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Sin ellos podemos |
El camino del gobierno está alfombrado de mentiras. De falsas evidencias, medias verdades y estadísticas. Un itinerario tortuoso que niega la realidad y distorsiona el idioma. Todo lo convierte en interesada percepción, incluida la democracia, y burda propaganda. Comenzó antes de las elecciones del 9-M. Entonces un Zapatero lleno eres de gracia habló de un futuro esplendoroso de pleno empleo, despensa llena, liga de campeones, crecimiento imbatible y otras muchas golosinas envenenadas. Como en el periodismo cínico, el líder socialista, convertido en nuevo doctor Pangloss, no podía dejar que la realidad estropeara su bonita historia.
¡España iba cojonuda! ¡A por ellos!
Han bastado sólo cuatro meses para demostrar que en política, como en la guerra, la primera víctima es la verdad. A la crisis se la denomina desaceleración, a la recesión crecimiento debilitado y todos los males se imputan al ciclo económico adverso provocado por el chupinazo del petróleo, aunque los ayer rutilantes indicadores del boom económico se hayan dado la vuelta como un calcetín. Ahora ya no hay elecciones a la vista, pero se miente con el mismo descaro porque el cliché del 37 Congreso del PSOE exige mantenella y no enmendalla, no vaya a ser que la clientela descubra que desde hace tiempo ya sólo es PE, sin S ni O. A lo sumo, por eso del aroma moderno, se volverán a agitar los señuelos de avances en el confortable territorio de las discriminaciones amortizadas. Un poco de testamento vital, varias gotas de ley de interrupción del embarazo, que los emigrantes asentados voten en las municipales y poco más. Se trata de mantener el tipo y la imagen sin torcer el rumbo que lleva de la nada a la más absoluta miseria. Practican lo que ponía en la vieja cartilla de la guardia civil: paso corto, vista larga y mala intención.
Pero hay un pero. Ha corrido ya demasiada agua sucia bajo el arco del triunfo de ZP y su talante para que difícilmente se pueda hacer oídos sordos a la realidad. Tozudos como siempre, si salen por la puerta, los hechos entran por la ventana, y si la realidad no tiene quien la escriba terminarán hablando las piedras. Hoy la comedia de la farsa ha estallado, e incluso puede implosionar bajo la misma mesa camilla de Moncloa. La crisis inmobiliaria y sus funestas secuelas sobre el medio ambiente; la destrucción acelerada de empleo; la inflación devorando los salarios y privilegiando los beneficios de capital; el gratis total para el impuesto del patrimonio; la falacia de una tarifa social en el recibo de la luz que sólo beneficia a los poseedores de ese millón de viviendas vacías; la imparable subida de la gasolina que estrangula la economía de una población obligada a residir en las chimbambas por el astronómico precio de la vivienda; el alineamiento con la extrema derecha xenófoba en el parlamento europeo; la aceptación de la directiva negrera de las 65 horas semanales como avance de civilizaciones; el desprecio a las consultas democráticas tipo referéndum irlandés y la coña de llamar ignorantes y demagogos a quienes han calificado de “apartheid” a la, para el Gobierno, “progresista” directiva del retorno, dibujan un escenario reaccionario mondo y lirondo.
Todo en la clase política conspira para cargar el ajuste (¿por qué lo llaman ajuste si es tan injusto?) sobre los damnificados. Siempre que las víctimas se dejen, claro. Fue el sistema financiero quien exportó la crisis cuando ya se habían forrado los capos de siempre con las hipotecas basura (créditos blandos para comprar casas que no valían lo que costaban a constructoras e inmobiliarias asociadas a la banca, que a su vez habían sido valoradas por todo lo alto por empresas de tasación también ligadas al clan del “botín”) y son precisamente los perjudicados, a través de sus impuestos, quienes salen al rescate de los malhechores gracias a la oportuna intercesión de sus legítimos representantes. Representantes que cuando terminan su teatral representación resultan agraciados con destinos de lujo por los servicios prestados a los que de verdad mandan (el ex jefe de la oficina económica de ZP, Taguas, a SEOPAN; el anterior presidente del PNV y ex consejero de industria del gobierno vasco, Imaz, a Petronor; el ex ministro felipista de Obras Públicas, Cosculluela, a la patronal del sector; el antiguo secretario general del PSE, Nicolás Redondo, a Fomento de Construcciones y Contratas; el que fuera director del CNI y embajador en el Vaticano, de la dirección internacional de Repsol a la embajada española en EEUU, Zaplana a la cúpula de Telefónica, al margen de infantas, urdangarines, marichalares y lo que le cuelga: o sea, los centros de poder privatizados bananeramente, que han propiciado la actual crisis-peste o que se forran con ella) Robin Hood al revés. Robar a los pobres para dárselo a los ricos.
¿Y aquí paz y después gloria? Todo dependerá de la memoria de los ciudadanos. Si todavía creen que los plutócratas de arriba han venido para ayudar a los de abajo, apañados vamos. Si, por el contrario, toman nota de la jugada, recuerdan que es la misma de todos los gobiernos, ésos que nunca ven la viga en el ojo del capitalismo de malhechores, si se dan cuenta de que delegar el poder es perderlo, si comprenden que sólo cuenta la acción directa, la gestión de nuestra vida e intereses sin intermediarios, si descubren que la mayoría que trabaja no necesita que la minoría que dirige le venga con monsergas, si se hacen políticamente adultos, entonces se sabrán todos los cuentos y habrá vida después del naufragio. Porque descubrirán que la verdadera democracia está en nosotros mismos. De lo contrario, cuando llegue septiembre, nos servirán en bandeja otro radiante porvenir, ése que siempre está por venir porque nunca llega. Las luchas autónomas de autobuses, limpieza y Telemadrid, que han sido mucho más que una huelga por el nivel de su huella moral, han mostrado la hoja de ruta de la marcha verde que hay que emprender hacia la plena autodemocracia.
¡¡¡Sin ellos, podemos!!!

Etiquetas: conocimiento, medios, memoria, mentiras, multitud, politica.
La eliminación del Impuesto sobre el Patrimonio permitirá a 1,3 millones de contribuyentes -1 millón de residentes y 300.000 no residentes- ahorrar 1.800 millones de euros desde este mismo ejercicio, dado que en 2009 ya no tendrán que hacer la declaración de Patrimonio correspondiente a este año.
La fórmula elegida por el Ministerio de Economía y Hacienda para suprimir este impuesto es establecer una bonificación del 100% sobre el mismo y eliminar la obligación de declarar. De este modo, la última declaración del Impuesto sobre el Patrimonio será la que se presente este año, correspondiente al ejercicio 2007.
El departamento de Pedro Solbes ha señalado en más de una ocasión que la eliminación de este impuesto, por la que se deberá compensar a las comunidades autónomas, receptoras de estos ingresos, acabará con el "efecto disuasorio" que existía actualmente para los no residentes que adquirían una vivienda en España y que, como consecuencia de ello, se veían obligados a tributar por este gravamen.
Así, el vicepresidente segundo y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, destacaba tras el Consejo de Ministros en el que se presentó el anteproyecto de Ley que la supresión del impuesto favorecerá la adquisición de segundas viviendas por ciudadanos no residentes, en un momento de desaceleración del sector inmobiliario.
Al mismo tiempo, Hacienda ha justificado la eliminación de Patrimonio argumentando que no existe en ningún país de la UE -salvo en Francia- y que nació en 1977 con carácter transitorio y pretendía dos objetivos, redistributivo y censal, que no cumple en la actualidad, dado que grava fundamentalmente el ahorro de las clases medias y la Agencia Tributaria dispone ya de la información que aporta este tributo.
En este sentido, Solbes rechazó en su momento las críticas de que en un momento de desaceleración se elimine un impuesto que grava a las rentas con más recursos, y señaló que "no lo pagan las (rentas) más bajas, pero tampoco las más altas", sino que, básicamente, recae en las "clases medias" y grava, sobre todo, el ahorro de las rentas del trabajo en bienes inmuebles.
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