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Los crímenes de guerra de Israel |
Israel echó la culpa de sus anteriores guerras a la amenaza que se cernía sobre su seguridad, incluso la guerra que emprendió contra Líbano en 1982. Sin embargo, no había justificación para su ataque a Gaza y hay llamamientos internacionales a que se investigue. Pero, ¿existe la voluntad política de hacer a Israel responsable de sus crímenes?
Por primera vez desde el establecimiento de Israel en 1948 su gobierno se enfrenta a graves acusaciones de crímenes de guerra por parte de respetadas figuras públicas de todo el mundo. Incluso el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, normalmente tan cauto para no ofender a Estados soberanos (especialmente a los alineados con su miembro más influyente, Estados Unidos), se ha unido a la demanda de una investigación y de exigir posibles responsabilidades. Para entender el significado de estos acontecimientos es necesario explicar lo que hace que los 22 días de ataques a Gaza por parte de Israel se diferencien tan terriblemente de los anteriores emprendidos para mantener su seguridad y sus intereses estratégicos.
En mi opinión, lo que hace que los ataques contra Gaza iniciados el 27 de diciembre sean diferentes de las muchas guerras emprendidas por Israel a lo largo de los años es que las armas y tácticas empleadas devastaron a una población civil esencialmente indefensa. La desigualdad de la confrontación fue tan absoluta, como indica la comparación entre las víctimas de uno y otro bando (más de 100 a 1; más de 1.300 palestinos muertos frente a 13 israelíes, algunos de los cuales por fuego amigo) que la mayoría de los observadores se abstuvo de calificarla de “guerra”.
Los israelíes y sus amigos hablan de “represalia” y del “derecho de Israel a defenderse”. Los más críticos calificaron los ataques de “masacre”, de crímenes de guerra y de crímenes contra la humanidad. En el pasado, el uso de la fuerza por parte de Israel solía condenarse, especialmente por parte de los gobiernos árabes, y se incluían las acusaciones de haber violado la Carta de Naciones Unidas, pero se reconocía implícitamente que Israel estaba usando la fuerza de forma belicosa. Las acusaciones de crímenes de guerra (en la medida en que se hacían) provenían únicamente de gobiernos radicales y de la extrema izquierda.
Las primeras guerras emprendidas por Israel fueron contra sus vecinos árabes que literalmente desafiaban el derecho de Israel a existir como un estado soberano. Los brotes de fuerza eran de naturaleza intergubernamental; e incluso cuando Israel desplegó su superioridad militar en la guerra de seis días en junio de 1967, se consideró dentro del marco de la política mundial normal y aunque puede que fuera ilícito, no fue criminal.
Pero esto empezó a cambiar a partir de la guerra de 1982 en Líbano. El objetivo principal entonces era la presencia de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en el sur de Líbano. Pero ahora esta guerra se recuerda fundamentalmente por su final, con la matanza de cientos de civiles palestinos desarmados de los campos de refugiados de Sabra y Chatila. Aunque esta atrocidad fue obra de la milicia cristiana libanesa, contó claramente con la aquiescencia, el control y la complicidad de Israel. Aún con todo, este incidente, aunque alarmante, sólo fue parte de la operación militar, que Israel justificó como necesaria debido a la incapacidad del gobierno libanés para impedir que se usara su territorio para amenazar la seguridad israelí.
El legado de la guerra de 1982 fue la ocupación por parte de Israel del sur de Líbano y la formación de Hizbolá como reacción. Esta organización creó una resistencia armada que acabó llevando a la bochornosa retirada israelí en 1998. Esto creó el marco para la guerra de 2006 contra Líbano en la que se anunció que el adversario era Hizbolá y la zona de combate inevitablemente mezcló partes de la población civil libanesa con la campaña militar emprendida para destruir a Hizbolá. Esta utilización de fuerza israelí altamente tecnológica suscitó la cuestión de luchar contra una sociedad hostil que no tenía unos medios equivalentes de defenderse como si fuera un Estado enemigo. También se cuestionó la pertinencia de la opción militar para los objetivos políticos de Israel, ya que Hizbolá salió fortalecido de la guerra y el único resultado real fue la reputación dañada de las Fuerzas Defensivas Israelíes* (IDF, en sus siglas en inglés) como fuerza combativa y su salida del sur de Líbano devastado.
La operación en Gaza hizo que estas cuestiones pasaran a un primer plano ya que escenificó este cambio de Estados que luchaban a luchas contra movimientos de resistencia armada y relacionado con ello la conversión desde el lenguaje habitual de “guerra” al lenguaje del hecho “criminal”. En un sentido que es fundamental, Israel consiguió presentar de manera sesgada tanto la percepción como el discurso consiguiendo que los medios de comunicación y los diplomáticos centraran la cuestión legal penal internacional básica en si el uso de la fuerza por parte de Israel fue “desproporcionado” o no.
Esta forma de describir el recurso por parte de Israel a la fuerza ignora la cuestión de base: en cualquier sentido legal, ¿en primer lugar fueron los ataques de carácter “defensivo”? Una investigación de las circunstancias que los rodearon muestra una ausencia de cualquier tipo de necesidad defensiva: un alto el fuego temporal entre Israel y Hamás que estaba en vigor desde el 19 de julio de 2008 había logrado reducir la violencia entre los países fronterizos prácticamente a cero; Hamás ofreció de forma continuada ampliar el alto el fuego, incluso hasta un periodo de diez años; la ruptura del alto el fuego no es fundamentalmente resultado del lanzamiento de cohetes por parte de Hamás sino que se produjo principalmente como consecuencia de un ataque aéreo israelí el 4 de noviembre que mató a seis combatientes de Hamás en Gaza.
¿Fuerza desproporcionada?
En otras palabras, no había motivos para exigir el derecho a defenderse ya que Israel no había sido objeto de un ataque de Hamás, existían alternativas diplomáticas al uso de la fuerza y parecían verdaderas y era legalmente obligatorio confiar en su buena fe. Basándose en esto, el punto central del debate legal no debería ser si la fuerza de Israel fue desproporcionada o no. Desde luego que lo fue. El punto central debería ser si los ataques israelíes fueron un uso de la fuerza no-defensivo y prohibido según la Carta de Naciones Unidas, equivalente a un acto de agresión y, como tal, constitutivo de un crimen contra la paz. Después de la Segunda Guerra Mundial en Nuremberg los dirigentes nazis que habían sobrevivido fueron declarados culpables de este crimen, descrito en la sentencia como “el crimen supremo” que abarcaba los demás.
Casi inevitablemente, la forma de la confrontación en Gaza hace borrosa la diferencia entre guerra y crimen y cuando ocurre en una zona confinada y densamente poblada como es Gaza, mezcla necesariamente a los resistentes con la población civil. También induce a que la resistencia dependa de ataques criminales a civiles ya que no tiene capacidad militar para oponerse directamente a la violencia del Estado. En este sentido, los ataques israelíes a Gaza y la resistencia de Hamás cruzaron la línea divisoria entre un combate legítimo y crímenes de guerra.
Estos dos lados no deberían ser considerados igualmente responsables de los acontecimientos recientes. Israel empezó la campaña de Gaza sin tener una base legal adecuada o una causa justa, y fue responsable de causar una devastación descomunal y todo el sufrimiento de los civiles. El hecho de que Israel se sirviera de una acción militar para derrotar o castigar a Gaza fue intrínsecamente “criminal” y, como tal, demuestra que violó el derecho de guerra y cometió crímenes contra la humanidad.
Hay otro elemento que refuerza la acusación de agresión. Cuando Israel emprendió los ataques la población de Gaza llevaba 18 meses sometida a un bloqueo punitivo. En general este bloqueo se consideraba, correctamente, un castigo colectivo de forma que violaba los Artículos 33 y 55 de la Cuarta Convención de Ginebra que rige la conducta de una potencia ocupante en relación a la población civil que vive bajo su ocupación. Esta política en sí misma fue condenada por ser un crimen contra la humanidad, así como una grave violación del derecho humanitario internacional.
El bloqueo también tuvo como consecuencia graves deficiencias nutricionales y problemas mentales generalizados entre toda la población de Gaza, lo que hizo que fuera especialmente vulnerable al ataque “conmoción y pavor” preparado por tierra, aire y mar. Esta vulnerabilidad aumentó debido a que Israel no permitió refugiarse a los civiles de Gaza cuando esta pequeña franja de terreno estaba bajo estos intensos combates. Se permitió la salida de doscientas esposas que no eran palestinas, lo cual puso de relieve la criminalidad de encerrar a niños, mujeres, enfermos, ancianos, y discapacitados en la zona de guerra y demostró su carácter étnicamente discriminatorio. Parece que esta es la primera vez en condiciones que guerra en que a una población civil se le niega la posibilidad de convertirse en refugiados.
Además de estas cuestiones principales, hay una variedad de presuntos crímenes de guerra asociados a las prácticas israelíes en el campo de batalla. Estas acusaciones, basadas en pruebas recogidas por grupos de derechos humanos, incluyen el hecho de que las IDF dispararan a diferentes objetivos civiles, casos en los que el personal militar israelí negó la ayuda médica a palestinos heridos y otros en los que se impidió a las ambulancias llegar a su destino. También se han documentado 20 ocasiones en las que se vio a soldados israelíes disparar a mujeres y niños que llevaban banderas blancas. Y hay varias acusaciones relacionadas con el uso de bombas de fósforo blanco en zonas residenciales de Gaza, así como denuncias legales por el uso de una nueva y cruel arma llamada DIME que explota con tanta fuerza que hace pedazos los cuerpos humanos.
Estas cuestiones de crímenes de guerra sólo se pueden resolver por medio de aclaraciones objetivas respecto a si existe una base legal para emprender de una acción judicial contra los perpetradores, contra quienes estaban al mando y los dirigentes políticos en el sentido de que estas tácticas y armas criminales se autorizaron como cuestiones de política israelí. En este sentido están también las afirmaciones por parte de Israel referentes al lanzamiento de cohetes contra objetivos civiles, al uso por parte de militantes de Hamás de “escudos humanos” y a sus ataques deliberados contra objetivos no-militares.
Incluso sin una investigación más profunda, no es demasiado pronto para plantear la cuestión de la responsabilidad individual por crímenes de guerra. Las acusaciones más graves tienen que ver con el preexistente bloqueo, con la intrínseca criminalidad del propio ataque y con el hecho de que no fuera defensivo. También se han reconocido las políticas oficiales (es decir, el confinar a la población civil en las zonas de guerra). Las acusaciones contra Hamás requieren una investigación más profunda y una valoración legal antes de discutir posibles disposiciones para establecer responsabilidades.
Inmediatamente se plantea la cuestión de si hablar de crímenes de guerra israelíes no es más que palabrería vacía. ¿Existe alguna posibilidad de que las acusaciones vayan acompañadas de procedimientos efectivos para establecer responsabilidades? Existe una variedad de mecanismos potencialmente utilizables para imponer responsabilidades, pero, ¿se podrá disponer en la práctica de alguno de ellos? El gobierno israelí al más alto nivel ya ha planteado esta cuestión en la forma de garantías oficiales para proteger a los soldados israelíes de tenerse que enfrentar a las acusaciones de crímenes de guerra.
El camino más obvio para abordar las cuestiones más generales de responsabilidad penal sería invocar la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional (TPI) establecido en 2002. A pesar de que se ha pedido al fiscal que investigue si es posible emprender este procedimiento, es altamente improbable que lleve a ningún lado ya que Israel no es miembro de aquel y, según la mayoría de las valoraciones, Palestina no es todavía un Estado o partido según los estatutos del TPI. Tardíamente y de forma un tanto sorprendente, tras el alto el fuego del 19 de enero la Autoridad Palestina trató de adherirse al Tratado de Roma que establece el TPI. Pero aunque sea aceptada como miembro, lo que es improbable, su fecha de adhesión probablemente descarte acciones legales basadas en acontecimientos anteriores, como la operación militar [israelí] contra Gaza. Y con toda seguridad Israel no cooperará con el TPI en relación a las pruebas, testigos o acusados, lo que haría muy difícil proceder aun cuando se superaran los demás obstáculos.
La siguiente posibilidad más obvia sería seguir el camino elegido en los noventa por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, esto es, establecer tribunales penales internacionales ad hoc como se hizo para tratar los crímenes relacionados con la desintegración de la antigua Yugoslavia y con las masacres de Rwanda de 1994. Este camino parece bloqueado en relación a Israel ya que Estados Unidos, como otros miembros permanentes europeos, vetaría cualquier propuesta en este sentido. En teoría, la Asamblea General podría ejercer una autoridad paralela ya que los derechos humanos están dentro de su ámbito y el Artículo 22 de la Carta de Naciones Unidas autoriza a “establecer estos órganos subsidiarios como crea necesario para llevar a cabo su función”. En 1950 actuó según estas bases para establecer el Tribunal Administrativo de Naciones Unidas, autorizado para resolver cuestiones laborales entre el personal de Naciones Unidas.
Las realidades geopolíticas que existen dentro de Naciones Unidas hacen que ésta sea una vía de acción poco probable (aunque se está investigando). En el momento presente no parece que haya suficiente voluntad política intergubernamental para embarcarse en este controvertido camino, pero, con todo, la presión de la sociedad civil puede hacer que ésta sea una acción posible, especialmente si Israel persiste en mantener su ilegal bloqueo a Gaza y se sigue resistiendo a los llamamientos generalizados, incluyendo el del presidente Obama, a abrir los pasos fronterizos desde Israel. Incluso en el poco probable caso de que se establezca, este tribunal no podría funcionar de manera eficaz sin un alto grado de cooperación por parte del gobierno del país cuyos dirigentes y soldados están siendo juzgados. A diferencia de la antigua Yugoslavia y Rwanda, con toda seguridad los dirigentes políticos de Israel harán cuanto esté en su mano para obstruir las actividades de cualquier organismo internacional que se ocupe de perseguir los crímenes de guerra israelíes.
Demandas de jurisdicción universal
Quizá el camino gubernamental más plausible sería confiar en demandas de jurisdicción universal (1) asociadas con la autoridad de tribunales nacionales para perseguir ciertas categorías de crímenes de guerra y que dependen de legislaciones nacionales. Dichas legislaciones existen en diferentes formas en más de 12 países, incluyendo España, Bélgica, Francia, Alemania, Gran Bretaña y Estados Unidos. España ya ha acusado a varios altos oficiales militares israelíes, aunque se está presionando al gobierno español para que cambie su derecho penal para desestimar este tipo de procedimiento en ausencia de estos acusados.
Este camino hacia la responsabilidad penal se emprendió en 1998 cuando el Tribunal Supremo español acusó al ex-dictador chileno Augusto Pinochet, que posteriormente fue detenido en Gran Bretaña donde finalmente una mayoría de la Cámara de los Lores, la más alta instancia legislativa del país confirmó, con unos motivos bastante limitados, el derecho legal a la extradición. Sin embargo, Pinochet no fue extraditado, sino que volvió a Chile debido a su incapacidad [física] para afrontar un juicio y murió en su país donde había en curso un proceso penal contra él.
Es dudoso que la jurisdicción universal proporcione medios prácticos de responder a las acusaciones de crímenes de guerra surgidas de la experiencia de Gaza. Es probable que los procesos judiciales nacionales se vean influenciados por procesos políticos, como ocurrió con los tribunales alemanes que hace un año declinaron demandar a Donald Rumsfeld por acusaciones de tortura a pesar de la contundente base de pruebas y la casi certidumbre de que no sería procesado en Estados Unidos, país que al ser el suyo tiene prioridad jurisdiccional legalmente reconocida. Además, los procedimientos de jurisdicción universal son bastante aleatorios y dependen o bien de la cooperación de otros gobiernos por la vía de la extradición o de la buena suerte de que un potencial acusado se encuentre en el territorio del Estado que lleva a cabo el procedimiento judicial.
Es posible que tenga lugar un procedimiento judicial de alto nivel y esto daría gran importancia a la cuestión de los crímenes de guerra, de manera que, a pesar de los formidables obstáculos, probablemente la jurisdicción universal sea el enfoque más prometedor de la cuestión de la responsabilidad israelí. Aun cuando no se produzca una condena (y no existe ninguna para semejantes acusaciones), la mera amenaza de detención y posible interposición de una acción judicial probablemente inhiba de viajar a individuos que pueden ser detenidos al estar acusados de crímenes de guerra y tiene cierta relevancia política respecto a la reputación internacional de un gobierno.
Por supuesto, existe la posibilidad teórica de que los juzgados de lo penal israelíes emprendan acciones judiciales, cuando menos por prácticas realizadas en el combate, como disparar contra civiles que se rendían. Respetadas organizaciones de derechos humanos israelíes, incluyendo B’Tselem, están recogiendo pruebas para emprender dichas acciones legales y han argumentado que una iniciativa israelí tiene la ventaja nacional de minar las peticiones internacionales de acciones legales.
Esta iniciativa israelí es significativa, aun cuando no vaya seguida de una acción legal, como parece casi seguro debido a coacciones políticas. Dará crédito a la controvertida polémica internacional acerca de si en algún ámbito legal debería tener lugar una acusación penal y un proceso contra dirigentes políticos y militares israelíes, y perpetradores de crímenes de guerra. Si la política bloquea la acción legal en Israel, entonces la implementación del derecho penal internacional depende de que se emprenda cualquier acción posible en un tribunal internacional o en tribunales nacionales extranjeros, y si esto resulta imposible, convocando un tribunal civil internacional no-gubernamental con una autoridad legal simbólica.
Lo que parece razonablemente claro es que a pesar del clamor internacional pidiendo que se investiguen los crímenes de guerra y se exijan responsabilidades, falta voluntad política para demandar a Israel a nivel intergubernamental, dentro o fuera de la ONU. Cuando se trata de crímenes de guerra las realidades de la geopolítica están construidas con un doble rasero. Una cosa es demandar a Sadam Husein o Slobodan Milosevic, y otra muy distinta ir en contra de George W. Bush o Ehud Olmert. Desde el proceso de Nuremberg tras la Segunda Guerra Mundial existe impunidad para aquellos que actúan en nombre de Estados poderosos e invencibles y no parece que en un futuro próximo nada vaya a desafiar este hecho de la vida internacional, con lo que se va a empañar el estatus del derecho internacional como un vehículo de la justicia global que es consecuente con sus esfuerzos por hacer que se cumpla la ley. Cuando se trata de derecho penal internacional sigue habiendo impunidad para los fuertes y victoriosos, y una potencial exigencia de responsabilidades para los débiles o derrotados.
Sí parece probable que las iniciativas de la sociedad civil lleven al establecimiento de uno o más tribunales que operen sin la ventaja de una autorización gubernamental. Estos tribunales llegaron a ser importantes durante la guerra de Vietnam cuando Bertrand Russell se puso al frente del establecimiento del Tribunal Russell. Desde entonces el Tribunal Permanente de los Pueblos con sede en Roma ha organizado más de 20 sesiones sobre varios temas internacionales que no serían abordados ni por la ONU ni por los gobiernos.
En 2005 el Tribunal Mundial sobre Iraq que tuvo lugar en Estambul escuchó las pruebas de 54 testigos y su jurado, presidido por la escritora india Arundhati Roy, emitió una Declaración de Conciencia que condenaba a Estados Unidos y Gran Bretaña por la invasión y ocupación de Iraq, e hizo una relación de los dirigentes de ambos países a los que se debería exigir responsabilidades.
El Tribunal recopiló una impresionante documentación referente a las acusaciones penales y recibió una considerable atención de los medios de comunicación, por lo menos en Oriente Medio. Los medios de comunicación atacan o ignoran esta iniciativa porque es unilateral y carece de peso legal, pero en ausencia de una acción formal para establecer responsabilidades, estas iniciativas informales llenan un vacío legal, cuando menos simbólico, y dan legitimidad a iniciativas no violentas contra la guerra.
La guerra de la legitimidad
Al final, lo inquietante es si es importante o no la cuestión de los crímenes de guerra suscitada por el comportamiento de Israel en Gaza y, en caso de que lo sea, en qué sentido. Creo que es extremadamente importante en relación a lo que se podría denominar la “segunda guerra”, esto es, la guerra de la legitimidad que a menudo acaba influyendo más en el resultado político que los resultados en el campo de batalla. Estados Unidos ganó cada batalla de la guerra de Vietnam y perdió la guerra; lo mismo ocurrió con Francia en Indochina y Argelia, y con la Unión Soviética en Afganistán. El Sha de Irán fue derrocado, lo mismo que el régimen de apartheid en Sudáfrica, a causa de las derrotas en la guerra de la legitimidad.
En mi opinión, el resultado de hacer salir a la luz las acusaciones penales contra Israel durante y después de sus ataques a Gaza ha sido unos importantes logros para los palestinos en el frente de la legitimidad. La generalizada percepción popular de la criminalidad de Israel, especialmente el hecho de emprender una guerra con armamento moderno contra una población indefensa, ha llevado a personas de todo el mundo a proponer el boicot, la desinversión y las sanciones [contra Israel]**. Esta movilización ejerce presión sobre gobiernos y empresas para que desistan de entablar relaciones con Israel y recuerda a la campaña mundial anti-apartheid que tanto hizo para alterar el paisaje político en Sudáfrica. Ganar la guerra de la legitimidad no garantiza que se vaya a lograr la autodeterminación palestina en un futuro inmediato, pero cambia la ecuación política de un modo que no es completamente discernible en este momento.
El sistema global proporciona un marco legal capaz de imponer el derecho penal internacional, pero no se implementará a menos que haya voluntad política. Es probable que Israel se proteja de iniciativas judiciales formales referentes a acusaciones de crímenes de guerra, pero se enfrentará a la secuela que surge de la credibilidad que estas acusaciones plantean a la opinión pública mundial. Esta secuela está dando una nueva forma a la subyacente lucha Israel/Palestina y está dando una relevancia mayor de la que nunca ha tenido a la guerra de la legitimidad, la cual se combate en el campo de batalla político global.
Notas:
* N. de la t.: Este es el nombre con el que, paradójicamente, se autodenomina el ejército israelí.
(1) La idea de una jurisdicción universal tiene sus raíces en la manera de abordar la piratería en los siglos pasados, cuando se permitía a cualquier país capturar y emprender acciones legales al encontrar barco pirata y sin tener en cuenta la nacionalidad de las personas acusadas de ese crimen.
** N. de la t.: En realidad, esta campaña fue lanzada por más de 170 organizaciones palestinas el 9 de julio de 2005, en el primer aniversario de la Opinión Consultiva emitida por el Tribunal Internacional de Justicia que declaraba ilegal el Muro del Apartheid, véase: www.bdsmovement.net.
(mas...)
Richard Falk

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, multitud, politica, violencia.
El relator destaca dos aspectos para apoyar su opinión: el hecho de que Israel empleó armamento de todo tipo, aviones, armas pesadas e incluso armas prohibidas contra zonas densamente pobladas por civiles, y el cierre de todas las fronteras de la franja para impedir la huida de éstos de las áreas de combate.
Falk considera que si no es posible distinguir entre los objetivos militares y los civiles —y dadas las condiciones de Gaza no lo es— "lanzar ataques de ese tipo es inherentemente ilegal y podría constituir un crimen de guerra de la mayor magnitud bajo la ley internacional".
Y agrega que "considerando que los ataques iban dirigidos contra áreas densamente pobladas, era en cierto punto inevitable, y desde luego previsible, que hospitales, centros educativos y religiosos y sedes de la ONU fueran alcanzadas por los bombardeos israelíes, y que se registraran numerosas víctimas civiles".
Civiles en una ratonera
Sobre el segundo elemento, que él llama "negación de refugio" al no permitirse a los civiles huir de Gaza, el experto afirmó que puede tratarse de "un nuevo tipo de crimen contra la humanidad" y recordó que "incluso en Irak, donde EEUU ha cometido muchas cosas, antes de lanzar una ofensiva contra Faluja se permitió a los civiles salir".
En la ofensiva murieron al menos 1.434 palestinos, de los cuales 235 combatientes eran y 960 eran civiles; entre éstos, hubo 288 niños y 121 mujeres.
Otros 5.303 palestinos fueron heridos, de ellos 1.606 niños y 828 mujeres, pero Falk afirma que los traumas psíquicos son aún mucho mayores.
El relator propone una investigación por parte de "tres o más respetados expertos en leyes internacionales de derechos humanos y ley criminal internacional", que englobe "todo el espectro de las violaciones cometidas tanto por las fuerzas armadas israelíes como por Hamas".
Sin embargo, destacó, "eso no debe llevar a malas interpretaciones, pues la magnitud de las violaciones cometidas por Israel es muchísimo mayor que las que haya podido cometer Hamas".
Responsabilidad en las rupturas de la tregua
Sobre esta organización, afirmó que "es indispensable tratarla como a un actor político y no como a un grupo terrorista" para que haya alguna posibilidad de que se logre un arreglo político al conflicto, y recordó que "tanto Estados Unidos como, en menor medida, Israel, impulsaron a Hamas a participar en las elecciones palestinas del 2006".
Tras ganar los comicios en Gaza, recordó Falk, "Hamas propuso a Israel prolongar el alto el fuego, y lo mantuvo más de un año a pesar de las continuas provocaciones y ataques israelíes".
En ese sentido, el experto desmonta en su informe la tesis, ampliamente difundida por Israel, de que la ofensiva muestra que, durante el periodo de alto el fuego de los meses previos, "en el 79% de los casos de incidentes violentos, era Israel quien rompía el alto el fuego".
Falk cree que en una posible investigación son aplicables las jurisprudencias de los principales tribunales internacionales, como el de la ex Yugoslavia, Ruanda y Corte Penal Internacional.
Sin embargo, el informe de la ONU reconoce que el doble estándar que impera en las relaciones internacionales no facilitará que se haga justicia. "La estructura intergubernamental [de la ONU] está diseñada por las fuerzas geopolíticas, y los países del Norte y los del Sur son tratados de distinta manera. No se trata igual a Chile, Irak o Camboya, que a Estados Unidos, China o Israel", se lamentó.
Falk ya clamó ante la ONU al inicio de la ofensiva militar israelí en diciembre para recordar a los países miembros la obligación de proporcionar una protección real al pueblo palestino, sin éxito.
(mas...)
En el texto acerca de la reciente operación militar israelí en Gaza -en la que murieron más de 1.400 palestinos, en su gran mayoría civiles- Falk concluye que el recurso a la fuerza, de la manera en que lo hizo Israel entre el 28 de diciembre y el 18 de enero, no estaba legalmente justificado y fue potencialmente un crimen de guerra.
El relator destaca dos aspectos para apoyar su opinión: el hecho de que Israel empleó armamento de todo tipo, aviones, armas pesadas e incluso armas prohibidas contra zonas densamente pobladas por civiles, y el cierre de todas las fronteras de la franja para impedir la huida de éstos de las áreas de combate.
Falk considera que si no es posible distinguir entre los objetivos militares y los civiles -y dadas las condiciones de Gaza no lo es- "lanzar ataques de ese tipo es inherentemente ilegal y podría constituir un crimen de guerra de la mayor magnitud bajo la ley internacional".
Y agrega que "considerando que los ataques iban dirigidos contra áreas densamente pobladas, era en cierto punto inevitable, y desde luego previsible, que hospitales, centros educativos y religiosos y sedes de la ONU fueran alcanzadas por los bombardeos israelíes, y que se registraran numerosas víctimas civiles".
Sobre el segundo elemento, que él llama "negación de refugio" al no permitirse a los civiles huir de Gaza, el experto afirmó que puede tratarse de "un nuevo tipo de crimen contra la humanidad" y recordó que "incluso en Irak, donde EE.UU. ha cometido muchas cosas, antes de lanzar una ofensiva contra Faluja se permitió a los civiles salir".
En la ofensiva murieron 1.434 palestinos, de los cuáles 235 combatientes y 960 civiles, entre ellos 288 niños y 121 mujeres.
Otros 5.303 palestinos fueron heridos, de ellos 1.606 niños y 828 mujeres, pero Falk afirma que los traumas psíquicos son aún mucho mayores.
El relator propone una investigación por parte de "tres o más respetados expertos en leyes internacionales de derechos humanos y ley criminal internacional", que englobe "todo el espectro de las violaciones cometidas tanto por las fuerzas armadas israelíes como por Hamas".
Sin embargo, destacó, "eso no debe llevar a malas interpretaciones, pues la magnitud de las violaciones cometidas por Israel es muchísimo mayor que las que haya podido cometer Hamas".
"Hamas no es un grupo terrorista"
Sobre esta organización, afirmó que "es indispensable tratarla como a un actor político y no como a un grupo terrorista" para que haya alguna posibilidad de que se logre un arreglo político al conflicto, y recordó que "tanto Estados Unidos como, en menor medida, Israel, impulsaron a Hamas a participar en las elecciones palestinas del 2006".
Tras ganar los comicios en Gaza, recordó Falk, "Hamas propuso a Israel prolongar el alto al fuego, y lo mantuvo más de un año a pesar de las continuas provocaciones y ataques israelíes".
En ese sentido, el experto desmonta en su informe la tesis ampliamente difundida por Israel de que la ofensiva muestra que durante el periodo de alto al fuego de los meses previos, "en el 79 por ciento de los casos de incidentes violentos, era Israel quien rompía el alto al fuego".
Falk cree que en una posible investigación son aplicables las jurisprudencias de los principales tribunales internacionales, como el de la ex Yugoslavia, Ruanda y Corte Penal Internacional.
Falk presentó esta tarde su reporte ante el Consejo de Derechos Humanos, en el que sostuvo que el recurso de la fuerza no estaba legalmente justificado y no se agotaron los recursos diplomáticos para evitarlo.
El relator agregó que debido a la alta densidad de población en la Franja de Gaza, "no era posible distinguir entre civiles y soldados, por lo que la naturaleza de la ofensiva es ilegal y constituye un crimen de guerra de gran magnitud según la legislación internacional".
"Según los elementos de prueba actualmente disponibles, hay razones para llegar a esa conclusión", añadió el catedrático de Derecho de la Universidad de Princeton.
Durante las operaciones militares que desplegó Israel entre el 27 de diciembre y el 18 de enero pasados, Falk confirmó las cifras de mil 434 palestinos muertos, de los cuales 239 eran policías, 235 militantes y 960 civiles, entre ellos 288 niños y 121 mujeres.
También señaló que cinco mil 303 palestinos resultaron heridos por los ataques, incluyendo mil 606 niños y 828 mujeres.
En suma, precisó Falk, uno de cada 225 habitantes de Gaza perdieron la vida o sufrieron heridas durante los 22 días de bombardeo, sin contar el trauma psicológico al que la población fue expuesta, en especial los niños, que son 53 por ciento de la población de la Franja.
En el mismo periodo, señaló Falk, murieron 13 civiles y 200 resultaron heridos en Israel por el lanzamiento indiscriminado de cohetes desde el territorio de Gaza.
En rueda de prensa, Falk puntualizó que en una zona de combate densamente poblada por civiles, y con "el tipo de armas utilizadas por el ejército israelí, es imposible conducir operaciones militares de una manera legal".
Se perpetraron ataques de manera desproporcionada,con armas modernas poderosas contra población básicamente indefensa, señaló.
Falk también subrayó el hecho de que Israel le negó a la población civil palestina el derecho a obtener refugio.
Esta política de guerra, recalcó el relator independiente de origen judío, debería ser explícitamente prohibida, y tratada y reconocida como un crimen contra la humanidad.
Es notable, señaló, que a los residentes de la Franja de Gaza con pasaporte extranjero se les permitió salir de los territorios ocupados, mientras que a los palestinos, incluidos enfermos, discapacitados, ancianos y heridos, no.
El relator apuntó que ha habido acusaciones de intensificación de un sentimiento antipalestino, pues se han recibido múltiples informes sobre mensajes racistas pintados en las paredes, así como actos hostiles como orinar y defecar en hogares palestinos cuando los baños estaban disponibles.
En Zeytoun, los soldados israelíes dejaron mensajes de odio dirigidos a los palestinos, no a los milicianos.
Falk mencionó frases como "Muerte a todos los palestinos", "Los árabes deben morir", "Llegará el día en que matemos a todos los árabes", "Un buen árabe es un árabe en su tumba", entre otros.
Falk comentó que hay testimonios de soldados israelíes impresionantes en los que relataron matanzas a civiles inocentes, destrucción arbitraria, expulsión de familias de sus hogares para tomar las casas como centros de operaciones, ningún cuidado por la vida humana y actos brutales cometidos contra civiles palestinos.
Asimismo, el experto consignó reportes de que algunos rabinos incitaron a soldados a ver el combate como guerra religiosa entre el bien y el mal, lo que desembocó en una suspensión de preceptos morales y legales, apuntó.
Falk citó el ejemplo de la periodista judía Amira Hass, quien aseguró que los soldados perpetraron esos actos porque tenían luz verde para atacar a los civiles, y que los soldados escribieron en las paredes frases que reflejaban cómo entendían el espíritu de la misión.
Falk agregó que el bloqueo a la Franja de Gaza impuesto por Israel significa un castigo colectivo para toda la población de Gaza, así como una violación a sus derechos sociales y económicos.
Falk hizo mención a una carta enviada al secretario general de la ONU firmada por 16 personalidades en las que se incluyen el fiscal para los tribunales de Ruanda y Yugoslavia Richard Goldstone, el arzobispo y premio Nobel Desmond Tutu y la ex alta Comisionada de Naciones Unidas para Derechos Humanos Mary Robinson, en la que piden una investigación "rápida, independiente e imparcial" sobre crímenes de guerra relacionados con las operaciones militares de Israel en Gaza.
Para terminar con el ciclo de violencia, opinó, se debería reconocer al Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) como un actor político y no como un grupo terrorista, y recordó que Estados Unidos apoyó a Hamás para participar en las elecciones de 2006.
El informe lleva el título "Cruce de Rafah: ¿Quién guarda las llaves?", y se centra en la situación en este paso fronterizo, único entre Gaza y Egipto, abierto en noviembre de 2005 tras un acuerdo entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), con la mediación de Estados Unidos, la Unión Europera, la ONU, y Rusia)
El acuerdo, también estipuló que el Ejército israelí controlaría el acceso de estos observadores a la terminal de Rafah a través del puesto militar de Kerem Shalom.
La captura en junio de 2006 del soldado israelí Guilad Shalit y la toma por la fuerza de Gaza por parte de Hamás en 2007, originó que la única frontera de la Franja a un país que no sea Israel quedara bloqueada, salvo en contados casos en que Egipto autorizó su apertura y que sólo cubrió el 3 por ciento de las necesidades de los habitantes de Gaza.
Desde junio de 2007, Israel ha mantenido el cruce de Rafah cerrado en un 85 por ciento, en contraste con casi al 100 por ciento que permaneció abierto entre su apertura, en noviembre 2005, y la captura de Shalit.
"Todas las partes niegan la responsabilidad sobre la clausura y culpan al otro. El resultado parece ser que nadie es el responsable del cierre de Rafah", apunta la directora de Gisha, Sari Bashi, quien además responsabiliza en primer lugar a Israel, aunque también a Egipto, al movimiento islamista Hamás, a la ANP, la UE y a Estados Unidos -que patrocinó el acuerdo de 2005-, como culpables de violar "el derecho humano fundamental de 1,5 millones de personas de entrar y salir de Gaza".
En lo tocante a la UE, cuya responsabilidad equiparan las ONG a la de EEUU, afirma que "si no logran presionar para que se reabra Rafah, entonces deberán retirar su apoyo a los acuerdos relativos al cruce, a fin de evitar el riesgo de complicidad, por acuerdo tácito, en la violación de los derechos humanos de los residentes de Gaza".
Por su parte, la portavoz de la misión de la UE en Rafah, María Tellería, quien forma parte del personal de 38 observadores que actualmente están en la zona, consideró el informe como "muy serio y acertado". Pero, señaló que " continuar intentando la reapertura de la frontera y mostrando nuestro compromiso político hacia Palestina es lo más acertado que podemos hacer". "Somos una tercera parte neutral y estamos al servicio de las dos partes firmantes del acuerdo que son Israel y la ANP", agregó.
Las organizaciones humanitarias afirman que a pesar de que Israel no tiene fuerzas desplegadas en la frontera entre Gaza y Egipto, continúa ejerciendo un control sustancial sobre el cruce de Rafah, cuyo cierre emplea para presionar a los residentes de la Franja con su política de castigo colectivo.
También el informe acusa a Egipto, que tiene la capacidad física para reabrir la frontera pero no lo hace presionado por Israel, así como en defensa de sus propios intereses, que incluyen "no reconocer el gobierno de Hamás" con el objetivo de impedir una posible ramificación con los islamistas egipcios.
Lo más triste y ruin es la indigna posición de la nueva administración norteamericana, la cual siguen a pie de la letra el vil libreto dejado por la administración del retrasado mental George Bush, por eso nada de raro tiene que los venezolanos y nuestro gobierno democrático sigamos siendo víctimas de desmanes y vergonzosas declaraciones por parte del nuevo gobierno, donde el presidente Barack Obama recientemente nos ha acusado de ser un estado “pro-terroristas”
Hay que tener el mayor desparpajo y la más grande ignorancia, incluyendo por supuesto la mala fe al dar esas declaraciones en contra del gobierno y pueblo bolivariano
El Sr Obama lo vemos calla, ante los horribles crímenes realizados por el Estado de Israel contra una población cautiva y sitiada en la Franja de Gaza , a pesar que todo el Mundo los condenó y lo sigue haciendo, solo que ahora este informe de los investigadores de la ONU enviado a la Comisión de los Derechos Humanos de la ONU donde se denuncian las actuaciones cobardes y viles de las tropas israelíes , los cuales usaron como escudo humano a niños, donde se informa también de las matanzas programadas y realizadas por el ejército israelí para atormentar y causar traumas, así como graves daños mentales a la población civil .
Este informe debe servir para condenar de una manera ejemplar al estado de Israel y a su aliado criminal EEUU. Además se le solicita al Consejo de Seguridad la creación de un Tribunal que juzgue a Israel como lo que ha sido como un Estado forajido que usa los crímenes de guerra.
Atento debemos estar los pueblos y gobiernos decentes de la región para exigirle a los Estados Unidos de América cumpla con las normas elementales y no interfiera con su poder de veto ante el Consejo de Seguridad de la ONU, el cual a cada rato usa para brindarle a los criminales israelíes salirse con las suyas.
Basta ya de tanta hipocresía, basta de usar la política como herramienta de mafias.
Obama debe demostrar que es distinto o decir de una manera simple que es igual al idiota que dejo a la Casa Blanca en Enero pasado.
El periódico dice haber encontrado pruebas de los ataques llevados a cabo contra civiles por aviones no tripulados tan precisos que quienes los manejan a distancia son capaces de distinguir hasta el color de la ropa de las personas a las que se proponen atacar.
En un caso, el misil de uno de esos aviones, conocidos como "drones", mató a los seis miembros de una familia que se encontraba en el patio de su casa.
Los testimonios se recogen en tres vídeos filmados por el periódico y, señala The Guardian, dan fuerza al llamamiento internacional a favor de que se investigue la operación israelí contra Hamás, que causó la muerte de unos 1.300 civiles, entre ellos hasta tres centenares de niños.
Aunque Amnistía Internacional exige también que se investigue a Hamás por ejecutar al menos a dos docenas de palestinos, supuestos colaboradores de los israelíes, los grupos de derechos humanos insisten en que la mayoría de los crímenes de guerra son imputables a Israel.
"Sólo una investigación ordenada por el Consejo de Seguridad de la ONU puede garantizar la cooperación de Israel y ése es además el único órgano que puede asegurar algún tipo de procesamiento (de los responsables)", afirma Donatella Rovera, funcionaria de Amnistía Internacional que ha dedicado dos semanas a investigar las acusaciones de crímenes de guerra contra Israel.
Entre los testimonios más dramáticos recogidos por The Guardian está el de tres hermanos adolescentes de la familia al-Attar que aseguran haber sido sacados de casa a punta de pistola y obligados a arrodillarse frente a los carros de combate israelíes para evitar que los palestinos dispararan contra los invasores.
Los hermanos cuentan también que los soldados israelíes los enviaron en otras ocasiones como avanzadilla a las casas de los palestinos para que en el caso de que hubiera allí francotiradores, las primeras balas fueran para ellos.
La utilización de escudos humanos fue declarada ilegal en el 2005 por el Tribunal Supremo israelí después de varios incidentes de ese tipo.
Según el periódico, varios médicos y conductores de ambulancias dijeron haber sido blanco de los disparos de los israelíes y dieciséis perdieron así la vida, algo que prohíben estrictamente las convenciones de Ginebra.
Según la Organización Mundial de la Salud, más de la mitad de los 27 hospitales y las 44 clínicas de Gaza fueron bombardeados por los israelíes.
En un informe publicado hoy, la propia organización médicos por los Derechos Humanos de Israel denuncia las violaciones por ese país del derecho internacional humanitario.
"Hemos observado una fuerte degradación ética por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes en lo que se refiere al tratamiento de la población civil de Gaza, que equivale de hecho a un total desprecio hacia las vidas de los palestinos", critica esa organización israelí.
Como consecuencia de ello, un número desconocido de palestinos murieron desangrados mientras que otros tuvieron que permanecer escondidos durante días en sus hogares sin poder recibir asistencia médica en espera de ser rescatados.
Los cuerpos de los muertos permanecieron tirados fuera de las casas o al borde de las carreteras durante días y en algunos casos hasta dos semanas. Haaretz informó de bastantes de esos casos, algunos de ellos en el momento en que estaban teniendo lugar.
El documento encontrado en la casa proporciona una prueba escrita de que los comandantes militares ordenaron a sus tropas que dispararan contra los equipos de rescate.
La hoja de papel titulada “Evaluación de la situación” fue encontrada por un investigador del Centro Palestino para los Derechos Humanos en el hogar de la familia de Sami Dardone en Yabal al-Rayes, al este de Yabalia. La extensa familia Dardone habita unas cuarenta casas de esa barriada, construida en lo alto de una colina.
El ejército se apropió de algunos de los hogares para albergar allí a sus tropas durante la ofensiva y para servir como punto de tiro de francotiradores o para cualquier tipo de misión.
La mayoría de los hogares resultaron seriamente dañados por bombardeos directos o de objetivos cercanos al comienzo de la operación terrestre.
Esa fue también la razón por la que quienes vivían en las casas huyeran de allí el 4 de enero.
Al terminar la ofensiva el 18 de enero, cuando los vecinos volvieron a sus barrios, se encontraron con que el ejército israelí había destruido totalmente algunas de las casas, además de las que resultaron dañadas por los proyectiles y otras que acabaron destrozadas cuando los soldados irrumpieron en ellas con tanques a través de las paredes.
En algunas ocasiones, los soldados utilizaron también explosivos para entrar.
Una fuente militar dijo a Haaretz que “el documento encontrado no es un documento oficial firmado por un comandante concreto y, como tal, el ejército no puede hacer comentarios de fragmentos de frases anotadas en un trozo de papel”, pidiendo que no se interpretaran como directivas e instrucciones ordenadas por los comandantes.
Evaluación de la situación
Según el oficial reservista que no participó en la Operación Plomo Fundido y que recibió una copia del documento vía fax, la “Evaluación de la situación” había sido escrita por un comandante de sección, o por alguien con una graduación más alta, un comandante de compañía.
El reservista dice que el autor de la “Evaluación de la situación” tomaba notas para trasladar a sus soldados el contenido de una reunión informativa que altos oficiales habían ofrecido a comandantes de menor graduación.
La fecha de la hoja es “16.1.08”, una clara errata ya que comenta hechos políticos y militares que tenían lugar a mediados de enero de 2009. Es posible concluir que el autor está refiriéndose a la posibilidad de que se declare un alto el fuego, un hecho que los oficiales israelíes debatían públicamente en aquellos momentos.
“Las próximas veinticuatro horas son muy importantes; es probable que ellos [Hamas] no acepten el acuerdo”, escribe el autor.
También menciona al “Ministro del Interior”.
Es probable que la referencia aluda al Ministro del Interior de Hamas Said al-Sayam, que fue asesinado el 15 de enero tras bombardear su casa el ejército israelí.
En el ataque murieron también cuatro miembros de su familia y cinco integrantes de una familia vecina.
Entre los muertos había cuatro niños.
Las notas del comandante en la parte superior de la hoja son en gran medida una breve información política, por ejemplo:
“los dirigentes locales lo quieren [un alto el fuego], los de fuera [dirigentes de Hamas] no están al corriente”, y una valoración de las intenciones del enemigo:
“al enemigo le gustaría llevar a cabo algún secuestro [de soldados], destrucción de hogares”.
La frase “Normas de procedimiento” aparece escrita en la parte inferior de la hoja, junto con otra categoría: “Rutina operativa”.
Aparece escrito lo siguiente:
“Normas de procedimiento: Disparad también a los equipos de rescate. No sobre mujeres y niños. Más allá del tantcher – incriminación”.
El “tantcher” es la denominación que el ejército da a Saladino, la ruta que atraviesa toda la longitud de la Franja de Gaza.
La casa de la familia Dardone está situada al este de la ruta, por eso es posible que esas instrucciones se refieran a disparar contra cualquiera que cruce la ruta hacia el este, hacia las zonas de las que se había apoderado el ejército israelí.
Un soldado reservista que no participó en Plomo Fundido dijo que el término “incriminación”, por lo que él sabe, se refiere al proceso de identificar si la persona que se aproxima es un terrorista.
El oficial reservista que no tomó parte en la operación de Gaza habló con otros reservistas, quienes le dijeron que “incriminar” se utilizaba como orden para disparar a matar, al contrario del “procedimiento para identificar sospechosos”, por el cual se dispara primero al aire y después a las piernas.
El portavoz del ejército declaró en respuesta que “el ejército recibió órdenes inequívocas de no disparar contra quienes no estuvieran implicados en los combates y de ayudar a los heridos palestinos en función de la situación de la ofensiva”.
El oficial reservista dijo a Haaretz que “según los detalles que se mencionan en el papel, parece que el autor era un oficial de baja graduación que estaba al mando de unos treinta soldados, y que se ocupaba de organizar el equipamiento de su sección y de que revisaran el funcionamiento de sus armas”
Dijo también que el autor podría haber tomado parte en una reunión informativa con oficiales de rango más alto y que tomaba notas para su información militar y política. Que ahí fue donde pudo recibir las instrucciones sobre las normas de procedimiento.
“Las normas de actuación no son algo que decide el comandante de una sección o de una compañía”, dijo el oficial reservista.
Según las pintadas dejadas en los hogares Dardone y en función de lo que se sabe del despliegue del ejército israelí en la Franja, la unidad implicada formaba parte de la Brigada Golani.
La última parte del documento se titula “Rutina operativa: Calendario de combate”, y se refiere a aspectos como las guardias, la responsabilidad del equipamiento de la sección y las reuniones informativas. También se incluye ahí una nota cuyo título puede traducirse como “Cagar en las casas”.
El oficial y el soldado reservistas con los que habló Haaretz dijeron que no sabían lo que esa frase podía significar.
Muchas de las casas allanadas por el ejército se abandonaron en condiciones completamente insalubres; los residentes en el hogar de Sami Dardone encontraron sus ropas amontonadas con restos obvios de heces humanas.
Bolsas precintadas
Haaretz preguntó al portavoz del ejército si con ese “Cagar en las casas” se están refiriendo a “una acción intencionada de convertir los hogares en letrinas, o si el comandante quería hablar con sus soldados del hecho de que habían convertido un espacio habitado en letrinas”.
Un soldado reservista que sí tomó parte en la Operación Plomo Fundido dijo al oficial reservista que “hablar de cómo ir al baño formaba parte de la reunión informativa, y quizás ese ‘cagar en las casas’ se refería a dónde apilar las bolsas precintadas que el ejército proporciona a los soldados para que hagan sus necesidades”.
El portavoz del ejército manifestó que “los soldados que estuvieron en las casas habían recibido instrucciones de hacer sus necesidades en zonas donde no pusieran en peligro sus vidas, sobre todo en el interior de las casas, que les permitiera desarrollar sus actividades operativas de la mejor forma posible y únicamente el tiempo necesario”.
La otra cara de la hoja de la “Evaluación de la situación” muestra que fue escrita en una carta que un niño envió a las tropas. “A los soldados Golani, buena suerte en la guerra”, se lee en la carta escrita por la mano de un niño pequeño. En medio de la página hay un dibujo de un soldado armado. “Con amor, la familia S.”.
Amira Haas escribe para Haaretz, el medio donde apareció originariamente este artículo.
Es autora del libro “Drinking the Sea at Gaza”.
(mas...)
El informe dice que el 15 de enero, cuando los tanques israelíes entraban a Tel el Hawa, en la ciudad de Gaza, las fuerzas ingresaron a un edificio del cual se habían evacuado a las familias con sus pertenencias personales.
Se le dijo al niño que abriera sus valijas, una de las cuales tenía un candado al que le disparó un soldado, sin herirlo, decía el informe.
Luego se le ordenó que caminara frente al grupo de soldados mientras se movían por el barrio.
Cuando los soldados llegaron a los cuarteles de la Cruz Roja palestina, se obligó al menor a entrar primero y cuando más tarde se disparó contra una patrulla, “el niño permanecía frente al grupo”.
El chico fue liberado cuando la unidad llegó al hospital Al Quds.
El informe dice que el incidente “parece estar en directa contravención con el fallo de 2005 de la Suprema Corte de Israel sobre la ilegalidad del uso de escudos humanos”.
Radhika Coomaraswamy, un enviado especial del secretario general de la ONU para la protección de niños en los conflictos, también acusó a las fuerzas de disparar sobre niños palestinos, derribar un hogar con una mujer y un niño adentro, y bombardear un edificio en el que había civiles.
Las fuerzas de defensa israelíes dijeron que los soldados habían sido instruidos para que no usaran a la población civil, y estaban llevando a cabo una “investigación a fondo” sobre su conducta durante la guerra. Pero añadían:
“En general, las fuerzas hicieron el máximo esfuerzo para evitar hacer daño a los palestinos, a pesar del extenso uso que Hamas hizo de ellos como escudos humanos”.
El jefe de Estado Mayor de Israel, Gabi Ashkenazy, dijo que las fuerzas de defensa esperaban una investigación criminal ordenada después que se hicieran públicas las quejas, “pero mi impresión es que actuó moral y éticamente”.
The Independent.
Traducción para Página/12 de Celita Doyhambéhère.
La Haine.
El reporte del lunes es el más reciente de una serie de acusaciones por parte de los grupos defensores de derechos humanos de que Israel violó las leyes de guerra durante su ofensiva en Gaza. Israel lanzó en diciembre una operación de tres semanas con el objetivo de terminar con años de ataques palestinos con cohetes y dar un duro golpe al grupo islámico Hamas que gobierna Gaza.
Grupos palestinos defensores de los derechos humanos señalan que más de 1.400 personas murieron durante ese operativo, incluidos más de 900 civiles.
El ejército israelí dice que la cifra de muertos fue menor y que la mayoría eran combatientes y ha culpado a Hamas por las víctimas civiles, diciendo que grupos de militantes utilizaron áreas residenciales para cubrirse durante la batalla.
Hadas Ziv, directora de Médicos por Derechos Humanos-Israel, señaló que se requiere una investigación independiente para garantizar imparcialidad. “Ya que el ejército israelí es incapaz de realizar tal investigación, pedimos una indagación internacional”, agregó.
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