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Francia: Huelga General |
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, tendrá que hacer frente esta semana a la primera gran huelga general desde que el pasado otoño estallara la crisis económica. La movilización ha sido convocada para el próximo jueves 29 de enero por las principales centrales sindicales del país, al considerar que las medidas adoptadas hasta ahora por el Gobierno están más enfocadas hacia las empresas que a fomentar el empleo y mejorar el poder adquisitivo de los trabajadores.
El paro, apoyado por siete de cada diez franceses, se augura masivo y afectará a los transportes urbanos, servicios públicos y empresas privadas por lo que el país, acostumbrado a una intensa y permanente movilización social, se prepara como suele para sobrevivir a un nuevo 'jueves negro'.
La crisis financiera internacional que ha terminado por contaminar a la economía real saldrá así a las calles de Francia de la mano de ocho sindicatos -CGT, CFDT, FO, CFTC, CGC, Unsa, FSU, Solidaires- que reclaman un auténtico plan de relanzamiento "social" que vaya más allá de los que el Ejecutivo galo viene poniendo encima de la mesa desde el pasado mes de octubre.
En el marco de los planes europeos para estimular la economía, Francia ha comprometido un total de 26.000 millones de euros, ha destinado 10.500 millones en ayudas a sus principales entidades financieras, para facilitar los préstamos, y se dispone a aprobar otro tramo similar dirigido a los mismos bancos.
A ello se añade el último anuncio del Ministerio galo de Economía de desbloquear 5.000 millones de euros para socorrer al constructor aeronáutico europeo Aibus o las intensas gestiones de París para lograr un plan europeo que salve al sector del automóvil.
Pero el jueves el Gobierno tendrá que superar el primer gran examen social desde que llegó la recesión económica y escuchar el malestar de los ciudadanos de a pie, un malestar que va en aumento y que ha permitido a la intersindical acudir unida a la huelga por primera vez desde 2006, cuando le ganaron el pulso al Gobierno del primer ministro Dominique de Villepin frente al Contrato de Primer Empleo (CPE) luego retirado.
Para los sindicatos será igualmente una prueba de fuego de su capacidad de movilización después del fracaso de las manifestaciones llevadas a cabo a mediados de 2008 en contra de la reforma de las pensiones y en defensa de la jornada laboral de 35 horas.
El escaso entusiasmo generado entonces y la entrada en vigor de la ley de servicios mínimos en enero de 2008, llevaron al presidente Nicolas Sarkozy a presumir con ironía de que "ahora, cuando hay una huelga en Francia, nadie se da cuenta".
Esa frase tendrá que volver a verse refrendada el próximo jueves, pero los sindicatos apuestan con fuerza por una gran movilización de la opinión pública contra la política de Sarkozy por el miedo nacido en la población a raíz de la crisis económica internacional. De hecho, según el último sondeo publicado al respecto, el 69 % de los franceses apoya la huelga y el 23% la ve con buenos ojos.
Las ayudas, de otra manera
Confiado en el éxito de la cita, Bernard Thibault, secretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT) tiene claro el mensaje político que hay que hacer llegar al Elíseo: el Estado no sólo podría hacer más y mejor para paliar los efectos de la crisis sino que podría hacerlo "de manera diferente".
"No se puede aceptar, por ejemplo, que la ayuda pública sea distribuida a ciegas sin permitir primero a los trabajadores tener una gestión, un control o dar su opinión sobre una garantía del Estado para tal inversión o un préstamo público, porque se trata también del dinero del contribuyente", explica Thibault en RTL.
En su opinión, no se puede destinar más dinero público a los constructores automovilísticos como Renault cuando la empresa va a aumentar en 200 millones los dividendos a sus accionistas sin plantearse la cuestión de si es justo que los contribuyentes financien estos dividendos.
Además, el líder sindical no ve en el Estado una actitud "más protectora" respecto al empleo como muchas veces sugiere Sarkozy. "No hay medidas particulares adoptadas para preservar el empleo, al contrario", denuncia Thibault recordando que en sectores públicos como Educacion o Sanidad proliferan los anuncios de desaparición de cientos de puestos de trabajo.
Serenidad gubernamental
En este contexto, el Ejecutivo muestra serenidad y prudencia a tres días de la convocatoria. El flamente nuevo ministro de Trabajo, Brice Hortefeux, declaraba ayer que el Gobierno estará "a la escucha" y el secretario general del Elíseo, Claude Guéant, aseguraba no estar "inquieto sino atento".
Tanto la oficina del primer ministro como el Elíseo dicen "comprender" la preocupación de los fraceses pero ponen de relieve que la situación requiere más bien "unidad". El ministro de Presupuesto, Eric Woerth, cree, no obstante, que la huelga no es "la mejor respuesta" frente a la crisis.
El partido de la mayoría gubernamental sabe desde principios de enero que el riesgo de un gran movimiento social es serio, al igual que la distancia entre la opinión pública y el plan de relanzamiento económico. "La gente tiene la sensación de que el dinero público se distribuye entre los banqueros y que no se hace nada por ellos. Aprueban a los que bajan a la calle", advierten en la UMP.
La identidad obrera de Sarkozy
Consciente de este hecho, Sarkozy lanzó el pasado sábado durante el Consejo Nacional del partido un guiño a la "clase trabajadora" pidiendo a la UMP abrirse a otros valores e intentando, de paso, arrebatarle clientela al Partido Socialista.
"El trabajo, el mérito, el esfuerzo, la nación, el orden republicano, sí. Pero hace falta apropiarse de otros valores abandonados por otras familias políticas: la humanidad, la solidaridad", dijo. "Debemos abrirnos en nuestro proyecto a la identidad obrera, no ya solamente a la industrial", incidió.
Por lo pronto, es el Partido Socialista quien apoya la huelga del próximo jueves 29 de enero. Su portavoz, Benoît Hamon, señala en 'Liberation' que las reivindicaciones girarán en torno al poder adquisitivo, las condiciones de vida y de trabajo y la sensación de que las libertades están mermando.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
“La insatisfacción en las empresas crece”, advierte el jefe del sindicato moderado CFDT, Fran‡ois ChérŠque. También aumenta en los barrios de emigrantes el descontento por la discriminación y la miseria social, un peligroso coctel. Si los extremistas explotaran esta indignación podría haber “un movimiento violento”. “Se tiende a olvidar que la explotación política de la crisis de 1929 y de la miseria en Europa llevó al fascismo”.
“La crisis ha hecho a la sociedad más frágil", considera Guaino. “Se siente una revuelta de las masas y de las clases medias contra la desigualdad salarial que no alcanzaba una dimensión similar desde el siglo XIX”.
El asesor social de Sarkozy, Raymond Soubie, advierte de una “gran crisis social", pero opina que "la predicción meteorológica social no es una ciencia exacta". Para relajar la situación, Sarkozy presentó programas sociales y para desempleados, así como para los más necesitados, y además pretende obligar a las automotrices a producir en el país.
El primer ministro francés, Fran‡ois Fillon, llamó a la unidad nacional. Se puede ser de izquierdas o de derechas, empresario o trabajador, y decir sin embargo que por encima de todo se es francés, alegó.
Hace algunos meses parecía que las huelgas en Francia pasaban de moda y que los sindicatos quemaban sus últimos cartuchos. Con la introducción legal de servicios de emergencia, la lucha trabajadora en las escuelas y en el transporte perdió en 2008 su poder de intimidación y el ya tradicional "otoño caliente” se convirtió en un templado ritual. Triunfante, Sarkozy anunció entonces: “Se hacen huelgas y nadie lo nota!”.
Pero desde hace dos semanas esa premisa ya no está en vigor. Entonces la unión sindical de izquierda SUD paralizó la estación de trenes de Saint Lazare en París con una huelga. 400.000 viajeros se quedaron atrapados y se produjo un caos de tráfico. Sarkozy, indignado, anunció mano dura. Desde entonces, Saint Lazare se ha convertido en sinónimo del conflicto social en escalada.
El gobierno teme para el verano escenas como las vividas en el 2000, cuando los empleados de la firma química Cellatex amenazados por el desempleo intentaron volcar ácido clorhídrico en el río Mosa.
El ministro de Trabajo, Brice Hortefeux, anunció leyes más duras contra la lucha trabajadora. “Todos pueden ejercer su derecho a la huelga, pero al mismo tiempo todos deben poder tomar el tren o el autobús para ir al trabajo”, dijo.
El partido de Sarkozy UMP exigió “multas para el abuso de huelga” y presentó un borrador que permite la obligación forzosa de los huelguistas en el sector transportes. Los sindicatos ven “una declaración de guerra” en la limitación del derecho de huelga y el gobierno espera por ello el jueves la mayor desde la asunción de Sarkozy en la primavera del 2007.
El gobierno no desea en realidad la confrontación. Antes de Saint Lazare, Sarkozy consideraba aún la huelga como una bienvenida válvula de salida para los conflicto sociales. “Prefiero un día de protestas con una buena contestación que muchos conflictos descontrolados”, dijo Soubie. También ChérŠque quiere canalizar las protestas: Como sindicatos tenemos la labor de hacer que se exprese el desánimo".
Pero las noticias cada vez peores de la economía cambian la situación: los sindicatos tradicionales se ven presionados por el SUD, fundado en 1998. “La jornada de protesta es solo una etapa”, afirma su dirigente, Christian Mahieux. “Representamos a un sindicato de la lucha trabajadora. La crisis actual del capitalismo hace más urgente la constitución de un movimiento social de dimensiones muy grandes. Estamos trabajando en ello”.
"Nos ha llevado a la recesión con su política, antes incluso de que llegara la crisis financiera", declaraba Aubry reclamando un cambio de rumbo.
"Estoy harto de que me tomen por un idiota", resumía por su parte Alain, un hombre ya jubilado, al hablar del motivo que le había llevado a salir a la calle en París para participar en la marcha convocada por los sindicatos en defensa del empleo, el poder adquisitivo y los servicios públicos.
"Se nos dice que no hay dinero y yo me lo creo. Pero cuando vemos que, sobre todo para la clase alta se encuentra, y de que, en realidad, el dinero que se da para salvar a los bancos va a parar a los accionistas, no estoy de acuerdo", continuaba Alain ante las cámaras de televisión.
"Se sirve a los bancos, se sirve a los ricos. Y ¿a nosotros, los trabajadores?", se preguntaba Michel. "Es algo que me encoge el estómago y es una lástima que la gente que nos gobierna no tenga en cuenta esta miseria. A veces siento vergüenza por ellos", decía.
Además de París, donde según la policía han desfilado unas 65.000 personas, Marsella, Lyon, Burdeos, Niza, Lille o Estrasburgo han sido igualmente escenario de manifestaciones en respuesta a la convocatoria sindical. Unos 300.000 en Marsella, la segunda ciudad francesa; 30.000 en Lyon, según los sindicatos, 25.000 según la policía; 60.000 en Burdeos, donde han sido numerosos los trabajadores del sector privado y entre 13.000 y 25.000 personas en Niza.
"Es la gente la que está aquí, no sólo los sindicatos. La pelota está en el campo del Gobierno y de la patronal. O entramos en la negociación y se deja de hacer pagar la crisis a los más humildes o asumen el riesgo de un conflicto social grave", advertía un responsable de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT).
En el sector privado, las grandes fábricas de automóviles registran un amplio seguimiento del paro, evaluado en al menos el 75 %. Los grandes comercios y las oficinas privadas también se ven afectados, aunque más no sea por la falta casi absoluta de transportes.
A primera hora de la mañana no circulaban en la red de metro de París el 75% de los trenes, en la mayoría de las líneas la frecuencia era sensiblemente menor a lo normal. Los viajeros encontraban aún más problemas en los trenes de cercanías que unen la capital francesa con la periferia.
Casi el 70 % de los profesores de primaria ha secundado el paro. La participación media del sector al medio día era de un 64,61% si se tienen en cuenta todas las categorías profesionales. Mientras, el sindicato FSU habla de un 67,5% en primaria y del 60% en secundaria.
Los docentes se oponen a la supresión de puestos de trabajo que intenta implementar el ministerio del ramo para preparar la privatización, reclaman una enseñanza que "garantice el éxito de todos los jóvenes" y reivindican una mejora salarial y la revalorización de sus trabajos.
Sector público
En la función pública, donde estaban llamados a la huelga cinco millones de funcionarios, el nivel de participación es del 73%. El sector reclama la apertura de una verdadera negociación salarial y defiende el empleo tanto público como privado.
Por lo que respecta a la Sociedad Nacional de Ferrocarril (SNCF), el seguimiento durante la mañana era del 66,7%. En anteriores movilizaciones, como la del 18 de octubre de 2007 en defensa del régimen especial de jubilación, la SNCF había contabilizado un 73,5% de huelguistas.
Además, durante la mañana se han unido al llamamiento sindical el 66% de los trabajadores de France Télécom; el 75% de los que lo hacen en La Poste, el servicio de correo postal; el 63% de los asalariados de Electricidad de Francia (EdF) y el 55% de los controladores aéreos, donde Air France, también en proceso de mayor privatización, se vio obligada a suspender más del 40 % de sus vuelos.
En el sector audiovisual público el paro es total y en las emisoras de radio estatales la programación de hoy es únicamente musical. En el caso de las televisiones habrá que esperar para ver si los telediarios se ven afectados.
Además del paro, en las principales ciudades del país están previstas masivas manifestaciones para protestar contra la ausencia de una política social del Gobierno frente a la crisis económica. En París, la marcha saldrá a las 14.00 horas desde la Plaza de la Bastilla y recorrerá las principales arterias de la capital hasta llegar a la Plaza de Opera.
Los sindicatos judiciales, los de la banca, puertos y aeropuertos, así como los de los constructores automovilísticos como Renault o Peugeot-Citroën, han hecho un llamamiento a participar en la jornada de movilización, a la que también podrían unirse otros profesionales.
Diez mil personas se manifiestan en Baiona contra las reformas de Sarkozy
La jornada de huelga y movilización convocada por los sindicatos contra las reformas impulsadas por Nicolas Sarkozy está teniendo una amplia repercusión en Ipar Euskal Herria, con un mayor seguimiento en Lapurdi que en el interior. En Baiona, alrededor de diez mil personas han salido a la calle.
Pasadas las 11.00 ha partido de la plaza St. Ursule de Baiona una manifestación apoyada por nueve sindicatos (CFDT, CFTC, CFE-CGC, CGT, FO, FSU, Solidaires y UNSA y LAB), que ha sido secundada por alrededor de diez mil personas, según las primeras estimaciones de las radios que ha recogido Kazeta.info.
A las 12.30, la movilización todavía no había llegado ante el Ayuntamiento, donde tenía previsto concluir. Las consignas contra las reformas impulsadas por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, han sido mayoritarias a lo largo de la marcha.
Mayor seguimiento en Lapurdi
La huelga está teniendo un gran seguimiento en el sector público de Ipar Euskal Herria, principalmente en la enseñanza, en el servicio de correos y en el transporte.
Lapurdi es el territorio más afectado por la huelga, pero esta ha tenido menor repercusión en Zuberoa y Nafarroa Beherea, donde comercios y establecimientos trabajan casi con total normalidad. Por el contrario, la huelga sí se ha dejado notar en la enseñanza, ya que los profesores de todos los centros educativos sí la han secundado en los dos territorios del interior.
La SNCF prevé que el 60% de los trenes de alta velocidad no circulen hoy.
La pérdida de poder adquisitivo y de nivel de vida de los trabajadores de Francia se ha acentuado en los últimos meses.
A estas razones se les une la convicción de que el Gobierno de Nicolás Sarkozy, frente a la crisis económica que sacude Francia y que la está hundiendo en la recesión, sólo dicta medidas para acudir al rescate de los más poderosos, los bancos y empresarios.
Se prevén además numerosas manifestaciones de protesta en todo el país.
En París, los manifestantes están citados para las dos de la tarde en la Plaza de la Bastilla desde la cual marcharán posteriormente hacia la Opera.
Uno de los líderes del Nuevo Partido Anticapitalista, Olivier Besancenot declaró el miércoles que esta será la primera vez en años que se apreciarán manifestaciones significativas donde se unen asalariados estatales y privados en un centenar de ciudades. No obstante, Sarkozy dijo el martes que continuaría con las reformas impulsadas.
A esta jornada se sumaron también Correos, Justicia, audiovisual público, hospitales, telecomunicaciones, grupos de discapacitados, pensionados, aeropuertos y empresas privadas.
Además es apoyada por la totalidad de partidos de izquierda y numerosas asociaciones de jubilados, de padres de estudiantes y de alumnos.
En París, los cuatro kilómetros que separan las plazas de la Bastilla y de la Ópera han visto desfilar al mayor número de manifestantes del país (300.000 según los sindicatos, 65.000 según la delegación del Gobierno), el doble que en la última jornada unitaria de los sindicatos.
Los ocho sindicatos convocantes han catalogado de "éxito" la jornada al haber reunido "las mayores manifestaciones de trabajadores de los últimos 20 años", según el presidente de la CFDT, François Chérèque. Una "fuerza en la calle" que debe ser "escuchada" por el presidente Sarkozy, según el líder de la CGT, Bernard Thibault.
"Sarkozy debe abrir un diálogo con los sindicatos, de lo contrario, los trabajadores pueden hacer otras jornadas de huelga como esta", ha advertido el sindicalista, que se reunirá con el resto de las centrales obreras el próximo lunes para analizar si mantienen la presión sobre el Ejecutivo.
Entre tanto, los sindicatos aguardan "un gesto" del Gobierno que muestre que han escuchado el mensaje de los manifestantes, un grito de protesta contra la "sangría de puestos de trabajo" y contra el deterioro del poder adquisitivo que ha provocado la huelga.
Entre las pancartas más repetidas, las que exigen al Ejecutivo una ayuda para los trabajadores similar a la que han dado para salvar a los bancos. "El dinero de los banqueros debe venir a nosotros", rezaba una de las pancartas de la manifestación parisiense. "Ellos son el problema, nosotros la solución", podía leerse en otra.
Aunque el grueso de los huelguistas procedían del sector público, la manifestación de París ha contado con un importante número de trabajadores de empresas privadas, muy preocupados por las consecuencias de la crisis económica.
Algo similar ha ocurrido en otras ciudades, donde muchas manifestaciones han sido casi monopolizadas por los trabajadores de una o dos empresas que afrontan planes de reestructuración y despidos. En París también se ha visto a responsables políticos, como la líder del Partido Socialista, Martine Aubry, que siguió la manifestación con un grupo de compañeros de su formación.
La huelga ha logrado paralizar buena parte de los trenes franceses -40% de los de alta velocidad y 70% de los regionales-, y ha obligado a anular muchos vuelos y perturbó el tráfico en las grandes ciudades.
No obstante, pese a la proliferación de franceses en las calles del país, no ha sido el "jueves negro" que auguraban los sindicatos en los días previos. El metro parisiense ha funcionado con relativa normalidad, así como los autobuses, lo que ha servido para descongestionar el tráfico de la ciudad.
Más difícil ha sido llegar al trabajo desde los arrabales parisienses, un camino que diariamente emprenden miles de personas en los trenes de cercanías, los que más sufrieron los efectos de la huelga. Sólo han operado correctamente la mitad de los previstos y algunas líneas estuvieron completamente paradas durante la jornada. En los aeropuertos, los vuelos de larga distancia no se han visto afectados, pero los de medio y corto recorrido si han sufrido retrasos de hasta una hora, sin contar con las anulaciones previstas la víspera por las aerolíneas. También han cerrado numerosas escuelas, porque aproximadamente la mitad de los docentes hizo huelga.
El servicio de correos, así como las eléctrica EDF, el grupo de telecomunicaciones France Telecom y los hospitales también sufrieron las consecuencias de la huelga. El Gobierno calculó que un cuarto de los funcionarios no acudió a su puesto de trabajo.
Con un pronóstico de contracción del PIB que Bruselas sitúa en el 1,8% para este año y una tasa de paro que trepará hasta el 10,8% (más de dos puntos por encima de la conquistada tan sólo hace año y medio) el actual ciclo económico se ha convertido en una soga, cada vez más prieta, para el presidente Sarkozy, que se enfrentó a la primera gran movilización social desde su llegada al Elíseo, en mayo de 2007.
Más aún: la de ayer fue la primera huelga general en suelo Europeo desde que comenzó el goteo de socios miembros que han pasado a engrosar la lista de países que Bruselas identifica en recesión.
Las ediciones online de la prensa gala relataron ayer casi al unísono que la lacra del desempleo, que angustia a miles de trabajadores, es la principal razón por la que el 70% de los franceses está a favor de esta huelga general y las que puedan venir. No en vano, Francia es el sexto país de la UE con una mayor tasa de paro (del 7,9%, a fecha de noviembre), por delante de Alemania (7%) y, lo que sorprende más a los analistas, de Italia (6,7%) o Portugal (7,8%).
Los servicios públicos, desde los transportes y la educación hasta los hospitales, pasando por el sector energético y la televisión fueron los sectores más perjudicados por las movilizaciones. En el aeropuerto parisino de Orly, por ejemplo, se cancelaron un 35% de los vuelos previstos y los que lograron despegar lo hacían con más de media hora de retraso. En el caso del otro aeródromo de la capital francesa, Charles de Gaulle, se cancelaron un 12% de los vuelos previstos, según Aeropuertos de París (ADP).
Respecto al transporte ferroviario, la red de empresa pública francesa de ferrocarriles SNCF admitió que cuatro de cada diez empleados secundaron los paros. Las irregularidades también se colaron en el transporte metropolitano de París, aunque modestamente. El metro funcionó al 75% de su capacidad y los autobuses al 85%, informó Efe al cierre de esta edición.
Sin embargo, la lectura para los analistas internacionales es doble. Por un lado, se podría concluir que los niveles de popularidad de Sarkozy seguirán descendiendo hasta que el país no respire mejores cifras de paro. Otra corriente apunta a que la jornada de ayer sólo fue un primer aviso de los sindicatos y los partidos de la izquierda, que en los próximos días harán valer su fuerza para mostrar el malestar de los trabajadores.
Lo que temen estos grupos es el regreso a un paro masivo mientras ven cómo el plan de estímulo económico dotado con 26.000 millones de euros se dirige hacia una inversión que se hace a expensas de mermar su poder adquisitivo.
En el Elíseo y en las filas gubernamentales se opta, por el momento, por mantener la sangre fría, hacer gala de prudencia, sin cuestionar ni si quiera las motivaciones de la protesta. “No se insulta al cocodrilo antes de cruzar el río”, ilustraba gráficamente el nuevo ministro de Trabajo, Brice Hortefeux, un día antes de la huelga.
El propio Nicolas Sarkozy ha tildado “normal” que la gente proteste, aunque seguirá adelante con sus planes.
Peligro de contagio
Los portavoces parlamentarios de PP, CiU y ERC en el Congreso mostraron ayer su temor a que la crisis económica derive en una “crisis social” y acabe produciendo protestas y huelgas como la convocada para ayer en Francia, algo que consideran que “no es descartable”.
El principal motivo que podría llevar a la huelga, según los portavoces de estas tres formaciones son las altas tasas de paro que se registran en España. Sin embargo, desde las filas socialistas descartan la posibilidad de que en España se registre un paro como en Francia. El portavoz del PSOE en la Cámara Baja, José Antonio Alonso, considera que el Gobierno “lo está haciendo muy bien”.
Alonso achacó la huelga gala a la “orientación política” del gobierno de Sarkozy, de tono conservador, y aseguró que su situación “en absoluto” es comparable a España porque aquí hay un Ejecutivo progresista. Además, vinculó la huelga de Francia “a la problemática que tiene en materia de empleo” pese a que la tasa de parados gala apenas acabó el año 2008 en el 7,3%, casi la mitad que la registrada en España (13,9%).
Las claves
- La huelga general celebrada ayer en Francia es la primera ola de movilizaciones a la que se enfrenta Sarkozy desde que ocupó la Presidencia, en mayo de 2007.
- Mientras los sindicatos buscaban un jueves negro, que pasase a la historia como el ‘28-E’; las altas expectativas de la huelga no se cumplieron al ciento por ciento.
- Sin embargo, la movilización logró impacto por ser la primera huelga general de la eurozona para protestar contra las políticas económicas oficiales.
- En la enseñanza, el 60% de los profesionales causaron baja, mientras que en el sector ferroviario éstas alcanzaron a la mitad de los trabajadores, según los sindicatos.
- En la arena nacional, el PSOE afirma que sería una irresponsabilidad plantear una huelga general en España. CCOO opina que “no es el momento” de este tipo de acciones.
A su juicio, los franceses esperan en general del presidente que muestre que sabe dónde va y mantenga el rumbo para aportar soluciones concretas a la crisis. "Dicho de otra manera, que haya alguien en le barco, que sea un capitán y que mantenga el rumbo sea cual sea el fuerte viento", ilustró.
La lectura que hace el Elíseo de la jornada de ayer, por tanto, es que conviene minimizar el enfado de los franceses sin menospreciarlo y continuar adelante con el plan de reformas diseñado antes de que llegara la crisis.
Soubie llegó a considerar que la expresión de malestar de los franceses tiene una función más psicológica que social. "Tiene la doble función de exorcismo frente a la crisis y una función más general de manifestación de esta angustia", valoró.
Marcó así distancias con respecto a las movilizaciones de 2003 y 2006 porque en estos dos casos los franceses salieron a la calle para reclamar la retirada de un proyecto gubernamental concreto, la reforma de las jubilaciones y el Contrato de Primer Empleo (CPE), respectivamente. "Creo que es una verdadera manifestación de preocupación y de angustia organizada legítimamente por los sindicatos", insistió Soubie.
También descarta Sarkozy ceder a la reiterada petición de los sindicatos de aumentar el poder adquisitivo y estimular el consumo. "En este momento, el análisis del presidente, y de la casi totalidad de los economistas, es que es preferible la inversión. Si un día la situación cambia, si los datos cambian, si las realidades cambian, creo que el presidente y el Gobierno reaccionarán", aclaró el consejero.
Por su parte, los sindicatos, que se reunirán el próximo lunes 2 de febrero para decidir el camino a seguir tras la jornada de ayer, no se contentan con una convocatoria en el Elíseo que se presenta como una respuesta a la huelga cuando en realidad ya estaba programada desde hacía semanas.
"Es el jefe del Estado quien va a decidir el seguimiento de este movimiento con la respuesta que le de", declaró el secretario general del la CFDT, François Chérèque.
Mientras, el máximo responsables de la CGT, Bernard Thibault advierte de que el Gobierno "no puede continuar con su política y debe revisar rápidamente sus decisiones".
El líder sindical avisa también de que no se pueden multiplicar las reuniones con los sindicatos sin que haya resultados y exige "una agenda de discusiones seria para alcanzar decisiones concretas".
La opinión pública local considera generalmente que la crisis financiera conduce al empeoramiento del ambiente social y económico de Francia; la presión de trabajo y vida se hace cada día mayor; el pánico psicológico de la gente se vuelve cada día más grave; y se propaga el pesimismo por todas partes. La causa más profunda reside en que muchas personas muestran inadaptabilidad y descontento con la política de reforma tipo “rompimiento” que Sarkozy ha venido impulsando desde su asunción al poder.
A juzgar por ahora, efectivamente es grande la influencia de la crisis financiera sobre la economía física de Francia. Muchas empresas practican la reducción del personal e incluso se quedan en bancarrota. Sin embargo, parece que el programa de estímulo económico elaborado por el gobierno francés sólo favorece a la banca y la industria automovilística y deja a un lado los problemas relacionados con el poder adquisitivo y el empleo. Por otro lado, la nueva política reformista de Sarkozy hasta ahora no sólo no ha dejado a la gente ver la esperanza, sino que trata de desintegrar el sistema nacional de bienestar social, privando al pueblo de los beneficios ya adquiridos.
Según analistas, el pueblo francés se siente aburrido y decepcionado con la reforma integral que Sarkozy promueve apresuradamente, de lo que nace un instinto resentimiento contra Sarkozy.
Aunque la parte sindical expresó su disposición de dialogar con el gobierno, Tibor, secretario general de la Confederación Nacional de Sindicatos de Francia, dijo que si el gobierno no tiene propuestas esenciales y acciones efectivas, la parte sindical no descartará la posibilidad de realizar otra huelga nacional.
Los analistas consideran que en estos momentos de depresión económica y descontento popular, si el gobierno no toma medidas categóricas y enérgicas para tener una comunicación eficaz con el pueblo, será posible que se extienda la huelga para convertirse en acciones similares a los recientes disturbios de violencia de los jóvenes de Grecia.
(Pueblo en Línea)
En un comunicado conjunto consideran que "las respuestas dadas hasta ahora siguen estando lejos de las exigencias de la movilización del 29 de enero".
"El anuncio de una reunión con los agentes sociales el 18 de febrero con la formulación de algunas pistas es un elemento importante", agregan.
No obstante, los sindicatos creen que "a pesar de un cambio de tono", Sarkozy "mantiene en lo esencial sus orientaciones en materia política y social".
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