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EEUU moviliza dos billones de dólares |
El secretario estadounidense del Tesoro, Timothy Geithner, anunció hoy el plan de rescate financiero del Gobierno de Barack Obama que podría movilizar dos billones de dólares en dinero público y privado.
Según el alto cargo, habrá un programa para la compra de activos tóxicos que captará fondos privados y se iniciará con una inversión de 500.000 millones de dólares, y eventualmente se ampliará hasta un billón de dólares.
Además, la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos ampliará su actual programa de compra de créditos hasta posiblemente un billón de dólares.
El objetivo de la iniciativa del banco central estadounidense es "dar ayuda adicional a los mercados financieros e instituciones para cumplir las necesidades de crédito de los hogares y los negocios", indicó en un comunicado la autoridad monetaria.
Geithner cuenta con 350.000 millones de dólares destinados por la Congreso para el plan de rescate financiero, pero cuenta con la atracción del capital privado y los recursos de la Fed podría tener un impacto mucho mayor en los mercados.
"En lugar de catalizar la recuperación, el sistema financiero es un freno para la recuperación y la recesión está poniendo presión sobre los bancos. Esa es una dinámica peligrosa que tenemos que cambiar", señaló Geithner en el departamento del Tesoro.
El plan también prevé la intervención en los mercados inmobiliarios para ayudar a los propietarios a evitar el embargo y facilitar la refinanciación de las hipotecas, lo que frenará la caída de precios.
Geithner dijo que anunciará los detalles de esa iniciativa en las próximas semanas. El director del Consejo Económico Nacional, Larry Summers, ha adelantado que el Gobierno destinará entre 50.000 y 100.000 millones de dólares para este fin.
La presentación de Geithner no impresionó a Wall Street, que bajó un 2,4 por ciento mientras el secretario hacía su anuncio.
"Nuestra obligación es resolver la crisis con el menor coste para el contribuyente, pero tengo que advertir de que costará dinero, acarreará riesgos y llevará tiempo", dijo el secretario, quien subrayó que no hacer nada sería aún más peligroso.
El plan mantiene además las inyecciones de capital en los bancos, que fue el destino principal de la primera mitad del fondo, que ascendía a 700.000 millones de dólares cuando fue aprobado por el Congreso el año pasado.
"Es esencial que todo estadounidense entienda que la batalla por la recuperación económica debe combatirse en dos frentes. Tenemos que hacer arrancar la creación de empleo y la inversión privada, y debemos hacer que el crédito fluya de nuevo a las empresas y las familias", afirmó Geithner en su presentación.
Para hacer fluir el crédito, la Reserva Federal expandirá un programa que aún no ha comenzado a operar, cuyo objetivo era financiar la compra de préstamos estudiantiles, de tarjetas de crédito y para adquirir automóviles, actualmente dotado con 200.000 millones de dólares.
Con ello pretende saltarse a los bancos, que son reticentes a prestar, e incentivar el crédito directamente.
El banco central explicó que desde ahora el programa también podrá adquirir préstamos hipotecarios y que su intervención podría llegar a un billón de dólares, a ser financiada por el plan del Tesoro.
Geithner explicó que la aprobación inicial del fondo de rescate bancario "sacó al sistema financiero del filo de una quiebra catastrófica".
"Las medidas que tomamos fueron absolutamente esenciales, pero no fueron adecuadas", señaló Geithner, quien fue uno de los participantes en el programa como presidente del banco central de la Reserva Federal de Nueva York.

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Obama reconoció que pedir al Congreso más de 800.000 millones de dólares "no es cómo imaginé que comenzaría mi presidencia".
Pero pronto pasó a la ofensiva, con el argumento de que cualquier retraso en aprobar el plan podría hacer caer a la economía en una espiral negativa como la que atrapó a Japón en los años 90.
En el Congreso "parece haber un grupo de personas que, aunque no dudo de su sinceridad, creen simplemente que no deberíamos hacer nada", dijo Obama en referencia a los republicanos.
Con ataques como éste, el presidente se quitó el guante blanco con el que hasta ahora había tratado al partido de la oposición.
Su plan de estímulo fue aprobado en la Cámara Baja sin ningún voto republicano y en el Senado solo tres miembros de ese partido lo apoyan.
Los expertos creen que los argumentos de los republicanos han tenido resonancia entre la población, lo que ha motivado un esfuerzo de relaciones públicas por parte de Obama, que incluyó una sesión pública de preguntas y respuestas en Indiana, y la rueda de prensa de hoy.
La mayoría de los republicanos ha puesto el grito en el cielo por los efectos del paquete sobre el déficit, pero el presidente les recordó que la deuda nacional se dobló durante el Gobierno de su antecesor, George W. Bush.
"Yo heredé el déficit que tengo ahora y la crisis económica que tengo ahora", les dijo.
El Senado previsiblemente aprobará el paquete de estímulo mañana, tras lo cual deberá armonizar su versión con la ratificada ya por la Cámara Baja.
Desde el inicio de la recesión, hace algo más de un año, Estados Unidos ha perdido 3,6 millones de empleos y el presidente afirmó que le preocupa mucho que los despidos se han acelerado en los últimos meses.
"No hacer nada, o demasiado poco, resultará en un déficit aún mayor, más pérdida de empleos, de ingresos y de confianza. Ese es un déficit que puede convertir una crisis en una catástrofe", advirtió Obama.
Y esa crisis, a su juicio, tiene un culpable claro: la banca. "Lo que nos metió en este lío ha sido los riesgos exorbitantes asumidos por los bancos en títulos dudosos con el dinero de otros", aseveró Obama.
El presidente negó que el origen de los problemas fuera el gasto excesivo de los estadounidenses, pero remarcó que éste deberá ajustarse porque el nivel anterior era "insostenible".
Obama dijo que su tarea inmediata es "parar la espiral hacia abajo" de la economía mediante transferencias de dinero a los consumidores, un aumento del crédito y de la inversión.
"La crisis del crédito es real y no ha terminado", afirmó.
Pese a sus críticas, su plan de rescate financiero mantiene las ayudas a los bancos, aunque en la rueda de prensa enfatizó que estará condicionada a que limiten la remuneración de sus directivos.
Obama señaló que su Gobierno colaborará con esas entidades para librarlas de los títulos de mala calidad que lastran sus balances, de forma que "se restablezca la confianza" en los mercados financieros.
Esa medida es necesaria porque actualmente "nadie sabe realmente lo que hay en las cuentas de los bancos", recalcó.
El secretario del Tesoro, Timothy Geithner, presentará el martes el plan de la administración para usar los 350.000 millones de dólares que quedan en el fondo para estabilizar el sistema bancario aprobado por el Congreso el año pasado.
"No sé si necesitaremos dinero adicional o cuánto", admitió Obama, quien indicó que primero su Gobierno debe ver si su programa funciona.
El presidente señaló que su plan corregirá los errores en la gestión del fondo cometidos por la administración de Bush, como la "falta de consistencia y claridad".
El plan de Obama incluye ayudas para evitar los embargos de viviendas, la compra de acciones de bancos y una mayor inyección de liquidez en los mercados de crédito.
Obama dijo que su tarea inmediata es "parar la espiral hacia abajo" de la economía mediante transferencias de dinero a los consumidores, un aumento del crédito y de la inversión. "La crisis del crédito es real y no ha terminado", afirmó. Sostuvo también que es imprescindible que el Congreso apruebe un paquete de estímulo fiscal que su Gobierno promueve y que supera los 800 mil millones de dólares.
Gastar esa cantidad "no es cómo imaginé que empezaría mi Presidencia", reconoció el mandatario. Pese a sus críticas a los bancos, su plan para usar los fondos que quedan del rescate financiero aprobado por el Gobierno anterior mantiene las ayudas a las entidades financieras, aunque en la rueda de prensa de este lunes enfatizó que estarán condicionadas a que limiten la remuneración de sus directivos.
Obama sostuvo que su Gobierno colaborará con los bancos para librarlos de los títulos de mala calidad que lastran sus balances, de forma que "se restablezca la confianza" en los mercados financieros. "Nadie sabe realmente lo que hay en las cuentas de los bancos", recalcó.
Diálogo con Irán
Obama afirmó que revisa su política hacia Irán y en los próximos meses puede abrirse un diálogo con ese país con el objetivo de mantener una "relación de respeto mutuo y progreso". Aseguró que su equipo de seguridad nacional revisa la política hacia la República Islámica para buscar áreas donde exista la posibilidad de un diálogo.
"En los próximos meses buscaremos aperturas que se puedan crear para sentarnos ante una mesa, cara a cara; aperturas diplomáticas que nos permitirán mover nuestra política en una dirección nueva", afirmó.
Asimismo expresó que cree que es posible que Irán y Estados Unidos mantengan "una relación de respeto mutuo y progreso", aunque indicó que "ha habido mucha desconfianza, que se ha creado a lo largo de los años, así que no va a ocurrir de la noche a la mañana".
El programa, conocido como Línea de Crédito de Préstamos de Valores Respaldados por Activos a Plazo (TALF por sus siglas en inglés), fue anunciado en noviembre y originalmente tenía el objetivo de proveer US$200.000 millones en financiamiento para inversionistas que compren activos respaldados por préstamos de consumo, como créditos para comprar autos y deuda de tarjetas de crédito. Los funcionarios del gobierno se han apresurado para lanzar el programa este mes.
Ahora, el gobierno evalúa aplicar el programa en otros mercados, por ejemplo el de los valores respaldados por préstamos inmobiliarios comerciales y créditos hipotecarios que no estén ligados a los gigantes hipotecarios semiestatales Fannie Mae y Freddie Mac.
El banco central tiene otros roles en el rescate. Por ejemplo, podría ayudar a echar andar un banco "agregador" dedicado a comprar activos financieros en problemas. La Fed también podría garantizar los activos de ciertas compañías, como ya lo hecho en los casos de los bancos Citigroup Inc. y Bank of America Corp., aunque tales planes probablemente no sean incluidos en el anuncio previsto para hoy.
El banco central estadounidense también ha estado trabajando de cerca con otros reguladores para diseñar un programa para prevenir ejecuciones hipotecarias.
La planeada expansión del programa TALF, sin embargo, probablemente sea su rol más prominente. También representa un esfuerzo del gobierno para separar dos problemas relacionados: sanear los bancos y estimular el otorgamiento de nuevos préstamos.
Las autoridades tenían la esperanza de que las primeras medidas para inyectar capital en los bancos ayudarían a estimular la concesión de préstamos. En gran parte, los esfuerzos han sido infructuosos. Ampliar el programa TALF es una manera de crear créditos mientras se elaboran otras medidas, como nuevas infusiones de capital o ayudar a la banca a vender o "aislar" los activos tóxicos.
"Lo que la Fed está haciendo es ir de mercado en mercado y preguntar, 'cuáles son los mercados en los que el flujo de crédito está dañado?'" explica Laurence Meyer, ex gobernador de la Fed y actual vicepresidente de Macroeconomic Advisers LLC, una firma de investigación económica.
La atención del gobierno del presidente Barack Obama en el programa de préstamos de la Fed también es un intento por abordar otro problema que ha echado por la borda los esfuerzos por frenar la crisis de crédito. Aunque el Tesoro ha estado inyectando capital fresco en los bancos durante meses, muchos de los problemas del sistema financiero radican fuera del sistema bancario, en mercados donde los préstamos son parte de valores vendidos a inversionistas de todo el mundo. En los últimos 25 años, estos mercados han pasado a dominar el sistema crediticio de EE.UU.
Aunque la Fed considera al TALF como una manera de llegar a instituciones financieras que no sean bancos, el programa está lleno de riesgos. El Banco de la Reserva Federal de Nueva York ha luchado durante meses para definir las condiciones para los créditos que otorgarán a los inversionistas que acudan a la Fed en busca de financiamiento. Si son muy estrictas, la iniciativa podría resultar contraproducente. Si son muy laxas, podría incentivar un acceso demasiado fácil al crédito o el programa podría ser visto como un regalo para los inversionistas privados.
A pesar de las complicaciones, los funcionarios de la Fed son optimistas respecto al éxito que han tenido con algunos de sus programas especiales de préstamos. Un esfuerzo para impulsar el mercado de papeles comerciales, es decir deuda de corto plazo entre empresas, muestra algunas señales de éxito, con una caída sustancial de las tasas de interés desde que se lanzó el programa. Muchos inversionistas parecen dispuestos a participar en el nuevo programa. Algunos fondos de cobertura están estableciendo filiales en EE.UU. de cuentas off-shore para satisfacer uno de los requisitos del programa.
Hace apenas diez días la Cámara de Representantes dio su visto bueno a una propuesta de 819.000 millones de dólares que, no obstante, no contaba todavía con el voto favorable de ningún legislador republicano. Ayer, el Senado sacó adelante un plan diferente de 838.000 millones después de obtener el apoyo de, al menos, tres senadores republicanos.
Entre los principales obstáculos que han tenido que salvar ambos partídos poslíticos se encuentra la inclusión, de nuevo, de los 20.000 millones de dólares en fondos destinados a programas de educación. Esta partida se eliminó en el proyecto aprobado por el Senado. Otra de las diferencias que existe entre ambas partes es el empleo de parte de dinero del plan en la construcción de escuelas, algo que para los republicanos no garantiza que se vayan a crear más puestos de trabajo a corto plazo.
Al igual que en los meses anteriores, el incremento del déficit resulta de un descenso de los ingresos fiscales relacionados con la recesión económica y un alza de los gastos que esta implica, así como a reducciones de impuestos.
Los gastos del Estado aumentaron en enero 31% en relación al mismo mes del año pasado, alcanzando 309.900 millones de dólares, mientras que los gastos excepcionales por el plan de estabilización del sistema financiero votado en octubre representaron por sí solos 58% de los gasto adicionales incurridos por Estados Unidos, indicaron desde el Departamento del Tesoro.
Por su parte, los ingresos cayeron 11%, a 226.100 millones de dólares.
Si el presidente no consigue actuar con determinación, podría verse abrumado por el peso de los acontecimientos, como su predecesor. Es mejor no imaginarse las consecuencias para EEUU y el resto del mundo de otro fracaso presidencial.
¿Cómo evitarlo?
La respuesta es: concentración e ímpetu.
Si Obama no pone solución a la crisis, todas las expectativas depositadas en su presidencia se desvanecerán.
Si lo consigue, podrá cambiar el orden de prioridades.
Esperar el mejor de los resultados es una insensatez.
Deberíamos prepararnos para lo peor y actuar en consecuencia.
El programa de estímulos refleja una importante dosis de optimismo, y, a juzgar por las breves declaraciones realizadas ayer por el Secretario del Tesoro, Tim Geithner, el sentimiento también se traslada a los nuevos planes de intervención bancaria.
Me parece sorprendente que el nuevo presidente, que se enfrenta a una crisis económica que ocurre una vez cada ocho décadas, haya confiado estos planes al Congreso.
El programa bancario parece ser otro retoño de las fallidas intervenciones del último año y medio: optimista e indeciso.
Si esta “progenie del programa de eliminación de activos tóxicos” fracasa, la credibilidad de Obama se desmoronará.
Es hora de tomar medidas que incidan en la resolución del problema; éste, sin embargo, no parece ser el caso.
Visiones opuestas
Se han planteado dos visiones opuestas sobre qué es lo que provoca la enfermedad del sistema financiero.
La primera es que se trata esencialmente de una situación de pánico.
La segunda es que estamos ante un problema de insolvencia.
Según el primer punto de vista, los precios de un conjunto de “activos tóxicos” han caído por debajo de su valor a largo plazo y, en algunos casos, su venta se ha hecho imposible.
La solución, sugieren muchos, es que los gobiernos creen un mercado, compren activos o aseguren a los bancos frente a las pérdidas. Ésta era la base para el plan TARP original y de los “super SIV” (vehículos de inversión estructurados) propuestos por Henry Paulson, el anterior secretario del Tesoro, en 2007.
El segundo punto de vista apunta a la insolvencia de una considerable cantidad de instituciones financieras: sus activos tienen un valor inferior al de sus pasivos.
Según los cálculos del FMI, las pérdidas de los activos crediticios originados en EEUU se han disparado en el último año, previsión que coincide con la última de Goldman Sachs.
Afortunadamente para EEUU, la mitad de estas pérdidas las sufrirán otros países, pero el resto del mundo se verá obligado a contraatacar: a medida que la economía mundial implosiona, las cuantiosas pérdidas de deuda soberana y corporativa recaerán sobre las instituciones de EEUU, con desastrosas consecuencias.
Personalmente, creo que el segundo punto de vista es correcto; así quedará demostrado cuando la economía mundial se deteriore aún más.
No obstante, ésta no es la cuestión esencial.
Lo importante es si, ante tanta incertidumbre, es adecuado tener unas expectativas tan optimistas.
La respuesta es clara: un político sensato debería prepararse para lo peor.
Si se equivoca, el resultado sería un sistema financiero sobrecapitalizado.
Pero, si el dirigente de un país opta por mostrarse optimista y se equivoca, perdería toda credibilidad y tendría que hacer frente a una catástrofe bancaria.
El nuevo plan tendría sentido si, y sólo si, el principal problema fuera la falta de liquidez.
Ofrecer garantías y comprar una parte de los activos tóxicos mientras las nuevas inyecciones de capital se limitan a menos de 350.000 dólares no soluciona un problema de insolvencia detectado por algunos expertos.
De hecho, la compra de activos tóxicos y el programa de garantías pueden resultar una forma ineficaz de rescatar de forma no adecuada a las instituciones financieras capitalizadas.
El Gobierno tendrá que comprar cantidades ingentes de activos tóxicos a precios excesivos o proporcionar garantías demasiado generosas para rescatar a los bancos insolventes.
¿Por qué insiste la Administración Obama en cometer lo que parece ser un grave error?
Puede que por un exceso de optimismo o porque se esté centrando en cómo actuar mejor ante a las limitaciones arbitrarias que se ha impuesto: no a la nacionalización, no a las pérdidas de tenedores de bonos y no a más ayudas del Congreso.
¿Por qué la nueva Administración no cambia los términos del debate?
Intentar subsanar este error imponiendo condiciones irrisorias a las instituciones a las que ayuda, más que enmendar los errores, servirá para agravarlos.
EEUU debería recordar el consejo que dio a Japón y otros países en la década de los noventa: admitir la realidad, reestructurar los bancos y, sobre todo, acabar con las “instituciones zombis”.
Obama arriesga mucho con su error de planteamiento. Debería replantearse sus decisiones, si no es demasiado tarde.
"Son buenas noticias", afirmó Obama, que no obstante matizó que "aún queda mucho trabajo por hacer", pues es necesario armonizar el proyecto de ley del Senado con el que ya aprobó hace dos semanas la Cámara de Representantes.
Obama, que ya tiene el ojo puesto en ese proceso -que se promete disputado-, tiene previsto reunirse hoy mismo, a su regreso a Washington, con el grupo autodenominado "Perros Azules", demócratas conservadores en el ámbito fiscal y que ya votaron contra la medida en la Cámara de Representantes.
El mandatario aspira a que la medida esté lista para su firma antes del 16 de febrero.
En su intervención hoy en Fort Myers, el presidente estadounidense -que desde su llegada a la Casa Blanca se ha volcado de manera cada vez más intensa en conseguir que el plan de estímulo salga adelante- reiteró la necesidad de dejar de lado la política y colaborar para hacer frente a la grave crisis económica.
"Crear puestos de trabajo y dar la vuelta a esta economía es una misión que está por encima del partidismo. Cuando arde la ciudad no miramos de qué partido es cada quien, agarramos una manguera", afirmó el presidente estadounidense.
Obama, recibido con numerosos vítores del público, reiteró su argumento de los últimos días de que si no se toman medidas EEUU "se sumergirá en una crisis que, en un momento dado, será mucho más difícil de resolver".
El plan de estímulo cuenta con la oposición de la minoría republicana, que no otorgó ningún voto a favor del proyecto de ley en la Cámara de Representantes y sólo tres en la votación de hoy en el Senado.
Los republicanos consideran que el plan despilfarrará el dinero sin crear demasiados puestos de trabajo y proponen a cambio más recortes de impuestos, la solución que en su día prefirió el presidente George W. Bush.
En sus declaraciones en Florida, Obama afirmó: "No podemos permitirnos las posturas, y las rencillas, y la vuelta a las mismas ideas fracasadas que nos llevaron a este lío en primer lugar".
"Hemos tenido un buen debate, pero se ha acabado el momento de hablar. La gente aquí en Fort Myers y en todo EEUU necesitan ayuda y ha llegado el momento de actuar. Los estadounidenses no tienen paciencia para esperar más a que la gente en Washington resuelva esto", agregó.
El presidente, que también hablaba después de que su secretario del Tesoro, Tim Geithner, presentara en Washington las directrices del plan de rescate para el sector financiero, aludió también a la crisis inmobiliaria, que desató los problemas que se han extendido al resto de la economía.
Obama aseguró que "en un par de semanas" él mismo presentará un plan para ayudar a los propietarios de viviendas.
"A menos que atajemos esto de manera seria, no podremos poner a la economía por el camino que debe", declaró el presidente estadounidense, que adelantó que debe establecerse un sistema en el que los bancos se den cuenta de que la mejor solución muchas veces no es embargar las casas a quien no puede pagar la hipoteca.
El presidente estadounidense tiene previsto continuar a lo largo de esta semana su campaña a favor del plan de estímulo y el jueves se desplazará a Peoria, en Illinois, y otra localidad muy afectada por las pérdidas de empleo, para promover la medida.
Por ejemplo, la versión del Senado no incluye US$14.000 millones que la Cámara aprobó para la construcción de escuelas ni un paquete de US$40.000 millones destinado a los gobiernos estatales.
El paso siguiente será reconciliar las dos versiones en una sola, mediante intensas negociaciones en los próximos días, y luego aprobar la medida final para que sea firmada por el presidente.
Créditos y gastos
En términos generales, el paquete se puede dividir en dos categorías: recortes de impuestos y gastos directos.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, los créditos de impuestos y otros incentivos al consumo representan cerca de US$284.000 millones del plan, mientras que US$553.000 millones serán dedicados a gastos directos, como la construcción de carreteras y puentes.
Se estima que el 78% de los gastos se darán en los primeros dos años de la implementación de la ley y el resto sería para programas a más largo plazo.
En la categoría de las deducciones de impuestos favorecidas principalmente por los republicanos, la fuerte presión de las empresas automovilísticas parece haber dado sus resultados.
Ford, General Motors y Chrysler se beneficiarán de US$11.000 millones en reducciones de impuestos e intereses para los compradores de autos.
Aunque el dinero no irá directamente a los fabricantes de autos, se espera que el ahorro de miles de dólares por parte de los consumidores estimule las ventas de un sector en crisis y prevenga un mayor número de cierres de concesionarios.
Otro que se beneficiará de un programa similar es el sector de la vivienda. El paquete incluye un crédito de impuestos de US$15.000 o el 10% del valor de una vivienda para los que compren casa.
Salud, carreteras y energía alternativa
Adicionalmente, unos US$275.000 millones serán destinados a reducir los impuestos de las familias trabajadoras, además de incentivos para las empresas que producen energía renovable.
En cuanto a los gastos directos, el plan del Senado otorga US$10.000 millones para una larga lista de programas del Instituto Nacional de Salud, mientras que US$30.000 millones serán dedicados a la construcción de carreteras y puentes según la versión de la Cámara.
En total, se dedican US$358.000 millones para diferentes proyectos de construcción e infraestructura, con el objetivo de crear empleos a corto plazo.
Además, el plan prevé US$48.000 millones para ayudar a los desempleados a mantener su cobertura médica, US$46.000 millones para beneficios de desempleo y US$87.000 millones para ayudar a los gobiernos locales a pagar los programas de salud para las familias más pobres del país.
También se destinan US$450.000 millones para la exploración espacial de la NASA.
¿Dé dónde viene el dinero?
Para pagar por el plan, el gobierno federal tendrá que prestar miles de millones de un presupuesto que ya está en números rojos.
El déficit anual está proyectado para llegar a US$1 billón y la deuda nacional supera los US$11 billones.
Esto llega en un momento en que los ingresos del gobierno van para abajo.
En los últimos meses, el gobierno de federal ha dejado de recibir US$88.000 millones, casi 10% menos que el año anterior, según la Oficina de Análisis del Congreso.
Los datos indican que gran parte de esta reducción viene por una baja en los impuestos corporativos, por la caída en las ganancias en el sector privado y la reducción en el pago de impuestos de los millones que han perdido sus trabajos.
Recurso único
El Departamento del Tesoro ya tiene un plan para aportar US$50.000 millones al paquete de rescate.
Pero lo cierto es que el gobierno de Estados Unidos tiene un recurso único, su propia imprenta de dólares, para asumir estos gastos.
Y aunque es un riesgo seguir prestando para gastar, son pocas las alternativas que ve el gobierno de Obama para salir de la creciente crisis económica.
"Lo cierto es que estamos prestando significativamente más con esa inversión en acciones preferenciales de lo que estaríamos sin ella", dijo.
Entre otros presidentes ejecutivos que testificaron se encuentran Jaimie Dimon de J.P. Morgan Chase & Co. y Vikram Pandit de Citigroup Inc..
El presidente del comité Barney Frank, en su intervención de apertura exhortó a los ejecutivos a que trabajen de cerca con el Congreso para aliviar las crecientes preocupaciones del público sobre el que los bancos no estén prestando suficiente a consumidores y negocios. "Les exhorto a que cooperen con nosotros", dijo Frank. "Hay un descontento sustancial en el público" y aliviar tal descontento "es esencial".
El presidente de Goldman Sachs Group Inc., Lloyd C. Blankfein, quien también testificó, dijo que la industria de servicios financieros debe restaurar la confianza del público.
"Tenemos que recuperar la confianza del público y hacer todo lo que podamos para ayudar a reparar nuestro sistema financiero para restaurar la estabilidad y la vitalidad. Goldman Sachs está comprometido a lograrlo", dijo.
El Sindicato Internacional de Empleados de Servicios había planeado una protesta en las cercanías de la audiencia. Sin embargo, esta se llevó a cabo en calma. Aún así, el sindicato emitió un comunicado: "Es hora de evitar que los bancos bloqueen reformas que ayudarían a la gente que los está rescatando", dijo el presidente del sindicato, Andy Stern, en el comunicado.
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