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Una enfermedad llamada recesión |
La Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, por sus siglas en inglés) confirmó la noticia que todos sabían desde hace meses: la economía norteamericana está en recesión desde fines de 2007.
A poco de terminar un año de fuerte crisis financiera, extendida a múltiples sectores y a las principales economías del planeta, Estados Unidos finalmente reconoció de manera oficial que padece una enfermedad llamada recesión.
Pese a la opinión tradicional de que un país entra en ese estado después de sufrir dos trimestres seguidos de contracción del Producto Interno Bruto (PIB), los especialistas de la entidad tuvieron en cuenta una serie de indicadores macroeconómicos.
Los asesores del presidente electo, Barack Obama, consideran necesario aplicar otro paquete financiero, estrategia utilizada en más de una ocasión por el actual mandato, George Bush y que hasta el momento no ha dado los resultados previstos.
La nueva iniciativa, que será discutida a partir del 6 de enero de 2009, incluiría recortes de impuestos, creación de empleos, inversiones en la infraestructura del país y en fuentes energéticas renovables.
Por ahora, el posible monto es desconocido, aunque fuentes legislativas creen que puede ascender a 500 mil millones de dólares.
Entre ellos se cuentan el desempleo, que en octubre alcanzó su peor nivel desde 1994, en un 6,5 por ciento; también la actividad manufacturera, con 36,2 puntos en noviembre, su peor registro de los últimos 26 años según el Instituto de Gerentes de Abastecimiento.
Asimismo la baja producción industrial, los ingresos reales, disminución de las ventas, entre otros parámetros, determinaron la declaración de crisis.
Algunos economistas consideran que la hecatombe durará por lo menos hasta finales de 2009 y que será la más grave desde la crisis de 1981-1982. Otros creen, sin embargo, que se trata de la peor coyuntura desde la Gran Depresión de la década del 30 del pasado siglo, debido a que, como en aquella ocasión, los efectos llegan a múltiples países.
Según el profesor de economía de la Universidad Internacional de Florida, Jorge Salazar Carrillo, el reconocimiento se demoró debido al plan de estímulo ofrecido por el gobierno de George W. Bush a principios de año, que hizo repuntar un poco los mercados y la contracción, en pleno auge, no se vio claramente.
Salazar consideró que esto es como darle una medicina a un enfermo sin saber exactamente qué tiene y resulta que se mejora, pero después pasa el efecto y se vuelve a empeorar.
Aun así, asesores del presidente electo, Barack Obama, consideran necesario aplicar otro paquete financiero, estrategia utilizada en más de una ocasión por el actual mandato y que hasta el momento no ha dado los resultados previstos.
La nueva iniciativa, que será discutida a partir del 6 de enero de 2009, incluiría recortes de impuestos, creación de empleos, inversiones en la infraestructura del país y en fuentes energéticas renovables.
Por ahora, el posible monto es desconocido, aunque fuentes legislativas creen que puede ascender a 500 mil millones de dólares.
El mismo día en que se propagó la noticia oficial en la potencia del norte, también la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que la economía mundial está próxima a una profunda recesión.
Esto ocurrirá casi inevitablemente si las políticas monetarias en los diferentes países no logran subsanar la crisis crediticia y restaurar la confianza en los siguientes meses, señaló el informe.
Recientemente, importantes naciones se han declarado en crisis, entre ellos Alemania, la primera potencia europea y tercera del mundo, y Japón, el segundo mercado del orbe.
También Irlanda, Italia, Dinamarca, Singapur, Nueva Zelanda Suecia, Canadá y el grupo de países de la Eurozona, mientras algunos se encuentran próximos a la desaceleración sostenida.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, monopolios, multitud, politica.
Obama iba a cambiar el capitalismo, aunque no abolirlo, y a instaurar una nueva era de regulación de la economía.
Pero, en realidad, Obama ha elegido a los más conservadores entre los consejeros demócratas, los mismos que organizaron una desreglamentación desbocada durante la presidencia de Bill Clinton, a finales de los noventa.
Cuando nos detenemos en tres nombres emblemáticos, la coherencia de su elección es reveladora.
El primero en la línea de salida es Robert Rubin, secretario del Tesoro entre 1995 y 1999. Desde que llegó al Tesoro tuvo que enfrentarse con la crisis financiera de México, primer gran fracaso del modelo neoliberal en los años noventa. Luego impuso, junto con el FMI, un tratamiento de choque que agravó las crisis producidas en el sudeste asiático en 1997-1998, y después en Rusia y Latinoamérica en 1999. R. Rubin no dudó nunca de los beneficios de la liberalización y contribuyó decididamente a imponer a la población de los países emergentes políticas que degradaron sus condiciones de vida y aumentaron las desigualdades. En Estados Unidos, ejerció su potente influencia para conseguir la abrogación de la Glass Steagall Act, o Banking Act, establecida desde 1933, y que, en especial, declaró la incompatibilidad del banco de depósitos con el banco de inversiones.
De este modo, la puerta quedó abierta para toda suerte de excesos de los financieros ávidos del máximo beneficio, lo que posibilitó la crisis internacional actual. Para rizar el rizo, esta abrogación de la Banking Act permitió la fusión de Citicorp con Travelers Group para formar el gigante bancario Citigroup... En el 2000, Robert Rubin entro en la dirección de Citigroup… que el gobierno estadounidense acaba de salvar con urgencia, en noviembre de 2008, ¡garantizándole más de 300.000 millones de dólares de activos! A pesar de ello, R. Rubin es uno de los principales asesores de Barack Obama.
La segunda personalidad en escena es Lawrence Summers, heredado del puesto de director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca. Sin embargo, su carrera contiene cierto número de manchas que deberían ser indelebles. En diciembre de 1991, mientras era economista jefe del Banco Mundial, Summers osó escribir en una nota interna:
«Los países con escasa población de África tienen una bajísima contaminación. La calidad del aire es de un nivel inútilmente mayor que la de Los Angeles o México. Es necesario alentar el desplazamiento de las industrias contaminantes hacia los países menos avanzados. Debe existir cierto grado de contaminación en los países en los que los salarios son más bajos. Pienso que la lógica económica que dice que los residuos tóxicos deben volcarse allí donde los salarios son los más bajos es imparable. [...] La inquietud [a propósito de los agentes tóxicos] será evidentemente mayor en un país donde la gente vive bastantes años como para enfermar de cáncer, que en un país donde la mortalidad infantil es del 200 por mil en menores de cinco años.» [1]
E incluso agrega, en ese mismo año:
«No hay […] límites a la capacidad de absorción del planeta capaces de bloquearnos en un futuro previsible. El riesgo de un apocalipsis debido a un calentamiento global o a cualquier otra causa es inexistente. La idea de que el mundo corre hacia su perdición es profundamente falsa. También es un profundo error pensar que deberíamos imponer límites al crecimiento debido a los límites naturales, que además es una idea cuyo costo social sería asombroso si alguna vez se llegase a aplicar.» [2]
Con Summers al comando, el capitalismo productivista gozará de un espléndido porvenir.
Habiendo sido nombrado secretario del Tesoro durante el gobierno de Clinton, en 1999, Summers presionó al presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, para que se sacara de encima a Joseph Stiglitz, que lo había sucedido en el puesto de economista jefe y que era muy crítico con las orientaciones neoliberales que Summers y Rubin ponían en marcha en todas las partes del mundo donde estallaban incendios financieros.
Después de la llegada de George W. Bush, Summers continuó su carrera convirtiéndose en presidente de la universidad de Harvard en 2001, pero se destacó particularmente en febrero de 2005, cuando logró la enemistad de toda la comunidad universitaria después de una discusión en la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER, sus siglas en inglés). [3]
Interrogado sobre las razones por las que hay escasas mujeres en los puestos elevados en el ámbito científico, afirmó que las mujeres están menos dotadas que los hombres para las ciencias, descartando cualquier otra explicación posible como el origen social y familiar, o una voluntad de discriminación. Esto provocó una gran polémica, [4] tanto en el interior como en el exterior de la universidad. A pesar de sus excusas, las protestas de una mayoría de profesores y estudiantes de Harvard lo obligaron a dimitir en 2006.
Si su responsabilidad en la situación actual todavía no está demostrada, su biografía, que se puede consultar en el sitio internet de la universidad de Harvard en la época de su presidencia, confirma que «ha dirigido el esfuerzo de la puesta en marcha de la más importante desreglamentación financiera de estos últimos 60 años».
¡No se podría ser más claro!
La tercera personalidad elegida por Obama, Timothy Geithner, será nombrado secretario del Tesoro. Actualmente presidente del Banco Central de Nueva York, había sido subsecretario del Tesoro encargado de las Relaciones Internacionales entre 1998 y 2001, adjunto sucesivamente a Rubin y a Summers, y activo, en particular, en Brasil, México, Indonesia, Corea del Sur y Tailandia, todos símbolos de los desastres del neoliberalismo, que sufrieron graves crisis durante ese período. Las medidas promovidas por este trío infernal hicieron recaer el coste de la crisis sobre las poblaciones de estos países. Rubin y Summers son los mentores de Geithner. Ahora, el alumno se une a sus maestros. Nadie duda que continuará defendiendo las grandes instituciones financieras privadas, sordo a los derechos humanos fundamentales, ridiculizado en Estados Unidos y en cualquier lado debido a las políticas económicas que defiende con vehemencia.
Pretender regular de nuevo una economía mundial que ha perdido el norte dando el comando de la operación a los que la desregularon con violencia, es como querer apagar un incendio con gasolina.
Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz
Damien Millet es portavoz del CADTM Francia (Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, www.cadtm.org), autor de África sin deuda, Icaria, Barcelona, 2008.
Eric Toussaint es presidente del CADTM Bélgica, autor de Banco del Sur y nueva crisis internacional, El Viejo Topo, Barcelona, 2008; Abya-Yala, Quito, 2008; Observatorio DESC-Bolivia, La Paz, 2008. También es autor de Banco mundial: el golpe de estado permanente, El Viejo Topo, Barcelona, 2007; Abya-Yala, Quito, 2007; CIM, Caracas, 2007; Observatorio DESC-Bolivia, La Paz, 2007.
Notas
[1] Han sido publicados extractos The Economist, (8 de febrero de 1992), así como Financial Times (10 de febrero de 1992) con el título «Preservad al planeta de los economistas».
[2] Lawrence Summers, con ocasión de la Asamblea Anual del Banco Mundial y del FMI en Bangkok, en 1991, fue entrevistado por Kirsten Garret, «Background Briefing», Australian Broadcasting Company, segundo programa.
[3] Financial Times, 26-27 de febrero de 2005.
[4] La polémica también estuvo alimentada por la desaprobación del ataque lanzado por Summers contra Cornel West, un universitario negro y progresista, profesor de Religión y de Estudios afroamericanos en la universidad de Princeton. Summers, prosionista, denunció a West por antisemita porque éste sostenía la acción de los estudiantes que exigía un boicot a Israel mientras el gobierno israelí no respetara los derechos de los palestinos.
Ver el Financial Times del 26-27 de febrero de 2005. Actualmente Cornel West, que ha apoyado a Obama con entusiasmo, se asombra de que se haya rodeado de Summers y Rubin. (mas...)
CADTM
La Reserva Federal se niega a informar a qué bancos destinó el dinero y sobre los montos otorgados, pero por sobre todo quiere ocultar a qué valor compró o tomó como garantía los activos, bonos o títulos ofrecidos por los bancos.
Existe la sospecha firme de que la Reserva Federal los ha tomado muy por encima de su valor de mercado, que en promedio está por debajo de la mitad de su valor nominal, o directamente no encuentran demandantes que le pongan un precio.
Este premio a los bancos en situación de cesación de pagos anuncia colosales pérdidas para el Banco Central, que deberá vender esos activos por debajo del precio al que los compró en el caso muy probable de que los bancos rescatados no devuelvan los préstamos.
El secreto comercial de los bancos, en los que se ampara la Reserva Federal para negarse a brindar la información de sus operaciones, choca con la obligación de hacer públicos los actos de gobierno.
En el límite, el Estado capitalista opera frente a sus ciudadanos con las mismas normas de ocultamiento que el capitalista privado lo hace con sus clientes o competidores.
El problema adicional es que la Reserva Federal ha comenzado a desarrollar ahora una política de emisión de dólares en gran escala ("política de metas cuantitativas"), para lo cual deberá incorporar a su balance, sea como garantía o por adquisición, montos aun mayores de activos y de mucha menor calidad.
La decisión de salir a emitir dólares obedece al fracaso de las operaciones de rescate desarrolladas hasta ahora, que se limitaban a los bancos.
La Reserva Federal ha decidido salir a comprar cualquier título que se le ofrezca por parte de corporaciones no bancarias, ante la evidencia de que los bancos no han reanudado los créditos a pesar de las operaciones de salvataje.
Los bancos tienen naturalmente sus razones para no hacerlo: los pronósticos de producción y de demanda apuntan hacia bajas muy pronunciadas.
El mercado hipotecario en Estados Unidos, Gran Bretaña y España sigue cayendo, los desalojos crecen y los precios futuros de la vivienda siguen cotizados a la baja.
La totalidad del mercado mundial se encuentra en recesión; el consumo se encuentra en caída libre, luego de haber sido incentivado artificialmente durante un largo período por medio de un crédito irrestricto.
Las operaciones estatales de rescate chocan, por lo tanto, con la tendencia depresiva de la economía mundial; numerosas corporaciones capitalistas deben ir a la quiebra, porque su capital se ha convertido en negativo y la crisis les ha quitado la parte de mercado que gozaron durante el ascenso.
Fracasan los rescates
Estamos ya no frente a una bancarrota capitalista sino ante el fracaso de las tentativas estatales para contenerla -lo cual plantea un enorme problema político, pero por sobre todo anticipa una escalada de la crisis mundial.
En efecto, hasta ahora, como resultado de las propias características del endeudamiento internacional, el dólar y el yen se han venido fortaleciendo porque los contratos de crédito se habían hecho en esas monedas.
Esta valorización ha creado una burbuja con la deuda pública norteamericana, que ha subido enormemente, al punto que ha pasado de un rendimiento del 3-4% a casi cero en poco menos de dos años.
Muchos analistas opinan que esta tasa anuncia que esta burbuja está a punto de pincharse, en cuyo caso una huida de capitales del dólar podría provocar un derrumbe monetario internacional.
Para un columnista del Financial Times (1/12) la salida sería simplemente ignorar al sistema bancario: el Banco Central -dice-, debería tomar a su cargo la financiación de la economía mediante la total nacionalización de los bancos en forma expresa o por omisión, en este último caso convirtiéndose en el prestamista del conjunto del sistema económico.
Sería la única forma de evitar una deflación y la depresión económica mundial.
Pero no solamente los bancos se encuentran operando en el vacío; los pulpos financieros no bancarios (‘hedge funds') han establecido un corralito internacional para contener el retiro de fondos invertidos en ellos.
Esta paralización del sistema financiero capitalista ya está poniendo a los estados y municipios de Estados Unidos, que manejan sus presupuestos por medio del crédito, en una situación de bancarrota.
Al final, toda la técnica de la banca central moderna -de la que tanta su ufanan los economistas y a la que tanto reverencian los izquierdistas-, se ha reducido a lo siguiente: en lugar de dejar que los bancos caigan, como en el 30 (las bancarrotas de todos modos han crecido), ahora los mantienen en estado vegetativo a un costo impresionante.
Incluso una nacionalización integral de la banca, remotamente posible bajo el capitalismo, sólo sería eficaz si sirve para una reorganización integral de la economía mundial sobre nuevas bases. O sea bajo otro Estado.
El eslabón débil
Las explosiones económicas que va produciendo la crisis mundial son cada vez más frecuentes e intensas. Desde marzo, cuando Bush le regaló el banco de inversión Bear & Sterns al J.P. Morgan (ahora es el J.P. Morgan el que se encuentra amenazado de quiebra), hasta el reciente mega rescate del Citigroup, pasando por la quiebra de Lehman Brothers y el rescate de la aseguradora AIG y de las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae, la crisis mundial se ha tornado más violenta.
Los seguros contra cesación de pagos son cada vez más caros y están menos disponibles, lo cual paraliza el escaso crédito disponible.
El equilibrio inestable que procuran mantener los gobiernos se rompe con más frecuencia.
Es lo que estaría a punto de ocurrir, de nuevo, con los llamados países emergentes, que han venido sufriendo una sistemática salida de capitales, debido a la necesidad de d! evolver los créditos que permitieron su ingreso.
La pseudo estabilización de las monedas de estos países, lograda gracias a préstamos de la Reserva Federal a países como Brasil o la India, o a la intervención del FMI en varios países del este de Europa, está a punto de agotarse.
En efecto, Rusia parece haber decidido dejar que se acentúe la desvalorización del rublo y China acaba de devaluar su moneda, el yuan, precisamente cuando Bush y Paulson le reclamaban que hiciera lo contrario, revalorizarla.
Cualquier devaluación brusca en algunos de estos países, que sería impulsada por una renovada salida de capitales, también tendría la capacidad de producir un derrumbe monetario internacional y precipitar, esta vez, una salida del dólar.
Una onda de devaluaciones de países emergentes se llevaría puesto el paquete de rescate de los Kirchner a partir de la estatización de las AFJP.
Es que la madre de todas las soluciones, la economía china, ya ha entrado en la ruta de la recesión y aun de la crisis financiera.
La información sobre el cierre de miles de empresas no deja dudas.
Pero también es necesario tener presente que gran parte del capital que se presenta como oriundo o propio de China está en realidad financiado por la Bolsa de Hong Kong.
La restauración del capitalismo en China no ha producido todavía su propio capital nacional, por eso su burguesía raquítica aparece como una intermediaria del capital financiero internacional.
China tiene sus reservas hipotecadas en Estados Unidos, e incluso las ha aumentado durante esta crisis, a falta de mejor destino.
Viejos conocidos
Obama se ha visto obligado a nombrar su gabinete con una enorme anticipación a la fecha de traspaso del mando, incluso porque quizá deba adelantarla.
En los puestos económicos claves ha colocado a los padres intelectuales de la crisis mundial actual, pues fueron los clintonianos los que ultimaron todas las medidas de desregulación que hoy estallan a nivel mundial.
Esto ya nos está diciendo que no los eligió, como dice la prensa, por su consistencia: lo hizo porque no tenía otra alternativa dentro de la clase capitalista.
Tampoco es cierto, como dicen algunos, que lo mejor para salir de un pantano es convocar al que nos metió en él; ahí está la prueba de Cavallo, que fuera convocado por De la Rúa para desarmar la crisis de la convertibilidad.
El programa de este equipo ‘del cambio' es el que se está aplicando, pues es un hecho que hay ya un co-gobierno ! en este punto.
Aunque Obama se pinte como un nuevo Roosevelt y prometa programa para reactivar el consumo, es necesario recordar que Roosevelt gobernó después del derrumbe bancario y cuando la depresión ya se había instalado, en tanto que Obama lo hace cuando la burguesía reclama que evite lo primero y lo segundo.
Ya muchos comentaristas están avanzando la opinión de que Obama será un fracaso no anunciado.
La miseria de la colaboración de clases
Las burocracias sindicales y el centroizquierdismo siguen enfrentando la crisis con un conservadorismo brutal.
Creen que va a durar poco y que en todo caso puede superarse por medio de "políticas económicas".
En realidad están defendiendo su propia posición social.
La defensa del derecho al trabajo, en las condiciones de la crisis actual, plantea una lucha de conjunto contra el capital, pues la salida capitalista a la crisis implica la destrucción de fuerzas productivas, en especial la del trabajo.
La desaparición de puestos de trabajo en noviembre fue la mayor en 34 años, y es sólo la cuarta vez en los últimos 58 años que se destruyen más de medio millón de empleos en un mes. El índice de desempleo en noviembre pasado fue el más alto desde octubre de 1993.
El panorama económico de EEUU al final del año indica que las pérdidas de puestos de trabajo seguirán aumentando como resultado del colapso del crédito, la reducción del gasto de los consumidores y la crisis que afecta a vastos sectores como la industria del automóvil.
La semana pasada, el presidente electo, Barack Obama, calificó la situación como "una crisis de proporciones históricas" y anunció planes para la protección o creación de 2,5 millones de puestos de trabajo en dos años. Entre enero y noviembre Estados Unidos ha perdido 1,91 millones de puestos de trabajo.
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