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Los problemas de la economía se multiplican

Las cuentas del Estado acumulan una necesidad de financiación de 13.576 millones de euros, un 1,24% del PIB, y lo peor es que Funcas pronostica que en 2009 el déficit público alcanzará el 4,1% del PIB, el doble de la previsión del Gobierno.

Tras su periplo en Washington, al presidente del Gobierno le va a costar aflojarse la corbata. El esfuerzo diplomático por conseguir una de las sillas de la cita del G-20 se antoja insignificante en comparación con la carrera de obstáculos que comienza ahora.

Junto a su equipaje, Rodríguez Zapatero arrastra dos deberes de la cumbre: desarrollar un plan de incentivos fiscales para reanimar la demanda interna y fomentar el despegue de sectores estratégicos, dos objetivos domésticos para los que hace falta tener algo más que mano izquierda.

En primer lugar, porque Zapatero tiene al enemigo dentro de casa. Su propósito de secundar la “acción coordinada para reactivar la economía” choca con los planes de Solbes que descarta una rebaja de impuestos o nuevas ayudas económicas a las empresas. En línea con el agotado “margen de política discrecional” en el que se escuda Solbes, el director de Tributos, Jesús Gascón, también renuncia a mover cualquier impuesto hasta que “los ingresos tributarios tengan alguna alegría”.

El problema: la economía está revestida de tristezas. Las cuentas del Estado acumulan una necesidad de financiación de 13.576 millones de euros, un 1,24% del PIB, y lo peor es que Funcas pronostica que en 2009 el déficit público alcanzará el 4,1% del PIB, el doble de la previsión del Gobierno, obligado a retocarla en diciembre.

En consonancia con el fuerte repligue del consumo, la recaudación por IVA cae ya a ritmos del 14%, mientras el pinchazo de la actividad está detrás del descenso del 30% en la recaudación del Impuesto de Sociedades. Las dificultades de los consumidores para encarar la crisis, reflejados en el crecimiento del 98% de los impagos –el doble que hace un año– avanzan un panorama aún más oscuro.

Según la lectura del FMI, España debería destinar el 2% del PIB para rebajar impuestos o realizar inversiones públicas, lo que supondría la inyección de 20.000 millones de euros en la economía, un esfuerzo que se topa con la falta de caja. No hay que olvidar que el Gobierno ya ha ensayado costosas medidas de rescate de relativo éxito.

La desgravación de 400 euros en el pago del IRPF –valorado en 6.000 millones – para dar más liquidez a las familias, dejó fuera del plan a 6 millones de contribuyentes. Tampoco el anunciado salvavidas de las VPO, como refugio del sector inmobiliario, está dando resultados; el inicio de pisos sociales arroja una caída del 30% en el primer semestre, respecto al año anterior, hasta las 29.000 casas, mientras la previsión del Gobierno era crecer un 80%.

Respecto a las líneas de crédito del ICO, el grueso de las ayudas (36.000 millones) incide en los sectores enfermos de la economía, convertidos en nichos de parados: inmobiliarias, o empresas del automóvil, frente a los 29.000 euros que se disputan las pymes.

El gasto productivo que reclama el G-20 choca con el hiperdesarrollo de la fórmula cheque –subvenciones directas– y la política de gasto social que dejan una factura de 50.000 millones hasta 2012.

Las principales zancadillas

Recaudación

Por cuarto mes consecutivo, el déficit del Estado gano ceros en septiembre. Las cuentas estatales arrojaron una necesidad de financiación de 13.576 millones de euros, el 1,24% del PIB.

La caída de los ingresos se explica por el desplome de la recaudación por IVA, que se contrajo un 14,1% respecto al 2007. Al mismo tiempo, mientras los ingresos por IRPF se mantuvieron estables, los asociados al Impuesto de Sociedades retrocedieron un 30% por la brusca ralentización de la actividad.

Sin deflactación

El Ejecutivo insiste en que las cuentas de 2009 ya incluyen el paquete de incentivos contra la crisis lanzados en los últimos meses. Entre ellos, la deducción de los 400 euros en el IRPF.

A cambio, ha desestimado otras medidas fiscales, como la deflactación de la tarifa del Impuesto sobre la Renta, es decir, su adaptación a la evolución de los precios. Esta decisión supone incrementar la presión fiscal de los contribuyentes, en 2.500 millones de euros. Máxime, cuando todo apunta a que la inflación media de 2008 será superior al 4%.

Gasto social

Uno de los sellos de la reactivación económica del G-20 es el reclamo de políticas de gasto productivas. Es decir, la inversión en sectores estratégicos que fomenten las ventas al exterior. Sin un sector relevo de crecimiento, España ha optado por la política de subvenciones.

La última, el pago de la mitad de las hipotecas a los parados, que podrán dejar de pagar el 50% de la cuota hipotecaria, con un máximo de 500 euros por mes, durante 24 meses. Según la agencia de calificación de riesgos Moody’s, la medida puede tener un efecto contrario al deseado.

Bono alemán

Junto a los problemas domésticos de la economía, la coyuntura spañola sufre otra importante zancadilla, pues ya no cumple con el patrón de crecimiento que, en la anterior etapa expansiva, daba mayor seguridad al inversor. Muestra de ello es que la deuda pública ha tenido que aumentar su rentabilidad debido a su riesgo de solvencia.

De hecho, el bono español a diez años ofrece una rentabilidad del 4,25%, frente al 3,68% del alemán para suplir el resquebrajamiento de la confianza. A tres años, la rentabilidad es del 3% frente al 2% del germano.

M. Tejo

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  Anónimo

jueves, 04 diciembre, 2008  

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