«« | »» |
Jarro de agua fría a la economía española |
La publicación británica 'The Economist' rebajó hoy dos décimas sus previsiones de crecimiento para la economía española en 2008, hasta el 1,4% desde el 1,6% previsto anteriormente, al tiempo que redujo cuatro décimas la estimación para 2009, hasta el 0,6%. La publicación no descarta que el PIB registre crecimientos negativos y recorta sus expectativas para la eurozona.
Las nuevas previsiones son el resultado de una media entre las estimaciones más pesimistas y las más optimistas para los dos próximos años. Así, la publicación dibuja una horquilla de crecimiento para el 2008 que se mueve entre 0,6% y el 1,8%.
En cambio, en 2009 'The Economist' asegura que el crecimiento de la economía española se moverá en otra horquilla que contempla, como planteamiento más pesimista, una tasa negativa del 0,7% y como más optimista, un crecimiento del 1,6%.
Estas previsiones están por debajo de las últimas estimaciones que el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero hizo públicas en el mes de julio y que sitúan el crecimiento del PIB en el 1,6% en 2008 y en el 1% en 2009.
Aún así, no son las más pesimistas, ya que ayer mismo la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas) rebajó sus previsiones y estimó un crecimiento del 1,1% en el presente ejercicio y una contracción del mismo del 0,5% el año próximo.
En cuanto a la evolución de los precios en España, la publicación semanal británica prevé que la inflación cierre el año en el 4,5%, por encima de las estimaciones del propio vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes que, en numerosas ocasiones, ha confiado en que los precios se sitúen por debajo del 4% en 2008.
Previsiones de la zona euro
Por otro lado, 'The Economist' ha rebajado también las estimaciones de crecimiento para los dos próximos años en la zona euro. En este caso, las nuevas previsiones suponen una rebaja de tres décimas tanto para 2008 como para 2009 y sitúan el incremento del PIB en el 1,3% en el presente ejercicio y en el 0,9% en 2009.
La horquilla que dibuja la publicación para la zona euro oscila entre el 1,2% y el 1,6% en 2008, mientras que sitúa el crecimiento de entre el 0,1% y el 1,3% en 2009.
Por su parte, los precios cerrarían el año en el 3,6%, de forma que el diferencial entre España y la zona euro se reduciría hasta los 0,9 puntos, dos décimas por debajo de la tasa que alcanzó el pasado mes de agosto con los datos provisionales de precios.

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, monopolios, politica.
Define bastante bien el hecho descrito en el párrafo anterior, la categoría de nuestra clase empresarial más mediática que navega entre el pesebrismo -del que es capaz hasta un Emilio Botín Jr, cuyo niño ha pasado de tener fiebres infantiles de pronta cura a casi morir de meningitis, dado el error de diagnóstico y las meteduras de pata en el tratamiento de sus desinformados pediatras-, y el matonismo mafioso que muestran los que falsamente se arrogan unos derechos adquiridos porque otros, desde las instituciones públicas, les han hechos acreedores de tal percepción. Eso por no hablar de aquellos que, yendo de cabeza al matadero de una recesión que amenaza con llevarse por delante sus sueños construidos a lo largo de muchos años, actúan como los corderos apiñados en el camión que les conduce a un final previsible, si no se hace nada antes: desde el más ignominioso de los silencios. Problema de un país donde, como se decía cuando servidor hizo el servicio militar, el que se mueve, hace guardia. Los instrumentos a través de los cuales España puede ser posible, los artífices finales del cambio necesario en el modelo productivo que necesita nuestra economía, los depositarios últimos de la fuerza necesaria para levantar la nación de la crisis actual, los emprendedores, ejecutivos y similares se mantienen a la expectativa, ¿de qué?, incapaces de levantarse con las armas de la opinión y la defensa de sus intereses para exigir al ejecutivo un poquito, aunque sean “miajitas”, de gobierno real y realista, antípodas de lo acontecido en los meses que han transcurrido desde que el ladrillo dijo basta y la banca cerró el grifo.
Justo lo contrario de lo que está ocurriendo en esa Gran Bretaña que, encuadrándonos en la categoría de los PIGS o cerdos, se olvida de que ella mismo lleva tiempo retozando en los lodos que han provocado unos excesos similares a los nuestros y que han puesto a su divisa a los pies de los caballos del desinterés internacional. Reminiscencias de un Imperio obsoleto que rezuma caducidad por los cuatro costados. Pero, al menos, una parte significativa de su empresariado ha decidido tirar por la calle de en medio y pedir cuentas, exigir cambios y tomar drásticas decisiones ante la manifiesta incapacidad de sus gobernantes para hacer frente a su coyuntura. Una actitud derivada, probablemente, de la percepción de que existe un líder alternativo, el conservador David Cameron, capaz de reparar quirúrgicamente, con la defensa de un nuevo modelo de estado, la debilitada realidad no sólo económica sino política y social por la que transitan los ingleses de la mano de Gordon Brown. Algo que no ocurre en España con el amortizado, desde la lacrimógena noche electoral en el balcón de Génova, -estampa de perdedor-, Mariano Rajoy, personaje carente de carisma e incapaz de conectar con la audiencia mediática de hoy y que, a juicio de alguno de sus barones, podría ser “un muy buen presidente del gobierno pero es, de hecho, un triste jefe de oposición”, descripción con la que no puedo estar más de acuerdo.
Es en las Islas donde se ha producido las últimas semanas un doble proceso que, probablemente, marque un punto y aparte en la manera con la que sus dirigentes corporativos se enfrentan a la crisis actual. El primero consiste en la insumisión fiscal, entendida en los términos que vamos a comentar ahora. Desde 1997 el número de normas tributarias en Gran Bretaña, tal y como refleja el compendio Tolley´s Yellow Tax Handbook, se ha duplicado lo que ha repercutido tanto en la complejidad de su sistema recaudatorio como en el nivel de presión fiscal al que está sometido el conjunto de la sociedad. El último intento de modificar la imposición de las multinacionales, y del que ya nos hicimos eco en este Valor Añadido, ha sido la espita que ha provocado la apertura de la caja de los truenos. Cada semana una nueva sociedad anuncia que abandona su domiciliación fiscal en Gran Bretaña para trasladarse a lugares de imposición más simple o benevolente con el emprendedor, normalmente Irlanda. Primero fue la farmacéutica Shire, con posterioridad la firma de gestión de fondos Henderson y, esta última semana, Regus, la firma de servicios generales a empresas que ha completado una tríada que amenaza con engrosar notablemente sus filas de aquí a las próximas elecciones legislativas de dentro de veinte meses, si no se produce antes un adelanto electoral.
Junto a este proceso de descapitalización societaria, la desconfianza de la clase empresarial respecto a la capacidad, tanto de Brown como de Alastair Darling, para sacar a los ingleses del hoyo económico en que se encuentran, ha vivido una nueva vuelta de tuerca esta misma semana cuando el Consejero Delegado de Punch Taverns, Giles Thorley, ha decidido ir un paso más allá y ha decidido pedir abiertamente la dimisión del ministro del ramo del gobierno laborista. Por fin alguien entiende que la creación de valor para el accionista pasa, primero y principalmente, por la defensa de los propios intereses, actitud que no es la connivencia con la arbitrariedad de un gobierno capaz, regulatoriamente, de crear industrias o destruir negocios, sino que consiste en velar porque las fuerzas de mercado, que determinan el éxito final de la empresa, puedan seguir su curso y no verse afectadas negativamente por el aumento de incertidumbre que, de la propia actuación del ejecutivo ante la crisis, se deriva. ¿Para cuándo una voz similar en nuestro país?
Es precisamente en El País, periódico cuyo alejamiento de la sombra gubernamental le está haciendo recuperar gran parte del pulso crítico perdido bajo el manto de don Jesús y su juego de intereses políticos, donde encuentro una de las mejores descripciones de la labor gubernamental en estos últimos meses, una visión que resulta tan evidente como clamoroso es el silencio de los corderos de unas organizaciones empresariales que se han especializado en guardar la ropa pero que dudo sinceramente que recuerden cómo se nada sin la ayuda de los manguitos administrativos. La firma Josep Ramoneda, en pasado tres de septiembre, en la página 12, sección España. Un artículo, a mi juicio, imprescindible. Me centro en la parte económica, que es la que concierne a este blog.
“Cuando un gobernante no anticipa los escenarios que se le ponen por delante, la prevención de los problemas falla y los conflictos estallan con un ruido que no era forzosamente inevitable (…) En los planes de Zapatero, no cabía una crisis de España. Se conoce que en la psicopatología del optimista irredento, los problemas no son tales porque se da por supuesto que tarde o temprano la realidad se acabará adaptando a sus fantasías”.
Y concluye con la parte más sangrante de la pieza.
“Se dice que la economía acaparará todo el protagonismo en los próximos meses. Y, probablemente, es verdad. Pero, aunque sea la economía sea la pregunta, la respuesta tiene que ser política. Y para ello no sirve llevar al Parlamento cada dos meses una nueva lista de medidas de choque, muchas de ella de larga implantación y de efectos difíciles de percibir. Por muy extenso que sea el listado, se impone la sensación de que se intenta suplir una línea política clara y explicable, más allá de sus concreciones técnicas, por un rosario de propuestas diversas y deslavazadas de difícil transmisión a la opinión. La política es proyecto. Es capacidad de indicar a los ciudadanos alguna dirección. En tiempos difíciles, a veces, una medida dura e impopular pero efectiva e incomprensible para todos da más apoyo y confianza al gobernante que mil ejercicios retóricos intentando edulcorar la realidad”.
La ausencia, por tanto, de proyecto público hace aún más necesaria la manifestación crítica y constructiva de las propuestas de la iniciativa privada. Lo contrario, ya lo hemos reiterado hoy hasta la saciedad, conduce a la absurda complicidad de los que, abocados a un final desastroso que puede suponer su muerte empresarial, son incapaces de alzar la voz, proponer medidas y exigir responsabilidades, conducta propia de avestruces. ¿Demasiado tarde? Nunca es tarde si la dicha es buena. Buena semana a todos.
S.McCoy
El análisis del recién nombrado consejero delegado de PIMCO entra en contradicción con la postura de su gestor estrella, Bill Gross, firme partidario de una medida tan excepcional como aquella, -visión de la que nos hacíamos eco en este Valor Añadido de forma azarosamente premonitoria el pasado viernes-, hecho que debería encender las primeras señales de alerta en el lector avezado.
Si ambos no defienden intereses contrapuestos, ¿qué hay detrás de este antagonismo?
Prudencia y alcance.
La argumentación del antiguo responsable de las inversiones de Harvard se puede resumir en dos grandes principios.
Uno, el impacto de lo extraordinario es menor sobre los mercados globales en tanto en cuanto se hace recurrente, extremo al que El-Erian se refiere en términos de menor laxitud temporal de sus efectos.
No puedo estar más de acuerdo.
Dos, la efectividad de la decisión dependerá de la capacidad de Estados Unidos para atraer nuevos capitales y coordinar internacionalmente políticas que permitan implantar el objetivo último que esta nacionalización encubierta quiere lograr: la estabilización de su mercado residencial y financiero.
¡¿Cómo?!, ¿qué tendrá que ver una cosa con la otra? Evidentemente hay un por qué.
Pues bien, esta cautela final es la que nos lleva de cabeza al corazón del Valor Añadido de hoy: la justificación se halla en el miedo a la reacción de China, principal tenedor de activos emitidos por Fannie y Freddie y pieza indispensable para mantener en marcha el engranaje financiero norteamericano.
De hecho, si no se hubiera producido el rescate a lo largo del fin de semana, ayer, casi con toda seguridad, la noticia objeto de comentario generalizado habría sido la siguiente: “El Banco Central de China necesita capital”.
Publicada por el New York Times en su edición impresa del pasado viernes, y colgada en la web desde el día anterior, su existencia se expandió como la pólvora entre los foros más ilustrados.
¿Que el mayor depositario de reservas foráneas del mundo necesita reequilibrar su balance? Si no fuera por las fechas de publicación, más de uno se lo hubiera tomado como una pesada broma. Y, sin embargo, no era así.
La tesis central de los autores consistía en lo siguiente: pese a contar con un billón de activos denominados en dólares, el capital de la institución monetaria apenas alcanzaba los 3.200 millones.
Una delicada posición que se había visto debilitada aún más por el fortalecimiento de la divisa local y la minoración de valor de los bienes financieros de su cartera, lo que se había traducido en pérdidas en términos reales, debido al repunte de la inflación, de hasta un 10% anual.
Más allá de las soluciones internas que, al problema planteado, se le podían dar, el análisis incidía en el hastío de los chinos acerca de su papel como financiadores del déficit exterior estadounidense y el impacto que su ausencia de crédito adicional podía tener sobre el dólar, debilitándolo, o sobre los tipos de interés norteamericanos, aumentándolos, recetas tradicionales para corregir este tipo de desequilibrios.
Un hastío al que ponían nombre y apellidos los activos de Fannie Mae y Freddie Mac que, tanto el Banco Central chino como las instituciones privadas locales, conservaban en su cartera. Un volumen conjunto cercano a los 375.000 millones de dólares. Así, el pasado 29 de agosto, Bloomberg publicaba que la tercera institución privada del país, Bank of China Inc., había procedido en los dos últimos meses a liquidar cerca del 30% de su exposición a las llamadas GSEs, un hecho que indudablemente no pasó desapercibido al otro lado del Pacífico.
El círculo virtuoso que había permitido tanto al Tesoro estadounidense como a esta suerte de compañías con respaldo público financiarse, amenazaba con llegar a su fin debido a la desconfianza de los inversores y al continuado deterioro del mercado hipotecario. Y antes de que su ruptura se produjera de modo abrupto, y a causa del elevado volumen de vencimientos al que ambas entidades se enfrentaban a final de mes, Hank Paulson decidió tirar por la calle de en medio, una vez más, en fin de semana.
Una intervención inevitable ya que, tal y como señalaba William Pesek en Bloomberg apenas un par de días antes, “no es que sean demasiado grandes como para dejarlas caer. Es que son demasiado geopolíticas como para permitir su colapso”.
Ahora, en China, estudian con estupor cuáles serán para sus cuentas públicas, más allá de los mensajes tranquilizadores iniciales, las consecuencias de haber creído en la inmunidad de aquellos valores financieros para los que, se suponía, había una garantía -cierto, más aparente que real- de las autoridades estadounidenses. Y más cuando la operación supone que el volumen de deuda del Tesoro se multiplique por dos de un plumazo lo que antes o después repercutirá en el nivel de financiación a obtener y, por ende, en la rentabilidad ofertada, que podría provocar un ajuste a la baja en el valor de sus posiciones actuales. Y aún más cuando el margen de maniobra norteamericano queda tiritando, como es el caso.
Una preocupación que es espejo de la de la propia Estados Unidos. No hay que olvidar, tal y como recuerda el propio Pesek en una definición enormemente descriptiva, que el modelo productivo americano vive peligrosamente hipotecado, y que los titulares de dicho crédito contra el país no son sino China, Japón y otras naciones asiáticas que, cierto es, parecen disponer de pocas alternativas para sostener sus divisas y mantener la competitividad de sus exportaciones.
Un difícil equilibrio de intereses en el que, aunque todos tienen algo que perder, los americanos parece que se pueden llevar, al final, la peor parte.
Quizá sea precisamente ésa la causa que justifica que Wall Street fuera el mercado que, al menos hasta poco antes del cierre, con menos euforia recogiera lo que, sin duda, es un nuevo punto de inflexión en la crisis actual.
Y es que cuando China estornuda...
¿Mundo al revés o Nuevo Mundo?
S.McCoy
La Administración Bush intervino el domingo ambas empresas, afectadas por las hipotecas de alto riesgo, sustituyó a sus principales ejecutivos y prometió un respaldo de unos 200.000 millones de dólares para mantenerlas en funcionamiento.
Las cifras del Departamento del Tesoro y de ambas empresas indican que, de unos 1,5 billones de dólares de títulos de Fannie Mae, Freddie Mac y otras agencias menores del gobierno de EEUU vinculadas a las hipotecas que están en manos de extranjeros, China tiene 376.000 millones de dólares en títulos hipotecarios estadounidenses.
Japón tiene 228.000 millones de dólares y Rusia otros 75.000 millones de dólares.
El secretario del Tesoro, Henry Paulson, cuando anunció la nacionalización de Freddie Mac y Fannie Mae, explicó que el salvamento de ambas instituciones era crucial no sólo para la economía estadounidense, sino para la estabilidad de los mercados financieros mundiales.
"Tal como se anunció, el salvamento de más de 1 billón de dólares en títulos de deuda de Fannie y Freddie en manos de inversores extranjeros estará protegido si los dos gigantes hipotecarios quiebran", señaló el Times.
"Pero los grandes bancos de EEUU que adquirieron acciones comunes y preferentes en las dos empresas hipotecarias podrían recuperar solamente una fracción de su valor original", añadió.
Brad Stetser, experto en geoeconomía del Consejo de Relaciones Exteriores, dijo al diario que "quizá sea la primera vez en que los bancos centrales extranjeros han usado su posición de acreedores para que el gobierno de EEUU adopte medidas que protejan a los intereses extranjeros".
«« | Inicio | »» |