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Esperanzas en economías en resurgimiento |
La actual crisis financiera internacional ha azotado a todo el mundo. La gente tiene razón al preocuparse por el compacto del flagelo a las economías en resurgimiento y otros países en vías de desarrollo y por la posible destrucción de sus éxitos logrados en los recientes años. Sin embargo, de las economías recién surgidas, se puede ver la luz al final del tunel de la crisis económica global.
Muchos de los países en desarrollo han sintetizado experiencias en la crisis en las décadas 1980 y 1990, lo que constituye una ventaja de estas naciones.
Han hecho ajustes en la política macroeconómica para aliviar su vulnerabilidad.
Han mejorado la gestión de la deuda soberana tendiendo a aplicar el tipo de cambio flexible, lo que ha aliviado en cierto grado el compacto causado por el ajuste del tipo de cambio.
Por otra parte, la crisis financieron ha debilitado la presión de la inflación monetaria y cambiado en gran margen la previsión.
Para los países importadores, el precio de las mercancías al por mayor ha bajado, lo que neutraliza la presión sobre algunos países en desarrollo.
La intervención política coordinada, la efectiva gestión de los departamentos financieros y el relativamente bajo precio de las mercancías ayudarán a neutralizar la influencia de la crisis.
La demanda traída por el fervor inversionista en los países en desarrollo ha promovido en cierto grado el rápido desarrollo económico en la pasada década, y esta tendencia alcista será el factor decisiva para evitar la deflación monetaria y recesión de los países desarrollados.
A pesar de las acciones tomadas para hacer frente a la crisis, todavía exisite el riesgo que consiste en que si la crisis crediticia no se resuelve de manera efectiva, la economía global sufrirá la deflación monetaria y recesión similares a las que azotaron el Japón en la década 1990.
En estas circunstancias, es muy posible que la política monetaria convencional no resulte eficaz en los países desarrollados.
El plan de estímulo financiero de los diversos países es necesario para librarse de la recesión, sin embargo, el espacio está limitado para el desarrollo ulterior de la construcción infraestructural en algunos países desarrollados.
En este sentido, se puede decir que si los países desarrollados tratan de librarse de la recesión, deben apoyarse en las economías recién surgidas, o sea, recurrir a las inversiones en las instalaciones infraestructurales de los países en desarrollo para ampliar las demandas y deshacerse indirectamente de la recesión.
Tras el estallido de la crisis financiera, los líderes de los diversos países deberían compartir el concenso de adherirse de nuevo al espíritu del Sistema Breton Woods.
El sistema subraya la importancia de la sabiduría, la política y la voluntad política al tomar las acciones multilaterales para convertir la crisis en oportunidades.
La estructura multilateral internacional formada tras la Segunda Guerra Mundial no se adapta a la realidad del siglo XXI.
Como dijo el presidente del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, es necesario un nuevo multilateralismo capaz de contener los países desarrollados, las nuevas economías y los países en desarrollo, un nuevo multilateralismo flexible, altamente efectivo y adaptable a la demanda de la época, en vez de uno fijo o monolítico.
Los actuales problemas tales como la crisis financiera y el calentamiento climático son de influencia internacional y su resolución requiere la cooperación de las partes interesadas como los países desarrollados, las economías recién surgidas y los países en vías de desarrollo.
La nueva estructural multilateral internacional debe ser una organización efectiva, dirigida a los problemas reales, de respeto a la soberanía estatal y en bien de la resolución de las divergencias de las partes interesadas y la promoción de la cooperación.
El rápido desarrollo económico de China en los últimos 30 años ha permitido aliviar en gran margen la pobreza del país, y también ha mostrado la efectividad de la modalidad pragmática a este respecto, o sea, la aplicación de la estrategia de combinar la economía de mercado con la intervención gubernamental con metas muy claras.
El mundo tiene depositadas sus esperanzas en China para deshacerse de la actual crisis global.
Sin embargo, existen dificultades en el camino de avance.
Ya antes de la crisis global, habían aprecido síndomas que pronosticaba la tendencia de desaceleración en China. A pesar de eso, la crisis bancaria global no ha causado muchos compactos directos a China.
Las reservas de divisas, los superávits financieros equivalentes al 1 % de su PBI y los superávits en las cuentas en operaciones habituales han permitido a China adoptar activas y oportunas políticas financieras, fortalecer la construcción de las instalaciones infraestructurales, medioambientales, de seguros sociales, educativas y médicas para incrementar las demandas internas y elevar la calidad de los productos destinados a la exportación.
En la turbulencia económica global generada por la crisis financiera, China mantiene un alto incremento económico, lo que constituye una contribución importante a la economía mundial.
(Pueblo en Línea)

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, politica.
El autor, Fernando Calderón, coordinador del Informe sub-regional de Desarrollo Humano del Mercosur, afirmó que los problemas político-institucionales no se resolverán si no se aplican medidas que favorezcan la equidad.
A su juicio, la región inició un nuevo ciclo histórico tras las reformas estructurales y transición democrática, lo que motivó un clima de desencanto y malestar, pero también de grandes expectativas de cambio y progreso dentro de un régimen democrático que aún aprueba la sociedad.
"El malestar convive con la generación de una ciudadanía más autónoma y crítica, vinculada a nuevos espacios públicos de participación, conflicto y diálogo", escribió. Este momento de inflexión en América Latina puede abrir una ruta renovadora de la democracia y el desarrollo, según cómo se avance en fortalecer la institucionalidad y mejorar la equidad.
En el último mes comenzaron a aplicarse algunas medidas importantes que, si bien no llegan a producir el viraje necesario, son un síntoma de que los gobiernos comienzan a tomar medidas de fondo.
Y en la “combocumbre” de Bahía, como el ecuatoriano Rafael Correa bautizó la cuádruple reunión del Mercosur ampliado; el Grupo de Río, la Unasur y la Cumbre de América Latina y el Caribe, que reunió a 33 países al sur del río Bravo, se diseñaron caminos que excluyen a Estados Unidos y Canadá, pero incluyen a Cuba.
Argentina tomó dos medidas importantes. La estatización de las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP), creadas en el cenit del neoliberalismo e impulsadas por Carlos Menem, supuso la transferencia al Estado de 24 mil millones de dólares.
Es una decisión de carácter estratégico que se anticipa al probable colapso global de los fondos de jubilación por capitalización.
Una segunda medida estratégica fue el plan Obras para Todos los Argentinos que implica inversiones en infraestructura por 32 mil 600 millones de dólares hasta 2011.
En paralelo, el gobierno de Cristina Fernández intenta incentivar el retorno de capitales en el exterior con un favorable tratamiento fiscal.
Brasil también toma decisiones de largo aliento.
Hasta ahora se había limitado a inyectar dinero en la economía para favorecer el crédito y facilitar la venta de automóviles rebajando impuestos, ya que la sexta industria automotriz del mundo atraviesa serias dificultades.
También se liberaron fondos para ayudar a empresas endeudadas.
Pero lo más importante ha sido el anuncio de un vasto plan de vivienda que prevé construir 12 millones de casas en 15 años con una inversión de 123 mil millones de dólares.
Esta importante decisión pretende mantener el crecimiento y a la vez convierte la vivienda social en una política de Estado, destinada a familias que tengan ingresos menores a 630 dólares.
El Instituto Brasileño de Geografía y Estadística informó a mediados de diciembre que una de cada tres ciudades está rodeada por favelas y que 53 millones (25 por ciento de la población) habitan viviendas inhumanas.
Así y todo se calcula que en los próximos años se necesitarán 30 millones de viviendas.
Además se creará un fondo con aportes estatales, al que podrán acudir las familias que no puedan pagar sus mensualidades por haber perdido el trabajo, sin perder la vivienda.
Otros países como Perú lanzaron planes de obras públicas, mientras Ecuador decidió una moratoria de cerca de 40 por ciento de su deuda externa por considerarla ilegítima.
En conjunto, se trata de medidas de corte keynesiano que buscan limitar los impactos de la recesión global y mantener la cohesión social.
Por otro lado, la región se va perfilando como actor autónomo en el escenario internacional. Así lo percibió The New York Times, pues el 17 de diciembre aseguró que Washington se sintió “despreciado” en las cumbres de Bahía, ya que los 33 países latinoamericanos y caribeños tomaron decisiones sin consultar a la ex superpotencia, que ya no puede dictar órdenes en lo que algún día fue su patio trasero.
El influyente diario remarcó que “Estados Unidos se está convirtiendo en un jugador cada vez más distante en los asuntos de la región”, y que “ya no es y no va a volver a ser el mayor interlocutor de los países de la zona”.
La incorporación de Cuba al Grupo de Rio puso en negro sobre blanco esas distancias.
Pese a que varios presidentes se mostraron confiados en que la región pueda superar los efectos de la crisis, fortalecer la integración y mantener altos niveles de crecimiento, no faltaron nubarrones.
Las ausencias más destacadas fueron las del peruano Alan García y el colombiano Álvaro Uribe, los dos mayores aliados de Washington en Sudamérica.
Aunque se insisitió en la necesidad de impulsar el comercio sur-sur, las dificultades que enfrenta el país líder de la región, Brasil, con sus vecinos Paraguay, Ecuador y Bolivia sobrevolaron las cumbres.
Del mismo modo, el Mercosur no pudo llegar a un acuerdo para que las mercancías que ingresan al área de libre comercio paguen una sola vez la tarifa externa común, pero que no se vuelva a cobrar cuando es rexportada a otro país del bloque.
No son dificultades menores.
Tienen suficiente importancia para poner más trabas aún al proceso de integración regional, que avanza demasiado despacio para las necesidades de muchos países.
Avanzar en ese proceso supone que el país que pretende ser el líder regional, Brasil, resuelva algunas asimetrías, como las que mantiene con Paraguay por la compra de su energía a precios muy por debajo del mercado, gracias a un tratado firmado por ambas dictaduras.
O que el gobierno de Lula deje de defender a las empresas brasileñas incluso cuando incumplen contratos, como sucedió con Odebrecht en Ecuador.
Pero lo más trascendente es que las medidas adoptadas hasta ahora no alcanzan para modificar el núcleo del modelo neoliberal.
Salvo los países que promueven el ALBA, nadie cuestiona el libre comercio, piedra angular del modelo vigente.
Ya no se habla del Banco del Sur, que puede armar una arquitectura financiera diferente.
Si una región que busca su autonomía y cuenta con ocho de diez gobiernos que se proclaman progresistas y de izquierda no es capaz de cuestionar el modo de comerciar asentado en la rapiña, ¿quién y cuándo podrá hacerlo?
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