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Obama: Economía empeorará |
Economía estadounidense empeorará antes de mejorar. Obama prometió un plan de recuperación "que es igual a la tarea por delante" durante una entrevista por televisión.
Dijo que la supervivencia de la industria automotriz es importante, pero que cualquier plan de rescate financiero para mantenerla a flote ha de estar condicionado a garantizar que el sector funcionará a largo plazo.
Cuando faltan menos de seis semanas para que tome posesión de su cargo, Obama dijo que se plantea ayudar a dueños de casas que se enfrentan a ejecuciones hipotecarias. El presidente electo eludió una pregunta sobre si aumentará los impuestos de los estadounidenses ricos.
La entrevista de Obama en el programa televisivo "Meet the Press" fue la más extensa desde que ganó las elecciones presidenciales hace más de un mes.
Desde entonces, la economía ha mostrado claras señales de empeoramiento. Las empresas reportaron la eliminación de más de medio millón de puestos de trabajo en noviembre y los comerciantes se han quejado de un decepcionante nivel de ventas.
"La economía va a empeorar antes de mejorar", dijo Obama dos veces al principio de la entrevista, grabada el sábado en Chicago.
El presidente electo anunció ese día la mayor inversión en obras públicas desde la creación del sistema interestatal de autopistas hace medio siglo. Obama señaló que su prioridad serán aquellos proyectos que generen puestos de trabajo de manera inmediata.
El futuro presidente del país dijo repetidamente que sus asesores económicos están redactando un plan de rescate financiero. Sin embargo, Obama se ha mantenido al margen del debate sobre un plan de ayuda al sector automotor.
El Congreso y el gobierno están trabajando en la propuesta y podrían ofrecer 15.000 millones de dólares a General Motors Corp., Ford Motor Co. y Chrysler LLC si los legisladores aprueban la iniciativa esta semana.

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En la entrevista, Obama aseguró que las automotrices han cometido en el pasado “errores estratégicos de manera repetitiva y no han manejado la industria como debían”. “Yo he sido un crítico muy duro, porque (estas empresas) no han sabido adaptarse a los nuevos mercados, y construir coches más pequeños y eficientes”, remarcó. No obstante, el presidente electo reconoció que la industria automotriz es “la espina dorsal del sector manufacturero de este país, es un empleador gigantesco, millones de personas dependen de ella, directa o indirectamente”.
Por tanto, “no podemos dejar que se hunda”, pero aclaró que, a cambio, las empresas tendrán que hacer grandes sacrificios. “Debe haber ajustes a todos los niveles, desde la dirección, los acreedores, los accionistas. Todos tienen que entender que el modelo de negocio que poseen no es sostenible”, dijo. “Y si quieren que los contribuyentes vayan a su rescate –advirtió– no pueden dejar de lado los cambios que tenían que haber hecho hace 20 o 30 años, y reconocer que en el futuro, la industria no será tan grande como ha sido en las últimas décadas”.
“Si los directivos actualmente en funciones no entienden la urgencia de la situación y no quieren hacer elecciones difíciles y adaptarse a las nuevas circunstancias, entonces deberían irse”, agregó Obama, respondiendo así a la consulta de una periodista que le preguntó si estaba de acuerdo con el comentario del senador demócrata Chris Dodd, quien más temprano había dicho que las tres empresas tendrían que cesar a sus principales directivos, a cambio de recibir ayuda.
El presidente electo se quejó también de que, pese al deterioro del sector y al despido de miles de personas en los últimos años, los ejecutivos de las compañías han seguido cobrando sueldos que estaban “fuera de lugar”. Según dijo, una de sus metas cuando acceda al gobierno será introducir una nueva “ética de los negocios”, para evitar este tipo de situaciones. “Si eres un directivo que cobras al año varios millones de dólares, y a la vez estás despidiendo gente, entonces debes renunciar a parte de tus remuneraciones”, sostuvo a modo de ejemplo.
Mientras tanto, en el Congreso evalúan entregarle a las empresas unos 15 mil millones de dólares, siempre y cuando cumplan con sus planes de reestructuración prometidos. Es menos de la mitad de los 34.000 millones que exigían Ford, Chrysler y General Motors. El borrador del plan, según informa The Washington Post, contempla la creación de la figura de un supervisor, un “zar de la industria automotriz”, que, desde el gobierno, se encargue de monitorear que las empresas estén cumpliendo con los requisitos establecidos para recibir el dinero. Entre los puntos que discuten ahora la Casa Blanca y el Congreso es quién nombra a este supervisor todopoderoso, que posiblemente dependerá del Departamento de Comercio.
La Casa Blanca quiere que sea nombrado inmediatamente por George W. Bush, en tanto que la mayoría demócrata del Congreso quiere que sea el presidente electo, Barack Obama, el que lo designe una vez que tome posesión del cargo, el próximo 20 de enero. “Hay que encontrar la manera de ejercer presión (sobre los fabricantes) del mismo modo que lo haría un administrador judicial tras un pedido de declaración de quiebra, pero dejando que las fábricas funcionen”, dijo Obama cuando le preguntaron sobre el tema. Los especialistas esperan una rápida definición porque las automotrices declararon que no están en condiciones de poner en funcionamiento las fábricas el año próximo si no reciben ayuda oficial.
Aunque en los últimos días la junta directiva de GM ha dado un fuerte respaldo a Wagoner, los comentarios de Dodd hacen eco de la opinión que un puñado de influyentes ejecutivos de la industria han expresado al Congreso en las últimas semanas, según fuentes al tanto.
Se espera que algunos de los supuestos aliados de Wagoner, incluyendo el presidente del sindicato de trabajadores del sector automotriz, Ron Gettelfinger, permanezcan en silencio en los debates sobre el destino de la cúpula ejecutiva, según fuentes cercanas. Aunque Gettelfinger ha halagado públicamente a Wagoner, en privado lo ha criticado por obtener una remuneración excesiva, mientras los trabajadores están siendo forzados a aceptar recortes de sueldo, y por no tener un rol suficientemente activo en las negociaciones contractuales de 2007.
Wagoner y Gettelfinger no respondieron solicitudes de comentarios sobre el tema.
Los partidarios de Wagoner en la junta de GM lo alaban por reducir los costos fijos, incursionar en los mercados emergentes y conseguir grandes concesiones de costos y prestaciones de salud con el sindicato.
Wagoner, sin embargo, también ha contribuido a algunos de los traspiés que han dejado a GM en su actual posición, incluyendo el uso de incentivos para estimular las ventas, una gran dependencia de las camionetas y un tardío reconocimiento del interés de los clientes por autos híbridos y pequeños que consumen poco combustible. Wagoner ha sido presidente ejecutivo desde 2000, período en el cual el precio de la acción de GM se ha desplomado y su participación en el mercado estadounidense ha disminuido en casi un tercio.
Los presidentes ejecutivos de Ford, Alan Mulally, y Chrysler, Robert Nardelli, han sido menos criticados que Wagoner porque fueron contratados hace poco para enderezar el rumbo de esas compañías.
Se espera que GM, Ford y Chrysler avancen en sus conversaciones con el sindicato esta semana para aprobar la propuesta de los trabajadores de retrasar miles de millones de dólares en pagos a fondos de salud para jubilados y para suspender el banco de empleo, un controversial programa en el que trabajadores despedidos continúan cobrando su sueldo.
Después de una serie de avances la semana pasada, las negociaciones sobre un rescate del gobierno a las tres automotrices de Detroit perdieron ímpetu el fin de semana cuando el Congreso y la Casa Blanca debatieron el nombramiento de un "zar automotor" que supervise la reestructuración de la industria. Uno de los escollos era si el actual mandatario George W. Bush o el presidente electo Barack Obama debería nombrar al zar.
Los líderes demócratas del Congreso quieren que se empiece a trabajar en la legislación tan pronto como el martes, con la esperanza de impedir el colapso de una o más compañías que equivalen a una gran parte del sector manufacturero estadounidense.
La Casa Blanca y los principales legisladores demócratas están concentrándose en un paquete que proveería US$15.000 millones en financiamiento de corto plazo, lo suficiente para que las compañías sobrevivan hasta marzo.
Obama insinuó que respaldaría tal plan, siempre y cuando vaya acompañado de condiciones para "que se sientan presionados a hacer los cambios que sean necesarios" para la supervivencia a largo plazo, según la agencia de noticias AP. En una entrevista en la cadena de televisión NBC el domingo, el presidente electo también indicó que no creía que la bancarrota fuera un curso de acción aceptable para las automotrices.
La Casa Blanca ha propuesto la creación de un puesto de "asesor de viabilidad financiera" que estaría autorizado para negociar planes para que las tres automotrices recuperen su estabilidad económica.
El asesor tendría que aprobar el financiamiento de corto plazo, obtenido de un programa actual de préstamos para ayudar a la industria a renovarse y cumplir con los estándares de ahorro de combustible, según un borrador del plan del gobierno.
Los líderes demócratas esperan que el acuerdo sea respaldado por los republicanos en el Congreso y sea aprobado sin dilación por la Cámara de Representantes y el Senado.
Lo que falta es que el poder ejecutivo y el legislativo se pongan de acuerdo en redactar un proyecto de legislación con las condiciones. Y después que el Congreso lo apruebe, algo que no está asegurado dado el acalorado debate que se ha producido sobre la conveniencia de ayudar a unas empresas que, en opinión de muchos, lo mejor que podrían hacer es acogerse a la ley de bancarrota.
La Casa Blanca insistía ayer en que las condiciones para la ayuda deben ser estrictas, y que tienen que incluir un plan de viabilidad de las empresas, un mecanismo para que el Estado recupere el dinero prestado, y limitaciones en los sueldos y remuneraciones de los ejecutivos y en las compensaciones.
Los demócratas pretenden imponer más restricciones, aunque parten de la premisa de que si se ayudó a los integrantes del sistema financiero a solventar sus problemas lo mismo debe hacerse con un sector como el automovilístico, que da trabajo a tres millones de personas.
"Necesitamos acción y acción ahora", declaró Obama en su mensaje radiofónico semanal del Partido Demócrata, un día después de que los datos del Gobierno revelaran que en noviembre se han destruido 533.000 empleos, la cifra más alta en 34 años.
Obama, que asumirá el cargo el próximo 20 de enero, ha prometido actuar rápidamente para sacar a la economía estadounidense de una recesión que ya ha llevado a la tasa de desempleo hasta el 6,7% y se espera que esté por encima del 8% para finales del próximo año.
El presidente electo ha comenzado pidiendo a su equipo económico que presente un plan para crear al menos 2,5 millones de empleos para 2011. Además, está previsto que el Congreso apruebe un nuevo paquete de estímulo económico en enero que podría estar listo para la firma de Obama nada más este tome posesión.
"Primero lanzaremos un importante esfuerzo para construir edificios públicos más eficientes energéticamente. Nuestro Gobierno paga actualmente la factura energética más cara del mundo", subrayó Obama. Según el presidente electo, cambiar los antiguos sistemas de calefacción e instalar bombillas de bajo consumo en los edificios federales ahorrará a los contribuyentes miles de millones de dólares, además de crear nuevos empleos.
También se crearán millones de nuevos empleos con el "la inversión única mayor en nuestra infraestructura nacional desde la creación del sistema federal de autovías en los años 1950", subrayó Obama, sin dar una cifra exacta.
En virtud del plan, los estados perderán dinero federal a menos que actúen rápidamente para construir y reparar carreteras y puentes. "Fijaremos una norma simple, úsalo o piérdelo", incidió.
El plan, que dijo que anunciará en mayor detalle en las próximas semanas, incluye la modernización de escuelas para que sean eficientes energéticamente y la instalación de ordenadores en las clases. "También renovaremos nuestras autopistas de la información. Es inaceptable que Estados Unidos esté en el puesto número quince en adopción de la banda ancha", lamentó.
En este sentido, expresó su intención de que más escuelas y bibliotecas estén conectadas a la red y que los hospitales estén conectados entre sí electrónicamente. El que todos los médicos y hospitales en Estados Unidos utilicen tecnología punta y puedan acceder a registros médicos electrónicos podría ayudar a "prevenir errores y ahorrar miles de millones de dólares cada año", remachó.
Según las cifras divulgadas por la agencia EFE, muchos propietarios fueron incapaces de hacer frente a las letras inmediatamente después de obtener la ayuda.
Así, un 36% de los beneficiados tenía cuentas pendientes tan sólo tres meses después de la renegociación de su hipoteca para reducir su interés, el capital o alargar el vencimiento.
La cuestión “tiene ramificaciones importantes para la crisis de desahucios y para las medidas sobre la modificación de las hipotecas que los legisladores, sin duda, aprobarán en las próximas semanas y meses”, dijo Dugan en un discurso en un foro sobre la vivienda en Washington.
El presidente del Comité de los Servicios Financieros de la Cámara Baja, Barney Frank, abogó hoy en una entrevista con el canal de televisión Bloomberg por la mejora de los términos de las hipotecas, incluida una reducción del volumen total de deuda del propietario.
Frank dijo que el Congreso no aprobará el desembolso de 350 mil millones de dólares en fondos contra la crisis para el departamento del Tesoro, hasta que no haya un acuerdo sobre medidas para reducir la ola de desalojos que sufre el país.
La renegociación de deudas ha sido llevada a cabo principalmente por los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac, intervenidos por el Gobierno, mientras que los bancos privados se han mostrado reacios a renunciar al valor total de las hipotecas extendidas para no ver afectados el monto de sus propios activos.
Dugan enfatizó en su discurso que no está claro si el alto nivel de morosidad entre las personas que recibieron ayuda se debe a que los pagos mensuales seguían siendo excesivos para su renta, si al mismo tiempo crecieron sus otras deudas o si simplemente no pueden permitirse las casas en las que viven.
Su oficina publicará la próxima semana un informe más detallado sobre el nivel de morosidad y de ejecución de hipotecas en Estados Unidos, basado en los resultados de casi 35 millones de préstamos inmobiliarios por valor de 6,1 billones de dólares.
El rescate del motor fracasó después de registrarse 52 votos a favor y 35 en contra. Para salir adelante sin que se produjeran recursos posteriores eran necesarios 60 votos.
Esta decisión deja la salvación de las dos compañías en manos de la Casa Blanca, que ayer mostró su decepción con la decisión de la Cámara Alta. El presidente de Estados Unidos puede asumir el rescate en solitario o puede utilizar parte de los fondos del plan anticrisis del sector bancario que todavía están sin utilizar dentro de su primer tramo (por 15.000 millones) para otorgar financiación a corto plazo a la industria del motor. Hasta ahora, el Gobierno se había opuesto a este trasvase de fondos asegurando que el dinero es necesario para estabilizar a los mercados financieros. Ayer, el portavoz de la Casa Blanca, Tony Fratto, admitió que la Administración de Bush estudiará distintas opciones antes de tomar una decisión.
Las dos compañías afectadas también rechazaron el resultado de la votación y afirmaron que van a estudiar varias opciones para lograr los fondos que necesitan para evitar presentar expediente concursal antes de enero. Sin los fondos del Gobierno, parece difícil que puedan evitar el equivalente español al concurso de acreedores.
El plan, que contaba con el visto bueno del presidente electo (Barack Obama), otorgaba un respiro de tres meses al sector, forzando a las empresas a acelerar sus planes de viabilidad antes del 31 de marzo. En ese momento, tendrían que volver al Parlamento a explicar su situación financiera y a detallar el destino de los fondos. Además, las empresas debían aceptar la creación de un supervisor público que controlaría su gestión. Nombrado por el presidente de EEUU, podría vetar cualquier gasto superior a cien millones de dólares y tendría capacidad para negarse a repartir bonus a los 21 ejecutivos de mayor rango de las empresas. Si desde la aprobación de los préstamos hasta marzo las compañías fracasan en su plan de viabilidad, el zar del motor podría forzarles a presentar el expediente concursal.
Los republicanos se han opuesto a esta iniciativa pactada por los demócratas y por Bush (de su mismo partido) porque están en contra de tantos rescates y porque creen que las empresas no son viables tal y como están concebidas ahora. Los conservadores querían endurecer las condiciones pactadas por el Gobierno a cambio de conceder estos préstamos y pretendían que los sindicatos aceptaran que la retribución de los empleados de los tres grandes de Detroit se equiparara con las de Toyota. A su vez, exigían que General Motors iniciara negociaciones para reducir su deuda en dos tercios antes de marzo.
Algunos congresistas republicanos, como Richard Shelby, ya habían anunciado su oposición al proyecto. Shelby, nacido hace 74 años en Birmingham e hijo de un trabajador del acero, ya se opuso a salvar Chrysler en 1979, operación que finalmente sí salió adelante. Shelby representa a un estado que tiene tres plantas de producción de fabricantes de coches asiáticos, como Toyota o Hyundai.
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