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Testimonio de un genocida confeso |
El embajador de Israel en España justifica la masacre: "Estamos cien por cien dentro de la ley internacional protegiendo a nuestros ciudadanos”.
ATENCION: Este documento contiene un alto contenido racista y proclamas a favor de realizar genocidios, puede no ser recomendada su lectura para todos los publicos.
Schutz lamentó la "increíble ligereza" con la que ciertas personas utilizan el argumento de la supuesta desproporcionalidad de la respuesta israelí a los ataques de los terroristas palestinos a la población civil del sur de Israel. Olmert ha anunciado la movilización de 6.500 efectivos para una posible incursión terrestre del territorio.
"Es un comentario que se hace de forma bastante apresurada, pero si hubieran tenido que sufrir durante tantos años esta agresión, le prometo que no le parecería nada desproporcionada", ha asegurado. La comunidad internacional ha reaccionado pidiendo prudencia a ambas partes.
Ha insistido, además, en que la operación va dirigida "estrictamente contra los terroristas de Hamas y con el único fin de recuperar la calma en el área limítrofe con Gaza, donde viven unos 250.000 israelíes”.
Schutz aseguró que los bombardeos israelíes sobre Gaza tienen sólo como objetivo a los terroristas del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), organización a la que Israel responsabiliza por ocho años de continuos lanzamientos de cohetes contra los territorios israelíes adyacentes a la Franja de Gaza.
"Es una operación para ejercer el derecho de Israel de proteger la vida, la seguridad y los derechos básicos de sus ciudadanos, que han sufrido en los últimos 8 años una situación inaceptable bajo el fuego de cohetes y misiles", explicó.
"Estamos cien por cien dentro de la ley internacional protegiendo a nuestros ciudadanos, algo explícito en toda la ley internacional", agregó.
A quienes apelan a la desproporcionalidad de la respuesta israelí, Schutz recordó que los israelíes han sufrido ocho años de "persistentes ataques con misiles". "Pediría a esta gente que se pusiera en lugar de estos ciudadanos. Es un castigo colectivo", dijo. Además, emplazó a quienes utilizan este argumento a proponer una alternativa.
"No desearía a nadie esta situación en la que están los israelíes", agregó.
Además, "la situación se ha agravado en últimos días después de que la organización terrorista Hamas pusiera fin de forma unilateral al estado de calma". Schutz lamentó las bajas civiles provocadas por el bombardeo. Sin embargo dijo que "hay que recordar que es una guerra y lamentablemente cae gente inocente".
En ese sentido, Schutz acusó a Hamas de “utilizar escudos humanos para proteger a sus milicianos”. "Tenemos derecho a responder a las amenazas. Es legítimo responder al lanzamiento aunque, como hace Hamas, el atacante utilice escudos humanos", dijo para justificar el genocidio.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica, violencia.
Aunque fuera pregonada como solución para conflictos colectivos en general, la autodeterminación fue en el mejor de los casos una tenue idea que tendía a disimular la recomposición de imperios o, por lo menos, la transferencia de su control de una poderosa entidad a otra.
Portavoces del movimiento sionista intervinieron activamente en la prensa popular de EE.UU. durante ese período de transición entre la derrota del Imperio Turco (fines de 1917) y la eventual implementación del Mandato Británico en Palestina (abril de 1920).
Esa actividad periodística fue particularmente importante en EE.UU. debido a que las donaciones financieras de la gran y relativamente acaudalada población judía fueron vitales para el proyecto sionista en Palestina.
Contrariamente a los pronósticos de estabilidad bajo el Mandato Británico, el control británico fue inaugurado con disturbios causados por el aumento de la inmigración judía.
En julio de 1921, después de un año de la nueva administración británica, el Literary Digest señaló que temores respecto al proyecto sionista eran articulados en Palestina y también en países vecinos y en EE.UU.
En un estudio de reacciones a los eventos en Palestina en publicaciones árabe-estadounidenses, el Digest estableció, como lo hicieron periódicos árabes en Oriente Próximo, que existía una cuidadosa distinción establecida entre las actitudes en relación con el pueblo judío y aquellas respecto al sionismo En Al-Bayan, un periódico sirio publicado en Nueva York, temían que existiera mucha tergiversación “en cuanto al verdadero motivo de la oposición al sionismo en Palestina”.
Esa preocupación fue compartida por Meraat-ul-Gharb (Nueva York) que afirmó que “el pueblo de Palestina no odia a los judíos, pero odia al sionismo”.
El Syrian Eagle (Nueva York) consideró irónico que se acusara precisamente a los palestinos de fanatismo religioso en circunstancias que eran los sionistas los que inmigraban a Palestina por motivaciones “religiosas sentimentales”.
El editorialista preguntaba:
“¿Se ha llegado a este punto, que tengamos que rogar a Inglaterra para poseer nuestro propio país, y probar a un mundo crédulo que realmente Palestina no pertenece a los sionistas?”
Aunque nunca haya sido explícitamente declarado, existió confusión sobre el modo de referirse a los miembros de diferentes grupos étnicos en Palestina.
En un artículo en Literary Digest del 15 de noviembre de 1921, por ejemplo, hay una referencia editorial a “árabes mahometanos”, “cristianos nativos” y “colonos judíos”.
Pero esta circunspección contrasta con las caracterizaciones étnicas de Chaim Weizmann, presidente del Congreso Sionista, quien en el mismo artículo se refirió simplemente a “judío y árabe”, o a las del Alto Comisionado Británico para Palestina, Sir Herbert Samuel, a quien se cita aprobando “las legítimas aspiraciones de la raza judía”.
Samuel (quien era judío) tendió a reducir la población de Palestina a “el judío”, por una parte y a “el árabe”, por la otra.
Incluso al tratar disipar los temores de la población no-judía de Palestina, Samuel empleó sistemáticamente un vocabulario esquemático que oscurecía las percepciones de la situación.
Para él, las “juderías del mundo” simplemente intentaban establecer su hogar “en el país que fue el centro político, y siempre ha sido el centro religioso, de su raza”.
Varios años después, el secretario político de la Organización Sionista Mundial, Conrad Stein, criticó a los “pocos revoltosos” que “hacen lo posible por mantener separadas a las dos razas en Palestina”.
En 1926, un anónimo “Visitante amigo” escribió en la revista Living Age sobre la “situación racial” en Palestina señalando que “hasta ahora las dos razas viven una junta a la otra sin entremezclarse” explicando que una tal exclusividad era buena porque la política sionista era de no explotar la mano de obra árabe, sino más bien alentar a los judíos a trabajar en todos los sectores de la economía.
La idea era que el desarrollo separado, evitando la segmentación étnica de la fuerza laboral, llevaría a una mejora más rápida de los niveles de vida árabes: “en cuanto el nivel de vida de los árabes haya aumentado y los salarios de las dos razas se igualen una tal discriminación desaparecerá automáticamente”.
Además, los judíos deben ser alentados a realizar trabajo agrícola, porque “nada si no es la agricultura puede cambiar a los judíos de ser una nación de comerciantes a ser una nación con una distribución normal de su gente en todas las ramas del trabajo productivo. El movimiento hacia la granja es la piedra fundamental de la regeneración racial”.
Portavoces sionistas subrayaron incesantemente que los judíos eran un pueblo o raza distinguible y separable.
Al mismo tiempo, se referían a los musulmanes y a los palestinos cristianos como grupo racial: los “árabes”.
Los diferentes participantes en el drama eran cada vez menos denominados como europeos y palestinos, o judíos, musulmanes, cristianos o drusos.
De más en más parecía haber sólo dos grupos presentes: los “judíos” y los “árabes”.
En sólo unos pocos años, representantes no-judíos de la región comenzaron también a hablar en términos de “raza” cuando se referían a los diferentes grupos étnicos en Palestina.
Arnold Toynbee, el famoso historiador, planteó un tema relacionado en The New Republic en 1922. Para él, el problema en Palestina residía en la imposición de una idea occidental –el nacionalismo– en una región que culturalmente no estaba preparada para ella.
Palestina, a pesar de su complejidad religiosa, era en realidad “un país comparativamente homogéneo”.
Pero una idea política occidental llamada “nacionalidad” y el aumento del sentimiento nacional en Palestina ha “producido dos efectos.
Por una parte, los árabes musulmanes y cristianos comenzaron a sentirse identificados a sus vecinos árabes, especialmente con los de Siria, de los cuales Palestina no está dividida por fronteras físicas.
Por otra parte, los judíos palestinos, especialmente los colonos agrícolas, y, aún más, una mayoría de la “Dispersión” judía por todo el mundo, comenzaron a esperar ansiosos que Palestina terminara por ser suya en el sentido en que EE.UU. pertenece al pueblo estadounidense o Francia a los franceses”.
Toynbee observó que el compromiso de los gobiernos británico, estadounidenses, francés e italiano con el “peligroso experimento” de la implantación del sionismo en Palestina llevaría a más y más explosiones de violencia.
A fines de 1922, el futuro de conflicto social dentro de Palestina, y la utilización de Palestina por Estados poderosos, habían sido discutidos exhaustivamente.
La naturaleza del sionismo como movimiento político nacionalista, su utilización por los gobiernos de los principales países occidentales, los eventos determinantes en una situación política casi inmanejable, todas estas dimensiones de la “cuestión de Palestina” eran bien conocidos por lectores educados.
El camino hacia la eventual creación de un Estado judío parece haber sido trazado mucho antes del evento en sí.
A fines de los años veinte, estallidos de violencia étnica en Palestina tendieron a reforzar la idea de que la población estaba dividida en dos campos irreconciliables.
Un resultado fue la atenuación de los desacuerdos entre judíos sobre la legitimidad del proyecto sionista.
La creación de una Agencia Judía reorganizada que apoyaba la colonización de Palestina, pero no era oficialmente sionista, parece estar relacionada con esa situación.
En noviembre de 1928, Literary Digest citó a una serie de periódicos judíos estadounidenses (como ser American Hebrew en Nueva York, Jewish Tribune en Nueva York, Jewish Exponent en Filadelfia, y Canadian Jewish Chronicle en Montreal) en los que varios voceros “no-sionistas” expresaban su solidaridad con la inmigración judía a Palestina.
En una conferencia en Nueva York organizada por el jurista Louis Marshall, éste proclamó: “ya no hay sionistas y no-sionistas. Somos todos judíos unidos”.
“Israel estadounidense”, fue la conclusión, “está por fin unido en un ‘pacto de gloria’ […] por la construcción de Palestina”.
Aquí, el uso del término “Israel” para referirse a la población judía de EE.UU. es significativo por sus implicaciones “nacionales”.
La expresión “Israel”, utilizada para designar a un pueblo visto como nación, terminó por denotar a la nación tal como es concretizada en la “nación-Estado”.
Cuando la Agencia Judía Unida fue oficialmente formada en el congreso sionista en Zurich en agosto de 1929, su creación anunció una nueva fase en el conflicto por el destino de Palestina.
La nueva Agencia creada en la reunión sionista incluía una mitad de miembros no-sionistas.
Lo importante era que esos no-sionistas prometieron apoyar la dedicación a los proyectos judíos en Palestina, proyectos que, en los hechos, son apropiadamente llamados “sionistas”.
Pero la colonización judía de Palestina ya no era presentada como un proyecto específicamente sionista, sino más bien como una aspiración “judía”.
En consecuencia, la transformación demográfica de Palestina ya no expresaba el mismo grado de disensión entre judíos.
La referencia a “sionistas” tendería desde entonces a ser percibida como una evaluación implícitamente crítica del proyecto en sí.
La nueva corrección política no era la palabra “sionista”, que implicaba un movimiento político secular a favor de un grupo étnico en particular, sino más bien una nueva aplicación de ese contexto político particular de la palabra “judío”.
El reemplazo de “sionista” por “judío” unió consensualmente a todos los miembros del grupo confesional en el mismo proyecto al decidir no estar en desacuerdo sobre modos de expresión y objetivos finales.
Es posible que el nuevo consenso entre judíos no-palestinos (europeos y norteamericanos), simbolizado por la Agencia Judía Unida, haya contribuido a los trágicos eventos que acompañaron su aparición.
La violencia inter-étnica de agosto de 1929 puede haber estado directamente relacionada con la creación de la Agencia Judía Unida.
Es la opinión del bien conocido autor John Gunther, quien no era inamistoso hacia la causa sionista. Según su persona: “la formación de la Agencia fue un factor directo que contribuyó a los disturbios, porque incitó a estallidos de chovinismo de judíos en Palestina, y eso llevó a represalias árabes”.
Sea cual sea el caso, la década de los años veinte fue testigo de la emergencia de hostilidades étnicas en Palestina que no fueron resueltas mediante la eventual creación del Estado de Israel.
El dilema de las identificaciones “nacionales” vinculadas a nociones racistas es un campo para explotación política que ha seguido siendo demasiado fértil y tentador para demagogos de todas las tendencias.
En este caso, al yuxtaponer incesantemente los dos términos, “judío” y “árabe” a menudo en un contexto de evaluación comparativa lesiva para este último, se creó una confusión entre, por un lado, la confesión religiosa y, por el otro, la cultura sin tener en cuenta la religión.
Desde un punto sionista, esa amalgamación terminológica era posiblemente necesaria para unir a los judíos palestinos y a los recién llegados.
La dicotomía “judío-árabe” también era conveniente ya que introducía una cuña entre los palestinos judíos y no-judíos.
El problema era (y es) que los términos se refieren a poblaciones, gente real, que fueron alentadas a verse y a “los otros” como diferentes de algún modo cualitativo.
No es sorprendente que el término “raza” –que en el Siglo XIX tenía connotaciones que eran tanto culturales como raciales– debía ser utilizado en referencia a las características generales de ambos grupos ampliamente definidos.
Es una lástima, sin embargo, que “judíos” y “árabes” hayan llegado a ser vistos como tales pueblos separados.
Todos los antiguos prejuicios “orientalistas” del Siglo XIX, incluyendo el antisemitismo, podían ahora ser aplicados en un nuevo entorno geopolítico en el que los intereses de las grandes potencias se verían justificados, una vez más, por el principio de la autodeterminación nacional, pero esta vez al ayudar a crear una entidad nacional en la que el pueblo denominado como su población activa era no sólo una minoría, sino también compuesto por inmigrantes recientes.
Era un proyecto legitimado en gran parte por la idea de que poblaciones “árabes” eran incapaces o no estaban preparadas, para asumir responsabilidad por sus destinos políticos.
Después del período entre las guerras el término “raza” fue evitado en referencia al conflicto “judío-árabe” (por la prominencia de la ideología racista en la realización del genocidio perpetrado por el régimen nazi contra judíos y otros).
¿Pero fueron excluidas las connotaciones racistas de semejante terminología?
Ciertamente no.
Incluso después de la creación del Estado de Israel y la emergencia de un nuevo modo de referirse al conflicto como “árabe-israelí”, el término “árabe” sigue incluyendo connotaciones aborrecibles.
Es, desgraciadamente, sólo un ejemplo de cómo un lenguaje poco preciso y engañoso es un instrumento para la manipulación política que ofrece posibilidades de inspirar prejuicios tenaces, todos en función de la limpieza étnica.
Israel fue creado sobre esta base, y su cultura y su derecho están imbuidos de presunciones racistas.
La idea misma de un “Estado judío”, la operación de limpieza étnica de baja intensidad como política estatal, la “ley del retorno” que designa a Israel como “patria” para todos los “judíos” sin tener en cuenta su actual ciudadanía o su origen geográfico, la definición biológica del término “judío” (los nacidos de una madre “judía”), las prácticas genocidas de control y represión infligidas a los que son desarraigados de sus tierras y casas en los territorios que fueron apropiados en 1948 y de los que viven en los territorios ocupados en junio de 1967 (vea la Convención de la ONU sobre el Genocidio para la definición), el estatus de segunda clase infligido a los palestinos no-judíos en Israel, todas esas cosas provienen de una concepción racista de la etnicidad.
El movimiento sionista fue fundado con esta concepción, y a pesar de los juegos de palabras o los pensamientos ilusorios, el Estado sionista sigue adelante sin tregua con su proyecto a largo plazo.
Larry Portis es profesor de estudios estadounidenses en la Universidad de Montpellier, Francia, y miembro fundador de Americans for Peace and Justice en Montpellier.
(mas...)
Traducido por Germán Leyens
En el presente artículo haremos una breve referencia a la violencia histórica ejercida por las élites judías en contra de sus pueblos vecinos, tomando en consideración uno de los libros históricos del Antiguo Testamento de la Biblia, específicamente el titulado “Jueces”.
Al final del escrito nos percataremos de que no es pura casualidad la violencia practicada por dichas élites en el pasado y en el presente, con el agravante de que en la actualidad el movimiento conocido como sionismo, domina el planeta desde el punto de vista económico, siendo en realidad la organización que mueve los hilos del Imperio estadounidense (de hecho, los últimos presidentes de Estados Unidos, incluido el recién electo Obama, han declarado su pleno apoyo al Estado de Israel y a sus planes de dominación mundial).
Como sabemos, la Biblia es el libro sagrado del cristianismo, donde se exponen distintos aspectos morales, proféticos e históricos de esta religión; pero en el Antiguo Testamento se hace referencia casi exclusiva a la Historia de los judíos antes de Cristo.
De hecho, esta parte de la Biblia parece más bien una especie de panfleto en favor de los intereses de las élites hebreas, como podremos darnos cuenta con la reseña del texto seleccionado.
El libro de “Jueces” es importante para comprender en forma aproximada el primer intento serio del pueblo hebreo para lograr la estabilidad político-territorial y la unificación religiosa, administrativa, económica, entre otros aspectos (siglos XIII-XI A.C.), razón por la que algunos historiadores del Medio Oriente valoran la información allí contenida, aún cuando no es estrictamente histórica.
Téngase en cuenta que los jueces eran los líderes o jefes encargados de unificar la mayor cantidad de tribus en contra, fundamentalmente, de lo que concebían como enemigos comunes. Este texto, al igual que otros manuscritos del Antiguo Testamento, enfatizaba en el hecho de que los hebreos eran los elegidos por Dios o Yahvé, quien los colmaría de bienaventuranzas y prosperidad luego de soportar las penurias en la búsqueda de la Tierra Prometida, (por su condición de seminómadas).
Para lograr tal propósito, debían luchar contra otros pueblos del Cercano y Medio Oriente, calificados por la Biblia como infieles o paganos simplemente para justificar las agresiones judías.
El colmo de los escritores bíblicos estribó en el hecho de que consideraron que los judíos siempre fueron los agredidos por unos pueblos “extremadamente violentos” como los cananeos y los filisteos, siendo éste un aparente factor determinante de la inestabilidad político-territorial que aún vivían los hebreos al comienzo de la época de los jueces. Aquí es necesario aclarar que el pueblo cananeo, por ejemplo, terminó siendo agredido en varias oportunidades por las hordas judías, quienes reiteradamente invadieron las tierras ya ocupadas desde tiempo indefinido en un territorio que más o menos corresponde en nuestros días a Palestina.
Como en muchas de los conflictos armados durante la Historia, la religión se transformó en un elemento ideológico de primer orden para justificar el accionar del pueblo hebreo, en cuya búsqueda de la tierra prometida bien valía la pena derramar la sangre de los paganos para satisfacer los designios divinos.
Según el relato de “Jueces”, todos los pueblos paganos eran enemigos a priori de los judíos, razón por la que deberían ser combatidos sí se interponían en los objetivos de lograr una cierta estabilidad político-territorial.
En otras palabras, al ser el pueblo “elegido” por Yahvé, los hebreos contaban supuestamente con la protección y el mandato divino de forjarse su camino aún a costa de los pueblos vecinos.
Es así como el papel de los jueces, supuestamente enviados por el mismo Yahvé, era el de tratar de salvar a “Israel” de sus enemigos.
Más aún, para la época de los jueces, los hebreos ya eran protagonistas de primer orden de la constante conflictividad del Cercano y Medio Oriente, tal como lo son en la actualidad.
En resumen, podemos señalar lo siguiente del libro de “Jueces”: Se trató de una época particularmente violenta en la Historia del Cercano y Medio Oriente, por supuesto estimulada en gran parte por los intereses de las élites judías en ocupar las tierras de otros pueblos, como era el caso de Canaán (más o menos la actual Palestina).
Bajo la advocación religiosa monoteísta, como tantas veces lo hicieron los agresores en la Historia mundial, estas élites justificaban las agresiones contra todas aquellas sociedades que se interpusieran en la búsqueda de sus intereses, que en su caso se trataba de la supuesta tierra prometida necesaria para la formación del Estado hebreo.
Y lo que sucede actualmente no es pura coincidencia: las élites judeo-sionistas son protagonistas e impulsadoras fundamentales de la violencia en el Cercano y Medio Oriente.
Luego de surgido el Estado de Israel en 1948, con el apoyo estadounidense, no ha cesado en su deplorable procedimiento de ocupar y apoderarse de tierras ocupadas por palestinos, libaneses, entre otros pueblos árabes.
En su búsqueda moderna de la tierra prometida, los sionistas han desatado toda una espiral de violencia que amenaza con desencadenar un gran conflicto que puede extenderse a gran parte del planeta.
Al igual que en los tiempos antiguos, las élites judías de la actualidad buscan liquidar por la vía armada a todos los que consideran sus enemigos. Invocando la protección y el mandato divino y la “necesidad” de “defenderse” de los “terroristas” islámicos (en el contexto de la Guerra Global Contra el Terrorismo), el Estado moderno de Israel busca dominar territorial y militarmente gran parte del Cercano y Medio Oriente, y así poder cumplir un sueño frustrado desde tiempos antiguos.
A la luz del pasado oscuro y de los acontecimientos ocurridos en los últimos tiempos, una cosa queda bien clara: las élites judías han sido asesinas e invasoras históricas de aquellos pueblos que malintencionadamente han considerado como sus enemigos.
En sus calles transita poca gente. Y la poca que caminaba, corrió a las 12.30 camino del refugio o del portal más próximo.
La sirena suena de nuevo.
No se habla de otra cosa.
En la estación central, a pocos metros de donde había perecido horas antes un trabajador beduino tras el impacto de un cohete, Raymond, un emigrante judío de Marruecos que ronda los 60 años, sólo tiene una queja: "La operación es tardía. Hace ocho años que no se puede vivir en las inmediaciones de Gaza y ahora lo sufrimos también aquí".
En lo demás, pleno acuerdo con su Gobierno.
"Están haciendo", continúa Raymond, "un buen trabajo desde el aire, pero si no entra el Ejército en masa por tierra será casi imposible acabar con los cohetes".
El encogimiento de hombros aparece cuando se le pregunta por la muerte de inocentes en la franja. "Si bombardeamos edificios, habrá víctimas civiles", zanja.
Casi nadie se opone en Israel a tan feroz ataque de su aviación.
Miran para otro lado. Y la mayoría asume sin mayores dilemas el discurso y las razones que esgrime el Gobierno para la represalia.
"Desafortunadamente, en una guerra también los civiles pagan un precio", son las palabras de la ministra de Exteriores y candidata a la jefatura del Gobierno, Tzipi Livni.
"Es una buena respuesta. Ya era hora de comenzar a bombardear. No podemos aceptar que nos lancen cohetes todos los días", afirma Euvgeni, un soldado de origen ruso que se zampa un bocadillo una hora antes de partir hacia la frontera.
Le queda un mes de servicio militar y Euvgeni vive esta guerra con aparente desdén.
Como otros uniformados que descienden del autobús en Ashkelón riendo y bromeando.
No son los mismos rostros? serios, preocupados, desencajados? de los soldados que en agosto de 2006 se enfrentaron a Hezbolá en Líbano.
El enemigo, Hamás, lanza cohetes, pero su poder en el combate en tierra es irrisorio respecto al de Israel.
No se atiende a argumentos de proporcionalidad o mesura en Israel cuando se va a la guerra.
En ésta que ya lleva tres días han muerto 20 veces más palestinos que israelíes en ocho años de disparos de cohetes.
Cuando se marcha al frente de batalla, los israelíes hacen piña y consideran una piña al enemigo.
NOTA Otra vez el panfleto pro-fascista ElPais.com haciendo de vocero de unos genocidas, en este caso los sionistas, sea quien sea el asesino genocida siempre contara con el apoyo de ElPais.com lo que hace innecesario calificar a este medio pues ya se califica el mismo: la mejor prueba son sus propios articulos. nada mas que decir.
Detrás del poder financiero mundial, como dicen los españoles: ¡joder! siempre estan los capitales judíos... ellos son quienes nos hacen comer basura... basura en relación a la alimentación y basura intelectual que nos ha convertido en pueblos de "tradiciones y culturas" contrarias al desarrollo normal de toda sociedad... ¡donde haya perversión y además sea negocio! ahí estará el capital judío... ellos vivieron, viven y tratarán de vivir siempre de las miserias humanas de otros pueblos, sencillamente porque alguna vez fueron "elegidos"... hasta el propio Vaticano obedece sus lineamientos... ¡esa es la verdad! Hitler lo sabía, sólo que se equivocó de método, la muerte de los judíos no era la solución, disputarles el poder económico y rebajarlos a los demás pueblos, era el camino; el convertirlos en víctimas fue el gran error.
No me digan ahora que de pronto soy "anti-judio" y por esa razón mis opiniones carecen de valor... todo lo contrario... la historia y el hecho de que la propia "palabra profética" los catalogó como "pueblo rebelde y contradictor" y el acontecimiento de que el "velo del templo se rasgara" al momento de la crucifixión certifican que ese pueblo el único derecho que tiene es al de la vida por la vida misma, no tienen derecho a explotar solapadamente a todos los pueblos de nuestro expoliado planeta.
¿Una solución?... redefinir la otrora Canaán y en un juicio salomónico, picarla por la mitad, partiendo del Mediterráneo hacia el lindero del Río Jordan, en donde Juan el Bautista hacía su ministerio.
Exactamente por la mitad, ni mas, ni menos. Desactivar al ejército, eliminar su potencial nuclear y que se pongan a vivir como todos los demás... ¡trabajando!... eso incluye que los que tienen deuda externa, no la cancelen a partir de la toma de esas medidas... además y como regalo, que Jerusalem sea declarada Ciudad-Laica... cero templos, de ninguna religión... parecera una locura estas expresiones... pero creo prepararían el regreso inminente del Mesias... ¡digo yo!
Seguir con el cuento de la ONU y que de la Paz negociada... los sionistas quieren exterminar al pueblo Palestino. Verdaderos nazistas... ellos solo han sembrado la muerte... los Caínes de la Historia.
Y es que los sionistas desde hace mucho tiempo han comprendido el inmenso poder que tiene la opinión pública en la sociedad, es por ello que poseen grandes cadenas mediáticas que imponen matrices de opinión en torno a su conveniencia.
En ese sentido mucho han hablado y difundido lo del “Holocausto Nazi” y ciertamente existen testimonios y evidencias de éste y lo repudiamos como lo hacemos con cualquier acto que atente contra la humanidad, pero también hay cosas que ponen en duda algunas versiones de estos hechos.
Una de ellas y quizás la más notable es su accionar “apartheid” genocida, terrorista, racista, asesina en contra del pueblo palestino, porque no tiene sentido que una nación que haya vivido todas las aberraciones como las que significó el “Holocausto Nazi” tal y como nos las han informado, sea capaz de repetir esas atrocidades con una magnitud mucho mayor en contra de otra nación.
Es por ello que desde el pueblo de Bolívar, cuna de la libertad de América alzamos nuestra voz de protesta por la demencia Israelí inspirada en la sangre Palestina y le decimos al mundo que hoy día Gaza es el único y verdadero Auschwitz.
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