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La revuelta griega y la izquierda |
La actual lucha en Grecia es tan sólo la más reciente de toda una larga historia de luchas contra gobiernos de diferente signo. Tanto el Pasok (centro-izquierda) como Nueva Democracia (derecha) han intentado atacar los derechos de los trabajadores, y tanto uno como el otro han tenido que enfrentarse a la resistencia a sus medidas.
La situación actual puede rastrearse hasta el 2001, cuando una enorme oleada de huelgas forzó al entonces gobierno del Pasok a retirar sus planes para “reformar” las pensiones de los trabajadores.
Esta enorme victoria para el movimiento obrero alimentó el creciente movimiento anticapitalista. Los activistas que se movilizaron para protestar contra la reunión del G8 en Génova, Italia, en el verano del 2001, encontraron un apoyo masivo entre la población griega.
Más del 50 por ciento de la gente respondió en una encuesta que protestar contra el capitalismo era algo positivo.
Entonces existía -y sigue existiendo- un fuerte apoyo a la resistencia al neoliberalismo.
El movimiento anticapitalista tuvo una enorme influencia en toda la izquierda griega, ya de por sí grande. Y el movimiento no murió.
Se convirtió en un movimiento en contra de la guerra de Irak en el 2003. Decenas de miles de estudiantes jugaron un papel muy importante en este movimiento, encabezando las huelgas y las ocupaciones de sus escuelas e institutos. Hubo tres meses de manifestaciones constantes desde el 15 de febrero de 2003, el día mundial de la protesta contra la guerra.
El partido derechista Nueva Democracia ganó las elecciones generales del 2004, pero hubo de enfrentarse a un movimiento obrero que aún guardaba la confianza obtenida con su victoria en el 2001. Entonces, desde la izquierda, hubo quien vio en la victoria de Nueva Democracia un desplazamiento de la sociedad griega hacia la derecha. El Partido Socialista de los Trabajadores Griego se manifestó en contra de esta opinión. Mantuvimos que Nueva Democracia había ganado no porque la gente lo apoyase abrumadoramente, sino porque retiraron su apoyo al Pasok. Porque estaban cansados de los ataques del Pasok. Al final nuestro análisis se ha demostrado cierto.
Nueva Democracia empezó a intentar modificar las pensiones de diferentes grupos de obreros, lo que condujo a una serie de luchas. Una de aquellas luchas involucró a los trabajadores temporales y a tiempo parcial. Cientos de miles de trabajadores, principalmente jóvenes, eran los destinatarios de ese tipo de trabajos. Nueva Democracia les dijo que el Pasok los explotaba y, que si eran elegidos, les proporcionarían trabajos permanentes. Pero nada de ello ocurrió, así que aquellos obreros fueron los primeros en plantar cara firmemente al gobierno. Se organizaron en sindicatos propios, lucharon por sus derechos y forzaron a los grandes sindicatos a reconocerlos como una parte crucial del movimiento obrero.
Ocupaciones
Los estudiantes que en las escuelas habían encabezado el movimiento contra la guerra se convirtieron después en los promotores de la oleada de ocupaciones en las universidades en el 2006 contra los planes de Nueva Democracia de introducir la enseñanza privada en la universidad. Ésta es una generación que tiene experiencia y confianza en sí misma. Saben que si tienen que luchar, tienen que ponerse manos a la obra y organizarse.
Grecia es una economía capitalista frágil que está siendo en estos momentos duramente golpeada por la recesión. El gobierno está respondiendo con austeridad, recortes presupuestarios y privatización. También quiere dar 28 mil millones de euros a los banqueros. Nueva Democracia quiere crear una economía que sea capaz de competir mejor con sus vecinos. Lo que equivale a una reestructuración neoliberal. También quiere incrementar la capacidad militar de Grecia, lo que significa la participación del país en la “guerra contra el terrorismo”, el envío de tropas griegas a Afganistán y los Balcanes, y el entrenamiento de tropas iraquíes. Todo esto constituye una provocación para la población griega, que tiene una fuerte tradición antimilitarista.
El gobierno convocó precipitadamente unas elecciones el año pasado que ganó por un estrecho margen, en un intento por atenuar la resistencia a sus políticas. Pero sólo 12 meses después está en graves apuros, enfrentándose a una revuelta enorme y a escándalos con un acaudalado monasterio.
En estas circunstancias, con movimientos de trabajadores y de estudiantes fuertes, no resulta sorprendente que la resistencia sea tanta en Grecia. Incluso antes de que la policía asesinase a Alexandros Grigoropoulos, existía un poso de descontento en la sociedad.
Las asambleas generales de estudiantes universitarios decidieron en octubre ocupar sus centros durante dos o tres días en protesta por los planes educativos del gobierno. Entre noviembre del año pasado y marzo del presente hubo una oleada de huelgas contra la reforma de las pensiones del gobierno. Esta ley ha sido aprobada, pero aún tiene que hacerse efectiva.
En otoño existía la sensación de que en cualquier momento podría ocurrir algo. Una chispa podría hacer estallar a la sociedad entera. Y entonces la policía asesinó a Alexandros. El gobierno ha estado sirviéndose de la policía para presionar a los movimientos durante los últimos años. La policía ha intentado romper manifestaciones y ha atacado repetidamente a la población inmigrante. Pero todo esto no ha hecho más que producir más resistencia. Se ha creado un enorme movimiento antirracista contra la policía y el trato del gobierno hacia los inmigrantes. El próximo sábado habrá una manifestación antirracista en Atenas, apoyada por los trabajadores, los estudiantes y la izquierda.
Todos estas cuestiones están confluyendo y todo el mundo se está uniendo contra el gobierno. Los estudiantes no están diciendo: “Tenemos nuestras propias demandas y no tenemos nada que ver con las de los demás.” Los trabajadores no se preguntan: “¿Por qué los estudiantes están quemando las tiendas?”
El sentimiento que explotó en las calles tras el asesinato de Alexandros no ha desaparecido. La gente continúa tomando las calles a diario. La huelga general del pasado miércoles contra la política económica gobierno cosechó un éxito incontestable. Los estudiantes rechazaron asistir a sus clases al día siguiente del asesinato de Alexandros; asaltaron las estaciones de policía en su lugar. Los trabajadores de los hospitales han ido a la huelga este jueves por los recortes y la privatización que está destruyendo el servicio público de salud. Otros trabajadores del sector público, como los profesores de instituto y universidades, podrían unirse a ellos en breve.
Tras la huelga general, una asamblea general de estudiantes de diferentes universidades se reunió y llamó a una ocupación estudiantil de cinco días con el objetivo de preparar una huelga para el jueves. Muchos estudiantes están planteándose acudir a los puestos de trabajo de su población o distrito y hablar con los trabajadores para que se unan a la huelga.
Se trata de una situación muy emocionante, en la cual la izquierda está jugando un importante papel.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, multitud, politica.
► miércoles, 24 diciembre, 2008
1. Los acontecimientos y las reacciones
Lo que está ocurriendo esta última semana es la segunda revolución griega, y en mi opinión es quizás más importante que la primera -y en cualquier caso, seguramente más masiva. También es quizás la primera vez en mi vida que me siento orgulloso de ser griego.
Estos días constituyen la mayor contribución de la Grecia contemporánea a la civilización mundial, y es la primera vez -tal vez la segunda después de 1821, pero con una dimensión geográfica y demográfica mucho mayor que entonces, que las miradas del mundo entero se dirigen hacia Grecia con admiración y esperanza.
Si alguien sigue los canales y redes de información estos últimos días, de manera muy significativa, descubre que:
* Al-Jazeera, (al igual que, naturalmente, todos los medios informativos del mundo) se refiere ampliamente a los acontecimientos. En su edición electrónica tiene en la parte inferior de la página un espacio para los comentarios de los lectores. Este espacio se llenó de comentarios positivos de ciudadanos de todos los países árabes, que decían “por fin, un pueblo que se levanta; mientras que a nosotros aquí, de Marruecos a Arabia Saudita nos pisotean cada día, nos oprimen, nos roban, nos humillan y nosotros seguimos durmiendo. Allí, matan a un niño y se levanta todo el mundo”.
* La noche del 10 de diciembre echaron un cóctel Molotov en el consulado griego de Moscú, mientras que en el de Nueva York rompían un cristal y escribieron con un spray “asesinos, Alexis estuvo aquí”.
* Y naturalmente hubo manifestaciones así como ocupaciones de consulados, entre las que pude contar: Londres, París, Edimburgo, Barcelona, Florencia, Roma, Berna, Zagreb, Bratislava, La Haya, Melbourne, San Francisco, Dublín, Glasgow, en casi todas las ciudades de Alemania... Aquí, en Bruselas, también nosotros organizamos una en la que los griegos, en particular los funcionarios europeos brillaron por su ausencia excepto destacadas excepciones, pero vinieron belgas, españoles, holandeses, portugueses, turcos, turcochipriotas, kurdos...
2. ¿Por qué es importante este levantamiento?
Porque, contrariamente a las apariencias, no es ciego. Por el contrario, es un acto de elevada responsabilidad democrática y de defensa de la legalidad y del Estado de derecho.
Naturalmente, se trata de una de las dos legalidades. Pero, como habría dicho -quizá- Lenin, en la situación revolucionaria existen siempre dos órdenes legales. Pero, como diría Lacan, quien no escribió una línea sobre política, pero quizá fuera más suspicaz, siempre existen dos legalidades incluso en una situación de normalidad, o tal vez una de las legalidades surge siempre de una fractura, un antagonismo radical.
Una de las legalidades, la de Karamalís (primer ministro de derecha), de Pavlópoulos (ministro del interior), de Jinofótis, de Kougiás (abogado del policía que asesinó a Alexi), es la que dice:
“el Estado mata y no rinde cuentas”.
Sin duda, no lo dice exactamente con estas palabras, pero si tenemos en cuenta el funcionamiento de la cultural intimacy (intimidad o complicidad cultural, el tú ya me entiendes), vemos claramente que a fin de cuentas es este exactamente el mensaje.
***
Estoy con los “vándalos” Con todos ellos. El vandalismo es una forma alternativa y autogestionada de lucha contra la criminalidad, en el sentido estricto del derecho penal, una lucha que el Estado ha abandonado y que asume la sociedad civil.
La protección de la vida humana, y aún más la protección del principio de responsabilidad del Estado y de sus órganos es algo más importante que cinco vitrinas rotas y la pérdida de cinco propiedades “de inocentes”, “modestas amas de casa” en la calle Ermou (donde un mes de alquiler equivale a lo que ganan en un año quienes las asaltaron, si acaso ganan estos algo), propiedades que, de todas formas, se habrían esfumado con la crisis, pues se las habrían robado los bancos o las habrían perdido en la bolsa. Y por cuya pérdida de una manera o de otra serían indemnizados.
Los daños a la propiedad pública provocados por los “encapuchados”son mínimos en comparación con los causados por el clero. Además, los que ocasionan estos últimos están claramente destinadas a sus bolsillos y a incrementar sus bienes, para que puedan construirse chalets con yacuzi en sus monasterios, mientras que los primeros se justifican por superiores motivos de interés público.
3. Más allá de la defensa de un orden, de lo que se trataba era (es) al mismo tiempo de la creación del germen de un nuevo orden.
Siguiendo las movilizaciones de todos estos días, se percibe una explosión de creatividad y de imaginación humana, una inspiración, una generosidad y una franqueza en las palabras que, comparadas con el lenguaje reiterativo de la política establecida o de cualquier otra institución, son el día y la noche.
Por último y de nuevo por casualidad leí una declaración que repartieron los chavales a los comerciantes de Serrón.
Esta referencia a la mente colectiva (el General Intellect) es para mí como un soplo de aire fresco, frente al cual la palabra de Karamanlís, Papandreou o Papariga es de un nivel de jardín de infancia. Parece una palabra que no es palabra, que da vueltas en el vacío, sin visión sin inspiración, hipócrita, engañosa, que dice una cosa y piensa otra y que a menudo no significa absolutamente nada.
Al oír las tonterías sobre las "fiestas arruinadas" y la airada elevación de los derechos del consumidor al rango de ley suprema, dan ganas de gritar: este año las fiestas se han adelantado, y han sido los mejores fiestas que pueda recordar. ¿Qué hay más festivo y poético que la vista aérea de un pino gigantesco que arde durante la noche en medio de la plaza Síntagma, delante del parlamento? Ni Angelopoulos ni Kusturica podrían haber imaginado plano tan hermoso y lleno de simbolismo.
Por esto mismo estoy con los encapuchados. Hace ya varios años el difunto Pavlos Siderópulos dijo en una de sus canciones:
"Asaltaron los bancos, pero a mí que me importa: yo no estoy con nadie".
Hoy es el momento de salir del "no estoy con nadie" y decir: "estoy con alguien".
Estoy con los que destruyeron los bancos. Y si los roban, mejor aún. De una forma o de otra es la banca la que nos atraca cada día. Tanto a nosotros como a sus empleados.
Los 14 días (de momento) que han conmovido Atenas, así como todas las grandes ciudades de Grecia y muchas de las pequeñas representan una valioso legado en manos del movimiento social mundial. Estoy seguro de que los estudiarán -o mejor dicho que deben ser estudiados- dentro de muchos años y en lugares muy distintos del mundo y que darán fruto quizá de otra manera, en otro lugar, en otro momento con formas y combinaciones que no podemos imaginar.
***
Si Karamanlís, Papandreou, Papariga o Karatzaferis piden ahora a todo el mundo respeto por la legitimidad y declaraciones de arrepentimiento, esto en el fondo lo hacen no por que les preocupen tanto las tiendas de los pobres e inocentes comerciantes de cosméticos de la calle Mitropoleos sino, fundamentalmente, porque les preocupan sus propios comercios.
Ellos son los que los adornaron con tanto cuidado, con tantas "perspectivas", con tantas "reformas", con tanta "Grecia indispensable".
A fin de cuentas cada uno de ellos con su propia razón comercial había dispuesto su mercancía y esperaba a los clientes de la política. Y de repente vieron irrumpir en el mercado un competidor imprevisto que les roba la clientela (y el placer) y muestra lo vacías de sentido, lo exentas de cualquier valor de uso que están sus mercancías.
Ciertamente se trata de un competidor que no tiene tienda en ningún sitio, sino que se encuentra disperso, disuelto, vagabundo, igual que los nigerianos que venden CDs o los chinos que venden ropa.
En otras palabras, lo que ha entrado de repente en escena no es sencillamente un competidor más, sino la competencia en persona.
El último término, no es asunto nuestro, no es nuestro trabajo resolver los problemas de los comerciantes endeudados de la política. A lo sumo, podemos darles la bienvenida al desierto de lo real (Welcome to the desert of the Real), y dejarles que encuentren por sí mismos -si lo encuentran- el modo de hacer frente a las pérdidas.
Éstos días en que los acontecimientos discurren a una velocidad multiplicada por mil, hacia miles de direcciones distintas de lo que se denomina "normalidad", nosotros tenemos cosas más serias que hacer.
La primera de ellas es encontrar el modo de encarnar mejor sus miedos, de identificarnos al síntoma, de convertirnos nosotros tanto como podamos en el competidor que les vacía de clientes la tienda. Y veremos de qué modo producimos en común nuestros propios valores de uso.
Akis Gavrilidis
Indymedia-Atenas
Con independencia del carácter violento que pudieron tener algunas demostraciones en las últimas dos semanas, con la consecuente represión de la policía, será necesario hurgar en el trasfondo de éstas, las cuales involucraron a miles de personas en toda Grecia.
La denominada generación de los 600 euros se decidió a protestar, afirma el redactor del diario de izquierda Avgi, Nikos Filis, quien denunció que a los universitarios, tras años de difíciles estudios y preparación, les espera un futuro sombrío.
Muchos de los graduados con excelentes calificaciones sólo pueden optar por puestos laborales a tiempo parcial, comenta Filis.
El desempleo aquí entre los jóvenes de 15 a 29 años de edad es uno de los más altos de la Unión Europea (UE), en tanto los trabajos para esas personas son mal remunerados y conocidos como empleos basura.
Además, los estudiantes de la enseñanza superior viven en un clima de tensión con el gobierno del primer ministro Costas Karamanlis, ante su propósito de autorizar la privatización de las universidades, una veintena de ellas clausurada tras estallar las protestas.
La clase media helénica vive en una profunda frustración y, precisamente, son los hijos de esas personas quienes más participan en las demostraciones, ante un gabinete conservador que cuenta con menos del 50 por ciento de respaldo a su gestión.
El ejecutivo de Karamanlis, cuyo partido Nueva Democracia se alterna en las últimas décadas en el poder con el Movimiento Socialista Panahelénico (PASOK), se vio lastrado por continuos escándalos de corrupción.
Así, el ejemplo más reciente fue el del ministro de Estado Theodoros Ronssopoulos, quien debió renunciar al conocerse sus contactos con los monjes del Monte Athos para la compraventa fraudulenta de terrenos en la península de Chalkidiki.
Con anterioridad, abandonaron sus puestos los titulares griegos de Asuntos Sociales, Vasilios Marginas, y de Navegación, Georgios Voulgarakis, mientras un íntimo amigo de Karamanlis hizo pública su intención de suicidarse al ser chantajeado con un video sexual.
Todo ello, unido al estancamiento del sistema bipartidista helénico, establecido desde la caída del régimen militar en 1974, llevó a un distanciamiento casi infranqueable entre la cúpula gobernante y la ciudadanía, comenta el escritor Petros Markaris.
Aunque los políticos se alternen, la corrupción continúa, en tanto la diferencia entre los partidos se hace cada vez más imperceptible, considera el novelista helénico, citado por la prensa ateniense.
Estamos al borde del colapso, estima por su lado el rotativo Kathimerm, en referencia a los subsidios millonarios que recibe Grecia de la UE, lo cual podría poner al país en una situación muy riesgosa ante el avance de los efectos de la crisis global en Europa.
La frustración por los estragos de la crisis financiera y económica en el orbe incidió en que las protestas generadas en Grecia por la muerte de Grigoropoulos, hijo de una familia adinerada en Atenas, se propagaran por toda la región.
Roma, París, Londres, Ámsterdam, Barcelona, Madrid, Berlín, Hamburgo, Zagreb, Edimburgo, Florencia, Berna, Bratislava, La Haya, Dublín, Bruselas y otras ciudades europeas fueron escenario de protestas de solidaridad con la muerte del adolescente.
Pero las manifestaciones también tuvieron un carácter antigubernamental ante una población europea frustrada por los embates de la crisis internacional y las consecuencias de la aplicación en los últimos años de un modelo de marcado corte neoliberal.
Muchos de los jóvenes que participaron en las demostraciones son estudiantes ya formados, parte de ellos carente de empleos e inconforme con la política social y económica aplicada por sus gobiernos.
Para el periódico helénico Eleftherotypia, además de resolver el problema de la violencia en las demostraciones antigubernamentales, las más fuertes en una década, será necesario reflexionar después sobre como proceder con los intereses de los jóvenes.
Con 20 por ciento de la población en la pobreza, impopulares reformas impositivas, marchas sindicales contra las privatizaciones, la reforma de pensiones y el coste de la vida, la protesta estudiantil aparece como la punta del iceberg del descontento popular griego.
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