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FSM concluye con movilizaciones |
El Foro Social Mundial (FSM) 2009, contraparte del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, concluyó el día 1 en la ciudad brasileña de Belém de Pará (norte), después de cinco días de deliberaciones y con una nutrida agenda de movilizaciones.
El FSM se postuló como el espacio en el cual podrá surgir una solución alternativa a las crisis económica, energética, ambiental y global que vive el mundo, aunque algunos de sus participantes cuestionaron la efectividad del foro para alcanzar esos objetivos.
En la edición de este año, dominada por la problemática de la Amazonia y por la búsqueda de salidas a la crisis, participaron por primera vez como invitados cinco presidentes sudamericanos, Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Rafael Correa (Ecuador), Evo Morales (Bolivia), Hugo Chávez (Venezuela) y Fernando Lugo (Paraguay).
Los mandatarios asistentes al encuentro en Brasil denunciaron la responsabilidad del neoliberalismo por la crisis mundial.
En nombre del Consejo Internacional del FSM, el brasileño Cándido Grzybowsky, dijo que el encuentro en Belém se convirtió en un hito en la historia del propio foro y del proceso de la ciudanía global.
"Con la crisis económica que vive el mundo, que convirtió al foro de Davos en el funeral del neoliberalismo, ocupamos un enorme vacío en la agenda mundial", subrayó.
Grzybowsky explicó que en Belém 133.000 asistentes de 142 países, entre miembros de movimientos sociales y participantes individuales, así como 5.808 entidades inscritas.
"La elección de Belém fue acertada, hubo una gran participación entusiasta de los jóvenes. Parece que los movimientos sociales se enraizaron en Pará", señaló el activista al subrayar que muchos de los participantes eran apenas niños cuando se realizó el primer FSM en 2001, en Porto Alegre.
Para 2010 los organizadores anunciaron que el FSM no tendrá lugar en una sola ciudad, sino que habrá un día de movilización global, ya que a partir de ahora la idea de contraponer el FSM al de Davos no tendrá sentido, por lo que la jornada deberá ser a finales de abril o mayo, en vez de enero.
Para 2009 fueron anunciadas diversas movilizaciones, concentradas sobre todo en marzo y abril, que deberán llevar la voz del altermundialismo ante diversas reuniones de líderes mundiales.
La representante del Foro Social Europeo, la italiana Raffaela Bollini, informó que la primera gran marcha convocada será a finales de marzo en Estambul, Turquía, donde será realizado el Foro Mundial del Agua.
Los días 1 y 2 de abril los movimientos sociales se congregarán en Londres, Inglaterra, donde protestarán ante la cumbre presidencial del G-20 (grupo de las principales naciones desarrolladas y en desarrollo) que abordará la crisis económica global.
También en abril, otra movilización se realizará en Estrasburgo, Francia, con motivo del 60 aniversario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En julio los altermundialistas se movilizarán contra la cumbre del G-8, grupo que reúne a Alemania, Candá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y Rusia.
El 12 de octubre, día del descubrimiento de América, habrá una movilización global contra la mercantilización de la tierra, impulsada por el movimiento indígena.
En diciembre, la movilización se realizará frente a la reunión internacional sobre Cambio Climático en Copenhague, Dinamarca.
El Foro de Belém albergó también debates sobre la propia naturaleza del encuentro y hubo críticas de sus propios participantes, sobre todo en relación a la poca efectividad de sus acciones para provocar cambios en la sociedad.
De acuerdo a sus principios, el FSM es un espacio abierto de reunión que estimula, de forma descentralizada la relación entre organizaciones y movimientos comprometidos en acciones concretas, en los planos local e internacional.
Las conclusiones no son vinculantes, por tanto en la práctica no se plantea ninguna posición concreta para la salida a los múltiples desafíos que enfrentan los pueblos en el mundo.
Muchos de los participantes subrayaron que el FSM debe establecer vínculos más estrechos con los partidos políticos que comparten los ideales del movimiento altermundialista, con el fin de alcanzar el poder político, de lo contrario será dejado atrás por no responder a los desafíos generados por la crisis global.
Los miembros fundadores resaltaron sin embargo que el FSM y los resultados de las asambleas no deben limitar o dificultar otras formas de luchas estratégicas, sino la de contribuir "con una indicación de rumbos que puedan ser seguidos colectivamente (o no), respetando la diversidad de cada pueblo y organización.
Para ellos, la riqueza del movimiento que tuvo su primera experiencia en Porto Alegre en 2001 es precisamente la de ser un "territorio de debates", el cual no obliga a nadie a asumir posiciones tomadas en conjunto, con un espacio abierto de articulación entre activistas de intereses diversos.
(Xinhua)

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, multitud, politica.
Se trataba de crear una especie de encuentro paralelo, pero de signo político inverso, al Foro Económico Mundial que todos los años reúne a finales de enero en Davos, Suiza, a los poderosos del mundo.
Frente a él se convocaba un Foro no económico sino social, no en el norte sino en el sur, precisamente en Porto Alegre (Brasil) y bajo la consigna de "Otro mundo es posible".
En el FSM se reúnen asociaciones, movimientos sociales, ONG's, sindicatos, etc... bajo la inspiración de enfrentar el modelo neoliberal de globalización que nos domina.
Que ahora participen en él cuatro presidentes latinoamericanos puede hacernos una idea de lo esperanzador que es para toda la comunidad internacional el proceso político que avanza en esa región.
Sucede además en un momento en que el Foro Social parecía agotado, al percibir muchos de sus integrantes que no se pasaba de encuentros y debates que no tenían aplicación práctica alguna.
Lo más espectacular es que estos presidentes no se han acercado al encuentro con una mera intención oportunista, todos ellos han estado relacionados con él de diferentes formas.
Chávez se pronunció tras pasar por uno de ellos a favor del socialismo y Ferrnando Lugo, siendo todavía obispo, se paseaba hace tres años por el de Caracas como un participante más.
Con este nuevo paso se superan las tesis de quienes defendían no intentar tomar posesión de los gobierno para centrarse en desarrollar una red social y ciudadana más poderosa.
Ahora, los postulados del Foro Social forman parte de los principios de gobiernos de América Latina, tan importante se convierte el apoyo a estos procesos como la exigencia de que esos gobiernos estén a la altura de este ideario que dicen compartir.
Va siendo hora de que se vayan superando algunos tabús de los Foros, como el de estigmatizar a partidos políticos y gobiernos. Estos últimos son los que aplican las políticas, y los primeros el método con el que se logra llegar al lugar donde se aplican.
Si los satanizamos estaremos renunciando al principal y más legítimo mecanismo para cambiar muchas cosas.
Con la fórmula de ONG's y monjas las revoluciones no se producen.
Como señaló el presidente venezolano en el acto celebrado con los movimientos sociales y los otros tres mandatarios, “ya no debemos decir solamente que un mundo nuevo es posible, sino añadir que es necesario y añadir más, un mundo nuevo está naciendo, quien quiera verlo que venga a América Latina”,
www.pascualserrano.net
En Davos, por lo pronto, hemos podido escuchar qué es lo que nos cuentan -luego de pagar los 40.000 euros por cabeza preceptivos para asistir a la reunión, una suma muy superior a la que ingresa a lo largo de toda su vida la mitad de la población del planeta- los adalides del capitalismo, repartidos, si así se quiere, en dos bandos.
El primero bebe del odre neoliberal y en los hechos se contenta con sugerir que hay que cancelar algunos abusos que han despuntado en los últimos tiempos.
A estas alturas distinguir el neoliberalismo de los abusos acompañantes se antoja, sin embargo, tarea propia de necios, tanto más cuanto que el capitalismo realmente existente, incapaz de resolver sus problemas, promueve con descaro impresentables operaciones de reflotamiento de empresas realizadas con el dinero de todos.
Pese a las apariencias, a la segunda percepción, la keynesiana, no le va mucho mejor.
Recuérdese que los socialdemócratas de estas horas, tras acatar durante decenios la vulgata neoliberal, están pagando los platos rotos de la mano de restricciones presupuestarias sin cuento.
No es eso, con todo, lo importante: los keynesianos de las últimas hornadas ignoran palmariamente que el planeta arrastra inapelables límites medioambientales y de recursos.
Cuando apuestan a la desesperada por tirar del consumo, como cuando se inclinan por acometer la construcción de faraónicas infraestructuras que nadie sabe quién podrá emplear dentro de unos pocos años -tras la subida inevitable, antes o después, en los precios de la energía-, retratan bien a las claras los vicios del cortoplacismo que nos inunda.
Sólo los más ingenuos creen, entre tanto, que semejante huida hacia adelante encontrará su freno al amparo de un keynesianismo verde que, hablando en serio, no se vislumbra en lugar alguno.
Pero olvidemos el hastío que produce Davos y evaluemos lo que nos llega de Belém.
El momento para los movimientos que contestan la globalización capitalista es, a la vez, estimulante y delicado.
Si, por un lado, sus mensajes encuentran hoy un caldo de cultivo más amplio, por el otro deben encarar una tramada estrategia de amedrentamiento que invita, desde las instancias oficiales, a renunciar a la protesta en provecho de la preservación de la relativa condición de privilegio de la que una parte de la población planetaria disfruta.
Es verdad, por lo demás, que en los movimientos perviven diferencias importantes. Hay quienes piensan, por ejemplo, que la prioridad mayor sigue siendo engordar las redes de contestación, y convertir éstas en fermento de una sociedad distinta, como hay quienes estiman que lo que se impone es ejercer influencia sobre otros, y en particular sobre gobiernos más o menos receptivos.
Más allá de esas disputas, los movimientos han asumido en los últimos meses una inequívoca radicalización que tiene su principal botón de muestra en el designio de trascender la contestación, a menudo demasiado cómoda, del neoliberalismo para acometer una crítica en toda regla de un capitalismo que se considera, por una parte, generador de explotación e injusticia, y, por la otra, promotor de salvajes agresiones contra el medio.
En relación con la primera de estas dimensiones, nada se aleja más de la verdad que la afirmación de que el universo antiglobalizador está desafortunadamente lejos del movimiento obrero.
Mientras en muchos países del Sur el sindicalismo resistente se halla, claramente, del lado de ese universo, en el Norte tenemos que preguntarnos si no son muy a menudo las cúpulas sindicales tradicionales las que, en una deriva lamentable, y tras aceptar lo inaceptable, han obligado a las redes antiglobalización a asumir un creciente protagonismo en las luchas contra las privatizaciones, el desempleo o el trabajo precario.
Las cosas como fueren, la mayoría de las gentes que se han hecho presentes en Davos –por cierto que no hay motivos para concluir que entre ellas menudean los admiradores tontorrones de Obama- son conscientes de que, junto a la crisis que hemos etiquetado de financiera , se aprecian otras tres singularmente preocupantes: se llaman cambio climático, encarecimiento de los combustibles fósiles y, en fin, sobrepoblación.
La urgencia de colocar en primer plano los problemas correspondientes ha estimulado, en los movimientos radicados en el Norte opulento, una activa discusión en lo que hace al crecimiento económico y sus presuntas bondades.
La defensa de proyectos de franco decrecimiento va ganando terreno por momentos en un escenario en el que la propuesta en cuestión se hace acompañar de un puñado de aditamentos: la defensa de la vida social frente a la lógica de la propiedad y el consumo, la postulación del reparto del trabajo -una vieja práctica sindical que ha caído en el olvido-, la reducción del tamaño de muchas infraestructuras, la primacía de lo local sobre lo global y, en fin, la simplicidad y la sobriedad voluntarias.
Si las discusiones en torno al decrecimiento -un proyecto que acarrea una radical contestación de los catecismos neoliberal y keynesiano- parecen llamadas a ganar terreno, bueno es que dejemos constancia de una percepción que, en lo que respecta a las sociedades del Sur, despunta en muchos movimientos.
Esa percepción sugiere, con inevitable cautela, que ha llegado el momento de sopesar si dejar a esas sociedades en paz, lejos de las aparentes bondades que procuramos endosarles, no será nuestra mejor contribución a su bienestar. Y es que sobran los datos que señalan que muchos de esos pueblos que calificamos de primitivos y atrasados guardan, como un arcano tesoro, algunas de las llaves que nos permitirán abandonar este triste edificio que habitamos, construido con materiales tan lamentables como el consumo desaforado, la explotación, la exclusión y, claro, el desprecio por lo que la naturaleza tuvo a bien regalarnos.
Carlos Taibo
Las organizaciones lideradas por el Comité Nacional Palestino (PNC) también lanzaron una campaña para evitar que entre en vigor el acuerdo de libre comercio negociado entre el Mercado Común del Sur (Mercosur) con Israel.
“Israel ha matado a más de 1.300 e hirió unos 5.000 palestinos en 23 días en Gaza”, afirmó Haas.
Una de las consignas utilizadas durante el FSM es “No financies el genocidio palestino, No al TLC Mercosur-Israel”.
La integrante del Movimiento Palestina para Todos (MPT), Arlene Clemeshae, celebró que “boicotear a Israel por su ocupación ilegal en Palestina figura en la agenda social de los movimientos para 2009”.
Durante seis días más de 100 mil personas provenientes de 150 países se reunieron en el FSM para examinar temas como la crisis económica internacional, el deterioro medioambiental, las problemáticas de los indígenas, de los sin tierra y de las mujeres, y la paz mundial, informó Prensa Latina.
El encuentro donde se desarrollaron talleres y seminarios, tuvo su momento más importante cuando participaron en los debates los mandatarios Evo Morales, de Bolivia; Hugo Chávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador; Fernando Lugo, de Paraguay, y Luiz Inacio Lula da Silva de Brasil.
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