«« | »» |
Franceses preparan segunda huelga general |
Los ciudadanos franceses se preparan para participar este jueves en la segunda huelga general, que se llevará a cabo en dos meses, contra las políticas económicas del presidente Nicolás Sarkozy.
La primera protesta producida el 29 de enero reunió a dos millones de personas y para esta nueva acción las organizaciones sindicales del país esperan una participación superior, informó Prensa Latina.
Antes de la huelga se realizarán manifestaciones, asambleas, actos públicos y desfiles, para demostrar el descontento por el desempleo en Francia que supera el 8%.
Los sindicatos exigen a Sarkozy que abandone sus planes de suprimir empleos en el sector público, anule su decisión de 2007 de recortar impuestos, porque estiman que sólo beneficia a las clases altas y refuerce el sistema de protección social.
De acuerdo con encuestas difundidas durante esta jornada, el 74% de los franceses considera justificada la huelga y además ofrece su respaldo, con participación incluida de trabajadores del sector privado.
Un sondeo publicado por el diario Les Echos, mostró que el 62% de los ciudadanos interrogados desaprueba el manejo de la crisis económica internacional por el mandatario, a quien fustigan por beneficiar a la banca y a las empresas privadas.
A esta nueva protesta se suman las manifestaciones llevadas a cabo en las islas francesas del Caribe como Guadalupe, Martinica, Guyana y la isla de la Reunión, en el océano Indico, donde sus pobladores rechazan el alto costo de vida.
“La participación será elevada en la huelga general", pronosticó el líder del sindicato CFDT, Francois Chereque, que señaló que todo el mundo tiene un vecino o un amigo que está afectado por la crisis que atraviesa el país.
El Gobierno francés prevé una contracción de la economía del 1,5% y la pérdida de 300 mil empleos en 2009.
"Sarkozy no puede escudarse en que la crisis no tiene precedentes y limitarse a decir que ya se han decidido reformas y no hay necesidad de cambiar el rumbo. Esto es lo que nos lleva a continuar las movilizaciones”, declaró el titular de la Central General de Trabajadores (CGT), Bernard Thibault.
(continue)

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
La gran incógnita es saber si las centrales, que presentan una plataforma conjunta y una unidad sin precedentes desde 1966, lograrán hoy igualar o superar la cifra de manifestantes de hace seis semanas. El 29 de enero, más de un millón y medio de franceses salieron a la calle para reclamar a Sarkozy aumentos salariales, el fin de las supresiones de empleo público, fondos para la formación profesional y la anulación del llamado "paquete fiscal", que suprimió buena parte de los impuestos a los más ricos.
"No he sido elegido para aumentar los impuestos", dice el presidente francés
Señal de que la Policía teme fuertes manifestaciones: La prefectura de París prevé no uno sino dos intinerarios de manifestación en la capital, algo que no ocurría desde mayo de 2002, cuando toda Francia se echó a la calle entre las dos vueltas de las elecciones presidenciales para señalar con claridad que nunca permitiría que el neofascista Jean-Marie Le Pen llegara al Elíseo.
Sarkozy se ha colocado voluntariamente fuera de juego. Anteayer indicó que pase lo que pase no organizará nuevos encuentros con los sindicatos. Ayer se fue a la periferia norte de París, aquejada por un episodio de violencia juvenil , para intentar rescatar su discurso de mano dura. Hoy y mañana estará más en Bruselas que en París.
En una declaración improvisada el martes, hizo saber que "no he sido elegido para aumentar los impuestos". Respondió así a una damanda sindical cada vez más popular que pide suprimir el llamado "escudo fiscal Sarkozy" para las rentas altas, otros regalos fiscales a las clases adineradas. Con esto se podrían liberar 120.000 millones de euros sin agravar déficits, según cálculos del sindicato CGT.
El presidente empezó a quedarse sólo en ese punto ayer. Los diputados de la derecha accedieron a las demandas de la izquierda en la Comisión de Finanzas y aprobaron tramitar, hoy en el pleno, un correctivo presupuestario para instaurar una "nueva contribución excepcional del 5%" para las rentas superiores a 70.000 euros anuales.
Los franceses están sintiendo en su propia piel los efectos de la crisis. "Todo el mundo tiene un vecino o un amigo que está afectado", dijo Chereque.
A diferencia de otras potencias europeas, como Alemania y Gran Bretaña, Francia todavía no ha entrado oficialmente en recesión, pero se acerca a ella a grandes pasos. El gobierno francés prevé una contracción de la economía del 1,5% y la pérdida de 300.000 empleos en 2009, que pasarán a engrosar un desempleo que ya supera el 8%.
Los sindicatos exigen a Sarkozy que abandone sus planes de suprimir empleos en el sector público, anule su decisión de 2007 de recortar impuestos -que estiman sólo beneficia a las clases altas-, y refuerce el sistema de protección social, uno de los más desarrollados del mundo.
La huelga del jueves alterará el transporte público, el servicio de trenes regionales y cerrará escuelas y oficinas públicas. Los trabajadores privados también están convocados a la protesta.
Después de mantener una "cumbre social" de alto nivel con los líderes sindicales el mes pasado, Sarkozy ofreció una serie de beneficios destinados a las familias para ayudarlas a atravesar la crisis. Pero los sindicatos tacharon el paquete de medidas de insuficiente.
El presidente conservador "no puede escudarse en que la crisis no tiene precedentes y limitarse a decir que ya se han decidido reformas y no hay necesidad de cambiar el rumbo. Esto es lo que nos lleva a continuar las movilizaciones", declaró al diario Le Monde, Bernard Thibault, líder de la CGT.
Sarkozy "debe acceder a abordar nuestras propuestas", insistió.
La encuesta publicada el martes por el diario económico Les Echos reveló que el 74% de los franceses consideran que la huelga general está justificada y que un 62% desaprueba la política económica del gobierno.
La protesta se suma a una serie de revueltas laborales en las últimas semanas en Francia, como consecuencia de la pérdida de empleos y el cierre de fábricas.
El viernes, trabajadores de una fábrica de Sony en el suroeste francés retuvieron durante una noche al director para reclamar una mejora de las condiciones de despido.
El mayor cierre anunciado hasta ahora concierne una planta en Clairoix (norte) del gigante alemán de neumáticos, Continental, cuyos 1.210 trabajadores se enteraron el miércoles por sorpresa de que iban a perder su empleo.
La decisión de Continental enojó al gobierno de Sarkozy, que había prometido al menos 6.000 millones de euros en préstamos para proteger al sector del automóvil en Francia.
El portavoz del gobierno, Luc Chatel, calificó el cierre de "traición", puesto que sus trabajadores ya habían aceptado trabajar durante más horas, en aplicación del principio que defendió Sarkozy durante su campaña electoral "Trabajar más para ganar más".
El gigante petrolero francés Total también provocó el enfado de la opinión pública al anunciar un recorte de 550 empleos, menos de un mes después de anunciar los mayores beneficios anuales de la historia para una empresa gala.
El gobierno teme además que la huelga de seis semanas que paralizó la isla caribeña de Guadalupe, territorio francés de ultramar, haga mella en Francia metropolitana. El paro finalizó este mes después de que se acordara un incremento de los sueldos y medidas para rebajar los precios de los productos básicos.
Los datos de primera hora de la mañana mostraban que la actividad económica no estaba seriamente afectada, aunque la huelga se dejaba sentir en el transporte público, y en particular en los ferrocarriles, donde el movimiento se había iniciado ayer a las 20.00 hora local (19.00 GMT). La compañía ferroviaria SNCF explicó en un comunicado que esta mañana a las 07.00 hora local (06.00 GMT) funcionaban, como estaba previsto, el 60% de los trenes de alta velocidad, el 45% de los regionales y entre el 45% y el 66% de los cercanías, lo que en este último caso es más de lo que había programado.
En las líneas internacionales entre Francia y España -al igual que los trenes de Barcelona a Zúrich y Milán que atraviesan Francia-, la pasada noche sólo circuló el talgo entre Madrid y París, y la próxima ni siquiera ése lo hará. En el transporte urbano, la situación no era idéntica en todas las ciudades, pero en las más grandes -a imagen de París- la circulación de autobuses, tranvías y metros era casi como la de un día normal.
En cuanto al transporte aéreo, el aeropuerto parisino de Orly parecía ser uno de los más afectados, con varios vuelos anulados desde las primeras horas de un día en que Air France esperaba poder garantizar el 70% de su programa habitual. La educación es uno de los servicios públicos en los que más puede dejarse sentir este paro, y eso pese al dispositivo de acogida obligatoria de alumnos, porque al descontento por la crisis se suma allí una protesta por ciertas reformas en el sector.
El primer ministro francés, François Fillon, que dará su primera respuesta a la movilización social ante las cámaras esta misma noche, ha advertido por anticipado de que, para no aumentar todavía más el déficit público, no habrá otra partida presupuestaria para nuevas medidas sociales, al contrario de lo que se hizo tras la protesta de enero.
Sarkozy organizó una "cumbre social" el 18 de febrero con los sindicatos y la patronal, y anunció un paquete de medidas destinadas a las clases más desfavorecidas con un costo de 2.600 millones de euros. Los sindicatos, que contarán en las manifestaciones con la presencia de los líderes de todas las formaciones de izquierdas, con el Partido Socialista a la cabeza, han amenazado con continuar las protestas si el Gobierno no mueve ficha, y hablan de una nueva movilización el 1 de mayo.
Francia vivió este jueves una nueva jornada de huelga y manifestaciones masivas contra la política económica del presidente Nicolas Sarkozy, en un creciente clima de descontento social que los sindicatos buscan canalizar.
Las protestas fueron convocadas por las ocho principales federaciones sindicales francesas, que el 29 de enero reunieron más de un millón de personas en la mayor manifestación contra Sarkozy hasta la fecha.
Con el desempleo en aumento y tres de cada cuatro franceses de acuerdo con esta huelga, según las encuestas, los sindicatos esperan ahora superar la protesta de enero y probar que el ritmo del gobierno en este país todavía puede marcarse desde las calles.
"Esta gran jornada intersindical globaliza el conflicto social y le da una dimensión política importante", evaluó Pierre Bréchon, director del Instituto de Estudios Políticos de Grenoble, en diálogo con BBC Mundo.
Reivindicaciones
Los sindicatos organizaron manifestaciones en 213 puntos del país para reclamar a Sarkozy que detenga la supresión de empleos en el sector público, aumente el salario mínimo y anule los recortes de impuestos a personas de ingresos elevados.
Al comienzo de la jornada se registraron trastornos en servicios de transporte público, ferroviario y en el aeropuerto de París-Orly, pero a diferencia de otras ciudades el servicio de metro parisino operaba casi con normalidad.
Las protestas fueron acompañadas por distintas ramas del sector privado, como las industrias automotriz y farmacéutica o la banca.
Desempleo y tensión
Pese a la presión sindical, Sarkozy ha advertido que piensa mantener el rumbo de su gobierno y continuar con las reformas planificadas.
El presidente dijo el miércoles a sus ministros que entiende "las preocupaciones de los franceses" y pidió implementar rápido los beneficios sociales que anunció a los sindicatos en febrero por unos US$ 3.500 millones.
Sin embargo, los sindicatos consideran insuficientes esas medidas.
La recesión en Francia ha llevado el desempleo a 8,3% (en enero se agregaron 90.200 personas a la lista) y la tensión social creció con anuncios recientes de despidos en grandes empresas como Total, Sony y Continental.
Sarkozy y las reformas
En sus primeros 20 meses de presidencia, Sarkozy pudo avanzar en algunas reformas como la flexibilización del régimen laboral de 35 horas semanales y un aumento de la edad de jubilación para trabajadores del sector público.
Gobiernos anteriores habían fracasado en sus intentos de llevar a cabo reformas de este tipo, cediendo ante la presión de protestas callejeras organizadas por sindicatos y grupos de oposición.
Sin embargo, Sarkozy parece haber aprovechado hasta ahora las diferencias internas en el opositor Partido Socialista y en el movimiento sindical, con sectores más combativos y más moderados ante el gobierno.
Unidad sindical
Ahora los sindicatos parecen haberse unido ante la profundización de la crisis económica y la convicción de que el tradicional Estado benefactor francés debe hacer más para ayudar a los trabajadores.
"Esta unidad es un fenómeno relativamente nuevo, inédito en el panorama francés, donde hay una gran división sindical", explicó Michel Husson, experto del Instituto francés de Investigaciones Económicas y Sociales, un centro de análisis creado por cinco grandes sindicatos.
Husson dijo a BBC Mundo que el objetivo de las protestas de este jueves "es obtener cambios en las reformas y algunos signos y manifestaciones de parte del gobierno de que acepta concesiones".
La circulación de trenes es irregular, pero es normal el funcionamiento de los sistemas de ómnibus de París.
Los sindicatos manifestaron que esperan alcanzar 2,5 millones de manifestantes, como sucedió en la huelga del 29 de enero.
Las manifestaciones comenzaron en Marsella, Grenoble y Lyon, para reclamar al gobierno de Sarkozy la protección de los puestos de trabajo, medidas para mejorar el poder adquisitivo, y la defensa de los servicios públicos.
En el aeropuerto parisino de Orly fueron anulados 30% de los vuelos y en el de Roissy 10%, mientras la medida fuerza afecta en 36% a los trenes y en 17,5% al ente eléctrico Edf.
Asimismo, en las escuelas y hospitales la incidencia de la huelga es estimada entre 35 y 65%.
Un sondeo reportó que el 78% de los franceses considera "justificada" la jornada de protesta y el 62% manifestó que es "mala" la política del gobierno ante la crisis económica.
(ANSA)
Esas reivindicaciones se refieren "al empleo, al poder adquisitivo, a las inversiones, a las políticas públicas", agregó.
Los enlaces aéreos sufrían algunos contratiempos en el aeropuerto parisino de Orly (al sur), donde varios vuelos fueron anulados. Las autoridades aéreas prevén dificultades a lo largo del día "en el conjunto del territorio", a causa de los paros de los controladores de vuelo.
Los ferroviarios inciaron la huelga en miércoles por la noche. La SNCF (compañía nacional ferroviaria), dio parte de perturbaciones, sobre todo en la zona de París.
La empresa prevé asegurar un 60% de los enlaces de tren bala (de alta velocidad) y mantener un flujo casi normal con Londres y Bruselas.
Los metros de París y Marsella (sur) funcionaban sin mayores problemas, pero se veían fuertemente afectados en otras ciudades, como Burdeos (sudoeste), Estrasburgo (este) o Niza (sudeste).
Las ocho centrales sindicales del país llamaron a manifestaciones, con la expectativa de una movilización mayor que en la última jornada de protesta, el 29 de enero, cuando entre un millón y 1,5 millones de personas participaron en los actos. Más de 200 manifestaciones están previstas en todo el país.
El primer ministro francés, François Fillon, descartó nuevas partidas de dinero para reforzar el poder adquisitivo, después de haber liberado 2.600 millones de euros el pasado 18 de febrero para los hogares más pobres.
Un 78% de los franceses respalda la huelga, de acuerdo con una encuesta divulgada el martes.
La crisis económica y financiera mundial ha puesto a Francia, al igual que al resto de países de la Eurozona (16 países), en graves aprietos y confronta al presidente francés, Nicolas Sarkozy, a un creciente descontento social.
Los sindicatos exigen que Sarkozy abandone sus planes de suprimir empleos en el sector público, anule los recortes de impuestos de 2007 -que estiman sólo beneficia a las clases altas-, mantenga sin cambios el sistema de protección social, uno de los más desarrollados del mundo, y aumente el salario mínimo.
En una alianza sin precedentes, ocho sindicatos nacionales, más de 10 partidos políticos y numerosas organizaciones sociales tratarán de repetir e incluso superar la multitudinaria jornada de protesta que llevaron a cabo el pasado 29 de enero.
El paro de 24 horas inició esta madrugada con la suspensión del servicio de trenes y autobuses en diversas regiones del país, lo que dejó a miles de personas varadas en terminales y estaciones de esos medios de transporte, informaron las radiodifusoras francesas.
Los organizadores confían en superar la cifra de un millón de manifestantes registrada en la anterior protesta y para ello convocaron a más de 200 marchas en la capital París y las principales ciudades del país.
Analistas locales creen que esta es una dura prueba para el gobierno de Sarkozy porque un amplio sector de la sociedad considera insuficiente su política ante la crisis, aunque el mandatario ya advirtió que no aplicará más medidas de emergencia.
Datos oficiales indican que 90 mil personas perdieron su empleo sólo en enero, el doble de los 45 mil nuevos desempleados registrados en diciembre de 2008, con lo que el número total de franceses sin trabajo llegó a la histórica cifra de 2.3 millones.
(Con información de Notimex/APB)
Las marchas y protestas se incrementaron a media jornada del paro general, convocado por las ocho principales confederaciones sindicales, en busca de presionar más al jefe de Estado para que replantee una negociación con los gremios.
Decenas de miles de manifestantes marchaban por las calles de París, Marsella y Lyon, ciudades que se han visto muy afectadas por la depresión económica mundial. También otras urbes como Toulouse, Nantes, Montpellier, Nancy y Lille acogían la huelga.
El gobierno debe aceptar discutir nuevamente con los sindicatos, la patronal quiere mantener una política arcaica en pleno siglo XXI, declaró Bernard Thibaut, líder de la Confederación General de Trabajadores (CGT).
Pese al ambiente de protestas en el país, los servicios ferroviarios nacionales e internacionales acusan pocas interrupciones, lo mismo que buses, tranvías y metro, así como los trenes urbanos.
Sin embargo, la parálisis se sintió bastante el sector de la educación, hospitales y correos, y algunos retrasos o cancelaciones en vuelos de corta distancia en el aeropuerto Orly, de esta capital.
En Orly específicamente se suspendió el 30 por ciento de los vuelos, mientras que en el de Charles de Gaulle sólo se anuló el 10 por ciento.
Otras ciudades como Estrasburgo, Burdeos y Niza, sufren graves perturbaciones en los servicios del transporte público.
Una gran concentración se efectuó en la Plaza de la República, de París, lo cual, entre otras razones, obligó al primer ministro, Francois Fillon, a aplazar su viaje a Bruselas y dar una primera respuesta a las manifestaciones.
Unos tres millones de personas desfilaron en más de 200 ciudades de todo el país, según los datos de los sindicatos, una cifra que la Policía rebajó a 1,2 millones.
En cualquier caso, la movilización fue superior a la de enero, cuando los sindicatos presumían de haber convocado a 2,5 millones de personas, frente al 1.080.000 de las autoridades.
La importante movilización del sector público, tradicional en Francia en los llamamientos a los paros generales, se vio respaldada en esta ocasión por un gran aporte de trabajadores de empresas privadas, espoleados por las consecuencias de una crisis que está provocando despidos y cierres de compañías.
Los principales líderes sindicales sacaron pecho ante lo que consideraron un "éxito sin precedentes" y reclamaron una nueva ronda negociadora con el Gobierno.
No les valen las promesas que les hizo Sarkozy hace un mes, cuando puso sobre la mesa 2.600 millones de euros en forma de un paquete social para afrontar las consecuencias de la crisis económica.
Exigen "medidas concretas", como aseguró el líder de la CFDT, François Chereque, que pasan por acabar con los despidos en la función pública, aumentar los salarios para relanzar el consumo y proteger los avances sociales logrados en los últimos años y que, según ellos, el Gobierno está mermando, como la semana laboral de 35 horas.
Hoy se reunirán para estudiar las consecuencias de esta jornada de huelga general y, eventualmente, convocar otra si el Ejecutivo no cede.
"No puede mirar para otro lado, debe volver a sentarse en la mesa de negociación", le advertía el líder de la CGT, Bernard Thibault, entusiasmado con la "fantástica" acogida que tuvo su llamamiento al paro.
Además, los sindicatos saben que estas convocatorias tienen el apoyo de la opinión pública, como refleja un sondeo publicado el pasado martes, que aseguraba que el 78 por ciento de los franceses respalda a las centrales obreras.
Como hace menos de dos meses, la huelga fue un éxito de convocatoria, pero no logró el objetivo de paralizar el país.
Los servicios mínimos impuestos por el Gobierno en los últimos años hicieron funcionar los transportes en las principales ciudades.
En París, verdadero termómetro de la huelga, funcionaron con casi total normalidad el metro y los autobuses, por lo que la sensación de jornada de paro general sólo se vivió en los lugares que atravesaba el imponente movimiento de protesta.
En los trenes de cercanías el tráfico fue superior a lo esperado, aunque se anularon la mitad de los servicios en algunas líneas, lo que dificultó que muchos habitantes de la periferia de París acudieran a sus puestos de trabajo.
El transporte ferroviario de larga distancia sufrió las mayores perturbaciones: se anularon el 55% de los trenes regionales y el 40% de los de alta velocidad, tanto internos como internacionales.
Los aeropuertos sufrieron menos problemas que en paros anteriores, aunque se registraron algunos retrasos de en torno a media hora y se anularon el 10% de los vuelos nacionales del Charles de Gaulle y el 30 por ciento de Orly.
En otras de las grandes ciudades del país el transporte público se vio más perturbado, pero sin lograr paralizar las urbes.
Por segunda vez en el año, la política adoptada por el presidente francés ante la crisis mundial desencadenó una nueva huelga y una polifónica ola de manifestaciones en todo el país.
Con la idea central de que no tienen la culpa de la crisis pero pagan los estragos que causó, millones de personas salieron ayer a manifestar en contra de las medidas tomadas por el Ejecutivo.
Entre dos y tres millones de personas –las cifras difieren, como siempre, entre las fuentes sindicales y las policiales– se aunaron a lo largo de 213 manifestaciones organizados en todo el país bajo la misma consigna:
“Juntos frente a la crisis, defendamos el empleo, el poder adquisitivo y los servicios públicos”.
Este solo enunciado diferencia a Francia del resto del mundo. Mientras el planeta asiste asustado e impávido a la escalofriante transferencia de fondos públicos para salvar de la bancarrota al sector financiero privado y a la pérdida de decenas de miles de empleos y beneficios, Francia saca las banderas sociales a las calles para decir que no quiere ser la víctima colateral de la crisis ni pagar el tributo de los privilegios de otros.
Bajo un sol tempranamente primaveral, más de 300 mil personas caminaron en París desde la emblemática Plaza de la Bastilla hasta la Plaza de la Nación.
Al igual que en la capital francesa, las regiones también conocieron una movilización espectacular que superó la del pasado 29 de enero.
En cambio, si las manifestaciones callejeras fueron más densas, el paro afectó mucho menos a los servicios públicos.
Francia se movilizó, pero no se paralizó.
El Metro de París funcionó casi con normalidad, al igual que los autobuses.
Las perturbaciones no trastornaron la vida de la gente como ocurría en el pasado.
Los sindicatos consideraron ayer que tres millones de personas en las calles constituía un éxito y que ahora le correspondía al Ejecutivo dar “respuestas”.
Este, por medio de su jefe, François Fillon, dio una respuesta muy clara: el gobierno no contempla por el momento poner en práctica otro plan de reactivación.
El primer ministro dijo que había que esperar a que el plan precedente de 26 mil millones de euros comience a “producir sus efectos”.
El único anuncio tangible que hizo fue la instalación de un comité de seguimiento que verificará que las medidas han sido aplicadas.
Muy poco para los sindicatos.
Las ocho organizaciones que convocaron al paro de ayer se reunirán hoy para decidir el futuro del movimiento.
Se puede apostar por su extensión.
El Ejecutivo francés mira a la gente desfilar por la ventana, pero no responde a los reclamos.
Fillon volvió a excluir ayer el retiro del tan famoso como controvertido escudo fiscal mediante el cual las personas con más recursos se ahorraron mucho dinero.
Este curioso dispositivo ofreció un jugoso regalo fiscal a las clases más pudientes, y ello en momentos en que la crisis comenzaba a extenderse por el planeta.
El gobierno casi no ha variado su postura.
Con un tono paternalista, asegura que “escucha” a la calle, que entiende sus demandas, pero permanece inflexible.
Los sindicatos juzgan insuficientes las medidas sociales propuestas por Sarkozy el pasado 18 de febrero –unos 2600 millones de euros– y siguen presionando para que el Estado sea más equitativo con su generosidad.
Apoyados por la opinión pública, los líderes sindicales exigen que los dispositivos económicos derivados de la crisis financiera no sirvan sólo para ayudar a las empresas y los bancos en apuros, sino también a los trabajadores y a los consumidores.
Pero la lógica planetaria ha impuesto esa conducta: salvar a quienes provocaron la ruptura.
El gobierno sigue diciendo “no” y es la forma de ese “no” la que saca a la gente a las calles.
La protesta francesa es una mezcla de rabia, decepción e indignación por el destino exclusivo que han tenido los miles de millones de euros que fueron a las cajas de las empresas.
Esa indignación es perfectamente palpable en las formas a la vez violentas y desesperadas, pero también irónicas, que van adquiriendo las protestas.
Sarkozy consiguió en muy poco tiempo crear un sólido frente común en contra suyo.
Nada más que entre fines de enero y marzo, cerca de cinco millones de personas manifestaron contra su política.
Los médicos, los estudiantes, los investigadores, muchos intelectuales, los magistrados y los profesores llevan ya muchos meses de protestas y paros de todo tipo.
Con el correr del tiempo, la acción social encontró nuevas formas de expresión, ya sea desde el humor o desde la misma violencia con tomas de empresas y secuestros de sus directivos.
En las manifestaciones, el mandatario se lleva todos los premios y las burlas: máscaras, muñecos, juegos de palabras, retratos deformados, caricaturas, el jefe de Estado francés inspira a sus detractores.
Ayer, un manifestante parisino llevaba una banderola con Sarkozy vestido como Napoleón, mientras que otro caminaba a su lado con dos retratos: uno de Barack Obama, que decía “Progreso”, y otro de Nicolas Sarkozy, que decía “Regresión”.
El lector apreciará de paso lo que ha conseguido Nicolas Sarkozy: que un dirigente estadounidense pase por progresista al lado de un europeo, cuyo país es la democracia más emblemática del planeta y donde existe el sistema de protección social más avanzado del mundo.
De hecho, todo lo que hoy encarna Sarkozy se encuentra en las manifestaciones transformado en broma, caricatura o juego de palabras: el desempleo, la ayuda a los ricos, la sociedad policial, los ficheros con los datos de los ciudadanos, las leyes contra las descargas de música en Internet y hasta sus propias frases.
Una chica de 30 años con más diplomas que un profesor llevaba un cartel que decía:
“Estudios: bachillerato más seis años de universidad. Eso es igual a no tener trabajo o tener uno con salario mínimo”.
Otro señor de cierta edad llevaba un cartel que decía:
“Sarko, largá la guita o te secuestramos a Carla”.
En la localidad de Nantes, un grupo de opositores organizó un taller de “escritura de quejas” para lanzar el procedimiento de destitución de Sarkozy.
Hace unas semanas, los universitarios franceses manifestaban en París lanzando centenas de zapados contra las fuerzas del orden, mientras que otros organizaban un maratón de lectura ininterrumpida del libro Gargantúa, un clásico de la literatura francesa escrito por Rabelais.
Pero a la par de esta forma de manifestar pacífica e irónica se fue forjando otra, violenta y desesperada.
El secuestro del director de Sony durante una noche entera; ataques con alimentos, huevos y tomates contra el director de una empresa de transportes; ocupación de una empresa farmacéutica; saqueo de los locales de las empresas que se aprestan a cerrar sus puertas o a despedir personal: poco a poco, los signos de radicalidad se instalan como una opción.
Muchos sindicalistas reconocen que la violencia estalla allí donde hubo engaño o traición, es decir, promesas incumplidas.
Página 12
Tres de cada cuatro franceses apoyan la medida de fuerza lanzada este jueves contra el desempleo, los licenciamientos intempestivos, los sucesivos planes sociales para cerrar empresas o reducir personal, ante la creciente falta de demanda promovida por la crisis económica y financiera global.
Las ocho centrales sindicales del país llamaron a manifestaciones, con la expectativa de una movilización mayor que en la última jornada de protesta, el 29 de enero, cuando entre un millón y 1,5 millones de personas participaron en los actos. Más de 200 manifestaciones están previstas en todo el país.
Los transportes aéreos y ferroviarios sufrían perturbaciones este jueves por la mañana en Francia, al iniciarse la jornada de huelga y manifestaciones convocadas por los sindicatos en reclamo de alzas salariales y en defensa de las fuentes de trabajo.
Trenes, autobuses, aeropuertos, colegios y oficinas gubernamentales se verán afectados por los paros, con los trabajadores expresando su indignación por el aumento del paro y el alto costo de la vida en la segunda mayor economía de la zona euro.
Al mediodía, decenas de miles de manifestantes marchaban por las calles de Marsella y Lyon, ciudades que se han visto muy afectadas por la depresión económica mundial. Más de 200 marchas de protesta se habían planeado en distintos puntos del país, y se anticipaba que sería multitudinaria la de París.
"El gobierno debe aceptar discutir nuevamente con los sindicatos", dijo Bernard Thibaut, titular de la CGT, uno de los principales sindicatos de Francia.
Los enlaces aéreos sufrían algunos contratiempos en el aeropuerto parisino de Orly (al sur), donde varios vuelos fueron anulados. Las autoridades aéreas prevén dificultades a lo largo del día "en el conjunto del territorio", a causa de los paros de los controladores de vuelo.
Los ferroviarios iniciaron la huelga el miércoles por la noche. La SNCF (compañía nacional ferroviaria), dio parte de perturbaciones, sobre todo en la zona de París.
La empresa prevé asegurar un 60% de los enlaces de tren bala (de alta velocidad) y mantener un flujo casi normal con Londres y Bruselas.
Los metros de París y Marsella (sur) funcionaban sin mayores problemas, pero se veían fuertemente afectados en otras ciudades, como Burdeos (sudoeste), Estrasburgo (este) o Niza (sudeste).
El primer ministro francés, François Fillon, descartó nuevas partidas de dinero para reforzar el poder adquisitivo, después de haber liberado 2.600 millones de euros el pasado 18 de febrero para los hogares más pobres.
Un 78% de los franceses respalda la huelga, de acuerdo con una encuesta divulgada el martes.
Entre los que apoyan las medidas de fuerza se encuentran -según la encuesta- el 42 por ciento de los que votaron a Nicolas Sarkozy en la elección presidencial. Un apoyo a una huelga nunca visto en los últimos 12 años.
"Como los mecanismos no han cambiado, nosotros no saldremos de la crisis de esta manera. Al contrario, se va a agravar si no conseguimos un equilibrio de fuerzas y ese es el objetivo de esta marcha del 19 de marzo: conseguir un cambio de tendencias" declaró Maryse Dumas, número 2 de la CGT, a France Info.
Según Dumas, "el Estado gasta sin contar plata, que da a los bancos, a las empresas y no hay ninguna contrapartida en materia de empleo". El gobierno ha prevenido que no habrá otra cumbre social, ni un nuevo plan de relanzamiento ni ayudas suplementarias después de esta huelga.
Escuelas, hospitales, el correo y el transporte público también fueron afectados por la huelga de esta jornada.
Varios pasajeros dijeron el jueves que no esperaban muchos resultados de las protestas.
"La huelga no logrará mucho, pero de todos modos es útil. Es necesario manifestarse, en todo caso", opinó Beatrice Lobrot, portavoz de una compañía de cosméticos.
Jean Batis, un productor de música, dijo que "siempre es el mismo juego. Ellos ceden un poquito y nosotros hacemos huelga, ellos ceden otro poquito y hacemos huelga".
La policía parisina abrió dos rutas por la capital, en vez de una, para una anticipada marcha de protesta por la tarde. Los sindicatos exhortaron a sus afiliados en el sector público y el privado a sumarse a las huelgas.
A finales de enero hubo una huelga y protestas que llevaron a las calles de Francia a multitudes estimadas entre un millón y 2,5 millones de personas. Semanas después, Sarkozy anunció medidas de apoyo a las personas perjudicadas por la crisis financiera, como también bonificaciones especiales para los pobres.
Los líderes sindicales plantean la necesidad de nuevas conversaciones para ayudar a las personas afectadas por la conmoción financiera global.
Sarkozy dijo a los ministros en una reunión de gabinete el miércoles que comprendía las preocupaciones de sus compatriotas pero agregó que no planeaba medidas adicionales.
Sarkozy, que está tratando de contener un déficit presupuestario que se ha disparado de forma dramática con la inyección de miles de millones de euros en paquetes de rescate para bancos y automovilísticas, se ha negado a contemplar las demandas sindicales de subidas salariales o protección del empleo.
En una señal de la importancia de la protesta, trabajadores del sector energético cortaron 10.000 megavatios de la capacidad de producción eléctrica de Francia durante la noche, incluyendo el 14 por ciento de la capacidad nuclear en 11 plantas diferentes, dijo el sindicato CGT.
En la capital los vagones de los trenes subterráneos no presentaban las habituales aglomeraciones, en un indicio de que muchos decidieron quedarse en sus casas por temor a la violencia.
El ministro de presupuesto Eric Woerth dijo que las medidas ya anunciadas aumentarán los gastos sociales en el 2009 en unos 10.000 millones de euros (13.000 millones de dólares).
Los sindicatos esperan una participación masiva para obligarle al gobierno a ceder. Los sondeos muestran que alrededor del 75 por ciento de los votantes franceses respaldan las huelgas.
"No puedo creer que el Gobierno siga inmóvil ante un fenómeno de esta magnitud", dijo Bernard Thibaut, responsable del sindicato CGT, a la cadena de televisión France 2.
"Se está creando una sensación de injusticia muy fuerte", declaró Jean-Claude Mailly, líder del sindicato Force Ouvriere. "Creo que el Gobierno tendrá difícil ignorarnos".
Los sindicatos han presentado una larga lista de demandas, como la subida de los salarios más bajos, más medidas para proteger el empleo, un aumento de los impuestos para los que más ganan y la paralización de un recorte de empleo previsto en el sector público.
Por toda la zona del euro el malestar social que generan la desocupación creciente y el deterioro de las condiciones salariales, así como el achicamiento de la capacidad de consumo, alimenta y exacerba el estado de frustración colectiva, provoca pérdida de confianza en los políticos y alienta las huelgas y protestas sociales.
La crisis recesiva con desempleo masivo que azota con dureza extrema a la primera potencia imperial, EEUU, ahora arrasa también con las economías centrales de la zona del euro donde se registran huelgas y protestas sociales que barren con la estabilidad de los gobiernos desde Francia, Reino Unido, España, hasta Bélgica e Islandia.
Además, el proteccionismo económico y la xenofobia nacionalista de las potencias centrales europeas están abriendo una peligrosa fisura en las relaciones entre la Unión Europea y los ex países comunistas del Este que padecen las consecuencias más duras del colapso recesivo que se expande con huelgas y estallidos sociales por toda la región.
A medida que las consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo del salario se hacen sentir por toda Europa, la protesta social y sindical gana la calle en cada vez más países, para expresar el descontento.
En ese escenario, Francia ya se proyecta como la primera vidriera social de la crisis en las potencias centrales de la Unión Europea.
Francia amaneció virtualmente paralizada por la huelga convocada por ocho federaciones sindicales, una decena de partidos políticos y numerosas organizaciones sociales, en la segunda jornada de protesta masiva que el gobierno francés enfrenta este año, producto de una alianza sin precedentes de las agrupaciones, a las que se sumaron empleados de empresas privadas automovilísticas y de energía.
Las dos demandas centrales de los manifestantes fueron el fortalecimiento del poder adquisitivo y la protección de los puestos de trabajo, amenazados por la crisis mundial.
Las manifestaciones se desarrollaron en unas 200 localidades del país, incluida la marcha de 350 mil personas que pacíficamente recorrieron calles céntricas de París.
El primer ministro francés, Francois Fillon, suspendió su participación en la inauguración de una reunión cumbre de la Unión Europea, en Bruselas.
Protestas similares a las de este jueves, realizadas el 29 de enero pasado, llevaron a Sarkozy a prometer a los sindicatos la formación de un fondo de dos mil 600 millones de euros que serían destinados a programas sociales.
Tras la protesta de hoy, Fillon dejó claro que el gobierno no financiará más planes para responder a los problemas coyunturales o para mejorar la seguridad social, puesto que eso provocaría un aumento en el déficit fiscal y lo pondría fuera de control.
Encuestas revelaron que las protestas populares tuvieron el apoyo de 74 por ciento de los ciudadanos, en un país que acumula ya un millón de personas sin empleo.
Esto no es sólo un día de protestas, dijo Francois Chereque, líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo. Hemos hecho propuestas firmes y el gobierno tiene que darnos respuestas serias, reclamó.
(mas...)
«« | Inicio | »» |