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EEUU imperio en crisis |
Un escenario 2009 de huelgas y conflictos sociales en el Imperio USA no está sacado de una novela de Julio Verne sino (además de la crisis global) de una proyección lógica y emergente de la desocupación desatada por la recesión industrial y empresarial estadounidense, para la cual ni la administración saliente de Bush ni la administración entrante de Obama tienen soluciones concretas.
Los 30 días que le faltan a Barack Obama para asumir la presidencia de la primera potencia imperial, y los que le resten de los cuatro años de su periodo, estarán marcados por una pesadilla: La quiebra de empresas y la desocupación masiva, que han desplazado de la escena al colapso financiero y a los derrumbes bursátiles.
La crisis social (consecuencia de la caída del consumo y los despidos laborales) ya se perfila como un potencial emergente de la crisis recesiva- laboral que detonó escalonadamente como consecuencia de la crisis financiera en EEUU.
Lo que suena como un panorama fantástico para el Imperio norteamericano (las huelgas y los conflictos sociales) es un escenario de corto plazo que ya están manejando entre líneas analistas y medios norteamericanos a la luz de la crisis del sector automotriz y de las quiebras empresariales que están desatando una creciente ola de despidos en EEUU.
Cada jornada de la economía norteamericana (de finales de 2008)se convirtió en un vértigo marcado por una dinámica inevitable: Recesión industrial y comercial con baja del consumo y desempleo masivo que se proyecta desde EEUU y los países centrales al mundo periférico "subdesarrollado" y/o emergente.
Por estas horas, medios y analistas norteamericanos coinciden en que la desocupación (como emergente de la recesión industrial) se ha convertido en la prioridad absoluta de la agenda de Obama y su equipo.
Presionado por los "frentes de conflicto" (internos y externos) que hereda de la administración Bush, el presidente electo de EEUU, Barack Obama, tiene por estos días una obsesión principal: Asumir la presidencia el 22 de enero y cumplir su mandato sin huelgas ni conflictos sociales en EEUU.
Las cifras sobre la evolución del desempleo en EEUU son tan negativas que el equipo de expertos formado por el presidente electo, Barack Obama, para combatir la crisis se vio forzado a ampliar los objetivos que se había marcado hace sólo un mes.
Durante la campaña, Obama se comprometió a "salvar o crear" un millón de puestos de trabajo en un plazo indeterminado. Tras ser elegido, en un discurso hace un mes reconoció que las perspectivas económicas eran tan graves que había propuesto salvar 2,5 millones de puestos en menos de dos años.
Tras una reunión de cuatro horas con su equipo económico, el martes pasado en Chicago, el presidente electo amplió el objetivo hasta los tres millones de puestos. Según la proyección de los especialistas, la desocupación en EEUU aumentará del 6,7% actual, que ya es el más alto de los últimos 15 años, hasta el 9% dentro de 12 meses.
En este escenario, para los asesores de Obama, sería una victoria mantener la tasa por debajo de esa cifra, afirma The Wall Street Journal.
Mientras la recesión se agrava, Obama se ve obligado a aumentar el monto de su "plan de estímulo" de US$ 150.000 millones en la campaña a US$ 800.000 millones.
Según el Journal, el equipo del presidente electo se enfrenta a un primer dilema: aumentar los impuestos para recaudar más dinero o aplazar algunas de las propuestas estrella de la campaña, como la mejora del sistema de sanidad y la reducción de emisiones que afectan al calentamiento global.
Lo cierto, lo concreto, es que Obama, sin ningún tipo de "experiencia administrativa" en la alta política imperial, terminado el discurso de cotillón electoral "progresista", se enfrenta a un complejo cuadro de situación signado por conflictos económicos, geopolíticos y militares -hoy en estado "latente". que amenazan con entrar en erupción en cualquier momento.
Irán, Afganistán, Irak, Medio Oriente, el Cáucaso, y la "guerra fría" con Rusia sobresalen nítidamente en la agenda de Obama, mientras que las mechas multiplicadas de la crisis económica recesiva pueden tornar en pesadilla su gestión de cuatro años en la Casa Blanca.
Desde hace varias semanas, el protagonismo de la crisis financiera-bursátil fue rebalsado y cedió paso a un nuevos personajes: Las quiebras empresariales y los despidos masivos.
El sector bancario y el automotriz encabezan la lista de la crisis que ya se extiende por toda la geografía de la primera economía imperial.
A los despidos en el sector bancario, en las automotrices y en las grandes tiendas y centros de consumo, esta semana se suman los despidos en el sector financiero, lo que marcan una tendencia "masiva" del proceso.
De esta manera, la desocupación (emergente de la desaceleración económica) se ha convertido en una cuestión clave para el equipo de Obama y el establishment de poder estadounidense que temen que su propagación convierta a EEUU, la primera potencia mundial, en un polvorín de huelgas y conflictos sociales que terminen paralizando aún más a la economía.
Según The Wall Street Journal, Obama y su entorno fueron impactados con el rechazo en el Congreso del pedido de "salvataje urgente" lanzado por los tres principales pulpos de la industria automotriz estadounidense con asiento en Detroit: Ford, General Motors y Chrysler.
Pero los peligros que acechan a Obama antes de su asunción no se limitan solamente al sector automotriz.
Según The Wall Street Journal, los ejecutivos que dirigen empresas que van desde cadenas de peluquerías hasta gigantes de los servicios públicos están reforzando sus defensas al recortar los gastos de capital, aplazar la construcción de plantas, despedir empleados y limitar aumentos de sueldo.
Los presidentes ejecutivos participaron de una reunión en The Wall Street Journal CEO Council, para analizar los principales desafíos que aguardan al gobierno del presidente electo Barack Obama.
Temas como salud, energía y medio ambiente ocuparon un lugar destacado en la agenda, aunque ninguno de ellos superó al de la quiebra de empresas como la "mayor preocupación" de los ejecutivos, publica el Journal.
Las señales son claras: La crisis financiera ya devino en recesión y amenaza (por efecto de la desocupación) en convertirse en una crisis social de difícil pronóstico en EEUU.
La economía estadounidense se está deteriorando a un ritmo mucho más rápido de lo esperado hace tan sólo unas semanas. Esto sugiere que la recesión será más profunda y duradera de lo que se temía, señala el Journal.
Según el Departamento de Comercio de EEUU las exportaciones, que hasta mediados de año habían servido de salvavidas para la economía, cayeron 2,2% en octubre a medida que la demanda extranjera de bienes estadounidenses continuó cuesta abajo.
El déficit comercial, por su parte, subió en octubre a US$57.200 millones, frente a los US$56.600 millones de septiembre, a pesar del considerable abaratamiento del petróleo. El valor total de las exportaciones e importaciones fue el más bajo desde abril, en un reflejo más de la recesión que vive el país, según el Departamento de Comercio.
En todo 2007, el saldo negativo en la balanza comercial de Estados Unidos fue de 700.258 millones de dólares y este año ya es de 709.100 millones.
Por su parte, el Departamento de Trabajo informó que la desaceleración de la economía global trajo en noviembre una caída sin precedentes del 6,7% en los precios de bienes y servicios importados, y una, también sin antecedentes, rebaja del 3,2% en el valor de las exportaciones de EEUU.
El valor total del intercambio comercial -importaciones y exportaciones- de EEUU. en octubre fue de 360.642 millones de dólares, y ha estado disminuyendo mes a mes desde los 371.844 millones de dólares de abril. Entre enero y octubre de este año, el déficit ha sido de 590.917 millones de dólares comparado con uno de 582.808 millones de dólares en el período similar del año pasado.
Los economistas que participaron en una última encuesta de The Wall Street Journal estiman en promedio que el declive del PBI, que empezó en julio, seguirá durante los dos primeros trimestres de 2009. Si tienen razón, sería la primera vez en que la economía estadounidense se contrae durante cuatro trimestres consecutivos desde después de la posguerra.
EEUU, de esta manera, experimentaría una recesión de 18 meses, el período más largo desde la Gran Depresión. Las recesiones de 1973-75 y 1981-82 duraron 16 meses.
Por si esto fuera poco -señala The Wall Street Journal- , el final de la recesión probablemente no marcará el final del desempleo en EEUU. En otras recesiones, la contracción del mercado laboral continuó durante muchos meses después de la declaración oficial del fin de la recesión.
Los billonarios paquetes de "rescate bancario" estatal con dinero de los impuestos (pagado por toda la población) no han servido de antídoto y han fracasado estrepitosamente como medida para enfrentar la crisis mundial, que ha devenido de financiera a recesiva a escala global.
La Reserva Federal de EEUU y los poderosos bancos centrales de EEUU y Europa (los patrones del capitalismo financiero internacional) fracasaron y se muestran impotentes para generar otra alternativa de salida que no sean los remanidos "planes anticrisis" orientados exclusivamente a "salvar a los bancos" (además de hacer negocios financieros con la crisis) en desmedro de los sectores productivos y sociales que sufren los efectos más letales del descalabro del sistema económico globalizado.
Con un agravante: La desatención y falta de medidas concretas para "salvar" a los sectores productivos (sobre todo con la reactivación del crédito) ha profundizado a niveles inéditos la caída del consumo, y consecuentemente ya impactó en un proceso de desenlace con despidos laborales a escala masiva cuyas manifestaciones se extienden desde los países centrales a los periféricos a escala planetaria.
Al terminar 2008 la economía estadounidense afronta desigual y combinadamente tres procesos simultáneos que se retroalimentan y complementan: la crisis financiera, la crisis recesiva y la crisis laboral que empieza a desarrollarse como consecuencia de los despidos y recortes salariales.
Las principales economías del mundo (según los números oficiales) están "desaceleradas" o en recesión, cae el consumo, cae el empleo, caen las exportaciones, caen las importaciones, y los precios suben en forma "moderada" (para compensar caídas en ventas).
La desocupación es el elemento clave, el detonante estratégico, que marca el principio del desarrollo de la crisis social.
A medida que se acumulan los planes de rescate, los economistas no consiguen explicar por qué hasta ahora nada parece haber evitado una recesión profunda.
El fracaso de los planes de "rescate" y la no solución de la crisis económico-productiva tiene un costo: La agudización de la recesión con desempleo a escala global.
Economistas de J.P. Morgan calculan que la economía mundial se contraerá a una tasa anual de 3,7% en este trimestre y a una de 2,3% en los tres primeros meses del año siguiente. Esto posiblemente constituirá los peores seis meses para la economía global desde la Segunda Guerra Mundial.
En este escenario, los despidos masivos de obreros y empleados en EEUU son el barómetro y marcan el momento en que la crisis comienza a salir de la "superestructura" económico financiera y a meterse dentro de la sociedad estadounidense.
La desocupación, ya ocurra en el mundo subdesarrollado como en el Imperio, es una instancia límite, donde la prioridad es el riesgo de la supervivencia del individuo y su familia.
Ya no se trata de una devaluación de su salario por aumento de precios, sino de la desaparición del salario y de la capacidad del consumo con la disgregación de la conducta social que conlleva.
Un desocupado (que ha perdido su universo de consumo y de supervivencia, incluido el de su familia) no puede ser contenido con "inyecciones financieras" ni con "asistencialismo", requiere de una solución estructural (la restitución del empleo y el salario).
En este marco, un escenario de huelgas y conflictos sociales en el 2009 en el Imperio USA no está sacado de una novela de Julio Verne sino de una proyección lógica y emergente de los números de la recesión industrial y empresarial estadounidense para la cual ni la administración saliente de Bush ni la administración entrante de Obama tienen (salvo los fracasados planes de rescate) soluciones concretas.
Y explica porqué la desocupación se ha convertido en la peor pesadilla de Obama.

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El jefe del Estado Nayor de las Fuerzas Armadas estadounidenses, el almirante Michael Mullen, anunció el sábado en Kabul que su país enviará entre 20.000 y 30.000 militares a Afganistán antes del verano boreal de 2009. "Los soviéticos habían enviado la misma cantidad de soldados para ocupar Afganistán, pero sufrieron una fuerte derrota. Y cuando los estadounidenses aumenten la cantidad de tropas a ese nivel, sufrirán también una aplastante derrota", añadió.
En diciembre de 1979, la Unión Soviética invadió Afganistán, país que abandonó 15 años después sin haber logrado vencer la resistencia de los muyaidines (combatientes) afganos, pese a un importante despliegue militar. El sábado, el jefe del estado mayor interarmas estadounidense, el almirante Michael Mullen, anunció que Estados Unidos enviará entre 20.000 y 30.000 soldados más a Afganistán antes del verano boreal próximo.
El envío de esas tropas suplementarias está destinado a contrarrestar una insurrección que cada día gana más terreno. Con ese incremento, se duplicaría el contingente estadounidense presente en la actualidad en Afganistán, donde Estados Unidos cuenta con entre 30.000 y 35.000 efectivos.
Sumados a los 35.000 soldados de otros países desplegados en el marco de la Fuerza Internacional para Asistencia a la Seguridad (ISAF) dependiente de la Organización del Tratado del Atlántico norte (OTAN), las tropas extranjeras en Afganistán están cerca de los 100.000 efectivos.
Esa cifra sería comparable a la de los soldados soviéticos desplegados en el mismo terreno en los años 80 (entre 100.000 y 160.000, según las épocas y las estimaciones). La masiva ocupación del territorio afgano no fue suficiente para que los soviéticos controlaran el país, que finalmente abandonaron 10 años después, destacaba el domingo el portavoz talibán.
Al ser más numerosos, los estadounidenses "serán objetivos más fáciles", amenazó Ahmadi, al estimar que la "extraña" decisión de Estados Unidos de enviar refuerzos muestra las tácticas dilatorias de Estados Unidos frente a una lucha que se le escapa de las manos.
"La OTAN y las fuerzas de la coalición que han venido a ocupar Afganistán tendrán serios problemas" y "duras derrotas", según el portavoz talibán. "La situación, el clima y la geografía de Afganistán" son los factores en los que se basan los talibanes para confiar en derrotar a las tropas extranjeras.
En los últimos dos años se incrementó la violencia de los insurgentes afganos, entre éstos los talibanes, expulsados del poder en Kabul en noviembre de 2001 por una coalición liderada por Estados Unidos. En Afganistán están desplegados 70.000 soldados extranjeros, la mitad de ellos estadounidenses.
En cambio, las autoridades afganas recibieron con satisfacción el anuncio estadounidense. El portavoz de la cancillería afgana, Sultan Ahmad Baheen, dio la "bienvenida" al aumento de tropas, aunque pidió que las tropas sean desplegadas "en los lugares donde se necesita" como la provincia sureña de Helmand o a lo largo de la frontera oriental.
El anuncio estadounidense ser produjo un mes antes de la investidura del presidente electo Barack Obama, que se comprometió a retirar las tropas norteamericanas de Irak y llevar una parte a Afganistán, al que, junto con Pakistán, considera "frente central" de la guerra contra el terrorismo.
Estados Unidos suministra además a Afganistán una importante ayuda financiera. Un tercio de los 15.000 millones de dólares de ayuda al desarrollo que recibió Afganistán desde la expulsión del poder de los talibanes, a fines de 2001, proviene de Washington.
El aumento de tropas en Afganistán no doblegó a la rebelión afgana, liderada por los talibanes y otros grupos armados, algunos vinculados a Al Qaeda. El año 2008 fue el peor para las fuerzas internacionales en Afganistán pues murieron 287 soldados extranjeros, 1.000 policías y militares afganos y más de 2.000 civiles.
La economía de Estados Unidos entró en recesión en diciembre de 2007 cuando empezaron a contraerse el empleo, los ingresos y la producción industrial, pero dio el tropezón mayor entre julio y septiembre. Para el trimestre actual la mayoría de los economistas calcula que la contracción será de casi el 6%, lo que sería el mayor declive desde comienzos de la década de 1980.
Este retroceso de la primera potencia económica mundial refleja la contribución negativa del gasto de los consumidores y de la inversión residencial, que sólo fueron parcialmente compensadas por el crecimiento del gasto del Gobierno federal y el aumento de las exportaciones.
Pese a que Estados Unidos no ha registrado aún dos trimestres consecutivos de contracción de la economía, tal y como señala la definición de recesión técnica, el Comité Nacional de Investigación Económica (NBER) determinó el pasado 1 de diciembre que Estados Unidos se encuentra en recesión desde hace un año.
A su vez, la administración del presidente George W. Bush otorgó más dinero a multinacionales como Citigroup o American Express para que no cayeran en una quiebra que podría arrastrar todavía más la economía de la nación.
Cifras millonarias
De los 700 mil millones de dólares aprobados por las bancadas republicana y demócrata del Parlamento, 17 mil millones fueron otorgados a las compañías automotrices General Motors (GM), Ford y Chrysler.
Aunque la inyección de capital serviría para frenar la quiebra inminente de las firmas, los directivos anunciaron reducciones masivas de personal y el cierre de plantas en México y algunos países de Europa.
A finales de noviembre el gobierno de Estados Unidos anunció un auxilio a Citigroup por un importe de 326 mil millones de dólares, debido a la caída de las acciones del grupo en un 83 % desde principio de año y a la posibilidad de quiebra o su venta.
Una semana antes del rescate, la institución anunció la eliminación de 53 mil puestos de trabajo de sus filiales en todo el mundo, aunque ya había recibido 25 mil millones de dólares del plan de rescate financiero aprobado en octubre.
En tanto, el grupo de servicios financieros American Express (Amex) recibirá tres mil 390 millones de dólares del Tesoro Nacional, como parte del apoyo al sistema bancario.
En este 2008 el Gobierno de Estados Unidos movilizó entre 2,6 y 2,8 billones de dólares para sustentar el sistema financiero, estremecido principalmente por el derrumbe de la especulación con hipotecas de alto riesgo.
Además de los 700 mil millones de dólares, el Tesoro Federal y la FED comprometieron 200 mil millones de dólares en la nacionalización de las empresas hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, 152 mil millones de dólares en la nacionalización de la firma aseguradora American International Group, y 29 mil millones de dólares para la compra del banco financiero Bear Stearns.
Aunque la crisis comenzó con la caída de estas empresas, que especularon con el dinero de los contribuyentes, a sus directivos se los bonificó con sustanciosas sumas.
Desempleo y recesión
Este miércoles se conocieron nuevos datos sobre la acuciante situación de la clase trabajadora en Estados Unidos
La cifra semanal de solicitudes de subsidio por desempleo aumentó en 586 mil durante la semana que finalizó el 20 de diciembre pasado, llegando a la cifra más alta de los últimos 26 años, indicó el Departamento de Trabajo.
En cuatro semanas el promedio de las personas que permanecían en el seguro de desempleo aumentó en 93 mil y llegó a 4,32 millones, la cifra más alta desde diciembre de 1982.
Estados Unidos registró en noviembre pasado un índice de desempleo de 6,7%, el nivel más alto en 15 años.
Durante ese mes se perdieron 533 mil puestos de trabajo, la mayor reducción en un mismo mes desde que se eliminaron 602 mil en diciembre de 1974, en medio de otra severa recesión.
La asistencia que otorga el Estado a los desempleados se tornó en el último tiempo por demás de insuficiente, teniendo en cuenta los más de 18 millones de desempleados que tiene Estados Unidos.
Un ejemplo de la actual situación se puede graficar con las cifras reveladas por el Departamento de Trabajo a principios de noviembre: las fábricas eliminaron 90 mil empleos, las empresas constructoras 49 mil, la venta minorista 38 mil, y el sector de los servicios profesionales y empresariales 45 mil, mientras que el financiero restó 24 mil, y el sector del turismo y el entretenimiento 16 mil.
En estos últimos días, el propio gobierno volvió a reconocer la debacle que atraviesa el país anunciando que el decrecimiento económico en el cuarto trimestre de 2008 será mayor con respecto al anterior, en el cual el Producto Interno Bruto descendió 0,5% en ritmo anual.
Por su parte, la Conferencia Nacional de Alcaldes sobre Hambre y personas sin Hogar destacó que esta clase social aumentó en un 83% en 25 grandes ciudades de Estados Unidos entre 2007 y 2008.
El 1ro de diciembre, el mismo secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, admitió la recesión en la nación del norte vaticinada desde tiempo antes por diferentes analistas y empresas consultoras.
El 2008 cierra para el pueblo estadounidense como uno de sus peores años en la historia y con los interrogantes del nuevo mandatario, Barack Obama, que asumirá con un economía que no reaccionó con las inyecciones monetarias y con un país enfrascado en las invasiones a Irak y Afganistán, donde se han derrochado millones de dólares que nunca llegaron para solucionar los derechos básicos de los ciudadanos como la alimentación, la salud, la educación y la vivienda.
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