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Santa Ingrid: ¡Ruega por Nosotros! |
El regreso de Ingrid Betancourt a la civilización «tras seis años y cuatro meses de cautiverio en manos de los narcoterroristas de las FARC», ha originado la celebración de una operación mundial de «ingridolatría» mediática televisada en directo.
La televisión pública francesa –con France 2 a la cabeza- seguramente ha batido récords al dedicar el miércoles por la noche más de 5 horas ininterrumpidas a la «liberación» de Ingrid, y varias horas más en los días siguientes. La peste emocional que infectó todos los hogares sólo puede provocar náuseas. Y, más allá de la náusea, hay que ponerse a razonar.
A simple vista, Ingrid derrocha vitalidad, aparece bien alimentada y en perfecto estado de salud, lo mismo que «los otros 14 rehenes liberados» al mismo tiempo, de los que 3 son agentes del FBI prestados a la DEA.
Es inevitable hacer un paralelismo con aquel Augusto Pinochet que, en cuanto volvió a Chile, abandonó su silla de ruedas en la que estuvo clavado durante su estancia en Gran Bretaña de donde por fin pudo volver con muchas dificultades (los británicos lo tuvieron secuestrado).
En segundo lugar, a Ingrid se le han aparecido la Virgen , el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y tiene previsto viajar a Lourdes y después al Vaticano ¿La beatificará Benedicto XVI en vida? A falta de una canonización, quizá podría aspirar al Premio Nobel de la Paz.
En tercer lugar, Ingrid se ha convertido en una partidaria fanática del ejército nacional colombiano y de sus fuerzas especiales, cuyo uniforme lucía en su descenso del avión.
En cuarto lugar, Ingrid se ha convertido, además, en una partidaria entusiasta de Álvaro Uribe, el «narcopresidente» que, con el mexicano Felipe Calderón, es el peón clave del aparato yanqui de América Latina.
Ingrid no ha dejado de alabar la operación «perfecta, impecable y brillante» que consiguió su liberación. Si creemos la versión oficial, un grupo de coroneles colombianos llevó a cabo dicha operación, con la ayuda de especialistas de la CIA y del Mossad israelí que se infiltraron en las FARC, y después «convencieron» al comandante «César», responsable de la vigilancia de los presos, entre ellos Ingrid, y pusieron a su disposición un equipo de soldados disfrazados de guerrilleros que bajaron del cielo a bordo de un enorme helicóptero.
Si esta versión es cierta, ese comandante de las FARC debía de ser un cretino redomado para creer que su organización podía disponer de un helicóptero semejante. En resumen, esta versión hollywoodiense es buena para los papanatas, convertidos en admiradores de santa Ingrid.
La verdad hay que buscarla más bien en otra parte: según la Radio Suisse Romande , el gobierno colombiano pagó alrededor de 20 millones de dólares al famoso «César», que apareció ante las cámaras con un ojo a la funerala, sólo para mantener la ficción hollywoodiense antes de ser enviado, con una nueva identidad, hacia otra parte del mundo para emprender una nueva vida.
Hay varias cosas que simplemente se ignoran en este gigantesco y obsceno chorreo de sentimentalismo mediático -con Ingrid, Astrid, Yolanda, Mélanie, Lorenzo, Nicolas, Carla, Bernard y Rama dando vueltas a la noria durante horas- por ejemplo:
1º El empecinamiento en calificar como «rehenes» a quienes son prisioneros de guerra, como lo son los combatientes de las FARC encarcelados por las fuerzas del gobierno. Pero, claro, llamar a los presos rehenes equivaldría a reconocer a las FARC un estatuto de fuerza de combate, lo que está excluido para Uribe y los que lo apoyan. Aplicar las Convenciones de Ginebra sobre prisioneros de guerra a los presos de las FARC y exigir a las FARC que hiciesen lo mismo con sus presos, concedería legitimidad a la guerrilla.
2° La guerra que libran el ejército colombiano y sus grupos paramilitares desde hace 25 años ha causado miles de muertes, entre ellas las de 3.000 sindicalistas y 2.000 indígenas, además de miles de desaparecidos. Como mínimo 2 millones de campesinos han tenido que desplazarse y son refugiados en el interior. Y miles de colombianos amenazados de muerte por los paramilitares son refugiados en el extranjero.
3° Las FARC deben renunciar a su «inmunda lucha que destroza vidas inocentes» (Sarkozy dixit) y «rectificar» su línea de actuación (Ingrid dixit), no dejan de repetir los héroes de este «superdoculebrón». ¿Han olvidado que la última vez que las FARC aceptaron integrarse en la vida política «normal», creando La Unión Patriótica y presentándose a las elecciones, 5.000 de sus miembros fueron asesinados?
Santa Ingrid, descendiente de una familia de cruzados normandos que se convirtieron en reyes de las Canarias, ahora, seguramente, se embarcará en nuevas cruzadas para liberar a otros «rehenes». Pero, ¡atención!, sólo se ocupará de «rehenes buenos». Sarkozy, seguramente, intentará reclutarla para su próxima operación, destinada a liberar al «rehén francoisraelí» Gilad Shalit, el cabo prisionero de Hamás. Ahora que Ingrid se identifica con las fuerzas especiales que, según declaró a los cuatro vientos, son tan efectivas como el ejército israelí, eso sería lógico.
Pero no cuenten con Ingrid para otros combates, como la liberación de 10.500 rehenes palestinos encarcelados por Israel, o para la defensa del medio ambiente. Ingrid, que se proclamaba ecologista –su grupúsculo se llamaba «Oxígeno Verde»-, definitivamente se ha curado de esa enfermedad de juventud durante los años que ha pasado empachada de verde en la selva, donde descubrió que de todos los animales de la jungla, el más peligroso es el hombre. El hombre de las FARC, por supuesto.
Fausto Giudice
Etiquetas: conocimiento, inteligencia, memoria, mentiras, multitud, politica.
Se divorció en 1990 y se afilió al Partido Liberal, donde trabajó como asesora del Ministro de Hacienda Rudolf Hommes, y de Comercio Exterior, Juan Manuel Santos, durante el gobierno de César Gaviria. Ingrid se casó por segunda vez con el publicista colombiano Juan Carlos Lecompte. Durante este período escribe el libro La Rage au cœur [La rabia en el corazón], publicado originalmente en francés, sobre su visión del gobierno de Ernesto Samper.
Su apoyo popular como candidata a la presidencia, ya fuera del Partido Liberal, era tan solo de un 0,8% de intención de voto cuando fue secuestrada.
Mientras había cientos de sencillos soldados rasos y civiles anónimos en poder de las FARC y muchos más campesinos y pequeños colaboradores de la guerrilla sin delitos de sangre pudriéndose en las cárceles colombianas, Hugo Chávez y Piedad Córdoba eligieron a la hija del ministro de la dictadura y la miss Colombia como emblema de su lucha por el canje humanitario. Los medios internacionales, con Francia a la cabeza, se incorporaron a la cruzada hasta elevar a Ingrid Betancourt al rango de heroína nacional. Evidentemente la familia de la retenida, que nunca se hubiera acercado a un presidente surgido de los cerros, no hacía ascos a cualquier líder social que pidiera la libertad de Ingrid. Si había que criticar a Uribe para poder estar ante las cámaras junto a un jefe de Estado que pidiera la libertad para su hija, pues se criticaba.
Creyendo estar presionando para un acuerdo humanitario, Chávez y Piedad convirtieron a Ingrid en ejemplo de resistencia y lucha y a la guerrilla en un monstruo que retenía a una bondadosa hija, esposa y madre.
Mientras Piedad Córdoba arriesgaba su vida y Hugo Chávez su referéndum para la reforma constitucional, el mito crecía ante los ingenuos ojos de quienes creían que su buena intención estaba siendo reconocida por familiares, medios de comunicación y hasta por el gobierno francés. No comprendieron que sólo estaban siendo utilizados.
Ingrid se convierte en un símbolo internacional de la crueldad de las FARC mientras los anónimos soldados y guerrilleros seguían pudriéndose en la selva o en la cárcel. Sus madres no acudían invitadas al Aló Presidente ni nadie las entrevistaba en Telesur.
El codiciado trofeo logra la libertad de la mano de Uribe y vuelve junto a los de su clase, ideología y condición llena de odio, como es lógico, contra quienes le robaron seis años de vida. Se fotografía junto al ministro de la guerra de Colombia, pide la reelección de Uribe y dice -vestida de militar- que será un soldado contra las FARC. Viaja a Francia y se besa ante las cámaras por uno de los presidentes europeos que lidera el encarcelamiento durante año y medio de todos los colombianos que lleguen a Europa sin papeles. Ni Chávez ni Piedad le interesan ya. Se ensuciaría con el barro de los cerros y las manos callosas de los pobres si los acompañase, ya no los necesita para llamar la atención de la opinión pública internacional.
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El bebé se encuentra en buen estado de salud y es una de las trillizas nacidas en el hospital Alberto Sabogal del puerto del Callao.
Ingrid Betancourt fue rescatada el miércoles por el Ejército colombiano junto con otros 14 rehenes después de seis años en poder de la guerrilla de las FARC.
El director colombiano Simón Brand será el encargado de dirigir la película que llevará a los cines de todo el mundo la 'Operación Jaque'. Según revela la propia cadena de televisión colombiana todavía falta "definir en qué idioma se escribirá el guión" y si la película se rodará "en Colombia o en Francia".
Brand, afincando en Los Angeles, debutó en la gran pantalla con 'Mentes en blanco' un thriller de terror psicológico protagonizado por Jim Caviezel ('La pasión'). Su última película es 'Paraíso Travel' un film basado en la novela homónima de su compatriota Jorge Franco, que narra la vida de los inmigrantes colombianos en Nueva York. Además, el director ha trabajado en varios videos musicales con estrellas de la talla de Alejandro Sanz, Enrique Iglesias, Paulina Rubio o Thalía.
Pero además de en la gran pantalla, la dramática historia de Ingrid Betancourt también podrá verse sobre las tablas del teatro en una obra del puño y letra de la protagonista. "No tengo la pretensión de escribir demasiado, pero quiero dejar un testimonio de lo que he vivido para que la gente comprenda que todos podemos ser ángeles o demonios para los demás", afirmó en una entrevista al periódico francés 'Le Journal du Dimanche' recogida por otr/press, en la que reveló que una obra de teatro, que escribirá ella misma, sería el vehículo ideal para trasladar al público fielmente su historia.
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