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Incendio en la central nuclear Vandellós II |
La central nuclear de Vandellós II, en Tarragona, registró hoy un incendio en el generador eléctrico, según informó Vandellós II al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN). El fuego, ya extinguido, "no ha tenido impacto alguno sobre los trabajadores o el medio ambiente", según el titular de la central, que en estos momentos se encuentra "parada y estable".
El titular de la central añadió que "todos los sistemas de seguridad de la instalación han actuado según lo previsto y no se han visto afectados por el incendio".
El fuego se inició a las 08.49 horas y quedó completamente extinguido a las 10.30 horas por los bomberos de la central. El incidente supuso la declaración de prealerta de emergencia del Plan de Emergencia Interior (PEI).
Además, el CSN recomendó activar el Plan de Emergencia Nuclear de Tarragona (PENTA) en situación '0' y se mantuvo en contacto con la Subdelegación del Gobierno en Tarragona.
Por su parte, Greenpeace emitió un comunicado tras detectar una columna de humo en el que, junto con Ecologistes en Acció, insistió en que sea retirado a la asociación nuclear Ascó-Vandellós (ANAV) el permiso de explotación de las centrales que gestiona (Ascó I, Ascó II y Vandellós II), a la vez que demandó "paralizar cautelarmente su funcionamiento ante el cúmulo de accidentes que tienen y la irresponsabilidad en la gestión de los mismos".

Etiquetas: conocimiento, memoria, monopolios, multitud, violencia.
El hecho no ha tenido impacto alguno sobre los trabajadores o el medio ambiente, según añade el comunicado del organismo de control de la seguridad en las centrales nucleares.
El incendio ha afectado a la sala de turbinas de la central nuclear, en lo podría ser un accidente similar al ocurrido en la planta de Vandellòs I en 1989, lo que provocó graves daños y la retirada de la licencia de explotación, por lo que fue clausurada para siempre.
La columna de humo que surgió tras el incendio provocó la alarma en la zona, según ha podido saber elmundo.es de fuentes próximas a la planta, situada junto al mar en la costa de Tarragona.
Nuevamente, las organizaciones ecologistas Greenpeace y Ecologistas en Acción se han adelantado al Consejo de Seguridad Nuclear en dar la noticia. Un comunicado de estas dos ONG llegó un minuto antes a las redacciones que el del organismo oficial.
Greenpeace y Ecologistas en Acción insisten en que es necesario retirar a la asociación nuclear Ascó-Vandellós (ANAV) el permiso de explotación de las centrales que gestiona (Ascó-1, Ascó-2 y Vandellós-2) y paralizar cautelarmente su funcionamiento ante el cúmulo de accidentes que tienen y la irresponsabilidad en la gestión de los mismos.
El incidente no afectó a la zona radioactiva de Vandellòs II y no supuso riesgos para las personas o el medio ambiente, pero se dio en un momento inoportuno por su proximidad con otros percances en las instalaciones atómicas. Especialmente porque se produjo sólo unos días después de que el CSN haya propuesto sanciones históricas al titular de Ascó I, central nuclear propiedad de Endesa, por fallos en el control y el suministro de información en un incidente que, según Javier Zarzuela, subdirector general de Instalaciones Nucleares del CSN, “podría haber tenido impacto radioactivo”.
En lo que va de año el comité de enlace se ha reunido dos veces para poner en común posiciones sobre las novedades que afectan a la industria nuclear, y el siguiente encuentro debería celebrarse a finales de año. Sin embargo, los últimos incidentes –especialmente el de Ascó I– han llevado al CSN a adelantar el encuentro y a centrarlo en los últimos incidentes relevantes, como los registrados en las centrales de Cofrentes, Ascó I, Garoña y Vandellòs II.
El objetivo, tal y como explicó ayer Zarzuela, es dar un “toque de atención” a Endesa, Iberdrola y Unión Fenosa: “Vamos a decirles que hay que invertir y que también tienen que prestar atención a la seguridad”, explicó.
La preocupación del CSN no se debe a un nivel alarmante de incidentes, ni porque las centrales españolas funcionen “especialmente mal”.
Zarzuela añade que la transparencia de instalaciones como Vandellòs ha mejorado en relación a unos años atrás, cuando “nos enterábamos a cuentagotas” de lo que sucedía en las plantas atómicas. La reunión, por el contrario, junto con la sanción propuesta por el CSN al Ministerio de Industria para el titular de Ascó I, planta 100% propiedad de Endesa, son un “aviso” a la industria: “La comunicación de sucesos importantes no está bajando y debería hacerlo”.
El Foro Nuclear, el lobby de la energía nuclear española, decidió ayer no hacer comentarios sobre los últimos acontecimientos, y tampoco es fácil conocer estos días la opinión de las empresas eléctricas. Fuentes de la patronal eléctrica Unesa sí se refirieron ayer a los últimos acontecimientos, destacando que no han sido graves desde el punto de vista del riesgo radioactivo y que los sistemas de seguridad han funcionado correctamente.
Unesa apuesta por la construcción de tres centrales nucleares hasta 2030 y busca desde hace años un acuerdo social y político que dé las necesarias garantías de estabilidad para atraer a los inversores. Los últimos incidentes, según varias fuentes consultadas del sector, no bloqueará el debate, pero puede aplazarlo varios meses.
Los 45 incidentes en lo que va de año del parque nuclear español, la ocultación de información de sus propietarios, la manifiesta incompetencia del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) y la indolencia política general hacen que la campaña del lobby nuclear sea un motivo de preocupación para todos. Su objetivo no es construir nuevas centrales sino prorrogar las viejas instalaciones y que las decisiones administrativas favorables a sus intereses tengan un bajo coste político. El marketing pronuclear quiere persuadir a la ciudadanía, así nos presentan una colección de medias verdades o de rotundas falsedades: “no emiten CO2”, “es la energía más barata” , “es la forma de producir energía menos contaminante”, …
En su lucha contra el cambio climático la industria nuclear intencionadamente olvida los gases de efecto invernadero provenientes de la extracción del uranio, su enriquecimiento y transporte, la construcción de los reactores, cementerio nuclear, transporte de residuos, desmantelamiento de la central, etc. Pero lo más importante, y sin duda lo que más interesa a las compañías energéticas, es el freno que la energía nuclear representa a un nuevo modelo energético descentralizado y limpio, basado en las energías renovables y la eficiencia energética.
Los profetas de la energía nuclear omiten interesadamente su contaminante y peligroso ciclo de vida, así como sus costes ocultos. Es sorprendente que las compañías eléctricas propietarias de las centrales tengan una responsabilidad limitada si ocurre un accidente; el resto lo cubre el Estado. “Se puede producir un accidente como el de Chernóbil y sólo pagar las migajas de lo que se produzca”, advierte Carlos Bravo, de Greenpeace. Además del riesgo que su actividad y sus residuos representan para nuestra generación y las generaciones futuras, hay otros costes que no entran en su cuenta oficial y que entre todos pagamos, como son la gestión de los residuos y el desmantelamiento de las viejas centrales. La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (ENRESA) fijó en el VI Plan General de Residuos del año 2006 un presupuesto de 13.000 millones de euros, un ejemplo de cómo los dueños de las nucleares socializan sus pérdidas y privatizan sus beneficios.
Frente a la posición mayoritariamente favorable del PP a favor de la energía nuclear, el PSOE se mueve dentro de la ambigüedad y la propaganda de lo políticamente correcto. Hay que recordar que José Luís Rodríguez Zapatero incumplió en la pasada legislatura su compromiso de un calendario de cierre. Es una tremenda paradoja que la izquierda que hizo suyo en la transición el lema "¿Nuclear? No, gracias" cuente con firmes defensores de la energía nuclear en la política y en los sindicatos. Y así, los mismos dirigentes que en Extremadura llegaron al poder luchando en contra de la construcción de Valdecaballeros piden hoy la prórroga para Almaraz, olvidando que los argumentos con que defendieron su tierra de la radioactividad son hoy tan válidos como ayer. Amén de que no se pueden obviar importantes consideraciones, que hacen ahora más que nunca, que la opción nuclear sea más contaminante, innecesaria y peligrosa:
1. La liberalización del mercado eléctrico ha llevado a ejercer políticas de reducción de costes en las empresas propietarias de las centrales: disminución de los recursos económicos para el mantenimiento y supervisión de las instalaciones, varios niveles de subcontratación en sus plantillas, falta de formación y profesionalidad, así como reducción de su personal e incorporación de nuevos trabajadores sin la necesaria experiencia.
Un problema para la seguridad bien conocido por los sindicatos, que no ha impedido que José María Fidalgo y Cándido Méndez se hayan declarado a favor de la energía nuclear. Un giro copernicano en las cúpulas sindicales que no se justifica en un cambio de la situación, y que ya ha provocado indignación y sorpresa: "es una vergüenza cómo el lobby nuclear está influyendo en los sectores sindicales y hay que preguntarse sobre a quién representan estos líderes sindicales de CCOO y UGT cuando vienen desarrollando una contumaz e impúdica campaña nuclear" señaló en un reciente comunicado el sector crítico de CCOO.
2. Un importante incremento de incidentes de mayor o menor gravedad debido al creciente agotamiento de la vida útil de las centrales nucleares. El proceso de envejecimiento está llevando a un debilitamiento gradual de los materiales utilizados para construir las centrales nucleares, que han sufrido deterioro como resultado de los altos niveles de radiación a los han sido expuestos. El fallo de algunos componentes críticos, como la vasija del reactor, es hoy más posible que ayer, y sus consecuencias producirían un escape radiactivo de enorme gravedad.
3. “El terrorismo contra instalaciones atómicas es una amenaza real y todos deben tomar medidas de seguridad especiales para preverlo; el peligro de acciones terroristas contra centrales nucleares se ha incrementado considerablemente desde los atentados del 11-S...” afirmó M. Baradei, director general de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). En EEUU el gran temor, en el fatídico 11-S, estuvo en torno a la seguridad de sus centrales, y de hecho se ha prohibido desde entonces que sean sobrevoladas por aviones privados, mientras Francia decidió proteger sus instalaciones con misiles tierra-aire.
El terrorismo internacional que tan duramente ha golpeado nuestro país, tiene como objetivo de primer orden las instalaciones nucleares. Hoy, tenemos que enfrentarnos a nuevas amenazas, lo que ha hecho que los gastos en seguridad civil y militar en el entorno de las centrales nucleares haya aumentado, aunque este coste sigue sin aparecer en el precio del Kw nuclear. No obstante, Greenpeace demostró el 24 de agosto de 2007 la vulnerabilidad de Almaraz asaltando pacíficamente sus instalaciones. Un activista sobrevoló la central nuclear en un paramotor, una veintena de voluntarios se encadenaron a la puerta principal de acceso y un último grupo accedió a las inmediaciones de la central en lanchas neumáticas.
4. El lobby nuclear siempre ha intentado convencernos de que las renovables representan el futuro; hace más de treinta años su eslogan era “Nuclear hoy, mañana solar”. Pues bien, las renovables ya no son una promesa, son una realidad; la generación eléctrica de origen renovable superó el año pasado a las centrales nucleares en España. Las renovables cuentan con cerca de un millar de empresas en España en las que trabajan 188.000 personas entre empleos directos e indirectos, un valor social que poco tiene que ver con la concentración intensiva de capital que representan las instalaciones nucleares.
Y aunque, las inversiones en investigación de las renovables no son comparables con los ingentes recursos destinados a las nucleares, su evolución hace posible hablar de un futuro energético 100% renovable, técnicamente viable y económicamente posible.
5. La ocultación e incluso falsificación de información referente a la seguridad, es un claro ejemplo de cómo los propietarios de las centrales priman el criterio de rentabilidad económica por delante del principio de seguridad, una actuación a todas luces irresponsable. Sólo así se explica que la dirección de Ascó ocultara información al Consejo de Seguridad Nuclear y manipulara los detectores de radioactividad en los circuitos de refrigeración, que varios colegios visitaran sus instalaciones sin saber que el líquido del reactor acabó en el sistema de ventilación, la negación de la gravedad de los numerosos incidentes en Trillo y Almaraz, el bochornoso espectáculo de los guardas de seguridad de Vandellós II impidiendo -el pasado domingo- el acceso a los bomberos de la Generalitat que acudían a extinguir un fuego en la sala de turbinas, …
La ocultación y el retraso en la información se ha generalizado, el periódico alemán Die Tageszeitung publicó el 26 de agosto un articulo titulado: “Silenciadas unas averías acontecidas en centrales nucleares españolas”. Los alemanes sorprendidos subrayan que “ en las centrales nucleares españolas se producen numerosas incidencias, pero a menudo pasa mucho tiempo hasta que se informa de ello a la opinión pública”.
El tiempo juega en contra de los intereses nucleares, y su peligro y los grandes costes ambientales y económicos que implica su utilización deben hacer cumplir al Gobierno su compromiso electoral de un calendario de cierre de los ocho reactores nucleares existentes, lejos, muy lejos, de los intereses de las compañías energéticas y de algunos líderes políticos y sindicales que hoy forman parte del lobby nuclear.
Hoy más que nunca la nuclear no es la solución; su energía es cara, contaminante y muy peligrosa, y no hay compañía de seguros, ni político en la Tierra que pueda asegurar los daños medioambientales y humanos de un posible accidente nuclear.
Francisco Folguera Gutiérrez, co-portavoz de Los Verdes de Extremadura.
Y es que la energía nuclear supone costes económicos debido a su inseguridad que ni siquiera se pueden evaluar. Tan sólo ubicar los residuos radioactivos (que son longevos en el tiempo) y gestionarlos en el futuro puede suponer cifras astronómicas que dependen de muchos factores: resistencia de la población a un cementerio nuclear, riesgos externos como desastres naturales, conflictos armados...
Pero sin ir tan lejos. El MIT en su informe The Future of Nuclear Power (web.mit.edu/nuclear) dice: "Cincuenta años después del primer reactor comercial, ningún país ha conseguido implantar un sistema eficaz para deshacerse de sus residuos". Parece ser que el único almacén geológico profundo que se ha proyectado, el de Yucca Mountain, en el desierto de Nevada, ni siquiera ha comenzado a construírse.
Si se añaden estos costes, las cuentas de la rentabilidad nuclear se hunden directamente. Pero eso es problema relativo, porque las cuentas, incluso las nucleares, se siguen haciendo con vistas a los cuatro años de gobierno.
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