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Imperio y circo |
La política imperial de los EEUU es un espectáculo digno de presenciar. Conjuga, por un lado, el mañoso procedimiento de la diplomacia de avanzar sus intereses a través de formas “civilizadas” establecidas, como el discurso sobre la democracia, los derechos humanos y la libertad de prensa; y, por el otro, tras el afable −y a veces hasta bobo− bastidor teatral, la encubierta maquinación para coronar sus verdaderas intenciones, nada diplomáticas en el fondo, casi siempre. Un sencillo doble rasero de trabajo imperial que inunda el mundo con consabidas estupideces sobre los ideales humanos que, sujetos a plazos de guerra, terminan siendo pisoteados por ellos mismos, sus proponentes. Pero ello no importa si se tiene sentido del humor y si se mira en semejantes gafedades una manera de velar por el "orden universal".
Algo así como cuando un idiota de desmesurada estatura amenaza con golpearte y, en el mientras tanto de las ofrecidas trompadas, salpica tu humanidad con su chorreante baba. O como el guapetón puro músculos de barrio, que redobla su visceralidad cuando descubre que tiene a la mano el recurso justificatorio de una normativa violentada. Semejante baba diplomática rinde un espectáculo inusual para el mundo entero, aburrido seguramente de tanta paz, esperando reírse con las travesuras, alegre de antemano porque haya alguien que a escala planetaria haga cumplir las convenciones de manera tan divertida. El policía de la risa, ni más ni menos.
Por supuesto, a quien no le hace gracia es al de los palos ofrecidos, quien de lejos hace muecas petitorias para que le suspendan la broma. Pero inútilmente, como se sabe, porque el circo ha de continuar con sus funciones, cumpliendo el rol de mantener la animosidad humana desaguada. Al final de la función usted verá lo esperado, un amoratado actor yéndose hacia el fondo del escenario, un saltimbanqui imperial con sus preseas en la mano y, lo más importante, un público doblemente satisfecho por saberse testigo de que a través del humor es posible mantener al mundo en cintura.
Al margen de que sufran uno o dos países porque se les gasten unas aleccionadoras bromas, en términos de salud y equilibrio planetario, los beneficios son incuestionables. Importa la comunidad mundial, el "concierto de naciones", como de antiguo importaba el entretenimiento del pueblo romano con sus circos. La dimensión humana de un gladiador, trágica o aventurera en el drama de su supervivencia, no importa más que como ingrediente espectacular en su combate contra las fieras salvajes u otros guerreros. Llámese G-8 u ONU el productor o promotor (o proxeneta) de las funciones, el éxito del espectáculo imperial está asegurado.
Porque hay que reconocerlo: a más de cómico, resulta hasta enternecedor el papel corretón de la potencia imperial tras los países "forajidos", intentando llamarlos a conciencia. Hasta encantador puede decirse que resulta mirar cómo ese gran país (que son los EEUU) se cuelga de sus alforjas, tratando de convencerlos de que se dirigen hacia el camino incorrecto. Por supuesto, el chiste está en que no importa lo que contengan las tales alforjas, sea petróleo, oro, geopolítica o geoestrategia; el aferramiento sobre ellas se hace por nada.
A veces la función olvida su cometido cómico para rayar en lo extremado humanístico, como por ejemplo el reciente capítulo cuando EEUU ofreció hacerle bien porque sí a uno de esos países locos del mundo, como lo fue Birmania en su momento problemático con la "democracia". Muchos asistentes derramaron lágrimas cuando EEUU dijo que lo bombardearía con alimentos desde aviones y enarcaron la cejas cuando un malpensado de esos que nunca falta dijo que dentro de la alforja de Birmania había "3 billones de metros cúbicos de [gas] y reservas de petróleo en una cantidad aproximada a 3 mil millones de barriles", amén de una influencia china (otro competidor cómico) en el área que se desharía con el desatar de las correas.
O como con Venezuela, ese pequeño país mayor reservorio de petróleo del mundo, pero que los EEUU dicen es falso, porque lo que ellos sienten cuando se cuelgan de la mochila es guerrilla y narcotráfico. Naturalmente, ello desternilla de la risa al público asistente, porque es muy gracioso eso de hacer ver la chicha como una limonada o confundir la gimnasia con la magnesia. Su inclusión como país integrante del "eje del mal" mundial, junto a Corea del Norte e Irán, es una de las píldoras más consumidas en el ruedo de la risa organizado por la ONU y otras instancias que estudian el mercado para las presentaciones gringas.
Por ejemplo, una obra maestra del ingenio comediante fue Irak. La tontería esa de invocar a Maquiavelo y poner a pelear a los habitantes de ese país entre sí, fomentando el tribalismo, el caudillismo y el sectarismo propio de los países del Medio Oriente, trajo como consecuencia que a través de una payasada ese país se elevara hacia una situación idealizada civilizatoria, como la que actualmente ostenta. Y es eso lo que se aplaude en el mundo, que mediante simples y hasta bobos mecanismos de la diplomacia política −repetimos−, los países en general crezcan y se eleven hasta las altas esferas de la civilización occidental.
Sin precedentes en la historia del humor fue eso de pasarle material nuclear a través de un tercero (Inglaterra suele hacer de bufón travieso), para acusarlo luego de fabricar armas atómicas, así como cuando por estos lados un policía corrupto te "siembra" en la bolsa alguna droga para tener luego el argumento de acusarte. Incentivaron su tribalismo y sectarismo históricos, poniendo a pelear a shiítas contra sunitas, armando a unos y otros para que quien detentara el poder (Saddam Hussein) se sintiera endiosado con su flamante armamento del fin de los tiempos. El gran caudillo fabricado, estimulado contra los suyos y hasta con los antiguos aliados extranjeros, como un igual (EEUU e Inglaterra). La trampa de su caída fue un juego de niños. ¡Qué gracioso, se le hizo creer a medio planeta que en la mochila había armas de destrucción masiva cuando en realidad lo que chorreaba era petróleo!
Naturalmente, después que los años han pasado y los acontecimientos han tomado su curso, puede decirse que después de la gran gracia queda también −de paso− una gran enseñanza. Y es esa, de que los países del mundo no sean tan tontos al andar confiándose en tanto saltimbanquis de los caminos, y también esa, de andar creyéndose la seriedad de estar fuera del alcance festivo del circo planetario, con cosas locas como los cuentos tales de soberanía e independencia que no figuran en los libretos de la ONU, principal artífice de la teatralidad mundial. ¡Ja, ja, ja, es de risa!
Con decir que no pasa por debajo de la mesa lo último planteado con Venezuela, país al que se le gasta una broma de esas de "crecimiento espiritual". Todo el mundo sabe que está fosilizada en petróleo, pero sobre las tablas del teatro del mundo lo que se plantea es que sepa utilizarlo. También tiene una amazonía... y tantos otros recursos. La lección circunspecta es que no todo quien tiene sabe utilizar lo que posee, siendo necesario gastársele una broma en el gran tablado del mundo. Por ejemplo, con el silencio anuente de la ONU, se le acucia desde Colombia, se le intenta "sembrar" droga o guerrilla. Cualquier cuento es bueno para iniciar el espectáculo y oír a las mandíbulas batirse. La obra puede llamarse Las alforjas mágicas perdida, El rescate, o algo por el estilo.
Un detalle curioso es la compra de armas; o su estímulo, para ser más concretos. Desde las tablas del teatro del mundo se fomenta un silencio al respecto, pretendiendo hacer ver que el país es de unos tontos tales que no saben que pisan el peine del armamentismo. Se arma a Colombia y se incentiva el armamentismo contiguo, por natural competencia. Si Colombia no lo nota, tampoco Venezuela. Es ley de la diplomacia ingenua. La trampa tonta −escrita en el libreto de la alcahueta mundial− es la defensa de la soberanía y de los recursos naturales. Que no se diga nada al respecto; luego, la acusación de potencia militar desestabilizadora en la región es hasta lógica contra Venezuela. La gracia está en que si el país no cae en el argumento bufonescamente tonto de la comedia imperial y se decide por no comprar armas para defenderse, igualmente cae en la trampa tendida de que no las compre y se haga más fácil su toma. Es la artera maquinación del lenguaje diplomático, del concierto ideal entre las naciones, la presión entre grupos, la creación de rivalidades nacionalistas, esto es, en fin, la gran payasería del mundo para coronar aspiraciones verdaderamente serias del guerrero imperial metido a bufón, hablador de democracia, derechos humanos y libertad de expresión.
Ojo avizor con ello. A la exacerbación de los pruritos de defensa soberanos se debe responder con un tino integracionista, que incorpore una identidad de mayor dimensión en la respuesta, porque lo que se busca es la individuación de un conflicto a través de Colombia, y así, a solas, por más armado que se esté, no se puede. Así como hay potencias que "idiotamente" pretenden hacerse con los países del mundo a través de discursitos y jugarretitas, puede haber también países que "tontamente" se defiendan con argumentos de la inteligencia ingenua. Vayamos al Consejo de Seguridad de Suramérica no para defendernos en la integración, sino para conversar amenamente alrededor de una fogata.

Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, multitud, politica.
De las violaciones contra los Derechos Humanos: De igual modo es primordial referirse al desconocimiento descarado del Imperio forajido hacia el sistema jurídico penal internacional, dado que es éste uno de los pocos países que se ha negado a ratificar el Estatuto de Roma, texto que da fundamento a la Corte Penal Internacional, vale decir, un órgano de justicia internacional permanente cuya misión es procesar a quienes han perpetrado esos mismos delitos que el Tío Sam ejecuta a escala global, vale decir, crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad como la esclavitud, el apartheid, el exterminio, los asesinatos, las desapariciones forzadas, las torturas, los secuestros y el delito de agresión, entre otros. Ciertamente, esta Corte al evaluar las graves violaciones contra los derechos humanos cometidas en Afganistán, Guantánamo (Cuba), Abu Ghraib (Irak), entre otros; señalaría a los EE.UU. como el mayor Estado Terrorista.
Por éstas y otras consideraciones, podemos afirmar que esa dirigencia gringa (fusión de elites económicas, políticas y militares que oprimen a su propio pueblo dentro de un modelo de democracia controlada por los ricos) es la causante del mayor daño que Estado alguno haya producido contra la humanidad en toda su historia.
Pero, lo que ya no es tan normal, es que algunas de las críticas recibidas no se refieran, en absoluto, al contenido del artículo, ni a lo sucedido, ni a los argumentos y mucho menos a los hechos acaecidos en Venezuela, ni tampoco a la posición y desinformación que la mayoría de la prensa, especialmente la española, mantuvo y mantiene a capa y espada desde entonces.
Es posible que lo que relatan algunos de los lectores en su crítica -que nada tiene que ver con el contenido del artículo- sea cierto, y lo será, no tengo porqué dudarlo pero, ¿Qué tienen que ver sus experiencias personales con lo que ha sucedido y continua ocurriendo en Venezuela y en la mayoría de los medios de comunicación españoles? ¿Qué tienen que ver estas críticas con el contenido del artículo? Nada, nada en absoluto.
También hay otros hechos y otras consideraciones que sí vienen a cuento pero que estos despistados críticos olvidan intencionadamente si es que quieren llegar al fondo de la situación que tanto les desagrada. No creo que Venezuela sea ningún paraíso ni tiene porqué serlo. Seguramente cuatro siglos de colonización española, precisamente española, y una descolonización que pretendió mantener a los mismos amos con las mismas estructuras no se resuelva de la noche a la mañana. Las cosas no van bien, pero van mejor y, sobre todo, hay esperanza y la hay si otro golpe tipo Pinochet, made in USA, no se interpone.
Y, todo esto es así a pesar de que se olvide que el golpe de estado, no sólo contra Chávez, sino también contra Venezuela que el Sr. Aznar con la preceptiva venia del Jefe de Estado el rey Don Juan Carlos, junto con su socio Bush, se apresuraron a reconocer antes que nadie y en cosa de horas. Qué ocasión de oro perdieron ambos para callarse entonces y qué error diplomático, y de sentido común, no haberse callado ahora en vez de mandar callar.
La historia colonial española y la injerencia e intromisión en Venezuela, con golpe de estado incluido, sí explican una buena parte de la situación que tanto preocupa a estos críticos y la rabia de muchos medios de comunicación al servicio, sin duda, de intereses políticos y económicos concretos no confesados.
Dignidad cero
En otra muestra de cipayaje sin límites, Uribe salta todos los marcos de la dignidad nacional al comprometerse con EE.UU. y la OTAN en la guerra sucia contra el pueblo afgano. La información filtrada hoy 6 de agosto en la noche por el diario español El País, señala que Madrid acolita la misión reafirmando a Colombia ante Washington.
Las fuentes citadas por el medio español destacan el interés de Uribe de participar en las operaciones en Afganistán, que sufre desde septiembre de 2001, la más feroz arremetida de 14 potencias bajo el remoquete acuñado por doctrina Bush de “lucha contra el terrorismo”.
La medida de Colombia supone, según El País, “una ayuda impagable” a España, metida hasta los tuétanos, contra el querer del pueblo ibérico, en los asuntos de otra nación, lejana a sus fronteras y cultura.
Uribe continúa así el vergonzoso papel de sirviente de la Casa Blanca, contribuyendo con sus tropas o su posición, en cuanta aventura se embarca dándole una apariencia de paz a los peores actos de guerra: la agresión a Corea en 1952, el envío de militares al Sinaí en 1980 (que aun continúan allí) para apuntalar los planes de Camp David contra el pueblo palestino, el rechazo a respaldar a la Argentina en 1981 en la guerra de las Malvinas, el apoyo incondicional a la invasión norteamericana a Irak en 2002.
¿Qué futuro les puede esperar a los invasores de Afganistán, de la laya que sean, en aquellas tierras ajenas donde crece la resistencia patriótica en defensa de los intereses nacionales? Una franca derrota como la que sufren a diario en el suelo iraquí.
No hay duda que el paso de Uribe va marcado por el más oportunista cálculo político. Toma esta decisión ahora y no antes porque ve cercano un posible triunfo demócrata en la Casa Blanca con un Obama que muestra cada vez más su talante agresor contra los pueblos del medio oriente.
Hace solo un par de semanas Obama visitó Kabul, la capital afgana, prometiendo reforzar la presencia militar de la OTAN “hasta poner fin al terrorismo de Al Khaeda”. Obama, como Zapatero, no tendrá como pagar estos “desinteresados” servicios del mejor agente de los intereses imperiales que haya pasado por la Casa de Nariño.
El envio de las tropas colombianas contra un pueblo con el que solo debemos mantener lazos de amistad, coincidirá exactamente con la asunción del nuevo jefe de la Casa Blanca. Si es MacCain, qué mejor, pero si es Obama, tampoco me irá mal, y por el contario, recompongo mis deterioradas relaciones con los demócratas tras años de genuflexión a Bush.
Todo ello se puede traducir en la firma del esquivo TLC y en todas formas en más "ayuda" militar. Colombia es el tercer país del mundo, después de Israel y Egipto, en recibir del Pentágono dinero para armas y operaciones militares.
Y valen dos preguntas finales. ¿Uribe ya se siente el monarca todopoderoso que sin la autorización del Congreso, como ordena la Constitución, decide a mutuo propio, el envío de tropas a una nación extranjera, vinculándose en acciones de estrategia global que no conciernen a los intereses de América Latina?
Y bajo la misma óptica, ¿será posible que las 10 naciones restantes de la región puedan sentarse en la misma mesa del naciente Consejo de Defensa de América del Sur, destinado a salvaguardar la soberanía de nuestras naciones frente a las pretensiones de siempre de EE.UU. mientras uno de sus miembros obedece ciegamente las órdenes de la OTAN?
Un gobierno que pisotea a un país hermano agrediéndole con un ataque artero y justificando su proceder bajo la doctrina de Bush de la soberanía limitada, que ordena a sus militares el uso de los emblemas de la Cruz Roja internacional en otro crimen de guerra, y que ahora se suma al tinglado de los agresores del pueblo afgano, no merece sino el repudio internacional. Y pensar que un presidente bolivariano aun sigue llamado a Uribe hermano.
Roberto Romero
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