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Moncloa lanza su agenda neoliberal |
Durante estos años de ‘bonanza’ económica y crecimiento desbordante del PIB, nadie desconfiaba de que cada vez se consumiera más mientras los salarios reales se mantenían estancados o perdían capacidad adquisitiva. La solución a este misterio, el nuevo ‘milagro español’, consistía en la conversión del endeudamiento hipotecario masivo y el crecimiento de los precios de la vivienda en ‘riqueza’ patrimonial que se trasladaba, al mismo tiempo que subían los precios de la vivienda, a la esfera del consumo en forma de compras contantes y sonantes. Si a la dependencia real de los precios de la vivienda para mantener los niveles de consumo se le suma el pánico generado por las noticias de crisis inminente –la famosa profecía autocumplida que acelera las devaluaciones de los activos financieros– nos podemos hacer una idea de la resonancia que, más allá de la situación del sector de la construcción como tal, tiene la crisis inmobiliaria sobre el conjunto de la vida económica.
Huelga decir que, con este panorama, pedir que se contengan los salarios aún más, equivale a pedir que la crisis sea especialmente cruel con los que menos tienen y, por si esto fuera poco, a deprimir aún más el consumo y a alargar más la crisis. Pero no hay problema, como también dice The Economist, si Zapatero quiere contrarrestar la impopularidad de estas medidas de ‘ajuste’ –valdría más llamarlas de desposesión– no tiene más que aplicar mano dura contra los inmigrantes para ganarse el apoyo de la empobrecida clase media autóctona. Es difícil explicar de manera más clara en qué consiste el orden político neoliberal.
El aire no se escapa de la burbuja Las brutales e ineficaces medidas que reclaman los periódicos ingleses parecen ser las únicas que los economistas ortodoxos son capaces de imaginar en el medio plazo. Sin embargo, como por ahora sigue prefiriéndose no hablar claramente de contención salarial, el Gobierno ha puesto en marcha sus propias recetas para la crisis en un documento que pertenece al ámbito del márketing político. En primer lugar se confirman las prioridades del Gobierno : establecer las vías de subvención y rescate del sector de la construcción y presentarlas de forma que no suenen excesivamente inmorales. En esta categoría se encuentran los créditos oficiales a la vivienda protegida y el plan de rehabilitación, también se insiste en la construcción de infraestructuras.
Hay que recordar que se está preparando una versión ampliada del, ya enormemente expansivo, Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEIT) que promete ser el mayor atentado ecológico perpetrado por ningún Gobierno español. Otras dos medidas relacionadas con el transporte utilizan las palabras mágicas del régimen neoliberal : privatización de los aeropuertos y liberalización del transporte de mercancías por ferrocarril. En este último caso parece difícil ver cómo la liberalización del transporte de mercancías puede contrarrestar la proliferación de áreas logísticas a las que no tiene acceso la red de ferrocarril y la construcción de líneas de alta velocidad sólo para pasajeros (ricos). Otro de los puntos ideológicos fuertes de este programa es la reducción del gasto público. Los fuertes rumores, sostenidos por el propio Solbes, de que en algún momento de la crisis podrían caer los criterios de estabilidad que salieron de Maastricht, han hecho saltar todas las alarmas en Bruselas y, desde entonces, se repiten las muestras de espíritu ahorrativo por parte del Gobierno, sin que en ningún lugar conste cuánto y en qué se piensa gastar el dinero, y si se va a seguir regalando enormes sumas a las constructoras e inmobiliarias por vía del gasto discrecional (fuera de los presupuestos). Para completar este amalgama de proposiciones ideológicas, este programa trasmite una cansina ideología de apoyo a la pequeña empresa y de reducción de las trabas burocráticas que asfixian al pequeño emprendedor, ese héroe del capitalismo al que siempre conviene mentar.

Etiquetas: conocimiento, memoria, mentiras, multitud, politica.
Un sistema social es un organismo vivo. Tiene su propia dinámica. Ni leyes, ni ajustes, ni decretos, ni gobiernos, ni tan solo grandes revoluciones políticas hacen cambiar su inexorable recorrido desde su gestación hasta su defunción. La Historia nos lo demuestra.
Es unicamente la fuerza y el empuje de la sociedad constructora y tranformadora quien crea las condiciones de su nacimiento y tambien las de su defunción. Es la fuerza vital de la sociedad humana la que hace que en el seno de la vieja sociedad germinen las nuevas semillas que acabarán por superarla. Allí se desarrollarán y generalizarán hasta impregnar todos y cada uno de los aspectos de la vida y de las relaciones económicas, políticas, culturales, ideológicas y hasta religiosas de la nueva sociedad naciente frente a la caduca. Luego, alcanzará tambien su zénit y emprenderá el inexorable camino hacia su decadencia y defunción. En los últimos periodos de decadencia, las crisis (que abarcan todos los aspectos de la vida social) se hacen más frecuentes, más agudas, más irresolubles. Causan un gran sufrimiento y una gran penuria para los seres humanos. La vieja sociedad ya no representa ninguna esperanza y las leyes sobre las que se erigieron sus cimientos representan un freno para el desarrollo individual y colectivo del cuerpo social.
Marx, en el prefacio de la "Crítica a la economía política" decía: "Una formación social nunca declina antes de que se hayan desarrollado todas las fuerzas productivas que ella, en toda su extensión, es capaz de contener, y nunca surgen nuevas relaciones de producción superiores antes de que sus condiciones materiales de existencia hayan sido generadas en el seno de la vieja sociedad. Es por esta razón que la Humanidad nunca se propone realizar tareas que no pueden ser llevadas a cabo, ya que si analizamos bien las cosas, llegaremos siempre a la conclusión de que la propia tarea solo surge si las condiciones materiales de su resolución ya existen de antemano, o por lo menos, existen en vías de formación".
No son los malos capitalistas, ni la usura de los banqueros, ni los especuladores, ni el auge económico de nuevas regiones, ni el agotamiento de las fuentes energéticas, ni los errores de gobernadores o gerentes, ni el cambio climático... las causas de la decadencia y la crisis del sistema capitalista. La crisis está en sus entrañas. Traspasó el umbral de su zénit y camina como caballo desbocado hacia su defunción. Nada ni nadie la evitará. La sociedad de la mercancía ha alcanzado sus propios límites.
Los más avezados ilusionistas nos proponen "cambiar el modelo productivo" para salir de la crisis.¡Qué incautos¡
Piensan que es preciso volver a recuperar el capitalismo productivo frente al capitalismo financiero y especulativo.
El capitalismo mercantil e industrial ha evolucionado al capitalismo financiero. Este es la expresión más acabada del modo de producción capitalista. La apropiación privada y la concentración capitalista exigen para seguir retroalimentando la acumulación del Capital, la sustitución del trabajo humano vivo por el trabajo acumulado en toda suerte de mecanismos robotizados. El conocimiento científico resulta la fuerza productiva más evolucionada del trabajo humano. Su apropiación y su aplicación en nuevos métodos de trabajo, nuevos materiales, nuevas técnicas y herramientas, nuevos ingenios... hacen añicos la ley que ya no puede ser cumplida: ley del valor.
Aplaudiré su candidez. Inviertan ustedes en universidades, en enseñanza, en centros de investigación, en nuevas tecnologías... Generalizen el conocimiento, el saber y la Ciencia.
Los resultados de este "nuevo modelo productivo" en la sociedad del dinero no serán otros que llenar a rebosar los almacenes de toneladas y toneladas de mercancías que no conseguirán acabar el circulo para las que fueron producidas (reconvertirse nuevamente en dinero) y aumentar la cifra de desempleados y excluídos que ustedes no serán capaces de mantener.
Desentierren a Marx y a lo mejor podrán curan su ceguera.
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