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El poder del que nadie habla |
¿A quién le temen los que no se atreven a condenar la masacre israelí en Gaza?
No se trata de Israel, sino de la probada "nacionalidad judía" del sistema capitalista que controla desde gobiernos hasta sistemas económico productivos y grandes medios de comunicación tanto en los países centrales como en el mundo subdesarrollado y periférico.
No se trata de un Estado judío en el lejano Medio Oriente, sino de medios de comunicación, bancos y corporaciones trasnacionales con judíos dominando la mayoría de los paquetes accionarios o hegemonizando las decisiones gerenciales desde puestos directrices y ejecutivos.
Quien se tome el trabajo de investigar el nombre de los integrantes de los directorios o de los accionistas de la grandes corporaciones y bancos transnacionales estadounidenses y europeos que controlan desde el comercio exterior e interior hasta los sistemas económicos productivos de los países, tanto centrales como "subdesarrollados" o "emergentes", podrá fácilmente comprobar que (en una abrumante mayoría) son de origen judío.
Quien investigue con este mismo criterio, además, los medios de comunicación, la industria cultural o artística, cámaras empresariales, organizaciones sociales, fundaciones, organizaciones profesionales, ONGs, tanto en los países centrales como periféricos, se va a sorprender de la notable incidencia de personas de origen judío en sus más altos niveles de decisión.
A la investigadora chilena Denise Shomaly K., investigar y demostrar que el lobby de la comunicación (sobre todo las grandes cadenas) y la industria cultural estadounidense están dominados y controlados por ciudadanos de origen judío le costó una campaña de lapidación como "antisemita", y fue incluso criticada y reprobada como "nazi" por la izquierda políticamente "correcta" y la usinas socialdemócratas. (Ver: El lobby judío controla la industria cultural estadounidense)
Si ese mismo ejemplo de investigación de los directorios y paquetes accionarios de los grandes medios de comunicación e industrias culturales se trasladara a Europa o América Latina, se llegaría a los mismos o parecidos resultados a que llegó la investigadora chilena.
Las tres principales cadenas televisivas de EEUU (CNN, ABC, NBC y Fox), los tres principales diarios (The Wall Street Journal, The New York Times y The Washington Post) están controlados y gerenciados (a través de paquetes accionarios o de familias) por grupos del lobby judío, principalmente neoyorquino.
Asimismo como las tres más influyentes revistas (Newsweek, Time y The New Yorker), y consorcios hegemónicos de Internet como Time-Warner (fusionado con América on Line) o Yahoo, están controlados por gerenciamiento y capital judío que opera a nivel de redes y conglomerados entrelazados con otras empresas.
Colosos del cine de Hollywood y del espectáculo como The Walt Disney Company, Warner Brothers, Columbia Pictures, Paramount, 20th Century Fox, entre otros, forman parte de esta red interactiva del capital sionista imperialista.
Todos estos conglomerados judeo capitalistas, mediáticos y cinematográficos, moldearon y nivelaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la "cultura americana" y la sociedad de consumo capitalista extendidas como "única civilización posible" por todo el planeta.
Los directivos y accionistas de las primeras treinta megaempresas trasnacionales y bancos (las más grandes del mundo) que cotizan en el indice Dow Jones de Wall Street, son mayoritariamente de origen judío.
Megacorporaciones del capitalismo sin fronteras como Wal-Mart Stores, Walt Disney, Microsoft, Pfizer Inc, General Motors, Hewlett Packard, Home Depot, Honeywell, IBM, Intel Corporation, Johnson & Johnson, JP Morgan Chase, American International Group, American Express, AT & T, Boeing Co (armamentista) , Caterpillar, Citigroup, Coca Cola, Dupont, Exxon Mobil (petrolera) , General Electric, McDonalds, Merck & Co, Procter & Gamble, United Technologies, Verizon, son controladas y/o gerenciados por capitales y personas de origen judío.
Estas corporaciones representan la crema de la crema de los grandes consorcios trasnacionales judeo sionistas que, a través del lobby ejercido por las embajadas estadounidenses y europeas, dictan y condicionan la política mundial y el comportamiento de gobiernos, ejércitos, o instituciones mundiales oficiales o privadas.
Son los amos invisibles del Planeta: los que manejan a los países y a presidentes por control remoto, como si fueran títeres de última generación.
Esto explica porque los gobiernos del mundo (incluidos los árabes) se "cuidaron" de no seguir el ejemplo de Venezuela y Bolivia (además de Cuba e Irán) de condenar el genocidio israelí en Gaza y expulsar a sus embajadores en repudio por la matanza de civiles inocentes durante 22 días consecutivos de bombardeos que causaron más de 1.400 muertos, 6000 heridos, y el asesinato de más de 400 niños y 250 mujeres.
A este fenómeno de "poder mundial" judío, y no a Israel, es lo que temen los presidentes, políticos, periodistas, e intelectuales que evitan puntillosamente condenar o nombrar el genocidio militar de Israel en Gaza, repitiendo lo que ya hicieron durante la masacre israelí en Libano en el 2006.
La gran complicidad política, cultural y social a escala global con la masacre israelí no se gestó por miedo a Estado de Israel sino por miedo a lo que representa el Estado de Israel.
No se trata de Israel, un Estado sionista más, sino del "Gran Israel", la patria del judaísmo mundial (con territorio robado a los palestinos), de la cual todos los judíos del mundo se sienten sus hijos pródigos desperdigados por el mundo.
No se trata de Israel, sino de las poderosas organizaciones y comunidades judías mundiales que apoyaron en bloque el genocidio militar de Israel en Gaza, que utilizan su poder y "escala de prestigio" (construida mediante su victimización histórica con el Holocausto) para convertir en un leproso social al que se atreva criticar o a levantar la voz contra el exterminio militar israelí en Gaza.
Los gobiernos del mundo capitalista, los periodistas, intelectuales, organizaciones sindicales y sociales no le temen a Israel, sino a su lapidación social como "antisemita". (mote que se le otorga al que enfrenta y/o denuncia al sionismo judío)
No le temen al Estado de Israel, sino a los hijos de Israel camuflados en los grandes centros de decisión del poder mundial, sobre todo económicos-financieros y mediático-culturales.
En definitiva, los políticos, intelectuales y periodistas del sistema no temen a Israel, sino que temen a los medios, organizaciones y empresas judías, y a su influencia sobre los gobiernos y procesos económicos-culturales del sistema sionista capitalista extendido por todos los países a escala planetaria.
En definitiva temen que las empresas, las universidades, las organizaciones y las fundaciones internacionales sionistas que financian y o promocionan sus ascensos y puestos en la maquinaria del sistema los declaren "antisemitas" y los dejen sin trabajo, sin vacaciones y sin jubilación.
Esa es la causa principal que explica porque los intelectuales, académicos y periodistas del sistema viven elucubrando sesudos análisis de la "realidad" política, económica y social sin la presencia de la palabra judío o del sistema capitalista que paga por sus servicios.
Si bien hay un grupo de intelectuales y de militantes judíos de izquierda (entre ellos Chomsky y Gelman, entre otros) que condenaron y protestaron contra el genocidio israelí en Gaza, la mayoría abrumante de las comunidades y organizaciones judías a escala planetaria apoyaron explícitamente la masacre de civiles en Gaza argumentando que se trataba de una "guerra contra el terrorismo".
A pesar de que Israel no invadió ni perpetró un genocidio militar en Gaza con la religión judía, sino con aviones F-16, misiles, bombas de racimo, helicópteros Apache, tanques, artillería pesada, barcos, sistemas informatizados, y una estrategia y un plan de exterminio militar en gran escala, quien cuestione esa masacre es condenado por "antisemita" por el poder judío mundial distribuido por el mundo.
A pesar de que el lobby judío sionista que controla Israel, tanto como la Casa Blanca, el Tesoro y la Reserva Federal de EEUU no reza en las sinagogas sino en la Catedral de Wall Street, el que lo critique es tildado de inmediato como "antisemita" o "nazi" por las estructuras mediáticas y culturales controlados por el poder judío mundial.
Las campañas de denuncia de antisemitismo con las que Israel y las organizaciones judías buscan neutralizar a las criticas contra la masacre, abordan la cuestión como si el sionismo judío (sostén del estado de Israel) fuera una cuestión "racial" o religiosa, y no un sistema de dominio imperial que abarca interactivamente el plano económico, político, social y cultural, superando la cuestión de la raza o de las creencias religiosas.
El lobby judío no controla el mundo con la religión: lo maneja con bancos, trasnacionales, hegemonía sobre los sistemas económicos-productivos, control sobre los recursos naturales, control de la red informativa y de manipulación mundial, y manejo de los valores sociales a través de la publicidad, la cultura y el consumo estandarizado y globalizado por los medios de comunicación.
En definitiva, el lobby judío no representa a ninguna sinagoga ni expresión racial, sino que es la estructura que maneja el poder mundial a través del control sobre los centros económicos-financieros y de decisión estratégica del sistema capitalista expandido como civilización "única".
Antes que por la religión y la raza, el lobby judío y sus redes se mueven por una ideología política funcional: el sionismo capitalista-imperial que antepone el mercado, la concentración de riqueza, la "política de negocios", a cualquier filosofía que roce las nociones del "bien" o del "mal" entendidos dentro de parámetros sociales.
Entonces: ¿De qué hablan cuando hablan de "antisemitismo" o de "anti-judaismo religioso? ¿En que parámetros referenciales se basa la condición de "antisemita"? ¿Quién es antisemita? ¿Quién critica a los judíos por su religión o por su raza en las sociedades del mundo?
A lo sumo, a los judíos, como está probado en la realidad social de cualquier país, no se los critica por su religión o condición racial sino por su apego excesivo al status del dinero (también cultivado por otras colectividades) y a integrar estructuras o jerarquías de poder dentro de un sistema injusto de opresión y de explotación del hombre por el hombre, ´como es el sistema capitalista.
Históricamente, más que por su religión, en todos los países y sociedades de la tierra, el judío siempre estuvo identificado en la figura del "usurero" y no en la del rabino, cuestión que se refleja masivamente en los "chistes de judíos" contados hasta por los propios judíos.
Es decir, a los judíos habitualmente no se los critica por su religión o su raza, sino por sus valores excesivamente "materialistas" que los llevan rápidamente a escalar pirámides de poder dentro del sistema capitalista, lo que les construyó el mito (alentado por los propios judíos) de "inteligencia superior".
Salvo los grupos minoritarios de fanáticos y racistas que sólo se representan a sí mismos, en las sociedades (salvo el nazismo alemán y algunas excepciones) casi nunca hubo "persecución religiosa o racial" del judío, si no que hubo una asociación del judío con la "peor cara del capitalismo", representada en el sistema económico-financiero especulativo.
¿Cuántos son los grupos de nazis y fanáticos que persiguen "racialmente" a los judíos por el mundo, en relación al conjunto de la humanidad? Alcanzan los dedos de una mano para contarlos.
Es más, los "nazis" que quedan, ni siquiera son nazis con "pureza doctrinaria", son lúmpenes, marginales alienados del sistema capitalista, una especie de "tribu" urbana insignificante e idiota, que no representan un peligro para nadie, y que habitualmente son utilizados para mantener vivo el mito de la "persecución" y el "antisemitismo.
En definitiva el mito de la "persecución religiosa-racial", solo sirvió para generar el mito del "antisemitismo" como falsa corriente masiva, con la finalidad de tapar lo que grupos minoritarios de origen judío hacen en realidad: controlar y manejar los resortes estratégicos del sistema capitalista que gobierna el mundo por medio del poder económico.
Cuando hablamos de lobby judío, no hablamos de religión o de sinagoga sino de un poder mundial controlado en sus resortes decisivos por grupos minoritarios de origen judío, y conformado por una estructura de estrategas y tecnócratas que operan las redes industriales, tecnológicas, militares, financieras y mediáticas del capitalismo trasnacional extendido por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Cuando hablamos de lobby judío, hablamos de un diseño estratégico de poder mundial, interactivo y totalizado, que se concreta mediante una red infinita de asociaciones y vasos comunicantes entre el capital financiero, industrial y de servicios que convierte a los países y gobiernos en gerencias de enclave.
Cuando hablamos de lobby judío hablamos de un poder mundial sionista imperialista que es el dueño del Estado de Israel tanto como del Estado norteamericano, y de centenares de países con sus recursos naturales y sistemas económico-productivos, sencillamente porque controla el capital y los medios de producción que mueven a esos países.
A ese poder, y no al Estado de Israel, es al que temen los presidentes, políticos, periodistas e intelectuales que callan y ocultan a diario el genocidio de Israel en Gaza temerosos de quedar sepultados de por vida bajo la lápida del "antisemitismo".
Manuel Freytas

Etiquetas: inteligencia, medios, memoria, monopolios, politica, violencia.
La designación al frente del Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos de un ex embajador crítico de Israel, Charles "Chas" Freeman, desató la fuerte reacción de halcones simpatizantes del Estado judío, para quienes el presidente Barack Obama debe reconsiderar el nombramiento.
Los detractores critican a Freeman por sus vínculos con Arabia Saudita y por su posición respecto de los derechos humanos en China. Mientras, sus defensores alegan que los primeros pretenden someter a altos funcionarios a una prueba ideológica con el fin de garantizar la continuidad del respaldo estadounidense a Israel.
Según numerosos analistas, la campaña contra el ex embajador, quien goza de un fuerte respaldo en la corriente realistas de política exterior (los más moderados) y entre profesionales de la comunidad de seguridad nacional, es un intento temprano del llamado "lobby israelí" de evaluar su influencia sobre el nuevo gobierno.
Freeman fue designado presidente del Consejo Nacional de Inteligencia (CNI) por el director de Inteligencia Nacional, almirante Dennis Blair, la semana pasada.
El embajador retirado es políglota y tiene una inusual amplia experiencia en relaciones exteriores. También estuvo al frente de la representación diplomática estadounidense en Arabia Saudita y fue secretario adjunto de Asuntos de Seguridad Internacional, del Departamento (ministerio) de Defensa.
Además contribuyó a diseñar la política de Washington para Asia, Medio Oriente y África. Freeman fue cuidadosamente seleccionado para el cargo por Blair, según varias versiones de prensa.
El Consejo Nacional de Inteligencia es el centro responsable de analizar y diseñar estrategias de seguridad a largo y mediano plazo. Entre otras cosas, es el órgano que redacta la Evaluación Nacional de Inteligencia (NIE, por sus siglas en inglés), que reúne la opinión de las 16 agencias del sector sobre el curso de los acontecimientos futuros.
Por ejemplo, la NIE concluyó en diciembre de 2007 que Irán había dejado de trabajar sobre un componente clave para la construcción de armas atómicas en 2003, lo que frustró los esfuerzos de Washington por reunir apoyo para atacar sus instalaciones nucleares, antes de que George W. Bush (2001-2009) abandonara la Casa Blanca.
Freeman criticó abiertamente la "guerra contra el terrorismo", lanzada por el gobierno de Bush, y las políticas de Israel en los territorios palestinos ocupados.
En un discurso de 2007 denunció el apoyo estadounidense a "los esfuerzos de Israel por pacificar a la cautiva y cada vez más marginada comunidad árabe y ocupar más territorios para sus colonos".
También advirtió que Israel pronto se enfrentaría a "la desagradable elección entre una sociedad democrática y una identidad judía para el Estado".
La campaña contra Freeman comenzó poco después de que se difundieran rumores de su designación hace dos semanas. Los primeros fueron los medios de prensa neoconservadores, como las revistas The Weekly Standard y Commentary, así como personalidades liberales, aunque halcones pro-Israel, como Martin Peretz, editor de The New Republic.
Steve Rosen, ex miembro del influyente Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí (Aipac), desempeñó un papel importante en la campaña contra la designación de Freeman acusándolo de ser un "tradicional partidario árabe" y de tener "una relación muy estrecha" con Arabia Saudita.
Rosen está en medio de un proceso judicial por entregar información clasificada al gobierno de Israel.
Las personalidades de la prensa que critican a Freeman, Michael Goldfarb, de The Weekly Standard, James Kirchick, de The New Repúblic, además de Rosen y Peretz, son fervientes defensores de Israel, pero esta vez arremetieron contra los vínculos del ex embajador con Arabia Saudita.
En especial alegaron que el millón de dólares donado por el príncipe saudita Alwaleed bin Talal al Consejo de Política de Medio Oriente, grupo de estudio presidido por Freeman, prueba que es un "títere" de Riyadh.
También arremetieron contra un mensaje enviado por Freeman a una lista privada de distribución de correo electrónico en 2007, en el que sostenía que el principal error del gobierno chino en la brutal represión de 1989 en la plaza de Tiananmen había sido "no intervenir a tiempo para cortar la manifestación de raíz".
Su presunta insensibilidad respecto de la situación de los derechos humanos en ese país fue otro argumento esgrimido para sabotear su designación como presidente del CNI.
La campaña contra Freeman adquirió mayor relevancia esta semana cuando el miembro del opositor Partido Republicano y presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representante, Peter Hoekstra, pidió al gobierno reconsiderar la designación, en entrevista con el periódico The Wall Street Journal, cuya página editorial neoconservadora había criticado el nombramiento.
Pero también Stephen Israel, representante del gobernante Partido Demócrata por el estado de Nueva York, pidió una investigación sobre los vínculos del ex embajador con Arabia Saudita.
Otros 10 miembros del Congreso legislativo hicieron lo propio en una carta enviada el martes a Inteligencia Nacional.
Cuatro de los signatarios, los republicanos Mark Kirk, John Boehner y Eric Cantor, y la demócrata Shelley Berkley, están entre los cinco representantes que recibieron más contribuciones de los comités de acción política pro-israelí, con fuertes vínculos con Aipac, en la última campaña electoral, según cifras divulgadas por el Informe de Washington sobre Asuntos de Medio Oriente.
El propio Kirk es el que recibió más aportes en los últimos 10 años, según el documento.
Por su parte, los defensores de Freeman, en su mayoría veteranos de la comunidad de inteligencia, rechazaron de forma rotunda su presunta inclinación hacia Arabia Saudita o el Partido Comunista de China.
Además alertan que la campaña que libran sus detractores contra cualquiera que se atreva a cuestionar el incondicional apoyo de Washington a Israel es ser similar a la lanzada en los años 50 por el senador republicano Joseph McCarthy, contra presuntos y verdaderos comunistas.
"Tratan de eliminar de la vida pública a todo aquel que no esté bajo el absoluto control del ‘lobby’", escribió en su blog Pat Lang, ex analista para Medio Oriente de la comunidad de inteligencia.
"Charles Freeman es un hombre asombrosamente educado y con una capacidad intelectual sorprendente que, además tiene vasta experiencia y probada integridad (…) ¿Quién podría ser mejor para el cargo?", arguyó.
El ex director de la consultora Kissinger Associates, David Rothkopf, quien además realizó un trabajo muy serio sobre la historia del Consejo de Seguridad Nacional, también arremetió contra los detractores del ex embajador.
"Hay algo alarmante detrás de los ataques: la idea de que en el gobierno de Estados Unidos no hay lugar para quienes tienen reservas sobre la política israelí o no cierran filas detrás de una sola visión, por ejemplo de Arabia Saudita, lo que es absurdo y peligroso", subrayó.
Además, sus detractores no objetaron a otros funcionarios cuyas organizaciones también aceptaron donaciones de Arabia Saudita, alegaron los partidarios de Freeman.
Poco antes de que la secretaria de Estado (canciller) Hillary Rodham Clinton fuera confirmada para el cargo, su esposo, el ex presidente Bill Clinton (1993-2001), reveló que su fundación había recibido entre 10 y 15 millones de dólares del reino saudita, entre otras donaciones procedentes del exterior.
Hubo algunas objeciones por un posible conflicto de intereses, pero Clinton fue confirmada sin más por una abrumadora mayoría del Senado en diciembre.
El ex secretario del Tesoro (ministro de Hacienda) Lawrence Summers, y ahora importante asesor de Obama, también aceptó 20 millones de dólares del propio Alwaleed bin Talal cuando era presidente de la Universidad de Harvard en 2005.
Es común que los grupos de estudio reciban donaciones del exterior, señaló el ex embajador de Estados Unidos en Israel Sam Lewis a la Jewish Telegraphic Agency.
La oficina de Blair confirmó la designación de Freeman y alegó que era un cargo "de analista y no político".
El portavoz de la Casa Blanca Robert Gibbs declaró el martes que "no había leído" informes acerca de los vínculos de Freeman con Arabia Saudita ni de sus críticas a Israel.
Este martes, Charles W. Freeman escribió una fogosa carta anunciando su retiro, atacando al lobby israelí por la campaña difamatoria dirigida a prevenir su nombramiento. La medida continuó con acusaciones de filiación inoportuna a Arabia Saudita y China por parte de Freeman quien es conocido por su postura anti-israelí.
Freeman, un franco crítico de Israel y del apoyo de EE.UU. para la entidad judía, culpó a la “gente inescrupulosa” del lobby por la “vergonzosa agitación” y la “difamación”, luego que se supo que el director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair, lo había aconsejado para encabezar el organismo. La NIC produce el Estimado Nacional de Inteligencia incluyendo las amenazas reportadas a la seguridad de EE.UU.
“El objetivo de este lobby es el control del proceso político a través del ejercicio del veto sobre el nombramiento de personas que cuestionan la sabiduría de sus opiniones, la sustitución de rectitud política por análisis, y la exclusión de alguna y todas las opciones para la decisión de los estadounidenses y nuestro gobierno, en vez de aquellos que los favorecen”, escribió Freeman.
“Hay una ironía especial en haber sido acusado de consideración impropia por las opiniones de gobiernos extranjeros y sociedades por un grupo que tan claramente intenta imponer una adherencia a las políticas de un gobierno extranjero, en este caso, el gobierno de Israel”, añadió la carta.
El político dijo que tiene evidencia clara en contra de los lobbystas quienes están “determinados a impedir la emisión de opiniones que no sean las suyas, todavía menos en consideración del entendimiento estadounidense de las tendencias y eventos en el Medio Oriente”.
Durante su dirección del Consejo de Políticas del Medio Oriente (MEPC), acusaciones fueron dirigidas en contra de Freeman de ser “portavoz para Arabia Saudita” a cambio del dinero de la realeza saudí. También ha sido acusado de predisposición hacia Beijing por asesorar constantemente a la Casa Blanca para forjar lazos más fuertes con China.
“Nunca intenté ser pagado o acepté pagos de ningún gobierno extranjero, incluyendo Arabia Saudita o China, por algún servicio, o alguna vez haber hablado de parte de un gobierno extranjero, sus intereses o sus políticas”, continuó Freeman.
Se preguntaba si la administración de Obama podría formular su propia política hacia el Medio Oriente a pesar del lobby.
También advirtió que los métodos coactivos del organismo a la larga “amenazan la existencia del estado de Israel”.
Pero el martes retiró su postulación después de lo que calificó de “andanada de distorsiones difamatorias” de sus antecedentes por el lobby de Israel en EE.UU.
“Las calumnias en mi contra y los rastros fáciles de encontrar de sus correos electrónicos muestran concluyentemente que existe un poderoso lobby determinado a impedir que se exprese cualquier punto de vista diferente del suyo”, dijo Freeman.
“Las tácticas del lobby de Israel llegan al límite de la profundidad del deshonor y la indecencia e incluyen difamación, citas erróneas selectivas, la deformación intencional de los antecedentes, la fabricación de falsedades, y un extremo desprecio por la verdad”.
“El objetivo del lobby es el control del proceso político mediante el ejercicio de un veto sobre el nombramiento de personas que cuestionan la sabiduría de sus puntos de vista, la sustitución de la corrección política en lugar del análisis, y la exclusión de cualesquiera opciones para la toma de decisiones por los estadounidenses y nuestro gobierno que sean diferentes de las que propugna”.
Revés para Obama
Los opositores no tardaron en señalar que el retiro de Freeman fue simplemente el último en una cadena de reveses para Barack Obama mientras el presidente se esfuerza por dotar de personal a su gobierno.
Max Blumenthal, blogger y periodista del sitio en Internet Daily Beast, quien ha estado siguiendo el proceso de designación de Freeman, dijo a Al Jazeera que su retiro era “una derrota catastrófica para el gobierno de Obama”.
“Lo que sucedió es que el que ganó fue el lobby de Israel”, dijo.
“Lo que considero más notable en su declaración, fue cuando [Freeman] dijo que aparentemente el gobierno de Obama no podrá dictar su propia política para Oriente Próximo y culpa directamente por ello al lobby de Israel”.
Blumenthal dijo que el lobby de Israel había “estado enviando furiosamente correos a periodistas favorables, calumniándolo [a Freeman] en público” y que “influyeron decisiones políticas respecto a los puntos de vista [de Freeman] sobre Israel y esencialmente torpedearon su nombramiento”.
Este fue “el primer fusilamiento total” del lobby de Israel “y tuvieron éxito porque sabían que Freeman sería descartable para elementos políticos en la Casa Blanca que tenían que cortejar al lobby de Israel, necesitaban su dinero para las contiendas por el Senado”, dijo.
Vínculos chinos-saudíes
Freeman es ex embajador en Arabia Saudí, y ha servido también como secretario adjunto de defensa y alto diplomático de EE.UU. en China.
El almirante Dennis Blair, el director nacional de inteligencia quien eligió a Freeman para la posición en el consejo, lo defendió en el congreso el martes como hombre de “puntos de vista fuertes, de una mente inventiva y de un punto de vista analítico”.
Blair dijo que prefería eso a “criterios de alimentos pre-cocidos”.
Pero la percepción de las críticas de Freeman hacia Israel junto con sus vínculos con China y Arabia Saudí, provocaron controversia.
Consejo de CNOOC
Freeman sirvió en el consejo asesor internacional de la estatal China National Offshore Oil Corporation cuando hizo su oferta en 2005 por la firma petrolera de EE.UU. Unocal que fue frustrada por protestas en el Congreso de EE.UU.
Su think-tank en Washington recibió financiamiento de Arabia Saudí.
Freeman dijo que había renunciado a todas sus posiciones privadas cuando decidió aceptar el puesto en el consejo de inteligencia.
Después del retiro de Freeman, la oficina de Blair dijo que aceptaba “con pesar” su decisión.
Citas de Freeman:
2007 - “la brutal opresión de los palestinos por la ocupación israelí no da señales de terminar”.
2007 - "Israel es aún más desdeñado y aislado que nosotros, y junto con los israelíes estamos multiplicando rápidamente las filas de terroristas con alcance regional y global”.
(mas...)
Al retirar su candidatura como director del Consejo Nacional de Inteligencia, Charles Freeman, ex embajador en Arabia Saudí y un raro pensador provocativo en Washington, soltó una andanada contra sus enemigos. Hablando de acusaciones de grupos e individuos en su mayoría derechistas que afirman que representan a la comunidad judía en el Washington oficial, escribió:
“Hay una ironía especial en el hecho de que haya sido acusado de consideración inadecuada de opiniones de gobiernos y sociedades extranjeros por un grupo tan claramente resuelto a imponer la adhesión a las políticas de un gobierno extranjero – en este caso, el gobierno de Israel.
Considero que la incapacidad del público estadounidense de discutir, o del gobierno de considerar, cualquiera opción para las políticas de EE.UU. en Oriente Próximo a las que se oponga la facción gobernante en la política israelí, ha permitido que esa facción adopte y sustente políticas que en última instancia amenazan la existencia del Estado de Israel…
No es sólo una tragedia para los israelíes y sus vecinos en Oriente Próximo; está haciendo un daño cada vez más amplio a la seguridad nacional de EE.UU.”
Así comenzó una tormenta de fuego de comentarios, discusiones, y argumentos en los medios dominantes sobre, entre otras cosas, la existencia misma de un “lobby de Israel”.
A continuación, Robert Dreyfuss, quien escribe el blog Dreyfuss Report de The Nation, y es autor de “Devil's Game: How the United States Helped Unleash Fundamentalist Islam” [Juego diabólico: Cómo EEUU ayudó a desatarse al Islam fundamentalista.
El proyecto imperial estadounidense], presenta una poderosa y necesaria evaluación de lo que el affaire Freeman puede significar para el gobierno de Obama y la política estadounidense en Oriente Próximo.
Algo que encuentro extraño en el debate sobre ese lobby es que: tanto los que creen que existe como los que niegan su existencia actúan generalmente como si un lobby semejante fuera sui generis en la política estadounidense.
Nada de eso.
Es sólo que pocos sacan a la luz la obvia –aunque, como todo en la historia, no sea exacta– analogía.
Una nación “isla” en Oriente Próximo, Israel, juega actualmente un papel casi indiscutiblemente similar al de una isla real que hace décadas tuvo una influencia formidable en la política interior estadounidense.
Conocida entonces como Formosa, se convirtió en “la República de China” después que el líder nacionalista chino Chiang Kai-shek, derrotado en una cruel guerra civil por el movimiento comunista de Mao Ze Dong, mudó lo que quedaba de su gobierno a ese lugar.
Desde fines de los años cuarenta, hasta bien avanzados los cincuenta, esa versión isleña de China tuvo un firme control para el marco de maniobra que existía para cualquier gobierno de EE.UU. cuando se trataba de la política hacia China.
Los resultados fueron desastrosos cuando varios representantes nacionalistas chinos y sus aliados en el Congreso y los medios, entonces conocidos como el Lobby de China, colocaron temas y realidades cruciales fuera de discusión.
Es una moraleja que no debería ser ignorada en el actual debate. Tom
¿Comienza a sentir miedo el lobby de Israel en EE.UU.?
El caso Freeman es un tiro de advertencia a Obama
¿Es una fuerza todopoderosa el lobby de Israel en Washington? ¿O será que tal vez comienza a sentir miedo?
A juzgar por el desenlace del affaire de Charles W. ("Chas") Freeman de esta semana, podría parecer que el lobby israelí está amedrentado. Desde un punto de vista más amplio, sin embargo, la controversia sobre Freeman podría ser el Waterloo del lobby de Israel.
Recapitulemos.
El 19 de febrero, Laura Rozan informó en ForeignPolicy.com que Freeman había sido seleccionado por el almirante Dennis Blair, director de inteligencia nacional, para servir en un puesto clave como presidente del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC).
El NIC, el think tank interno de la comunidad de la inteligencia, recibe datos de 16 agencias de inteligencia y produce lo que se llama “cálculos nacionales de inteligencia” sobre tópicos cruciales del día como guía para los responsables políticos en Washington.
Freeman ofrecía un currículo estelar para esa tarea: fluido en chino mandarín, ampliamente experimentado en Latinoamérica, Asia y África, ex embajador de EE.UU. en Arabia Saudí durante la primera Guerra del Golfo, y ex secretario adjunto de defensa durante el gobierno de Reagan.
Iconoclasta de humor árido y extrovertido, Freeman había, sin embargo, cruzado una de las líneas rojas en Washington por su fuerte crítica a la relación entre EE.UU. e Israel.
Durante los años, en los hechos, había dirigido una crítica elocuente y poderosa a Israel.
Horas después de la publicación del artículo en Foreign Policy, Steve Rosen, ex funcionario de AIPAC (Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos), lanzó en su blog derechista lo que pronto se convertiría en un verdadero bombardeo crítico contra Freeman.
El propio Rosen ya ha sido acusado por el Departamento de Justicia de EE.UU. en un escándalo de espionaje por la transferencia de información confidencial a contactos externos, involucrando a un colega de AIPAC, a un ex funcionario en el Pentágono de Donald Rumsfeld, y a un funcionario en la embajada de Israel.
Su blog, Obama Mideast Monitor, es patrocinado por el sitio en Internet Middle East Forum dirigido por Daniel Pipes, un derechista pro-israelí de la línea dura, cuyo Middle East Quarterly es, por su parte, editado por Michael Rubin del American Enterprise Institute.
Durante aproximadamente dos semanas, Rosen publicó unos 19 artículos sobre la historia de Freeman.
La esencia de la crítica de Rosen se centró en la dura crítica del ex embajador hacia Israel.
No era ningún secreto.
Freeman ha condenado repetidamente muchas políticas de Israel y también la relación demasiado estrecha de Washington con Jerusalén.
“La brutal opresión de los palestinos por la ocupación israelí no da señales de terminar”, dijo Freeman en 2007.
“La identificación estadounidense con Israel se ha hecho total”.
Pero Rosen, y los que siguieron su ejemplo, ampliaron sus ataques para hacer afirmaciones infundadas o exageradas, invocando citas y correos electrónicos fuera de contexto, y acusando a Freeman de ser un “lobista” pro-árabe, o de estar demasiado estrechamente identificado con Arabia Saudí, y de ser displicente respecto al trato dado por China a los disidentes.
Trataron de presentar al sobrio y conservador antiguo funcionario estadounidense como radical fanático, antisemita, y títere del rey saudí.
Del blog de Rosen, la virulencia contra Freeman se propagó a otros blogs derechistas, sionistas, y neoconservadores, luego a los sitios en Internet de voceros neoconservadores como New Republic, Commentary, National Review, y Weekly Standard, que se refirieron a Freeman como “marioneta saudí”.
De ahí, se expandió a The Atlantic y luego a las páginas editoriales del Wall Street Journal, en las que Gabriel Schoenfeld calificó a Freeman de "despotricador contra Israel que mima a China”, y al Washington Post, en el cual Jonathan Chait de New Republic calificó a Freeman de “fanático”.
Partidarios incondicionales de Israel en el Congreso no tardaron en sumarse a la maniobra.
Terminaron por incluir al representante Steve Israel y al senador Charles Schumer, ambos demócratas neoyorquinos; un grupo de miembros republicanos de la Cámara, dirigidos por John Boehner de Ohio, jefe de la minoría, y Eric Cantor de Virginia, jefe de los republicanos; siete miembros republicanos del Comité Selecto del Senado sobre Inteligencia; y, finalmente, al senador Joe Lieberman de Connecticut, quien se involucró en un duro intercambio con el almirante Blair en una audiencia del Senado.
Aunque Blair defendió enérgicamente a Freeman, los dos no tuvieron apoyo de una ansiosa Casa Blanca, que tomó una actitud (para decirlo cortésmente) de no-intervención.
Ante la evidencia –obvia, en realidad– Freeman llegó a la conclusión de que, incluso si pudiera resistir la tormenta, su capacidad de realizar su trabajo, había sido efectivamente torpedeada.
Cualquier material que el Consejo Nacional de Inteligencia produjera bajo su autoridad, como me dijo Freeman en una entrevista, sería atacado instantáneamente.
“Todo lo que produjera que fuera políticamente controvertido sería inmediatamente atribuido a mi persona como a una especie de político anormal y desacreditado”, dijo.
El 10 de marzo, Freeman se resignó, pero no sin protesta.
En una carta a amigos y colegas, lanzó un desafiante contraataque de partida que puede, de hecho, haber ayudado a cambiar la naturaleza misma de la política en Washington.
“Las tácticas del lobby de Israel llegan a lo más profundo del deshonor y de la indecencia e incluyen el asesinato de caracteres, la distorsión selectiva de citas, la deformación intencional del historial, la fabricación de falsedades, y un extremo desdén por la verdad”, escribió Freeman.
“El objetivo de ese lobby es controlar el proceso político mediante el ejercicio de un veto sobre el nombramiento de personas que disputen la sabiduría de sus puntos de vista”.
Freeman lo formuló de manera más metafórica en su conversación conmigo:
“Fue una manera hermosa, como dicen los chinos, de matar a un pollo para asustar a los monos”.
Al destruir su nombramiento, afirmó Freeman, el lobby de Israel esperaba intimidar a otros críticos de Israel y de la política de EE.UU. hacia Oriente Próximo que pudieran buscar puestos en el gobierno de Obama.
Sobre triunfos, histerias y pandillas
Queda por ver precisamente cuántos “monos” están temblando. Ciertamente, el lobby de Israel alardeó triunfante.
Daniel Pipes, por ejemplo, elogió rápidamente el papel de Rosen en el derribo de Freeman:
“Lo que tal vez no sepan es que Steven J. Rosen de Middle East Forum fue la persona que primero llamó atención hacia la naturaleza problemática del nombramiento de Freeman”, escribió Pipes.
“Dentro de horas, se corrió la voz, y tres semanas después Freeman ha reconocido su derrota. Sólo alguien con la estatura y la credibilidad de Steve podría haber logrado algo semejante”.
La Organización Sionista de EE.UU., un grupo de presión de extrema derecha que apoya a Israel, envió Alertas de Acción de seguimiento a sus miembros, haciendo sonar más campanas de alarma respecto a Freeman como parte de una campaña para movilizar a la opinión pública y al Congreso.
Entre bastidores, AIPAC utilizó silenciosamente su considerable influencia, especialmente con amigos y aliados en los medios.
Y Chuck Schumer, quien había ido trotando a la Casa Blanca para hablar con Rahm Emanuel, jefe de gabinete del presidente Obama, dijo después sin ambages:
“Charles Freeman era el tipo equivocado para ese puesto. Sus declaraciones contra Israel iban demasiado lejos y estaban severamente fuera de tono con el gobierno. Insté repetidamente a la Casa Blanca para que lo rechazara, y estoy contento que hayan hecho lo correcto”.
Numerosos periodistas, incluidos Max Blumenthal del sitio en Internet Daily Beast y Spencer Ackerman de Firedoglake, han documentado efectivamente el papel del lobby de Israel, incluido AIPAC, en el sabotaje del nombramiento de Freeman.
De sus informes y otros, parece evidente que el lobby dejó sus huellas digitales por todas partes sobre el cadáver de Freeman en el Consejo Nacional de Inteligencia.
Por cierto, Joe Klein del Time, describió el ataque contra Freeman como “asesinato”, agregando que el término “lobby” no hace justicia a los métodos de los diversos grupos de cabildeo, individuos, y publicaciones:
“Fue víctima de una pandilla, no de un lobby. La pandilla estaba compuesta primordialmente de neoconservadores judíos”.
Por otra parte, el Washington Post en un editorial casi histérico, decidió pretender que el lobby de Israel no existe realmente, acusando en su lugar a Freeman de despachar una “diatriba de chalado”.
El Post bufó:
“El señor Freeman publicó el martes un sermoneo de dos páginas en el que se describió como víctimas de un “‘Lobby’ tenebroso y siniestro… Su declaración fue una grotesca calumnia”.
El caso del Post podría haber sido más fuerte, si no hubiera publicado, sólo un día antes, un editorial en el que instó al Procurador General Eric Holder a exonerar a Steve Rosen y a abandonar el caso de espionaje en su contra. Intitulado “Tiempo de dar por terminado”, el editorial decía:
“El asunto involucra a Steven J. Rosen y a Keith Weissman, dos ex funcionarios del Comité EE.UU.-Israel de Asuntos públicos o AIPAC… Un juicio ha sido programado para junio en la Corte del Distrito de EE.UU. para el Distrito Este de Virginia. El señor Holder debería invalidar esa acusación mucho antes”.
En su entrevista conmigo, Freeman señaló la tendencia que miembros del lobby de Israel tienen de negar la existencia del mismo, incluso cuando se atribuyen el mérito de haberlo forzado a abandonar, y afirman simultáneamente que no tuvieron nada que ver.
“Estamos ahora en la etapa ridícula en la que los que se jactaron de haberlo hecho y los que describieron cómo lo hicieron, niegan haberlo hecho”, dijo.
Comienzan a tener miedo
El lobby de Israel ha negado regularmente su propia existencia incluso a pesar de que hace tiempo que realiza su trabajo, oculto o a plena luz del día.
En retrospectiva, sin embargo, el asunto Freeman puede llegar a cambiar las reglas del juego.
Ya ha provocado un nuevo enfoque más intenso en el lobby por parte de los medios dominantes, que va de lejos más allá del aleteo que comenzó en marzo de 2006, con la publicación de un ensayo de John Mearsheimer y Steven Walt en el London Review of Books que fue, en 2007, expandido a un libro:
“The Israel Lobby”.
De hecho, uno de los pecados cometidos por Freeman, según sus críticos, es que una organización que dirigía, el Consejo de Política para Oriente Próximo, publicó en su revista una versión anticipada de la tesis de Mearsheimer-Walt – que argumentaba que una poderosa coalición favorable a Israel ejerce una influencia indebida sobre los responsables políticos de EE.UU.
En su blog, en Foreign Policy, Walt reaccionó ante la decisión de Freeman de retirarse y escribió:
“Aquellos de entre vosotros que podáis haber cuestionado si existe un poderoso ‘lobby de Israel’, o que admitisteis que existe pero no pensabais que haya tenido mucha influencia, o que pensabais que el verdadero problema era un cierto ‘lobby saudí’, supuestamente todopoderoso, pensadlo de nuevo”.
El affaire Freeman provocó una atención indeseada por el lobby, a menudo en primera plana.
Escritores en incontables blogs y sitios en Internet –incluido el del autor, en Dreyfuss Report– diseccionaron, o informaron sobre, el ataque del lobby contra Freeman, incluidos Daniel Luban y Jim Lobe en Antiwar.com, Glenn Greenwald en su columna en Salon.com, M.J. Rosenberg del Israel Peace Forum, y Phil Weiss en Mondoweiss. Mucho más impactante, sin embargo, es que por primera vez que se recuerde, tanto el New York Times como el Washington Post publicaron artículos en primera plana sobre la controversia Freeman en los que utilizaron específicamente la frase “lobby de Israel”, mientras detallaban las acusaciones y contra- acusaciones que vinieron después de la afirmación de Freeman de que fue liquidado por el lobby.
La nueva atención por el trabajo del lobby llega en un momento crítico, y por eso el derribo de Freeman podría significar su Waterloo.
Para comenzar, los partidarios derechistas de Israel están cada vez más inquietos respecto a la dirección que el presidente Obama quiere tomar en lo que tiene que ver con la política de EE.UU. hacia Israel, los palestinos, Irán, y Oriente Próximo en general.
A pesar de la manera como, en medio de la campaña presidencial en junio pasado, Obama recitó un catequismo pro-israelí en un discurso en la conferencia nacional de AIPAC en Washington, aún no están convencidos de que será fiable en sus preocupaciones políticas.
Entre otras cosas, hace tiempo que sienten sospechas de una presunta apertura suya hacia los puntos de vista palestinos.
No menos importante es que, aunque los nombramientos de Hillary Clinton como su Secretaria de Estado y de Rahm Emanuel como su jefe de gabinete hayan sido reconfortantes para el lobby, otros nombramientos lo son mucho menos.
Se sintieron, por ejemplo, preocupados por varios de los asesores de la campaña de Obama – y no sólo por Robert Malley del International Crisis Group y el ex Consejero de Seguridad Nacional, Zbigniew Brzezinski, quienes fueron silenciosamente excluidos de Obamalandia a comienzos de 2008.
Otra fuente adicional de tribulación fueron Daniel Shapiro y Daniel Kurtzer, ambos judíos, que sirvieron como los máximos asistentes sobre Oriente Próximo de Obama durante la campaña y que eran vistos como insuficientemente leales a las causas propugnadas por los sujetos derechistas de la línea dura.
Desde la elección, muchos miembros del lobby han considerado con mucha intranquilidad una serie de altos nombramientos de Obama, incluyendo a Shapiro, que ha tomado la cartera de Oriente Próximo en el Consejo Nacional de Seguridad, y Kurtzer, que está programado para un alto puesto en el Departamento de Estado.
Tómese al general de marines en retiro y actual Consejero Nacional de Seguridad, James L. Jones, quien, como Brzezinski, es visto como demasiado favorable al punto de vista palestino y que supuestamente escribió el año pasado un informe muy crítico sobre las políticas de ocupación de Israel; o considérese a George Mitchell, enviado especial de EE.UU. a Oriente Próximo, quien es considerado por numerosos halcones belicistas favorables a Israel como demasiado objetivo y ecuánime para ser un buen mediador; o, para mencionar un nombramiento más: Samantha Power, autora de “A Problem from Hell” y ahora funcionaria del Consejo Nacional de Seguridad, quien ha hecho comentarios muy críticos sobre Israel en el pasado.
De todas estas personalidades, Freeman, por sus antecedentes de declaraciones contundentes, era el más vulnerable.
Su nombramiento pareció una fruta madura cuando se trató de lanzar un ataque preventivo concertado contra el gobierno.
Lo que pasa es que, no obstante, el resultado podría ser finalmente cualquier cosa excepto un momento de fortaleza para el lobby. Después de todo, el reciente ataque de tres semanas de Israel contra Gaza ya había generado una andanada de titulares y de imágenes de televisión que mostraron a Israel como nación agresora con poco respeto por vidas palestinas, incluidas las de mujeres y niños.
Según sondeos hechos después de Gaza, cada vez más estadounidenses, incluidos muchos de la comunidad judía, han comenzado a mostrar dudas sobre las acciones de Israel, un momento excepcional en el que la opinión pública ha comenzado a inclinarse contra Israel.
Tal vez lo más importante de todo sea que Israel está a punto de ser dirigido por un gobierno extremista de ultraderecha dirigido por el líder del Partido Likud, Bibi Netanyahu, y que incluye al aún más extremo partido de Avigdor Lieberman, así como a una cantidad de partidos religiosos radicales de derecha.
Es una coalición desagradable que con seguridad entrará en conflicto con las prioridades de la Casa Blanca de Obama.
Como resultado, la llegada del gobierno Netanyahu-Lieberman también es una garantía de un momento de crisis para el lobby de Israel.
Presentará un inmenso problema de relaciones públicas, semejante al que enfrentó la agencia Hill & Knowlton durante las décadas en las que defendió a Philip Morris, la odiada compañía tabacalera que repetidamente negó el vínculo entre sus productos y el cáncer.
El lobby de Israel sabe que será difícil vender cartones de suaves cigarrillos mentolados Netanyahu-Lieberman a los consumidores estadounidenses.
Por cierto, Freeman me dijo:
“Lo único que siento es que en mi declaración haya aceptado el término ‘lobby de Israel’. Realmente no es un lobby por, para, o sobre Israel. En realidad, bueno, he decidido que de ahora en adelante lo llamaré el [Avigdor] Lieberman lobby. Es el mismísimo Likud derechista en Israel y sus fanáticos partidarios en este país. Y Avigdor Lieberman es realmente el sujeto con que están realmente de acuerdo”.
De modo que ésa es realmente la realidad tras la debacle Freeman: Suficientemente preocupados por el Equipo Obama, sufriendo las secuelas de la debacle en Gaza, y a punto de tener que cargar el peso del problema Netanyahu-Lieberman, el lobby Israel indudablemente comienza a tener miedo. Tuvieron éxito con el derribo de Freeman, pero la verdadera prueba de su fuerza aún no ha llegado.
Robert Dreyfuss
Periodista investigativo independiente en Alexandria, Virginia, EE.UU., que escribe habitualmente en Rolling Stone, The Nation, American Prospect, Mother Jones, y Washington Monthly.
Es autor del libro “Devil's Game: How the United States Helped Unleash Fundamentalist Islam. The American Imperial Project” (Juego diabólico: Cómo EEUU ayudó a desatarse al Islam fundamentalista. El proyecto imperial estadounidense), publicado por Henry Holt/Metropolitan en 2006.
Escribe el blog Dreyfuss Report para Nation magazine.
Copyright 2009 Robert Dreyfuss
(mas...)
El evento anual tiene por objeto reunir dinero para AIPAC, la mayor organización lobista por Israel del mundo, que según el New York Times del 6 de julio de 1987 es “una fuerza importante en la conformación de la política de EE.UU. en Oriente Próximo”.
Según sus propias informaciones “Durante más de 50 años, el personal de AIPAC y sus más de 100.000 activistas en todo el país han trabajado para suministrar a nuestros funcionarios elegidos la información y los instrumentos que necesitan respecto a la política estadounidense en Oriente Próximo”.
En esa ‘información e instrumentos’ se incluyen viajes con todos los gastos pagados a Israel, donaciones a las campañas electorales, preparación de proyectos de ley y varios escandalosos casos en los que funcionarios de AIPAC se han visto involucrados en espionaje a favor de Israel, en detrimento de su propio país.
El orador principal en el evento fue el gobernador de la Ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg, quien habló a los comensales de su reciente viaje a Israel, que tuvo lugar durante la guerra contra Gaza.
Miembros de AIPAC también agradeció a los numerosos funcionarios elegidos participantes en el banquete por su compromiso con una fuerte relación entre EE.UU. e Israel.
Ni los más de 1.300 muertos y 5.000 heridos civiles, incluidos mujeres y niños, ni los escándalos, ni la merma en las fortunas de muchos de los participantes por haber sido estafados por su cofrade Madoff fueron obstáculo para su participación en el evento.
Los únicos que lograron fastidiarlo fueron los miembros de grupos de manifestantes que les enrostraron su actitud y trataron de impedir el acceso de los comensales al hotel.
Entre ellos cientos que con pancartas y megáfonos se colocaron al exterior del hotel y un valeroso grupo, los “10 de AIPAC” que fueron atacados y arrestados por la policía de Nueva York.
El periodista de TIMETURK, Kourosh Ziabari conversó, con la ayuda de Hannah Mermelstein del movimiento BDS, casi un mes después con uno de los prisioneros liberados y habló con él sobre los detalles de su campaña. (2)
Ian C. es un graduado de 2007 de la Universidad Rutgers. Su nombre ha sido abreviado por motivos de seguridad. Al responder una pregunta sobre las intenciones de su acción contra AIPAC, Ian dijo a TIMETURK:
“Los objetivos eran perturbar el banquete de recaudación de fondos de AIPAC y señalar que es dinero estadounidense, específicamente los 3.000 millones al año de ayuda militar, lo que permite que continúe la ocupación israelí”.
“Acciones similares a ésta seguirán ocurriendo. Son solidarias con las ocupaciones de consulados israelíes en Canadá y San Francisco, el bloqueo del consulado en Los Ángeles, la docena o más de ocupaciones de universidades en Inglaterra en solidaridad con Gaza, y otras acciones en todo el mundo”.
“Planificamos acciones directas semejantes en el futuro para hacer visible nuestro descontento con la manera cómo nuestro gobierno apoya la ocupación de Palestina. Como judío, también es importante que diga que Israel no representa mis valores, ni los de muchos otros judíos, sino que es un Estado racista empecinado en la expansión territorial a costa de la gente que vive allí”.
“Respecto a los detalles de su bloqueo pacífico y cómo lograron obstruir el ingreso de funcionarios de AIPAC y de otras personas al Hotel Marriott, explicó: “Utilizamos candados en dos grupos de 5 para que cada uno clausurara una puerta giratoria, luego colocamos una larga cadena que nos anclaba a las otras dos puertas para interrumpir el paso hacia el edificio”.
“Tardaron unos 40 minutos en cortar la cadena, y luego trataron de probar en contra nuestra técnicas para inducir docilidad mediante el dolor durante 20 minutos ya que no podían creer que no “soltáramos” simplemente. El resultado fue que a varios de nosotros casi nos quebraran las manos al tirarnos con las cadenas dentro de los tubos de PVC y que haya habido varias extremidades magulladas”, incluidas las de Ian.
“Entonces pasaron una hora más arrancando la cinta y cortando la malla y los tubos de PVC, de modo que bloqueamos mucho tráfico hacia el edificio durante bastante más de una hora, o tal vez más”.
Según Ian, 10 de los manifestantes fueron arrestados y pasaron 20 horas en la cárcel.
“A todos nos formularon 5 acusaciones incluyendo dos por conducta escandalosa y resistencia al arresto. Las trasgresiones incluían traspaso criminal, desorden y otras que no recuerdo así de pronto pero tenían que ver con bloqueo del tráfico”.
Su aparición en el tribunal ha sido prevista para el 6 de abril.
De los 10 activistas antisionistas del 29 de enero, dos son judíos. “Israel es el Estado que pretende ser nuestra patria, y sintámoslo o no… sus acciones de alguna manera se reflejan sobre los judíos en general”, dijo Alisa Solomon, co-editora de “Wrestling with Zion: Progressive Jewish-American Responses to the Israeli-Palestinian Conflict” y editora colaboradora del show en la radio WBAI “Beyond the Pale: Radical Jewish Culture and Politics”.
“Es un colapso muy dudoso y peligroso cuando ‘judío’ e ‘Israel’ son refundidos”, dijo Solomon.
“Los antisemitas lo hacen a menudo, y desgraciadamente, los poderes del Estado israelí también lo hacen”.
Y aunque ser un judío que habla enérgicamente contra las acciones de Israel sigue siendo una actitud minoritaria en la comunidad judía en general, existe algo como un giro generacional entre los judíos jóvenes que los aleja del apego a Israel.
Según una Encuesta Nacional de Judíos Estadounidenses de 2007, un 54% de los judíos más jóvenes que 35 años se “sienten bien con la idea de un Estado judío”, en comparación con un 81% de los mayores de 65, que crecieron con la memoria del Holocausto fresca en sus mentes.
Michael Letwin de Sindicalistas de la Ciudad de Nueva York contra la Guerra apoya que se termine la ayuda de EE.UU. a Israel así como a un naciente movimiento de desinversión y sanciones contra Israel modelado según el que enfrentó a Sudáfrica del apartheid durante los años setenta y ochenta.
Dice que perdió la presidencia de su sindicato, la Asociación de Abogados de Ayuda Legal UAW Local 2325, en el año después del 11-S por sus puntos de vista antisionistas.
Pero insiste en que es crucial que judíos progresistas se pronuncien a pesar de las posibles consecuencias.
“Es muy difícil ser antisionista en este país… pero el espacio existe”, dice.
“Y en la medida en que podamos ampliar ese espacio, e incluso seguir extendiendo el marco, pienso que a veces existen más oportunidades de lo que pensamos”. (1)
Letwin también subraya la importancia de que los activistas judíos que realizan trabajo de solidaridad con Palestina participen en un diálogo abierto y constructivo con judíos que creen en el sionismo y que apoyan al Estado de Israel.
“No tiene sentido hablar sólo con gente que ya está convencida. Tenemos que mostrar nuestro apoyo a la gente que ya está convencida, pero es sólo el comienzo, no el fin”, dijo Letwin.
“Tenemos que hablar con gente que todavía no está convencida, que no sabe nada de todo el asunto, o que si son judíos tienen una visión totalmente deformada”.
La cooperación entre judíos y palestinos que protestan contra la ocupación de Israel es también esencial “para romper el mito de que no hay relaciones posibles entre esos grupos de gente”, dijo Flo Razowsky, coordinadora estadounidense de la Red Judía Antisionista Internacional, una organización que fue un protagonista esencial en las acciones en los consulados israelíes en California.
Razowsky, de 34 años, fue anteriormente presidenta de un grupo juvenil sionista.
Dice que tuvo “una fuerte relación con Israel”.
“La manera más simple es presentar una analogía entre la gente de piel blanca que trabaja contra el racismo [con] judíos que hacen trabajo antisionista… [El sionismo] es una forma letal de racismo basada en una identidad muy específica”, dijo Razowsky.
Algunas reacciones a “rebeldes judíos se unen contra el sionismo”:
Phil dice: 7 de febrero de 2009
“No soy judío. Tengo que comenzar por eso. Tampoco soy antisemita. Pero apoyo la idea de que Israel tiene que “crecer” y dejar de ser el perpetrador mientras se oculta tras lo que sucedió hace 60 años. Sí, el Holocausto ocurrió y, sí, fue terrible. Lamento que haya sucedido, pero el que haya sucedido NO es excusa para que ellos
(a) roben tierras y
(b) actúen de la misma manera que los nazis.
Si Israel no puede “jugar limpio” con sus vecinos, es hora de que EE.UU. y el resto del mundo dejen de tratar con Israel como si sus dirigentes fueran adultos. Al actuar como lo hacen, están polarizando al mundo en su contra y a favor de las naciones árabes que siempre han dicho que Israel es malo. Más y más acciones israelíes como Gaza remacharán el clavo mucho más. Las noticias prácticamente no mencionan nada que muestre a Israel en una luz negativa, pero eso no continuará – llegará el momento en que impactará y comenzaremos a verlos como lo que son, y eso puede significar el fin de Israel. De modo que la pregunta es: ¿podemos salvar a Israel eliminando el odio, o no? Y lo que es más, ¿vale la pena salvar a Israel?”
Luis Almeida dice: 7 de febrero de 2009
“Estoy totalmente de acuerdo con Phil. ¿Fueron antipatriotas los pocos alemanes que se opusieron a Hitler? En mi propio país, Portugal, los verdaderos patriotas fueron los que se opusieron al régimen fascista/colonialista de Salazar que oprimió y torturó tanto a nosotros en Portugal como a nuestros hermanos africanos en las antiguas colonias (Angola, Mozambique, Guinea-Bissau).
Un régimen que afortunadamente fue derrocado en 1974.
Un patriota también puede ser internacionalista.
Un patriota es alguien que quiere que su país mejore y hace lo necesario para denunciar los crímenes y fechorías de su gobierno, ¡no para ocultarlos!
En EE.UU. los patriotas son los que se opusieron a la Ley “Patriota”, ¡no Bush que la impuso!
Un patriota prefiere que su país sea amado y respetado que odiado y temido. Elogio a los numerosos judíos en el mundo que luchan contra los actos criminales de Israel.
¡Y admiro más todavía a los que lo hacen dentro de Israel!
La única manera correcta de expresar amor por Israel es ser antisionista.
¡No existe una basura llamada “Pueblo Elegido! Los judíos, como todos nosotros, pertenecen a una especie zoológica: el homo sapiens…
Uffe dice: 8 de febrero de 2009
Israel no se fue de Gaza. Controla el espacio aéreo y las aguas que pertenecen a Gaza. Controla las fronteras y envía soldados dondequiera lo desea.
En segundo lugar: Gaza es parte de Palestina. Cuando 8.000 colonos israelíes abandonaron Gaza, 12.000 se mudaron a Cisjordania.
Israel es un Estado de apartheid. No tiene nada de agradable. Pero no es extraño que gente blanca con ideales racistas apoye a Israel. Es una tradición occidental y blanca considerar que otros son ‘untermenschen’ [infrahumanos]
Imz dice: 8 de febrero de 2009
La gente tiene que darse cuenta de que lo que muestran los medios “occidentales” no es una visión objetiva de los eventos.
Los canales de noticias, incluida la tan respetada BBC etc., ocultan todos los aspectos negativos de Israel, y todos los aspectos positivos de Hamás y de los palestinos.
Palestina es ciertamente democrática.
Hamás fue elegido por el pueblo de Gaza.
Sí, Hamás tiene dinero, y es porque es el “gobierno elegido”. En los hechos, Hamás prometió paz y unidad al pueblo de Oriente Próximo, pero los medios israelíes y occidentales han incriminado injustamente a Hamás por sus acciones militantes y han omitido todo su lado democrático y amante de la paz.
Deberíamos preguntarnos ¿por qué dejamos que Israel ocupe tierra palestina más allá de las fronteras de 1967 aceptadas por la ONU? ¿Y qué demonios da a Israel el derecho de controlar las fronteras de Palestina?!
David Z.: 8 de febrero de 2009
Todos los que justifican la agresión israelí forman parte del problema que perpetúa la violencia y desalienta toda esperanza de un acuerdo pacífico.
Ante todo, la Tora no es un título de propiedad de tierras. Los colonos de Cisjordania no son mejores que terroristas, pero están mejor armados y no tienen problemas en atacar mujeres y niños.
Israel nunca cumplió su parte del acuerdo en el cese al fuego con Gaza. El bloqueo continuó y mientras estábamos mirando cómo elegían a Obama el 4 de noviembre, el ejército israelí entró a Gaza y mató a 6 palestinos afirmando que “estaban tramando algo malo”.
¡Pero Hamás realmente cumplió con su parte del acuerdo!
¿Los pocos cohetes disparados durante el cese al fuego?
Fueron de Fatah, los supuestos amigos de Israel.
Ahora bien ¿quiénes son los terroristas, Tzipi?
Y ya que estamos, ¿qué me cuentas de tu papacito?
Chris dice: 8 de febrero de 2009
Si los israelíes se refirieran a los árabes como ‘niggers’, o si los árabes fueran negros, lo que está ocurriendo sería obvio para todo ser pensante.
Aprendimos de ese tipo de apartheid de Sudáfrica.
Y supuestamente aprendimos de Núremberg que la exportación de una población no es ético, es inmoral, e ilegal.
Aunque me cago en Israel por sus políticas racistas, segregacionistas, tengo una dosis saludable para la mayoría de sus vecinos.
Ellos también son racistas, intolerantes, teocracias nacionales, con una visión ridícula, reaccionaria del mundo.
Pero tampoco están involucrados en la ocupación de tierra capturada, o utilizan a sus fuerzas armadas para castigar colectivamente a poblaciones civiles que han sido desposeídas.
Lamentablemente la solución de dos Estados está casi muerta. Cisjordania es un queso suizo, como bantustanes sólo que más aislados.
Es totalmente no viable como Estado.
Es casi seguro que la ocupación de los asentamientos resultará en una guerra civil israelí.
Como se la mire, es una situación bastante complicada.
Dan Rosenfeld dice: 9 de febrero de 2009
Soy judío israelí y me han educado con la consigna de que debido al holocausto todo está permitido.
Israel y el sionismo monopolizaron el holocausto y lo utilizan como instrumento para justificar la limpieza étnica de los palestinos.
Quiero mencionar que los objetivos sionistas de colonizar Palestina existían antes del holocausto y que los sionistas fueron muy “astutos” en la utilización de sus consecuencias para promover sus propios objetivos.
Esto, junto con el complejo de culpabilidad del mundo occidental y la necesidad del imperialismo de EE.UU. de tener un “policía” en Oriente Próximo crearon el engendro – el Israel actual.
Los sionistas tuvieron éxito en la creación del sentimiento entre los israelíes de que enfrentan “aniquilación” por el mundo árabe y por lo tanto movilizarlos para que participen y apoyen crímenes de guerra con el sentimiento de “se trata de nosotros o de ellos”.
Hasta ahora Israel obtuvo apoyo entre fuerzas progresistas y liberales en Occidente, incluyendo la dirigencia de las comunidades judías.
Grupos judíos antisionistas son un paso en la dirección correcta ya que hasta ahora todo antisionista ha sido etiquetado por Israel como “antisemita”.
(mas info: aqui y aqui)
Mientras que la coalición que condujo a Barack Obama a la Casa Blanca se debate en sus luchas internas, el lobby israeli (AIPAC) logró sacar al embajador Freeman de la presidencia del Consejo Nacional de Inteligencia. La cuestión es que hace años que Chas Freeman lidera, en el seno del Departamento de estado y de la CIA, una corriente que promueve un reajuste de la política de Washington en el Medio Oriente a favor de los intereses nacionales de Estados Unidos.
Freeman organizó la publicidad del libro de crítica de los profesores John J. Mearsheimer y Stephen M. Walt, contribuyó a la firma de los contratos petroleros entre China e Irán, organizó la invitación del presidente Ahmadinejad a la universidad de Columbia y, más recientemente, apoyó al enviado especial de la ONU en los territorios palestinos, Richard Falk. Para sacarlo del camino, el lobby israelí lo acusó de estar al servicio de los intereses sauditas y chinos, lo cual Freeman no podía desmentir sin revelar su papel exacto en los servicios de inteligencia estadounidenses. Pero ante la acción, demasiado visible, del lobby israelí contra un miembro eminente de la comunidad de inteligencia estadounidense, ésta última se ha movilizado contra ese grupo de influencia.
El señor Freeman presentaba una formidable carrera de 30 años al servicio de la diplomacia y del Departamento de Defensa, pero criticó públicamente la política israelí y la especial relación que Estados Unidos mantiene con ese país al decir, por ejemplo, en un discurso que pronunció en 2005, que «mientras Estados Unidos siga proporcionando incondicionalmente [a Israel. NdT] el financiamiento y la protección política que hacen posible la ocupación israelí y la política violenta y autodestructiva [para Israel. NdT] que esa ocupación genera, habrá muy pocas razones, o más bien estrictamente ninguna razón, para esperar la resurrección de nada parecido al difunto proceso de paz».
Ese lenguaje raramente se escucha en Washington, y quien lo utilice pueda estar casi seguro de no llegar a ocupar ninguna responsabilidad gubernamental de alto nivel. Pero el almirante Dennos Blair, el nuevo director de la Inteligencia Nacional, siente gran admiración por Freeman, que le parecía ser exactamente el tipo de persona capaz de revitalizar los círculos de inteligencia, extremadamente politizados durante la era Bush.
Extremadamente inquieto, como era de esperar, el lobby israelí desencadenó una campaña de difamación contra Freeman, con la esperanza de que renunciara por sí mismo o de que Obama lo despidiera. El lobby disparó su primera andanada con la publicación, en un blog, de un texto de Steven Rosen, un ex responsable del AIPAC (American Israel Public Affairs Comité), actualmente bajo investigación por haber entregado secretos a Israel.
La opinión de Freeman sobre el Medio Oriente, escribía Rosen, «es la que usted pudiera esperar del ministro saudita de Relaciones Exteriores, con quien está, por además, muy vinculado». Rápidamente se incorporaron a la jauría varios periodistas pro israelíes de renombre, como Jonathan Chait y Martin Peretz, del bimensual The New Republic, y Jeffrey Goldberg de la publicación mensual The Atlantic, y Freeman se vio bajo el bombardeo de las publicaciones que permanentemente defienden a Israel, como The National Review, The Wall Street Journal y el Weekly Standard.
La verdadera llamarada vino, sin embargo, del Congreso, donde el AIPAC (que se presenta a sí mismo como el «lobby pro israelí de América» dispone de un poder aplastante. Todos los miembros republicanos de la Comisión senatorial de Inteligencia atacaron sin piedad a Freeman, al igual que senadores demócratas como Joseph Lieberman y Charles Schumer. «No sé cuántas veces exhorté a la Casa Blanca a que lo sacaran», dijo Schumer, «y me siento feliz de que finalmente acabaran haciendo lo único que había que hacer».
Lo mismo sucedió en la Cámara de Representantes, donde la carga estuvo dirigida por el republicano Mark Kira y el demócrata Steve Israel, quien empujó a Blair a emprender una investigación implacable sobre las finanzas de Freeman. Finalmente, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, declaró que la nominación de Freeman era arbitraria. Freeman habría sobrevivido a la jauría si la Casa Blanca le hubiera dado su apoyo.
Pero la adulación de Barack Obama hacia el lobby israelí durante la campaña electoral y su revelador silencio durante la guerra contra Gaza demuestran que el lobby no es el tipo de adversario al que él esté dispuesto a enfrentarse. Por consiguiente, de forma nada sorprendente, se quedó callado, y Freeman no tuvo más remedio que renunciar.
Desde entonces, el lobby ha hecho ingentes esfuerzos por negar su propia actuación en la renuncia de Freeman. El vocero del AIPAC, Josh Block, ha dicho que su organización «no había adoptado posición alguna sobre esa cuestión y que no había realizado ninguna acción de cabildeo en el Capitolio». El Washington Post, cuya página editorial está bajo la dirección de Fred Hiatt, un hombre totalmente dedicado a la labor de hacer eterna la «relación especial» [entre Estados Unidos e Israel. NdT], publicó un editorial afirmando que acusar al lobby por la renuncia de Freeman sólo era digno de los propios sueños «del señor Freeman y de los partidarios de la teoría de la conspiración de su misma ralea».
En realidad, hay sobradas pruebas de la profunda implicación del AIPAC y de otros fanáticos partidarios de Israel en la campaña contra Freeman. Block reconoció haber hablado de Freeman a periodistas y blogueros y haberles proporcionado información, siempre después de haberse puesto de acuerdo con ellos para que no le atribuyeran sus comentarios personalmente ni a él ni al AIPAC.
Jonathan Chait, quien, antes de la depuración de Freeman, negó que la controversia partiera de Israel escribió después: «Claro, reconozco que el lobby israelí es poderoso y que fue un factor clave en la campaña contra Freeman, y que ese lobby no siempre constituye una influencia beneficiosa». Daniel Pipes, quien dirige el Middle East Forum, donde actualmente trabaja Steven Rosen, rápidamente envió por correo electrónico una circular en la que elogiaba la actuación de Rosen en la eliminación de Freeman.
El 12 de marzo, o sea el mismo día que el Washington Post publicó su editorial burlándose de todo el que sugería que el lobby israelí había contribuido grandemente a la eliminación de Freeman, ese mismo diario publicaba en primera plana un artículo que describía el papel central que el lobby desempeñó en el asunto. Hubo también un comentario de un experimentado periodista, David Broker, que empezaba de la siguiente manera: «La administración Obama acaba de sufrir una incómoda derrota ante los mismos cabilderos que el presidente juró poner en su lugar».
Los detractores de Freeman sostienen que la opinión de éste sobre Israel era en realidad la de otras personas. Se afirma que mantenía relaciones especialmente estrechas, e incluso probablemente inapropiadas [para un diplomático. NdT], con Arabia Saudita, donde fue en el pasado embajador de Estados Unidos. Pero esa acusación no tuvo repercusión, ya que no existe prueba alguna en ese sentido. Los partidarios de Israel también dijeron que había hecho comentarios desprovistos de la menor compasión sobre el destino de los manifestantes chinos de la plaza Tiananmen de Pekin [en 1989, NdT], pero esa acusación, desmentida por los defensores de Freeman, apareció únicamente porque los detractores pro israelíes de Freeman buscaban cualquier cosa que permitiera manchar su reputación.
¿Por qué se preocupa tanto el lobby por la nominación para un puesto que, aunque importante, no es de suprema envergadura? He aquí una razón, entre tantas: Freeman hubiera pasado a ser el responsable de la publicación de las evaluaciones de los servicios de inteligencia nacionales. Israel y sus partidarios estadounidenses estaban rabiosos porque el Consejo Nacional de Inteligencia llegó, en noviembre de 2007, a la conclusión que Irán no estaba fabricando la bomba atómica, y se esforzaron ardorosamente por sabotear aquel informe, cosa que siguen haciendo hoy en día.
El lobby quiere garantizar que la próxima evaluación de las capacidades nucleares de Irán [por parte de Estados Unidos. NdT] llegue a la conclusión diametralmente opuesta, cosa que tenían menos posibilidades de lograr con Freeman al mando. Es mejor poder contar con alguien debidamente avalado por el AIPAC, para poder controlar las cosas.
Otra razón todavía más importante para el lobby de querer sacar a Freeman de su puesto es la fragilidad de la argumentación que debiera justificar la actual política de Estados Unidos hacia Israel, [fragilidad] que hace imperativo el silenciar o marginar a todo el que se atreva a criticar la relación especial. Si Freeman no hubiese sido castigado, los demás hubieran visto que se podía criticar abiertamente a Israel y hacer una brillante carrera en Washington. Y también que la relación especial se vería seriamente comprometida a partir del momento en que alguien lograra la apertura de un diálogo abierto y libre sobre Israel.
Uno de los aspectos más notables del caso Freeman fue el hecho que los medios que expresan el consenso le prestaran muy poca atención. Así, por ejemplo, el New York Times no publicó ni el menor artículo sobre Freeman hasta el día siguiente de su renuncia, a pesar de que una feroz batalla alrededor de su nominación se había desatado en los blogs desde el momento mismo de dicha nominación.
Sin embargo, en los blogs sucedió algo que nunca hubiera sucedido en los medios del consenso: el lobby enfrentó una verdadera oposición. De hecho, todo un abanico de blogueros, enérgicos, bien informados y altamente respetados, defendió a Freeman, en todas las peripecias, y probablemente hubiesen ganado si el Congreso no hubiera utilizado contra a ellos toda su influencia. En pocas palabras, Internet permitió un debate serio en Estados Unidos, sobre una cuestión que tenía que ver con Israel. Fue la primera vez.
Al lobby no le costó mucho trabajo que el New York Times y el Washington Post se plegaran a la línea del partido, pero no dispone de muchos medios de acallar las críticas que se expresan en Internet.
En el pasado, cada vez que las fuerzas pro israelíes entraron en conflicto con una personalidad política de importancia, esa personalidad, por lo general, retrocedió. Jimmy Carter, arrastrado por el fango después de la publicación de su libro Palestina: la Paz, no el apartheid, fue el primer estadounidense importante en resistir y replicar. El lobby no pudo hacerlo callar, y no fue porque no tratara de hacerlo.
Freeman sigue las huellas de Carter, pero actúa con más tesón. Después de renunciar, publicó un ácida denuncia contra la «gente sin escrúpulos enteramente dedicada a defender los puntos de vista de una facción política de un país extranjero» que tiene como objetivo «impedir por todos los medios la difusión de opiniones un poco diferentes». «Existe», prosiguió, «una especial ironía en el hecho de verse acusado de [tener una] apreciación inapropiada sobre posiciones de gobiernos y de empresas extranjeras por parte de un clan tan evidentemente dedicado a imponer la adhesión a la política de un gobierno extranjero» [en este caso, el gobierno israelí. NdT].
La notable declaracion de Freeman llegó al mundo entero, la leyeron innumerables personas. Eso no es bueno para el lobby, que hubiera preferido liquidar la nominación de Freeman sin dejar huellas digitales. Pero Freeman va a seguir expresándose sobre Israel y sobre el lobby pro israelí, y es posible que algunos de sus aliados naturales dentro del Beltway acaben uniéndose a él.
De manera lenta, pero segura, comienza a abrirse, en Estados Unidos, un espacio donde se podrá hablar con seriedad sobre Israel.
John J. Mearsheimer
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