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¿Habrá paz en Gaza tras la guerra? |
Al momento de analizar las consecuencias de la reciente guerra de Gaza los primeros interrogantes apuntan hacia cuál será el rumbo que seguirá el mundo árabe, o más concretamente, cuál será su elección: ¿romperá las relaciones con Israel y retornará a la confrontación, o continuará el proceso de arreglo político, en particular, apoyará los principios de paz inscritos en la iniciativa de Arabia Saudita aprobada en la cumbre de la Liga Árabe(LA).
A favor de renunciar a la iniciativa saudí se manifestaron los países árabes reunidos en una cumbre en la ciudad de Doha, capital de Qatar el pasado 16 de enero. Sin embargo, en esa cumbre no participaron países árabes influyentes en la LA como Egipto y Arabia Saudita, y tampoco asistieron el Secretario General de la LA Amr Moussa y el presidente de la Autoridad Palestina Mahmud Abbas.
En cambio, en la cumbre de Doha participo el jefe de la oficina política del movimiento islamista Hamas Haled Mashaal y también el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad.
Tres días después al foro de Doha, en la cumbre económica celebrada en Kuwait el tema de la guerra de Gaza predominó sobre el resto de los debates, y los líderes árabes proclamaron la necesidad de superar las discrepancias entre ellos.
No obstante, en el segundo día de debates, aparecieron informaciones de que los participantes no pudieron acordar el texto de la declaración final porque no hubo consenso en cuanto a incluir o no la resolución adoptada en Doha.
El punto central de la discusión fue la propuesta de romper las relaciones con Israel, revocar la iniciativa árabe de paz, y también el asunto sobre quien recibirá la ayuda financiera para la reconstrucción de Gaza, el movimiento Hamas o a la Autoridad Palestina.
¿Y qué piensan en Israel? según encuestas publicadas el día del cese al fuego el 53,1 % de los israelitas consideraron que es necesario continuar y ampliar la operación en Gaza hasta la liquidación total de potencial militar de Hamas.
Según el primer ministro israelí Ehud Olmert, su gobierno logró los objetivos previstos en la operación "Plomo Fundido", los líderes de Hamas pasaron a la clandestinidad, muchos activistas fueron aniquilados, también fueron destruidos decenas de túneles por donde pasaba el contrabando de armas, se aniquilaron muchos depósitos de armas y el ejército israelí controla el territorio en el enclave desde donde se disparaban los cohetes de fabricación artesanal contra los poblados israelíes.
Además, Israel acordó con Egipto, con países de Europa y Estados Unidos cooperar para impedir el contrabando de armas a Gaza especialmente desde el territorio egipcio.
Esta propuesta, ofrecida por líderes europeos en Jerusalén al día siguiente a la declaración de Olmert sobre el alto al fuego, demuestra que Israel no quedó aislado completamente en la arena internacional a pesar de las fuertes críticas desde que comenzó la guerra en Gaza.
Pero si Israel hubiese continuado la operación militar, la situación podría haber sido otra.
Según pronósticos de los servicios secretos, el movimiento Hamas necesitara sólo unos cuantos meses para restablecer el sistema de túneles utilizados para el tráfico de contrabando a Gaza. Además, Hamas todavía está en condiciones de atacar con misiles los poblados israelíes.
Si el problema del contrabando no se soluciona completamente, los islamistas de Hamas podrán restablecer su potencial militar en tres o cuatro meses.
Esto depende mucho de Egipto y de la postura de los países árabes al momento de decidir su respaldo a Hamas hacia la guerra o hacia la paz.
La situación también depende de la capacidad de Irán de mantener su influencia en la zona.
Y mientras estos interrogantes sigan sin respuesta, Israel puede decir que la operación "plomo fundido" concluyó, y que la guerra continúa.
María Appákova
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
Lo que al principio de la guerra había parecido una pérdida segura solamente a un puñado de personas, poco a poco se lo está comenzando a parecer a muchas más a medida que se van apagando los ecos de las trompetas triunfantes.
El objetivo inicial de la guerra fue poner fin a los disparos de cohetes Kassam. Sin embargo, éstos no cesaron de caer hasta el último día de la guerra. Ese objetivo solo se cumplió tras acordarse un alto el fuego. Los funcionarios de Defensa calculan que Hamas todavía dispone de 1.000 cohetes.
El segundo objetivo de la guerra, impedir el contrabando, tampoco se ha cumplido. El jefe del servicio de seguridad Shin Bet ha estimado que el contrabando se reanudará en el plazo de dos meses.
La mayoría del contrabando que se realiza en estos momentos tiene por objeto proporcionar alimentos a una población en estado de sitio, no obtener armas. Pero incluso si aceptamos las exageraciones de la campaña tremendista desarrollada para asustar a la gente con respecto a los túneles de contrabando, esta guerra ha servido para demostrar que lo único que pasaba por los túneles de contrabando entre la Franja de Gaza y Egipto eran armas rudimentarias y de mala calidad.
La capacidad de Israel de alcanzar su tercer objetivo es también dudosa. Disuasión... pamplinas. La disuasión que supuestamente habíamos conseguido con la segunda guerra del Líbano no ha tenido el más mínimo efecto sobre Hamas, y la que supuestamente se ha logrado ahora no está funcionando mucho mejor: el disparo esporádico de cohetes desde la Franja de Gaza ha continuado en los últimos días.
El cuarto objetivo, que no se declaró abiertamente, tampoco se ha cumplido. El ejército israelí no ha restaurado su capacidad. Era imposible que lo hiciera en una cuasi-guerra contra una organización menesterosa y mal equipada que lucha con armas improvisadas y cuyos combatientes apenas han opuesto resistencia.
Las heroicas descripciones y los poemas de victoria sobre el "triunfo militar" no podrán cambiar la realidad. Los pilotos volaban en misiones de entrenamiento y las fuerzas terrestres realizaban ejercicios que incluían maniobras de enlace de tropas y prácticas de tiro.
La descripción de la operación en términos de "logro militar" por parte de los analistas y generales que arroparon la operación es pura y simplemente ridícula.
No hemos debilitado a Hamas. La gran mayoría de sus combatientes no han sufrido daños y en realidad el apoyo popular a la organización ha aumentado. Su guerra ha intensificado el espíritu de resistencia y la voluntad de aguante. Un país que ha educado a toda una generación en el espíritu del “unos pocos contra muchos” debería ser capaz de apreciar el valor que tiene eso. En esta guerra no ha habido ninguna duda sobre quién era David y quién Goliat.
La población de Gaza, que ha sufrido un golpe tan terrible, no se hará más moderada ahora. Al contrario, el sentimiento nacional se revolverá más que antes contra la parte que ha asestado los golpes, es decir, contra el Estado de Israel. Así como la opinión pública en Israel se inclina hacia la derecha cada vez que es víctima de un ataque, en Gaza ocurrirá lo mismo después del mega-ataque que les hemos lanzado.
Si esta guerra ha debilitado a alguien ése es Fatah, cuya huida y abandono de Gaza ha adquirido ahora un significado especial. La sucesión de fracasos en esta guerra debe incluir, por supuesto, el fracaso de la política de asedio. Ya nos hemos enterado de que es ineficaz. El mundo boicoteaba, Israel asediaba y Hamas gobernaba (y sigue haciéndolo).
Pero el balance de esta guerra, en lo que a Israel se refiere, no termina con la constatación de que no se ha conseguido ninguno de los objetivos propuestos. Además, esta guerra ha impuesto sobre nosotros un pesado peaje que seguirá abrumándonos durante algún tiempo. A la hora de evaluar la situación internacional de Israel no debemos dejarnos engañar por el desfile de apoyo protagonizado por los líderes de Europa que se prestaron a una sesión fotográfica con el Primer Ministro Ehud Olmert.
Las acciones de Israel han asestado un duro golpe al apoyo de la opinión pública al Estado de Israel. Si bien esto no traduce siempre de forma inmediata en el plano diplomático, la ondas de choque llegarán algún día. El mundo entero ha visto las imágenes, unas imágenes que han estremecido a todos los seres humanos que las ha visto, aunque a la mayoría de israelíes les ha dejado fríos.
La conclusión es que Israel es un país violento y peligroso que actúa sin ningún tipo de restricciones, que ignora descaradamente las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y al que le importa un bledo el derecho internacional. Las investigaciones ya se han puesto en marcha.
Más grave aún es el daño que todo esto inflingirá a nuestra fibra moral. Ese daño se manifestará por medio de preguntas difíciles sobre lo que el ejército israelí hizo en Gaza, preguntas que inevitablemente acabarán surgiendo a pesar del filtro distorsionador de los medios de comunicación enrolados.
Entonces, ¿qué es lo que se ha conseguido después de todo? En tanto en cuanto guerra iniciada para dar respuesta a cuestiones de política interna, la operación ha tenido un éxito que ha desbordado todas las expectativas. El presidente del Likud Benjamin Netanyahu es cada vez más fuerte en los sondeos. ¿Por qué? Porque no hemos podido sacar suficiente provecho a esta guerra.
(mas...)
Política de los duros.
En estos momentos, volviendo al drama que sucede en Gaza, la política, tanto del bando palestino como del bando Israelí, la hacen los duros o los que quieren parecerlo. Recordemos: Israel es una democracia parlamentaria con representación proporcional en su asamblea (Knesset) lo que da a los sectores religiosos y extremistas un peso político definitivo en términos reales (cerca de un 20%).
Estos sectores son en parte responsables de un control de la Iglesia sobre el Estado tal que muchas condiciones civiles, el matrimonio entre ellas, permanecen en circunstancias casi medievales. Dicho en seco: nadie con una agenda moderada puede soñar con gobernar Israel cómodamente pues tiene que deliberar –es una democracia– con los sectores más radicales del espectro político.
En Gaza la cosa no va mejor.
Hamás es un movimiento que parte de la negación del Estado de Israel, lo cual desde el comienzo le sitúa en el discurso absurdo de quien ni siquiera reconoce al adversario. Fue un movimiento que se abrió campo atendiendo las necesidades populares más acuciantes, mientras las acusaciones de corrupción del movimiento que dirigía Yaser Arafat –Al Fatah– se amontonaban. Una vez en el gobierno, su gestión en Gaza ha sido lamentable, radicalizando y armando a diversos sectores. Hacia Israel no han cesado los cohetes, muchos de fabricación doméstica, que si bien causan pocas bajas reales, interrumpen el quehacer diario de miles de personas.
El problema es que la guerra no solucionará ninguno de los problemas por los que se iniciaron las acciones bélicas. Al contrario, los agravará pues la agresión sólo lleva a un camino previsible: más agresión.
No hay que olvidar que cada cohete, cada bomba, se dispara contra quien será el vecino de al lado por mucho tiempo. La exterminación de cualquiera de los dos lados es imposible.
Si la guerra comenzó para frenar a Hamás y a sus radicales, por cada familia destruida innecesariamente muchos verán razones para reforzar la resistencia. Lo desaforado del ataque Israelí, lejos de exponer un ejercito cohesionado, muestra vacilaciones ante un enemigo esquivo y no permeable con metralla.
Economías imbricadas.
Un combustible lamentable, además, lo proveen las comunidades de ambos bandos en el exterior. Ellas fomentan un desencuentro del que poco comprenden, y sobretodo, del que están cotidianamente muy lejanos. Ambos bandos poseen colectividades en varios países que financian las confrontaciones porque no las viven. La realidad es otra y está a mano: las economías de Palestina e Israel se hallan tan imbricadas entre sí que ya no son posibles una sin la otra.
¿Cuál es la solución?
La menos estruendosa, pero, a la larga, la más duradera. La que entienden los moderados de ambos bandos.
Buscar la paz posible que empieza por el reconocimiento mutuo. Además, de esa paz vendrá el desarrollo económico que hará por esa deprimida región mucho mas que las asistencias perennes de Estados Unidos o Europa.
En paz, veremos por fin el despegue económico de Israel y Palestina como actores de la que será una región muy activa en este siglo: el Mediterráneo.
"No puedo decir aún en detalle por cuánto se hará este llamamiento, pero estoy seguro de que será por centenares de millones de dólares para responder a las necesidades de los seis o nueve próximos meses", dijo.
También reiteró su llamamiento a "una apertura total de los pasos hacia la franja de Gaza", en especial el de Karni, entre Israel y el territorio palestino, por donde entra buena parte de la mercancía.
El jueves Obama pidió a Israel que abriese los pasos fronterizos de Gaza para que pueda ingresar ayuda humanitaria y bienes, como parte de un alto el fuego duradero tras el conflicto con Hamas.
"Las fronteras de Gaza deberían abrirse para permitir el flujo de ayuda y comercio", declaró Obama durante una visita inaugural al departamento de Estado.
Obama nombró el jueves al ex senador George Mitchell, de 75 años, emisario para Oriente Medio y anunció que éste se desplazará "a la región lo antes posible".
"Consideramos su nombramiento y su próximo envío a la región así como las llamadas telefónicas del presidente Obama al presidente (palestino) Mahmud Abas y a otros dirigentes regionales como una señal de la importancia que le otorga la nueva administración al problema palestino", dijo en Ramala (Cisjordania) el jefe de los negociadores palestinos Ahmad Qureia.
El portavoz de Abas, Nabil Abu Rudeina, expresó, por su parte, su esperanza de que Mitchell traiga "el cambio necesario a la creación de un Estado palestino".
En Jerusalén, el portavoz del ministerio israelí de Relaciones Exteriores, Ygal Palmor señaló de su lado "las buenas relaciones de trabajo que tuvo Israel" con George Mitchell en 2001, declarándose convencido de que seguirán así.
A comienzos de la segunda intifada, Mitchell fue encargado de presidir una comisión internacional sobre Oriente Medio, que llevaba su nombre. En su informe, entregado en 2001, llamó a las dos partes a tomar medidas inmediatas para hacer cesar sin condiciones la violencia, pero esas proposiciones se quedaron en letra muerta.
Hamas por su lado acusó el viernes a Barack Obama de "comenzar a adoptar una política errónea" sobre la cuestión israelo-palestina, después de que llamara al movimiento islamista a reconocer Israel y justificara la ofensiva israelí en Gaza.
"Comienza a adoptar una política errónea, la misma que provocó el sufrimiento del pueblo palestino", declaró el portavoz de Hamas Fawzi Barhum en un comunicado.
"El presidente Obama debe adoptar posiciones positivas que apoyen la causa palestina que es la justa, acabando con los crímenes sionistas y reconociendo el derecho del pueblo palestino a defenderse" de Israel, añadió el portavoz de Hamas.
Por otro lado, el director de las operaciones en Gaza de la Agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA), John Ging, acusó a Israel de haber destruido durante su ofensiva de 22 días "las infraestructuras del Estado palestino en lugar de acabar con las infraestructuras del terror".
"Dejadme ser claro. América está comprometida con la seguridad de Israel y siempre apoyará el derecho de Israel a defenderse contra las amenazas. Durante muchos años Hamas ha lanzado cientos de misiles hacia ciudadanos israelíes inocentes. Ninguna democracia puede tolerar este peligro para su gente. No debe hacerlo la comunidad internacional y tampoco deberían hacerlo los propios palestinos, cuyos intereses sólo son defendidos mediante actos terroristas".
El presidente Obama añadió que Oriente Medio será una prioridad de su mandato:
"Será mi política actuar de manera activa y enérgica para conseguir una paz duradera entre Israel y sus vecinos palestinos y entre Israel y los países árabes".
Entre los aplausos de los diplomáticos de carrera estadounidenses presentes en el acto.
Además, lanzó también un llamamiento a los países árabes para que apoyen a la Autoridad Palestina, den pasos hacia la normalización de relaciones con Israel y se opongan al terrorismo.
“Parece que Obama trata de repetir los mismos errores que cometió George W. Bush, sin tomar en cuenta la experiencia de éste, que resultó en la explosión de la región en lugar de conseguir estabilidad y paz”, deploró Hamdan en declaraciones al canal qatarí Al Jazeera.
Agregó que el presidente demócrata “insiste en que no habrá cambios” y “ese es un comienzo poco exitoso".
"Si esta política (de Washington hacia el Medio Oriente) no se rectifica, los próximos cuatro años serán un completo fracaso”, advirtió.
Luego de mostrar su frustración, el dirigente islamista exhortó a Washington a modificar su política mediante posturas más equilibradas y dirigidas a solucionar el problema cardinal del Levante.
Obama acusó a Hamas de haber lanzado durante años cohetes contra el sur de Israel desde la Franja de Gaza y exigió el cese de esa práctica, sin sopesar la política judía contra los países árabes y en particular contra el enclave costero.
A modo de compensación, el mandatario hizo un tenue pedido a Israel a retirarse por completo de Gaza, pero obvió abogar por el cese del sitio impuesto hace 19 meses y el desbloqueo de los cruces fronterizos, hechos que agravan la situación humanitaria allí.
Las palabras del presidente de Estados Unidos tuvieron lugar en la sede del Departamento de Estado durante el nombramiento de George Mitchell como su enviado especial a esta convulsa zona.
Bush brindó abierto y total respaldo a la agresión hebrea a la franja palestina, vetó resoluciones del Consejo de Seguridad que pedían un cese del fuego inmediato y justificó las matanzas como un derecho israelí a la autodefensa, al tiempo que recriminó a Hamas.
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