«« | »» |
Politizando el racismo |
Muchos países se disponen a participar en la Conferencia Contra el Racismo que tendrá lugar en Ginebra entre el 20 y el 25 de abril. Pero la tan difundida reunión internacional está siendo ya objeto de numerosas discrepancias después de que Israel, EEUU y otros países tomaran la decisión de no participar. Aunque la abstención de cuatro o más países es irrelevante para que pueda llevarse a cabo todo el procedimiento, la decisión estadounidense va a hacer que, en el mejor de los casos, la conferencia resulte “controvertida”.
La provocadora postura del gobierno estadounidense no es nueva, sino una repetición de otro fiasco que tuvo lugar en Durban, Sudáfrica, en 2001.
Los representantes israelíes y estadounidenses se marcharon furiosos de la conferencia en protesta ante los supuestos sentimientos “anti-israelíes” y “antisemitas” que al parecer impregnaban la Conferencia Mundial Contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y la Intolerancia (WCAR, por sus siglas en inglés).
La decisión fue una señal ominosa de que la administración Bush iba a ser puesta a prueba en política exterior, ya que la conferencia concluyó el 8 de septiembre, tres días antes de los ataques del 11-S.
EEUU justificó entonces su denuncia del forum internacional a partir de las mismas inválidas razones citadas por Israel: que el forum se había transformado en una plataforma para la retórica anti-israelí y antisemita.
Pero, ¿fue la WCAR en realidad una plataforma para el racismo y la intolerancia como la acusaron los amigos de Israel?
Muy al contrario, lo que se produjo en la conferencia fue una manifestación de democracia en su mejor expresión, donde ningún país pudo desafiar el consenso internacional a través del poder del veto ni pudo mostrar su poderío económico a la hora de doblegar a la comunidad internacional ante sus objetivos.
El resultado fue inquietante desde el punto de vista de quienes se niegan a tratar a todos los estados miembros de las Naciones Unidas con igualdad e imparcialidad.
Una demanda africana que pedía que cada país que se había beneficiado de la esclavitud presentara por separado disculpas a cada nación africana que la había sufrido, fue considerada excesiva y finalmente descartada.
Pero la “cuestión” principal de la controversia, que llevó a que los representantes estadounidenses se marcharan de la conferencia, fueron las críticas apuntadas por muchos países contra las prácticas racistas israelíes hacia los palestinos.
Una mayoría de países pidió que se reinstituyera la Resolución 3.379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que en 1975 equiparaba sionismo con racismo.
La conferencia de entonces no sólo abordó el conflicto entre Palestina e Israel.
Sin embargo, la fuerte resistencia estadounidense a cualquier crítica de las prácticas racialmente motivadas del estado israelí: la violencia extrema, el robo de la tierra, el muro del apartheid, los asentamientos, la prolongada ocupación militar, etc., colocó la cuestión en el centro del escenario.
La lucha palestina no implica el olvido de las luchas de las naciones oprimidas en todo el mundo, al contrario, más bien supone un llamamiento por los derechos, libertad y liberación que continúan teniendo eco por todo el planeta.
Sin embargo, el hecho de que la ilegal y violenta opresión masiva de los palestinos, según la perpetra abiertamente el estado de Israel, continúe inmisericorde –y que sea defendida y justificada por los Estados Unidos y otras potencias europeas-, ha servido para destacar el legado histórico defendido durante muchos años por las antiguas potencias coloniales por todo el denominado Tercer Mundo.
Hay muy pocos foros internacionales que se organicen y se dirijan por los principios de igualdad y equidad entre las naciones.
La WCAR es uno de esos pocos, en efecto.
Por tanto, no fue una sorpresa que fuera testigo de la expresión de la solidaridad internacional hacia el pueblo palestino y de la repulsión mundial ante las políticas racistas y de apartheid perpetradas a diario por Israel.
Pero la mera censura de las políticas racistas, injustas y antidemocráticas de Israel, por no hablar ya de intentar ponerles fin, se considera mecánicamente antisemita desde el punto de vista de Israel y de las administraciones estadounidenses.
EEUU condicionó su participación en la conferencia de abril en Ginebra (Durban II) a que se eliminara cualquier censura específica a Israel y se asegurara que Israel no se vería señalado por crítica alguna.
Aunque las sensibilidades estadounidenses confían constantemente, y exigen, la singularización de cualquier país, dirigente o grupo del que se suponga que es criminal o terrorista, a Israel se le trata con estándares diferentes.
“Un mal documento deviene en algo peor, y EEUU decidió no participar en la conferencia”, informaba el diario israelí Haaretz en referencia a los borradores de documentos que se están ultimando antes de la conferencia.
Al parecer, el “mal documento” original define a Israel como “estado ocupante que lleva a cabo políticas racistas”, una descripción que es consistente con el derecho internacional, las resoluciones de Naciones Unidas y los puntos de vista de los principales defensores mundiales de los derechos humanos”, incluyendo al Arzobispo Desmond Tutu, John Dugard, el ex Relator Especial de Naciones Unidas para los Territorios Palestinos, y Richard Falk, el actual enviado de Naciones Unidas, entre otros.
El “mal documento” podría convertirse en algo “peor” con nuevas referencias al baño de sangre en Gaza que mató e hirió a casi 7.000 palestinos durante veintidós días.
Desde el punto de vista estadounidense –y, por desgracia, también canadiense e italiano, hasta ahora-, todas esas prácticas inhumanas no justifican unas palabras de condena. El mismo criterio, por supuesto, no se aplica a Sudán, Zimbabwe, Irán, Cuba y otras naciones “poco amistosas”.
La decisión estadounidense debe desanimar especialmente a las naciones africanas que vieron en el ascenso de Barack Obama a la presidencia de EEUU algunas posibilidades de vindicación.
Sin embargo, lo que se vio fue cómo el primer presidente negro de EEUU se apuntaba al boicot de una conferencia que intentaba discutir el tema de la esclavitud y la repatriación, probando de nuevo que la raza en sí no es un elemento suficiente para explicar las políticas externas e internas estadounidenses.
Un día después de rechazar la conferencia, la Secretaria de Estado Hillary Clinton llegó, en su primera visita como tal, a Oriente Medio, donde se dedicó a amonestar a Irán, Hamas y Hizbollah por lanzar amenazas a Israel y alabó al estado judío y a sus aliados “moderados”, comentando el 3 de marzo en un comunicado conjunto con el Presidente israelí Shimon Peres:
“Es importante que EEUU haga siempre hincapié en nuestra inquebrantable, duradera y fundamental relación y apoyo hacia el estado de Israel. Iré desde aquí a Yad Vashem para honrar a las almas perdidas, para recordar a los que el Holocausto se llevó, para depositar una corona y rezar una oración”.
Ni que decir tiene que Clinton se negó a visitar Gaza, donde millón medio de personas están atrapadas en un inmenso campo de concentración, negándoseles el acceso a los alimentos, las medicinas y los derechos humanos y políticos.
¿Tiene derecho el mundo a inquirir por qué? (mas...)
(continue)

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
Una ola de indignación mundial surgió a raíz de las camisetas que encargan los militares invasores para celebrar, por ejemplo, la conclusión de un cursillo, con caricaturas y lemas tan crudos como "Un disparo, dos muertes" escrito bajo un dibujo de un punto de mira que apunta al vientre de una mujer embarazada vestida con la típica túnica islamista.
Según denuncia el diario israelí Haaretz, soldados de diversas unidades, en especial los francotiradores, encargan camisetas con inscripciones y dibujos espeluznantes sobre sus víctimas en Gaza.
Intentan, ser "graciosos" -señala Haartez- pero están provocando un escándalo. En una de las camisetas, se dibuja un niño con un fusil en la mano como blanco de tiro. El punto de mira se centra en su estómago. El eslogan escrito en la camiseta:
"Más pequeño, más difícil".
Haaretz entrevista a G. la inicial de un graduado del curso de francotiradores, que explica de forma natural cuál es la idea del dibujo:
"Pues que es un niño, que es más difícil a nivel moral y también que el objetivo es más pequeño".
Otra remera (en la foto que ilustra este informe) encargada por francotiradores de una unidad de Guivati muestra el dibujo de una mujer palestina embarazada.
Se observa en el círculo que delimita el punto de mira a una mujer palestina embarazada y sosteniendo un fusil. Arriba en hebreo, las palabras "Francotiradores". Abajo, en inglés, "Un disparo, dos muertos".
En otra camiseta, un niño palestino que se convierte luego en un hombre armado bajo el eslogan:
"No importa cómo empezó. Nosotros le pondremos fin".
"Los oficiales me llaman constantemente para pedirme que no imprima estas camisetas a los soldados. Pero yo siempre les digo que somos una empresa privada y que a mí no me importa lo impreso en el producto".
De esta forma, explica el director de la fábrica textil, Haim Israel, la preocupación del Ejército israelí va más allá de lo textil.
En conversación con elmundo.es, uno de los soldados afirma que:
"Se trata de humor negro. Son bromas macabras, chistes entre francotiradores. Nosotros afrontamos situaciones límite en la que decidimos en un segundo la vida de otros. Por el punto de mira, ves un terrorista y al lado un niño al que usa como protección".
Lo que para este joven militar es quizás una broma macabra, para el veterano Ronen Levy es una expresión de violencia. Ex miembro de la unidad de élite Sayeret Matcal (la misma en la que sirvió Ehud Barak), fue también psicólogo-jefe del Ejército.
Preguntado por el diario Haaretz, comenta:
"La agresividad y violencia no son algo nuevo y lo de las camisetas es simplemente una nueva forma de expresarlo. Es una consecuencia más de la frustración y violencia del soldado".
La socióloga Orna Levy afirma que:
"Estos dibujos en las camisetas no son una forma de administrar o descargar la violencia sino todo lo contrario, le da legimitidad. Hay una radicalización de la sociedad israelí que se ve también en los soldados. Sobre todo los que sirven en Cisjordania. Algunos creen que el palestino no tiene los derechos de un ser humano. También hay mucho machismo, reforzando la imagen del macho en el Ejército".
Y alude a otro dibujo encargado en el que se ve a un águila "sodomizando" al líder del grupo islamista Hamas, Ismail Haniya.
También hay camisetas con mezquitas de Gaza atacadas durante la reciente ofensiva militar. El que la lleva, un soldado de la unidad Golani, no entiende las preguntas del periodista.
"Es sólo una camiseta, no me gusta lo que tú insinúas. No tomes este ejemplo de forma incorrecta como si por ejemplo yo odiara a los árabes. No es cierto".
El portavoz del Ejército afirma que no se ocupan de la ropa civil que usan los soldados.
"Los dibujos impresos que publica el diario Haaretz no corresponden con los valores éticos del Ejército, no representan la experiencia militar y tienen mal gusto. Humor de este tipo se merece toda condena y desprecio. El Ejército hará todo lo posible para acabar con este fenómeno", es el comunicado oficial militar.
Otra de las camisetas encargada por un militares de una unidad de francotiradores lleva el lema "Mejor usa Durex" junto a un dibujo de un bebé palestino muerto con su oso de peluche al lado y su madre llorando junto a él.
En otras camisetas contienen referencias sexuales explícitas como la del batallón Lavi que muestra a una joven magullada junto a un soldado con el lema:
"¡Apuesto a que te han violado!"
Pero también hay referencias culturales y religiosas como un pueblo palestino con su mezquita destruida y la cara de un soldado israelí furioso:
"Vinimos, vimos, destruimos".
como en una de las camisetas de la brigada Lavi, que pasó tres años en Cisjordania.
En muchos casos el contenido de estas camisetas es remitido previamente a los mandos de cada unidad, quienes, sin embargo, no tienen control sobre lo que finalmente se imprime porque no son informados de quién es el autor del diseño. De hecho, dibujos que han sido prohibidos en ciertas unidades son permitidos en otras, como el caso del lema:
"No pararemos hasta que confirmemos la muerte", admitido en el batallón Haruv.
"¡Que cada madre árabe sepa que el destino de su hijo está en mis manos!" es otro de los lemas que se ha utilizado en el batallón Givati que fue rechazado en otra unidad de infantería.
"Tiene un dibujo en el que aparece un soldado como el Ángel de la Muerte junto a un arma y un pueblo árabe. El texto era muy potente. Lo más divertido es que cuando nuestro soldado fue a recoger las camisetas quien las había impreso era un árabe y el soldado se sintió tan mal que le dijo a la dependienta que se las diera a él", explicó uno de los soldados del batallón Givati que habló con el diario Haaretz.
"Normalmente las camisetas pasan un proceso de selección de un oficial, pero, en este caso, fueron aprobadas a nivel de sargento de sección. Encargamos camisetas para 30 soldados y querían varios objetos cada uno y pagaron de media 200 shekels", más de 36 euros, indicó el militar, quien habló bajo condición de anonimato.
La oficina de Relaciones Públicas del Ejercito israelí insiste en "condena" estos hechos, pero también en que son ropas privadas, impresas en empresas privadas a petición privada de los soldados que terminan los cursos. "La normativa militar no se aplica a la ropa civil, incluidas las camisetas impresas tras cursos de preparación (...). Los ejemplos de Haaretz no reflejan los valores del Ejército, ni la vida del Ejército y son de mal gusto", afirmó un portavoz.
"Este tipo de humor merece condena. El Ejército intenta adoptar medidas para erradicar este fenómeno. Los oficiales al mando saben que es apropiado adoptar a discreción medidas disciplinarias a quienes estén implicados en este tipo de hechos", prosiguió.
Los testimonios publicados por Haaretz sobre el asesinato de civiles en Gaza contradicen la versión de las autoridades israelíes, que afirman que las tropas mantuvieron un "alto comportamiento moral" durante la operación militar, y pone en duda las acusaciones de que la organización palestina Hamas puso en peligro la vida de civiles.
Amos Harel, el periodista de Haaretz para asuntos militares que reveló el informe, evaluó los relatos como verosímiles.
"Los soldados no mienten, simplemente porque no tienen ningún motivo para hacerlo. Hay una continuidad en los relatos de diferentes partes de Gaza. Si lees las historias no encontrarás ninguna opinión ni fanfarronada. Es lo que los efectivos vieron" en ese territorio palestino", explicó.
Las fuerzas armadas de Israel figuran en el tope del consenso social y del orgullo nacional nacional.
Los grupos de defensa de los derechos humanos israelíes han criticado a la cúpula militar por no investigar las violaciones en Gaza, pese a las evidencias de que se cometieron crímenes de guerra.
Los relatos de la masacre de civiles palestinos revelados el jueves echan por tierra la mitología "ética" y muestran una visión descarnada de la barbarie criminal que encubre la doctrina de "pureza de armas" del ejército israelí.
Uno de los principios fundamentales del Estado de Israel es que su Ejército no comete crímenes de guerra y opera según los "más altos estándares éticos", aun en tiempos de guerra.
A este principio los doctrinarios judíos lo llaman "pureza de armas".
El informe con los relatos de los soldados israelíes fue entregado hace tres semanas al jefe del Estado Mayor, general Gaby Ashkenazi. El ejército declaró que las acusaciones iban a ser investigadas a fondo, pero nada de eso sucedió.
Como primera reacción al informe, Israel rechazó las acusaciones provenientes de organizaciones de derechos humanos y desvió nuevos pedidos para investigar denuncias de crímenes de guerra, con el argumento de que constituían mera "propaganda anti-israelí".
"Esperamos tensiones, pero eso es bueno porque querrá decir que hay un debate vivo y real, con participación de todas las partes, incluidas la sociedad civil, que debe expresarse y tener una voz importante en el proceso", afirmó Pillay en una rueda de prensa.
La Alta Comisionada agregó que "eso demostrará el diálogo existente, que tiene que llevarse a cabo con respeto".
La Conferencia de Revisión tiene como objetivo actualizar los acuerdos y los compromisos asumidos en la primera Conferencia sobre Racismo, Xenofobia e Intolerancia que se celebró en la ciudad sudafricana de Durban en 2001.
Tras encendidos debates y recriminaciones entre distintos grupos regionales, los diplomáticos han logrado una versión del texto borrador mucho más corta -de 60 a 17 páginas- y de consenso, dado que excluye todos los puntos de fricción.
La nueva versión no hace referencia al concepto de "difamación de las religiones" que defendían los países musulmanes, pero que rechazaban los occidentales porque veían una amenaza a la libertad de expresión.
Además, se han eliminado las referencias a la reparación por colonialismo y el párrafo que trataba la discriminación contra los homosexuales, una exigencia de los países musulmanes.
Tampoco hace referencia expresa a Israel y se han borrado los párrafos considerados antisemitas por ciertas delegaciones, aunque sí incluye el rechazo al Holocausto.
Precisamente en referencia a Israel, Pillay manifestó su desconcierto porque éste país sigue boicoteando la reunión tachándola de antisemita.
"Yo no veo ninguna referencia en este sentido, las dos menciones que hay a que no se repita el Holocausto y el llamamiento a resolver el conflicto israelo-palestino son perfectamente entendibles y aceptables, por lo que no entiendo sus reticencias", afirmó.
En el mismo sentido, hizo un llamamiento para que Estados Unidos participe en la Conferencia de forma activa, dado que hasta ahora la ha boicoteado.
"Ellos criticaron las primeras versiones del texto, ahora tenemos otro nuevo. Espero que tomen pronto una decisión y que se unan al esfuerzo colectivo", dijo Pillay.
Asimismo, reiteró a Canadá su solicitud para que también participe en el proceso.
La Alta Comisionada dejó claro que el racismo y la xenofobia son problemas "que no son exclusivos del continente africano" y citó el ejemplo de Colombia, "donde los descendientes de africanos son tratados como casi no personas".
Explicó que es necesario hacer una revisión de lo que se decidió hace ocho años en Durban para conocer los ejemplos internacionales, buenos o malos, de lucha contra el racismo, la xenofobia y cualquier otra discriminación.
Pillay dijo sentirse "confiada" en que el resultado de la conferencia será positivo y añadió que espera que "haya sorpresas" para que el debate sea real.
Ante esta situación y la falta de respuestas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), organizaciones no gubernamentales preparan lo que han denominado Conferencia de Examen de Israel, que también se realizará en Ginebra pero los días 18 y 19.
En la reunión oficial, representantes de gobiernos, de agencias internacionales y de la sociedad civil evaluarán los avances hacia las metas establecidas en la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia realizada en 2001 en la ciudad sudafricana de Durban.
Activistas creen que Estados Unidos, países de la Unión Europea e Israel presionaron a la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con la intención de que eliminara de la agenda oficial las deliberaciones sobre Israel y Palestina.
Delegaciones de cientos de organizaciones no gubernamentales y de derechos humanos asistirán a la reunión de Ginebra.
Al cabo de la conferencia de 2001, el foro de organizaciones no gubernamentales reunido también en Durban recomendó implementar una campaña internacional de aislamiento hacia el “apartheid y otros crímenes racistas contra la humanidad” que atribuyen a Israel.
La Declaración y el Programa de Acción de Durban, adoptados por consenso en la conferencia de 2001 y cuya implementación se evaluará en Ginebra, es, según su caracterización oficial, “un documento exhaustivo y orientado a la acción que propone medidas concretas de combate al racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia relacionada. Es integral en su visión, aborda una amplia gama de temas, y contiene recomendaciones de largo alcance y medidas prácticas”.
Organizaciones palestinas de derechos humanos planificaron varias actividades laterales, que, en un principio, fueron incluidas en el programa de la conferencia de Ginebra. Pero la Oficina del Alto Comisionado de la ONU las canceló unilateralmente hace dos semanas.
Ingrid Jarradat- Gassner, directora del Centro de Recursos Badil para los Derechos de Residencia y de los Refugiados Palestinos en Belén, dijo a IPS que con otras organizaciones habían convocado una charla para explicar por qué ven a Israel como “un régimen de discriminación racial institucionalizada a ambos lados de la Línea Verde”.
“Esperamos tener la posibilidad de organizar estas actividades durante la Conferencia de Examen de Durban en Ginebra”, indicó Jarradat-Gassner. “La propia ONU nos informó que eso sería posible.”
Pero el día 3, menos de tres semanas antes de la conferencia de Suiza, la Oficina del Alto Comisionado le informó a la representante de Badil en Ginebra que todas las actividades laterales sobre la cuestión palestina habían sido eliminadas del programa.
“Ni siquiera nos informaron de manera oficial y directa. De hecho, no tenemos ningún registro de la decisión de la ONU sobre las actividades laterales” referidas a Palestina, dijo Jarradat-Gassner.
La agenda de la conferencia de Ginebra incluye, entre otras actividades laterales, varias referidas a los derechos indígenas y los femeninos y al vínculo entre racismo y pobreza.
Jarradat-Gassner opinó que dentro de la ONU hay cierta reticencia a tratar los problemas palestinos.
En el borrador de declaración final de la conferencia, al que la activista dijo haber tenido acceso, figuran recomendaciones sobre los portadores del virus del sida, el comercio de esclavos, los gitanos y los negros, pero “no hay ni una sola referencia a Palestina, los palestinos o Israel”, aseguró.
Badil, la organización palestina de derechos humanos Al-Haq y el Centro Legal para los Derechos de la Minoría Árabe en Israel (Adallah) elevaron una queja formal conjunta a la Oficina del Alto Comisionado, pero no han recibido respuesta.
La Oficina tampoco respondió las consultas de IPS al respecto.
El relator especial de la ONU para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, Richard Falk, dijo a IPS que no conocía la eliminación de esas actividades del programa de Ginebra, y atribuyó la decisión a “objeciones de Estados Unidos” ante la posibilidad de que la conferencia “despotricara contra Israel”.
También se manifestó “extrañado” ante la negativa a considerar el asunto, dada “la fuerte evidencia de racismo israelí” en el ataque contra Gaza del 27 de diciembre al 17 de enero, en “los aspectos de castigo colectivo” de la ocupación, en “el ascenso de la extrema derecha” al gobierno y la consagración del ultranacionalista Avigdor Lieberman como canciller.
“Hay un vínculo obvio entre colonización y apartheid”, sostuvo Jarradat-Gassner. “Un régimen colonial que llega para quedarse y que codifica en una ley su relación de dominio sobre la población autóctona ingresa en el terreno del apartheid… Eso es lo que Israel ha practicado en los últimos 60 años en Palestina.”
Ante estos obstáculos, Badil y otras organizaciones internacionales y palestinas organizan la Conferencia de Examen de Israel, separada de la reunión oficial en Ginebra, y patrocinada por el Comité Nacional Palestino de Boicot, Desinversión y Sanciones.
Esta Conferencia se realizará bajo la consigna “Unidos contra el apartheid, el colonialismo y la ocupación: Dignidad y justicia para el pueblo palestino”.
Las organizaciones no gubernamentales dedicadas a la cuestión palestina lograrán así una plataforma para dirigirse al resto de la sociedad civil internacional horas antes del inicio de la conferencia oficial en Ginebra.
El gobierno de Obama parece haber decidido no asistir a la Conferencia de Examen de Durban. En 2001, representantes de Estados Unidos se retiraron de la reunión en la ciudad sudafricana cuando se identificó al sionismo con prácticas racistas contra los palestinos.
Organizaciones afroestadounidenses manifestaron desilusión y frustración de que Obama haya eludido la conferencia en Ginebra.
“Una posición fuerte del primer presidente negro de Estados Unidos habría tenido un impacto revolucionario en el discurso mundial sobre la raza”, dijo a IPS Ajamu Baraka, director ejecutivo de la Red Estadounidense de Derechos Humanos, con sede en la sudoriental ciudad de Atlanta.
Nora Barrows-Friedman
La ofensiva israelí, entre el 27 de diciembre y el 17 de enero, cambió muchos aspectos de la compleja dinámica política entre el Estado judío y Palestina, y también dentro de sus poblaciones.
Sólo por el hecho de sobrevivir, Hamás se ha fortalecido políticamente, tanto en los territorios palestinos como en Medio Oriente en general.
En cambio el centroderechista partido Kadima, del entonces primer ministro Ehud Olmert, fue derrotado en las elecciones israelíes del 10 de febrero por una corriente política aun más militarista, cuyo ascenso se nutrió, en buena medida, de la fiebre bélica agravada con la guerra que el propio Olmert promovió.
Mientras, la ferocidad de Israel en la guerra dañó significativamente su imagen internacional. En Estados Unidos, cantidades sin precedentes de organizaciones de la sociedad civil --entre ellas, entidades judías-- expresaron abiertas críticas, incluso desde los primeros días de la guerra.
Todos estos acontecimientos fueron evidentes durante la última visita a la región del enviado especial de Estados Unidos para Medio Oriente, George Mitchell, que comenzó el miércoles. Es la tercera desde su nombramiento, el 21 de enero.
Algunos de los hechos posteriores a la guerra en Gaza parecen dificultar sus esfuerzos de paz. Pero otros, especialmente el nuevo distanciamiento entre el gobierno de Israel y algunos de sus ex partidarios fuertes en el mundo, abren nuevas posibilidades para su misión.
De hecho, en algunas de las primeras apariciones de Mitchell en su último viaje, se mostró a sí mismo más dispuesto que cualquier funcionario estadounidense en muchos años a asumir públicamente una posición --en su caso el apoyo a un Estado palestino independiente--, muy diferente de la promovida por el actual gobierno israelí.
Cuando Olmert lanzó la guerra en Gaza aspiraba a destruir a Hamás o a infligirle tanto daño que se doblegaría.
Pese al gran daño que el ejército israelí causó a la población de Gaza, no logró ninguno de esos objetivos. La estructura del comando de Hamás en Gaza, endurecido por la batalla, quedó intacta.
De todos modos, los máximos líderes Hamás están radicados desde hace muchos años fuera de los territorios ocupados. Por eso, la idea de quebrar o "domesticar" a toda la organización asestando un golpe a sus unidades en Gaza siempre estuvo pobremente planeada.
En vez de quebrarse, Hamás vio elevarse su popularidad durante la guerra en toda la Cisjordania ocupada y entre los cinco millones de palestinos que viven en el exilio.
En Gaza, de algún modo, se redujo, sin dudas a causa del castigo que las fuerzas israelíes infligieron a sus habitantes. Pero Gaza tiene aproximadamente la mitad del tamaño de Cisjordania. En general, Hamás se fortaleció.
Mientras, se redujo la popularidad del más moderado Fatah, movimiento que en los últimos años se alineó más que nunca con las políticas de Estados Unidos.
De hecho, el colapso de las estructuras internas de toma de decisiones de Fatah ahora es tan severo que hay una posibilidad real de que puedan desintegrarse. Aunque el colapso tiene lugar desde hace algún tiempo, la guerra en Gaza ciertamente lo aceleró.
Ya desde 1969, Fatah también ha sido el componente más fuerte de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), entidad secularista que ha avalado todos los esfuerzos de paz palestinos con Israel hasta la fecha.
Por lo tanto, el declive de Fatah también amenaza la supervivencia de la OLP, a menos que las "conversaciones de unidad" entre facciones palestinas en El Cairo concluyan con una fórmula de incorporación de Hamás a la organización por primera vez en la historia.
En medio de estos hechos políticos, los 1,5 millones de habitantes de Gaza todavía intentan hacer frente a las condiciones de vida y los medios de sustento devastados por la reciente guerra. Durante la ofensiva, murieron más de 1.300 palestinos, la mayoría de ellos civiles. Entre los muertos israelíes hubo 10 soldados y tres civiles.
En los tres años anteriores a la guerra, hubo intercambios intermitentes de fuego entre Israel e insurgentes palestinos, principalmente de Hamás, que operaban desde Gaza.
Además, Israel mantuvo un estrecho sitio en torno a Gaza, contraviniendo claramente su responsabilidad como "potencia ocupante" para salvaguardar el bienestar de la población autóctona de la franja.
Al final de la guerra, tanto Israel (el 17 de enero) como Hamás (el 18) anunciaron ceses del fuego paralelos y no acordados. En ausencia de un convenio más formal, negociado, los ceses del fuego existentes han sido frágiles y transcurrieron en medio de varios ataques mutuos.
Pero, además, Israel ha intensificado considerablemente el sitio de Gaza, en momentos en que sus habitantes tienen necesidades extraordinarias de acceder a los materiales para reconstruir los 5.000 hogares y otras estructuras destruidas durante la guerra, como instalaciones de agua y saneamiento, fábricas, depósitos, e incluso el concejo (legislativo local).
John Prideaux-Brune, director de Oxfam para Cisjordania y Gaza, describió la política de Israel hacia la franja como "des-desarrollo intencional".
"Israel arrasó Gaza durante la guerra. Se pueden ver aldeas enteras aplastadas, vacas y otros animales muertos. Ellos parecen haber entrado y eliminado todo lo que pudiera haberse usado para el desarrollo económico, como granjas y fábricas", dijo a IPS.
Según fuentes israelíes, durante la guerra las fuerzas armadas ingresaron 100 aplanadoras, especialmente para acometer esta destrucción.
"Parece un cosa terriblemente estúpida para que haga Israel. Donde los estados han tenido éxito en eliminar el terrorismo, lo han hecho mediante negociaciones y estímulo al desarrollo económico", señaló Prideaux-Brune.
También dijo esperar que los gobiernos occidentales actúen rápidamente para persuadir a Israel de levantar el sitio. Eso permitirá a los habitantes de Gaza regresar al sendero del desarrollo económico y dejar de vivir de la limosna.
Muchas organizaciones humanitarias que durante muchos años brindaron asistencia "de emergencia" a Gaza y a Cisjordania, como Oxfam, se están volviendo más manifiestas en que lo único que realmente puede estabilizar la situación de los palestinos es ponerle fin a la ocupación israelí.
Prideaux-Brune dijo que los palestinos de Gaza actualmente sufren una "crisis de dignidad" deliberadamente infligida.
"Mientras Israel controle todo en las vidas de estas personas, ellas seguirán siendo vulnerables. El alivio de emergencia no es sustituto de una paz exitosa, y ésa es la única manera de llegar a un desarrollo económico real", aseguró.
Helena Cobban
EEUU e Israel abandonaron la Conferencia de Durban (Suráfrica), por considerar que ésta había adquirido un tono antisemita y antiisraelí cuando los países árabes promovieron, con toda razón, la inclusión del sionismo como una forma de racismo. La ONU pretendía superar este escollo mediante una nueva declaración, pero, pese a las buenas intenciones de la institución, ésta sigue sin satisfacer a EE UU. El texto acordado suprime todas las menciones a Israel y la guerra en Oriente Medio, pero incita a prohibir las difamaciones religiosas. Este fragmento fue incorporado a la declaración por la petición de los miembros árabes en referencia a la controvertidas caricaturas sobre Mahoma publicadas en Dinamarca en 2006. Estados Unidos considera que la nueva declaración entraña una amenaza a la libertad de expresión.
Wood, que ha aplaudido los avances registrados en la revisión del documento, ha considerado que el borrador de la declaración supone un logro "para todos los que pretenden crear un mundo libre de cualquier forma de discriminación". Sin embargo -y tras tres meses de deliberación- EE UU ha decidido no participar del encuentro de Ginebra porque entiende que la DDPA destaca "sólo una parte del conflicto y prejuzga asuntos clave que solamente pueden resolverse en negociaciones entre israelíes y palestinos".
La Conferencia de Revisión sobre el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, conocida como Durban II, se celebrará del 20 al 24 de abril en Ginebra (Suiza). Muchos países no habían confirmado aún su asistencia a la espera de conocer el contenido concreto del documento básico de la reunión, que fue acordado y cerrado recién este viernes. Pese al boicot, Washington ha insistido en que "sigue completamente comprometido" con la defensa de los derechos humanos de todos los individuos y con la lucha contra cualquier forma de discriminación racial.
A diferencia de la Administración del presidente George Bush, que se había negado a colaborar en los preparativos de la Conferencia, Barack Obama decidió enviar un delegado a una reunión previa ni bien llegó a la Casa Blanca, en enero de 2009. A finales de febrero, el mandatario demócrata y primer ciudadano afroamericano en asumir la presidencia de EE UU advirtió que no iba a participar en más negociaciones si el texto no lograba despejar sus dudas sobre la cuestión del conflicto entre Israel y Palestina, cosa que finalmente no ocurrió. La ONG Human Rights Watch ha calificado de "decepcionante" la decisión del Gobierno de Obama.
El portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Robert Wood, dijo que el texto final "todavía contiene un lenguaje que reafirma en su conjunto la Declaración de Durban y el Programa de Acción (DDPA) de 2001 que Estados Unidos es incapaz de apoyar".
Wood indicó que el documento final que se elaboró -y que ya no va a ser cambiado por lo inminente de la conferencia en Suiza- destaca "un único conflicto y prejuzga asuntos clave que solamente pueden resolverse en negociaciones entre israelíes y palestinos".
Y agregó que Washington también "tiene serias preocupaciones" acerca del término "incitar", incluido recientemente en el texto, ya que opina que
restringe la libertad de expresión.
Canadá también confirmó su ausencia y varios países europeos están considerando no asistir a la conferencia.
Antecedentes
En 2001, durante la conferencia de Durban, Sudáfrica, Estados Unidos e Israel se retiraron de la misma por considerar que tuvo un tono antisemita y antiisraelí. Específicamente, algunos países árabes habían tratado de definir al zionismo como racista.
El corresponsal de la BBC en Washington Jon Donnison observa que algunos actores internacionales creen que la conferencia podría estar dominada -como en 2001- por el debate acerca de la política de Israel en Medio Oriente.
Donnison destaca que se trata de "una larga disputa entre Estados Unidos y Naciones Unidas, pero es la primera vez que cae bajo la supervisón de (el presidente de EE.UU.) Barack Obama".
Se prevé que el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, sea el único prominente jefe de Estado que asistirá a la conferencia.
Ahmadinejad ha provocado indignación al llamar "mito" al holocausto judío y al pedir la destrucción de Israel.
“Estoy sorprendida y profundamente desilusionada por la decisión de EEUU de no asistir a la conferencia destinada a combatir el racismo, la xenofobia, la discriminación racial y otras formas de intolerancia en todo el mundo”, declaró Pillay.
Un pronunciamiento divulgado por la ONU señaló que un grupo minoritario de naciones permitió que uno o dos temas dominen el debate contra el racismo, provocando que se le brinde más atención a esos puntos que a las preocupaciones de numerosos grupos de personas que sufren el racismo y otras formas de intolerancia.
A juicio de la comisionada, estos son temas realmente globales y es esencial que se discutan a nivel mundial, no importan lo sensitivo y difíciles que sean.
Pillay consideró posible haber vencido las dificultades aducidas por Estados Unidos, fundamentalmente la condena a la actuación de Israel contra el pueblo palestino en los territorios ocupados.
Durante esta jornada, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejad, llegó a Ginebra, donde participará en la conferencia de Durban II sobre el Racismo que se extenderá hasta el viernes 24 de abril.
Israel es racista
Pero el presidente iraní fue muy contundente cuando denunció este lunes la existencia de un "gobierno racista" en Israel, durante su intervención en la Conferencia. El mandatario iraní afimó "que los racistas más duros han sido llevados a Palestina", atacando a los Estados Unidos por defender "los crimenes del sionismo". Ahmadinejad fustigó igualmente el "ataque de los Estados Unidos a Irak" y "el envio de tropas a Afganistan". "El sionismo personifica el racismo", concluyó Ahmadinejad.
Las críticas contra Israel se fundamentan en el trato que el gobierno de esa nación da al pueblo palestino. Además de las más de 1.400 personas muertas en la reciente invasión a la franja de Gaza, Israel mantiene desde hace años una política discriminatoria a menudo calificada de "apartheid" contra los habitantes de este territorio y de Cisjordania, a quienes se les confina a vivir detrás de un muro, se les trata como ciudadanos de segunda categoría a través de un amplio aparataje legal, y se les desocupa a la fuerza de sus propios hogares.
Estados Unidos, sin embargo, se ha convertido en el más fiero defensor de Israel, y ha usado su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU para evitar sanciones contra ese gobierno. Ahmadineyad criticó la actitud del Consejo de Seguridad, pues considera que siempre "ha acogido con el silencio los crímenes de Israel, como los recientes bombardeos contra civiles en Gaza". También dijo que la intervención internacional en Afganistán no ha traído la paz ni la prosperidad a ese país, y que la invasión estadounidense de Iraq ha causado "un millón de muertos y heridos" y pérdidas millonarias para la economía de ese país.
Europeos abadonaron sala, latinoamericanos permanecieron
Tras haber iniciado su discurso, representantes de la Unión Europea abandonaron la sala en protesta por las palabras de Ahmadineyad, pero numerosos delegados también aplaudieron sus palabras. Los delegados de América Latina permanecieron en la sala durante el discurso del presidente iraní. "No tenemos ninguna instrucción de boicotear la conferencia", indicó a la AFP un embajador sudamericano, interrogado sobre la decisión de nueve países de no asistir.
El discurso de Ahmadinejad fue interrumpido por militantes de una organizacion francesa de estudiantes pro-israelíes, disfrazados de payasos, que lo trataron de "racista", pero fueron rápidamente neutralizados y expulsados de la sala por el cuerpo de seguridad de la ONU.
En el conclave participan 103 Estados de los 192 que componen la ONU, incluidos todos los de América Latina y el Caribe, junto a unos 2.000 militantes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG), con el propósito de sentar las bases de un plan internacional para mejorar la lucha contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia.
La Unión Europea -a excepción de Italia, Holanda, Polonia y Alemania, que bloquean la cita- decidió a última hora de ayer participar en la Conferencia, pero no aceptar lo que ellos llaman "abusos". Para la Unión, existen ciertas "líneas rojas" que no pueden ser traspasadas y llamar racista al Estado de Israel es una de ellas. El ministro francés de exteriores, Bernard Kouchner, alertó esta mañana de que la Unión Europea había pactado que no se permitiría ningún "derrape" o "provocación", en particular de Ahmadineyad.
Temores ante resultados de cumbre de 2001
Washington anunció el sábado que iba a boicotear la cumbre por preocupaciones ante una declaración que reafirmaba el lenguaje adoptado en la última gran conferencia de la ONU sobre el racismo en Durban, Sudáfrica, en el 2001. En aquella ocasión, Estados Unidos e Israel abandonaron esa reunión cuando los estados árabes buscaron definir al sionismo como racista.
Aunque esa propuesta no fue incluida en la declaración final y el programa de acción de la conferencia del 2001, el Estado israelí fue criticado con una referencia que señaló: "Estamos preocupados por la difícil situación del pueblo palestino bajo la ocupación extranjera".
Para superar la polémica de la conferencia de 2001 de Durban, a la conferencia de este año se le hizo coincidir con el Día de Recuerdo del Holocausto, fecha dedicada en Israel a recordar el asesinato de judíos por parte del régimen nazi alemán.
Lamenta boicot
Por su parte, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, "lamentó profundamente" el sabotaje de 9 países a la Conferencia Mundial sobre el Racismo además de predominar el aspecto político sobre la discriminación. "Lamento profundamente que muchos (países) hayan decidido mantenerse fuera (del proceso)", afirmó el secretario general, y agregó: "estoy profundamente decepcionado".
"Soñamos con ir en una nueva dirección, pero muchos se aferran al pasado. Hablamos de buscar una nueva unidad, como los tiempos demandan, pero seguimos débiles y divididos; Hablamos de tolerancia y respeto mutuo, pero señalamos con el dedo y realizamos las mismas acusaciones hoy que hace años, sino décadas", añadió el secretario general.
Texto de la declaración
El texto que servirá de columna vertebral para la declaración oficial, y que será aprobado durante la Conferencia, no menciona el concepto de "difamación de religiones" que algunos países musulmanes defendían. Reafirma las conclusiones del cónclave precedente, celebrado en el 2001 en Durban, que alientan una solución política y negociada para el conflicto del Medio Oriente, con el reconocimiento mutuo de dos Estados, Israel y Palestina.
El texto a su vez condena de forma genérica a la ocupación extranjera como uno de los motivos que favorecen el racismo, exhalta la memoria de la víctimas de la esclavitud y el colonialismo, y recuerda las obligaciones de los gobiernos para cooperar con los tribunales que investigan el genocidio.
"Hemos conseguido que el texto recoja una advertencia contra la criminalización de los migrantes, vapuleados por algunas directivas de la Unión Europea, que se reserva la prerrogativa de encarcelar a los sin papeles durante 180 días antes de expulsarlos, y sanciona a quienes les den trabajo", señaló a AFP un diplomático latinoamericano que negoció el proyecto de declaración.
"También obtuvimos que la declaración reitere los derechos humanos que protegen a las poblaciones indígenas, maltratadas en múltiples latitudes del mundo, particularmente en América Latina", agregó otro diplomático latinoamericano.
"El documento es muy equilibrado y establece un marco concreto de acción en una campaña global en busca de la justicia para las víctimas del racismo en el mundo", dijo Ban, y aclaró que reconoce "la flexibilidad y el esfuerzo de las delegaciones para encontrar un marco común a pesar de las considerables dificultades".
Ban Ki-moon
(Con información de Notimex/MVC)
El pasado 20 de abril, los embajadores europeos en la ONU abandonaron la Conferencia Mundial sobre el Racismo de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que se celebraba en Ginebra, indignados para protestar por las palabras del discurso del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad.
Veamos lo que dijo Ahmadineyad:
"A los distinguidos presentes quiero expresarles mi posición. Desde la Segunda Guerra Mundial, y bajo el pretexto del sufrimiento del pueblo judío, y utilizando inadecuadamente el holocausto, ellos han reiterado sus agresiones militares contra una nación entera de palestinos. Ellos, siendo inmigrantes de Europa, EEUU y otras partes del mundo, han establecido un gobierno totalmente racista en la ocupada Palestina. Bajo la excusa de comprensión del racismo y sus consecuencias en Europa, los israelíes llevaron el gobierno más cruel y racista a otras partes del mundo como lo es Palestina (se van de forma coordinada los delegados europeos) Las raíces del ataque de EEUU a Iraq y su invasión de Afganistán están en la arrogancia de la anterior Administración de EEUU y la presión impuesta por poderes descontrolados para expandir su influencia en los intereses del complejo industrial y fabricantes de armamento. (En ese momento abandonan la sala varios diplomáticos, entre ellos el español).
Creemos en la necesidad de un mundo nuevo, con un cambio de políticas y conductas. Los representantes que acaban de abandonar la sala son una minoría, les recomendamos aumentar su capacidad de tolerancia. Todo debe estar basado en el respeto mutuo y la justicia."
Ya antes del inicio de la Conferencia, Israel, Estados Unidos, Italia, Australia, Canadá, Polonia, Alemania, Holanda y Nueva Zelanda se negaron a participar porque sabían que Israel iba a recibir duras críticas. La salida de otros representantes, en su mayoría europeos, durante el discurso del presidente iraní nos debe llevar a pensar y pedir explicaciones sobre qué había en él que les parecía intolerable y que merecía ese plantón.
Una de las cosas que se pudo saber es que el boicot estaba ya planificado. Así lo reconoció el embajador sueco ante ONU Hans Dahlgren a la agencia de cables noticiosos TT y publicadas en la web del canal de televisión SVT:
"El sentido (de las palabras de Ahmadinejad) era que Israel es un régimen racista. Lo escuchamos en inglés o en francés, pero como él habla persa y no existía una versión escrita (del discurso) (...) entonces teníamos acordado que si se decía eso, ya no nos íbamos a quedar (en la sala)".
El embajador español ante la ONU, Javier Garrigues, fue uno de los diplomáticos que abandonó la sala. Siguió la consigna dada por la presidencia checa de la UE, que previó dar el plantón a Ahmadineyad pero volver después para continuar con la conferencia. "El presidente ha hablado de un Estado racista y por eso nos hemos ido", aseguró Garrigues. "Esta retórica inflamatoria no tiene de ninguna manera cabida en una conferencia de la ONU”, afirmó.
Lo curioso es que pasó desaperciba una declaración del presidente de la Asamblea General, Miguel d'Escoto, el 24 de noviembre pasado relativa al tema titulado "Cuestión de Palestina".
En ella, habló de “cuánto se asemejan las políticas israelíes en el territorio palestino ocupado al apartheid que existió en otra época y otro continente”.
Y añadió lo siguiente:
"Creo que es muy importante que nosotros, en las Naciones Unidas, usemos este término. No debemos tener miedo de llamar a las cosas por su nombre. Después de todo, fueron las Naciones Unidas las que aprobaron la Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del Crimen de Apartheid y mostraron claramente a todo el mundo que este tipo de prácticas de discriminación oficial deben prohibirse en todos los casos.
Hoy escuchamos a un representante de la sociedad civil de Sudáfrica. Sabemos que en todo el mundo hay organizaciones de la sociedad civil que trabajan para defender los derechos de los palestinos e intentan proteger a la población palestina, cosa que nosotros, las Naciones Unidas, no estamos haciendo.
Hace más de veinte años, las Naciones Unidas tomaron la iniciativa de la sociedad civil y acordaron que era necesario imponer sanciones para presionar de una forma no violenta a Sudáfrica para que pusiera fin a las violaciones que estaba cometiendo.
Hoy, quizás deberíamos examinar la posibilidad de que las Naciones Unidas sigan el ejemplo de una nueva generación de la sociedad civil, que pide que se adopte una campaña no violenta similar de boicot, desinversión y sanciones dirigida a presionar a Israel para que deje de cometer violaciones de los derechos humanos."
¿También se hubieran ido los representantes europeos al escuchar esto?
Podemos ir también más atrás en el tiempo. La denuncia del racismo contra los palestinos ya se escuchó en la primera Conferencia de la ONU contra Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia en septiembre de 2001, en Durban (Sudáfrica).
Allí fue el entonces presidente de Cuba Fidel Castro quien afirmó lo siguiente:
"Póngase fin cuanto antes al genocidio del pueblo palestino, que tiene lugar ante los ojos atónitos del mundo. Protéjase el derecho elemental a la vida de sus ciudadanos, de sus jóvenes y sus niños. Respétese su derecho a la independencia y a la paz, y nada habrá que temer de los documentos de las Naciones Unidas.
Conozco bien que, en busca de alivio a la situación terrible en que se encuentran sus países, muchos amigos africanos y de otras regiones sugieren la prudencia necesaria para obtener algo en esta Conferencia. Los comprendo, mas no puedo renunciar a la convicción de que cuanto con más franqueza se digan las verdades, más posibilidades habrá de que se nos escuche y se nos respete. Siglos de engaño son más que suficientes."
Pero veamos si Israel es o no un estado racista. Antes y después de la fundación del Estado de Israel en mayo de 1948, las milicias sionistas obligaron a desplazarse a unas 750.000 personas, todas de etnia árabe y habitantes autóctonos de la zona. Para ello destruyeron más de quinientas ciudades y pueblos y perpetraron masacres indiscriminadas de civiles desarmados, como la de Deir Yashin, en la que asesinaron a sangre fría a 254 mujeres, niños y ancianos. Con ello, Israel se apropiaba por la fuerza de 78% del territorio de la Palestina histórica bajo el Mandato Británico cuando legalmente la ONU sólo le asignó el 55%, y eso a pesar de que sólo componían un tercio de la población y de que habían anunciado lo que ahora llamamos “limpieza étnica” en las zonas que les correspondieran. Después de esto, unas 150.000 personas que lograron permanecer en el nuevo Estado judío de Israel pasaron a convertirse en lo que denominan “árabes-israelíes”, aunque no por ello gozaran de todos los derechos de la ciudadanía ya que quedarían bajo jurisdicción militar hasta el 67. Los 800.000 árabes-israelíes de la actualidad, descendientes de aquellos, no son por tanto considerados ciudadanos, sino extranjeros sin derechos sobre el territorio y se les discrimina sistemáticamente.
La llamada “única democracia de Oriente Medio” niega desde 1967 el derecho a una nacionalidad a más de tres millones y medio de personas que viven en los Territorios Ocupados (casi la mitad en campos de refugiados), y con ello pierden todo derecho a exigir derechos, a la vez que otros seis millones de personas han sido condenadas al exilio y viven en su mayoría en campos de refugiados en Jordania, Líbano y Siria. En los Territorios Ocupados las normas que rigen son más de dos mil ordenanzas militares que regulan todos los aspectos y subordinan por completo la vida de los tres millones y medio de árabes-palestinos a la de los aproximadamente trescientos ochenta mil colonos judíos que se han instalado allí.
Amnistía Internacional, en el informe titulado ‘El racismo y el Ministerio de Justicia’, difundido en 2001, dejaba en evidencia el racismo de la “democracia” israelí:
"En Israel, por ejemplo, varias leyes son explícitamente discriminatorias. Todo se remonta a la fundación del Estado de Israel en 1948, la cual, impulsada en principio por el genocidio racista sufrido por los judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, se basaba en la premisa de un Estado judío para el pueblo judío. Algunas las leyes de Israel reflejan este principio y, en consecuencia, discriminan a los no judíos, en concreto a los palestinos que han vivido en estas tierras generación tras generación. Varias secciones de las leyes israelíes discriminan a los palestinos. La Ley del Retorno por ejemplo, ofrece la ciudadanía israelí automáticamente a los inmigrantes judíos, mientras que a los refugiados palestinos que nacieron y crecieron en lo que ahora es Israel se les deniega incluso el derecho a regresar a su hogar. Otros puntos garantizan explícitamente un trato preferente a los ciudadanos judíos en esferas como la educación, la vivienda pública, la salud y el trabajo". [1]
Israel no tiene Constitución, en la web del Parlamento israelí se señala que “todas las leyes orgánicas, todas juntas constituirán, con una introducción apropiada y diversas normas generales, la Constitución del Estado de Israel”.
El estudio elaborado por el intelectual palestino Mazin Qumsiyeh [2] sobre la legislación israelí señala que “los no judíos no pueden formar parte de la nación de Israel o Am Yisrael (el pueblo de Israel), aunque sean ciudadanos del Estado.
Es importante enfatizar este punto.
Para la ley israelí todos los judíos, independientemente de aspectos culturales, genéticos o de ciudadanía, tienen la consideración de nativos israelíes, un miembro de Am Yisrael y tienen derecho a beneficiarse automáticamente de la residencia, de vivir en el autoproclamado Estado Judío. La legislación israelí establece cómo se adquiere la nacionalidad. [3]
Así, se observa que un palestino nacido en un pueblo de Galilea expulsado en 1948 no cumple los requisitos, de forma que existe la categoría de ciudadano nacional o ciudadano no nacional. Los que son ciudadanos pero no nacionales (como los palestinos que se quedaron tras las expulsiones de 1947-1949) no se pueden beneficiar de ninguna de las instituciones y privilegios reservados a los nacionales. De esta forma, los palestinos que no podían llegar a ser ciudadanos tenían su propiedad asignada a los judíos de acuerdo con las ‘Leyes de los ausentes’, promulgadas en 1950.
Lo curioso es que mucho de esos “ausentes” son “ausentes presentes”, se trata de aquellos palestinos que permanecieron dentro de las fronteras del Estado. El resultado es el régimen de apartheid vigente en la actualidad. Según la ley israelí, fundamentada en su ideal de “Estado del pueblo judío”, un inmigrante sionista europeo tiene total derecho a vivir en un asentamiento en Hebron, mientras un palestino de la misma ciudad puede verse forzado a emigrar debido a todas las restricciones que se imponen al campo social y económico de la zona para brindar seguridad a los fundamentalistas habitantes de los ilegales asentamientos. [4]
Esa distinción entre judío y no judío es lo que brinda la base para hablar sobre la existencia de un sistema de apartheid en Israel, donde el hecho de tener una religión específica determina el derecho a la salud, la educación, la continuidad territorial, la libertad religiosa y el acceso al agua, entre otros.
La población palestina está sometida a un régimen de ocupación militar que concede derechos distintos, empezando por el derecho a voto, a personas que habitan en el mismo territorio, según su religión. Para los palestinos, ocupación no solo ha significado muerte, sino un sistema de discriminación racial que domina absolutamente todos los aspectos de sus vidas:
¿Qué se diría hoy por ejemplo si es que un país tuviese como política oficial la expropiación de tierras de judíos, o simplemente prohibiese que un ciudadano de su país pueda asentarse en éste si se casa con una judía?
Claramente se hablaría de un flagrante caso de discriminación, de antisemitismo y seguramente, de sanciones internacionales en contra de ese país, como durante el apartheid sudafricano.
Veamos varios ejemplos de la restricción de derechos a los ciudadanos no judíos del Estado de Israel y cómo se consolidan por medio de la legislación israelí y de una serie de instituciones [5]:
A) Fondo Nacional Judío: El 90% de las tierras de Israel pertenece a esta institución, que según sus estatutos no puede ni vender, arrendar, o siquiera permitir que esa tierra sea trabajada por un “no judío”.
B) Ley de Nacionalidad: Establece claras diferencias en la obtención de la ciudadanía para judíos y no judíos.
C) Ley de Ciudadanía: Ningún ciudadano israelí puede casarse con un residente de los Territorios Ocupados de Palestina; en caso de realizarse la unión, se pierden los derechos ciudadanos en Israel y la familia si no es separada, debe emigrar.
D) Ley de Retorno: Cualquier judío del mundo puede ser ciudadano israelí. En el caso de los ciudadanos palestinos del estado de Israel que tienen familiares en el extranjero, éstos no pueden obtener el mismo beneficio sólo por el hecho de que no son judíos.
E) Ley del Ausente: Declara ausentes a cualquiera que estuviera fuera de su casa, dentro de las fronteras de Israel o en un Estado vecino, después del 29 de noviembre de 1947, o ese mismo día, y en consecuencia sus tierras y sus casas pasan a ser propiedad judía. Paradójicamente, nunca se ha expropiado la tierra de un judío y la mayoría de ella se les ha expropiado a los palestinos.
Otro ejemplo del carácter religioso del estado israelí que lo hace incompatible con un Estado de derecho democrático es que según la legislación “no podrán concurrir a las elecciones al Parlamento aquellas listas de candidatos cuyas intenciones o acciones nieguen la existencia de Israel como el Estado del pueblo judío”.
Con esta ley pasa a ser claramente ilegal el hecho de solicitar cambios en la legislación para poder cuestionar el concepto de Estado de una comunidad religiosa, no aceptar el concepto de un Estado del ‘pueblo judío’, o tratar de convertir a Israel en el Estado de todos sus ciudadanos. [6]
Nadie se atrevería a afirmar que una democracia puede ser compatible con un régimen de apartheid, sin embargo en Israel hay carreteras distintas para los israelíes y para los palestinos.
El mundo se indigna cuando recuerda que en Sudáfrica los negros debían viajar en los asientos de atrás de los autobuses, pero en Israel si un palestino utiliza una de las carreteras reservadas a los israelíes es detenido y condenado a seis meses de prisión.
Esto afecta incluso a los que han vivido siempre en esos territorios, por ejemplo los aproximadamente trescientos cuarenta mil que viven en Jerusalén Este. [7]
No solamente todo esto es silenciado y cuenta con la complicidad de los gobiernos europeos, sino que cuando en un lugar como la ONU es denunciado por un presidente, los “diplomáticos” europeos abandonan la sala.
Vale la pena observar las explicaciones de los europeos para justificar su abandono de la sala.
El embajador británico ante la ONU Peter Gooderham afirmó que "esta retórica inflamatoria no tiene de ninguna manera cabida en una conferencia de la ONU sobre el racismo y cómo combatirlo".
Por su parte, el presidente francés, Nicolas Sarkozy calificó la intervención de Ahmadineyad de un "discurso de odio".
Los europeos –y por supuesto israelíes y estadounidenses- hubieran deseado una Conferencia de palabras vacías, una oda a la igualdad de las razas, un anuncio de Benetton quizás.
Pero existen muchas voces que cuando se habla de racismo quieren señalar al racista, como se hizo antes con Sudáfrica.
La hipócrita Europa no lo pudo soportar.
Con ello, sus gobiernos han superado su miseria y complicidad con el racismo, han pasado de permitirlo a boicotear su denuncia.
Notas:
[1] Informe de Amnistía Internacional, de 2001: Racism and the Administration of Justice (Racismo y el Ministerio de Justicia)
[2] Qumsiyeh, Mazin. Compartiendo la Tierra de Canaán (Capítulo 7). Pluto Press 2004. link.
[3] link.
[4] Abu Eid, Xavier, Jurisdicción y Legitimidad: Claves para entender el conflicto Palestina/Israel. Rebelion.org 28-8-2006. link.
[5] Abu Eid, Xavier, Jurisdicción y Legitimidad: Claves para entender el conflicto Palestina/Israel. Rebelion.org 28-8-2006. link.
[6] Capítulo 7 del libro Compartiendo la Tierra de Canaán, de Mazin Qumsiyeh. Pluto Press 2004 link.
[7] Ramonet, Ignacio. “Por una resistencia de masas no violenta contra Israel”. Entrevista con el líder palestino Mustafá Barghouti. Le Monde Diplomatique. Mayo 2008
La información sobre el carácter racista del estado israelí procede del libro de Pascual Serrano “Desinformación.
Cómo los medios ocultan el mundo”, de próxima aparición este mes de mayo en la editorial Península.
www.pascualserrano.net
Textos relacionados:
Conferencia sobre el Racismo
Europa: la dignidad de la sumisión
Santiago Alba Rico
Discurso completo del presidente Ahmadineyad durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre el racismo
«« | Inicio | »» |