de soldado terrorista proviene de los sótanos de entrenamiento de la CIA.
Y en la segunda, las evidencias lo señalan como un espectro fantasmal sobre el cual se montan innumerables campañas de prensa internacional, Cuyos resultados son siempre funcionales a los intereses estratégicos del Estado imperial norteamericano.
Al margen de su extensa biografía, también en gran parte construida por la CIA, Osama recién ingresó a la fama tras las voladuras de las Torres Gemelas en Nueva York.
Todo el proceso de "terrorismo islámico" con Al Qaeda y Bin Laden, desde el 11-S en adelante, se desarrolla en los medios de comunicación, principalmente en las cadenas televisivas, que trasmiten en vivo las imágenes de destrucción que a través de un ida y vuelta -feed baack- generan masivamente la psicosis terrorista a escala planetaria.
Sin la "globalización de la imagen", a Washington y a la CIA les hubiera sido imposible crear la figura de Bin Laden como el mítico "enemigo número uno de la humanidad" tras la voladura de las Torres Gemelas, iniciando así la era de la utilización del terrorismo mediatizado como estrategia y sistema avanzado de manipulación y control social.
Bin Laden y la red Al Qaeda fueron fabricados de acuerdo a las necesidades del "nuevo enemigo", que el imperio necesitaba (tras la caída de la URSS) mostrar a la sociedad después de los atentados del 11-S, y que la inteligencia norteamericana utilizó para conseguir consenso local e internacional a sus nuevas políticas de invasión militar.
Los intelectuales y los periodistas rentados se encargaron de construirle un "perfil" a tono con los gustos consumistas de la opinión pública, y sin mostrar las redes vinculantes de su biografía con la CIA y con las políticas colonizadoras de EEUU en el mundo árabe y musulmán.
Al margen de sus antecedentes reales, Osama representa una innovación en el campo de la inteligencia mediática americana.
Un producto acabado de la acción psicológica orientada a direccionar conducta colectiva con fines políticos. Este costado de la "leyenda Bin Laden" no fue suficientemente analizado o explorado por la prensa alternativa ni por los intelectuales críticos.
El uso mediático de la figura de Osama por parte de la CIA, queda opacado por la psicosis de terror montada a su alrededor.
Los expertos y analistas se concentran en el Bin Laden "terrorista", y pierden de vista los manejos mediáticos que se hacen con su imagen demonizada.
Tras el 11-S las "reapariciones" de Osama fueron un clásico en la prensa internacional.
Sus modus operandi fueron siempre los mismos.
Aparece, amenaza a Europa y a Estados Unidos con la guerra santa, promete atentados, asesinatos en masa con armas químicas y biológicas, y luego desaparece tan misteriosamente como había llegado.
Su imagen, recreada hasta el cansancio por las pantallas de TV, ya resulta tan "familiar" como la del Che o la de Jesucristo.
Sus "apariciones" -en videos de dudoso origen- siempre generan pánico y estados de "alerta rojo" en EE.UU. y en las metrópolis europeas.
El desarrollo secuencial de sus apariciones tras el 11-S siempre obedecen a un mismo patrón.
La televisión Al Jazeera muestra los videos con sus comunicados y amenazas, las cadenas estadounidenses y europeas los difunden por todo el mundo, y la CIA -con el resto de los servicios de inteligencia- anuncia todo tipo de catástrofes terroristas en ciernes, principalmente en Estados Unidos o Europa.
Después solo hay que "relacionar" la explosión de las torres con la imagen terrorista de Bin Laden puesta en la pantalla.
Ya no se necesita mostrar las huellas sangrientas del terrorismo real.
La sola presencia del hombre del turbante alcanza para producir los efectos psicológicos buscados.
La verificación material de los atentados, es sustituida por el temor a los atentados.
Como el perro de Pavlov, los norteamericanos y europeos segregan adrenalina y consumen terrorismo condicionado, como si fuera verdadero.
A pesar de la recurrencia cíclica de esta metodología operativa, nadie se preguntó en la prensa internacional porque esos atentados anteriores al 11-M, nunca se concretaron.
El 11-M obedece a un recurso extremo, cuando hay que dar un paso real para forzar el curso de los eventos.
Nadie observa ni analiza lo que ya resulta una evidencia estadística.
Esa acción psicológica sirve a los Estados Unidos para generar consenso, interno e internacional, para sus invasiones armadas por el mundo.
No hay datos precisos de la existencia o de la muerte de Bin Laden.
Todavía nadie reveló como pudo escapar del cerco militar y de los misiles en Afganistán.
Los videos difundidos por Al Jazeera son de dudoso origen, y la mala calidad de su imagen y su audio no permiten determinar su veracidad ni la fecha de su filmación.
No hay quién se interrogue como la CIA, con sus infinitas redes de infiltración dentro del terrorismo islámico, no lo haya podido detectar ni asesinar.
Esta falta de análisis estratégicos sobre el uso mediático-terrorista de la imagen de Osama, no se debe ni a la inocencia ni a la casualidad.
La tácita complicidad de la prensa internacional con las operaciones de la CIA, es un hecho que se revela en la dinámica de su propia estructura empresarial.
Sus intereses y negocios están asociados -por medio de complejos vasos comunicantes- a las transnacionales y a los megagrupos financieros que operan en Wall Stret y en el Complejo militar-industrial.
Los grandes diarios, las grandes cadenas televisivas de EE.UU. y de Europa, forman parte del exclusivo club de las 500 multinacionales que se benefician de las conquistas militares-capitalistas por todo el planeta.
La leyenda terrorista-mediática de Bin Laden esta construida a la medida de la nueva lógica expansiva del capitalismo transnacional.
Detrás de ese nuevo mito Estados Unidos desarrolla su estrategia de conquista militar en Asia, África, América Latina y Medio Oriente.
La "psicosis terrorista" es alimentada a su vez, y como si fuera una novela de espionaje, por rumores de nuevos ataques de Al Qaeda, cacería de supuestos culpables, e imaginarias "pistas árabes" o "conexiones islámicas" salidas de misteriosos archivos "secretos" de los servicios de inteligencia.
Bin Laden -como ayer lo fue el comunismo soviético- es el nuevo legitimador social de las masacres capitalistas por el mundo.
Carlos Dilitio
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