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Peor que la crisis de 1929 |
Muchos analistas piensan que la debacle del mercado hipotecario en Estados Unidos ha detonado una crisis peor que la de 1929. La idea central es que las cosas se están poniendo realmente feas en muchos otros segmentos del sector financiero.
Los números y las ramificaciones así podrían indicarlo. Para Nouriel Roubini –uno de los analistas más respetados de ese país–, la crisis podría tener un costo total cercano a los 3 billones de dólares, algo como 20 por ciento de su gigantesco PIB. Eso sería un golpe brutal a la economía estadounidense y del mundo.
A pesar de las señales de alarma, una de las razones por las cuales la actual crisis no es todavía percibida en su justa dimensión se debe a que no se ha producido algo similar al Martes Negro de 1929. Ese día, en unas cuantas horas el espectacular ajuste de cuentas adquirió dimensiones de cataclismo y fortunas enteras fueron borradas del mapa contable.
Es cierto que hoy presenciamos episodios como el del banco Bearn Stearns o la amenaza de insolvencia de Fannie Mae y Freddie Mac, pero, hasta este momento las quiebras han estado limitadas al sector financiero, bancario y no bancario. Y aunque hay algunas empresas gigantes en las manufacturas que están pasando apuros, la economía estadunidense todavía está lejos de una segunda fase de la crisis, que sería equivalente a la Gran Depresión, con su secuela de quiebras, desempleo y destrucción masiva de la capacidad productiva.
Sin embargo, las ramificaciones pueden llegar muy lejos y parece que cada vez hay menos margen de maniobra para las autoridades económicas. Después de todo, durante los últimos 20 años la economía estadounidense se ha nutrido de dos burbujas que le han permitido crecer y mantener niveles de empleo adecuados. Esos tiempos ya se acabaron.
La burbuja de los años 90 en el valor de títulos financieros dio una ilusión de riqueza a mucha gente: podían jugar a ser corredores de bolsa, comprando y vendiendo títulos por Internet. El ajuste destruyó esa ilusión a finales de esa década, pero comenzó a inflarse otra nueva burbuja: la de los bienes raíces. En los últimos 10 años, buena parte de la capacidad de endeudamiento y consumo ha dependido directamente del valor garante de los bienes raíces. Esta segunda burbuja sacó a la economía estadounidense del agujero en que había caído allá por 1999, pero hoy también ha reventado.
Ambos episodios fueron ayudados por una política de laxitud monetaria pocas veces presenciada y un frenesí de eliminación de reglas sobre las operaciones del sistema financiero. Esa desregulación adoptó muchas formas, pero una de sus peores manifestaciones consistió en eliminar las barreras entre la actividad de los bancos y la del sector financiero no bancario. En teoría, los bancos deben manejarse bajo reglas prudenciales estrictas, mientras las corredurías, calificadoras y otros agentes, están más cercanas de la especulación. La desregulación abolió la frontera y por eso el desastre hipotecario alcanza hoy dimensiones gigantescas. Se pronostica que cientos de pequeños bancos locales, y docenas de bancos regionales en Estados Unidos tendrán que desaparecer debido a su extraordinaria exposición crediticia en el sector hipotecario y altísimos niveles de cartera incobrable. En un par de años el paisaje financiero de Estados Unidos va a sufrir cambios muy importantes.
Lo único que está sacando a flote a Estados Unidos en este momento es la gigantesca inyección de liquidez del resto del mundo. En lo que va del año, varios bancos centrales han financiado el paquete de rescates de la Reserva federal y del Tesoro. Este flujo de capitales es lo que ha permitido a la economía estadounidense no irse a pique y evitar el destino fatal que tuvieron las llamadas economías emergentes en las crisis financieras de los 90. No es seguro que el déficit fiscal pueda seguir con este esquema de financiamiento.
Cualquier intervención nueva deberá tener el respaldo de los bancos centrales de esos países. Pero, ¿qué va a pasar? China tiene sus propios problemas y seguirá evitando la revaluación del renminbi y eso no le conviene a Estados Unidos. El ajuste externo para reducir el déficit externo de éste funciona por la contracción de las importaciones, pero el efecto de destrucción de empleos en el resto del planeta es un obstáculo para seguir recibiendo esos flujos de capital. La guerra devaluatoria podría recrudecerse.
Quizás lo más importante por el momento es que no hay perspectivas de otra burbuja que pudiera rescatar a la economía estadounidense. De hecho, los únicos precios que están inflándose son los de las mercancías básicas: energía y alimentos. Evidentemente, eso no va a ayudar al consumo, el empleo y el crecimiento. El fantasma de la Gran Depresión no se aleja, y sí, la crisis puede ser mucho peor que la de 1929.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, monopolios, multitud, politica.
El departamento de Trabajo registró la pérdida de 51.000 empleos (aunque el estimado por los economistas era 75.000). De todos modos, esto es una indicación de que la situación de la economía sigue siendo débil, afirman los expertos.
Debido al incremento en los precios de los alimentos y del petróleo y a la desaceleración de la economía, muchas empresas se han mostrado renuentes a incrementar su personal.
Los únicos sectores en donde se han creado nuevos puestos de trabajo fueron en el gobierno, la educación, la hotelería y el turismo y los servicios de salud.
La construcción sufrió una pérdida de 22.000 empleos mientras que en el sector fabril desaparecieron 35.000 puestos de trabajo.
Recesión
El departamento de Trabajo también revisó las cifras de los dos últimos meses y corrigió las cifras de mayo, cuando se recortaron 51.000 empleos y no 62.000.
"La gente pensaba que las cifras (de julio) iban a ser malas", afirmó Marc Pado, analista de Cantor Fitzgerald.
"No sólo los últimos números (20-25.000 más) son mejores de lo esperado sino que se han corregido la de los últimos dos meses. Entonces, no es una cifra buena, pero no tan mala como se esperaba".
Sin embargo, si bien los recortes fueron limitados, tampoco hay signos de que las empresas estén buscando empleados, dijo Brian Gendreau de ING Investment, que además manifestó su temor ante la posibilidad de una "recesión suave, pero más prolongada" que la que vivió EE.UU. en 2001-2002.
"Esta cifra no será tan débil como esperábamos pero igual es lamentable", agregó.
"No creo que esto cambié la percepción de que la economía crece muy lentamente".
GM perdió US$15.500 millones entre abril y junio, en parte debido a que sus ventas en América del Norte se desplomaron un 20%.
Otra de las causas por las pérdidas es que la compañía pagó un cargo de US$3.300 millones para comprar los contratos de 19.000 trabajadores -a quienes se les pagaba por hora- y que dejaron la compañía a fines de junio.
También perdió US$1.300 millones porque al reducirse el valor de los autos usados de gran tamaño, bajaron las ganancias de la arrendadora de vehículos que antes pertenecía a su unidad financiera, GMAC.
Sin tener en cuenta los gastos extraordinarios, GM perdió US$6.300 millones, comparado con la ganancia neta de US$891 millones que registró en el mismo de periodo de 2007.
Se trata de la tercera peor pérdida trimestral en la historia de la compañía.
El 15 de julio pasado GM anunció la última fase de sus planes de reestructuración, que incluyen el despido de miles de trabajadores, el adelanto del cierre de sus plantas de camionetas y vehículos deportivos utilitarios (SUV, por sus siglas en inglés), la venta de activos y la suspensión de sus dividendos.
Según el corresponsal de la BBC, Mark Gregory, los problemas de GM se reflejan en la economía estadunidense, que registró la pérdida de 51.000 empleos en julio.
Mal de muchos...
Pero GM no es la única compañía automotriz que esta sufriendo a causa del estado precario en que se encuentra el mercado de los automóviles nuevos.
La automotriz BMW ya advirtió que sus ganancias para 2008 serán menores que lo pronosticado y predijo un año 2009 "muy difícil".
También hoy, Nissan reportó una caída del 48% en sus ventas en el último trimestre.
Las ganancias netas de la empresa japonesa cayeron a US$491 millones, luego de que los beneficios en el mismo periodo de 2007 había sido de casi el doble.
"Frente a un ambiente severo, Nissan se mantiene resistente pero cauta en las estimaciones para la industria", dijo el director ejecutivo de la compañía, Carlos Ghosn, quien también se encarga del funcionamiento de Renault, el socio francés de Nissan.
El constructor japonés informó que estaba tratando de minimizar los efectos del freno que está viviendo la industria automotriz en EE.UU. incrementando sus precios y reduciendo la producción de camionetas.
Y mayor será la carga si los trabajadores y los sectores populares no son capaces de articular una respuesta fuerte a la ofensiva del capital, que intenta arrebatarle derechos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas, con la lucha obrera, como la jornada laboral de 40 horas.
Se proponen retraer la situación laboral de los trabajadores a la de hace más de un siglo. La promulgación de la jornada laboral de 65 horas, los llamamientos a la flexibilidad del mercado de trabajo, el recorte de gasto en política social, la directiva sobre inmigración para crear campos de concentración, el aumento del paro (que ha subido a cotas de hace 20 años) , la congelación de los salarios y la inflación desorbitada de los bienes mas necesarios, es decir, la depauperación absoluta de las condiciones de la clase, se conjugan con las enormes sumas de dinero regaladas por el gobierno a los grandes constructores e inmobiliarias que especulan con el suelo, con los millonarios beneficios de la banca acumulados mediante las hipotecas y préstamos basura, y con el enriquecimiento de los grandes empresarios que cada vez más someten a una mayor explotación a los trabajadores.
La juventud es una de las más afectadas en esta situación, si antes era difícil acceder a una vivienda, ahora se hace imposible. La inestabilidad laboral, la precariedad, los bajos salarios y el grado de sometimiento en los puestos de trabajo a las condiciones impuestas son factores que dificultan la movilización, pero la organización y estructuración de la lucha en los centros de trabajo y estudio son imprescindibles para avanzar en los derechos de la clase obrera.
Es necesario el fortalecimiento de las posiciones de los trabajadores y los sectores populares contra la ofensiva del capital, si no, el retroceso será a cotas de inédita miseria. Hoy más que nunca, se torna imprescindible la unidad popular con el objetivo de luchar por sus intereses más inmediatos. La movilización de la clase trabajadora y los estudiantes y elevar su conciencia de clase serán claves para frenar las nuevas medidas laborales y conseguir que la crisis la paguen los ricos.
LA CRISIS CAPITALISTA, ¡QUE LA PAGUEN LOS RICOS!
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