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Rusia lanza satélite estudio del Sol |
El lanzamiento reciente del satélite científico ruso Koronas-Foton, desde el cosmódromo de Plesetsk, para la investigación del Sol, tiene gran importancia científico-técnica y devuelve el optimismo sobre el carácter multifacético de la cosmonáutica nacional.
Y no es para menos, hacia más de diez años que Rusia no ponía en órbita ningún satélite científico, mientras que los estadounidenses, nuestros eternos competidores en este campo lanzaron en ese mismo período de tiempo, más de 40 artilugios orbitales.
A no ser de que se incluya en esa lista el satélite "Tatiana-1" fabricado por estudiantes y profesores de la Universidad Lomonósov de Moscú, lanzado en enero de 2005 con fines didácticos y el satélite Fotón-M3 lanzado en mayo de 2007 para experimentos con roedores y vegetales.
Pero ambos satélites trabajaron en la órbita muy poco tiempo y las tareas desarrolladas no tuvieron ningún valor científico importante.
Hasta la semana pasada, Rusia el país que abrió la era del comos y el que cada año lanza al espacio la mayor cantidad de satélites que el resto del mundo, no tenía en órbita un satélite de investigación científica propiamente dicho.
Para la ciencia y cosmonáutica rusa fue una omisión muy deplorable porque únicamente los satélites de investigación ubicados en la órbita terrestre y en el cosmos lejano pueden dar respuesta a interrogantes fundamentales relacionados con el futuro del nuestro planeta.
Sin las respuestas a esos interrogantes no se pudo realizar el primer vuelo del hombre al espacio, y sin la información que recopilan los satélites científicos no se pueden plantear la realización de viajes interplanetarios.
El estudio del Sol ocupa un puesto principal en la ciencia del cosmos. Y el lanzamiento de satélites es la única posibilidad de estudiar este astro de forma directa. Por esa razón, los satélites científicos de gran tamaño, y las estaciones automáticas interplanetarias fueron lanzados al espacio más que todo para investigar el Sol.
En el marco del programa internacional Interkosmos, la URSS lanzó la mayor parte de sus satélites destinados a estudiar el Sol. El primer satélite Interkosmos-1 lanzado en 1969 tenía instrumentos para polarizar de la radiación de las explosiones solares.
Además, el astro rey fue estudiado por aparatos rusos elaborados según el programa KORONAS (anagrama formado de la expresión, observaciones estructurales sobre la actividad del Sol desde órbitas terrestres).
El Koronas lanzado en 2001 con una masa de casi dos toneladas suministró un amplio volumen de material científico debido a que en su interior se instaló más de 15 instrumentos entre espectrómetros, fotómetros y telescopios.
De esta manera, los científicos obtuvieron informaciones sin precedentes sobre una de las más fuertes explosiones ocurridas en el Sol en el otoñó boreal de 2003. Se registró el desprendimiento de materia de la corona solar a velocidades sorprendentes de 2.000 kilómetros sobre segundo, y una serie de nuevos fenómenos como la formación de plasma de alta actividad dinámica con temperaturas de hasta 20 millones de grados, mientras que la temperatura en la corona solar es de 1-2 millones de grados.
Durante las tormentas magnéticas de alta intensidad se descubrieron deformaciones en la magnetosfera terrestre y también perturbaciones en el movimiento de cinturones de radiación.
Por primera vez, la ciencia pudo registrar un fenómeno exclusivamente raro y consistió en que en superficie desde Luna se reflejó una gigantesca emanación de radiación gamma, producida por la explosión de una estrella de neutrones, lo que permitió estudiar la energía de esa explosión.
En lo que se refiere al recién lanzado satélite Koronas-Foton entre los objetivos científicos figura el estudio de mecanismos para pronosticar con determinada exactitud la formación de explosiones solares.
Por el momento, se sabe que el Sol tiene un ciclo de actividad que dura aproximadamente once años. La formación de las manchas solares también está condicionada a ciclos, mientras más numerosas son manchas en el Sol, es mayor la intensidad de la actividad solar. Precisamente a partir de las manchas se forman las explosiones.
En general, los científicos y expertos responsables de programas espaciales están profundamente interesados sobre cuál será la actividad solar en el próximo ciclo y en los que le van a suceder. Esto es muy importante para determinar el denominado "clima del espacio", especialmente para la organización de vuelos espaciales tripulados.
El conocimiento anticipado de la actividad solar durante el tiempo que dure el vuelo espacial es clave para pronosticar el efecto que podrá tener las explosiones solares en las naves, instrumentos y aparatos y también en el organismo de los cosmonautas, sobre todo porque durante las explosiones puede haber fuertes emanaciones de energía en forma de radiación corpuscular con muchas capacidad radiactiva.
Otra tarea no menos importante, es el estudio del Sol como estrella y en calidad de estrella, nuestro Sol es inestable y tiene propia dinámica para la ciencia desconocida. Los telescopios Tesis elaborados por científicos rusos suministrarán más de un millón de fotografías del Sol en espectro ultra rojo y en rayos X.
Andrei Kisliakov
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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"Son zonas bastante apartadas del ecuador (...) y es allí, en altas latitudes heliocéntricas, donde emergerán a la superficie los fuertes campos magnéticos de un nuevo ciclo, los cuales se han ido formando durante varios años en las profundidades del Sol", consta en el comunicado. "Este cinturón tardará ahora algunos años en bajar al ecuador y va a incrementar su actividad, formando lo que conocemos como ciclo solar".
Actualmente estamos en la fase de actividad solar mínima que empezó hace dos años. "Prácticamente no se ven manchas solares desde diciembre de 2006 (...) Es un récord", constató Vladímir Kuznetsov, director del Instituto ruso de magnetismo terrestre, ionosfera y difusión de ondas de radio (Izmiran).
El pasado año, las manchas solares fueron visibles sólo durante cien días; y en los primeros tres meses de 2009, durante 12 días, según los datos de la NASA.
La baja actividad solar hace a los científicos hablar de la posible reedición del Mínimo de Mounder, período de 1645-1715 se conoce en la historia de Europa como "pequeña Edad de Hielo".
"Estamos entre un ciclo que ha terminado y otro que acaba de empezar pero no podemos decir en qué fase, porque no hay manchas", dijo Kuznetsov.
El satélite ruso Coronas-Photon se encuentra en la órbita circunterrestre desde el pasado 30 de enero. Es el tercero de una serie de aparatos desarrollados para observar la actividad solar. El telescopio Tesis a bordo de este satélite va a proporcionar casi un millón de nuevas imágenes del Sol.
"Aunque los satélites modernos son capaces de realizar la investigación de forma autónoma, son precisamente los programas coordinados, como éste, los que proporcionan resultados científicos de carácter especialmente espectacular, que aspiran al rango de descubrimientos", consta en el comunicado. La comparación de las imágenes obtenidas simultáneamente por telescopios diferentes "permite a los investigadores no sólo contemplar la estructura dimensional de los objetivos de la corona (solar) sino también calibrar sus características físicas, como la temperatura y la densidad, así como la distribución de estas magnitudes en cuanto al volumen".
Una protuberancia solar es una nube de gas solar que se levanta sobre la superficie del Sol y permanece a gran altura atrapada por su campo magnético.
La velocidad de la materia liberada alcanzó varios centenares de kilómetros por segundo, sin embargo, es poco posible que ese plasma logre supera la gravitación del Sol y en consecuencia, caerá de nuevo en su atmósfera.
"Incluso si la protuberancia logra superar la gravitación solar hay pocas posibilidades de que llegue la Tierra, sin embargo pueden llegar a la superficie de Marte, donde en el curso varios días dejará de existir", indicó el comunicado.
Observando el desplazamiento la protuberancia, los científicos rusos podrán establecer la estructura del campo magnético del Sol ya que el plasma candente de la protuberancia se "impregna" en las líneas del campo magnético mostrando su forma real. Las enormes dimensiones de la protuberancia permitirán ver esas líneas a distancias de más de dos radios solares, subrayó el comunicado del instituto ruso.
Las observaciones de la protuberancia solar fueron hechas por el observatorio automático TESIS creado por expertos del laboratorio radiográfico de astronomía del Sol instalado en el satélite Koronas-Foton, un proyecto del Instituto de Astrofísica MIFI.
Puesto en órbita en pasado 30 de enero, el Koronas-Foton es el tercer satélite lanzado por científicos rusos para investigar el Sol.
El primer satélite, el Koronas-N fue lanzado en 1994 y trabajó en el espacio hasta 2001, ese mismo año se puso en órbita el satélite siguiente el Koronas-F que proporcionó importantes observaciones sobre el ciclo de actividad solar y dejó de funcionar en diciembre 2005.
El espacio sólo parece revelar sus secretos en rayos infrarrojos. Como todo cuerpo terrestre, también las gélidas nieblas espaciales, las galaxias y las estrellas proyectan rayos infrarrojos de calor. La atmósfera terrestre empero, no deja pasar estas ondas. El trabajo de detectarlos lo asume por ello Herschel que analizará ondas entre los 55 y los 672 micrometros. Una banda que, sumada a la alta resolución de un telescopio de 3,5 metros, no había logrado investigar ningún otro observatorio especializado en rayos infrarrojos.
Tras la historia otros mundos
El trabajo de Herschel consiste en ayudar a descifrar la génesis de estrellas y galaxias, la formación de sistemas planetarios, la historia de nuestro propio sistema solar y la composición química de las moléculas de nubes, estrellas y galaxias.
PACS, uno de los instrumentos alemanes que lleva Herschel, fue desarrollado por un consorcio científico dirigido por el Instituto Max Planck de Física Extraterrestre (MPE), de Garching y el Instituto Max Planck de Astronomía (MPIA), de Heidelberg. Y HIFI, el otro de los aparatos clave de la sonda espacial, fue desarrollado, entre otros, por el Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR) de Bonn y la Universidad de Colonia.
PACS o “Cámara de captura espacial y espectrómetro fotodetector” trabaja con una precisión y una sensibilidad inéditas en los lejanos rayos infrarrojos entre los 57 y los 210 micrómetros. “Es la primera vez que logramos emplear tan potentes detectores en una banda de ondas tan exótica”, dice Albrecht Poglitsch, director del proyecto PACS que es además un revolucionario instrumento óptico que permite estudiar tomas punto por punto y desdoblarlos en sus colores espectrales o longitud de ondas.
Proto-estrellas: las precursoras del firmamento
La luz infrarroja traspasa el polvo cósmico y abre así a los astrónomos un universo diferente al de la luz visible. PACS capta calor de sólo pocos grados, menos 3,15° celsius. Temperaturas que son transmitidas por las llamadas proto-estrellas, durante su proceso de formación primaria. “El espejo de 3,5 metros de diámetro de Herschel nos proveerá de imágenes detalladas de las proto-estrellas nunca vistas antes”, recuerda Oliver Krause, del MPIA, de Heidelberg.
Galaxias del joven universo, a miles de millones de años luz de distancia de la Tierra produjeron hasta mil veces más estrellas que nuestra galaxia. Las grandes cantidades de “material de construcción” producido en esos procesos de formación obstaculizan la mirada directa y se traga la energía liberada por las jóvenes estrellas para proyectarla luego en ondas mucho más amplias.
A ello se suma que las longitudes de la luz enviada aparecen alargadas debido a la continua expansión del espacio: la luz infrarroja producida por la explosión original o “big bang” llega de las profundidades del espacio con el doble de la longitud original. Casi la mitad de la luz proyectada nos llega en forma de fondo cósmico infrarrojo. Y es justamente allí, donde Alemania y Europa tendrá los ojos puestos, gracias a los censores de PACS.
Huellas dactilares detrás del Sol
HIFI o Instrumento heterodino para la medición de rayos infrarrojos lejanos, por su parte, es el espectrómetro más potente hasta ahora. HIFI registrará las más débiles “huellas dactilares” dejadas por cada átomo y cada molécula de los gases interestelares. “HIFI permite observar agua interestelar y planetaria cuya radiaciones son absorbidas totalmente por la atmósfera terrestre”, explica Rolf Güsten del Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR), de Bonn. Importante es también para los científicos que con la ayuda de Herschel y sus instrumentos se podrán estudiar los isótopos de hidrógeno y oxígeno contenidos en el agua de cometas y atmósferas planetarias diferentes a la de la Tierra.
Autor: José Ospina-Valencia
Editor: Claudia Herrera
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