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Quiénes ganan con la crisis |
Las cosas van mal y las previsiones apuntan a que irán mucho peor. Pero no para todos. En los momentos de recesión siempre ha habido grandes beneficiados, bien porque han sabido forzar el escenario en su favor, bien porque se han adaptado mejor a los cambios que sus competidores. De modo que, en lugar de preguntarnos por qué han ocurrido las cosas, quizá sea el momento de interrogarnos acerca de quiénes saldrán ganando con esta crisis.
Y el listado de triunfadores es amplio. Entre ellos, las farmacéuticas: en los malos momentos, aumenta el consumo de productos relacionados con la salud; o los fabricantes de chocolate: ya que la vida no nos da momentos agradables, la endulzamos de otra manera. Y cómo no, los vendedores de productos de ocasión. Pero también, como señala Manuel Romera, director del sector financiero del Instituto de Empresa, “los abogados, sobre todo los mercantilistas y aún más los dedicados a concursos de acreedores; los hedge funds que apuestan a la baja; el sector de los hidrocarburos; empresas cómo McDonalds, que han crecido ostensiblemente por sus bajos precios… Pero, desde luego, son los gestores de costes quienes se están llevando la parte más importante de esta tarta tan incómoda que es la crisis”.
Según José Manuel Saiz, director de la facultad de ciencias sociales de la Universidad Antonio de Nebrija, también los bienes de consumo saldrán beneficiados, “aunque a medio plazo. Uno de los motores principales de la economía española ha sido el consumo y cuando se dé una mejora del ciclo éste se reactivará notablemente porque hay efectivo, lo que ocurre es que está muy parado. Cuando se relancen las expectativas empresariales se relanzará también el consumo. Eso sí, será un proceso lento y paulatino”.
Ahora bien, si hay un ámbito que saldrá bien librado, ese será el de la banca. Y especialmente, las grandes entidades, caso de Santander y BBVA. Según afirma Saiz, cuando hay una crisis aumentan las diferencias entre los actores de mayor peso y los más pequeños. “Y eso sucede así en todos los sectores: pymes y autónomos son los que pagan las consecuencias de la crisis mientras los grandes salen reforzados. En consecuencia, veremos cómo los bancos mayores crecen mediante la adquisición de pequeñas y medianas entidades”. Pero este proceso, que ya se vivió en la crisis del 93, será ahora internacional. Para Saiz, el caso del Santander marca el camino. “Hablamos de una entidad que fue a fortalecerse a América Latina, después volvió a competir a Europa y que ahora se dirige al mercado estadounidense”.
¿Cambio de modelo?
En cuanto a las grandes tendencias, la crisis no traerá una inversión de modelo sino un recrudecimiento del mismo. Veremos cómo las concentraciones se acentúan; veremos bajadas de impuestos, aunque no favorezcan a todo el mundo; también se iniciarán procesos de flexibilización del mercado de trabajo, apoyados en una mayor tasa de paro, en los que “los sindicatos van a tener mucho menos protagonismo”; y, desde luego, habrá más globalización y no menos: “hay que tener en cuenta que ya no se compite entre países sino entre bloques económicos; tenemos a la UE, Mercosur, el área económica china, etc., y quien no pertenezca a uno de esos bloques, como le está ocurriendo a África, lo pasará muy mal”.
Las grandes perdedoras de la crisis serán las pequeñas y medianas empresas independientes, muchas de las cuales serán absorbidas o desaparecerán, entrándose en un proceso de reorganización en el que nacerán empresas de nuevo cuño. Según Saiz, en la estructura económica de los países occidentales predominan las PYMES (entre un 70 y un 95% de las empresas de cada país pertenecen a esa categoría) y tras la crisis no variará esa tendencia. Pero sí la función estructural que cumplen estas empresas. “Hay muchas PYMES que dependen de las grandes compañías y a medida que éstas crecen, van dando más trabajo a PYMES que funcionan a su alrededor de ellas. Por lo tanto, las PYMES perderán independencia, ya que serán las firmas más grandes quienes las proporcionarán el trabajo, pero no descenderán en número”.
También habrá cambios en la manera de gestionar los recursos de la economía. No hace demasiado tiempo, aunque tras todo lo ocurrido nos parezca lejanísimo, Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal española, pedía públicamente un paréntesis en el libre mercado, declaración que le generó toda clase de críticas. Ahora que hemos entrado en ese paréntesis y que todos están de acuerdo con él, Keynes parece ser el teórico triunfante, aquel que está proporcionando soluciones para combatir los problemas. Según Antonio Torrero Mañas, autor de La crisis financiera internacional y económica española, (Ed. Encuentro) hablamos de un economista que ha sido malentendido con frecuencia, en tanto sus recetas estaban pensadas para un momento concreto, el de la Gran Depresión, cuando “a consecuencia de la deflación subieron mucho los tipos de interés reales y los bancos (había cerca de 40.000 en EEUU) comenzaron a caer en cadena”.
Que no se repita la Gran Depresión
Precisamente en esas enseñanzas parece estar apoyándose Ben Bernanke, el presidente de la FED, el Banco central estadounidense, a la hora de tomar medidas. “Bernanke es un estudioso de la Gran Depresión y lo único que le preocupa es que no se reproduzcan en la actualidad las condiciones que llevaron a ella. Pero aún estamos muy lejos de ese escenario. En aquel entonces el PIB no cayó en 0,5% sino que llegó a descender hasta un 10%”. En todo caso, apunta Romera, está por verse si este intervencionismo estatal proveniente de Keynes, “logrará sus objetivos o simplemente actuará como avivador del fuego”.
Lo que parece claro es que la crisis generará muchas más tensiones sociales. De una parte, por las dificultades que vivirán los inmigrantes ahora que algunos de los sectores que les empleaban, caso de la construcción, están prácticamente parados. De otra, porque las clases populares verán cómo sus condiciones de vida empeoran; y, en mayor medida aún, porque el empobrecimiento de las clases medias hará que surjan nuevos y airados actores. Desde esa perspectiva, los disturbios de Grecia, que han sido interpretados como el comienzo de una era de frecuentes desórdenes sociales, son el mejor ejemplo del temor latente a que las tensiones exploten.
Y todas esas tensiones acabarán generando nuevos contextos políticos en los que saldrán ganando, en primera instancia, los partidos de izquierda, según asegura Jordi Rodríguez Virgili, profesor de comunicación política de la Universidad de Navarra. “IU se va a ver reforzada. Se están cargando las culpas de la crisis sobre los neoconservadores y sobre el liberalismo, con lo que será lógico que haya gente que busque refugio en partidos de izquierda más defensores de la cohesión social y del estatus de bienestar. Así, es probable que mucha gente que se decantó por el voto útil ahora apueste por IU”. En otro sentido, también podrían verse beneficiados actores emergentes que no hayan sufrido el desgaste de los partidos tradicionales o que sean visualizados como una alternativa a ellos. Así, como señala Antonio Torrero, “quien saldrá fortalecida políticamente de esta crisis será Rosa Díez”.
Otros posibles vencedores podrían ser partidos de la extrema derecha, en la medida en que sus líderes supieran aprovecharse de la inestabilidad y el descontento crecientes. Rodríguez Virgili, sin embargo, no cree que en España pueda aparecer un Le Pen. “Al menos, no con el escenario actual. Tampoco veo quién podría encarnarlo, no veo alguien que pueda ahora mismo dar su nombre y apellidos al descontento de la integración social. Quizá en el futuro sea posible pero, hoy por hoy, no es nada probable”.
Y, en lo que se refiere al contexto político-electoral, es claro que una situación de crisis generalizada puede trastocar por completo el reparto de escaños en el Parlamento. En ese sentido, la pregunta es si el partido en el Gobierno saldrá perjudicado por la coyuntura económica. Según Rodríguez Virgili, lo esencial aquí es el timing: “en una primera aproximación, puede afirmarse que una grave crisis económica genera un deseo de cambio y por lo tanto es un escenario favorable a la oposición; pero si la crisis es corta, el Gobierno puede salir revitalizado. En ese sentido, si la crisis se alarga y llega hasta cerca de las próximas elecciones, el desgaste del PSOE será evidente. Si, por el contrario, se ha levantado cabeza para el 2010, el Gobierno tendrá 2 años para hacer valer su gestión”.

Etiquetas: conocimiento, medios, monopolios, multitud, politica.
Habrá quien piense que detrás de tanta agitación macroeconómica se encuentra alguna tragedia: una guerra, desastres naturales o, incluso, insurrecciones populares que han desestabilizado el poder político. Habrá, incluso, quien considere que el país vive un periodo de agitación social sin precedentes. De otra manera no se podría explicar que el índice de sentimiento económico haya descendido en 30 puntos (de 97 a 67 puntos) en sólo doce meses, lo que significa el mayor deterioro de la Europa continental. O que la confianza sobre el futuro de la industria muestre 32 puntos negativos, cuando hace apenas un año el saldo era equilibrado.
No es para menos esa desconfianza económica si se tienen en cuenta otros indicadores que ponen de manifiesto la intensidad del ajuste. La matriculación de turismo está cayendo a un ritmo del 48,7%, pero es que el consumo de cemento (un indicador clave para entender la evolución del sector inmobiliario y de la construcción) está retrocediendo un 41,5%; mientras que las ventas del comercio minorista se han desplomado un 8%, la tasa más negativa de las series históricas. El déficit comercial, al menos, está también cayendo, pero lo que podría parecer positivo en una lectura superficial no lo es si se tiene en cuenta que es consecuencia de un desplome de las importaciones (-10,4%) más que de una recuperación de las exportaciones, toda vez que las ventas al exterior caen un 0,2%. Un país con el mayor déficit de la balanza de pagos del mundo, y que cada año necesita del exterior más de 100.000 millones de euros para financiar su actividad productiva.
Desplome inmobiliario
¿Y qué decir del sector inmobiliario, el principal yacimiento del empleo durante años? Pues ni más ni menos que las viviendas iniciadas están cayendo un 56%, lógico si se tiene en cuenta que, según los expertos, existen entre 800.000 y 1,4 millones de viviendas sin vender. Eso sí, desafiando a la literatura económica, los precios se mantienen a niveles desorbitados y muy por encima de la renta disponible de las familias, fuertemente endeudadas con operaciones a 30 y 40 años.
El país, para más inri, dispone de una compleja arquitectura política-institucional. Cuenta con 17 parlamentos autonómicos que legislan sin parar, y que gestionan las dos terceras partes del gasto público. Sin embargo, sólo ingresan directamente poco más del 20% del presupuesto, lo que explica que se trate de un sistema de financiación desequilibrado (e ineficiente) que reabre el melón cada cinco años. Unos recaudan (los funcionarios del Estado) y otros gastan (los de las regiones) lo que provoca tiranteces de todos los colores para el sonrojo de muchos ciudadanos, que observan importantes duplicidades en la gestión del gasto público.
Se trata de un país democrático, en el que las elecciones se celebraron hace apenas nueves meses y en las que revalidó su mayoría el partido gobernante, que prometió pleno empleo al final de la legislatura. No sólo eso, sino superar a Francia en términos de renta per cápita.
Ese país está a punto de asomarse a la mayor recesión del los últimos 50 años. En concreto, desde la aprobación del Plan de Estabilización que supuso dejar atrás la autarquía, pero no la Dictadura. El país vive tranquilo y confiado, y es uno de los más felices de Europa, tal y como reflejan las encuestas. Ha salido de situaciones peores, lo cual no es ningún consuelo. Pero sirve para dar músculo argumental al discurso de la clase política Ahora, sin embargo, se prepara para llegar a los cuatro millones de parados en el último trimestre de 2009 con un nivel de endeudamiento de empresas y familias verdaderamente importante.
Cosas que pasan.
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