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Cáucaso golpea al mercado del crudo |
La guerra que se vive en los territorios de Osetia del Sur y Georgia tendrá uno de sus frentes en el inestable mundo del petróleo. El conflicto bélico se produce en torno a varios puntos clave para el suministro de Occidente, como el Oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC) o los pozos del Mar Caspio. Los expertos aún no se atreven a calibrar la repercusión de los enfrentamientos bélicos, que llegan con un precio del barril de Brent en 114 dólares, después de haber alcanzado máximos de 146 en julio.
En cualquier caso, varios de los bombardeos rusos han tenido como objetivo tramos de oleoducto, aunque de momento BP rechaza efecto alguno. Además, la aviación rusa ha atacado el puerto de Poti, desde donde parte el petróleo del Caspio. De hecho “la exportación de crudo azerbaiyano desde los puertos georgianos ha quedado suspendida provisionalmente a causa de las operaciones militares”, dijo Rovnag Abdulaev, presidente de la Compañía Petrolera Estatal de Azerbaiyán.
Al mismo tiempo, el mando de la flota rusa del Mar Negro se preparaba ayer para imponer el bloqueo de los puertos marítimos de Georgia, e impedir refuerzos de “armamento”, dijeron desde el mando naval ruso. En Georgia ven otras razones para el bloqueo.
A fin de cuentas, las difíciles relaciones de la zona irrumpieron en la primera página de la agenda internacional tras la apertura del oleoducto BTC, que tuvo un coste de 3.900 millones de dólares. La inauguración fue en 2005 y tiene una vida útil proyectada de 40 años. Cuando opere a su capacidad normal (prevista en 2009), transportará 1 millón de barriles diarios. En la zona también discurre un importante gasoducto, el Bakú-Tiflis-Erzurum, que lleva gas desde los campos de Shakh Deniz hacia Turquía. Comenzó a operar el año pasado y transporta 20.000 millones de metros cúbicos al día.
Ambos proyectos fueron vistos desde Rusia como una injerencia en una región de su área de influencia y una pérdida de peso como actor global. Al tiempo, Europa lograba reducir su dependencia de Oriente Medio y de Rusia. Por este motivo, la Unión Europea y EEUU apoyaron ambas canalizaciones sin reservas.
Las cancillerías de todo el mundo se han movilizado tras el violento comienzo de las hostilidades, en las ya se han producido miles de muertes. La actividad diplomática en la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha sido intensa, aunque con escaso efecto.
Estados Unidos advirtió ayer a Rusia de que, si continúa con los ataques en Georgia, las relaciones con su país y otros de la comunidad internacional “se verán afectadas”, al tiempo que reclamó la “intervención inmediata de la ONU” para detener el conflicto. El embajador de EEUU ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Zalmay Khalilzad, realizó estas declaraciones durante la cuarta reunión urgente celebrada en tres días en el Consejo de Seguridad.
Khalilzad acusó a Moscú de impedir la retirada de las tropas georgianas de la zona de conflicto, ignorar las peticiones del Gobierno de Tiflis para entablar un diálogo que lleve a un cese de las hostilidades y ser el responsable de la crisis humanitaria.
La intervención del diplomático estadounidense causó una dura reacción del embajador de Rusia ante la ONU, Vitaly Churkin.
“Es una declaración inaceptable, particularmente si parte de los labios del representante permanente de un país cuyas acciones en Irak y Afganistán todos conocemos”, afirmó. Churkin reiteró que su país lleva a cabo en Osetia del Sur una “operación de paz” para proteger a la población civil de las acciones de “limpieza étnica” perpetradas por las fuerzas georgianas.
Este debate se produce después de que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Georgia entregara a la Embajada de Rusia una nota en la que anuncia el cese de las operaciones militares. Moscú no está convencido de ello y asegura que prosiguen esas acciones en Osetia del Sur.
“Georgia está dispuesta a iniciar de inmediato negociaciones con la Federación de Rusia”, indica el documento, diplomático.

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Desde 2004, los inversores han identificado en el aumento del petróleo una oportunidad única para hacer dinero. “Era la clásica especulación de equilibrios”, afirma Greenspan, que “trajo consigo un incremento del precio que de otra forma podría haber tenido lugar en un periodo mucho más amplio de tiempo”.
Los datos sugieren, en su opinión, que los inversores construyeron una amplia red de posiciones en los futuros de crudo. Las distintas partes implicadas en esta red eran dueños de inventarios de petróleo, que vendieron parte de su stock. Con el fin de compensar la venta, aumentaron sus adquisiciones de crudo nuevo. “Esto muestra un significativo aumento en el stock de petróleo disponible, es decir, los inventarios de crudo necesarios para mantener los oleoductos, los tanques y las refinerías trabajando”, sostiene Greenspan.
En el último año, apunta, los propietarios de estos inventarios han continuado apostando por el petróleo, pero sus intentos de recomponer el stock se vieron entorpecidos por el aumento de la demanda china y del resto de economías emergentes.
Greenspan afirma que los inversores empezaron a desmontar su red de posiciones largas en julio para tomar beneficios, entre indicadores que mostraban una desaceleración en el crecimiento global, levantando así la presión en el crudo. De todos modos, Greenspan explica que el equilibro subyacente entre la oferta y la demanda sugería que “no volveremos a los 80 dólares (por barril) o menos”.
Una vez que la desaceleración económica finalice, “el petróleo puede volver a los 150 dólares o mas”, a menos que los productores de crudo aumenten significativamente su capacidad.
La embriaguez militar de Estados Unidos y la OTAN, después de haber cercenado toda la periferia de Rusia –el país con el mayor territorio del planeta (el doble de Estados Unidos y China, respectivamente)– cometió varios pecados de “lesa majestad” (v.gr. el despliegue de “defensa balístico misilístico” del régimen torturador bushiano en la República Checa y Polonia), pero ninguno como la independencia unilateral de Kosovo en la primavera reciente, a partir de cuando la dupla Putin-Medvedev decidió poner una línea roja y pasar a la contraofensiva en el frente europeo, mientras en los frentes centroasiático y medioriental Estados Unidos y la OTAN han sido detenidos.
Es en este contexto que se ubica la guerra de Rusia y Georgia en Osetia del Sur, donde el Kremlin se aprovechó del error infantil del presidente de Georgia, Mikhail Saakachvili (egresado de Harvard, pero, más que nada, un instrumento de los halcones neoconservadores straussianos y de George Soros), quien el mismo día de la inauguración de los Juegos Olímpicos en Pekín (quizá para no perturbar a la opinión pública mundial) invadió la república separatista de Osetia del Sur con el fin de reincorporarla a Georgia. Era justamente el error que esperaba la dupla Putin-Medvedev para colocar su línea roja frente al asedio asfixiante de Estados Unidos y la OTAN.
No todo es tan lineal ni maniqueo, porque aquí los matices son enormes, cuando la Unión Europea, que no es tan monolíticamente homogénea, no parece seguir el aventurerismo unilateral de los halcones de Estados Unidos, quienes apostaron una vez más a la parálisis, para no decir pusilanimidad, del Kremlin, al haber empujado al abismo a Georgia, cuya “nueva democracia” (que, por cierto, aplastó a su disidencia interna) incrementó demencialmente su presupuesto militar en 33 veces, al pasar de 30 millones de dólares a mil millones de dólares.
Detrás del conflicto de Osetia del Sur, que desencadenó la guerra entre Rusia y Georgia, se juegan varios componentes: la respuesta a la independencia unilateral de Kosovo, la incorporación de Georgia a la OTAN programada para finales de año (con fuerte reticencia europea) y el trayecto del célebre oleoducto “BTC” que transporta el petróleo del mar Caspio al mar Negro y al mar Mediterráneo para abastecer a Europa: desde Baku, capital de Azerbaiyán colindante con el mar Caspio, pasando por Tbilisi, capital de Georgia, hasta Ceyhan, puerto turco en el Mediterráneo.
Lo que se juega en Osetia del Sur es colosal: la definición en el incipiente nuevo orden mundial de las fronteras de la zona de influencia de Rusia, que resucita como nueva potencia de primer nivel en toda Eurasia, pero con especial dedicatoria en el Cáucaso, mucho más incandescente que los Balcanes debido a su diversidad multiétnica y religiosa.
Lo paradójico se centra en la aparente irrelevancia de Osetia del Sur: diminuto “país” que optó por su independencia unilateral hace siete años cuando se separó de Georgia, en el contexto del caos de la desintegración de la URSS, que cuenta con menos de 4 mil kilómetros cuadrados, una exigua población de 70 mil habitantes, un miserable PIB anual de 15 millones de dólares (250 dólares per cápita) y nulos recursos, salvo el estratégico túnel Roki, que se conecta a Osetia del Norte (que forma parte de la Federación Rusa) y que fue capturada por el ejército ruso en la inmediata represalia a la invasión de Georgia.
El darwinismo, una teoría biológica que pregona la supervivencia del mejor dotado, es obligadamente aplicable a los juegos geopolíticos y Olímpicos de los humanos: Georgia aplasta a Osetia del Sur (su capital Tsjinvali quedó pulverizada) pero se repliega ante el poderío ruso que acude al rescate de su aliado vapuleado en su frontera.
Con el fin de pertrechar a su ejército en retirada, Georgia ha llegado al grado de retirar a sus 2 mil soldados en Irak, que instaló por su alianza con Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel.
El monumental error de Saakachvili, que ha llevado a Georgia a la zozobra, es doble: pensar que Rusia se quedaría con los brazos cruzados y, luego, el más grave, alucinar con el salvamento de Estados Unidos y la OTAN, que buscan desesperadamente concertar un cese al fuego para detener el avance ruso en el contexto de tres escenarios: 1) abrir un segundo frente en la otra república separatista de Abjazia; 2) expulsar al ejército invasor georgiano de Osetia del Sur y negociar la derrota de Tbilisi mediante la instalación de un régimen menos hostil y más neutral; y 3) ocupar Tbilisi y controlar parte del trayecto del oleoducto “BTC”.
Los tres escenarios están vinculados a trueques geoestratégicos que puede arrancar Rusia a Estados Unidos y la OTAN desde Irán hasta los Balcanes.
Sin contar la alianza militar de Georgia e Israel para capturar Osetia del Sur, que delata Debka (8/8/08), en Irán han de estar en el éxtasis debido más al debilitamiento del cerco en el mar Caspio (mediante Azerbaiyán) que por la derrota de un aliado de Israel.
Los rusos son ajedrecistas y con su óptimo posicionamiento, es decir, su colocación inmejorable en el tablero de ajedrez en el Cáucaso, ya consiguieron la victoria en esta partida. Aquí el problema dependerá de los subsecuentes errores del adversario (léase: en orden, el régimen torturador bushiano y su títere georgiano), que no supo medir las proporciones ni las consecuencias de su invasión. ¿Para eso sirvió haber estudiado en Harvard?
La dupla Putin-Medvedev consiguió colocar finalmente su línea roja, cuyas reverberaciones han puesto a temblar a Ucrania, los países bálticos y Azerbaiyán, que se han percatado de las fútiles promesas de rescate del régimen torturador bushiano, que luego de empujar al ingenuo Saakachvili a su aventura lo abandona a su triste suerte.
Lo más trágico es que la mayoría de los errores monumentales del régimen torturador bushiano han sido explotados excelsamente por la “nueva Rusia”.
¿Quién en Eurasia desea ser todavía aliado de Estados Unidos, a riesgo de su propia perdición?
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